“EL DIOS SIN ROSTRO”. EL
PANTEÍSMO EN EL PENSAMIENTO DEL SIGLO XX.
Es el título del libre de
Juan Arana.
En la historia del
pensamiento humano el panteísmo es una manera de entender las relaciones entre
Dios y el mundo.
Comenzó desde los primeros
tiempos y ha ido reapareciendo a lo largo de los siglos en diferentes
pensadores, tanto antiguos como modernos.
¿Qué decir de Spinoza, el
gran panteísta moderno y su senntencia: “Deus, sive natura, sive substantia”?
Pero en el siglo XX son
varios los pensadores, no filósofos, que también se declararon panteístas:
Albert Einstein, Josge Luis Morges, Erwin Schrödinger y Octavio Paz.
Grandes pensadores con una
visión del mucho muy distinta a la que nos ha inculcado, durante tantos siglos
y tantos años la Religión Católica ,
Apostólica y Romana.
EL CAOS.
El mismo nombre, en sí,
parece una paradoja porque el caos,
según la concepción más general, es, precisamente, la “ausencia de orden” (lo
contrario de “cosmos” = “orden”.
¿Y cómo va a imponerse un
orden teórico y disciplinado a lo esencialmente desordenado?
Pero ya es tarde para cambiar
el término.
La dinámica del caos ha sido
proclamada la tercera gran revolución científica del siglo XX, comparable a la Teoría de la Relatividad y a la Teoría de la Mecánica Cuántica.
El caos debe entenderse como
una teoría sobre ciertos modelos matemáticos y sus aplicaciones.
LOS HIJOS DE HEIDEGGER.
Martín Heidegger atrajo a los
jóvenes intelectos más brillantes de Alemania en la década de 1.920.
Muchos de ellos eran judíos
que, al final, tendrían que conciliar sus compromisos filosóficos y, a menudo,
personales con Heidegger y con las opiniones políticas de éste.
La afiliación de Heidegger al
nacional-socialismo, en efecto, frustró la carrera de los estudiantes judíos y
obstaculizó la carrera de otros profesores no suficientemente radicales.
Cuatro de los alumnos judíos
de Heidegger más destacados asumieron la relación de su maestro con los nazis y
cómo afectó esta relación a su pensamiento.
¡Por qué no repararon en lo
que había en el corazón de Heidegger y en el futuro que se cernía sobre
Alemania?
¿Cómo valoraron después de la
guerra las tradiciones intelectuales alemanas?
¿Qué pudieron salvar del
pensamiento de Heidegger.?
Estamos refiriéndonos a Hanna
ARENDT, A Karl LÖWITH, a Hans JONAS y a
Herbert MARCUSE.
CUATRO FILÓSOFAS JUDÍAS.
Todas ellas víctimas de la
tiranía nacionalsocialista: Rosa LUXEMBURGO, Simone WEIL, Edith STEIN y Hanna
HARENDT.
Ellas renuevan la
autocomprensión de la antigüedad griega cuando, con Sócrates y los Sofistas,
filosofar era una actividad pública que redundaba en el bien común, pero que
también favorecía la conducción personal de cada vida individual.
Sin embargo, no sólo la
filosofía política (Rosa LUXEMBURGO y Hanna HARENDT), sino también la filosofía
de la religión (Simone WEIL), la fenomenología de Husserl y las doctrinas
filosóficas y teológicas de Tomás de Aquino y San Juan de la Cruz (Edith STEIN) están
encerradas en el pensamiento de estas mujeres.
LOS VALORES DE OCCIDENTE.
De Octavi FULLAT, un filósofo
que me impresionó cuando en la enseñanza en España en los años 70 era la
escolástica pura y dura y sacó un libro de texto que nada tenía que ver con la
enseñanza oficial y al que, inmediatamente, me apunté.
La obra es una construcción
híbrida y diacrónica, porque la cultura occidental está vertebrada,
fundamentalmente, por las dos tradiciones grecolatina y judeocristiana y por la
modernidad, cuyo centro de gravedad es la Ilustración.
Es como decir que los
occidentales somos hijos de Sócrates, de Pablo de Tarso y de Kant.
Nuestra identidad ha ido
configurándose, paulatinamente y a lo largo de milenios y ha ido sedimentándose
en estratos de diferente contextura y densidad.
La aglutinación de tales esferas
culturales no ha sido fácil ni armónica, sino que ha dado lugar a tensiones
axiológicas y a enfrentamientos seculares.
Y hemos seguido en ese
camino, aunque ya menos, pero las altas esferas, sobre todo religiosas ahí
están.
El libro es una memoria
axiológica cuyos valores siguen, explícita o implícitamente, latentes en la
manera de ser pues no debemos olvidar que, excepto los más jóvenes, los que ya
peinamos canas a cierta edad nos sentimos reflejados en los sermones de los
curas y en la enseñanza de la filosofía escolástica y la moral cristiana.