Reza un adagio latino: “nunquam affirmes, raro neges, semper
distingue”.
Tomar el Catolicismo como un bloque homogéneo y compacto es
firmar el disparate y vivir en el desconcierto.
Dentro del catolicismo no es igual el Opus Dei que el Padre
Ángel o el ya fallecido V. Ferrer, no es lo mismo la teología del teólogo
Ratzinger que la de Ellacuría o la de los teólogos de la liberación; no es
igual el Colegio Cardenalicio que la madre Teresa de Calcuta. Y todos están
dentro del Catolicismo.
“Semper distingue”.
Igual ocurre con el Islamismo.
No
es igual el islamismo moderado del gobierno turco que el islamismo radical de
los talibanes.
Solemos cometer la falacia de tomar como el todo lo que sólo
es una parte. Como si todo el islamismo fuera talibán.
Tampoco es igual una religión que acepte, como normal, la
separación de los órdenes político y religioso que otra que sólo concibe la
fusión de ambos de tal manera que sólo admita la Ley Islámica como el
único marco regulador de la política, de la economía, de la cultura, de la
educación, de la sociedad…
Es
aquella religión que dice: “El Islamismo es el que más y mejor cumple con los
derechos humanos porque los derechos humanos son los que están en el
Islamismo”.
Hay un Islamismo radical y violento, pero no todo Islamismo
lo es. Como hay un Opus, unos Legionarios de Cristo y unos Kikos pero no todos
los católicos son del Opus o Kikos o Legionarios de Cristo.
La fuerza del Islamismo (no el Islamismo, que es muy
anterior) surgió como reacción a la colonización, a la occidentalización, al
laicismo occidentalizante.
Ocupar el territorio, copar las fuentes de riqueza,
convertir en mera mano de obra barata a los dueños de las mismas…. ¿también
ocupación mental y cordial?
El punto de unión para hacer frente a esa invasión total,
física y mental, era y fue la religión islámica, que predicó e hizo ver a
Occidente y a su cultura, a su forma de pensar y de vivir como una fuerza destructiva, atacante, bien
directamente (viendo su religión como un atraso) o bien indirectamente (por
desgaste paulatino en el hacer diario, no en contra de la religión sino al
margen de ella, prescindiendo de ella).
No ver a Occidente como un
veneno mortal, sino como un disolvente letal y lento.
Occidente
es el enemigo a batir.
Porque
lo más opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia.
“El
mayor desprecio es no hacer aprecio”.
Reivindicaban, como fuera, “su” religión, en “su” tierra,
para todos los “suyos”.
Pero mientras en unos países se intensificó el islamismo
fundamentalista, que propugnaba una política religiosa o una religión política
o la puesta en práctica de El Corán (libro religioso, moral, social, político…)
como código civil, penal…. en otros triunfa un nacionalismo laicista, un
islamismo moderado, respetuoso con la religión, pero con separación de ámbitos:
el religioso para la vida privada y el
legal para la vida pública. No oponerse a la religión, pero tampoco
apoyarse ni basarse en ella, contemplándola como posible opción individual, personal.
Cada persona caerá bajo el paraguas de la religión elegida, pero todos caen
bajo el peso de la ley.
Sólo cuando en estos países moderados el islamismo
fundamentalista prende en ciertos sectores y, no sólo no se conforma, se opone
al orden legal vigente, con la violencia, muchas veces indiscriminada, es
cuando sufrirá la represión por parte del poder civil.
Este fundamentalismo islamista considera a las sociedades
islámicas sumidas, todavía, en la ignorancia preislámica y considera como
legítimos sólo a los estados teocráticos, defendiendo la Yihad , en la interpretación
moderna, actualizada, de “guerra santa” ya no para conquistar los lugares ocupados por
el cristianismo medieval, sino contra ese otro nuevo enemigo, la cultura
paganizante y disolvente occidental, con todo lo que a ella va unido, desde el
vestido a la educación, desde el papel de la mujer en el sociedad a la
consideración del matrimonio, desde…. hasta….
Si
la Yihad fue
una lucha interna del individuo consigo mismo, para dominar las fuerzas
negativas, destructivas y ayudar, así, al triunfo del bien, en la nueva versión
el enemigo es el no musulmán y la lucha es la violencia.
Una corriente islámica que accedió al poder fue el
wahabismo, que tenía como referentes a los primeros seguidores de Mahoma,
siguiendo estrictamente las fuentes sagradas y que, hoy, es la creencia oficial
de Arabia Saudí, que es la que apoya y financia la expansión de esta corriente
por todo el mundo, con la ingente base económica de que dispone con los beneficios
económicos de la explotación del petróleo.
Aquí
fue donde, hace algunos años, nuestro Ministro de Justicia, socialista, fue
invitado a dar una conferencia y, ante la negativa gubernamental de permitir la
entrada a la misma de las mujeres periodistas españolas, renunció a dar la
conferencia, por la exclusión machista.
Pero,
hoy, Arabia Saudí es fuertemente cuestionada por muchas naciones islámicas
debido a su laxitud y a su connivencia con el mundo occidental.
A la consideración de los occidentales como invasores de
“sus” tierras y explotadores de “sus” riquezas, se unió el fracaso de los
gobiernos-títeres, en general dictatoriales, propiciados y apoyados por las
potencias de ocupación y que mostraron su incapacidad de sacar a sus gentes de
la pobreza viviendo, como vivían, en una tierra colmada de riqueza.
Así,
al desencanto inicial sucedió la oposición, que se convertiría en odio. Y el
nexo de unión entre todos los desencantados-opositores fue la religión.
No
que los occidentales lucharan contra ella, es que los practicantes religiosos
contemplaban cómo iba desnutriéndose, por inanición.
Cómo
los antiguos cimientos, sólidos, estaban licuándose.
Los gobiernos-títeres se habían mostrado incapaces de clarificar y de delimitar los ámbitos
religioso y civil.
Todavía dura, perdura y se encona, tras más de 60 años, el
caso palestino.
La creación del estado de Israel, en 1947, con la propuesta,
la orden y la bendición occidental de la ubicación del nuevo estado dentro del
estado palestino, aquí está, enquistado aún el problema. Problema
fundamentalmente político, pero cuyo combustible “problemático” en su
mantenimiento es de base religiosa.
¿Qué pasó en Irán con el ayahtola Jomeini, el régimen
occidentalizado del Sha de Persia, Rezza Palhevi y la nueva República Islámica,
un estado teocrático?
Ahí tuvimos a Irak, temeroso de perder el control del
petróleo en el Golfo, invadiendo Irán, para pararle sus ansias expansionistas,
con ayuda militar tanto de U.S.A. como de la Unión Soviética ,
contando con el respaldo de Arabia Saudí y…. ¡quien la ha visto y quien la ve¡.
¡Las vueltas que da la vida¡
¿Qué ocurrió con Afganistán, apoyado por la atea y comunista
Unión Soviética, y posteriormente invadida por ella, y la ayuda de U.S.A. al
movimiento revolucionario antisoviético?.
Pero
¡ironías de la vida o del destino¡, expulsados los soviéticos, los talibanes
(estudiantes islamistas radicales ,
producto de las madrazas o escuelas coránicas sunníes paquistaníes, apoyadas
por Arabia Saudí) se hacen con el poder.
Estos estudiantes hacían/hacen una lectura rigurosa del
Islam y tienen como objetivo la constitución de un estado radical, fundamentado
en la Sharia.
Irak invadió Kuwait en 1990. Arabia Saudí, oliendo el
peligro, permitió en sus tierras la presencia de tropas estadounidenses y esto,
en el país de los lugares sagrados de Medina y La Meca , exacerbaría los ánimos
de los islamistas.
Y
aquí estaba Osama Bin Laden, de la familia saudí, pero antisaudí, tanto por la
“corrupción moral” de la dinastía como por su cercanía a U.S.A.
Bin Laden, partidario de la Yihad en sentido militar para expandir el
islamismo y padre de Al Qaeda.
Y
todos sabemos cómo se acabó con él.
¿Lo
sabemos?
¿Y Argelia?. En unas elecciones libres triunfó el Frente
Islámico de Salvación (el F.I.S.) pero un golpe militar correspondiente y oportuno,
ad hoc, le impidió tomar el poder. De este F.I.S. y separándose de él, saldría
el G.I.A. (Grupo Islámico Armado), con infinidad de atentados, antes y ahora.
Siempre la
Religión , como puente entre las naciones de Oriente, como
punto de unión, como elemento aglutinador.
(Seguirá, no sé cómo ni
cuándo, pero seguirá)
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