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El monje napolitano, JOAQUÍN
DE FIORE, distinguió tres edades que estaban vinculadas con los tres estados
existentes en el orden social:
a) Edad del Padre (desde la Creación hasta el nacimiento
de Cristo): corresponde al Antiguo Testamento y predomina el miedo.
b) Edad del Hijo (desde el
nacimiento de Cristo hasta el milenio): corresponde al Nuevo Testamento y
predomina la fe.
c) Edad del Espíritu Santo
(desde el Milenio): predominio de la fraternidad en Cristo., es decir, existe
un contacto directo entre el ser humano y Dios.
Aquí, la organización
eclesiástica sería reemplazada por la orden de los franciscanos.
(Arriba (en una viñeta que mi
analfabetismo informático no me permite poner) en el círculo se puede leer
"Antiguo Testamento" (izquierda) y "Nuevo Testamento"
(derecha). Al centro-arriba está la palabra "Hijo", a la izquierda
"Padre" y a la derecha "Espíritu Santo")
En cada una de estas
respectivas edades dominarían las siguientes figuras:
a) Laicos o casados
b) Clérigos.
c) Monjes.
JOAQUÍN DE FIORE y sus
seguidores, los joaquinistas (¿recodáis la película “El nombre de la rosa?), transformaron
el tema de las edades en un arma política e ideológica, que la utilizó tanto
contra el papado de la época (el poder espiritual) como contra gobernantes
políticos (poder temporal).
Otros personajes que
politizaron las edades míticas fueron SAVONAROLA y su discípulo GIOVANNI
NESI.
Este último, en su escrito
“Oráculo del nuevo siglo”, exalta a Florencia como la nueva Sión y a Savonarola
como el hombre de la Última Cena, quien haría “renacer” a la humanidad y la
llevaría a una Edad de Oro cristiana.
Fueron 2 las aportaciones del
movimiento iniciado por Savonarola:
a) Mostrar que el Milenio
podría instaurarse en un lugar no tradicional o simbólico como Jerusalén o
Roma;
b) Hizo el primer intento de
realizar de manera efectiva una utopía política-religiosa.
GIROLAMO SAVONAROLA fue,
finalmente, excomulgado por el Papa “Borgia” Alejandro VI y fue quemado en la
hoguera en la Piazza
Della Signoria.
Esta religión del futuro, en
el caso del cristianismo, tiene la particularidad de que la salvación es
universal, abierta a toda la humanidad, para todas las naciones.
Por lo demás la concepción
cristiana del tiempo rompe con el tiempo cíclico, ruptura que se manifiesta en
la creencia en un supuesto “final de la historia”.
El filósofo católico, Jacques
Maritain, explicaba que el cristianismo se opone a las cosmovisiones orientales
del tiempo cíclico y nos ha enseñado que la historia es lineal y tiene una
dirección.
Ahora bien, no se puede
omitir la influencia del judaísmo en la concepción de la historia en el
cristianismo.
La religión judía es la
religión de la espera y de la esperanza, que es la esencia misma de la
escatología.
En el cristianismo, a
diferencia del judaísmo, el Hijo de Dios (no el hijo de David) se hace hombre y
su muerte marcaría el inicio del Reino de Dios.
En cuanto a cómo será este
proceso, no está claro.
En la
ERA MODERNA , si bien ya no se habla de
“edades míticas” igualmente ha perdurado ese “espíritu” en la forma de
“filosofías de la historia”, entendidas como una interpretación de la historia
humana.
Ejemplos de esto son el
discurso filosófico racionalista de la ILUSTRACIÓN EUROPEA
y su fe en el progreso, resumida en la célebre frase de uno de sus
representantes, IMMANUEL KANT:
"La ilustración es la
liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la
imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta
incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia
sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de
otro.
¡Sapere aude! ¡Ten el valor
de servirte de tu propia razón!: He aquí el lema de la ilustración".
Otro autor, uno de los padres
de la sociología, AUGUSTO COMTE, también propuso su propia división
tripartita de la evolución humana.
En su “Curso de filosofía
positiva” estableció su ley de los tres estados: el teológico, el metafísico
y el positivo o científico.
En la etapa positiva,
afirmaba Comte, la mente humana abandonaría la búsqueda del origen y el
destino del universo, así como las causas internas de los fenómenos, y se
limitaría a descubrir, por medio de la razón y la observación, las leyes que
gobiernan la secuencia y la semejanza de los fenómenos.
La explicación de los
hechos, que se encontrarían reducidos a sus términos reales, consistiría en
el establecimiento de una relación entre varios fenómenos particulares y unos
cuantos hechos generales, que disminuirían en número con el progreso de la
ciencia.
KARL MARX, lector de ese
arquitecto filósofico llamado Hegel, también elaboró una “filosofía de la
historia” en una versión no idealista como la de Hegel, sino en versión
materialista: tanto el materialismo histórico como el materialismo dialéctico.
Tanto Hegel como Marx
concebían que la historia humana era una sola historia en donde existía un
hilo conductor, siendo en Hegel la política y en Marx, la economía.
La filosofía de la historia
de Marx es heredera de una larga tradición de filósofos germanos y, por lo
demás, su filosofía de la historia es también heredera de una aún más
larga tradición que se remonta, al menos, al cristianismo.
En la síntesis final de
Marx, la historia significaba tres cosas que constituían un todo racional y
coherente:
1.- El devenir de los
acontecimientos según leyes objetivas y primordialmente económicas.
2.- El correspondiente
desarrollo del pensamiento siguiendo un proceso dialéctico.
3.- La consiguiente acción en
forma de lucha de clases, que reconcilia y une la teoría y la práctica de la
revolución.
Lo que brinda Marx es una
síntesis de leyes objetivas y acción consciente para traducirlas a la práctica,
síntesis de lo que se llama a veces, aunque equivocadamente, el determinismo y
el voluntarismo”.
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