Siempre que se trata el tema
de la mujer-objeto sale algún machista redomado que afirma que a él le gustaría
ser varón-objeto, por el complejo de semental que detenta, capaz de esparcir
semen como lo haría un toro, un cerdo o un animal-macho cualquiera.
Durante la etapa franquista
la mujer, como persona, nunca fue objeto de estudio, sólo en sus connotaciones
de hija de, madre de, esposa de,…
Nunca como una persona
autónoma, “absoluta”, sino “relativa” (su ser se agotaba en una “relación a”,
generalmente a un varón).
Quizá los únicos que trataron
el tema “mujer” fueron los ginecólogos (casi todos varones), debido, sobre
todo, a su profesión y trato con ellas, de ahí que la percepción que de ella
tenían era la de ensalzarla como un ser casi sobrenatural por su capacidad de
engendrar vida (una de las pocas cosas (si no la única) que no estaba al
alcance del varón o, por el contrario considerarla como un ser generador y
transmisor de enfermedades.
Ambas imágenes de la mujer
concuerdan en que la mujer no trabaje fuera de su casa, ni ocupe, por lo tanto,
puestos activos en la sociedad.
Aunque a estas dos imágenes
de la mujer habría que añadirle la de considerarla ni superior ni inferior al
varón, sino “diferente”.
Aunque (también hay que recalcarlo)
esta tercera imagen, como las dos anteriores, excluyen a la mujer de una
valoración de “igualdad”, relegándola a funciones maternales, femeninas o de
mero adorno.
Yo, muchas veces, ya he
afirmado que las mujeres son “iguales” (como personas) pero “diferentes” (en
cuanto mujeres del sexo opuesto).
La mujer es “igual” al varón,
por ser persona exactamente igual a él, con los mismos derechos y deberes, en
cuanto “persona igual”, pero “diferente” en cuando que es mujer (hembra) y no
varón (macho).
Lo opuesto a “igual” es
“desigual”, mientras lo opuesto a “idéntico” es “diferente o distinto”.
De ahí mi aseveración de que
la “mujer es “igual” pero “distinta o diferente”.
“Igual” en tanto persona y
“distinta-diferente” en cuanto “tal tipo de persona”.
El triángulo isósceles es
“igual” de triángulo que el equilátero y que el escaleno (todos tienen “tres
lados”), pero “distinto” de ellos, porque sólo tiene dos lados iguales y uno
desigual, mientras los otros bien tienen los tres lados iguales o los tres desiguales.
¿Quién no ha oído hablar y/o
leído escritos de Gregorio Marañón o de Ramón y Cajal?
Pues ambos, que consideran a
la mujer como “diferente”, también la consideran “inferior” al varón.
Y mientras el primero la
considera con una “personalidad amorfa, inestable, ambivalente y de alma
contradictoria”, el segundo la considera como un complemento del varón,
absorbida “en lo pequeño” (la casa, los hijos, la educación,…) para que el
varón pueda dedicarse “a lo grande” (al estudio, a la investigación, a los
descubrimientos, a la creación…)
“Objetivos grandes
masculinos” vs “objetivos pequeños femeninos”
Sólo así queda liberado el
genial esposo de inquietudes domésticas (objetivos pequeños) para poder
dedicarse “a lo suyo”, los grandes objetivos.
Quien promovió una cierta
liberación (más bien “pseudo-liberación”) de la mujer, al sacarla de sus
hogares y hacerles cumplir funciones activas fue (y no se rían) la Sección Femenina , al mando de
la cual se encontraba Pilar Primo de Rivera.
También las mujeres deben
cumplir con la Patria ,
no sólo creando y aumentando la familia, sino educando a los hijos en la
tradición, comprendiendo (aunque no aprobando) y perdonando las malas
cualidades de los otros.
Junto con la educación
deportiva y la tradición folklórica debe prepararse para ser “el verdadero
complemento del varón”
“Lo que no haremos nunca es
ponerlas en competencia con ellos, porque “jamás llegarán a igualarlos” y lo
que conseguirían sería alterar la convivencia”.
“Y ya veréis cómo estas
mujeres, formadas, así, con la doctrina cristiana y el estilo
nacional-sindicalista, son útiles en la Familia , en el Municipio y en el Sindicato”.
En los tiempos del
franquismo, y acorde con la ideología que mana de la Sección Femenina , “el valor del
hombre se mide por su coeficiente de trabajo, como el de la mujer por el de la
maternidad”
Mientras, biológicamente, el
varón (el macho animal) está creado para el “cosmos exterior de la lucha por la
existencia” la mujer (la hembra animal) está biológicamente orientada hacia el
“endocosmos” de la reproducción y de la prole.
Ayudar, pues, a la mujer
proporcionándole medios para dejar de reproducirse a su voluntad es entregarle
un arma contra su propia feminidad.
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