Fue en la última década de la
etapa franquista cuando comenzó a hablarse y a escribir sobre si la humanidad
caminaba hacia “el tercer sexo”.
Además del sexo masculino
(trabajador) y del sexo femenino (madre) un tercer sexo que sería el de “la
mujer que no quiere ser (en general) madre y que quiere trabajar y trabaja.
Sería esa mujer moderna que
no quiere desarrollar una familia, que quiere ser trabajadora pero que no
renuncia a su actividad sexual.
Renunciar a “su función
natural” femenina (casada y madre) y dedicación a una actividad masculina
(trabajar fuera de casa).
Se preguntaban, entonces, si
no estaríamos los miembros de la especie humana en vísperas de convertirnos
como las hormigas o como las abejas, en una especie con tres sexos: 1.- El sexo
de las reinas (dedicadas a la reproducción), 2.- El sexo de los zánganos (para
fecundarlas) y, finalmente, 3.- La inmensa cantidad de obreras que pierden su
capacidad sexual para entregarse a un trabajo de la vida de relación.
La liberación social de la
mujer amenaza con producir un cambio irremediable en la sociedad.
“Desde hace bastantes años me
ha preocupado el advertir que muchas mujeres, atraídas por el aliciente de las
profesiones que antes les estaban vedadas, y de lo que ahora se llama
“liberación social de la mujer”, renunciaban voluntariamente a la reproducción
aunque no al sexo, y amenazaban con crear en el seno de nuestra sociedad una
especie de “tercer sexo”, análogo al que se produce en los hormigueros y en las
colmenas” (José Botella Llusiá. Esquema de la vida de la mujer. Madrid, Espasa
Calpe, 1.975)
Es una mujer cuyo instinto
sexual permanece invariable, y hasta exacerbado, pero que rehúye
deliberadamente el instinto maternal.
No quiere ser reina (para procrear)
sino trabajadora (para ganarse la vida sin depender del varón) pero que no
renuncia a su actividad sexual.
Unas trabajadoras en toda
regla a las que les gusta practicar sexo pero no quedarse embarazadas y ser
madres.
Se llegaría, por este camino,
a la desaparición de la especie humana.
Lo que no tienen en cuenta
estos escritores es que sólo son una pequeña parte de las mujeres del mundo:
las mujeres occidentales.
¿Es la mujer, en el siglo XX,
en España, “un-varón-a-medio-camino” (teoría de Marañón) o, por el contrario,
es el ser más perfecto de la creación, siendo el varón sólo una interferencia?
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