sábado, 30 de septiembre de 2017

NIETZSCHE MISÓGINO (4 - 8) CONTRA LAS MUJERES INTELECTUALES, CIENTÍFICAS, ESCRITORAS,…




“Hojeemos un libro femenino: y en seguida suspira uno: “otra cocinera frustrada”
.
“Que una mujer tiene que tener siempre en la cabeza lo pequeño y asombroso y se encuentre necesariamente ridícula frente a las actividades de los hombres (excluidas las mujeres feas, pues les son ahorradas muchas preocupaciones en los cuerpos, cama y habitación de los niños, y últimamente “ponen” libros como las gallinas ponen huevos), y que a todos los hombres emprendedores y profundos les parezca algo bueno encontrarse con seres que son superficialmente alegres y de agradables deseos, para que la apariencia de la vida les resulte más suave. De todas formas hay que comprender en toda su profundidad, el beneficio que es esta mujer”

“La mujer perfecta perpetra literatura como se perpetra un pequeño pecado: para tentar, para pasar, mirando de reojo, a ver si alguien se da cuenta o no”. 

“Sólo a partir de este siglo se ha atrevido la mujer a esa inclinación a la literatura, malescribe, artistea, pierde en instinto. ¿Para qué? Si se puede preguntar”.

Contra el trío de literatas. “Delata corrupción de los instintos, además de mal gusto, la referencia de una mujer a Madame Roland o Madame de Stäel o Monsieur George Sand, como si probara algo a favor de “la mujer en sí”. Entre hombres las mencionadas son las tres mujeres cómicas, ¡nada más! y los mejores contra-argumentos involuntarios contra la emancipación y autodeterminación femenina”. 

Nietzsche recurre a la cita de su odiado Pablo de Tarso (San Pablo): “que la mujer calle en la iglesia” y a la de su admirado Napoleón “que las mujeres callen en política” para ordenar “que la mujer calle sobre la mujer”.

Una víctima de la misoginia de Nietzsche, criticada como escritora por ser mujer y “masculinizarse”:

“El talento de George Sand es democrático {sentido negativo para Nietzsche) y teatrero…. Todo lo estropea con su febril coquetería femenina, mostrándose en papeles propios de hombres no apropiados a su estatura, su espíritu era paticorto, por lo que sus libros se tomaron en serio sólo por poco tiempo y hoy son considerados literatura involuntariamente cómica. Y si lo que la movía no era sólo coquetería sino la astucia, todo lo recubría con problemas de hombre y aditamentos masculinos, incluidos pantalones y puros: y sin embargo salta a los ojos al fin el problema muy femenino y la desgracia de su vida, el que necesitaba demasiados hombres y que aún en esas pretensiones no coincidían sus sentidos y su espíritu”. 

Contra George Sand por escritora y por mujer:

“Lo peor sin duda es la coquetería femenina con cosas masculinas, con formas de jóvenes malcriados. ¡Qué fría tiene que haber sido en todo esa inaguantable artista!”. 

Para comprobar la retorcida y malévola intención de Nietzsche para con las mujeres, léase el párrafo completo que empieza por: “¡Ya! “El sexo débil”!“, que y termina con…“Y tal como son las mujeres, si se las dejara solas, se crearían no sólo “hombres“ de su debilidad, sino además “dioses” y ambos semejantes, como se supone, con terrible fuerza!. Dura competencia para la encarnación de Dionisos.

“Cherchez la femme’: “Toda la alta cultura y literatura de la Francia clásica ha surgido en el suelo del interés sexual. Hay que buscar en todo lugar su galantería, su sentido, su competencia de sexos, buscar “la mujer“, y no se buscará en vano”.  

“La mujer (busca al hombre)”. 

“Esta imagen es maravillosa!.. La mujer literata, insatisfecha, excitada, tediosa de corazón y de entrañas, con dolorida curiosidad siempre obediente al imperativo que inspira desde lo profundo de su organización “aut liberi aut libri”, la mujer literata, suficientemente culta para proclamar la voz de la naturaleza, incluso hablando latín, y suficientemente pava como para hablar consigo misma en secreto y en francés: “je me verrai, me lirai, je m'extasierai et je dirai: Possible, que j'aie eu tant d'esprit?” (Traducido: “yo me veré, me leeré, me extasiaré y diré: “¿Es posible que yo haya sido tan inteligente?”.

“Y tú dices: ¿Es que mientras dormía, un dios me ha quitado algo secretamente? Seguro, me sacó lo suficiente para formar una mujer. … No os enfadéis conmigo si me peleo un poco con ese pequeño dios. Me durmió aquí junto a la fuente en pleno día, el ladrón a plena luz; ¿Es que andaba cazando mariposas? … En verdad me sacó lo suficiente para hacer una mujer. Asombrosamente pobres son mis costillas”. 

Nietzsche está de acuerdo con Sócrates aunque sea sólo en esto:

“En el momento en el que pensador, el espíritu libre se acerca la cicuta a los labios, las mujeres gritan y se lamentan y hasta le molestan el sereno atardecer, como hicieron en la prisión de Atenas: “Critón, dile a alguien que eche a esas mujeres, dijo al fin Sócrates”.

Casi a favor de Sócrates, otra vez, y para descalificar a la mujer:

 “Xantipas. Sócrates encontró la mujer que necesitaba, pero no la hubiera buscado si la hubiera conocido bien. Hasta ahí no llegaba el heroísmo de ese espíritu libre”. 

“Las mujeres siempre intrigan en secreto contra las almas superiores de sus hombres; ellas quieren siempre engañar sobre su futuro por mor de un presente sin sufrimiento

“Perder la cabeza. Ella ahora tiene inteligencia, ¿cómo es que la encontró? Un hombre perdió el entendimiento por ella hace poco. Su cabeza estaba entera antes de ese tiempo: su cabeza se fue al diablo, no! no! a la mujer!”

“La mujer es el ocio del creador el día séptimo”.

El prototipo de Nietzsche:

“Napoleón era soñador, silencioso, impulsado a relacionarse con mujeres, pero apasionado y encantador aunque original en toda su persona cuando era joven. Sus ataques de ásperos y amenazantes celos… Cuando pagaba un servicio hacía notar que se compraba uno nuevo. Nunca quiso poner en orden las deudas de su mujer, para mantener las ocasiones de inquietarla”. 

“Dicho entre paréntesis. Por lo general un hombre sin bienes ni contenido, “sin intereses” carece de interés para las mujeres”.

“Lo más grande de lo grande es lo maternal. El padre siempre es un accidente”.

“No minusvaloremos el que Schopenhauer, que ha tratado la sexualidad de hecho como enemigo personal (incluido su instrumento, la mujer, ese “instrumentum diaboli”), tenía necesidad de enemigos para mantener lo bueno; que le gustaban las palabras feroces, de bilis negra y verduzca; que él se irritaba por irritarse, por pasión; que se habría puesto malo, se habría vuelto pesimista (Y no lo era por más que lo deseara) el haberse quedado sin enemigos, sin Hegel, la mujer, la percepción sensorial y toda la voluntad de ser”.

Enemigos de la mujer. “La mujer es nuestro enemigo”. El hombre que habla así a los hombres, habla por la pasión incontrolable , que no sólo se odia a sí mismo, sino además sus métodos”.

Decepción del varón.

“Tan esperable y como inesperado. ¡Cuántos hombres casados una mañana descubren que su joven esposa es aburrida y creían lo contrario! ¡No digamos de las mujeres cuya carne es débil y el espíritu flojo!”

Las madres.

“Los animales no piensan de las hembras como los hombres; para ellos la hembra es el ser productivo. Entre ellos no hay amor paterno, sino algo así como amor a los hijos de una amada y habituarse a ella. Las mujeres se desahogan en los hijos y descargan su afán de dominio….”

Nietzsche relaciona la fecundidad biológica humana con la “maternidad” intelectual. Rechaza la “masculinización” intelectual de las mujeres, pero se apunta a la feminización biológica de los hombres. Está obsesionado por compensar su esterilidad biológica con su productividad intelectual.

Diferencias.


“No precisemos tanto, la mujer va pasito a pasito aún estando apresurada, en lo que el hombre pega un salto”.

NIETZSCHE MISÓGINO (4 - 7) LA INTELIGENCIA AVEJENTA A LA MUJER.

LA INTELIGENCIA AVEJENTA A LAS MUJERES.

“Para ver la belleza de esa mujer hay que mirarla con ojos débiles, pero para ver bien su inteligencia hay que ponerse las gafas de mayor precisión, porque por altanería la oculta en su rostro, lo que tiene que ocultar.
La inteligencia hace más viejas a las mujeres”. 

“No se conjuntan bien el genio y la mujer. La mujer ha sido hasta ahora el lujo más alto de la humanidad”.

“Se toma a la mujer como si fuera profunda, ¿porqué? Porque nunca se le llega al fondo.
La mujer ni siquiera es superficial.
Si la mujer tiene virtudes varoniles es para correr; y si no las tiene corre ella misma”.

“El reconocimiento de los tontos, de las mujeres, etc…”. 

“¿Se ha constatado alguna vez un cabeza de mujer “profunda”?
“Hasta ahora no he tenido respeto por ninguna cabeza de mujer”.

“Surge así un peligro no pequeño cuando se les confía (a las mujeres) la política o partes concretas de la ciencia, como la historia.
Pues ¿Habría algo más excepcional que una mujer que supiera realmente lo que es ciencia?
Las mejores alimentan en su seno un secreto desprecio como si de algún modo fuera algo superior para ellas”. 

“Mezcla de sentimientos. Las mujeres y los artistas ensimismados sienten la ciencia como algo mezcla de envidia y sentimentalismo”.

“Hay que dar a las mujeres este consejo expreso: que ahora son irremediablemente la víctima de todas las hipótesis, especialmente cuando dan la impresión de inteligencia, entusiasmo, viveza, energía”.

“La ciencia es una cosa peligrosa: y antes de que nosotros no seamos perseguidos por ella no va con su dignidad.
O cuando se hace ciencia en la escuela, y ahora incluso las chicas y las pavas comienzan a cacarear científicamente; es que se hace siempre con tartufería moral”.

“Las mujeres ven en la ciencia un vampiro en un hombre”.

“Las mujeres están hechas de modo que les da asco toda verdad, en relación al hombre, amor, hijo, sociedad; y ellas tratan de vengarse de quien les abre los ojos”.

Nietzsche sitúa a las mujeres en el cuarto grado en el ranking de hipocresía por detrás de “los altos dirigentes y diplomáticos, de los príncipes, y de los curas”.

“Comparación a favor de los criminales y contra las mujeres. Los criminales encarcelados duermen bien; sin remordimientos. Hipocresía. Las mujeres tienen episodios de pérdida de los nervios (se enfadan, gritan y maldicen, rompen todo)”.


“Las mujeres tienen el arte de seducir a sus próximos para que tengan un buena opinión de ellas y luego se lo creen, se toman esa opinión como una autoridad”.

jueves, 28 de septiembre de 2017

NIETZSCHE MISÓGINO (4 -6) ANTIFEMINISMO




ANTIFEMINISMO BELIGERANTE. NIETZSCHE CONTRA LA MUJER.

“El sacerdote ascético no es precisamente el mejor defensor de su ideal de sacerdote ascético, por la misma razón por la que una mujer suele fracasar cuando quiere defender a “la mujer en sí”.

La misoginia de Nietzsche es sarcástica y sangrante: “¿Hay respuesta para la pregunta de cómo se cura, cómo se “salva”, una mujer?.
 Se le hace un hijo.
La mujer tiene necesidad de hijos, el hombre no es más que un medio (Así habló Zaratustra). 

“Emancipación de la mujer”, es el odio instintivo de las malogradas, esto es, de las mujeres estériles frente a las logradas, la lucha contra el “varón“ No es más que un medio, una excusa, una táctica.
Quieren el máximo nivel, encumbrándose como “mujer en sí”, como “mujer superior”, como “idealista” {título de las memorias de la dueña del seminario de emancipadoras, Malwida}.

“Las jóvenes procuran aparecer como superficiales e irreflexivas; las más finas de entre ellas simulan un cierto descaro. Las mujeres toman al hombre como un interrogante para su honra y a sus niños como apología o penitencia; necesitan de los niños y los desean en un sentido muy distinto del que un hombre desea hijos.
Sin más, no se puede ser suficientemente delicado con las mujeres!”.
 
“Nos alimentas con el alimento del hombre fuerte y máximas fuertes: no permitas que de postre nos vuelvan a caer los espíritus débiles femeninos“.

“Como agradecimiento toma esta ¡pequeña verdad! ¡Tengo suficiente edad para ella! Rodéala y tápale la boca: o si no, suelta a voz en grito esa pequeña verdad: “Dame, mujer, tu pequeña verdad” - dije yo.
Y habló la vieja mujer: “¿Vas a las mujeres? No olvides el látigo!”

Nietzsche se divertía a veces, y otras se rabiaba mucho cuando alguna de sus corinas le pedía explicaciones por publicar tan ocurrente aforismo. (Maldita gracia de aforismo sobre todo en un tiempo y en un país en el que la legislación matrimonial admitía que el hombre pudiera azotar a su mujer si lo creía necesario, y no sólo en países musulmanes).

“Peitsche“ (látigo) es un vocablo unido al desprecio de Nietzsche por la mujer, sin mencionar otros usos para-sexuales del “látigo“, además de en la educación represiva de los niños.

La foto de Lou blandiendo el látigo sobre sus dos leones domados es más que una parodia mítica wagneriana.

“Todo el fanatismo de la “emancipación de las mujeres me ha llegado a convertir en “un mal bicho” para ellas.

En Zurich, gran enfado entre las estudiantes: “se han enfadado mucho conmigo“. … “las jovencitas, todo lo que crece alrededor de Malwida von Meysenbug me desagrada y he perdido el gusto de entretenerme con esa gente medio loca”.

“¿Cómo es que sin embargo la mayoría de idealistas hacen propaganda de su ideal, como si no pudieran tener derecho al ideal sin que todos los reconocieran?
Es lo que hacen, p.e., todas esas entusiastas mujeres que se permiten estudiar latín y matemáticas.
¿Qué les impulsa a ello?
Me temo que el instinto de rebaño, la cobardía del rebaño.


Luchan por la “emancipación de la mujer” porque así realizan de la forma más astuta su pequeño separatismo privado bajo la forma de una actividad generosa, bajo la bandera del “para los demás”

NIETZSCHE MISÓGINO (4 - 5) LA MUJER SÓLO SE AMA A SÍ MISMA


“Amor por sí misma”. Se ama a sí misma.

Eso es lo que hace la mujer que dice: “lo hago por mi querido”.

¡No es verdad!

Incluso ese “por mi querido”’ lo hace para seguir su propia pasión y no la del otro.
Porque entonces actuaría como él: lo que es imposible.
Sólo puede actuar según la imagen del amado que ella se hace de él: ciertamente no es prueba de ella = para el amado, sino una parte de ella!”

“Los chinos: sin pudor, sin prejuicios, habladores, geniales. Sus pasiones son opio, juego, mujer. Son puros”.
Pues bien.

“¡Qué saben las mujeres solteras del “apetito sexual”, degenerado en su pasión por el arte y algunas de sus orientaciones, ya sea en la compasión o en la forma de un ciego sometimiento a un pensamiento!”

Se dice de ella: “ella no pudo dominarse, por eso desobedeció la costumbre”.
Eso es despreciar la ceguera de la pasión, “el animal en la mujer”. 

“La terrible “espera” por encontrar “el amor sexual” y la terrible “vergüenza” de esa espera estropea en las mujeres todas las perspectivas profundas“.

“Y cuando finalmente es consciente de una capacidad: qué ridícula admiración de sí misma, y al mismo tiempo ¡se desmadra como una ‘pava’!” 
“Basta ver su aspecto: todas las mujeres son  “pájaros, gatos o vacas”.

“Hay que sospechar desde luego de lo que las mujeres escriben sobre la mujer: si acaso sin quererlo una mujer incluso cuando escribe, lo único que hace es lo que hasta ahora al menos era  “el eterno femenino”: ¡”adornarse”¡

¿Alguna vez se ha podido atestiguar profundidad en una “cabeza” de mujer?
¿Y en un  “corazón” de mujer?
¿Justicia?

¿De qué sirve que la mujer juzgue “sobre la mujer” sin profundidad y sin justicia?.

Lo dice quien se atribuye a sí mismo ser el “el primer psicólogo del eterno femenino. Me quieren todas, menos las desgraciadas, emancipadas, estériles…”

Y sigue poniendo a las mujeres de todo: “aves de rapiña” es lo más delicado.

Léase en “Ecce homo. “Porqué escribo tan buenos libros”.

“La mujer, cuanto más mujer es, se defiende con uñas y dientes contra todo derecho: el estado natural, la guerra eterna entre los sexos le da a ella el primer puesto.

¿Se quiere escuchar mi definición del amor, la única digna de un filósofo? Amor por los medios empleados es GUERRA  Y POR SU FUNDAMENTO ES ODIO A MUERTE ENTRE LOS SEXOS”.


No tan literalmente: “el amor se funda en el “ODIO  a muerte entre los sexos con métodos de guerra”.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

NIETZSCHE MISÓGINO (4 - 4) LA MUJER Y LA EUGENESIA

LA MUJER ES PARA NIETZSCHE AGENTE DE LA EUGENESIA.

Nietzsche asigna a la mujer un papel de productora de la selección no natural, sino programada, experimental, el de ser controladora inmediata de la selección de los ejemplares de la especie, eligiendo los varones más aptos, fuertes, guapos y sanos, y desechando a los ineptos.

"Por la mejora del mundo.

Si se impidiera la procreación a los descontentos, biliosos y malhumorados, la tierra se podría convertir en un jardín de la felicidad.

En una filosofía práctica esa expresión pertenece al sexo femenino".

Nietzsche está definiendo literalmente su propio destino.

"La moral de todas las mujeres debería ser: impedir la reproducción a todos los cobardes" (escrito en el verano de 1882, cuando Nietzsche tenía sus vanas ilusiones puestas en Lou, quien en esto le hizo caso).

"Hermanos míos, no conozco mejor consuelo para la mujer que decirle: "también tú puedes parir superhombres". 

"Las mujeres solo tienen sentido y atractivo para los macizos mozos carniceros! Lo que no pasa entre los animales". 

"No hay solidaridad alguna en una sociedad en la que hay elementos estériles, improductivos, destructivos: que además tendrán progenie degenerada como ellos son". 

"Cuando en muchísimos casos el primer hijo de un matrimonio ofrece una razón suficiente para no traer más niños al mundo, sin embargo no se disuelve el matrimonio, sino que a pesar de los inconvenientes se confirma! ¡Qué estrechez de miras! Pero lo que quiere y quisiera el Estado no es la mejor calidad, sino ¡la masa! ¡Por eso no le importa nada la mejora reproductiva del hombre!".

La selección que las hembras hagan de los machos tiene decisiva importancia.

"La extinción de muchas especies de hombres es tan deseable como cualquier reproducción. Y no se tendría que frustrar y estropear toda su evolución por esa estrecha conjunción con una mujer, ¡por esa pasión! Si no se encontraran como provechosas (en el mejor sentido) amistades tan estrechas! 
La “realización plena” del hombre a través de la mujer para el hombre pleno es una locura".

Y Nietzsche continúa poniendo las condiciones estrictas del matrimonio reproductivo del superhombre, y para quien no las cumpla, junto con otras salidas semejantes como la pederastia y el onanismo, le queda el concubinato y la prostitución, pero ¡no de modo sentimental!, sino con la finalidad de "mejorar la raza".

Esto es racismo puro y duro.

En la propuesta de la disolución de la familia invoca Nietzsche a Platón (para esto sí, no para la igualdad de derechos de la mujer), que de ese modo sitúa la posición de la mujer respecto al Estado, y exige que en lugar del matrimonio el Estado establezca emparejamientos mandados entre los hombres más valientes (andreia = "varoniles") y las mujeres más nobles, para obtener una hermosa progenie".

Todo en vistas a la "reproducción del genio", sigue diciendo Nietzsche, con más cosas de este tenor: "La mujer significa para el Estado lo que el sueño (dormir) para los hombres"

Nietzsche encuentra en la ley de castas de la India una eficaz propuesta para la mejora de la especie.

Contrapone "la Ley de Manu, frente al miserable Nuevo Testamento":

"Y finalmente una prohibición a las mujeres-sudra de asistir en el parto a las mujeres-tschandala, y lo mismo para éstas el asistirse mutuamente. El éxito de tal política sanitaria no tardó en llegar: epidemias mortíferas, horribles enfermedades sexuales y además la imposición de “la ley del cuchillo": la circuncisión de los niños y la ablación de los labios vaginales para las niñas.
Manu mismo dice: ‘Las tschandala son fruto del adulterio, del incesto y del crimen (necesaria consecuencia del concepto de “cría reproductiva".

¡Superracista Nietzsche!.

Para Nietzsche es ¡un éxito! esa supuesta "política sanitaria", que incluye la ablación de los labios vaginales en las mujeres descastadas.
Las devotas feministas nietzscheanas todavía encontrarán excusa para justificar esta "enseñanza" a las leyes de castas que repercute especialmente en las mujeres pobres marginadas, como la encontraron ménades de la cohorte que seguía a Nietzsche en su deriva enajenada entre Niza y Engadín.

Proponer como modelo las leyes arias de Manu para la consideración de la mujer, basta para diagnosticar la paranoia de Nietzsche desatada ya por estas fechas de 1888.

Pero frases de este tenor descabellado ya estaban en "El origen de la tragedia", de 1872, como la justificación del incesto, si no en su propio comportamiento con su hermana, al menos en el ejemplar Edipo, ya que como dogmatiza el mismo Nietzsche: “obrar contra naturaleza es el mejor modo de vencer la naturaleza".

Se le puede considerar el promotor del derecho antinatural.

Otra de las expresiones que por sí sola basta para diagnosticar la paranoia integral de Nietzsche.

Nietzsche excluye el sentimiento del amor en la relación hombre y mujer.

"Amor. Mirad bien ese amor, esa compasión de las mujeres, ¿hay algo más egoísta? Y cuando se entregan, su honestidad, su fama, ¿a quién la ofrecen? ¿al hombre? ¿o más bien a una necesidad licenciosa? Son pasiones totalmente egoístas, como si hicieran bien a los demás y provocaran agradecimiento.
¿Hasta qué punto tamaña hyper-fetación {de "feto"} de una valoración puede santificar todo lo demás?



martes, 26 de septiembre de 2017

NIETZSCHE MISÓGINO (4-3) LA MUJER, PROSTITUTA

 

3. PROSTITUTA PARA SATISFACER AL HOMBRE.

"Una población de obreros necesita buenas casas de putas2.

Para la consecución del superhombre, super-perfecto, se requiere seleccionar los componentes del matrimonio (institución únicamente reproductiva, sin que en él entre el amor o la realización personal), para los demás están las prostitutas, y los otras relaciones sexuales estériles.

"Que sólo se casen: 1.- Con una finalidad de evolución superior y 2.- Para dejar frutos de tal humanidad.
Para todos los demás basta el concubinato, impidiendo la fecundación.
Tenemos que terminar con todas esas solemnes ligerezas. ¡Esas pavas no tienen que casarse! ¡Tiene que haber menos matrimonios!
¡Id a las grandes ciudades y preguntaos si ese pueblo tiene que reproducirse! 
¡Que vayan a sus putas!

¡La prostitución no es sentimental!

No se tiene que dar la ofrenda a las damas o a la bolsa judía, sino a la mejora de la raza.
Y no se juzgue falsamente esa ofrenda: las prostitutas son honorables y hacen lo que les gusta y no arruinan al hombre por “el lazo del matrimonio” - ¡qué ahogo!"
.
Esta sarcástica diatriba es tergiversada como si Nietzsche honrara las prostitutas, y hay quienes quisieran hacerlo el santo patrono de la "profesión".
Pero esa y otras  frases de Nietzsche sobre las prostitutas lo delatan como un cínico que las explota y nada más, nada más si es que no contrajo la sífilis de joven en Bonn o Leipzig (es lo que yo siempre había creído), de haber sido como decrépito prematuro en Niza o Génova ya hubiera sido demasiado tarde.

Para Nietzsche las mujeres prostitutas son esclavas a disposición de la satisfacción del instinto de los hombres, la prostitución es una salida de las no aptas para la eugenesia, que es la reproducción mejorada programáticamente.

Y ahorran al hombre el que tenga que esclavizarse a las mujeres con el matrimonio.

Este desprecio y utilización interesada de las prostitutas le lleva a odiar a Jesús de Nazaret, quien se hace amar de todas las mujeres, incluidas prostitutas, y que promueve un movimiento revolucionario popular pietista de baja ralea, formado por "mujeres, pecadores, publicanos y enfermos".


Nietzsche desahoga su odio a una cultura que favorece esa calaña de "prostitutas, pecadores, pescadores, pueblo necio", y sin embargo Nietzsche se entusiasma con "Las leyes de Manu" que, según su peculiar tergiversación, segregan y utilizan a las esclavas de castas discriminadas para que no se reproduzcan.

NIETZSCHE MISÓGINO (4-2) RELACIÓN VARÓN Y MUJER

 LA MUJER EN RELACIÓN CON EL VARÓN.

Lo que clasifica a los hombres es el modo de posesión de la mujer:

"A un hombre le basta con poseerla sexualmente, a otro, además, poseer sus propiedades, a otro, además, que no haga de él un fantasma, que sea conocido para poder ser amado".

"El hombre, en el fondo del alma, sólo es malo ( “travieso permanente”, como un niño, dirá en otra ocasión), la mujer es “cosa mala” (es el grado máximo de descalificación en el lenguaje de Nietzsche.)

Lo específico de la mujer es la voluntad de fecundidad biológica.
El hombre es, más bien, el zángano”.

Aunque otras veces afirma que zángano es la mujer, pero es en sentido económico, porque vive a costa del hombre, y, también, en sentido cultural.

“Un signo de la astucia de las mujeres es que casi siempre han entendido cómo hacerse alimentar como zánganos de colmena".

"Mujeres con odio. En cuestión de odio las mujeres son más peligrosas que los hombres; lo primero porque no se calman con ninguna consideración o equidad en el sentimiento surgido de enemistad, sino que sin parar en mientes llevan a sus últimas consecuencias su odio porque están ejercitadas en encontrar las zonas heridas (que todo hombre, todo partido tiene) y pinchar ahí.
Para lo que les hace un estupendo servicio su penetrante entendimiento (mientras los hombres se retienen viendo las heridas, y muestran mayor generosidad de ánimo y de perdón".

"Es más guapa la mujer, ¡pero el hombre es más interesante!".

"Las mujeres son mucho más sensibles que los hombres, precisamente porque son mucho menos conscientes de ello que los hombres".

“Sobre la mujer. Negar, destrozar, estar sola, luchar, despreciar, vengarse: por eso la mujer es mucho más bárbara que el hombre, etc., etc.".

"Las mujeres se masculinizan: muy poco les importa a los hombres".

"Hay demasiado pocos hombres: por eso se masculinizan las mujeres".

Es tema recurrente en Nietzsche este reproche de la supuesta obsesión masculinizante de las mujeres, que puede derivar en el “fetichismo”, más bárbaro que el “machismo”, dice Nietzsche.

"En la venganza y en el amor la mujer es más bárbara que el hombre".

"Masculino y femenino. Temperamento y mortalidad. El sexo masculino tiene peor temperamento que el femenino también porque los niños quedan más a merced de la mortalidad que las niñas, por eso ‘salen de sus casillas’ más fácilmente: su condición salvaje y su falta de aguante empeora fácilmente todo lo malo “a muerte".

"”Emancipación de la mujer” quiere decir en verdad “masculinización de la mujer”. Esto es, se hacen una imagen de la que el hombre ya ha rechazado, y piden sus derechos.

“Me parece una degradación del instinto de las mujeres de hoy: deberían saber que así destruyen su poder”.
“Si quieren mantenerse y competir con el hombre en sentido civil-político, es que también quieren renunciar a ser tratadas de modo suave y considerado con el que han sido tratadas hasta ahora”.

“Hay que disolver la mujer en la mujer” ¡Y la mujer ha de ansiar al hombre, pero no lo masculino!.

Y se muestra más mordaz, aún: "Algunos hombres han suspirado por el secuestro de sus mujeres, muchos porque nadie se las quería secuestrar".

"Cuando los hombres, con fuertes necesidades intelectuales, piensan en la unión con una mujer, sobreviene el sentimiento de que se acercan a una red que les atrapa cada vez más y sospechan una presión continua cuando se trata de la educación de los hijos, una lucha cada vez más encarnizada".

"La misión de la mujer es descubrir y mantener el niño en el hombre".

Nietzsche comenta la asociación que hace Schopenhauer sobre la mujer y el coito con el diablo, aunque con muy diferente intención: en sentido misógino respecto a la mujer, en sentido diabólico respecto al coito.


"La mujer por esencia es serpiente, Eva".

lunes, 25 de septiembre de 2017

NETZSCHE MISÓGINO (4-1) LA MUJER, REPRODUCTORA.


FRIEDRICH NIETZSCHE MISÓGINO


(Las entradas siguientes son extractos y paráfrasis de un estudio detallado y pormenorizado del Profesor Doctor Bernardo Alonso Alonso y que puede accederse al documento en www.alonsofía.com en el articulo “Nietzsche misógino”)

Son expresiones textuales del discurso misógino de Friedrich Nietzsche, en el avance progresivo de su locura y la desvalorización que hace de la condición de la mujer, asignándole la función de reproductora o prostituida a disposición del varón superhombre, denigrándola como necia, egoísta, orgullosa, vengativa, zángana, mentirosa, histérica, malvada y mil descalificativos más.

Frases de Nietzsche, dirigidas contra la condición femenina de la persona humana que deberían ser tenidas en cuenta por todo aquel furibundo seguidor de toda su doctrina.

El odio progresivo del paranoico misántropo Nietzsche hacia todo el género humano se ensañó cruelmente con las mujeres.

En su paso por balnearios y lugares de curación o de ocio, cuando ya había sido desahuciado de la Universidad de Basilea por incapacidad total irrecuperable, a los 34 años, Nietzsche trataba a las mujeres con distintos niveles de cercanía y distancia, nunca de intimidad.

Las prefería ricas, nobles, guapas, rubias, por este orden; de ser viejas, al menos que fueran ¡nobles-nobles!, y ricas.

A las mujeres que más trató, más las aborreció, especialmente a Lou Salomé, a Cósima, la mujer de Wagner y a Malwida, así como a su hermana Elisabeth y su madre, ninguna de las cuales, sin embargo, le retiró su afecto.

Algo que él nunca les hubiera agradecido ni perdonado de haber tenido arrestos los últimos once años de vida cuasi vegetativa, confiado a los cuidados de las tres mujeres que lo criaron, en su eterno retorno al seno de la mujer.

1. FUNCIÓN PRIMORDIAL DE LA MUJER: LA REPRODUCCIÓN DEL SUPERHOMBRE.

"En la mujer todo es paradoja y todo en ella tiene una solución: se llama embarazo. El hombre es para ella un medio, el fin es siempre el niño. Pero ¿qué es la mujer para el hombre?
Dos cosas requiere el hombre auténtico: peligro y juego, y quiere a la mujer como eso, como el juguete más peligroso”. 

“El hombre ha de ser educado para la guerra y la mujer para descanso del guerrero: lo demás es locura".

"Eficientes para la guerra, y para engendrar, así quiero al hombre y a la mujer".

La "voluntad de reproducción" es el impulso dionisíaco creativo y destructivo,  en el sentido artístico, musical, poético, literario, concebido por Nietzsche como fundamento de la "voluntad de poder": voluntad de creación, "voluntad de fecundidad", "de retorno".
Pero esta comparación creativa-aniquiladora no es aplicada a la mujer.
Nietzsche atribuye a la mujer la ostentación de su voluntad de fecundidad biológica y por el contrario, la vergüenza del acto reproductor sexual, de "la voluntad de  coito", que es la verdadera "voluntad  de poder", de vida, de conocimiento y de libertad, sobrepasando en esto a Schopenhauer.

Queda así la mujer excluida, con sarcasmo, del impulso dionisíaco y reservada a la reproducción biológica eugenésica.
De ahí que el reiterado propósito auspiciado por Malwida de poner sus hetairas a disposición de Nietzsche-Dionisos, tenía pocos visos de prosperar, y se quedó en flirteos, decepción mutua, compasión por parte de Malwida, auto-engañada hasta 1887 de que la excentricidad del profesor desahuciado sería pasajera, y finalmente todo acabó en irritación de Malwida y en desprecio sarcástico por parte de Nietzsche. 

"El embarazo es la condición fundamental por la que a lo largo de los tiempos se ha determinado el ser de la mujer. Relación con ello de todas las formas de pensamiento y de acción".

La ostentación que hacen las mujeres de su preñez, corrige Nietzsche a Schopenhauer, "es como el cacareo de una gallina antes de poner el huevo. ¡Mirad! ¡Mirad! Yo a poner un huevo!".

Todo es paradoja en la mujer, todo tiene una solución: preñez". 

“La voluntad de coito’ es masculina, la ‘voluntad de preñez’ es femenina”.

Nietzsche asigna a las mujeres la fecundidad biológica y la esterilidad intelectual, mientras que a los hombres superiores les atribuye la fecundidad intelectual y la esterilidad biológica, esto es, su propio caso.

"Si una mujer tiene inclinaciones doctas normalmente es que tiene alguna disfuncionalidad sexual. Es la esterilidad lo que dispone a una cierta masculinidad del gusto; el varón es, perdón, ‘el animal estéril’e inofensivo, porque no tiene aguijón". (¿Lo dirá por él mismo?).

Su ideal de mujer lo ve Nietzsche en algunos aspectos de la cultura griega de los siglos VI y V a.C.
"La única función de las mujeres era la de producir cuerpos hermosos y fuertes en los que sobreviviera el carácter del padre… se perpetuara el genio". Son apuntes  en "Humano, demasiado humano": las mujeres fueron excluidas de toda vida pública, de los juegos y las representaciones, y tenían como "misión única la procreación de cuerpos fuertes y hermosos".

Nietzsche no utiliza el término "hieródula", servidoras de lo sagrado, y sí el de ‘hetaira’, amiga, querida.
Tiene como modelos de mujer a las hetairas, más que a las prostitutas sagradas.

Incluso el inocente, misterioso y festivo comportamiento con el que, por ejemplo, las dignísimas mujeres del culto de Atenas era la manifestación de símbolos sexuales.

"El acto de procreación es el misterio en sí en todas las religiones no ascéticas: como un símbolo de la plenitud y del propósito del futuro, del volver a nacer, de la inmortalidad".

"Una mujer quiere ser madre, y si no quiere o no puede, es carne de presidio, ¡tan grande, por lo general, es su degeneración".

"El embarazo es el estado cardinal efectivamente constituido, el ser de la mujer”.

¿Utilidad de las mujeres?.

Además de satisfacer el placer del coito varonil, hace un repaso refiriéndose a otras características de las mujeres europeas.


"Las mujeres en Europa, aparte sus propias labores (‘hacer hijos’) son muy apañadas para muchas cosas. Con las vienesas da gusto bailar. Con una francesa se puede charlar, con una italiana posar, con una alemana osar. Entre las judías están las más entrañables parlanchinas: la muestra enrollada en las agudezas y autosatisfacciones de Goethe, era Rahel. Una rusa por lo general ha vivido algo, y hasta pensado algo. Las inglesas saben ruborizarse como sin razón, igual que los ángeles: en fin, no acabamos si queremos probar de modo firme y resuelto la utilidad de la mujer, algo en lo que todo el mundo cree, a partir del ejemplo de los utilitaristas ingleses".

NIETZSCHE Y LAS MUJERES (3)

ASÍ AMABA NIETZSCE A LAS MUJERES.

Los rechazos amorosos le despertaban una descarga agresiva contra el género femenino

MANUEL VICENT.

Nietzsche fue un tipo enamoradizo que ejerció a lo largo de su vida una misoginia muy singular. “El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”.

Este aforismo lo sacó de sus entrañas y lo puso en boca de Zaratustra después de conocer en Roma a Lou Andreas-Salomé y haber recibido de ella la suficiente cosecha de calabazas.

Zaratustra fue el profeta que lanzó la proclama del superhombre, un ejemplar humano que, según la teoría de Nietzsche, debería ser profundamente culto, bello, fuerte, independiente, poderoso, libre, tolerante, a semejanza de un dios epicúreo, capaz de aceptar el universo y la vida como es.

Pues bien, este modelo de superhombre aplicado por Nietzsche a sí mismo, en la vida real babeaba ante cualquier mujer atractiva que se pusiera a su alcance y si era rubia y rica la pedía en matrimonio de forma compulsiva, casi como un reflejo condicionado.

El consiguiente rechazo le despertaba una descarga agresiva contra todo el género femenino.

“Hasta aquí hemos sido muy corteses con las mujeres. Pero, ¡ay!, llegará el día en que para tratar con una mujer habrá primero que pegarle en la boca”.

Y una vez vomitada la invectiva literaria, el superhombre quedaba tranquilo.

Su padre fue pastor protestante, de quien recibió una educación muy religiosa y que, al morir tempranamente, de enfermedad mental, dejó a su hijo Friedrich, de cuatro años, tal vez inoculado con el germen de la locura.

Durante la infancia y adolescencia del filósofo en Röcken (la actual Alemania), su lugar de nacimiento, estuvo rodeado de un férreo círculo femenino compuesto por la madre Franziska, la hermana Elizabeth, la tía Rosalie y la abuela Erdmunde.

Fue un paisaje familiar agobiante, que le dejó unas secuelas de las que no se recuperaría nunca.

Además de Lou Andreas-Salomé, una galería de mujeres pasó por su vida, unas como amor platónico, otras a través de una relación epistolar erótica, otras bajo la especie de amor maternal, otras como amor imposible y cada una de ellas formaba una ola sucesiva de un solo tormento.

A todas adoraba en la práctica, a todas zahería literariamente y pese a su misoginia, lejos de aborrecerle, ellas se sentían atraídas por su talento y su bondad enloquecida, pero al final siempre terminaban por pararle los pies.

Tampoco él estaba muy seguro de su virilidad.

Por ejemplo, cuando una de sus amigas, Rosalie Nielsen, lo citó en la habitación de un hotel, y comenzó a insinuarse, Nietzsche tuvo que huir saltando por una ventana.

Nietzsche estudió Teología en el internado de Schulpforta e imbuido de religión se adentró después en la filología griega en las Universidades de Bonn y de Leipzig.

Su cerebro no encontró la forma de asimilar la mezcla explosiva de cristianismo y belleza socrática.

Deslumbrado por los mármoles de una Grecia imaginada, se convirtió al paganismo, que le obligó a gritar a los cielos el aforismo famoso: “¡Dios ha muerto!”.

Convencido de que el Crucificado era el adalid de una religión de esclavos, se abrazó a Apolo, el dios de la línea pura, y a Dionisios, el sátiro de la pasión y la orgía, corrientes contrarias que comenzaron a luchar en el interior de su espíritu.

A la hora de enfrentarse a una mujer, también se debatía entre el ideal de belleza y la convulsión entusiasta.

En este caso siempre ganaba Dionisios, el dios del caramillo y las patas de cabra.    

El filósofo se enamoró de Lou Andreas-Salomé, que solo le aceptó como amigo

Seriamente enfermo de sífilis, en 1882 Nietzsche abandonó la Universidad de Basilea y repartió su vida errante entre la nieve suiza y el sol de Italia.

Fue en Roma, en la mansión de Malwyda van Meysenburg, una famosa feminista alemana, que había abierto un salón literario, donde conoció a Lou Andreas-Salomé.

Esta rusa de 18 años era una joven que después de una adolescencia mística se había propuesto ejercer la libertad a toda costa como una forma de salvación personal más allá de la práctica del feminismo militante.

El choque entre esta mujer libre y el misógino recalcitrante fue el esperado.

Nietzsche se rindió ante su talento y le pidió matrimonio a primera vista con una declaración cursi y telúrica: “¿De qué astros del universo hemos caído los dos para encontrarnos aquí uno con el otro?”

Esta descarga poética solo provocó una sonrisa en aquella mujer extraordinaria, que en ese momento estaba enamorada de Paul Rée, discípulo del filósofo.

Como forma de consolación, Nietzsche propuso vivir con ellos un triángulo estético con un amor traspasado de idealismo pagano en la soleada Capri, con viajes a Niza y Venecia.

Tampoco cuajó la idea.

Lou Andreas-Salomé fue una coleccionista de amantes famosos, hipotéticos, extraños, entre ellos Rilke y Sigmund Freud.

Huidiza e imposible, en esta escalada Nietzsche fue para ella el primer peldaño.

Por otra parte, el paganismo estético de Nietzsche le costó la amistad de Richard Wagner, que recorría el camino contrario.

Desde los dioses nórdicos regresaba al cristianismo llevándose con él a su mujer Cósima, otro de los amores imposibles de Nietzsche.

Enamorarse de la mujer del amigo era ese juego peligroso que al parecer más le excitaba.

El desaire le arrancaba de las entrañas un aforismo cruel.

En la puerta del retrete de un bar de carretera, alguien había escrito: “Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche”. Debajo de este aforismo otro usuario había añadido: “Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios”. (Siempre he creído que había sido escrito sobre la losa de su tumba)

Ante este par de sentencias inexorables Woody Allen comentó: “Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo no me encuentro muy bien de salud”.

Es una bonita forma de bajarle los humos al superhombre.


domingo, 24 de septiembre de 2017

NIETZSCHE Y LAS MUJERES (2)


Seriamente enfermo de sífilis, en 1882 Nietzsche abandonó la Universidad de Basilea y repartió su vida errante entre la nieve suiza y el sol de Italia.

Fue en Roma, en la mansión de Malwyda van Meysenburg, una famosa feminista alemana, que había abierto un salón literario, donde conoció a Lou Andreas-Salomé.

Esta rusa, de 18 años, era una joven que después de una adolescencia mística se había propuesto ejercer la libertad a toda costa como una forma de salvación personal más allá de la práctica del feminismo militante.

El choque entre esta mujer libre y el misógino recalcitrante fue el esperado.

Nietzsche se rindió ante su talento y le pidió matrimonio a primera vista con una declaración cursi y telúrica: “¿De qué astros del universo hemos caído los dos para encontrarnos aquí uno con el otro?”

Esta descarga poética solo provocó una sonrisa en aquella mujer extraordinaria, que en ese momento estaba enamorada de Paul Rée, discípulo del filósofo.

Como forma de consolación, Nietzsche propuso vivir con ellos un triángulo estético con un amor traspasado de idealismo pagano en la soleada Capri, con viajes a Niza y Venecia.

Tampoco cuajó la idea.

Lou Andreas-Salomé fue una coleccionista de amantes famosos, hipotéticos, extraños, entre ellos Rilke y Sigmund Freud.

Huidiza e imposible, en esta escalada, Nietzsche fue para ella el primer peldaño.

Por otra parte, el paganismo estético de Nietzsche le costó la amistad de Richard Wagner, que recorría el camino contrario.

Desde los dioses nórdicos regresaba al cristianismo llevándose con él a su mujer Cósima, otro de los amores imposibles de Nietzsche.

Enamorarse de la mujer del amigo era ese juego peligroso que al parecer más le excitaba.

El desaire le arrancaba de las entrañas un aforismo cruel.

En la puerta del retrete de un bar de carretera, alguien había escrito: “Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche”. Debajo de este aforismo otro usuario había añadido: “Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios”.

Ante este par de sentencias inexorables Woody Allen comentó: “Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo no me encuentro muy bien de salud”.

Es una bonita forma de bajarle los humos al superhombre.


Nietzsche, criado entre mujeres pero sexualmente inmaduro.

sábado, 23 de septiembre de 2017

NIETZSCHE Y LAS MUJERES (1)


Así amaba Nietzsche a las mujeres

Los rechazos amorosos le despertaban una descarga agresiva contra el género femenino

Nietzsche fue un tipo enamoradizo que ejerció a lo largo de su vida una misoginia muy singular.

“El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”.
Este aforismo lo sacó de sus entrañas y lo puso en boca de Zaratustra después de conocer en Roma a Lou Andreas-Salomé y haber recibido de ella la suficiente cosecha de calabazas.

Zaratustra fue el profeta que lanzó la proclama del superhombre, un ejemplar humano que, según la teoría de Nietzsche, debería ser profundamente culto, bello, fuerte, independiente, poderoso, libre, tolerante, a semejanza de un dios epicúreo, capaz de aceptar el universo y la vida como es.

Pues bien, este modelo de superhombre aplicado por Nietzsche a sí mismo, en la vida real babeaba ante cualquier mujer atractiva que se pusiera a su alcance y si era rubia y rica la pedía en matrimonio de forma compulsiva, casi como un reflejo condicionado.

El consiguiente rechazo le despertaba una descarga agresiva contra todo el género femenino.

“Hasta aquí hemos sido muy corteses con las mujeres. Pero, ¡ay!, llegará el día en que para tratar con una mujer habrá primero que pegarle en la boca”.

Y, una vez vomitada la invectiva literaria, el superhombre quedaba tranquilo.

Su padre fue pastor protestante, de quien recibió una educación muy religiosa y que al morir tempranamente de enfermedad mental dejó a su hijo Friedrich, de cuatro años, tal vez inoculado con el germen de la locura.

Durante la infancia y adolescencia del filósofo en Röcken (la actual Alemania), su lugar de nacimiento, estuvo rodeado de un férreo círculo femenino compuesto por la madre Franziska, la hermana Elizabeth, la tía Rosalie y la abuela Erdmunde.

Fue un paisaje familiar agobiante, que le dejó unas secuelas de las que no se recuperaría nunca.

Además de Lou Andreas-Salomé, una galería de mujeres pasó por su vida, unas como amor platónico, otras a través de una relación epistolar erótica, otras bajo la especie de amor maternal, otras como amor imposible y cada una de ellas formaba una ola sucesiva de un solo tormento.

A todas adoraba en la práctica, a todas zahería literariamente y pese a su misoginia, lejos de aborrecerle, ellas se sentían atraídas por su talento y su bondad enloquecida, pero al final siempre terminaban por pararle los pies.

Tampoco él estaba muy seguro de su virilidad.

Por ejemplo, cuando una de sus amigas, Rosalie Nielsen, lo citó en la habitación de un hotel y comenzó a insinuarse Nietzsche tuvo que huir saltando por una ventana.

Nietzsche estudió Teología en el internado de Schulpforta e imbuido de religión se adentró después en la filología griega en las Universidades de Bonn y de Leipzig.

Su cerebro no encontró la forma de asimilar la mezcla explosiva de cristianismo y belleza socrática.

Deslumbrado por los mármoles de una Grecia imaginada, se convirtió al paganismo, que le obligó a gritar a los cielos el aforismo famoso: “¡Dios ha muerto!”.

Convencido de que el Crucificado era el adalid de una religión de esclavos, se abrazó a Apolo, el dios de la línea pura, y a Dionisios, el sátiro de la pasión y la orgía, corrientes contrarias que comenzaron a luchar en el interior de su espíritu.

A la hora de enfrentarse a una mujer, también se debatía entre el ideal de belleza y la convulsión entusiasta.

En este caso siempre ganaba Dionisios, el dios del caramillo y las patas de cabra.


El filósofo se enamoró de Lou Andreas-Salomé, que solo le aceptó como amigo.

viernes, 22 de septiembre de 2017

SCHOPENHAUER: EL AMOR Y LAS MUJERES (y 4)


El semen tiene muchas sementeras, la tierra que lo acoge, no, y debe esperar que se cumpla el ciclo de los nueve meses para poder ser inseminada de nuevo.

Pero el mismo semen, en distinta tierra, produce seres diferenciados.
Si en otro tiempo se creía que “todo” el hijo era producto y efecto “sólo” del semen del varón, fue muy tarde cuando se descubriera el otro componente del nuevo ser, el óvulo femenino.

Cuando se representa a Cupido, con una venda en los ojos, y con el arco y la flecha dispuesta a ser disparada, da igual que la diana sea una u otra mujer, a fin de cuentas, lo que cuenta es el semen del varón.

La infidelidad, pues, teóricamente, sería más común entre los varones que entre las mujeres, pero cuando sólo se procura el placer no tiene por qué ser así, aunque no sea el estado de preñez avanzada un aliciente para la atracción de un varón.

En realidad, a la naturaleza, a la especie, a la vida, sólo les interesa la cantidad de nuevas creaturas más que la calidad o cualidades de ellas, pero los sentidos, el corazón y la cabeza realizan una opción por la mejores cualidades de la otra persona, seleccionan para que el nuevo ser salga favorecido,

“Todo enamoramiento, por etéreo que parezca ser, sumerge todas sus raíces en el instinto sexual”.

Éste es la fuerza que empuja a la naturaleza viva, también a la especie humana, aunque a personas sensibles les parezca demasiado rudo y se disfrace de ilusión para satisfacer la vanidad de creer que podemos controlar nuestras vidas como nos dé la real gana.

El amor se mueve hacia la salud, la fuerza y la belleza (Platón) y es en la juventud donde encuentra su máxima expresión.

Los viejos, ya, tenemos mermadas todas ellas.

Los matrimonios por amor se conciertan en interés de la especie, aunque los individuos crean que lo hacen por su propio interés (lo que es cierto a corto, pero no a medio ni a largo plazo).

“Si tú pones y le das ésta, y ésta y ésta,…..perfección y yo le doy ésta, y ésta y ésta… perfección, nuestro hijo recibirá de nosotros éstas y no otras cualidades. Todo esto podemos dárselo juntos, es por eso por lo que yo te ama más que ninguna otra mujer y tú me amas más que a ningún otro varón, por lo que nos amamos….”

Si el predominio del cerebro, en el varón, es el que explica que su instinto sea inferior al de los animales, es el desarrollo del sistema ganglionar, en las mujeres, el que determina que el apetito sexual les afecte más que a los varones, y a las hembras más que a los machos del reino animal.

Una vez satisfecho el deseo sexual parece que el amor disminuye en el varón-macho, mientras aumenta en las mujeres-hembras.

El adulterio, pues, sería menos perdonable en la mujer, que desea la fidelidad, que en el varón, para el que el matrimonio es más artificial, menos natural.

Sólo considerando que la sexualidad tiene como objetivo la perpetuación de la especie, la homosexualidad es el truco de la especie para que se entretengan, practicándola, los demasiado viejos, los demasiado jóvenes, los demasiado anómalos.
Es, la homosexualidad, un derivativo sexual que no interviene en los fines de la especie.

Es su excesiva cerebralización del varón la que puede desviar la sexualidad de su uso específico, sólo gozando, no engendrando.

Es la edad, en primer lugar, la que hace a la mujer atractiva.
Incluso sin belleza, la juventud siempre tiene atractivo, mientras la belleza sin juventud no lo tiene.
Y es la salud, en segundo lugar, la ausencia de defectos, lo que hace que el varón se acerque a la mujer, porque una mujer deforme (jorobada, coja, demasiado gorda o demasiado delgada, desproporcionada,…) aleja al varón.

Los pechos bien redondos siempre fascinan porque, en el fondo, son el seguro del alimento de los posibles futuros hijos.
La nariz, la boca,…

Sin embargo, en el varón, tienen más importancia que la belleza, la valentía, la fuerza, la firmeza, la decisión, el arrojo….
Y no tanto las cualidades intelectuales, porque éstas no se transmiten a los hijos.

¿Nos atraen más las personas similares a nosotros o las que nada tienen que ver con nuestra forma de ser? ¿La semejanza o la complementariedad?

Schopenhauer apuesta por la segunda opción por aquello de que “cada cual ama precisamente lo que le falta… se busca, pues, neutralizarse”.
Es por eso que el varón más viril buscará a una mujer más femenina, y viceversa.
Esa parte proporcional que les falta es lo que se calcula y se encuentra en toda pasión amorosa.

Pero la especie, en cuestiones amorosas, siempre está por encima y juega con los individuos a todos los juegos con tal que …

¿Casarse, pues, por amor o por conveniencia?

“Una joven soltera que, a pesar de los consejos paternos, rehúsa la mano de un hombre rico y joven aún, y rechaza todas las consideraciones de conveniencia, para elegir a su gusto, hace, en aras de la especie, el sacrificio de su felicidad individual”

La especie por encima de los individuos; y la pasión amorosa no es sino una expresión más de la “voluntad de vivir”, que es la “voluntad de poder”, el núcleo de su filosofía.

El amor es la gran rebelión contra la muerte en forma de arrumacos y zalamerías.

Bien pensado si el objetivo de la especie es seguir siendo, a costa de los individuos, ese mismo es el objetivo de la Iglesia.

Follar sin estar casados por la Iglesia siempre es pecado pero si la mujer queda preñada también es pecado, además de delito, matar a esa creatura hija del pecado.

Si están casados, el objetivo de hacer el amor (ya sin ser pecado) es “traer al mundo tantos hijos como Dios les dé” y todos sabemos que de cada acto sexual puede ser engendrado un niño.

El objetivo de la Iglesia es la especie, es incrementar el mayor número de adoradores de Dios y de creyentes, fieles y feligreses de la Iglesia.

Lo importante es la cantidad y, para ello, será pecado todo método anticonceptivo que imposibilite o entorpezca la fecundación.

Que uno se pregunta por qué el clero hace (y se supone que practica) el voto de castidad cuando también ellos podían cooperar a que se incrementase el número de adoradores de su Dios.


Es como un acto de hipocresía: nosotros nos abstenemos de tener coitos pero vosotros os jodéis y cargáis con las consecuencias de hacer el amor.

SCHOPENHAUER: EL AMOR Y LAS MUJERES ( 3)


Nunca estaría seguro de quien era el padre del niño que nació, porque el carácter alocado de ella hacia que tuviera relación con varios amantes a la vez.
Incluso en su testamento Schopenhauer excluye expresamente a ese hijo de Caroline, la madre.

“La primerísima aparición de un nuevo ser (refiriéndose, sobre todo a su hijo) se produce realmente en el momento en que sus padres empiezan a amarse, a desearse…en el encuentro de las miradas amorosas se forma ya, en realidad, el nuevo individuo…que cobrará realidad exterior con la mayor violencia…es la exteriorización de la pasión que sienten los futuros padres, el uno por el otro”.

Ese desprecio por el sexo femenino se vio incrementado por el fallo judicial y tener que pagar una multa a su vecina, que se había caído por ver el encuentro, en la visita de la corista con el filósofo.
Y como la vecina volvió a ganar otro juicio (y el filósofo a pagar otra nueva multa mientras su vecina estuviera viva) por aducir que, debido a la caída, se le había paralizado la mitad superior de su cuerpo, así que el desprecio, el ensañamiento, el odio al sexo femenino seguía en aumento.

“El hombre es instinto sexual hecho cuerpo; su nacimiento es un acto de copulación, el deseo de sus deseos es un acto de copulación y sólo ese instinto liga y perpetúa el conjunto de los fenómenos”.
Es lo que, en otros lugares, he definido como la trampa de la naturaleza para copular, “el orgasmo como cebo, como estrategia de la especie”.
El individuo busca el intenso placer del orgasmo y así, aun sin saberlo, sólo sirve para perpetuar la especie”.

El individuo es el medio del que se vale y se aprovecha la especie.

Y me viene a la mente “El Profeta”, de Khalil Gibran, el poeta libanés educado en Inglaterra pero con una honda vivencia cultual del pasado árabe y del pensamiento oriental, en esta obra, la más leída y mejor considerada.
En su capítulo III, sobre “Los Niños”, así lo cuenta:

“Y una mujer, que apretaba un niño contra su seno dijo: “háblanos de los niños”.
Y él respondió:
“Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las jijas de la vida, deseosa de perpetuarse.
Vienen a través vuestro, pero no desde vosotros. Y, aunque estén con vosotros, no os pertenecen,…
…Porque la vida no retrocede ni se distrae con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son lanzados hacia delante”…

Y en el capítulo I, sobre El Amor, dice: “Cuando améis… pensado que no podéis dirigir el curso del amor porque, si os halla dignos, él dirigirá vuestro rumbo. El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.”

El amor –afirma Schopenhauer- es el más fecundo de los asuntos para la poesía lírica y para la épica, así como para la novela amorosa.
Es el amor una pasión tan fuerte que, hasta sin vacilar, arriesga la vida para satisfacer su deseo, hasta morir, hasta matar, hasta enloquecer.

No puede dudarse de la realidad del amor ni de su importancia pero, para él, ni el tratamiento que del amor hace Platón (El Banquete y el Fedro) como mito, fábula, ingenio,…ni el falso e insuficiente tratamiento que hace Rousseau en el “Discurso sobre la Desigualdad”, o el falso y superficial tratamiento que de él hace Kant en su “Antropología”.

Todo procede del instinto natural de los sexos. Así es como lo vio Aristóteles: “…por haber mantenencia….y por haber juntamiento con hembra placentera”: el amor a la vida, a la supervivencia, a la existencia, a no querer morir,….y a “follar” (¡perdón!) a copular, a hacer el amor, a practicar sexo buscando el orgasmo, el culmen del placer.
He ahí los dos grandes deseos del hombre.

Toda pasión amorosa tiene un objetivo inmediato y manifiesto, el placer sexual, pero, sabiéndolo o sin saberlo, un objetivo mediato y latente, la perpetuación de la especie.
Es ésta, la especie, que quiere perpetuarse, la que maneja a los individuos, tratándolos como medios subordinados a ella y poniéndoles como cebo atractivo el orgasmo placentero.

¿Alguien se imagina que en la relación amorosa, en la cópula sexual, en vez del premio del placer orgásmico el resultado fuera un intenso y continuo dolor?

La naturaleza necesita esa estratagema para lograr su objetivo, procrear, metiéndoles el caramelo en la boca a los individuos.
Éstos creen actuar libre y voluntariamente pero es la especie, la naturaleza, la que mueve y maneja los hilos de su comportamiento.

Ha sido su cerebro el que ha sabido desunir ambos objetivos a través del amor, orgasmo y procreación, buscando y consiguiendo sólo el primero con dinero de por medio, sin amor pero con placer, los “amores venales”.

Es la estratagema de la especie la que, además del caramelo orgásmico, le ofrece el pastel de seguir viviendo, en los hijos, tras su muerte, a través de los genes.
Los genes propios sobreviven, en una constante continuidad en el tiempo, por lo que el individuo nunca se muere y desaparece del todo.
No sólo, pues, vivir y “follar”, también sobrevivir en los hijos tras practicar el amor.
“Mi hijo soy yo, aunque transformado”.
Así sigue funcionando la estratagema de la especie.

Los motivos egoístas, aunque muchas veces aparezcan disfrazados, son los que rigen la vida del individuo.

Este individuo, que se cree libre en su actuar, es, sin saberlo, un esclavo de la naturaleza, un pelele al servicio de los intereses de la especie.

Igualmente el cebo para la elección de la persona con la que procrear.
La salud de la otra persona, la belleza, la juventud, la proporcionalidad de sus miembros, el tipo, el donaire, el contoneo, la insinuación, el vestir, el andar, el habla, los labios, los dientes, el pelo, … y la valentía, la corpulencia, el cuerpo atlético, el atractivo, …de lo contrario no se da el feeling y no se producirá el acercamiento (la persona enferma o deforme, fea, vieja, gangosa, patizamba, …espanta a cualquier candidato)

Ese ardor con el que se busca el placer y ese desencanto tras haberse bajado de la meseta orgásmica.
La especie, la naturaleza, la vida,…ya ha cumplido con su objetivo.

El amor, pues, ese sentimiento apasionado, tiene por fundamento un instinto que va dirigido a la reproducción de la especie.

Ese instinto sexual, reproductivo, sigue vigente en el varón, tras haber quedado preñada la mujer, y puede seguir copulando con otras mujeres no preñadas, mientas éstas, tras la preñez, no podrán seguir reproduciendo hijos hasta que su vientre quede liberado del ser que lleva dentro, pero a lo que no renuncia es al placer del orgasmo y sabiendo que éste ya sólo tiene como fin el placer y no la creación de un nuevo ser.


Los sentidos, el corazón, la cabeza,… todos cooperan a ese acercamiento o alejamiento.