No es un paseo necrófilo entre las tumbas de los grandes
filósofos a los largo de la Historia, con su correspondiente eslogan: Aquí
Sócrates con su “conócete a ti mismo” y “sólo sé que no sé nada”. Éste es
Platón, el de “mientras los gobernantes no sean filósofos y no sean los
filósofos los que gobiernen, la polis “no tiene solución” y el de la República,
la primera gran Utopía racional. Aquí está Aristóteles, el de “la virtud está
en medio de dos extremos igualmente viciosos, uno por exceso y el otro por
defecto” y el de la Metafísica, sin olvidar la paternidad de la Lógica. El gran
Epicuro, al que los epicúreos lascivos y sensuales le han restado tanta gloria,
el de los “deseos naturales y necesarios (pan y agua para calmar el hambre y la
sed), deseos naturales pero no necesarios (los langostinos de Sanlúcar, las
gambas de Huelva, los boquerones malagueños) y deseos ni naturales ni
necesarios (la droga, el alcohol,….).
Aquí San Agustín, uno de los más sinvergüenzas de la
historia, en su primera etapa, y uno de los santos más grandes tras conocer a
San Ambrosio y bautizarse, el de “noli foras ire, redde te ipsum, in interiori
homine habitat veritas et, post, trascende te ipssum”, el de “Nostra vera
philosophia est nostra vera religio”, el de “haz, Señor, que busque para
encontrar y encuentre, para seguir buscando”, el de Las Confesiones y el De
civitate Dei.
Y Santo Tomás, el de la armonía fe-razón y las varias vías
sobre la existencia y la esencia divina…. y el rompedor con la Edad Media, Guillermo
de Ockham, “lo que se sabe no se cree, y lo que se cree no se sabe”…. El Moderno, dubitativo y subjetivista Descartes….
y el agnóstico y empirista Hume…. y el inmenso y sintético Kant….y el Idealista
Dialéctico Hegel….el Materialista y Dialéctico Marx….el Superhombre y notario
de la muerte de Dios Nietzsche….
No es un paseo turístico por el cementerio de la historia,
sino porque, siendo hombres de su tiempo, propusieron un “ideal de hombre” con
pretensiones de Universalidad y Temporalidad, superando el “statu quo” en que
se encontraban.
Lo que leo ahora (salvo raras excepciones) es más
radiografías de la enfermedad que padece el hombre y diagnóstico del barranco
hacia el que caminamos, aceleradamente, que propuestas de vida saludable, con
tratamiento terapéutico, que marque la dirección a seguir y la meta a
conquistar, el Nuevo Ideal de Hombre.
Entre deconstruccionistas, analistas (del lenguaje, de la
ciencia, de la existencia,…) y post- de todos los –ismos habidos y por haber,…
aquí nos encontramos. Ocupados y entretenidos.
Nunca consideré, ni sigo considerándola, a la Filosofía como
una ciencia. Porque si ésta se mueve en al ámbito de la verificación y
falsación, la filosofía es ajena a ese ámbito.
La filosofía sólo trata e intenta convencer (no vencer con
argumentos ni pruebas) persuadir, atraer,… hacia una meta ideal, merecedora de
ponerse en práctica.
Un ideal atractivo y atrayente, que debe ser veraz, digno de
ser pretendido, pero nunca verificable.
Pero con la Filosofía ocurre como con el Enamoramiento, como
paso previo al amar y al querer (véase en este mismo blog “enamorarse, amar,
querer”), para poder seducir no puede usarse de un lenguaje seco, árido, de
indiferencia, sino usar un lenguaje que guste, que impacte. Sólo así, desde la
forma atractiva de presentación, desde un lenguaje seductor, mucha gente podrá
acceder al fondo, al contenido filosófico, al proyecto de hombre, de sociedad,
de conducta,….
Un proyecto atractivo y con pretensión de validez para todos
los hombres, de todos los tiempos, de todas las culturas, razas, religiones,
ideologías,….
Un proyecto de hombre por encima de todos los hombres
concretos, de un tiempo y un lugar. Algo así como un paraíso posible, aquí en
la tierra y con prospecto indicativo de la senda a seguir.
Cómo “es” el hombre, cómo es la sociedad y el comportamiento
humano,….es propio de las ciencias, descriptivas, nada que ver con el ámbito
del “deber ser” nomotético, de la filosofía.
Si interpretamos bien el tiempo en que vivimos parece
existir el convencimiento de que el “ideal democrático” y el “hombre ciudadano”
son el no va más de las aspiraciones a conseguir. Como si ambos proyectos no
fuesen sólo “medios para” y no “fines en que” reposar y descansar.
Me da la impresión que el occidente, democrático, al
intentar implantar su forma de gobernarse en todos los demás países del globo,
es como el END de la película, en que el coche, con la pareja, recién casada,
se aleja y se pierde en el horizonte, indicativo de que ya han ingresado en el
reino de la felicidad.
Cuando, en realidad de verdad, los problemas entre la pareja
y la familia, comienzan ahora.
¿Y ahora, qué?, ¿Cuando sean veinticuatro horas diarias de
convivencia, siete días a la semana,…y esos defectos no detectados durante la
etapa de conocimiento hagan su aparición…y se digan, mutuamente, “yo no me casé
con una mujer/un hombre como tú”, porque “yo creí que… yo pensé que….?”
La pareja, oficial, es como la democracia recién estrenada.
¿Y ahora qué?
¿Se acabaron los insultos?, ¿terminó la corrupción?, ¿se
gobierna para el todo social, buscando el bien común, o algunos grupos pasan la
factura en la ayuda prestada en el proceso democrático de elecciones? ¿Es la
mayoría saliente aval de la calidad deseada o es un rodillo legislativo?, ¿se acabó
el abuso de los más fuertes sobre la mayoría, débil?, ¿gobiernan los mejores? ,
¿Es más feliz la sociedad? ¿Hay menos y menores problemas?, ¿hay más trabajo?,
¿se respira una mayor moralidad y ética, tanto gubernamental como ciudadana?
¿Ya se acabaron los problemas con la meta de la democracia
conquistada y conseguida o empiezan otros, muy distintos y no menores
problemas?
La libre expresión (!bienvenida sea¡) hará que gastemos
tantas o más fuerzas en criticar los desajustes y en intentar evitar los
desaguisados que en proponer mejores modelos a seguir. Luchar contra el NO es
necesario, pero no suficiente, para proponer y caminar hacia el SÍ.
Detenerse ante el precipicio, pero hay que cambiar de rumbo.
Sin embargo, en el estado democrático, donde lo ideal sería
la presencia de lo bueno, también se facilita la presencia de lo malo. Y la
incultura reina a sus anchas. Los programas basuras atraen a más moscas de las
deseadas.
Ver a Falete tirarse a la piscina, desde un trampolín, o un
partido de fútbol mueven más personas que un ciclo de conferencias, que un
recital poético, que una presentación de un libro.
A veces expurgamos de la Historia las meras historietas, las
simples anécdotas, en vez de sacar las consecuencias, sus enseñanzas,
descuidando nuestro futuro desde nuestro presente.
!Ay, si pudieran unirse, en una sola persona, todo un fondo
filosófico con una forma literaria y/o poética¡
Tendría, la filosofía, esperanza de futuro.
Pero la filosofía (salvo raras y bienvenidas excepciones)
viene envuelta (y así se nos presenta) en una jerga lingüística sólo accesible
a expertos y a especialistas.
Desaparecida la esclavitud real (aunque, aún, no totalmente)
se ha instalado, entre nosotros, otras esclavitudes y servidumbres humanas de
dioses de pacotilla.
La religión, como droga del pueblo, ha dejado paso al
deporte como droga colectiva de las masas. Nadie parece ajeno a la inscripción
en uno de los dos bandos mayoritarios, enfrentados, pero igual de drogados,
donde la razón y los argumentos brillan por su ausencia.
¿No fue una democracia la que puso en el poder al padre de
los campos de exterminio?
¿No asistimos al espectáculo diario de que quienes más
protestan contra lo pobreza son los que lo hacen desde la riqueza,
encontrándose, en ella, cómodamente asentados, “predicando sin el ejemplo” cual
cura mundano?
Ahora al Occidente, el de la razón, la ciencia y la
tecnología, le está dando por añorar al Oriente, el de la meditación, con sus
libros de autoayuda copando todos los estantes de las librerías.
Las “fuerzas positivas” aparecen como la solución a todos
nuestros problemas y los limpiadores de almas, los echadores de cartas y
videntes varios, atentos al teléfono, costoso, han sustituido tanto a los Reyes
Magos como a las visitas a las iglesias.
Por si todo ello fuera poco, en nuestras sociedades
democráticas, asientos de la ciencia y la tecnología, más ricas y con un alto
nivel de vida, aun siendo pobres en materias primas, se han convertido (y así
siguen avanzando) en lugares deseados e invadidos por colectivos varios, con
sus creencias, su moral, sus modelos familiares, su concepción de la vida y de
la mujer,… creando un multiculturalismo, variopinto y multicolor, donde el
collage ha sustituido al cuadro de figura y fondo definidos.
Y digo “multiculturalismo”, ni siquiera “interculturalismo”,
cuanto menos “supraculturalismo”.
Un Occidente como escenario en el que se practican y se
pelean por imponerse distintos ideales de hombre, procedentes de religiones,
culturas, formas de familia, ideologías,… donde sólo la coexistencia apenas se
mantiene, cuanto menos la convivencia, con reparto de espacios y creaciones de
guetos.
Las democracias, desde dentro, están desarrollando un virus
disgregador, amparándose en un discutido concepto de tolerancia.
!Como si la tolerancia consistiera en tolerar hasta lo
intolerable¡
(No confundir “tolerancia” con “respeto” (véase ello en este
mismo blog)
Si sólo el ideal promueve el progreso moral colectivo y en
nuestras sociedades están incubándose y desarrollándose diversos y distintos
tipos de ideales, ¿qué podemos hacer?
La desorientación reina entre nosotros.
Y nos encontramos desarmados.
Porque, además, hemos caído en la cuenta de que al lado de
la razón está la necesidad del mito, para la vida.
“Una cosa es la verdad y otra distinta es cómo es posible
vivir con la verdad, cuando ha sido la verdad científico-tecnológica la que nos
ha llevado al desastre, a la catástrofe. de las dos guerras mundiales”
Si para fines cognitivos tenemos el conocimiento, éste no nos
basta para la vida. Para los fines vitales también están las enseñanzas de la
historia y los mitos que la sostienen, para hacérnosla llevadera.
Si los conocimientos tienen que ver con la verdad y con el
error, no tienen por qué estarlo con la dicha y la desdicha.
¿Acaso sólo tiene sentido el mundo empírico?, Y ¿acaso el
mundo empírico agota el mundo de la razón? Y ¿acaso el mundo de la razón agota
el mundo de la vida?
¿Podemos demostrar, con la razón, que “todos los hombres
somos iguales” o esto es sólo una “creencia”?.
No es un problema en el que nos encontramos.
Estamos instalados en el misterio.