martes, 31 de marzo de 2020

PENSAMIENTO DE POSTMODERNIDAD (y B) POSTMODERNIDAD Y NEOLIBERALISMO.



Los postmodernos defienden la pluralidad, los puntos de vista distintos sobre la realidad, el relativismo, la diversidad,…verán las posibilidades de emancipación del ser humano en el relativo caos que caracteriza a la sociedad postmoderna; una sociedad mucho más compleja y cuya complejidad está determinada en gran parte por el papel que ejercen en ella los mass media y la revolución tecnológica.

En cuanto a justicia y libertad, los postmodernos no aportan mucho, particularmente porque la exacerbación del individualismo privatista, el consumo, el hedonismo y el placer desbordados, en un ambiente postmoderno, dejan pocas posibilidades para las apuestas colectivas y para la política.
Porque como señala Lechner, como consecuencia de su rechazo a las nociones de totalidad y progreso, la postmodernidad no se preocupa de la institucionalización de lo colectivo.
Y el desencanto postmoderno suele expresarse como una pérdida de fe en el Estado.
El Estado es percibido, más que todo, como un aparato de dominación, siempre sospechoso de buscar un control totalitario.

En su rechazo a la posición estatista, la cultura postmoderna suele descartar la cuestión misma del Estado.

Finalmente, baste agregar que el discurso postmoderno denuncia el progreso futuro como una ilusión y consagra el presente como un imperativo.

“Vivir aquí y ahora” bien puede ser la consigna postmoderna, pero lo importante es cómo se viva ese aquí y ahora.

Si es una vida entregada al consumo desenfrenado y al placer sin límites que lleva, por qué no, al repliegue del individuo y su indiferencia para con el medio y la realidad inmediata que habita, o un aquí y ahora sin más límites que los que impone el respeto por la libertad del otro y una responsabilidad ética personal y social con el entorno, porque de lo contrario, esas vivencias en plenitud se tornarían, como de hecho hemos visto que está ocurriendo, en una inevitable pérdida de sentido.

Existe una relación entre la posición postmodernista que hace del caos y de la fragmentación el estado normal de la sociedad, y la ceguera del mercado libre.

Y es que el neoliberalismo, como proyecto de sociedad, denuncia y arremete contra las utopías y los totalitarismos que representaba el socialismo.

El pensamiento neoliberal no podía encontrar mejor teoría afín que un pensamiento postmoderno, pues al igual que él rechaza no sólo las grandes promesas sino también la perspectiva de un proyecto de emancipación, y la idea de una historia que puede ser asumida conscientemente por los seres humanos.

Por otra parte, el postmodernismo, al difundir un tipo especial de pesimismo político, abona también el camino para que las ideas neoliberales que critican al Estado, la política y el sector público, calen en los discursos de políticos, académicos y empresarios.

Porque el postmodernismo no va a decir nada de los horrores del sistema capitalista y de la economía de mercado; para ellos, ésta sólo se podrá juzgar desde los beneficios que el capitalismo tardío produce para una minoría, pero no desde las grandes mayorías que sufren los costos.

Ahora es posible señalar que si la postmodernidad es el mundo de los simulacros, de las imágenes y de los significantes que han dejado de tener un contenido o significado real, este mundo es el que mejor le va a un proyecto económico como el derivado del pensamiento neoliberal, en el cual el mercado pretende erigirse como institución social, o mejor como constructor de sociedad.

Y si es el mercado el que construye el orden social, ¿qué papel le queda al sujeto en este proyecto? Y en especial, ¿a los seres humanos pobres que no están en condiciones de participar en él?

En el filo de una modernidad tardía y radical, nos encontramos pues con un movimiento expansivo que pretende abarcarlo todo.
Un proyecto de modernización neoliberal que va en contra del ideario moderno de libertad, igualdad (justicia) y fraternidad (solidaridad).

Como se pudo ver, hay muchas señas de identidad y rasgos comunes entre uno y otro discurso que nos pueden llevar a afirmar su parentesco, e incluso a confirmar que el postmodernismo se ha transformado en la lógica filosófica del neoliberalismo, así como el neoliberalismo se ha convertido en la lógica económica de la modernidad tardía.

Se concluye que la Sociedad Postmoderna es solo el modo de vida del imperio para sus acólitos, pero nunca para los luchadores por la justicia, la igualdad y la emancipación de los pueblos. 

PENSAMIENTO DE "POSTMODERNIDAD" (A)


PENSAMIENTOS DE POSTMODERNIDAD

Lyotard define la condición postmoderna como escepticismo, incredulidad, frente a todos los metarrelatos.

Metarrelatos son las verdades supuestamente universales, últimas o absolutas, empleadas para legitimar proyectos políticos o científicos

El rechazo a la totalidad y a los “grandes relatos”, el culto al fragmento y a la diferencia, los usos del desorden, la ironía, el relativismo, la actitud lúdica, el desánimo, son rasgos de esta sensibilidad postmoderna.

¿A qué se debe la existencia y difusión de esta situación?

Para algunos, el postmodernismo se corresponde con la existencia de una nueva época, la postmodernidad, por la que entienden a un período histórico distinto a la modernidad en el sentido de que los nuevos tiempos se sustraen a la lógica de desarrollo que imperaba en aquella época.

Se multiplican las relaciones e intercambios.
Crece prodigiosamente la información y la oferta consumista.
El yo es bombardeado e invadido por la propaganda, hasta sucumbir en un estado de saturación.

La “modernidad” es entendida como la época histórica que se abre con el desarrollo del modo de producción capitalista y que tiene como su acta de nacimiento a la Ilustración y a la Revolución Industrial.
La lógica de la explotación capitalista impone el carácter dual de la modernidad: por un lado impone la racionalización y por el otro provoca el desarrollo de la subjetividad.

En el plano ideológico y cultural, la postmodernidad se origina en el momento en que se manifiesta una crisis como una pérdida de credibilidad en las ideas o metarrelatos de la modernidad, o como un desencanto con ésta, que para algunos es la muestra de que estamos frente a una nueva época.

Sin embargo Giddens, entre otros, no cree lo mismo.
Ya que si bien hay un espíritu distinto, se respira en el ambiente algo nuevo y estamos frente a muchas cosas nuevas, esto es parte de la radicalización de la modernidad, que se da, justamente, por el dinamismo que la caracteriza.

“En vez de estar entrando en un período de postmodernidad, nos estamos trasladando a uno en que las consecuencias de la modernidad se están radicalizando y universalizando como nunca.
Afirmaré que más allá de la modernidad, podemos percibir los contornos de un orden nuevo y diferente que es “postmoderno”; pero esto es muy distinto de lo que en este momento algunos han dado en llamar “postmodernidad”.

La Postmodernidad nunca ha podido definirse por lo que es sino por lo que no es, o mejor dicho por lo que ha dejado de ser.
Por ello es por lo que Giddens prefiere adoptar una denominación alternativa, no para diferenciarse desde el mero aspecto gramatical sino para establecer una distinción conceptual.
Llama a la postmodernidad “Modernidad Radicalizada”, como posibles transformaciones que van “más allá” de las instituciones de la modernidad pero que no por ello modifican la naturaleza fuertemente competitiva y expansiva de la empresa capitalista, que estimula el desarrollo tecnológico, en que la esfera económica no solo se distancia de la esfera política sino que influye considerablemente sobre ella y también en una dimensión institucional: el control de los medios de la violencia, herramienta de los Estados Nacionales e incluso de las dictaduras.

Otro punto importante es el carácter globalizador del capitalismo que ya se observa en el período del imperialismo de fines del siglo XIX hasta mediados del XX.

Es evidente que, como argumenta Giddens, no vivimos el fin de la modernidad, sino la agudización de sus características y contradicciones.

Es interesante apuntar que el máximo difusor del concepto de postmodernidad, el francés J. F. Lyotard, ha destacado siempre que entiende la postmodernidad no como una época histórica posterior y diferente a la modernidad, sino como un fenómeno cultural dentro de la modernidad.

Sin embargo las teorías de la postmodernidad rechazan a la modernidad (y en ocasiones proclaman su fin) debido al fracaso de su proyecto de liberación de la humanidad mediante el alcance de la autonomía racional.

El concepto de “sujeto”, punto central de ese proyecto, es también vértice en el que concentran sus ataques.
Las ideologías de la modernización cifraron en el despliegue de la capacidad cognoscitiva y productiva del sujeto la garantía del advenimiento de una sociedad mejor.
Pero ocurrió todo lo contrario: el desarrollo de la ciencia y la técnica no trajeron la felicidad, sino la destrucción y la alienación del individuo.

Como afirma Zygmunt Bauman, ... la condición postmoderna puede ser descrita, de una parte, como una modernidad emancipada de la falsa conciencia, y de la otra, como una nueva clase de condición social marcada por la institucionalización de los rasgos que la modernidad - en sus diseños y prácticas directivas - ha tratado de eliminar y, al no poder lograrlo, ha pretendido ocultar. 

Ven en la desintegración de todas las formas hasta ahora existentes de cohesión (familia, patria, identidad étnica, etc.) la posibilidad de un despliegue de las peculiaridades individuales, que han sido reprimidas por aquellas formas tradicionales de identidad.

Ven en la destrucción de los lazos sociales humanos hasta ahora existentes, la posibilidad de expansión de la libertad del individuo.
Por lo tanto podemos concluir que las características que suelen atribuirse al postmodernismo no son más que las que constituyen a la Modernidad.

lunes, 30 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD: COLLAGE (8) LYOTARD Y EL METARRELATO MARXISTA..



Jean-François Lyotard se propone la deslegitimación del marxismo como ciencia y como programa de emancipación y ubicándolo como uno de los “Grandes Relatos” o “Metarrelatos” de la modernidad.

En este caso el último relato de salvación que acaba de morir y que nadie quiere sustituirlo.
El balance lo realiza sobre el resultado de las experiencias de los llamados “socialismos reales" y como perspectiva de la humanidad nos plantea el discurso de la diferencia, la no apelación a transformación alguna.

Lyotard reniega del marxismo

El marxismo, según Lyotard, ha oscilado entre los dos modos de legitimación por los metarrelatos.

Es decir, entre el modo que tiene como sujeto a la humanidad o al pueblo y aquel que tiene como sujeto al espíritu absoluto de la especulación.

”El Partido puede ocupar el lugar de la Universidad, el proletariado el del pueblo o la humanidad, el materialismo dialéctico el del idealismo especulativo, etc."

De la segunda forma resulta el stalinismo y su relación con las ciencias como un apéndice del ”metarrelato de la marcha hacia el socialismo.

Del primer modo del metarrelato, planteado como que  “el socialismo no es más que la constitución del sujeto autónomo" y que se trata de proporcionar “al sujeto empírico (el proletariado) los medios para su emancipación con respecto a la alienación y a la representación”, participó la escuela de Frankfurt (Adorno, Horkheimer, Marcuse, Benjamín).

Y aunque en este punto no lo menciona expresamente, en otras partes también Lyotard ubica la lucha del grupo “Socialismo o Barbarie” en esta versión.

Para Lyotard no es lo mismo marxismo y comunismo.

La caída del Muro de Berlín es el signo más elocuente de que el comunismo stalinista “totalitario” no pasó la prueba de la historia.
Las masas movilizadas irrumpieron en la escena, derribaron a la burocracia, rompieron los muros y pusieron fin a todo el sistema.

Nadie estuvo para la defensa del antiguo régimen totalitario, todos abrazaron la nueva bandera, tras la ilusión del capitalismo liberal.
El sistema soviético era, no sólo, opresor y totalitario, sino que había abrumado a su población con penurias económicas, escasez, desigualdad, corrupción,...

Tanto es así que las masas terminaron por desear, aparentemente, aquello contra lo cual siempre les enseñaron a luchar: el capitalismo de la explotación, la exclusión, del hambre y del analfabetismo.

Pero, lo que las masas sublevadas, apenas derrotaron a la burocracia comunista, fueron a buscar fue al capitalismo del primer mundo: aquel de las libertades formales y los supermercados.

Lo que las masas desearon conquistar fue el estado de bienestar, que podía gozar una aristocracia obrera en Europa, sobre la base de que las metrópolis sigan esquilmando al conjunto de la humanidad.

Es posible buscar muchas explicaciones a este fenómeno.

Pero, definitivamente, junto con Lyotard podemos afirmar que  “la crítica práctica del comunismo es cosa hecha”, entendiendo este comunismo como la versión del stalinismo totalitario expresado en los regímenes de los estados que se han dado en llamar del “socialismo realmente existente" y con lo cual se designaba a los ex-estados no capitalistas del Este europeo, a la exURSS, a la ex-República Popular de Vietnam y los regímenes de China, Cuba y Corea del Norte.

¿Cuál es la crítica práctica?

En los estados donde se ha dado el derrumbe de los regímenes totalitarios y en los que aún se mantienen, asistimos a un proceso de restauración de la economía capitalista con desiguales ritmos y dinámicas pero que expresan una patente realidad: el sistema capitalista triunfa y se impone.

Es necesario destacar que nunca hubo dos economías, incluso con la aparición de los estados no capitalistas, socialistas u obreros -según la corriente marxista que los denomine-, la economía mundial seguía siendo dominada por el capitalismo y, más concretamente por los estados de los monopolios transnacionales o imperialistas.

Por otro lado ¿qué pasa con el otro marxismo? ¿Con el marxismo que ha venido elaborando una crítica al liberalismo occidental así como al totalitarismo del Este?

Lyotard –ya lo hemos dicho -no confunde “marxismo” con “comunismo”, pero en el fondo nuestro autor rechaza hasta la más independiente crítica marxista.

Después de la caída del Muro de Berlín y ante la consulta de amigos intelectuales sobre la posibilidad de su participación en la continuidad de una crítica marxista sostuvo: “Para una mente formada en la tradición del marxismo radical, esta petición sonaba como una llamada a reemprender nuestro trabajo de los años cincuenta y sesenta: llevar al frente el análisis crítico del “capitalismo tardío” y de la pretendida sociedad comunista. Proyecto ciertamente conmovedor, pero perfectamente inútil"

En su libro ”Moralidades posmodernas", después de enumerar a grandes rasgos lo que considera los aspectos fundamentales del marxismo, Lyotard concluye: ”Recordando estas grandes líneas de la crítica marxista, por todos conocidas, experimentamos un sentimiento arcaico y embarazoso. Influye la manera en que la evoco, pero el verdadero motivo es que el espectro se ha desvanecido llevándose consigo el último gran relato crítico, lejos de la escena histórica."

domingo, 29 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD: COLLAGE (7) LA MODERNIDAD NO HA TERMINADO.





Es Habermas quien trata de poner freno a los postmodernos.

Para él, la “modernidad es un proyecto incompleto, inacabado, por lo que no es cuestión de enterrarla”.
Para el filósofo alemán, debemos rescatar  todo lo que podamos del proyecto moderno y terminarlo.

Habermas articula el discurso comunicativo con el proyecto moderno.
La originalidad de Habermas, por tanto, radica en recuperar la Modernidad olvidando los antiguos postulados tecnicistas decimonónicos, dándole importancia a la acción comunicativa y al lenguaje.

Sin embargo, Habermas no deja de usar “falacias ad hominem” contra los argumentos posmodernos, al querer relacionarla con los movimientos conservadores y premodernos.

Por supuesto, estas críticas son respondidas por Lyotard en “La postmodernidad explicada a los niños”..       

Independientemente de la lectura que se le haga a la posmodernidad, está claro que es un fenómeno de calado y que ha venido para quedarse.
Ya sea como una suerte de fin de la historia, a lo Fukuyama, ya como una crisis civilizatoria de Occidente a lo Hungtinton o como la creación de masas con el pensamiento blando o débil, de Vattimo, el fenómeno está presente en las sociedades que han vivido la Modernidad en su máximo esplendor y ahora sufren su rebasamiento ante la imposibilidad de ésta de dar respuestas económicas, morales e incluso ontológicas.

La posmodernidad, por tanto, puede vivirse de forma adocenada, en un frenesí hedonista y consumista, sin rumbo ni consuelo, como la pérdida total en el individuo de su capacidad de resistencia a las masas.

O, como propone Vattimo, vivir ese pensamiento blando como forma de librarnos del dogmatismo, de la acritud existencial, y abrirse a la sensualidad y a las oportunidades que ofrece un mundo cada vez más interconectado y plural, y liberarse de las grandes prisiones teoréticas que consideran al individuo como un peón en el camino hacia la utopía.

Un mundo mejor pero que de momento solo ha dejado el camino sembrado de cadáveres.

La posmodernidad también comprende corrientes postestructuralistas, filosofía del lenguaje y análisis proposicional, sociología e incluso corrientes de Historia. 

Una corriente filosófica que, desde luego, no deja indiferente a nadie.

LA CAÍDA DE DE LOS GRANDES RELATOS O METARRELATOS: CRISTIANISMO, MARXISMO, ILUMINISMO, CAPITALISMO, DEMOCRACIA REAL.

¿Y ahora qué?



El libro de Jean Francois Lyotard, en el que se expone todo este tema, es “La condición postmoderna”, 1979, donde, esencialmente, se nos habla de la crítica que el post modernismo, a partir de la década de los 50 del siglo XX, realizaba a los CUATRO GRANDES RELATOS o movimientos trascendentales en los que se buscaba y se aspiraba a la emancipación de todos los seres humanos, es decir eran relatos imperativos donde existía una plenitud de ausencia de penurias para todo ser humano.



Este filósofo francés se formó en la Sorbona.
Y principalmente, es conocido por sus estudios sobre el postmodernismo en la década de los 70 del siglo pasado y por pertenecer a un grupo de la izquierda radical francesa llamado “Socialismo y barbarie” que nació en 1956 durante las revueltas contra el estalinismo en Hungría.

Fue profesor emérito de la Universidad de París y fue a través de sus escritos y reflexiones en torno al post-modernismo filosófico y político, como  se dio a conocer dentro del pensamiento francés y, poco a poco, a nivel internacional.

Estos relatos que Lyotard menciona y analiza son:

1.- EL CRISTIANISMO, donde Dios manda a su Hijo para sufrir lo indecible y redimir a los hombres que, siguiendo su moral y espiritualidad, podrán conseguir, entonces, alcanzar la meta, el Reino de los Cielos.

2.- EL MARXISMO, donde la burguesía (Marx y Engels) acaba con el sistema feudal y se convierte en proletariado para acabar con la burguesía  (heredera del sistema feudal) creando un estado de plenitud e igualdad radical.

3.- El ILUMINISMO o LAS LUCES: donde filósofos, literatos y filósofos políticos otorgan divinidad a la Razón, la Diosa Razón, que se convierte en Reina de la Historia y que acaba con la irracionalidad promoviendo, de nuevo, un estado de plenitud racional para toda la humanidad.

4.- EL CAPITALISMO, que tiene que ver con la racionalidad -esta vez económica- y con una especie de teología donde "una mano invisible" va a distribuir la riqueza de forma equitativa consiguiendo la plenitud del bienestar para todo ser humano.

Pero, pese a sus esfuerzos, ninguno de estos relatos (beneficios temporales y regionales aparte) ha conseguido sus aspiraciones universales.

Es decir, tras titánicos esfuerzos, estos relatos no han logrado la plenitud y emancipación universal, a lo que nos lleva a pensar: ¿volaron, tal vez, demasiado alto? o ¿erraron en sus planteamientos conceptuales si los comparamos con la antropología humana?

Finalmente, si estos relatos han fracasado, cuando los pensamos y concebimos como paradigmas universales ¿y ahora qué?

¿Estamos entonces ante el solitario paradigma del “sálvese quien pueda”?

Pudiera parecer que proponemos el nihilismo, pero no, es todo lo contrario, es más afán de construcción y progreso y así, hemos de preguntarnos si ¿podemos aspirar a concluir estos cuatro relatos en el nuevo relato?

5.- La DEMOCRACIA REAL o, dado que estos cuatro relatos anteriormente expuestos, han nacido y se han impuesto al resto del mundo desde occidente, ¿deberíamos mirar a oriente u otras latitudes para enriquecer nuestra realidad?

Lo cierto es que este libro nos puede servir para conocer mejor la historia de occidente y su situación actual.

sábado, 28 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD. COLLAGE (6) METARRELATOS


METAR(R)ELATOS.

Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia de la lengua Española, no encontraremos la definición de lo que es un “meta-relato”, y más aún, sí lo buscamos con doble erre (“metarrelato”); tampoco me logro explicar porqué razón el uso y la costumbre dentro de la lengua española lo adoptó en su escritura con esta doble consonante.

Según su origen etimológico el término “metarrelato” se encuentra integrado de dos palabras "meta" y "relato"; la palabra meta (del griego - μετα) significa "después de" "más allá" o "con", esto implica que no hay un fin  sino una continuación de algún suceso relevante, un “relato”.

Un relato, es una narrativa, una historia, una construcción subjetiva creada por un narrador, dotada casi siempre de la impresión personal de éste y cuya característica es trasmitir dicho conocimiento a un auditorio o espectador.

Al juntar ambas palabras (“meta” y “relato”) nos indica que un “metarrelato”, es la impresión, subjetiva u objetiva, de un narrador respecto de una historia preexistente o ya narrada con anterioridad, que tiene como fin aportar nueva información a un “relato” hecho por el hombre o la ciencia, y tal vez desentrañar la verdad histórica de dicho suceso.

¿Quién no desea conocer la verdad?; ¿quién no ha luchado por buscar la verdad?; ¿quién no ha pasado su vida buscando la verdad?, pero al final nos damos cuenta que la verdad no existe, que sólo existen relatos que encantan a nuestras pasiones o decepciones; y que lo que sí existen son Metarrelatos,

¿Son reales?

De la “Modernidad” y la “Postmodernidad” han corrido ríos de tinta (y más que seguirán corriendo) al tratar de encontrar sentido al palabro de moda “Postmodernidad” en círculos académicos y filosóficos.

1.- Los Grandes Relatos de la Modernidad.
2.- Los Pequeños Relatos frente a la caída de los Grandes Relatos.
3.- La Modernidad no se ha terminado.

1. LOS GRANDES RELATOS DE LA MODERNIDAD.

La “Posmodernidad” es el abandono de los “grandes relatos” o “metarrelatos”, a la manera de Lyotard. 
Los “metarrelatos” son las grandes ideologías del siglo XIX y que eclosionaron en el XX, tales como el “liberalismo”, el “socialismo”, el “fascismo”, el “marxismo”, o el “cristianismo”.

Los grandes relatos, con sus “-ismos”, tienen como finalidad explicar la realidad

Toda ideología parte de un axioma comúnmente aceptado para desarrollar, a partir de ahí, su propia lógica.

Este axioma puede ser la lucha de clases, los beneficios del libre intercambio de productos o la raza o grupo étnico, y a partir de ahí, es capaz de deducir el resto.

Por ejemplo, nosotros podríamos dilucidar los rasgos básicos del marxismo solamente explicando la lucha de clases, y de ahí, deducir que una clase roba a otra (plusvalía), que una clase no quiere perder sus privilegios y para ello desarrolla una estructura idónea para mantenerlos (superestructura), y que además, esta dinámica de clases, por su injusticia, cae por su propio peso (revolución proletaria).

Son un cuadro completo totalizante.

Toda ideología, o gran relato, es eminentemente emancipatorio y busca la creación colectiva de la utopía, la búsqueda de una Arcadia Feliz.

Poniendo ejemplos básicos: Adam Smith no buscaba escribir un tratado sobre economía; buscaba escribir un tratado sobre la “felicidad”.

Siguiendo en la órbita liberal, la “Declaración de Virginia de 1776” buscaba la felicidad de todos los hombres.

El fin último del “socialismo” (habiendo pasado previamente por la temporal “Dictadura del Proletariado”) es el “comunismo”, esa etapa donde se termina la lucha de clases y todos los proletarios controlan los medios de producción.

El nazismo, por muy aberrante que nos suene, buscaba su propia utopía: una Gran Alemania para el ario.

No obstante, para lograr la utopía, los grandes relatos imponen grandes sacrificios: la desigualdad para lograr la prosperidad en el caso del liberalismo, la burocracia estatal y el totalitarismo en el caso del socialismo y un período de “guerra total”, al más puro estilo Goebbels, para el nacionalsocialismo.

El final feliz será el fruto de un parto doloroso, pues no llegará de manera lúdica.

2. PEQUEÑOS RELATOS FRENTE A LA CAÍDA DE LOS GRANDES RELATOS.

Como dijo Lyotard, “la Modernidad murió en Auschwitz”.

Ante la incapacidad mostrada por los grandes relatos, el sujeto posmoderno construye sus “pequeños relatos”, a veces contradictorios, para lograr una vida más cómoda y sencilla.

Estos pequeños relatos pueden ser construidos a veces de manera contradictoria, pero eso es irrelevante, al no tener propósitos generales, sino un “propósito particular”.

En la creación de los pequeños relatos, Vattimo tiene mucho que ver, al proponer y explicar el “pensamiento blando” o “pensamiento débil”, un pensamiento permeable que abre la puerta a la multiculturalidad, la tolerancia y el pacifismo.

Para Vattimo el “pensamiento débil” es una “anarquía no sangrante”, que propicia áreas de libertad y emancipación.

Otra forma de explica la posmodernidad es, en palabras del propio Lyotard, “el grado cero de la cultura contemporánea”.

A Nietzsche se le suele considerar el primer postmoderno por sus ataques a la razón y a los ídolos, por la construcción de un individuo libérrimo ajeno a cualquier moral.

Desde este nihilismo positivo quizás sea la forma más importante de encarar al individuo posmoderno, más que desde el hedonismo y en cierto punto de borreguismo que se le suele achacar al fenómeno.


jueves, 26 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD. COLLAGE (5)



En el metarrelato de Marx existe toda una macroexplicación de la evolución de la humanidad. 

Pero Marx no se limita a describir, sino que también nos presenta un “final de la historia”, una utopía final, así como aquellos que se encargarían de establecer esa utopía, los nuevos franciscanos espirituales: el proletariado.

La historia, en Marx, es lineal y apunta hacia un destino, tiene una meta, tiene sentido, y tal movimiento tiene un carácter necesario, es decir, el mundo se dirige inevitablemente hacia un final determinado.

El relato, que adopta la división histórica de la tradición occidental, no está exento de drama, ya que se nos presenta una verdadera lucha épica entre el bien y el mal, una batalla final que será encarnada por los únicos dos bandos que siguen en pie: la burguesía y la clase redentora: el proletariado. 

Es lo que podemos leer al comienzo del Manifiesto Comunista de Marx:

“La historia de toda sociedad, hasta nuestros días, no ha sido sino la historia de las luchas de clases.  Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros jurados y compañeros; en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra que termina siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas.

 En las primitivas épocas históricas comprobamos por todas partes una división jerárquica de la sociedad, una escala gradual de condiciones sociales.
En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores, vasallos, maestros, compañeros y siervos, y en cada una de estas clases gradaciones particulares.

 La sociedad burguesa moderna, levantada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clases.
No ha hecho sino sustituir con nuevas clases a las antiguas, con nuevas condiciones de opresión, con nuevas formas de lucha.

Sin embargo, el carácter distintivo de nuestra época, de la época de la burguesía, es haber simplificado los antagonismos de clases.
La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos opuestos, en dos clases enemigas: la burguesía y el proletariado”.

Tras el final de la Guerra Fría y desplome del bloque socialista, parecía que el único gran relato que quedó en pie fue el RELATO CAPITALISTA (en sus distintas modalidades), al menos el de las economías mixtas frente al fracasado sistema de planificación central.

También habría triunfado el relato de la DEMOCRACIA como única forma de gobierno y aquella idea de que los problemas que aquejan a la democracia deben ser resueltos con más democracia.

Resultó erróneo pensar que la democracia y el capitalismo irían de la mano haciendo su marcha triunfal sobre el mundo, ya que el capitalismo es un sistema que puede operar tanto en regímenes dictatoriales como la China y URSS, Cuba (aunque el último reniegue del capitalismo) y en Chile (durante el régimen de Pinochet), así como en países como Suecia o Estados Unidos.

Por otro lado, la democracia no necesariamente implica mayor libertad, ya que la tiranía es siempre tiranía, sin importar si radica en una persona, en una burocracia o en el pueblo. 

Así la idea de FRANCIS FUKUYAMA del "Fin de la historia" resultó ser parcialmente cierta, y no pasó mucho tiempo para que otros autores construyeran sus propias narrativas como SAMUEL HUNTINGTON y el "Choque de civilizaciones" según el cual los nuevos conflictos o líneas de fracturas no serían de índole ideológica, sino que más bien cultural.

Al parecer, el ataque a las Torres Gemelas dio un impulso a las ideas de Huntington.

Otros, como el neoconservador ROBERT KAGAN, apostó por el "retorno de la historia", es decir, los conflictos culturales y también ideológicos continuarán, de manera que no hay que ilusionarse con que el mundo iba a ser un lugar más seguro tras el final de la Guerra Fría.

Si bien Estados Unidos es una superpotencia, la realidad es que estaríamos en un mundo multipolar con potencias tales como China, India y la Rusia de Vladimir Putin y su deseo de recobrar para su país las glorias y el respeto que inspiraba en el pasado.

¿Fin de conflictos ideológicos?

El socialismo del Siglo XXI, como fue el de Hugo Chávez (hoy de Maduro) o el de Evo Morales, la presencia de Donald Trump o el ascenso de "Podemos" en España, hacen pensar todo lo contrario.

miércoles, 25 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD. COLLAGE (4)



4

El monje napolitano, JOAQUÍN DE FIORE, distinguió tres edades que estaban vinculadas con los tres estados existentes en el orden social:

a) Edad del Padre (desde la Creación hasta el nacimiento de Cristo): corresponde al Antiguo Testamento y predomina el miedo.

b) Edad del Hijo (desde el nacimiento de Cristo hasta el milenio): corresponde al Nuevo Testamento y predomina la fe.

c) Edad del Espíritu Santo (desde el Milenio): predominio de la fraternidad en Cristo., es decir, existe un contacto directo entre el ser humano y Dios.

Aquí, la organización eclesiástica sería reemplazada por la orden de los franciscanos.
La Iglesia carnal y mundana sería reemplazada por una Iglesia espiritual y purificada.


(Arriba (en una viñeta que mi analfabetismo informático no me permite poner) en el círculo se puede leer "Antiguo Testamento" (izquierda) y "Nuevo Testamento" (derecha). Al centro-arriba está la palabra "Hijo", a la izquierda "Padre" y a la derecha "Espíritu Santo")
En cada una de estas respectivas edades dominarían las siguientes figuras:

a) Laicos o casados

b) Clérigos.

c) Monjes.

 JOAQUÍN DE FIORE y sus seguidores, los joaquinistas (¿recodáis la película “El nombre de la rosa?), transformaron el tema de las edades en un arma política e ideológica, que la utilizó tanto contra el papado de la época (el poder espiritual) como contra gobernantes políticos (poder temporal).

Otros personajes que politizaron las edades míticas fueron SAVONAROLA y su discípulo GIOVANNI NESI.

Este último, en su escrito “Oráculo del nuevo siglo”, exalta a Florencia como la nueva Sión y a Savonarola como el hombre de la Última Cena, quien haría “renacer” a la humanidad y la llevaría a una Edad de Oro cristiana.

Fueron 2 las aportaciones del movimiento iniciado por Savonarola:

a) Mostrar que el Milenio podría instaurarse en un lugar no tradicional o simbólico como Jerusalén o Roma;

b) Hizo el primer intento de realizar de manera efectiva una utopía política-religiosa.

GIROLAMO SAVONAROLA fue, finalmente, excomulgado por el Papa “Borgia” Alejandro VI y fue quemado en la hoguera en la Piazza Della Signoria.

Esta religión del futuro, en el caso del cristianismo, tiene la particularidad de que la salvación es universal, abierta a toda la humanidad, para todas las naciones.

Por lo demás la concepción cristiana del tiempo rompe con el tiempo cíclico, ruptura que se manifiesta en la creencia en un supuesto “final de la historia”.

El filósofo católico, Jacques Maritain, explicaba que el cristianismo se opone a las cosmovisiones orientales del tiempo cíclico y nos ha enseñado que la historia es lineal y tiene una dirección.
Ahora bien, no se puede omitir la influencia del judaísmo en la concepción de la historia en el cristianismo.

La religión judía es la religión de la espera y de la esperanza, que es la esencia misma de la escatología.

En el cristianismo, a diferencia del judaísmo, el Hijo de Dios (no el hijo de David) se hace hombre y su muerte marcaría el inicio del Reino de Dios.

En cuanto a cómo será este proceso, no está claro.                                                                                

En la ERA MODERNA, si bien ya no se habla de “edades míticas” igualmente ha perdurado ese “espíritu” en la forma de “filosofías de la historia”, entendidas como una interpretación de la historia humana.

Ejemplos de esto son el discurso filosófico racionalista de la ILUSTRACIÓN EUROPEA y su fe en el progreso, resumida en la célebre frase de uno de sus representantes, IMMANUEL KANT:

"La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.

¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: He aquí el lema de la ilustración".

Otro autor, uno de los padres de la sociología, AUGUSTO COMTE, también propuso su propia división tripartita de la evolución humana.

En su “Curso de filosofía positiva” estableció su ley de los tres estados: el teológico, el metafísico y el positivo o científico.

En la etapa positiva, afirmaba Comte, la mente humana abandonaría la búsqueda del origen y el destino del universo, así como las causas internas de los fenómenos, y se limitaría a descubrir, por medio de la razón y la observación, las leyes que gobiernan la secuencia y la semejanza de los fenómenos.

La explicación de los hechos, que se encontrarían reducidos a sus términos reales, consistiría en el establecimiento de una relación entre varios fenómenos particulares y unos cuantos hechos generales, que disminuirían en número con el progreso de la ciencia.

KARL MARX, lector de ese arquitecto filósofico llamado Hegel, también elaboró una “filosofía de la historia” en una versión no idealista como la de Hegel, sino en versión materialista: tanto el materialismo histórico como el materialismo dialéctico.

Tanto Hegel como Marx concebían que la historia humana era una sola historia en donde existía un hilo conductor, siendo en Hegel la política y en Marx, la economía.

La filosofía de la historia de Marx es heredera de una larga tradición de filósofos germanos y, por lo demás, su filosofía de la historia es también heredera de una aún más larga tradición que se remonta, al menos, al cristianismo.

En la síntesis final de Marx, la historia significaba tres cosas que constituían un todo racional y coherente:

1.- El devenir de los acontecimientos según leyes objetivas y primordialmente económicas.

2.- El correspondiente desarrollo del pensamiento siguiendo un proceso dialéctico.

3.- La consiguiente acción en forma de lucha de clases, que reconcilia y une la teoría y la práctica de la revolución.

Lo que brinda Marx es una síntesis de leyes objetivas y acción consciente para traducirlas a la práctica, síntesis de lo que se llama a veces, aunque equivocadamente, el determinismo y el voluntarismo”.

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD: COLLAGE (3)



HESÍODO, en su obra “Los trabajos y los días”, establece distintas edades, cada una representada por un metal particular, y que será una metáfora utilizada (en versiones secularizadas, no religiosas) por autores posteriores.

Tales edades eran: Edad de Oro, Edad de Plata, Edad de bronce y la Edad de Hierro.

En los escritos de Hesíodo se abordan temas como el trabajo, la fertilidad de la tierra, los excesos, la justicia y el bien, donde cada uno sufre cambios en las distintas edades.

Examinemos cada una de estas edades.

En la Edad de Oro existía una estirpe áurea de hombres mortales y los dioses vivían sin experimentar angustias, miseria, fatiga y ni siquiera experimentaban la vejez.
Además, la tierra era fecunda y “generosa”, vale decir, los bienes abundaban, lo que hacía vida fácil y placentera.

La Edad de Plata era habitada por una estirpe (argentea) humana inferior, donde ya comienza a surgir la violencia, la angustia y el sufrimiento producto de la ignorancia de esa estirpe.

La Edad de Bronce, era habitada por una estirpe creada por Zeus y que se caracterizaba por su violencia y soberbia, así como su gusto por la guerra.

Por último, la Edad de Hierro, era una edad en la cual más valía haber muerto antes o haber nacido después.

Otro autor que apeló a las edades míticas fue Ovidio en su obra “Las metamorfosis”, específicamente en el Libro I, donde describe las edades del hombre.

La Edad de Oro es descrita como una edad sin ley, donde reinaba rectitud, la confianza, donde no existían los castigos ni eran necesarias las palabras amenazantes.
A esto, añade la siguiente descripción:

Los rasgos característicos de la Edad de Oro de OVIDIO son las siguientes:

a)    Régimen anárquico, esto es, sin ley (no hacía falta) y no violento.
b)    Inexistencia de propiedad privada.
c)    Ausencia de comercio y de viajes hacia el extranjero.
d)    Arcaísmo tecnológico.
e)    Vegetarianismo.
f)     Moral de inocencia primitiva.
g)    Incluso la tierra no arada producía.
h)    Corren ríos de leche y néctar.
i)     De las encinas goteaban las mieles.

A esto se pueden añadir (además):

j)    Desconocimiento del trabajo.
k)   Desnudez.
l)    Ausencia de comercio monetario.

La pérdida de este estado ideal o paraíso se puede explicar, principalmente, por 3 causas:

a)    Por causa de los actos de los seres humanos, por sus pecados o errores rituales.
b)   Por la pura voluntad de Dios o los dioses, que ponen fin al mundo.
c)   Por un puro proceso de decadencia (moral, cósmica, política)

Otros autores como PLATÓN no concibieron la Edad de Oro a la manera de Hesíodo u Ovidio ya que lo que Platón propone es un estado de “hipercivilización” encarnada en la Atlántida.

En tal utopía, también reina la armonía y la abundancia pero no se trata de un estado natural y primitivo sino todo lo contrario, es un estado artificial, es decir, construido por los seres humanos.

Las ideas de estas EDADES MÍTICAS también están presentes en las tradiciones JUDAICA y CRISTIANA, donde la “escatologia” (doctrina de los últimos tiempos) ofrece dos posibilidades: el paraíso celestial o una edad feliz en la tierra (milenio).

La elección del número “6” para las edades obedece a que tal número viene del Génesis, correspondiendo a los 6 días de la Creación, seguido del días 7 que fue de reposo.

Veamos algunos ejemplos.

1.- ORÍGENES DE ALEJANDRÍA (uno de los padres del cristianismo oriental) realizó la siguiente división:

a)    Edad de Adán.
b)    Edad de Noé.
c)    Edad de Abraham.
d)    Edad de Moisés.
e)    Edad de Cristo.

2.- HIPÓLITO DE ROMA (teólogo cristiano del siglo III):

a)    Edad de Adán.
b)    Edad de Noé.
c)    Edad de Abraham.
d)    Edad de Moisés.
e)    Edad de David.
f)    Edad de Cristo.


3.- SAN AGUSTÍN: distinguió las siguientes edades, basándose en las edades de la vida (primera infancia, infancia, adolescencia, juventud, edad madura y vejez)

a)    De Adán a Noé.
b)   De Noé a Abraham.
c)   De Abraham a David.
d)  De David al Cautiverio Babilónico.
e)  Del cautiverio Babilónico al nacimiento de Cristo.
f)   Del nacimiento de Cristo al fin del mundo.

El FIN DEL MUNDO comprende 3 fases: 

a)    Llegada del Anticristo. 
b)    Retorno de Cristo 
c)    Juicio Universal.

A San Agustín le tocó vivir épocas de cambios dramáticos, como el saqueo de Roma en el 410 por  los visigodos.
Otros hechos que plantearon un problema de fe, fue la caída del Imperio Romano de Occidente y  tal acontecimiento despertó las siguientes interrogantes:

-¿Por qué el patronato de los santos mártires no ha salvado a Roma y a los romanos?
-¿Por qué Dios no ha hecho ninguna diferencia entre cristianos y paganos, que han sido indiscriminadamente maltratados y muertos, o bien salvados?
-¿Por qué Dios ha dejado humillar y envilecer a Roma, de la que los cristianos se sienten, desde que ha sido renovada por la verdadera fe, herederos y solidarios?

martes, 24 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD: COLLAGE (2)



El discurso filosófico posmoderno, a partir de Jean Francois Lyotard, alzó la voz contra estos grandes y omniabarcantes “metarrelatos”, aquellos relatos totalizadores (que pueden determinar “la suma” o “total” de la historia en UN relato) que tienen un carácter lineal, dotan de sentido a las personas, prometen, en ocasiones, una utopía futura, así como los medios para alcanzar tal utopía. 

Para Lyotard, los metarrelatos o grandes relatos son aquellas “narraciones que tienen función legitimante o legitimadora”.

El pensador francés añade que estos metarrelatos no son mitos en el sentido de las fábulas, puesto que los metarrelatos no buscan la legitimidad en un acto originario fundacional, sino en un “futuro que se ha de producir”, es decir, en una Idea a realizar.

En su breve libro, de 1986, “La posmodernidad (explicada a los niños)”, Lyotard aclara (aunque en su lenguaje característico poco diáfano) acerca de qué entiende por estos metarrelatos expuestos en su obra.

“…son aquellos que han marcado la modernidad: emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado del capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnociencia capitalista, e incluso, si se cuenta al cristianismo dentro de la modernidad (opuesto, por lo tanto, al clasicismo antiguo), salvación de las creaturas por medio de la conversión de las almas vía el relato crístico del amor mártir.
La filosofía de Hegel totaliza todos estos relatos y, en este sentido, concentra en sí misma la modernidad especulativa”.

Occidente, pues, tiene el sentimiento de que ya no hace la historia, sino la historia de una humanidad y esto claramente produce un rechazo por parte de quienes no se sienten parte de ese gran relato que, a su vez, constituye también una antropología histórica. 

Ejemplos de estos metarrelatos son: el CRISTIANISMO, el ISLAM, la ILUSTRACIÓN y su confianza en el poder de la razón, la FILOSOFÍA HEGELIANA y el MARXISMO. 

Estos grandes relatos son a la vez abarcadores en sus pretensiones, pero también excluyentes, a tal punto que puede lograr transformar a gran parte de la humanidad en seres sin historia, sin existencia, como si no existieran.

 Pero los posmodernos erraron al proclamar el fin de los grandes relatos en la historia, ya que el mismo discurso posmoderno que proclama el fin de los metarrelatos y la aparición de pluralidad de relatos (microrelatos), puede ser calificado como otro gran relato dentro de nuestra historia, es decir, el metarrelato que proclama el fin de los metarrelatos.

Pero sucede hoy que el discurso cristiano, el marxismo, socialismo del siglo XXI y el discurso islamista prueban todo lo contrario: los relatos potentes, totalizantes y abarcadores siguen más vivos que nunca.

Ahora bien, lo que sí debe ser abordado es la reconfiguración de los relatos existentes, para dar cabida así a aquellos sujetos marginales, que parecen ser ignorados e invisibilizados en estos relatos.

En resumen, el hecho de que los grandes relatos de la humanidad sigan en pie no impide que puedan articularse nuevos relatos o microrelatos que escapen o que no sean devorados por tales relatos. 

Después de todo, una feminista podrá preguntar: ¿cuál es la situación de la mujer dentro del relato marxista que privilegia la lucha de clases por sobre la dominación del patriarcado sobre las mujeres?

Dentro de este contexto, hay historiadores que han abordado temáticas antes prácticamente omitidas como es, por ejemplo, el estudio de la mujer en el medioevo: Leonor de Aquitania, Hildegarda de Bingen, la espiritualidad de Juana de Arco, Eloísa y la mujer en las cruzadas. 

Otro, como Michel Foucault fueron pioneros al poner en el centro de su interés a los marginados, como por ejemplo los locos.

La misma pregunta pueden hacerse otros grupos que han sido históricamente marginados de los grandes relatos: por motivos étnicos o religiosos.

Es por ello que la historiografía desde hace un tiempo es una “historia en migajas” o “sectorializada”, en migajas, ecléctica, abierta a curiosidades que no hay que rechazar.

Es  es muy común el establecer la existencia de una edad primigenia y primitiva en el origen: la supuesta “Edad de Oro”. 

En ocasiones esta Edad de Oro es establecida en el final de los tiempos, es decir, su existencia está más allá de las coordenadas espacio-temporales, situándose así en lo que podríamos denominar como “eternidad”.

Pero puede acontecer, también, que tal Edad de Oro final sea una repetición o una suerte de regreso a esa “edad primitiva” donde reinaba la paz y la armonía.

“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos en que…” dirá nuestro Don Quijote cuando los pastores lo invitan a comer.

lunes, 23 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD (COLLAGE (1)


Dice la RAE que "Collage” es la "técnica pictórica que consiste en componer una obra plástica uniendo imágenes, fragmentos, objetos y materiales de procedencias diversas".

 El término/concepto, pues, se aplica sobre todo a la pintura, pero por extensión se puede referir a cualquier otra manifestación artística, como la música, el cine, la literatura o el videoclip.

El término “collage” viene del francés “coller”, que significa pegar.

Yo, para escribir sobre MODERNIDAD y POSTMODERNIDAD quiero hacer un “collage”, pues considero que la mejor forma de comprender ambos conceptos es verlos desde distintos autores y distintos artículos y reflexiones, al ser perspectivas, no opuestas, sino complementarias y que ayudan a su comprensión.

RELATOS Y METAR(R)ELATOS.

Todos nosotros, al enfrentarnos al devenir del hombre sobre la tierra, hemos empleados términos/conceptos como “prehistoria” (con sus partes: paleolítico,…) y las cuatro edades históricas: antigua, media, moderna y contemporánea, pero, en general esas divisiones no son naturales sino convencionales, aunque no sean arbitrarias, ni caprichosas, pero son fruto de acuerdo entre las personas.

Existen períodos que pueden más o menos reflejar un determinado período de la historia, mientras que otros se alejan completamente de esta, ya sea por alejarse de la realidad que intenta describir (por ejemplo, una “historia nazi” o "soviética") o porque intenta abarcar un período de tiempo demasiado extenso.

Ciertamente ningún nombre que designe a un período de la historia logrará reflejar TODOS los rasgos, sus luces y sombras, de manera que conceptos como Edad Antigua, Edad Media o Edad Contemporánea son solamente “nombres imprecisos” que nacieron en un período determinado de la historia humana para describir algún rasgo que se consideró como “esencial” de esa época.

Y es que parte de una concepción lineal del tiempo, que dividimos convencionalmente en segmentos, y hablamos de “presente” (efímero), “pasado” (cada vez más extenso) y futuro (que se hará presente y pasará a pasado).

Pero el tiempo vital no es lineal.

Una hora en la sala de espera de un quirófano o de un paritorio, aunque dure, realmente, 60 minutos, vitalmente es mucho más largo, corre muy lento, se hace eterno, (y al revés, cuando estás pasándotelo bien y el tiempo “corre muy rápido”)

Lo mismo sucede con la concepción “teleológica” (telos = fin) de la historia, es decir, ¿es sensato preguntarse si la historia tiene un fin?
De serlo así, entonces la historia tendría tantos fines a priori como personas y creencias hay en el mundo. 
Pero para otra fracción de la población, la historia carece de sentido, de manera que ésta no apunta a ningún fin necesario hacia el cual se dirige: paraíso, nirvana, sociedad sin clases, democracia perfecta, el reino de la razón, etc.

No hay que malinterpretar lo anterior, es decir, los seres humanos, a pesar de sus múltiples diferencias, deben coincidir en que existen una serie de valores universales a los cuales se deben apuntar, como por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos Humanos (parte de un nuevo relato de origen reciente).

Quiero decir, para ser más concreto, a pesar de nuestras diferencias podemos coincidir en que la solidaridad, la tolerancia (moderada) y la cooperación son deseables, y que matar a un inocente porque no piensa como yo, es un acto que debemos aborrecer.

En suma, si bien no existe una meta objetiva y única hacia la cual se “dirige” la historia, dadas las distintas creencias existentes en el planeta, sí podemos coincidir en que ciertos valores son deseables si queremos subsistir como especie humana y que existen una serie de acciones también deseables, si es que queremos conservar nuestro entorno para las generaciones futuras.

Desde esta óptica, podemos establecer ciertas metas en común.


sábado, 21 de marzo de 2020

EL AMOR


EL AMOR.

El cine ha hecho mucho daño al amor.

Las películas de amor llegan al “end” cuando la pareja (sea de la forma que sea) va en el coche, perdiéndose en el horizonte. Entendiéndose que va a incrementarse el amor ya iniciado en el noviazgo e iniciando la ilusoriamente llamada “luna de miel”, para siempre.

La realidad es que ya en esa “luna de miel” va apareciendo “el cometa de hiel”, porque no es igual la presencia a tiempo parcial, y mutuamente deseada, que la presencia a tiempo completo, obligatoria, veinticuatro horas diarias, de día y de noche.
Ser emisor y receptor mutuamente y en presencia continua y constante puede echar chispas.

Creo que la palabra “amor” es, quizá, la palabra más pronunciada pero, a la vez, la “palabra más violada”.

Porque amar no es fácil, ya que supone  no cuestionar lo que el otro piensa, dice, hace y quiere, y eso no es fácil de llevarlo a la práctica.

No es extraño que, antes o después, el amor ingrese en la UVI y que pueda morir por inanición.
Pero, también, puede pasar a planta.
Y puede ser dado de alta y renacer de nuevo.

No es fácil “mantener” el amor, porque supone respetar las diferencias, que siempre las hay, y debe haberlas.

Aspirar, uno de los dos, a ser el original y que el otro sea una fotocopia, al tiempo que a eso mismo es a lo que también aspira el otro…

Pero eso es no entender el amor, la presencia simultanea de dos personas en el mismo marco.

viernes, 20 de marzo de 2020

LAS PERSONAS MAYORES



¿Cuándo se es viejo?

Porque uno es jubilado cuando se/lo jubilan o uno es mayor de edad cuando cumple los 18 años.

¿Pero a qué edad se es viejo?

No existe. Hay adultos ya viejos y a hay personas mayores con un espíritu joven, a pesar de los años.

Sin embargo se han asociado “vejez” con “enfermedad” e “invalidez”. Y no es verdad.

El viejo no es un enfermo ni la vejez es una enfermedad, lo que tiene son muchos años, no necesariamente enfermedades.
Ni tiene por qué ser un inválido necesariamente, aunque no pueda correr los 100 metros lisos en pocos segundos, lo que tampoco hacen la mayoría de los adultos.

Pero lo que sí hacen, y mucho, las personas mayores, es andar y pasear.

Es verdad que, de la misma manera que hay enfermedades propias de la infancia, generalmente infecciosas, también hay enfermedades típicas de las personas mayores, porque su cuerpo tiene ya muchos kilómetros recorridos y las piezas somáticas sufren un desgaste, un deterioro.

Las cataratas, la hipertrofia de la próstata, la artrosis, la presbicia o vista cansada, el cáncer de mama o de útero,… pero no son universales, necesariamente presentes.
Además de que si, en otros tiempos, eran enfermedades mortales hoy pueden ser detectadas, tratadas, mitigadas, retardadas,… incluso abortar su aparición.

Lo normal es que sea el coche viejo el que falle, el que se escacharre, aunque también el coche nuevo puede tener un fallo mecánico.

La Medicina y la Cirugía han prolongado la vida, por lo que no es raro que vayan acumulándose los fallos, las enfermedades, en un cuerpo cada vez menos vigoroso y que suelen denominarse  “enfermedades crónicas”.

Los huesos, los ojos, los oídos, la próstata, el útero, el cerebro (estoy refiriéndome al Alzheimer),… sufren deterioro, lo que no imposibilita la vida casi normal con prótesis o con la investigación científica para dar con la tecla adecuada para, sobre todo el Alzheimer, poder prevenirla y curarla.

Decía Hipócrates que “los viejos tienen menos enfermedades que los jóvenes, pero las que tienen ya no los abandonan nunca”, se convierten en crónicas.

jueves, 19 de marzo de 2020

HIPÓCRITA-HIPOCRESÍA ( y 2 )


Con todo esto podemos expresar que la hipocresía consiste en preconizar ciertos valores y aplicar otros en la vida cotidiana.
Por ejemplo: un padre que intenta concienciar a sus hijos sobre los peligros del consumo excesivo de alcohol y luego llega ebrio a su casa, es un hipócrita.

Otra muestra de hipocresía se encuentra en la personalidad pública que, frente a cámara, habla sobre la importancia de la solidaridad y la ayuda social pero, en su vida privada, jamás ayuda a nadie pese a tener los medios económicos necesarios para hacerlo.

HipócritaLa Psicología explica que el comportamiento hipócrita consiste en explicar una acción propia por el entorno y atribuir las acciones del prójimo a cuestiones innatas.
Esto supone un juicio negativo sobre el otro y una justificación sobre las propias acciones.

Hay quienes sostienen que la hipocresía es necesaria para el normal funcionamiento de la sociedad.
De este modo los individuos deberían fingir sentimientos contrarios a los que realmente experimentan para evitar conflictos.
Una forma, falsa y superficial, de entender las relaciones sociales, pese a ser la forma más aceptada.

Se cree que, si los sujetos dijeran la verdad sin ningún tipo de tapujos, podrían provocarse situaciones de incomodidad que no se desean.

Esta conducta no es propia de un mundo ideal, sino del mundo real, ya que en una sociedad donde los individuos deben experimentar “seguridad” y “libertad” tendrán el espacio adecuado para expresar sus ideas y emociones sin ningún tipo de temor.

Después de todo, que alguien exprese que no le gusta algo de otra persona no tiene por qué ser negativo, en todo caso es su forma de percibirlo, tan válida como la de cualquier otro pero sin ningún tipo de autoridad como para hacerle daño al individuo en cuestión.

Suele llamarse a este modo de comportarse como de “buenas costumbres” o, antiguamente, “urbanidad” o “educación”.

El “mentiroso”, pues, es un “hipócrita” por “decir” como verdadero lo que “sabe” que es falso o, por el contrario, “decir” como falso lo que “sabe” que es verdadero.

Ese “desajuste” entre “lo pensado” y “lo dicho” es una “hipocresía” que tiene connotaciones morales y, generalmente sociales, negativas.

Sabemos, sin embargo, que no debemos, ni tenemos obligación alguna, de mostrar nuestros sentimientos ante cualquiera, sin autoridad para ello, que nos los requiera.

La “hipocresía en el decir” nada tiene que ver con la realmente considerada como tal, la “hipocresía en el sentir, en el obrar, en el SER”