Ser “diligentes” (ellas)
versus ser “inteligentes” (ellos).
“Mujer madre y esposa” versus “mujer trabajadora profesional”.
Finalidad “reproductiva”
versus finalidad “productiva”.
La mujer no puede/no debe
cargarse con ambas tareas, no podría con ellas y/o las haría mal.
La mujer, además, vivirá
angustiada por no quedarse embarazada (si lo desea) o por quedarse de nuevo
embarazada (cuando ese no era su deseo).
¿Qué podía ser para ellas lo
hoy denominada “liberación de la mujer”?
¿Y cómo compatibilizar ésta
con la "angustia reproductiva”?
La patología femenina está
servida.
Es la ideología machista
dominante.
Si trabaja de pie, porque
trabaja de pie; y si trabaja sentada porque trabaja sentada. Las enfermedades
son seguras y horribles, los desarreglos menstruales ya están ahí, llamando a
la puerta.
Como ejemplo de lo que no
debe hacer la mujer, un medio de comunicación española, en 1.940, expone lo que
hace la mujer americana:
“El daño mayor que corroe
moral y demográficamente a América es el trabajo femenino, daño del que América
ha contagiado a Europa. Trabajo femenino consecuencia de la ley del “confort”
que produce: la masculinización de la mujer, el aumento del paro masculino, la
disminución de la nupcialidad, la disminución de la natalidad al considerar la
maternidad como un estorbo, como una cadena (…) El trabajo femenino contribuye,
finalmente, a la corrupción de las costumbres y a la destrucción de la familia”
Ya sabemos, pues, los valores
morales del franquismo en sus primeros momentos, naturalmente bendecidos por la Iglesia.
En 1.963, José M. Dexeus
decía: “es deseable una evolución económica que haga innecesario el trabajo de
las mujeres fuera del hogar”. La conjunción del
papel “reproductivo” con el papel “productivo” es difícil para la mujer.
Tras una labor casera, completar 8 horas de trabajo, resulta agobiante”
“El trabajo para los varones,
para las mujeres solteras y para las que se aburren”
“Desde el punto de vista
médico creemos que el trabajo asalariado en la mujer, lejos de ser como algunos
pretenden, un índice de un elevado nivel de civilización, es, realmente, la
demostración de una nociva servidumbre que nos impone la deficiente
organización actual de nuestras sociedades”.
“Sólo las mujeres que no han
de cumplir con la función maternal deben poder trabajar”, ya que no sirven para
“reproducir” (que es lo más importante, biológicamente hablando), que
“produzcan”.
“Si no “paren”, que
“trabajen”.
¡Y que todo esto lo afirme un
ginecólogo “gallego”, cuando, precisamente, la mujer gallega es la que más ha
hollado su terruño, su huerto, sus vacas,…¡
¿Y las mujeres aburridas?
Cuando los hijos vuelan del
hogar y buscan y encuentran compañero/a, y como “el casado casa quiere”…una vez
liberada la madre del cuidado de sus hijos, y si se aburre, para evitar
depresiones y/o alteraciones nerviosas o endocrinas (por aquello del “síndrome
del nido vacío”…)
Pero, aún entonces ¿deben
buscar trabajo? NO, sólo “entretenimiento”.
Pero es que incluso la
mujer-médico debe evitar las tareas relacionadas con los genitales, por ser
incompatibles con la sensibilidad y el pudor propios de una mujer (o sea, no
ginecóloga y, menos, uróloga)
“El ser médico es cosa de
hombres”.
El dominio de la situación,
la persuasión, la valentía ante los dramas de dolor,… sólo pueden darla ellos,
como atributos de la masculinidad.
En resumen: la mujer que
quiera trabajar debe escoger un entretenimiento-trabajo o un trabajo que sea
muy femenino, y sólo si es soltera o con hijos mayores.
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