Para levantar un imponente edificio nuevo es necesario, pero no es suficiente, que el edificio antiguo que ocupa el local esté declarado en ruinas y vaya, poco a poco, cayéndose a trozos.
No sólo hay que dejar libre el solar, también hay que cavar
muy hondo para disponer de unos cimientos firmes, acordes con el edificio nuevo
a levantar.
En entradas posteriores me extenderé más ampliamente sobre
todo ello. Pero es que, además, concurren otras circunstancias que posibilitan
la nueva construcción.
Ya la Europa cristiana, en la Edad Media, intentó con las
Cruzadas, y con la excusa de recuperar los Santos Lugares, ocupados por los
ardientes musulmanes, intentó imponerse a este nuevo rival, pero no sólo por
motivos religiosos, también por motivos expansionistas, por lo que las armas
primaban sobre la fe, en esta aventura.
Pero también aparecieron otros candidatos con el mismo
objetivo de expansión, procedentes de Asia, como los mongoles y los turcos
otomanos.
Pero mientras éstos sólo disponían de la gran cantidad de
soldados y de fuerza física bruta (una máquina militar), Occidente también
contaba con otro tipo de armas, más sofisticadas, la ciencia y la técnica.
Caerá el emporio de Alejandría como centro distribuidor de
mercancías procedentes del lejano oriente, pero los portugueses, bordeando la
costa africana atlántica, abrirán una nueva ruta marítima a las Indias.
Al mismo tiempo las luchas internas entre dos grupos
enfrentados, tanto en Irán como en India, tanto en China como en Japón,
dificultarán las rutas terrestres, pero facilitarán que Occidente descubra y
domine las rutas marítimas, para su actividad comercial.
Ya desde finales de la Edad Media Europa soñaba con
conquistar el mundo: tanto las almas de los infieles, para convertirlos, como
sus riquezas.
Ayudó a la aventura los mitos (el del Dorado, el de la
Fuente de la eterna juventud, el reino de las Amazonas,…).
Co los mitos, siempre presentes, en la cabeza, con las
armas, más técnicas, el mano, con los libros de la ciencia geográfica a mano,
así como las tablas astronómicas, que no podían ser falsas, porque eran de los
antiguos, se lanzan a descubrir nuevas tierras, a conquistarlas, a
colonizarlas, a cristianizarlas.
Es curioso que un error, el del Almagesto de Ptolomeo, con
la inexistencia del continente americano y el mayor de los océanos, el
Pacífico, facilitaran que algunos navegantes se aventuraran hacia el Oeste,
hacia el Atlántico, para llegar a las Indias.
Y es verdad que hay un menor kilometrada o millas marinas
desde Portugal-España hasta las costas de las Indias Orientales (¿?), si
borramos, imaginativamente, el continente americano y el Pacífico.
Los progresos náuticos coadyuvaron en la misión.
En primer lugar “la carabela”, que combinaba las velas
cuadradas atlánticas con las velas triangulares mediterráneas, y que era
superior a la “coca” y a la “galera”.
Y en segundo lugar, que iban dotadas de brújula, astrolabio
y tablas astronómicas.
El piadoso Enrique el navegante, portugués, y su escuela de
Sagres, bajan rodeando, descubriendo y conquistando la costa Este de África,
también por motivos religiosos, pero sobre todo por motivos económicos, ya que
la venta de esclavos le deparaba pingües ganancia.
Y, sobre todo, cuando el Papa Calixto III (1.452)
autoriza/aprueba que los negros puedan ser reducidos a esclavitud, siendo el
mercado de esclavos una buena fuente riqueza.
En 1.488, Bartolomé Díaz, doblará el Cabo de las Tormentas,
pasando del Atlántico al Índico y abriendo una nueva ruta, marítima hacia las
Indias.
España, por su parte, cruzando el Atlántico, llega, dándose
de bruces con las Indias (¿?)
El oro, las misiones, las conquistas, la colonización, los
esclavos, las minas,….son, para los renacentistas, nuevas fuentes de riqueza.
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