jueves, 26 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD. COLLAGE (5)



En el metarrelato de Marx existe toda una macroexplicación de la evolución de la humanidad. 

Pero Marx no se limita a describir, sino que también nos presenta un “final de la historia”, una utopía final, así como aquellos que se encargarían de establecer esa utopía, los nuevos franciscanos espirituales: el proletariado.

La historia, en Marx, es lineal y apunta hacia un destino, tiene una meta, tiene sentido, y tal movimiento tiene un carácter necesario, es decir, el mundo se dirige inevitablemente hacia un final determinado.

El relato, que adopta la división histórica de la tradición occidental, no está exento de drama, ya que se nos presenta una verdadera lucha épica entre el bien y el mal, una batalla final que será encarnada por los únicos dos bandos que siguen en pie: la burguesía y la clase redentora: el proletariado. 

Es lo que podemos leer al comienzo del Manifiesto Comunista de Marx:

“La historia de toda sociedad, hasta nuestros días, no ha sido sino la historia de las luchas de clases.  Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros jurados y compañeros; en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra que termina siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas.

 En las primitivas épocas históricas comprobamos por todas partes una división jerárquica de la sociedad, una escala gradual de condiciones sociales.
En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores, vasallos, maestros, compañeros y siervos, y en cada una de estas clases gradaciones particulares.

 La sociedad burguesa moderna, levantada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clases.
No ha hecho sino sustituir con nuevas clases a las antiguas, con nuevas condiciones de opresión, con nuevas formas de lucha.

Sin embargo, el carácter distintivo de nuestra época, de la época de la burguesía, es haber simplificado los antagonismos de clases.
La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos opuestos, en dos clases enemigas: la burguesía y el proletariado”.

Tras el final de la Guerra Fría y desplome del bloque socialista, parecía que el único gran relato que quedó en pie fue el RELATO CAPITALISTA (en sus distintas modalidades), al menos el de las economías mixtas frente al fracasado sistema de planificación central.

También habría triunfado el relato de la DEMOCRACIA como única forma de gobierno y aquella idea de que los problemas que aquejan a la democracia deben ser resueltos con más democracia.

Resultó erróneo pensar que la democracia y el capitalismo irían de la mano haciendo su marcha triunfal sobre el mundo, ya que el capitalismo es un sistema que puede operar tanto en regímenes dictatoriales como la China y URSS, Cuba (aunque el último reniegue del capitalismo) y en Chile (durante el régimen de Pinochet), así como en países como Suecia o Estados Unidos.

Por otro lado, la democracia no necesariamente implica mayor libertad, ya que la tiranía es siempre tiranía, sin importar si radica en una persona, en una burocracia o en el pueblo. 

Así la idea de FRANCIS FUKUYAMA del "Fin de la historia" resultó ser parcialmente cierta, y no pasó mucho tiempo para que otros autores construyeran sus propias narrativas como SAMUEL HUNTINGTON y el "Choque de civilizaciones" según el cual los nuevos conflictos o líneas de fracturas no serían de índole ideológica, sino que más bien cultural.

Al parecer, el ataque a las Torres Gemelas dio un impulso a las ideas de Huntington.

Otros, como el neoconservador ROBERT KAGAN, apostó por el "retorno de la historia", es decir, los conflictos culturales y también ideológicos continuarán, de manera que no hay que ilusionarse con que el mundo iba a ser un lugar más seguro tras el final de la Guerra Fría.

Si bien Estados Unidos es una superpotencia, la realidad es que estaríamos en un mundo multipolar con potencias tales como China, India y la Rusia de Vladimir Putin y su deseo de recobrar para su país las glorias y el respeto que inspiraba en el pasado.

¿Fin de conflictos ideológicos?

El socialismo del Siglo XXI, como fue el de Hugo Chávez (hoy de Maduro) o el de Evo Morales, la presencia de Donald Trump o el ascenso de "Podemos" en España, hacen pensar todo lo contrario.

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