EL
DIOS CRISTIANO Y LA DIOSA RAZÓN.
“DIOS
HA MUERTO” – GRITABA NIETZSCHE.
“LA DIOSA RAZÓN NOS ESTÁ
MATANDO” – digo yo
“Dios ha muerto, vivan los dioses. La verdad ha muerto,
vivan las perspectivas. La felicidad no existe, busca, encuentra, aprovecha,
disfruta los momentos felices. Lo absoluto ha muerto, viva lo relativo. El
hombre no existe, vivan los individuos……”.
Éste podía ser el grito del siglo XIX.
¿Qué ha sido de la Diosa Razón y de sus revolucionarios y
múltiples logros en los diversos campos?.
Dicen que al día siguiente de enterrar a Nietzsche, cuando
fueron, por la mañana, a visitar su tumba apareció escrita, en letras muy
visibles, una inscripción que decía:
“DIOS HA MUERTO. Firmado NIETZSCHE.
Y cuentan, igualmente, que cuando al día siguiente mucha
gente, sabedora de la inscripción fue, curiosa, a leerla, alguien la había
tachado con grandes trazos y en su lugar ponía:
“NIETZSCHE HA MUERTO. Firmado DIOS.
Dios ha dejado de ser imprescindible para entender y
explicar los fenómenos que rodean al hombre.
Ya se lo dijo Laplace a Napoleón: “Majestad, no necesito la
hipótesis Dios para explicar el funcionamiento del universo. Me basta con
Newton”.
No se despotrica contra Dios. No hay cruzadas contra Dios.
No es obligatorio, ni siquiera es mayoritario, el ateísmo (cuanto menos el
anti-teísmo). Incluso los grandes ilustrados se confiesan y proclaman su
Deísmo.
Sencillamente hemos puesto a las Sagradas Escrituras en su
sitio. El Cristianismo es una religión. Su misión es soteriológica, de
salvación. El Cristianismo no es una explicación ni del mundo, ni del hombre,
ni de la vida.
Cristo no vino a enseñarnos verdades para que entendiéramos,
sino caminos, por los que transitar, para salvarnos.
El Cristianismo no es una Filosofía, es una Religión. Sólo
una religión. Pero nada menos que una religión.
Y las religiones no son verdaderas ni falsas. Ninguna
religión es verdadera, ninguna religión es falsa. Los calificativos “verdadero”
y “falso”, las categorías de “verdad” y de “falsedad” son ajenos a las
religiones.
El agua no es ni cuadrada ni redonda; no porque no exista el
agua, no porque no existan las formas redondas y cuadradas; sencillamente, es
que el agua, al ser líquida, es informe, no tiene forma alguna.
Las Religiones no son verdaderas ni falsas. Son buenas o
malas, mejores o peores, ayudan o perjudican, te hacen feliz o desgraciado, son
liberadoras o esclavizantes, te ponen alas o te aprisionan con grilletes, son
egoístas o altruistas, son exclusivas o inclusivas, te ayudan a madurar como
persona o te despersonalizan….
Pero el hecho de que todas valgan, no quiere decir que todas
valgan igual. Dinero es un euro y dinero son veinte euros. Ambos valen. Pero
veinte vale siempre más que uno.
Existen los colores y existen los sentimientos. Existen el
amor y el odio; y existen el rojo, el amarillo, el verde y el azul. Pero el
amor y el odio son incoloros.
Decir que el amor es rojo o que el odio es de color
amarillo, ni es verdadero ni es falso.
Decir que el odio pesa más que el amor, que la esperanza es
azul mientras la pena es negra. Decir que te quiero tres metros o que te odio
cuatro kilos. No es ni verdadero ni falso.
Decimos los filósofos
que esas frases son “sin sentidos”. ¿Por qué?.
Sencillamente, porque a los fenómenos psíquicos, a los sentimientos,
al amor y al odio, a la esperanza y a la envidia….. No se les puede aplicar
cualidades físicas (ni colores, ni formas, ni medidas, ni pesos…)
No que no exista Dios, y el más allá, y la inmortalidad del
alma, y la vida eterna…Sencillamente, no sabemos nada de eso. ¿Por qué?. Porque
esas realidades metafísicas no pueden ser ni verificadas ni falsadas por
procedimientos físicos o científicos.
No que no exista Dios, sencillamente no lo sé, ni puedo
saberlo y, además no me hace falta Dios para poder explicar este terremoto, las
órbitas elípticas que recorren los planetas en su traslación, el nacimiento de
un niño, el origen del poder…
La Razón, como instrumento de las hipótesis explicativas, ha
sustituido a Dios. Y funciona.
La Diosa Razón ha ocupado el lugar que durante tanto tiempo
ha estado ocupado por el Dios Cristiano en Occidente.
La piedra no cae porque Dios quiera, sino por la gravedad.
La Razón ha descubierto las razones de por qué se mueven los
astros, de por qué una manzana cae verticalmente al suelo cuando se desgaja de
su rama, por qué una piedra al ser lanzada hacia arriba o hacia delante, caerá,
antes o después, pero caerá.
La naturaleza estaba ahí, al alcance. Estaba pidiéndonos a
gritos que la descubriéramos, que averiguáramos cómo funcionaba, cuáles eran
sus comportamientos, por qué leyes se regían…Y el hombre, pertrechado con su
Razón, de la mano de la
Diosa Razón, dejando en casa, y quizá en su corazón, a su
Dios cristiano, ha empezado a saber para prever, para proveer, para poder.
Si el saber antiguo
era sabroso, se saboreaba, tenía buen sabor, sabía bien. Si era un placer saber
por el hecho de saber, si el saber era un fin en sí mismo, si el sabio, al
saberlo y por saberlo, ya era feliz. Ahora ya no. Ahora perseguimos el
conocimiento y conocer es utilidad. Me interesa conocer no para saborear lo
conocido sino para sacar provecho de su conocimiento. El conocer ya no es un
fin sino un medio.
El que más conoce y el que mejor conoce, más prevé, más
provee. Más puede.
Ahora se saborea el poder ya no el saber (incluso a lo mejor
sabe mal, pero se puede más, por ejemplo la bomba atómica).
El conocer vale si es fructífero.
El científico ha sustituido al sabio.
El técnico y el tecnólogo son hijos del científico y no
tienen parentesco alguno con el filósofo.
La RAZÓN nos es útil en esta vida. Muy
útil.
Si tuviéramos que enumerar las consecuencias positivas, los
logros de la razón, no terminaríamos en varios días. Las 7 maravillas del mundo
son nada con las maravillas de la
Razón de nuestra época. Empezando por la Seguridad Social
(un producto de la Razón)
y las hipotecas, hasta las tarjetas de crédito, la cirugía estética o Internet.
Sería interminable la simple enumeración de los logros de la Razón. (Y no se me olvida
El Corte Inglés, como un día me recordaba una oyente)
Pero yo quería exponer a los Filósofos de la Sospecha. Los
que critican a la Razón y sus consecuencias negativas.
Como hemos comprobado, la razón avanza, corre, más que
correr, vuela. La hemos acelerado tanto tanto que estamos entrando a saco en
todo lo que se pone por delante. Con la Razón, a diestro y siniestro, andamos
como elefante en cacharrería.
1.- En primer lugar entramos con la Razón en EL OTRO, en
Dios, y ya lo hemos declarado prescindible en múltiples funciones en las que
antes detentaba el monopolio. Hay quien, en el paroxismo, insulta y harta de
“ignorantes”, de “retrasados”, de
“anticuados” a todos aquellos que aún están con Él en amigable compañía. Como
si hubiera que despeñar a un coche por un barranco porque el coche no puede
volar.
2.- Hemos dirigido la Razón hacia LO OTRO, hacia la
naturaleza y de su invitación a ser conocida hemos llegado a su violación. No
es que la hayamos conocido mejor y nos hayamos aprovechado más de ella, que la
hayamos usado (que es lo que ella nos pedía) es que hemos abusado tanto de ella
que se está retorciendo, revolviendo y volviéndose contra nosotros. La hemos
exprimido, la hemos estrujado, la hemos estirado tanto que hemos contaminado/seguimos
contaminando el aire, el agua y la tierra. Hemos echado/estamos echando tanta
“mierda” al aire que lo hemos rasgado, le hemos hecho un agujero en la
ozonosfera. Hemos deforestado/estamos deforestando tanto y tan de prisa que
estamos desertizando el planeta, no digo nada de nuestra querida Andalucía. El
recalentamiento de la atmósfera, el CAMBIO CLIMÁTICO, (tan de moda la semana anterior, con Al Gore
de santón predicador, los cánceres de piel, las sequías y la escasez de
agua….¡LA MADRE QUE PARIÓ A TANTA RAZÓN¡
3º.- Hemos dirigido la Razón a LOS OTROS, a los que son
igual que yo, y en vez de verlos como iguales, como hermanos, como compañeros,
los vemos como unos entrometidos, inferiores, rivales, competidores,
adversarios, casi enemigos, porque vienen a ocupar mi sitio, a quitarme mi
trabajo, a molestar, a crear inseguridad. Y nos sale por los poros el RACISMO y LA XENOFOBIA.
Como ellos eran unos ignorantes fuimos con nuestra RAZÓN y
colonizamos sus tierras y, bajo el pretexto de ayudarles y enseñarles, le hemos
esquilmado sus riquezas, hemos explotado su mano de obra, y cuando nos hemos
ido de allí porque ya no había nada aprovechable, ahora vienen ellos, en
persona, (en cayucos, pero en persona) a reclamar, a pedir cuentas para poder
seguir vivos y surge en nosotros la desconfianza, el temor….
Nunca nos molestó ni su raza, ni su cultura, ni su religión,
cuando nos interesaba, cuando teníamos intereses.
¿Qué nos está pasando?. ¿Padecemos un empacho de Razón?.
¿Habrá ido demasiado revolucionado el motor RAZÓN?. ¿Lo
habremos quemado y lo seguiremos quemando?.
Seguiremos produciendo más cosas, mejores cosas, más
rápidamente, pero ¿lo estamos pasando por el colador de la Ética?.
¿Todo lo que puede ser hecho debe ser hecho?.
¿Habrá que parar todo este desbarajuste para que no siga
ocurriendo que cada vez menos personas
vivamos mejor a costa de que cada vez más personas vivan peor o no vivan?.
¿Por qué no ha habido y no hay un desarrollo moral paralelo,
parejo, simultáneo a este desarrollo científico técnico, tecnológico?.
Tenemos más pero ¿somos mejores?.
Nuestro abuso histórico sobre los otros y nuestro desarrollo
tecnológico está dando lugar al acceso fácil a armas sofisticadas por parte de
masas resentidas, fanáticas (religiosas, nacionalistas, racistas) y esto, lo
estamos tristemente comprobando, es grave, muy grave.
Cuando estos dioses, divinos o laicos, piden, exigen sangre,
no sólo piden mártires propios también piden sangre ajena, de infieles, para
purificar la tierra..
¿Se puede razonar con un fanático irracional?.
¿Cuál sería, cuál podría ser, el campo neutral para un
diálogo?.
¿Acaso no es universal La Razón?. ¿No razonamos todos?. ¿No
son 5x5=25 para todos los hombres?. Si las verdades científicas son
universales, ¿por qué no los valores éticos, basados en la razón?. No sólo las
verdades racionales, también los bienes racionales. No hablo de morales, hablo
de ética.
¿Podríamos sentarnos a dialogar sobre valores éticos,
racionales?.
Kant, el gran filósofo ilustrado, el filósofo de la Razón,
proclamaba:
- La meta de la
Ilustración es “Una humanidad más libre”.
- El camino para ello es “La Razón”.
- El lema es “atrévete a pensar por ti mismo”, “sé
valiente”, “Decídete”.
¡Vaya un programa tan completo¡.
Suele decirse que la “guinda”, el culmen de la Ilustración,
el fruto maduro final de la modernidad fue LA REVOLUCIÓN FRANCESA y su LIBERTÉ,
AEQUALITÉ Y FRATERNITÉ.
Más y mejores fuerzas, más y mejores productos, más y más
productivas ventas, más y mayores ganancias, más y más progreso científico y
tecnológico, pero ¿SOMOS MEJORES AHORA QUE ANTES?. ¿SOMOS MÁS FELICES?.
Estamos equivocados si creemos que la meta de la razón es
descubrir la verdad. El fin de la inteligencia es la felicidad. Si pensamos no
es tanto para saber como para ser felices.
Nada nuevo bajo el sol desde aquel Aristóteles: “Todo lo que
el hombre hace lo hace para ser feliz”.
¿SOMOS MÁS FELICES AL CONOCER MÁS Y DISPONER DE MÁS COSAS?. ¿SOMOS MÁS LIBRES, MÁS JUSTOS,
MÁS SOLIDARIOS, MÁS FRATERNOS?.
¿El consumismo es la felicidad?. ¿La felicidad es el
consumismo?. Eso parece. La tiranía del tener
¿Qué ha pasado con la LIBERTÉ, LA AEQUALITÉ Y LA FRATERNITE?
Si el siglo XVIII fue el siglo de la euforia porque habíamos
encontrado la novia ideal y ésta nos había dicho que sí y nos habíamos casado
con La Razón. ¿ Cuál ha sido la prole de ese matrimonio?. ¿Cómo crecieron y se
desarrollaron esas tres hijas de nombres tan preciosos, LIBERTAD, IGUALDAD Y
FRATERNIDAD O JUSTICIA?.
El siglo XIX, como sabemos, es en parte el siglo del
Romanticismo.
El Romanticismo toma como punto de partida “El Fracaso del
Proyecto Ilustrado”. Los ilustrados habían vaticinado el triunfo definitivo de
la Razón sobre todas las fuerzas políticas (el Antiguo Régimen) e ideológicas
(tradición, superstición,…) que se le oponían.
Sostenían que el progreso técnico llevaría de la mano el
progreso moral, porque es la misma Razón la que está trabajando. Por eso
miraban el futuro con esperanza e ilusión, convencidos de que algo mejor
aguarda a la humanidad, de que las luces de la Ilustración orientarían a los
hombres hacia una sociedad más justa, más libre, más igualitaria y fraternal.
Si en algo están de acuerdo los “intelectuales” del siglo
XIX (escritores, artistas, filósofos, científicos,…..) es que nada de eso se ha
producido y que, por tanto, el proyecto ilustrado había fracasado.
Comencemos por la LIBERTAD.
Las grandes masas de población han tenido que trasladarse
del campo a las incipientes ciudades industriales, en busca de una vida mejor,
o simplemente para vivir. Y como ya no eran siervos, sino hombres “libres”,
pudieron firmar “libremente” sus contratos de trabajo en virtud de los cuales
trabajarían setenta o más horas en una
fábrica en condiciones pésimas para sustentar a su familia, a su prole (así
nacieron los “proletarios”). La verdad era que un esclavo de la antigua Roma
vivía bastante mejor que un proletario (“libre”, eso sí), europeo de mediados
del siglo XIX.
La Libertad Política se había convertido en una trampa.
En el Antiguo Régimen el noble era responsable del bienestar
de sus siervos, ahora el proletariado podía morirse de hambre y nadie era
responsable de su situación.
El proletario era libre para firmar o no ese contrato
leonino de trabajo, pero ¿qué otra alternativa tenía?. Si no firma, no trabaja,
no cobra salario, se muere. Si firma, trabaja, cobra un salario de miseria y se
mata trabajando.
El proletario podía recitar la copla: “Ni contigo ni sin ti,
tienen mis males remedio. Contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero”.
LIBRE para morir, de hambre o
trabajando.
Las trampas de la libertad: Libertad Política (para elegir y
ser elegido) y Libertad Económica.
La burguesía quiere hacer creer a los demás, y quizá también
se lo crea ella misma, que la Ley de la Oferta y de la Demanda, que es la ley
del mercado, tiene el mismo alcance que la Ley de la Gravedad de Newton.
La Burguesía quiere hacer ver que la Ley del Mercado es una
Ley Natural y no una ley histórica, humana,…
El “Laissez faire, laissez passer” es el lema del
liberalismo económico. Que el estado mire para otro lado cuando hablamos de
economía. Que el Estado “Deje Hacer” a los burgueses lo que crean más
conveniente y que “Deje Pasar” el dinero y los productos por las aduanas.
LIBERTAD ECONÓMICA. Oferta y demanda de: materias primas, de salarios, de
productos, de mercado,….
Recordemos las condiciones de trabajo que “libremente”
firmaban los trabajadores (Informe de 1.840 del Doctor Villermé):
1.- La jornada laboral, en general, es de 14 horas, y, en
algunos casos, más. Si le restamos 14 horas a 24 quedan sólo 10 para descansar,
vivir, convivir y dormir.
2.- Las mujeres y los niños cobran salarios todavía más
miserables por sus 12 horas de trabajo.
3.- De fin de semana nada. Se trabajan también los domingos.
4.- Nada de vacaciones, ni pagadas ni no pagadas. El que
faltaba al trabajo podía perder el empleo.
5.- No había seguridad social, es decir, que si alguien caía
enfermo, mientras la enfermedad no percibía salario. ¡Sería una injusticia¡. Lo
justo es: en un platillo de la balanza tú pones el trabajo y en el otro
platillo yo pongo el salario. Si estuviera uno y no otro, sería “injusto”. La
balanza no estaría equilibrada. No podría pararse, quieta, en el “fiel” de la
misma. ¿Y de qué comía la familia esos días si el padre, enfermo, no puede ir a
trabajar?. ¡Ah¡.
6.- No hay legislación de accidentes de trabajo. Si alguien,
por un accidente, quedaba inválido, se quedaba sin percibir ni dinero ni
pensión. ¿Y si la mujer estaba dando a luz y ese día no podía ir a trabajar?.
¡Ah¡.
7.- No existe la jubilación. El que, por su edad, ya no
puede trabajar…..¡Ah¡.
8.- El despido era totalmente libre. El patrono te puede despedir
por…. Porque le da la gana. Para eso es suya la fábrica.
Pero quizás lo más aterrador era la disposición existente en
Inglaterra según la cual un padre podía, por anticipado, vender el trabajo de
sus hijos.
Esta monstruosidad significa que, cuando un padre de
familia, que trabaja todo lo máximo que puede y, debido a la miseria de los
salarios, no le llega para hacer frente a las más imperiosas necesidades
familiares, va al patrono y le pide dinero. Y el patrono le da el dinero como
pago adelantado del trabajo que, en el futuro, haga el hijo del obrero. De
forma que este hijo, cuando llega a la edad de trabajar se encuentra con que,
por ejemplo, los tres o cuatro o los que
sean primeros años de su trabajo, ya no los cobra, porque ya los había cobrado
su padre.
¿Y eso? Eso es porque los salarios se regían por lo que
Lasalle llamaba “La ley de bronce de los salarios”. Por ejemplo. Si tú,
trabajando para mí, en mi fábrica, has gastado 3250 calorías, si eso es lo que
tú “me has dado a mí”, lo que tú has puesto en tu platillo de la “justa”
balanza, yo, en el otro platillo de esa “justa”balanza pondré el dinero
“justo”, equivalente al pan, la leche, la carne,…. que debes comprar para
“reponer” las 3250 calorías que tú me has dado. Lo que me das = lo que te doy.
Pero ¿y los niños pequeños que aún no…..pero y la mujer que
acaba de dar a luz y no…..pero y el abuelo, ya viejo, que ya no……? ¡Ah¡
Los salarios son individuales, no familiares ni sociales.
Sería injusto que yo te pagara menos de lo que tú…..pero
sería, igualmente injusto, que yo te pagara más de lo que tú… En ambos casos la
balanza se desequilibraría, no estaría, justamente, en el “fiel”.
Pero, ¡Eso sí!. El obrero es LIBRE. Libre para firmar o no
el contrato, libre para tomarlo o dejarlo, no puede ser obligado…..
LIBERTAD. ¡Qué bonito nombre
tienes!.
Pero pasemos a la IGUALDAD.
Las leyes liberales garantizan la igualdad jurídica de los
ciudadanos (¿también de las ciudadanas?).
¿Es el sigo XIX más IGUALITARIO que los anteriores?. Los hechos
dicen que no.
La revolución industrial propició un aumento de la
productividad y, consiguientemente, de los beneficios y de la riqueza. ¿Cómo se
repartió ésta?. Aquí, ahora, tocaría hablar del “capital constante” y del
“capital variable”. Tocaría hablar de la “plusvalía”.
La alta burguesía aumentó muy considerablemente su nivel de
vida, mientras los proletarios continuaron con una vida de mera subsistencia,
en el mejor de los casos.
IGUALDAD ante la ley. Todos somos iguales ante la ley. La
ley se aplica igual para todos. Todos sometidos a la ley. ¿Pero a qué ley?. A
la ley burguesa. ¿Y qué manda o prohíbe la ley burguesa?. Pues te lo puedes
imaginar. ¿Te imaginas a los burgueses legislando contra ellos mismos?.
La ley que salvaguarda los derechos de herencia. La ley que
ordena el respeto a la propiedad privada. La ley que castiga fuertemente el
robo….. ¿A quién le pueden interesar esas leyes?. Pues a los que tienen bienes
y tienen algo que temer y algo que perder. ¿Cómo les puede afectar al proletariado
la ley que protege la propiedad privada, si no es propietario de nada, excepto
de sus manos para trabajar?.
La pirámide social va cambiando su configuración. La base de
la pirámide cada vez va creciendo porque a ella van no sólo los proletarios sino
también los pequeños empresarios que no pueden con la competitividad y se
arruinan.
Darwin había lanzado su teoría de la evolución con el
mecanismo de “la lucha por la vida”. En una lucha sólo sobreviven los más
aptos, los mejor preparados, los más cualificados, los mejores.
Ahora es la competitividad empresarial. Es el darwinismo
social. Las empresas mejor preparadas, las más “competentes”, las más
competitivas, son las que sobreviven. Las otras mueren, desaparecen. Los
pequeños empresarios, arruinados, serán apeados de las capas altas de la
pirámide y pasarán a engrosar la base, proletaria, de la misma.
IGUALDAD ante la ley. ¿De verdad?. ¿Ante qué ley?
El siglo XIX fue menos “igual” que los siglos anteriores.
IGUALDAD. ¡Qué bonito nombre tienes!.
¿Y LA FRATERNIDAD?. ¿Qué decir de la FRATERNIDAD?.
Es verdad que en ningún período de la historia los hombres
se han comportado fraternalmente, pero el siglo XIX es, con mucho, peor que los
siglos anteriores.
El siglo XIX es el siglo del Colonialismo.
Las potencias europeas se lanzan a la conquista de lo que
hoy llamamos tercer mundo para hacerse con el control de las materias
primas y así asegurarse su prosperidad
económica.
¿FRATERNIDAD?. ¿JUSTICIA?.
Ni dentro ni fuera. Explotados en el trabajo o desposeídos de sus
riquezas. En cualquier caso, INJUSTICIA
Lo había ya proclamado dos mil cuatrocientos años antes el
sabio Confucio: “Donde hay Justicia, no hay Pobreza”. Si le aplicamos el Modus
Tollens de la Lógica Matemática “ por lo
tanto “si hay Pobreza es que no hay/no ha habido Justicia”.
Y si la Injusticia Interna, más o menos, a base de
presiones, negociaciones, sindicatos, legislación laboral,….se ha ido, más o
menos, edulcorando, dulcificando, las pateras son la firma de la otra Injusticia,
la externa.
Los siglos posteriores, XIX, XX y XXI son los testigos del
desencanto con los ideales ilustrados. La Libertad de una pequeña parte de la
población y la Desigualdad y la Injusticia por doquier, vigente en la mayoría
de la humanidad.
¿Qué se podía hacer ante el panorama?.
En el XIX hubo dos grandes intentos:
1º.- La solución de “La huída hacia adelante”, hacia el
futuro. La Causa del fracaso estaría en que no se ha profundizado lo suficiente
en las ideas ilustradas. Es necesario un nuevo impulso. Ésta es la opción de
Marx y el marxismo.
El Capitalismo lleva la contradicción en su interior, padece
de metástasis. Aceleremos, incrementemos los factores agravantes y que caiga,
desde dentro, con la ayuda de las masas
proletarias, desde fuera.
1º.- La otra solución fue la de Nietzsche, una “huída hacia
atrás”, hacia el pasado. Los modelos genuinos de vida, los más auténticos y a
seguir, son los anteriores al “maldito Sócrates” que divinizó la Razón y la
convirtió en la única “piedra de toque” de nuestra civilización, matando y
enterrando a la otra gran fuerza humana “la pasión”.
Sócrates es el culpable de la entronización de Apolo, como
el único dios, y el gran deicida de Dionisos o Baco.
Los griegos pre-socráticos armonizaban el cerebro (Apolo)
con el cuerpo (Dionisos). El saber y el placer. La reflexión y la diversión. La
Razón y la Pasión. “No somos alma y tenemos cuerpo”, “somos almas corporeizadas
o cuerpos animados”. Debemos alimentarlos a ambos.
Por si fuera poco, el Cristianismo “bautizó” el mensaje
socrático, y la Razón monopolista quedó entronizada como “el Dios monoteísta”.
Hay que volver a los modelos antiguos presocráticos, donde
podemos encontrar “hombres y valores” más humanos que los que propicia la
sociedad industrial y hay que “matar al
Dios Cristiano”, que éste sí que es antivital.
Pero, a diferencia de Marx y el marxismo, Nietzsche no tiene
por objetivo cambiar la sociedad, sino que el individuo se cambie a sí mismo,
el individualismo. El super-hombre es el nuevo hombre que todos llevamos dentro
pero, en potencia, aún no actualizado porque, sobre todo el Cristianismo, lo ha
maldecido como el gran pecado, el de soberbia, super-bios, super-vida, vida
superior.
Pero el super-hombre no es un proyecto colectivo a
conseguir. La salvación no está al alcance de todo el mundo. Sólo unos pocos
tienen las cualidades: sensibilidad, educación, cultura, fuerza, tesón,
constancia…que les permitirán gozar del nuevo modelo de vida. No todos pueden
llegar, pero cualquiera puede hacerlo. El individualismo conduce al elitismo,
pero tú y yo y el vecino del quinto podemos pertenecer a esa élite.
Eso sí, debemos olvidarnos de esta Razón científica que sólo
nos proporciona una visión superficial de las cosas pero que no puede hacerse
cargo de las cuestiones fundamentales de la vida. Ella reina en el reino del “tener”, pero es nula en el reino del
“ser”.
Querer pasar la Vida por el cedazo de la Razón es como el
que quiere coger Agua con una Cesta.
Si Marx había gritado y terminaba su Manifiesto con
“Proletarios de todos los países, uníos”, es porque sigue siendo un Ilustrado.
Y la Ilustración es un movimiento cosmopolita. La razón humana es la misma para
todos; las ideas y los ideales, también.
Nietzsche reacciona en sentido contrario. El hombre es una
abstracción, no existe. Lo que realmente existe son los hombres, los individuos.
La salvación tiene que venir desde dentro y desde cada uno.
Ya hemos pasado por la etapa de “camello” (el animal que
soporta todo lo que le echen y que carga con las cargas más grandes porque, en
esta vida, cuanto peor, mejor, más méritos para la otra. El “camello” es la
imagen del “hombre cristiano” que considera esta vida como un “valle de
lágrimas”. Es el que tiene siempre en su mente, presidiendo su conducta el “YO
DEBO, YO DEBO, YO DEBO…..”).
Ya hemos dejado, también atrás, la etapa de “león” (el
animal que es el rey de la selva, el que más puede, al que ningún otro animal
se le resiste, el auténticamente libre, porque no está sometido a ningún otro.
Sólo él es el Libre, todos los demás deben estar sumisos a él. El “león” es la
imagen del “hombre ilustrado”, el que ha descubierto el arma de La Razón y va
progresando y progresando y progresando… y no le ve límite a su progreso. Es el
que tiene en su mente, presidiendo su conducta el “YO PUEDO, YO PUEDO, YO
PUEDO….).
Tenemos que pasar a la tercera etapa o metamorfosis, a la de
“Niño”, a la etapa de la inocencia. Y ¿qué es lo que quiere un niño? JUGAR. Eso
es/debe ser la vida, un juego. Un placentero juego. La vida tiene como meta ser
vivida. El sentido de la vida es agotarla viviendo gozosamente. La vida no
es/no debe ser sufrimiento, sino alegría. La vida no es una escalera que “sirva
para” subir a otra vida. La vida no es un instrumento, un medio para otra cosa,
la vida es un fin en sí mismo. La vida es una noria placentera en la que
mientras vivimos, mientras estamos subidos en ella, debemos disfrutar, cantar,
reír,…Y ¡maldita sea la hora en que se pare la noria y tengamos que apearnos de
ella¡
.
El niño es el que tiene en su mente, presidiendo su conducta,
el “YO QUIERO, YO QUIERO, YO QUIERO…”.
Es curioso, este Nietzsche, el mayor “insultador” (¡perdón
por esta palabra, porque quizá sea un “palabro”) del cristianismo, el autor de
El Anticristo, el que le achaca al Cristianismo toda la decadencia vital del
mundo occidental, el que…. Al final, me está recordando aquello de “en verdad,
en verdad os digo que, si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de
los cielos”- que dijo el Nazareno..
Adiós a Dios. El hombre ha tomado las riendas de la historia
y de su destino. Pero si “Dios ha muerto”, como dice Nietzsche, “la Diosa
Razón” nos está matando. NI LIBERTAD, NI IGUALDAD, NI JUSTICIA.
Se acabó LA SEGURIDAD. Tenemos que acostumbrarnos a vivir a
la intemperie, al día. No hay camino. Hemos arrancado los postes indicadores,
las señales de la carretera, que nos llevaban al cielo o al infierno, porque
ambos eran los productos de la imaginación de un hombre enfermo, infeliz,
mísero, pero ansioso y deseoso de que existieran (es lo que G. Puente Ojea
denomina “la falacia conativa”).
Estamos aquí, desorientados, pero tenemos que elegir, porque
la vida sigue. Y no tenemos la seguridad de acertar, ni sabemos qué camino
tomar, porque, como nos recordaba el poeta: “caminante, no hay camino; se hace
camino al andar. Al andar se hace camino….”
Debemos estar alerta, preparados, para saber resguardarnos
de las inclemencias. Debemos tener previstas las salidas. “Al ratón que sólo
conoce un agujero, a ese pronto lo pilla el gato” – me solía recordar mi
analfabeta pero sabia abuela María.
Preparados para poder sortear los peligros de la NO
LIBERTAD, de LA DESIGUALDAD y de LA INJUSTICIA. Como el egoísmo está
solidificándose en la naturaleza de cada uno de nosotros, la solidaridad está
ausente.
Si La Seguridad está ausente, LA INCERTIDUMBRE y LA DUDA son nuestras habituales compañeras
de viaje.
Si alguien os asegura estar “seguro, segurísimo”, rehuirlo o
temedlo.
No existe “la tabla de salvación”, sino aprender a nadar y
mantenerse nadando. Nada hay seguro a lo que poder agarrarse. Incluso ese
tronco al que te aferras va corriente abajo y ni tú ni él sabéis su destino.
DIOS HA MUERTO
LA SEGURIDAD HA MUERTO.
El hombre actual, en un autoengaño cómplice, prefiere no
pensar, no mirar y disolverse en la masa, ser un número más, un grano de trigo
más, perdido, anónimo, en el montón, que es lo que realmente existe.
Hay miedo a la diferencia. Pueden apuntarte y señalarte con
el dedo, se teme a la originalidad, a la singularidad. Se lleva el
“pret-a-porter”.
Dio era/siempre fue:
-
El dispensador del Orden.
-
El sentido del
mundo.
-
El garante de la
verdad.
-
El garante del
bien.
Pero “Dios ha muerto”, o, mejor “lo hemos matado”. ¿Cómo
puede seguir funcionando todo, todavía?.
Nosotros lo hemos sustituido por un dios alternativo, por
nosotros mismos, por nuestra Razón, “La Diosa Razón”, que nos iba a hacer más
Libres, más Iguales, más Fraternales y más Solidarios y más Justos y ¡fíjate
dónde nos ha llevado¡.
Ese ateísmo reinante en nuestro mundo, no es una campaña
contra Dios, es el olvido de Dios.
Dios ha dejado de ser necesario en nuestra vida. Está
muriéndose de aburrimiento, de inanición.
Nuestra Diosa, la excesiva confianza en nuestras fuerzas, el
excesivo optimismo, nuestra última gran creencia, la “creencia en la Razón”,
“la creencia en la ciencia” nos ha traído, de momento, dos guerras mundiales y,
actualmente, estamos asistiendo, en directo, a la guerra real universal de la
pobreza y de la muerte, pero, como lo vemos en la tele, lo tomamos como un
espectáculo televisivo.
Estamos perdiendo la guerra contra el hambre, la enfermedad
y la muerte pero lo interpretamos como un reportaje, como un drama montado por
un director y no como una tragedia real a la que se enfrenta, “sin armas”, una
gran parte de la humanidad.
He ahí el gran fracaso del gran proyecto humano de la
Ilustración.
Somos incapaces de acabar con esa tragedia pero estamos
preparados para una guerra nuclear. ¡Qué contradicción¡.
Basta con que un loco se sienta, de nuevo, llamado o ungido
por un dios para que purifique al mundo y lo libre del diablo para que todo
esto se convierta en un infierno.
Los occidentales hemos sacado tanto pecho que, sabiéndolo o
sin saberlo, estamos engordando nuestra vanidad y estamos necesitados de una
cura de adelgazamiento, una cura de humildad, de renuncias, de poner entre
paréntesis tanto texto que llevamos escrito.
Nosotros, creadores de la tecnología, hemos caído
“enredados” en sus “redes” y ella nos ha convertido en
“drogo-tecno-dependientes”. ¿Podríamos, tu y yo, hoy, ahora, vivir sin tele, sin coche, sin móvil, sin lavadora, sin
aire acondicionado, sin frigorífico, sin microondas, sin gas, sin ordenador,
sin Internet, sin…..sin……sin…..sin….?.
El burlador burlado.
Desvivirse trabajando para vivir sin tiempo para disfrutar
de la vida.
Vivimos en un mundo manifiestamente mejorable.
¿Pero es que La Razón es unidimensional?. ¿Es que sólo
existe la Razón Científica, con la meta de saber y crear cosas?. ¿Es que no hay
una Razón Moral cuya meta es hacernos mejores?. ¿Es que no hay una Razón Social
cuyo fin es la mayor felicidad para el mayor número?. ¿Es que no hay una Razón
Estética, para crear y contemplar, disfrutando, la belleza?. ¿Es que no hay una
Razón Comunicativa que nos ayuda a contactar con los demás para entendernos y
emprender proyectos en común?.
¿Cómo, siendo tan inteligentes, hemos podido ser tan torpes
para dejarnos “matrimoniar” (¡perdón¡, otra vez) por la primera razón que se
cruzó en nuestro camino, la razón científica?. Y ahora, encima, nos quiere
negar el divorcio, (¡nos lo está poniendo tan difícil porque nos tiene cogidos
por los…..¡) para que podamos convivir con las otras Razones.
Como diría aquel agnóstico, (yo, por ejemplo): “Señor,
perdónanos, que ni sabemos lo que hemos hecho ni somos conscientes de lo que
estamos haciendo”.
LA MADRE QUE LA PARIÓ
LA MADRE QUE NOS PARIÓ.