lunes, 1 de diciembre de 2014

LA MUJER EN LA IGLESIA.



"Lento, callado y amargo, el camino de las mujeres dentro de la Iglesia" –Dice una teóloga brasileña.

Me pregunto, yo, si hay camino, aunque sea lento, aunque sea callado, aunque sea amargo, o es, más bien un muro, un callejón sin salida, un espejismo.

No sólo el poder político ha estado y está (¿seguirá estándolo?) sobre todo, cuantitativamente, en manos de los varones.
También el poder religioso, el poder eclesiástico. Y, en éste, ni paridad, ni cuotas.

¿Alguna mujer está presente en los centros de poder en la Iglesia Católica?
¿Alguna mujer en los cónclaves, donde se dirime la máxima autoridad de la Iglesia?
¿Alguna mujer presente en los Sínodos de los Obispos?

La mujer ha sido considerada como la receptora y depositaria de las grandes virtudes marianas (virginidad, sacrificio, abnegación, entrega, madre, protectora, compañera, devota, fiel, guardiana del hogar, pilar de la familia, motor de la sociedad, transmisora de valores, la reina de la casa….).

Y la mujer no quiere seguir siendo "símbolo de la fecundidad, modelo de belleza, muñeca de colección. SOY MUJER". ¿Recuerdan? Día internacional de la mujer. 8 de marzo.

La mujer debe reprimir su sexualidad, y por supuesto su sexo. Sólo con su marido. Siempre a su disposición. El débito conyugal. Sólo tierra fértil. Sólo reproductora. No al placer.

Creo que fue el Papa Juan Pablo II quien afirmó que fue voluntad de Cristo ordenar sacerdotes sólo a varones.
¿De verdad?
¿Durante toda la historia ha sido así? ¿Debería haber sido así? ¿Debe seguir siendo así?

Un error es confundir "Iglesia" (poder) con "Religión" (vida, vivencia, interior).

Jesús de Nazaret era alérgico al poder, a todo tipo de poder. Al poder económico (escena del templo), al poder religioso (el Sanedrín), al poder político (Pilatos).

Si el Papa es el vicario de Cristo en la tierra y "vicario" significa "representante" ¡Qué mal representante ha sido a lo largo de la historia¡

Querer convencer desde el poder es absurdo, es, pues, imposible.
Desde el poder se vence, no se convence.
La poderosa es la palabra, no la espada.
Quien detenta el poder no dialoga, no propone, sino que impone.

El poderoso no tiene autoridad por vencer. La victoria siempre es autoritarismo. La autoridad, por el contrario, se conquista.
La autoridad es un poder que sólo se obtiene por el libre reconocimiento de los otros.

El poder impone el orden. Su poder es autoritario. La autoridad propone, siembra, mima la paz.

Pero la paz no es orden.
El orden no es, necesariamente, paz.
El orden se impone desde el poder hasta con la fuerza, con la tortura o con la censura.
La paz es otra cosa.
La paz se conquista con la autoridad de la conciencia.

Un dictador, un militar, viven por y para el orden.
Un maestro, un profeta, son sembradores de paz.

Lo que ponía, en letras muy grandes, en la escuela de mi pueblo, en aquellos años infantiles, "25 años de paz", no era verdad. Fueron sólo "25 años de orden", ¡y ¡ay¡ de aquel que intentara desordenarlo¡

A veces los grandes genios culturales proclaman grandes pensamientos bárbaros.
Creo que fue el gran Goethe, el del cociente de inteligencia nunca superado por ningún otro mortal, según aprendí en Psicología, en el Pinillos, quien afirmó: "Prefiero la injusticia al desorden".


¡Una barbaridad¡ - oiga.

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