domingo, 31 de diciembre de 2017

16.- LA MUJER EN EL FTANQUISMO: EL GINECÓLOGO.

EL GINECÓLOGO.

Es el mejor amigo de la mujer.

Le pregunto a la RAE por “ginecología” y me dice que es: “Parte de la medicina que trata de las enfermedades propias de la mujer”.
Y, sencillamente, no es verdad.

El ginecólogo es el único especialista que “sólo” ve a mujeres, pero no sólo a las enfermas, también a las sanas. Ve a personas del sexo femenino, enfermas o sanas.

¿Acaso son enfermedades el embarazo y su control, la menstruación, la menopausia,…?

Lo que sí es cierto es que, durante casi toda la historia, la ginecología era practicada sólo, o casi sólo, por varones, por lo que el machismo contaminaba el trato con las mujeres.
Así que la “ginecología” era, en realidad, “ginecopatía”.

Para los primeros ginecólogos “Propter solum uterum, mulier est id quod est” (“la mujer es lo que es sólo por el útero”)

El “Informe Kinsey”, sobre la conducta sexual de la mujer, de 1.953 no irrumpe en España hasta, al menos, 1970.
Y es porque en España no estaba ocurriendo lo que sí ocurría en la sociedad norteamericana: la emancipación sexual y económica progresiva de la mujer, la influencia de la teoría y descubrimientos de Freud, y la exposición de los jóvenes a otras culturas diferentes en el intermedio de las dos guerras mundiales.

En España nada de eso ocurría y la Iglesia, como guardiana de la fe, de la moral y de las costumbres, en consonancia y connivencia con los poderes del Estado franquista, se encargaba de tener la cuerda sujeta y atada en corto.

En España teníamos a López Ibor (no me digáis que no habéis leído alguna de sus obras, como “El Libro de la Vida Sexual”) y dogmatizaba: “Kinsey vino a demostrar que el comportamiento del hombre y de la mujer norteamericanos se hallaban más cerca de la “perversión” que de la “normalidad”, donde se muestra la propia ideología del Psiquiatra español.

La mujer en la casa y en la cocina, con “sus labores”, sus hijos, en su recinto interior, con el paseo de los domingos tras la misa de 12, y del brazo de su marido, sin autonomía económica, sin poder trabajar fuera sin permiso expreso de su marido, sin poder abrir una Cuenta Corriente, sin… sin…
Siempre heterónoma.

¡Qué bien lo había manifestado la malagueña Victoria Kent (frente a Clara Campoamor) oponiéndose al voto femenino mientras estuviera tutelada y sometida al cura, al patrón y al marido¡
¿Qué podía votar, libremente, la mujer frente a esos tres poderes?
El cura la condenaba, el patrón la despedía, el marido la maltrataba si no votaba lo que ellos lo imponían.

Ahora mismo, tú escribes “Dexeus” y, automáticamente, lo asocias con una clínica barcelonesa especializada en el tratamiento de la fertilidad y de la reproducción asistida.

Y es que, sobre todo en España, la Ginecología ha sido como un nepotismo, porque abuelos, padres, hijos y nietos han seguido la tradición de ser todos ellos ginecólogos.

En España, de entre todos los ginecólogos, sólo una “rara avis”, José M. Dexeus, ya en 1.968, publica una obra titulada “Frigidez femenina”, en el que escribe sobre temas considerados escabrosos y tabúes, como la existencia del orgasmo clitorídeo, el coito hasta un mes antes del parto, las relaciones sexuales después de la menopausia,…(aunque, a pesar de todo, deja entrever una relativa ideología conservadora: “la juventud tiende actualmente, a un ejercicio prematuro de la heterosexualidad. Derriban los tabúes y con ellos arrastran muchos valores positivos de la moral sexual, porque la entrega corporal sin un positivo entronque afectivo, cubriendo las etapas tradicionales que separan el primer encuentro del altar y la noche de bodas, exponen a una vivencia de la entrega sexual como una sensación emocionante, pero en la que pueden faltar toda la ternura y el compromiso que debe acompañarla”.

Es decir, los términos “esposo-esposa”, “cónyuge” (en vez de “varón” y “mujer”) se dan por supuesto y por supuesto se da el casamiento previo en las relaciones sexuales.

Y ya en 1.968.

Los ginecólogos, en su opinión sobre la mujer, están en consonancia con la estructura socio-política de la España franquista.

¡Cuánto hemos cambiado y qué rápido hemos ido¡

Si nuestros ginecólogos del franquismo entrasen, ahora mismo, en la consulta de ginecología de un Centro de Salud cualquiera…se morirían de un infarto.



sábado, 30 de diciembre de 2017

15,. LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER COMO USUARIA (y 3)

Yo recuerdo a mujeres, de clase social baja y sin recursos, con embarazo no deseado, cómo se arriesgaban a provocarse un aborto, con una aguja de hacer punto, con peligro para su propia vida y cómo alguna de ellas quedó marcada en su salud.

Durante toda la historia la mujer ha basculado entre los extremos: poder quedarse embarazada y no volver a quedarse embarazada, de nuevo.

La línea del pensamiento conservador, propiciado por la Iglesia y apoyado por el Estado, durante la etapa franquista, en el fondo, siempre, ha considerado el sexo como algo reprobable e inmoral, a veces incluso dentro del matrimonio, y que el embarazo era el justo castigo a las relaciones sexuales.
Lo que nos lleva a concluir que el “voto de castidad” de curas y monjas es de más valor que el estado matrimonial (aunque, eufemísticamente digan que “están casados con la Iglesia” o que “están casadas con Dios”.

El embarazo ni es un castigo, ni es un milagro ni es una enfermedad, es el término del desarrollo normal de un fenómeno biológico, aunque todavía haya mujeres que recen para quedarse embarazadas, como si eso dependiera de Dios y no de un Doctor.
Pero es verdad que una vez embarazada la mujer pone su embarazo en manos del médico y la consulta diaria a los Centros de Salud para Control y Seguimiento del embarazo está con listas completas y pendientes de pedir y conseguir citas.

El embarazo, pues, fenómenos interno a la mujer, está siendo considerado y tratado como un fenómeno externo a la mujer misma y ya no controlable por ella.
Se pone en manos del médico, que la lleva.

Es como el parto, que no es un “suceso” sino “el final de un proceso” pero, salvo raras excepciones que toman la Biblia como la “palabra de Dios”, las mujeres, tras la dilatación correspondiente solicitan la epidural porque no quieren “parir con dolos a sus hijos”, al no considerar mérito alguno el dolor.
¿Mérito de qué, por qué, para qué?
¿Es que, por eso, va a quererse más al niño que nazca?

El peligro y las complicaciones posibles es la que hace que la parturienta acuda a un hospital-para-enfermos, aunque ya no por creer que el parto sea algo anormal.
Casi el 90% de los partos son normales y sin complicaciones, porque las ecologías previas ya han comprobado cómo el nasciturus está encajado y en posición correcta, pero, si no lo está y durante el proceso de dar a luz no se encaja, y viene de culo o de espaldas,…quizá haya que hacerlo por cesárea.
Además, aún siendo el parto se desea sin dolor, hay que acudir al Hospital.

Y si todo esto se realiza en Clínicas privadas, dotadas de tecnología moderna, mayor beneficio para la clase médica y para la Clínica.

Luego, normalmente, el médico no deja entrar al marido en el parto.
Las salas de espera, en las que los minutos son horas, son testigos del nerviosismo del marido y de los familiares de la parturienta.

¿Qué medicamentos se le administra a la parturienta?
Ella está, totalmente, en manos del médico, no puede controlar nada.
Y si pregunta insistentemente puede ser catalogada como “histérica”, para lo que se le administrará un calmante. Eso será todo.

¿Cuál es la mejor posición para parir?
Para el médico la posición supina. ¿Pero es la mejor para el parto?

La maternidad ha dejado de ser el destino obligatorio de toda mujer que se precie de tal y cada vez se acepta más a una mujer que ha decidido no serlo.

¿Es lo ideal que la madre esté siempre en contacto con el niño durante los primeros años o es preferible que comience el proceso de socialización lo antes posible, poniéndolo en brazos de las cuidadoras y educadoras de las guarderías y escuelas infantiles?
Porque si lo normal es que, algún día, la paloma tenga que dejar el palomar lo ideal sería que se relacionase con las palomas en la escuela y durante algunas horas diarias esté fuera del palomar y lejos de la paloma-madre.

Si la casa la construye un arquitecto, el hogar tienen que hacerlo la familia, comenzando por los padres. Y son los padres, ambos por igual, los que deben contribuir a mantener y a acrecentar ese hogar, tanto en el cuidado doméstico como en el cuidado de los hijos.

Pero no “ayudando” (“echando una mano”), como hasta ahora (aunque hasta ahora ni siquiera eso se haya hecho) sino “compartiendo” tareas y funciones, domésticas y filiales.

“Parir” (fenómeno biológico) no es igual que “criar” y, menos, que “educar” (formación en valores)
Y más ahora, cuando la mujer también sale por las mañanas a su trabajo extra-hogar.

La “paternidad” no ha estado a la altura de la “maternidad”.

Menos mal que la mujer menopáusica ha levantado la cabeza y tiene unas ganas enormes de vivir la vida una vez que ésta ya no es reproductiva.
Ya no es esa mujer irritable, deprimida, arrugada, vieja, cansada,…
El calificativo de “menopáusica” ha dejado/está dejando de tener una connotación peyorativa, negativa.
Para muchas el fin de su capacidad de engendrar no es el fin de sus relaciones sexuales y, muchas veces, es el comienzo de una vida libre y liberada del cuidado de sus hijos (aunque ahora sea el cuidado de los nietos lo que…)
Cuidó hijos y sigue cuidando a los hijos de sus hijos.

El Imserso está haciéndoles un gran favor, con sus viajes baratos.
Son muchos los que, por primera vez, ven el mar.

Sí se ha sugerido la conveniencia de que existan Clínicas Menopáusicas porque sólo este tipo de mujeres suelen tener los mismos problemas, con las mamas y con el útero.
La mamografía ya es casi (si no) obligatoria, para detectar el posible cáncer.

Y lo mismo ocurre con útero y el cáncer de útero por lo que no son raras las histerectomías, para evitar el cáncer de útero.

15.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER COMO USUARIA (2)


2

La mujer como misterio, la mujer como un enigma, como enferma, como maligna, (cuando se sabe que es un fenómeno biológico natural, normal,…)

Pero todavía, si se puede, intenta ocultarse que una está con la menstruación, como si ello fuera una vergüenza.

Incluso la misma palabra, “menstruación” apenas se usa, sustituida por eufemismos: “regla”, “mes”, “período”, “visita del tío Perico o del tío Sam”, “la tía María”, “la prima americana”, “enferma”, “con el flujo”, “la cosa”, “la nostalgia”, “indispuesta”, “el asunto”,…

Durante esos días la mujer no puede hacer esfuerzos físicos, lavarse la cabeza, tocar o regar las plantas, tomas helados, bañarse (precisamente cuando más lo necesita), tener relaciones sexuales, beber agua helada, hacer mayonesa, trasegar vino,…

Los mitos y tabúes, históricos, no han sido totalmente superados y la información o no llega bien o no se la toma en serio.

Es por la menstruación (fenómeno natural) por lo que la mujer no podía ocupar puestos de responsabilidad, ni desempeñar diversas profesiones (jueza, pilota de avión, ingeniera, militar, ministra, presidenta,.. (Fenómenos sociales).

Todavía en los Institutos de Bachillerato, cuando la profesora se enfada, riñe a algún alumno,…se oye (por lo bajini) “estará con la regla”.

Menos mal que el control de natalidad está siendo aceptado mayoritariamente y cuando se ve a una mujer joven con 4 ó 5 hijos, con un año de diferencia, uno piensa o comenta, “ésta es del Opus o ésta es de los Kikos.

Hoy tener hijos o no tenerlos se ha convertido en una opción, no en una necesaria consecuencia de practicar sexo.

Es más, parece como si las mujeres de hoy nunca se consideraran realmente preparadas para la maternidad por ser un vuelco total a la forma de vida llevada en ese momento.

Ella es la que debe optar por ser madre o no serlo, por tener un hijo o los que sean (pero ya no muchos, porque la selección natural que, en otros tiempos, con la alta mortalidad, no sobrevivían la mitad, hoy parece casi un delito dejar morir a un niño, y menos durante el parto).
Hoy, en general, está en la mente de la madre que los hijos que le nazcan son los que va a tener vivos.

¿Y qué decir de las mujeres del tercer mundo que no tienen acceso a la píldora, a la ligadura de trompas, al DIU?
Cuando Occidente ha intentado influir en el control de natalidad de esas mujeres ha sido considerado como una intromisión, de carácter economicista, en culturas no preparadas, ni sanitaria ni culturalmente.

En España, en 1.973, se promocionaba un libro titulado: “¿No matarás? Anticoncepción, aborto criminal y eutanasia”, de pensamiento reaccionario, que hasta el método Ogino era considerado relativamente inmoral y abortador, y cuyo autor era un médico (Antonio Soroa), que fue, nada menos que, Presidente de la Academia de Deontología Médica.
Este señor consideraba que la liberalización del aborto es “parte de la ideología comunista”, del “lodazal al que las nuevas costumbres materialistas nos quieren llevar” y de “los países que viven ya en ese fango virulento”.

A los Centros de Salud, hoy mismo, y sobre todo los lunes, acuden muchas madres con sus hijas adolescentes solicitando la “píldora del día después”.

Todos sabemos de las consecuencias nefastas que, en algunos, varios, casos ha producido la píldora.
Las empresas farmacéuticas promocionan, en competencia, sus marcas y muchas veces las mujeres hacen caso a lo que una amiga que la está tomando le dice, sin recurrir al médico para conocer los efectos secundarios que puedan tener tras análisis previos.
El boca a boca sigue funcionando y puede no llevar a buen fin.

A nadie le extraña que se esté haciendo negocio del control de natalidad, tanto por la profesión médica (el DIU, el diafragma, la esterilización,…) como por la industria farmacéutica (productos que puedan adquirirse sin receta)

Hasta no hace tanto los principales métodos del control de natalidad era el Ogino, la lactancia prolongada, el lavado vaginal tras la relación sexual, y la retirada del pene a tiempo o “marcha atrás”.

Las mujeres que menos controlan son las católicas practicantes, de las zonas más rurales y de las regiones menos desarrolladas, mayores de 45 años y amas de casa que no trabajan fuera del hogar.

La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es justificada por la mujer ante el fallo de los métodos anticonceptivos y como única manera de evitar un embarazo no deseado.

Todos sabemos que, durante mucho tiempo, han sido las mujeres económicamente pudientes las que han ido a abortar a Londres o a Holanda, mientras las económicamente débiles tenían que seguir adelante con su embarazo, por estar prohibido en España.


Yo recuerdo aquí, en Málaga, la clínica de Interrupción del Embarazo del Doctor Sáenz de Santamaría, que lo practicaba, que era juzgado y condenado, y al que los católicos profundos le hacían escraches constantemente.

viernes, 29 de diciembre de 2017

15.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER COMO USUARIA (1)

LA MUJER COMO USUARIA.

La mujer va más a menudo al médico que el varón (no creo que alguien se atreva a negarlo).
Pero tiene una fácil explicación, como es la medicalización de algunos de sus procesos naturales por lo que se consideran anormales, incluso pecaminosos el sexo, la menstruación y el parto, considerados como castigos divinos por….

Y es que la educación sexual ha brillado, siempre, por su ausencia, con la creencia de que hablar de ello era una incitación al pecado.
Como si por no hablarlo no existiera.

En sanidad se ha considerado como madurez tanto la pasividad (dejarse hacer), como la docilidad (obediencia), como la ignorancia (no saber),
Y esto es peligroso porque, precisamente la mujer (más, mucho más que el varón) debe auto-examinarse, auto-explorarse, aplicar el sentido común en sus procesos fisiológicos y en el embarazo.

Por ejemplo, la mayor parte de los cánceres de mama son descubiertos por la propia usuaria, y no por su médico, aunque luego recurra a él para informarle, preguntarle, exigir una constatación del mismo, escuchar soluciones,…

Hay “operaciones blancas”, las que no son, realmente, necesarias, que el médico puede aconsejarlas, pero no tanto por la mujer como por su lucro personal, así como numerosas operaciones de cirugía estética, a las que todos podemos ponerles nombre.

El médico tiene, siempre, la última palabra, incluso por encima de su pacienta, donde lo más aconsejable sería dejarla elegir a ella.

A veces los médicos no dan la suficiente información porque dan por supuesto que las mujeres no van a entenderla, por lo que están condicionándola a que deje llevarse por él.

Si hasta los años sesenta y tantos la mujer no podía abrir una cuenta bancaria sin permiso del varón, también había que pedir el consentimiento del marido para realizar ciertas operaciones o tratamientos en una mujer casada.
Operaciones como la ligadura de trompas, la interrupción voluntaria del embarazo, la asistencia al parto,…

Los medicamentos administrados en el parto, sus dosis, sus efectos,…no se les explica, todo lo deja a voluntad del médico.

Hoy ya, y para curarse en salud, los médicos exigen la autorización firmada, aunque la pacienta no sepa las posibles consecuencias de la misma.

Igual que hemos delegado en nuestros políticos las soluciones a los problemas sociales, hemos delegado en los médicos la curación de nuestro cuerpo.

Como hemos dicho y repetido las relaciones sexuales han ido siempre de la mano y encaminadas a la reproducción, y nunca han sido vistas como sólo fuentes de placer, que era la ideología de la familia burguesa monogámica, en contra de la ideología progresista actual, primando el placer sobre la posible consecuencia de la llegada no deseada del hijo.

En la cultura tradicional estaban prohibidas las relaciones sexuales durante la menstruación (el tabú de la sangre), durante el embarazo (por poder perjudicar al feto), o en la menopausia, cuando era, precisamente entonces cuando, sin posible reproducción, podía sólo disfrutarse del sexo.

Ni la educación sexual ni la fluorización de las aguas era un complot comunista, sino una defensa de la sanidad.

Los datos y las teorías de Masters y Johnson, al principio de los sesenta, hicieron poca mella, tuvieron poco impacto, en los ginecólogos españoles.

Todo lo que hemos expuesto en entradas anteriores sobre la frigidez, la maternidad, el trabajo,…y las que no siguieran esas pautas eran consideradas delincuentes y perversas.
Si la masturbación masculina, además de pecado, era mala para la salud (como me decía el cura en la confesión), la masturbación femenina producía todo tipo de enfermedades, desde la esterilidad hasta la muerte prematura.

Si la píldora ha anulado las excusas para no mantener relaciones sexuales más o menos libres, lo cierto y verdad es que también ha producido un aumento de las enfermedades venéreas.

Recuerdo la campaña del sida achacándosela a las relaciones homosexuales.
Igualmente las enfermedades venéreas fueron consideradas como el “justo castigo” al “libertinaje sexual”.

¿Qué decir de las violaciones (rara, rarísima vez, al varón), incluso dentro del matrimonio, forzando una relación sexual, sin quererlas ni desearlas la mujer?
La violación supone el caso extremo de subordinación al varón (mientras escribo esto está juzgándose la múltiple violación, durante los Sanfermines, de una joven por cinco varones, denominados “la manada”)
Los abusos sexuales a niños (la pedofilia) ocurre muchas veces en el ámbito familiar, por el mismo padre, por un amigo de la familia, hasta por los curas.


Tanto la “menstruación” (regla), como la “menarquía” (primera regla) y la “menopausia” (fin de la regla”) han sido convertidos, durante toda la historia, como algo vergonzoso, misterioso, anormal, generador de prohibiciones (la mayonesa que se corta, el vino que se avinagra,…) y de problemas (por lo que no debe trabajar fuera del hogar).

14.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER TRABAJADORA Y EL TERCER SEXO ( y 2)

Los seguidores de la teoría de Marañón afirman: “parece evidente que, en los mamíferos, la sexualidad evoluciona desde el sexo femenino al masculino, por lo que, en un sentido biológico, éste parece estar más diferenciado (…) en las sociedades modernas vemos cómo hay un “andromimetismo” de la mujer, en cuya virtud trata de imitar al varón en sus manifestaciones biológicas y sociales”

Los opuestos al “marañonismo” subrayan que “el arquetipo del “homo sapiens” es una mujer a la que se le otorgó un noble servidor de actuación ocasional y fugaz para perpetuarse.

“Hay que admitir, pues, que en la ontogenia humana el sexo femenino es de término, y el masculino una interferencia (…) la mujer es una máquina más perfecta que el varón, por lo que puede cumplir los dos destinos fundamentales de la especie: trabajar (para vivir) y parir (para que la especie siga viva).

La pregunta vendría ahora: ¿Por qué si la mujer es, biológicamente, superior al varón, la legislación española la considera jurídicamente inferior (como en otros lugares hemos expuesto)?

Ser “trabajadora” y poder seguir siendo “madre” versus sólo “trabajador”.

Parece como si Dios, el sexto día, al crear al hombre, le salió imperfecto (porque se le quejaba de que, en oposición a los animales, emparejados, él se encontraba solo).
Y al ser consciente Dios de que era verdad formó a la mujer pero superior al varón, teniendo en cuenta los defectos de éste para no volver a cometer, de nuevo, el error.


Al “tú trabajarás con el sudor de…” y “tú parirás con dolor…” la mujer se habría rebelado (podía trabajar y seguir siendo madre) por lo que esa osadía de echar en cara a Dios su nuevo error sería la causa de la expulsión del paraíso.

La teoría del “tercer sexo” de Marañón, reconoce a la mujer como un ser imperfecto, a medio camino entre el niño-varón y el adulto-varón, y cuya hipersexualidad anormal, típica de la sociedad moderna, puede acarrear la destrucción de la humanidad.

Según Marañón el varón, para pasar de niño a hombre tiene que atravesar una “etapa transitoria de feminidad” mientras que la mujer recorre la “etapa de masculinidad al terminar su vida sexual (la menopausia)

Tendencia de la mujer a la masculinización, un tipo de mujer, pues, “viriloide”, típica de nuestra sociedad moderna.

“Son mujeres con rasgos viriloides acusados. Fuertes y enérgicas, de tipo longilíneo y anguloso, con escaso panículo, y éste, de reparto viril. (…) Este tipo abunda sobremanera entre las mujeres que eligen profesiones propias del sexo masculino, y entre las deportistas. Es el tipo que tiende a exaltar la mujer moderna. Deportiva, camarada del hombre, esbelta y ágil, ancha de hombros y estrecha de caderas es, en realidad, un tipo “intersexual”. Y eso es un peligro biológico contra el que todos debemos estar alerta”

¿Cuál sea la base científica para afirmaciones tales? No existen.

¿También van a quedarse sin pechos como justo castigo a su virilización social y a su trabajo fuera de casa, abandonando, prácticamente, la lactancia, lo que llevaría a una atrofia de un órgano, por su no uso, convirtiéndolo en inservible, por lo que el homo sapiens dejaría de pertenecer al orden de los mamíferos?

¿Qué salida queda a este problema vigente actualmente? Volver al segundo sexo, a la casa, al hogar, a “sus labores”, al complemento del varón, al descanso del guerrero, a quedarse embarazada,…


“¿Qué vale más: ser miembro anónimo, aunque útil, de la sociedad o ser cabeza de familia?” – He ahí el dilema.

jueves, 28 de diciembre de 2017

14.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER TRABAJADORA Y EL TERCER SEXO (1)

LA MUJER TRABAJADORA Y EL TERCER SEXO.

Fue en la última década de la etapa franquista cuando comenzó a hablarse y a escribir sobre si la humanidad caminaba hacia “el tercer sexo”.
Además del sexo masculino (trabajador) y del sexo femenino (madre) un tercer sexo que sería el de “la mujer que no quiere ser (en general) madre y que quiere trabajar y trabaja.

Sería esa mujer moderna que no quiere desarrollar una familia, que quiere ser trabajadora pero que no renuncia a su actividad sexual.
Renunciar a “su función natural” femenina (casada y madre) y dedicación a una actividad masculina (trabajar fuera de casa).

Se preguntaban, entonces, si no estaríamos los miembros de la especie humana en vísperas de convertirnos como las hormigas o como las abejas, en una especie con tres sexos: 1.- El sexo de las reinas (dedicadas a la reproducción), 2.- El sexo de los zánganos (para fecundarlas) y, finalmente, 3.- La inmensa cantidad de obreras que pierden su capacidad sexual para entregarse a un trabajo de la vida de relación.

La liberación social de la mujer amenaza con producir un cambio irremediable en la sociedad.

“Desde hace bastantes años me ha preocupado el advertir que muchas mujeres, atraídas por el aliciente de las profesiones que antes les estaban vedadas, y de lo que ahora se llama “liberación social de la mujer”, renunciaban voluntariamente a la reproducción aunque no al sexo, y amenazaban con crear en el seno de nuestra sociedad una especie de “tercer sexo”, análogo al que se produce en los hormigueros y en las colmenas” (José Botella Llusiá. Esquema de la vida de la mujer. Madrid, Espasa Calpe, 1.975)

Es una mujer cuyo instinto sexual permanece invariable, y hasta exacerbado, pero que rehúye deliberadamente el instinto maternal.
No quiere ser reina (para procrear) sino trabajadora (para ganarse la vida sin depender del varón) pero que no renuncia a su actividad sexual.
Unas trabajadoras en toda regla a las que les gusta practicar sexo pero no quedarse embarazadas y ser madres.

Se llegaría, por este camino, a la desaparición de la especie humana.

Lo que no tienen en cuenta estos escritores es que sólo son una pequeña parte de las mujeres del mundo: las mujeres occidentales.


¿Es la mujer, en el siglo XX, en España, “un-varón-a-medio-camino” (teoría de Marañón) o, por el contrario, es el ser más perfecto de la creación, siendo el varón sólo una interferencia?

miércoles, 27 de diciembre de 2017

13.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: EL ANTISEXUALISMO ( y 3)


La esterilidad es considerada como un castigo. Ese fraude generativo representa para ella una humillación, lo que se suma a las muchas veces servidumbre genital y que le crea un complejo.

“No son raros los matrimonios que, antes de ser legales, fueron simplemente ayuntamientos durante años y que, por lo mismo, evitaron los embarazos, y una vez legalizados no consiguieron tener hijos, aun deseándolos” (De nuevo Cónil padre e hijo, 1.967).

Las “funestas consecuencias de…”, “el justo castigo a su perversión”…
¿Para qué hacen falta los curas, si son los científicos ginecólogos los que lo advierten?

Aunque, como en toda regla, haya alguna excepción y se cuestionen los inconvenientes de la necesidad sexual no satisfecha y de las disfunciones de la castidad reprimida.
El derecho al sexo y “a amar” sin perjudicar a nadie, embellece nuestra existencia y satisface una exigencia natural de nuestro ser, que las más de las veces hace depender la armonía en nuestras funciones.
Posee, pues, su poesía y su justificación.

“No es un deber ser madre” y “las familias no tienen por qué ser numerosas” por la alta mortalidad infantil.
Incluso recomienda la esterilización voluntaria si los recursos económicos de la familia no son suficientes para asegurar una buena crianza de los hijos, con alimentación sana, higiene conveniente, educación completa e integral, causando la alegría que hace feliz y estimable la existencia”

El autor razona sobre el problema de la superpoblación, que si se duplica diez veces más por siglo, y si toda la humanidad se volviese tan prolífica, bastarían muy pocos años para llegar a un número tan alto de personas que la humanidad tendría que tomar a cañonazos otro planeta”
(Francisco Cantó: “La mujer ante el problema sexual. Castellón. 1.937)

Pero es la excepción (aunque fuera allá por el año 1.937), la regla general y oficial era otra.

Aunque en otros países la idea de la alegría de vivir y el placer del sexo aparezcan recogida en numerosos textos, en nuestro país, hasta casi la muerte del Dictador no se había superado el antisexualismo.

De lo que no tratan los ginecólogos, en general, durante esta época (lo que sí se hacía en otras naciones) es de temas tales como los métodos racionales del control de natalidad, la masturbación, la interrupción voluntaria del embarazo, las actividades sexuales placenteras, la homosexualidad, la frigidez, la inseminación artificial, la esterilización voluntaria, la educación sexual,…

Y lo digno de señalar es que estos ginecólogos  solían ser los catedráticos de la universidad, en la que exponían los contenidos de sus obras escritas, en los que se manifiesta su ideología, con la influencia consiguiente en sus alumnos que, normalmente, seguirán la línea marcada por sus profesores.

La doctrina católica se manifiesta en sus obras, espiritualizando el sexo y en detrimento de su esencia física y psíquica.

Los esquemas mentales que pueden deducirse de sus obras e instalarse en la sociedad es que la mujer es bella y maternal, pero estúpida, pasiva y frígida.
Una visión de la mujer no sólo conservadora y machista, sino también deformada y falsa por lo que se considera necesaria la educación sexual de los alumnos ya desde edades más tempranas.

Durante la época franquista, en general, la mujer es considerada inferior al varón, biológicamente no está hecha para trabajar, sino para cuidar del hogar, de la crianza y educación de los hijos, y para atender al marido, se considera nefasta la coeducación y la no necesidad de que la mujer estudie algo más allá de una difusa cultura general y temática femenina, cosas inútiles para un trabajo activo posterior.

Las teorías pseudocientíficas para legitimar la inferioridad de la mujer son muy diversas.
Para unos la mujer representa el “endocosmos”, para López Ibor la mujer es un “ser centrípeto”, para otros viene caracterizada por “su angustia reproductiva”, para Marañón y sus discípulos la mujer es “un varón a medio camino”, para otros es “el tercer sexo”, mientras para otros la mujer que estudia o trabaja es “un ser anormal y que puede llevar a la desaparición de la especie humana y a la creación de un tercer sexo en la sociedad moderna”

En el trato y la relación del ginecólogo con sus pacientes siempre muestra una actitud “casi paternal”

Reproducción legítima y ama de casa fidelísima, esa es su misión en esta vida.

No se la reconoce como una persona normal sana sino como una enferma.

Se ve a la mujer como un ser no sólo enferma y enfermable sino también como productora de enfermedades a su marido y a sus hijos.

La menstruación, la menopausia, el coito…no son vistos como fenómenos normales sino como patologías.

Si  se mencionan temas como interrupción voluntaria del embarazo o control de natalidad es para condenarlos, no para estudiarlos.

No he estudiado medicina pero leo que en las universidades españolas se tiende a enseñar más una ginecología-patológica que una ginecología-general.
La verdad es que los autores de libros de ginecología reflejan su entorno social y quienes acuden a sus consultas privadas, mujeres de clase media y alta.
No es de extrañar, pues, el ataque a la mujer feminista, liberada, culta, que trabaja, que no es frígida,…

Los ginecólogos quedan reflejados ellos mismos, sus familias, su entorno,…conservadores y machistas en sus libros.

Y como les hace ver a sus clientes-pacientes que son ellos los expertos en el tema les inculcan/intentan inculcarles su propia ideología.
“Todo es por vuestro bien” – típico consejo paterno.

Naturalmente, la Universidad de Navarra, la del Opus, va más allá todavía.

La verdad es que a los ginecólogos les interesan, profesionalmente, las mujeres casadas, con hijos, el fomento de la natalidad y el ataque a su control,…todo sea por el mantenimiento de la ideología conservadora y por el éxito de sus consultas y sus clínicas privadas.

La España del 76 no era más moderna que la España del 36, incluso menos progresiva y menos integrada a nivel europeo.


Creo, incluso, que la sociedad tenía, de la mujer, un concepto distinto y superior al que de ella tenían los ginecólogos, con sus beneficios crematísticos.

martes, 26 de diciembre de 2017

13.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: EL ANTISEXUALISMO (2)

¿Cuál es la línea que separa el “uso” del “abuso” si es sexo deseado?

Lo que me decía el confesor: “entre los hombres, la relación sexual frecuente (en mi caso de adolescente sería la frecuente masturbación) aniquila sus fuerzas corporales y entorpece el desarrollo normal de la vida” (me quedaría medio enano, corporalmente deformado por la debilidad…)
Y “en las mujeres, por la acción psicogenital, se producen alteraciones en el funcionamiento normal de las glándulas genitales, que se traducen en alteraciones en la regla y cambios en sus hábitos y en su carácter”.

En resumen: que el sexo es malo y que debe ser limitado al máximo.

Las enfermas del corazón (las cardiacas), no pueden/no deben realizar el acto sexual. Como tampoco lo deben realizar ni las tuberculosas, ni las nefríticas,…Ni tener relaciones sexuales, ni concebir, porque la relación sexual se convertiría en una enfermedad peligrosa que, en la mayoría de los casos, exigiría la interrupción del embarazo.

(Antes que tener que abortar, evitar  quedarse embarazadas y, para ello, la forma más segura es no practicar el sexo).

Porque el coito mismo les es sumamente perjudicial ya que les origina congestiones intensas de los órganos genitales además de trastornos circulatorios.

“Son muchas las enfermas del aparato circulatorio que han fallecido, como heridas por un rayo, en el momento de efectuar el coito”

Igualmente, es sumamente peligrosa la tendencia a realizar histerectomías (léase extirpar el útero, total o parcialmente) en una mayoría de mujeres que llegan a la menopausia.

“Cuando el útero/matriz ha llegado al fin de su destino se convierte, no en un órgano pasivo sino “parásito”, que interviene en el metabolismo de su portadora, en la que la vida ha perdido su trascendencia generativa y, por tanto, su máximo valor.
La mujer, última y más perfecta obra del Creador, no escapa del todo a esa ley filogenética.
De su útero, principalmente, no puede esperar más que motivos de muerte prematura, no del todo evitables con periódicos y molestos reconocimientos hasta la extrema vejez.
Suponemos que debe ser experiencia general entre los ginecólogos que las histerectomizadas por procesos benignos viven más años que las otras”

(Cónil padre y Cónil hijo: Tratado de ginecología. 5ª edición. Editorial Labor. Barcelona, 1.967)

Aconsejar que toda mujer sea histerectomizadas tras la menopausia (para vivir más años) no hay más que un paso y, como el auténtico orgasmo es el uterino, si éste está ausente…

Parece ser que los eunucos (los castrados) viven más años que los no castrados, pero a nadie se le ha ocurrido aconsejar la castración de los varones para que vivan más años.
(Aunque no hay que olvidar que los ginecólogos-cirujanos, con ello, tienen un buen negocio añadido).

La fertilidad en la mujer, la ovulación, es considerada casi como un artículo de lujo, poco necesario, que aparece tardíamente en la vida sexual y desaparece también tempranamente.
El organismo femenino prescinde de ella en cuanto se ve sobrecogido, y éste es un organismo apenas psíquico, más bien neurológico, ya que los animales salvajes suspenden su celo ante cualquier estímulo de dolor, temor o rabia.

Manifiesto desprecio por el sexo.

Es una idea muy generalizada que el sexo por placer, y no para la reproducción/generación, es algo malo, y el embarazo, además de ser una bellísima forma de cumplir la ley divina, también puede ser un justo castigo por el “comercio” sexual.

Las perversiones sexuales, el erotismo, conllevan un justo castigo, por el mal uso o abuso del sexo.

El miedo al embarazo es un freno seguro al libertinaje sexual (se sobreentiende que sólo a la mujer, para que deje de ser “libertina-libre sexualmente), no al varón, que puede seguir siéndolo porque el embarazo, a él, no le afecta.

El uso habitual de anticonceptivos y, en general, de métodos antimaltusianos busca, de momento, una esterilidad temporal, pero que puede conducir, con frecuencia, a una esterilidad definitiva (1.959) (cuando sabemos, hoy, que es al revés, los embarazos múltiples).

Y para las excitaciones sexuales prematrimoniales… “entregados a estas prácticas, a veces durante largos años, el hombre tiende a renunciar en el futuro a su papel de director del juego sexual y la mujer puede pagar con la frigidez su capacidad para la entrega y el abandono amoroso”.

Machismo sexual. El conductor, activo, y la conducida, pasiva, y que debe dejarse llevar.

Aunque, hoy, sabemos que es al revés.

13.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: EL ANTISEXUALISMO (1)

Podemos afirmar que durante los 40 años del franquismo el sexo, en España, fue, en realidad, un “antisexualismo”, que era la ideología del nacional-catolicismo, fiel compañero, interesado, del régimen.
Como ambos se necesitaban fue una cohabitación perfecta la que hubo entre Iglesia y Estado.
Un Estado confesionalmente católico, apostólico y romano, bendecido por los papas correspondientes.

Ambos, Estado e Iglesia, deseaban, o necesitaban, muchos súbditos y únicos y mejores creyentes de la única religión verdadera.

En España, la moral antisexual y puritana tiene su origen en las doctrinas católicas conservadoras.

¿El sexo con una función de placer, sólo de placer? Inconcebible. Ningún ginecólogo lo ve así. Sólo con función procreadora (al menos para las mujeres).
El sexo es considerado como un mal menor y sumamente peligroso.

¿Y en la ducha?, ¿Y, sobre todo, en el vidé?
Os podéis imaginar las recomendaciones y consejos del Padre espiritual.

Año 1.938. Vallejo Nájera, el mimado del Régimen:

“Se debe a las fuerzas secretas revolucionarias la infiltración en la sociedad española de la idea de que el placer es la única forma de vida, idea directriz de la desmoralización social contemporánea hasta el punto de hallar defensores de los vicios, de la inmoralidad, de la neutralidad,…
La aspiración fundamental de la sociedad española, antes del Movimiento Nacional, era sumergirse en la sexualidad y el goce de toda suerte de placeres.
Contra tal estado de desmoralización social han reaccionado los mejores de los españoles, forjándose un ideal ético coincidente con los postulados de la moral cristiana propugnándose hoy la austeridad, la fortaleza de ánimo, la educación férrea, la acción contra lo malo, la actividad a favor de lo bueno”

El sexo es reducido al mínimo.

“El ovario constituye la parte más noble del aparato genital femenino, pues sin él la mujer puede satisfacer su ansia sexual, pero no puede concebir”.
Es decir, sólo es noble lo que no es sexual y, además, procrea.

Esta moral antisexual, pergeñada al comienzo del franquismo llegó a su apogeo en los años 60, haciendo apología de la castidad.

“La moral regula el uso del sexo conforme a la castidad. Dicha virtud consiste en el uso racional de la sexualidad, subordinando lo psicofísico a lo espiritual….son, pues, necesarias unas normas de conducta sin las cuales el instinto sexual (de la naturaleza caída) lleva muchas veces a una conducta antisocial”.

La verdad es que no lo entiendo. Pero esta ideología antisexista perduró hasta casi la muerte del Dictador.

Se estaba convencido de que la sociedad estaba erotizada y sexualizada, y que las mujeres mantenían tendencias a no procrear y sin embargo buscar placer sexual ilegítimo.

Y al tener menos deseos de procrear y de ser madre se hacen más fuertes las excitaciones hacia la sexualidad (la literatura, las costumbres, los espectáculos, las modas,…) vienen a incrementar el deseo sexual, conspirando a una progresiva sexualización de la vida moderna.
Es decir, a la mujer cada vez le gusta más jugar al juego reproductor pero con el cuidado de no reproducir.

El noviazgo como tiempo de conocimiento mutuo previo al casamiento ha desaparecido como tal y no es sino una continuación del flechazo, con su fuerte pujanza instintiva sustituyendo a la amistad tranquila y sosegada.

Oposición total a las relaciones prematrimoniales, incluso al propio divorcio, que acaba con la organización de la estructura familiar.

Para nada puede servir el psicoanálisis en el caso de las mujeres españolas, aunque sí pudiera valer para “las muchachas alegres de Viena” con las que trabajaba Freud (que no eran las prostitutas ni mujeres de vida alegre sino que las mujeres con las que trataba Freud, en Viena, eran las dulces madres de familia de los más puros años de moral victoriana).

Quizá el psicoanálisis sirva aplicado al varón pero nunca aplicado a la mujer porque aflorarían a la conciencia las fuerzas inconscientes de la sexualidad, lo que sería una monstruosidad y todo debido a las tesis del judío Freud.

Además de antisexualismo, racismo.

“El abuso del sexo, aún el legítimo, produce trastornos somáticos de todo tipo”.


“Puede considerarse el coito como agente mecánico o traumático, como medio vector de infecciones diversas, y como perturbador del estatismo fisiológico local y general de las mujeres”

lunes, 25 de diciembre de 2017

12 LA MUJER TRABAJADORA: DE PROFESIÓN "SUS LABORES"

¿PROFESIÓN?: SUS LABORES.

Durante gran parte de mi vida ha sido una cantinela que, cuando para cualquier trámite, se le preguntaba a la mujer por su profesión, respondiera: “sus labores”, lo que era una confesión no de que no trabajara sino que su trabajo era el doméstico: convertir la casa en un hogar, cuidar del marido (y muchas veces de los padres o suegros), de los hijos, comprar, cocinar, barrer, fregar, bañar, lavar, planchar, limpiar el polvo,...(y demás).
No trabajaba fuera de casa, pero las horas y el cansancio del trabajo en la casa era agotador.

En el Siglo XIX ya Engels había lanzado la idea de que en la familia tradicional (la habitual en España hasta ayer mismo) el marido representaba la burguesía (la que trabajaba en la calle, haciendo negocios y ganaba dinero) y la esposa representaba al proletariado (el que trabajaba de sol a sol y por salarios mínimos, según la entonces vigente: “Ley de bronce de los salarios” que tan claramente había expresado LaSalle: “salarios que repongan la energía gastada en el trabajo fabril”.

Tanto has gastado, tanto te pago para que compres los alimentos necesarios para reponer fuerzas, darte más o darte menos sería una injusticia, que los dos platillos de la balanza: lo que das (energía consumida en el trabajo) y lo que recibes (salario para comprar lo necesario para reponer las energías gastadas)

La mujer moderna (muchas de ellas) se ha incorporado al trabajo fuera de casa, para recibir, en un trabajo de peor calidad y con menor salario que el del varón, y, además, cuando llega a casa, comienza, desarrolla y termina el otro trabajo (aunque, últimamente, algunos maridos “ayudan” y otros, menos, “comparten” dicho trabajo).

Con mucho retraso la mujer española se ha incorporado al trabajo, fuera del hogar, en comparación con otras naciones europeas (durante el franquismo no más de un 26% de las mujeres no-solteras realizaban un trabajo fuera del hogar, entre otras causas porque los horarios laborales eran irregulares, de exclusividad, nocturnos, fines de semana, con empleos de tiempo parcial, competitividad extremada, controles de eficacia fríos y, a veces, cínicos, imposibilidad de permisos o de vacaciones,….lo que lo hacía incompatible con el trabajo de la casa, hijos,…

Como los trabajos femeninos estaban mal pagados había un cambio continuo de personal, lo que disminuía las posibilidades de promoción.

La mujer era, en el sector sanitario, sobre todo, enfermera, limpiadora, cuidadora,…pero no médica, y en el sector de la enseñanza sobre todo en la educación infantil y en guarderías (casi con exclusividad).

“Mi seño” era la expresión que muy a menudo se le oía al niño cuando, por la calle, iba de la mano de su madre a cualquier cosa.

A la mujer se la contrata por sus virtudes de sacrificio, obediencia, religiosidad, dulzura, cariño, espíritu maternal, belleza,…pero no por sus conocimientos técnicos, como explotando el concepto del “instinto de maternidad”.

Los trabajos femeninos, tanto en el sector sanitario como en el educativo, reproducen las funciones femeninas tradicionales: alimentación, cuidado, educación, limpieza, cocina, entretenimiento,…como una extensión lógica del propio hogar familiar.

Aunque la mayoría de la población activa sanitaria era femenina, no menos del 80% eran médicos varones.
En la enseñanza, naturalmente, las escuelas de niñas eran en exclusiva de las maestras, como las de los niños eran de los maestros.
No sólo separación de sexos entre alumnado, también entre el profesorado.

La dificultad de combinar el papel de mujer-profesional con el de mujer-ama-de-casa es lo que ha dificultado que incluso mujeres con titulación universitaria no accedan a puestos de categoría acorde con su titulación.

Veterinarias, médicas, enfermeras-practicantas (el 85%), matronas (hasta el 100%), farmacéuticas, odontólogas, maestras, asistentas sociales…ha ido incrementándose, siendo las pediatras las de mayor índice.

Incluso hoy a las enfermeras se las considera, entre los usuarios, como “médicos de segunda fila”, inferiores, pero con un conocimiento del mismo tipo, aunque menor, pero no distinto.

De la enfermera-monja (tan común durante siglos), por motivos religiosos, se ha pasado a la enfermera-profesional, pero que, durante mucho tiempo, se justificaba por una “idea caritativa” (satisfacción de ayudar a un ser humano, como extensión de ayudar a otro hijo suyo).

Del personal religioso en los hospitales, en al año 1.963, el 59% carecía de cualquier título universitario (se daba por asegurado que su celo riguroso y caritativo supliría su deficiencia de formación).

Hasta no hace tanto tiempo se les denominaba A.T.S. (Ayudantes Técnicos Sanitarios) a pesar de que, ya entonces el 80% eran mujeres.

España es un país atípico, con más médicos que enfermeras, con concentración urbana y escasa asistencia sanitaria rural.

Enfermeras y médicos se distribuyen de manera similar, siguiendo una pauta de norte (más numerosos, excepto en Galicia) a sur (mayor escasez, exceptuando Sevilla, Málaga y Granada).

La existencia de Hospitales y Universidades son focos de atracción.

Y si hay más enfermeras en el Norte que en el Sur, las matronas abundan más en el Sur que en el Norte.

Las matronas o comadronas es una ocupación en decadencia debido al desarrollo de la Tocología.

Todavía estamos en una cultura que es hostil al desarrollo de la mujer a alto nivel, aunque poco a poco va en aumento el índice, pero cuesta.

Donde prima el índice de mujeres es en Farmacia.

La mayoría de las médicas trabajan por cuenta ajena, en hospitales, ambulatorios o centros de salud y ocupando pocos puestos de responsabilidad, reproduciendo la dependencia institucional del varón, siendo pocas las que se dedican a la práctica privada o a la cirugía.

Abro la Guía médica de mi Compañía de Seguros y la mayoría son varones.

En los centros sanitarios (siempre con las debidas excepciones) no suele promocionarse a las mujeres, y se les reserva el trabajo más rutinario, ancillar, y de menor responsabilidad.


La incorporación de la mujer como odontólogas ha sido muy reciente.

sábado, 23 de diciembre de 2017

11.- LA MUJER......MITOS SOBRE LA MENSTRUACIÓN (y 2)


Después de más de dos mil años de cultura, no se había avanzado casi nada.

Ya con la endocrinología moderna, se vio que la menstruación no era una enfermedad, más bien una sobreproducción de hormonas, lo que causaba estos cambios en la mujer.
Pero incluso ya con este conocimiento llegó a decirse que la mujer, durante la menstruación, expulsaba por su piel una toxina (menotoxina), que era un veneno del que debía purificarse regularmente.
Aunque esta hipótesis fue rápidamente rebatida, pero surgieron muchos prejuicios que sí que se han seguido manteniendo como; que la sangre menstruante era venenosa,  que la leche y la nata se pudren cuando una mujer menstruante las toca, así como también se pudren los frutos, se marchitan las flores, etc.

Y aunque actualmente la medicina ha avanzado mucho, y cada vez los trastornos específicos de la mujer han comenzado a tomarse en consideración y a despertar el interés de más profesionales de la salud, este bagaje pone de manifiesto el gran desconocimiento que aún tenemos en general sobre la menstruación, sus molestias y trastornos asociados a ella.
Y, debido a ello, a menudo no respetamos los ciclos naturales de la mujer, más bien los maltratamos y queremos someterlos a la voluntad, con las consiguientes repercusiones para la salud y el bienestar de la mujer.

A pesar de que hoy en día es difícil mantener estos mitos y prejuicios de modo racional, la parte más afectiva y no racional sigue asociando la menstruación como algo sucio, vergonzoso, que hay que esconder.
Así, las mujeres actuales más bien esconden y quieren que no se les note cuando tienen la regla.

Algunos métodos anticonceptivos se venden con la ventaja de que no padecerán la menstruación.
Incluso es el principal mensaje de los anuncios de compresas o tampones cuando nos dicen “no lo notarás, no te lo notarán”.

Aquí tenemos un ejemplo:

Para finalizar, os muestro algunos mitos que he ido oyendo sobre de lo que pasaba cuando la mujer tenía la regla:

1.- Con la regla la mujer es impura, sucia, fea y no deseable.
2.- No debe ducharse, ni bañarse, ni lavarse la cabeza mientras tiene la regla.
3.- No debe tocar las plantas o flores, pueden marchitarse.
4.- No puede tener relaciones sexuales.
5.- No puede tocar árboles, hará caer la fruta.
6.- Sus emanaciones ahuyentan monstruos y espíritus.
7.- Arruina cosechas y devastas jardines.
8.- Avinagra el vino.
9.- Agria la leche y las cremas.
10.-Mata los gérmenes y las abejas.
11.- Corta la mayonesa.
12.- Corrompe la carne y el jamón.
13.- Impide la fermentación de la sidra.
14.- Ennegrece el azúcar.
15.- Hace saltar las cuerdas de arpas y violines.
16.- Tiene poderes maléficos.
17.- Debilita al hombre, y si mantiene relaciones sexuales con la mujer se vuelve impotente
18.- Cuando deja de tenerla en la menopausia, queda sin deseo sexual y debe clausurar su vida sexual.
19.- Durante la menstruación la mujer no puede quedarse embarazada (lo que no es verdad porque, aunque las posibilidades sean menores puede darse el caso, ya que los espermatozoides son capaces de alojarse vivos hasta cinco días en la vagina).
20.- No puede/no debe tener relaciones sexuales durante el periodo (puede que algunas mujeres no se sientan cómodas con el sangrado, pero no es nada perjudicial e incluso a muchas les resulta más placentero por la disminución de progesterona, la causante de que les baje la libido, pero debe usar métodos anticonceptivos si no quiere quedarse embarazada)
21.- La mujer debe tener la regla todos los meses por cuestiones de salud y desintoxicación de su cuerpo y, aunque lo habitual es que la menstruación dure entre tres y cinco días, cada 28 días, lo cierto es que hay un gran número de mujeres que se salen de la media. 
Las chicas más jóvenes suelen tener reglas irregulares, con ciclos de hasta 7 días y con una periodicidad de 30 o 32 días. Conforme va aumentado la edad es más normal que la periodicidad de la regla disminuya a los 25 o 26 días. Incluso hay a quien no le aparece en un largo periodo de tiempo a causa de métodos anticonceptivos orales. Pero todo depende de cada mujer, así que no te preocupes si tu regla no es igual a la de tus allegadas.
22.- Otro mito es que no debe hacer ejercicio físico (practicar deporte no está prohibido, al contrario, es beneficioso para esos días del mes ya que se liberan endorfinas que ayudan a calmar los dolores típicos asociados al periodo, así que no debe ser una excusa para mantener una vida activa y saludable.
23.- No debe comer naranjas, ni limones, ácidos o cítricos, porque desaparecerá la regla.
24.- No debe cortarse el pelo (ni el tinte ni los champús, pueden ser perjudiciales para la salud durante la menstruación.
25.- No se vuelve una loca con la regla (los cambios de humor no están exclusivamente relacionados con la menstruación.  La progesterona, hormona que actúa en el ciclo menstrual, provoca algunos cambios en el organismo que a su vez pueden producir algún cambio en el comportamiento de la mujer, pero eso no significa que sea la única causa de estos trastornos anímicos).

La mujer debe saber que los óvulos nacen con ella.
Cuando una niña nace, sus potenciales óvulos ya están en ella.
Durante el desarrollo en el útero materno tiene aproximadamente 7 millones de folículos y cuando nace disminuye a 2 millones.
En la pubertad solo quedan 400 mil y aproximadamente unas 500 se liberan en el correr de su vida.


viernes, 22 de diciembre de 2017

11.- LA MUJER.......MITOS SOBRE LA MENSTRUACIÓN (1).

LOS MITOS.

Alrededor de la menstruación se han creado muchos mitos e ideas preconcebidas que han perjudicado enormemente a la salud de la mujer y a la feminidad en general.
Y a menudo muchas de estas ideas sobre la mujer surgen de hombres y nace de doctrinas religiosas.

Las  antiguas culturas consideraban la menstruación un hecho misterioso y casi mágico.
El hombre primitivo no podía comprender cómo las mujeres de su tribu comenzaban a sangrar, de forma regular, sin ninguna herida aparente y sin perecer o enfermar por ella.
De esta incomprensión surgieron multitud de mitos y supersticiones, muchos de ellos aún perviven actualmente, que achacaban a la menstruación y a las mujeres menstruantes poderes sobrenaturales, tanto positivos como negativos.
Por ejemplo, en algunos pueblos se creía que cuando la mujer menstruaba  podía detener una tormenta o proteger al amado del enemigo; en otros, por el contrario, se pensaba que una mujer que tuviera la menstruación corrompería todo aquello que tocara.
Incluso en algunos pueblos primitivos, la mujer debía permanecer aislada del resto de la tribu durante el tiempo que durara su menstruación y le estaba prohibido preparar comidas o tocar los instrumentos que compartía con los demás.

Encontramos supersticiones  tanto en las religiones orientales como occidentales, y por tanto estas creencias supersticiosas acerca de la menstruación se han dado y se dan en todas las culturas, incluso en las más avanzadas.
Algunas supersticiones del pasado se mantienen hoy en día o han dejado una impresión negativa sobre la mujer cuando tiene la regla:

En los pueblos primitivos cuando una mujer tenía la menstruación era considerada sucia y se las apartaba del resto.
En la Biblia, el alma de la mujer se debate entre un lado oscuro y otro claro: la primera se encuentra representado por la primera pecadora, la impura Eva, que pagó el pecado original con tener que soportar la regla y los dolores del parto y el lado claro está representado por la pureza de la Virgen María, ser inmaculado y sin macha.
Por tanto, en la mujer no puede reconciliarse esta pureza femenina con la menstruación, con lo cual se consideraba a la mujer impura durante la regla.

En el Levítico del Antiguo Testamento se dice: “Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será impuro hasta la noche.
Todo aquello sobre lo que ella se acostare mientras estuviere separada, será impuro; también todo aquello sobre lo que se sentare será impuro. Todo aquello que roce su lecho o cualquier objeto sobre el que ella se haya sentado, deberá lavar su ropa, tomar un baño y será impuro hasta la noche.
Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia”

En el Medievo era pecaminoso que una mujer entrara menstruando a la iglesia.

En China la sangre menstrual no debía tocar el suelo para no ofender al espíritu de la tierra.

Pensadores de la antigua Grecia y de principios de la era cristiana aseguraban que la mano de la mujer menstruante convertía el vinagre en vino, arruinaba las cosechas, mataba las semillas, marchitaba los jardines, y pudría las frutas de los árboles.
También aseguraban que oxidaba el hierro, mataba a los insectos y enloquecía a los perros cuando se les acercaban.

Hoy en día muchas mujeres han recibido u oído el mensaje de que la mujer no puede hacer mayonesa cuando tienen la regla, porque puede cortarse ni tocar las plantas porque se marchitarán.

En nuestros tiempos, algunas comunidades fundamentalistas prohíben el coito durante la menstruación de la mujer.

Actualmente en algunos países de la Europa oriental aún hay la creencia que si una mujer menstruando se acerca a las conservas éstas se estropean o, como en Carolina del Norte, donde se piensa que si la mujer hace un pastel durante su período, será incomible.

El origen de estas supersticiones y mitos proviene mayoritariamente de una cultura eminentemente masculina y patriarcal donde la opresión de la mujer, el desprestigio y desvalorización de todo lo relacionado con la feminidad era una forma de convertirla en un ser inferior, supeditada al hombre, con la voluntad de que sean sumisas, dependientes, sentimentales… y con ello privarlas de participar en la vida pública.

Aunque si bien en un principio estas creencias supersticiosas podían atribuirse a la falta de información existente acerca de la menstruación, tanto de los procesos fisiológicos como anatómicos, la ciencia tampoco se ha librado de ellos.
Así, por ejemplo, durante siglos, se mantuvo la creencia, difundida por Aristóteles de que el feto se alimentaba y formaba con la sangre menstrual; por ello, cuando una mujer estaba embarazada no aparecía la menstruación.

Según se creía, el semen del hombre aportaba un niño ya preformado, con todas sus características, y la madre sólo era el medio para que el niño se desarrollara hasta el momento del parto; de ese modo la sangre menstrual se convertía en el alimento y en la misma sangre del feto.

Es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando comienzan a aparecer algunos manuales de obstetricia y se despierta el interés por el estudio de los mecanismos del embarazo y del parto, de la anatomía femenina y, posteriormente, del proceso de la menstruación.

Sin embargo, estos primeros estudiosos tuvieron que luchar contra las supersticiones y mitos firmemente establecidos y no siempre los vencieron; y así, por ejemplo, en 1878, a las puertas del siglo XX, el British Medical Journal seguía publicando que una mujer con la menstruación corrompía la carne si la tocaba. 

10.- LA MUJER...."UNA VEZ AL MES"

LA MENSTRUACIÓN: "UNA VEZ AL MES".

“El mes”, “menstruo”, “menstruación”, “regla”, “flujo” y otras denominaciones populares se refieren, todas, a uno de los sucesos biológicos más frecuentes y regulares de la mujer: el flujo sanguíneo periódico desde la pubertad hasta la menopausia, con la excepción del embarazo y, a veces, de la lactancia.

Durante casi toda la historia, cuando nada de ello se sabía, y como casi siempre, tiene connotaciones religiosas.
La menstruación recuerda el castigo divino contra la mujer, considerándola como “una función patológica y anormal, porque la mujer, como el varón, no debería tener menstruación”.

Para algunos es un castigo, para otros una deficiencia, mientras para otros es una anormalidad.

¿Por qué la mujer, mensualmente, sangra por sus órganos sexuales? Pero, ¿y si no se tienen respuestas? Pues como cuando llovía o había un terremoto o cualquier fenómeno natural, hay que atribuírselo a Dios.

Pero si la mujer embarazada no tiene período ¿no será que debería estar siempre embarazada para ausentar esa anormalidad denominada menstruación?
Lo normal, pues, es la gestación y la lactancia y sólo en el período de descanso, cuando las nuevas posturas de óvulos maduros no van seguidas de fecundación, ocurre la hemorragia preparando, otra vez, el terreno para la siembra del nuevo ser.

Es la ideología conservadora de la mujer-madre, que debe estar siempre embarazada o criando hijos para evitar la anormalidad de la menstruación.

Además, durante la menstruación la mujer debe alterar su comportamiento, al estarle prohibidas ciertas actividades: evitar el paso repentino del calor al frío, deben evitarse los baños, no lavarse con agua fría los genitales, debe evitar el frío de los pies, las bebidas heladas, excitantes y alcohólicas, evitar sentarse sobre cuerpos fríos y húmedos, debe evitar el coito y no enfriarse los genitales, que deben estar resguardados, no hacer ejercicios musculares, no tomar alimentos ni bebidas excitantes, evitar los trabajos intelectuales y estudios asiduos,…”

Ha sido una costumbre extendida la prohibición del coito durante la regla “por razones de elemental higiene e, incluso, pueden ser perjudiciales (1.970).

¿Trabajar durante el período? No. Debería, pues, abandonar el trabajo varios días al mes.
Las mujeres, pues, son enfermas periódicas, inútiles para una vida de trabajo activa y eficiente.
“Durante la menstruación no puede realizar una vida sexual ni social completas y se convierte, así, en un ser irritable….”

Nada digamos de quienes piensan que “la menstruación produce serios trastornos psicosomáticos, impulsos delincuentes y una tendencia irrefrenable al crimen…En las mujeres jóvenes existen alteraciones de la conducta y una mayor predisposición a la delincuencia, y en las casadas se altera la paz familiar y, a veces, una tendencia impulsiva a la violencia y al crimen” (1.970)

“Y una notable inestabilidad emocional, que explica que los conflictos conyugales, suicidios y crímenes sean más frecuentes en la segunda mitad del ciclo menstrual”

Se confunde, pues, “menstruación” con “vida sexual”, es decir, la vida sexual aparece con la menarquía y desaparece con la menopausia”
La duración del período sexual, durante toda la vida, coincide con la edad en que puede concebir, unos 30 ó 32 años.

A partir de la menopausia las mujeres deben empezar una nueva vida de compañeras.

“La menstruación significa sexo, sangre, sufrimiento e ideas de maternidad dolorosa…”

La menstruación es la credencial de maternidad, lo que siendo verdad, no es toda la verdad.

Así se pensaba y se creía hasta los años 70, que la menstruación era una anormalidad que incapacitaba a la mujer para trabajar, al tiempo que era para recordarle que el sufrimiento, el dolor, era inherente al sexo femenino y la futura maternidad.
Era el cumplimiento divino “parirás con dolor a tus hijos”.

Y se sabía por dónde sangraba la mujer pero no la causa del sangrado por lo que se estructura un relato sobre ello que comienza a ser creído.

¿Y esa sangre es como la que sale por la nariz o cuando te haces un corte en la mano o cuando te sacas una muela?.

NO.


Y se monta el relato del “TABÚ DE LA MENSTRUACIÓN”.