EL AMOR.
El cine ha hecho mucho daño
al amor.
Las películas de amor llegan
al “end” cuando la pareja (sea de la forma que sea) va en el coche, perdiéndose
en el horizonte. Entendiéndose que va a incrementarse el amor ya iniciado en el
noviazgo e iniciando la ilusoriamente llamada “luna de miel”, para siempre.
La realidad es que ya en esa
“luna de miel” va apareciendo “el cometa de hiel”, porque no es igual la
presencia a tiempo parcial, y mutuamente deseada, que la presencia a tiempo
completo, obligatoria, veinticuatro horas diarias, de día y de noche.
Ser emisor y receptor
mutuamente y en presencia continua y constante puede echar chispas.
Creo que la palabra “amor”
es, quizá, la palabra más pronunciada pero, a la vez, la “palabra más violada”.
Porque amar no es fácil, ya
que supone no cuestionar lo que el otro
piensa, dice, hace y quiere, y eso no es fácil de llevarlo a la práctica.
No es extraño que, antes o
después, el amor ingrese en la UVI
y que pueda morir por inanición.
Pero, también, puede pasar a
planta.
Y puede ser dado de alta y
renacer de nuevo.
No es fácil “mantener” el
amor, porque supone respetar las diferencias, que siempre las hay, y debe
haberlas.
Aspirar, uno de los dos, a
ser el original y que el otro sea una fotocopia, al tiempo que a eso mismo es a
lo que también aspira el otro…
Pero eso es no entender el
amor, la presencia simultanea de dos personas en el mismo marco.
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