domingo, 31 de mayo de 2020

FLORILEGIO 12 ( 6 ) EL VIEJO DIOS Y LA NUEVA DIOSA


EL MITO DE LA ANTIGUA DIOSA.

Es el nuevo “filosofema”.

La diosa es la guardiana de la interioridad del ser humano.

El Patriarcado (el Antiguo Dios) había regulado los aspectos externos de la conducta, pero menospreció el instinto individualizado, el entimiento, la intuición, la emoción y la profundidad de lo femenino.

La agresividad, la competitividad, la lucha por ganar, la exclusión,…son propias del Patriarcado.
El sentimiento, la intuición, la finura,… son propias de la Diosa, del Matriarcado.

LOS FILÓSOFOS.

Quien piense que los profesionales de la Filosofía en Bachillerato “leen poco, investigan menos y producen nada” se equivocan.
Yo ni he estado ni estoy en esa categoría.

Los filósofos hemos estado/estamos ubicados y estimulando la ilusión como dimensión real de la vida humana.

Y como es verdad que la sociedad actual/el hombre actual/moderno y postmoderno está enfermo, enfermo de miedo y de desilusión, lo decimos y lo analizamos.

Frente a las falsas ilusiones, de las que la modernidad, pretendiendo escapar de ellas, ha ofrecido un extenso repertorio, la verdadera ilusión tiene un fundamento bio-psicológico esencial: la necesidad de vivir, de darse razones de vivir.

La ilusión es una visión optimista de la porción de la realidad que es el proyecto, el futuro.

La arquitectura de la ilusión se organiza en la paradoja del “doble”: ser al mismo tiempo lo que no es pero puede ser.

Ilusión, futuro y esperanza abocan a una visión personalista y trascendente del hombre que, en vez de alejarle y alienarle, le devuelven las fuerzas para construir el presente y mejorarlo.

Para llegar a la meta del camino, previamente debemos saber en qué camino y dónde del camino estamos.

La mejor, o la única forma, de dirigirse al futuro es conocer el presente en el que estamos, para conocerlo, empujando en lo bueno y ralentizando, frenando lo malo.

FILÓSOFOS ESPAÑOLES

Nada nuevo descubrimos si afirmamos la ausencia de una tradición filosófica (con las excepciones, que sí los ha habido)
Y si no ha habido/no hay hábitos mentales no hay discurso filosófico por lo que carecemos de esa dimensión fundamental de la cultura: la creación filosófica.

Pero sí hemos tenido/tenemos grandes poetas y grandes místicos, pero somos conscientes de que la presencia de éstos no suple la falta de los otros, por ser cosas distintas.

LA ANTROPOLOGÍA.

La antropología tiene varios niveles: Biológico, Etnográfico, Etnológico, Sociológico, Cultural, Psicológico, Psicoanalítico y Filosófico.

Desde todos y desde cada uno de ellos puede afrontarse el estudio del hombre pero sabiendo que hacerlo desde uno o algunos de ellos no es captar
la totalidad del hombre.


viernes, 29 de mayo de 2020

FRORILEGIO 12 ( 5 ) EL HOMBRE: NI EN EL CENTRO, NI CREADO, NI CONSCIENTE, NI




¿La libertad?

La cosmología newtoniana ha acuñado una Antropología y una Psicología basadas en las leyes del determinismo absoluto y derivando en un materialismo declarado.

Voltaire, artículo “Destino”, en su Diccionario Filosófico: “Todo está gobernado por leyes inmutables…todo está predispuesto…todo es un efecto necesario. Hay alguno que, asustado por esta verdad, lo admite sólo a medias, como deudores que ofrecen a sus acreedores pagar la mitad de su deuda y pidiendo más tiempo para pagar el resto. Hay, dicen, sucesos que son necesarios y otros que no lo son. Sería divertido si una parte de lo que sucede tuviera que suceder y otra parte de lo que sucede no tuviera que suceder…Yo, necesariamente, debo tener la pasión de escribir esto y tú la pasión de condenarme: ambos somos igualmente tontos, ambos somos juguetes en manos del destino. Tu naturaleza es hacer el mal, la mía amar la verdad y escribirla a pesar tuyo”

Es la tesis de Voltaire, totalmente newtoniana, aplicando las leyes del determinismo físico al hombre, un elemento más del universo.

Igual, o más contundente todavía es Lamettrie y su obra “El hombre máquina” en el que hasta la psiqué depende totalmente de los procesos corporales, del mecanicismo del sistema nervioso.
Hombre = pequeña máquina :: universo = gran máquina.
Así ya sabemos qué es el hombre.

El Origen de las Especies, de Darwin comenzó desmitificando el origen bíblico del hombre y que lo llevó hasta sus últimas consecuencias Haeckel en su obra “Enigma del Universo” en la que se defiende una filosofía monista basada en la unidad de la naturaleza orgánica e inorgánica.

La causa última del movimiento vital reside en las propiedades químicas del carbono.
Incluso la actividad psíquica.
Incluso las  facultades más elevadas del hombre se formaron por evolución de la simple célula de los protozoos unicelulares y no son más que la suma total de las funciones psíquicas de las células cerebrales.

La ciencia ha desplazado a la metafísica y ya no se cuestionan los grandes interrogantes antropológicos pues el hombre ha quedado perfectamente involucrado en el gran todo y explicado por las leyes que rigen ese todo.

El evolucionismo se torna en ciencia como ley absoluta y un biologismo alargado intenta explicar TODO el ser personal.
Es, por ejemplo, el caso de Jean Rostand que así comienza su obra “El Hombre”: “La Biología ha llegado a ser una ciencia indispensable en la discusión de todos los problemas humanos….Para el biólogo el hombre es un animal como otro cualquiera. Su especie no es más que una de las ochocientas o novecientas mil especies animales que pueblan actualmente el planeta”

El hombre debe encontrar su puesto en medio de las distintas categorías que han ido demarcándose en el reino animal.

“El hombre es un “metazoario”, puesto que está formado por numerosas células diferenciadas.
Es un “artizoario”, puesto que su cuerpo puede ser dividido por un plano medio en dos mitades simétricas.
Es un “cordado” porque tiene un sistema nervioso organizado en la parte dorsal del cuerpo.
Es un “vertebrado”, dado que tiene una columna vertebral.
Es un “mamífero”, puesto que tiene mamas.

Todo el prodigio humano está hacia abajo, en vincular al hombre y en emparentarle con otras especies animales más cercanas y hermanas, en describir su parentesco y observar las diferencias biológicas debidas al proceso evolutivo, aunque la evolución biológica de la especie humana parece casi parada, pues no se observa síntoma alguno de transformación orgánica o psíquica que pueda dar motivo a lo contrario.

Y es que, biológicamente, serían necesarios miles y miles de años para que eso, lentamente, ocurriera.

Otra cosa es la Evolución CULTURAL

“El hombre es un átomo irrisorio, perdido en el cosmos inerte y desmesurado, que sabe que su febril actividad no es más que un pequeño fenómeno local, efímero, sin significación y sin sentido.
Sabe que sus valores no le sirven más que a él y que, desde el punto de vista sideral, la caída de un imperio, o incluso la ruina de un ideal, no cuenta más que el hundimiento de un hormiguero bajo el pie de un paseante distraído.
De esta forma, no tendrá otro recurso más que en aplicarse en olvidar la inmensidad bruta, que le aplasta e ignora.
Repudiando el vértigo estéril de lo infinito, sordo al aterrador silencio de los espacios, tratará de volverse tan incósmico como inhumano en el  universo.
Bravamente replegado sobre sí mismo, se consagrará humildemente, terrestremente, humanamente, a la realización de sus mezquinos designios, en los que fingirá poner la misma seriedad que si apuntasen a fines eternos”

La ciencia ha ido desenmascarando muchas ilusiones que el hombre, a lo largo de la historia, ha ido formándose de sí.

Freud describe las grandes etapas del progreso científico como una progresiva destrucción de las ilusiones humanas.

En otro lugar he escrito sobre las grandes desilusiones del hombre: COPÉRNICO sacó a la tierra del centro del universo y la puso a girar, en dos movimientos, alrededor del sol (heliocentrismo) (y que luego sería sacado de su centro esférico y colocado en uno de los dos focos de su órbita en su recorrido, anual, alrededor del sol, con Kepler). DARWIN sacó al hombre de la superioridad como criatura especialmente creada por Dios y emparentándola con especies animales (evolucionismo), FREUD descubrió que, como en el iceberg, lo que sobresale a la superficie es sólo un 10%, quedando el otro 90% bajo el agua, mostrando que la Conciencia es muy pequeña comparada con el Inconsciente.

Ilusiones destrozadas: ni en el Centro del Universo, ni Creado, de manera especial, por Dios, ni somos totalmente Conscientes, más bien poco.

Las ciencias, sea la Astronomía, sea la Biología, sea la Psicología, nos han bajado los humos y hemos tenido que echar pie a tierra.

Quitar, acabar con ilusiones, no es muy grato, pero es la realidad que tenemos que aceptar y vivir según ello.

La verdadera sabiduría consiste en distinguir entre lo que es una Ilusión y lo que es una Posibilidad.

Toda la historia ha sido el intento de buscar seguridades, evidencias y certezas en las que/con las que poder vivir sin zozobras y felizmente, y hemos llegado a la conclusión que todas ellas son frágiles, débiles, y que fácilmente vibran, azotadas por los saberes, y se nos caen, teniendo que empezar otra vez a asegurar el edificio de la Vda.

Por tanto, para una adecuada comprensión de la persona hay que tener en cuenta las dimensiones estructurales del hombre y hay que tratar de evitar que se hipoteque en ninguna de ellas.

El hombre es, constitutivamente, pluridimensional y su respectividad al no yo crea diversas relaciones complementarias y enriquecedoras:

1.- Frente a las cosas tenemos una relación de objetivación y de posesión domesticada.

2.- Frente al otro tenemos una relación personal que debe desembocar en comunidad

3.- Frente a Dios tenemos una relación espiritual y de trascendencia liberadora.

4.- Frente a la historia tenemos una relación proyectiva como seres condicionados por un pasado, pero forjadores de un futuro.

5.- Frente a la sociedad tenemos una relación política, ya que nuestras acciones, aun las más insignificantes, inciden en los demás.

6.- Frente a la cultura tenemos una relación de asimilación y de progreso, de memoria y de imaginación.

Gracias a la fuerza creadora y transformadora del hombre disponemos de una prodigiosa técnica y, a través de ella, de un mundo abundantísimo de productos y de utensilios pero, frecuentemente, ese mundo de abundancia hace que el hombre se vacíe en esos productos de manera que, cuando se pregunta por quién es él no tenga respuesta porque no se encuentra, porque se encuentra diluido en sus creaciones.

Las creaciones de un creador que se aliena en sus productos, que son su proyección (“eso lo hice yo, y eso, y eso,…”) y se difumina el creador en sus creaturas, lo que le crea una conciencia infeliz porque está instalado en las cosas y le borra la verdadera finalidad de existir.

Cuando el “tener” asfixia al “ser” y el “problema” desplaza al “misterio”, se sustituye el concepto de “verdad” por el de “exactitud” y se da una perversión en los valores existenciales.

“Para los jóvenes de hoy –dice Horkheimer – tan sólo la ciencia es verdadera, porque confunden lo “verdadero” por lo “exacto” y, por ello, creen que la única forma de razón es la que yo llamo “instrumental” y que excluye todas las demás.

Para la comprensión total del hombre no basta la razón científica, la razón filosófica, la razón histórica y la razón teológica, como se va reconociendo cada vez más por todos los pensadores más cualificados y exigentes.

Todas esas diferentes son necesarias pero no son suficientes.
Y cuando alguna de ellas muere de inanición, la filosofía seria muere.

El hombre que, conscientemente, quiere alcanzar la plenitud humana necesita abrirse a todas las dimensiones reales que lo configuran, lo condicionan y lo ponen en camino de búsqueda y de encuentro.

Y en este ir al encuentro de “lo que es” y de “lo que puede ser” consiste lo más bello del quehacer humano, que para unos es fatalidad y para otros un maravilloso juego.

“La multitud creciente de ciencias especiales que se ocupan del hombre –dice Max Scheler – ocultan del hombre mucho más de lo que iluminan, por muy valiosas que sean”.

Hemos hecho tabla rasas de las tradiciones, las religiones han caído en el vacío, no hemos construido sustitutos fuertes en que apoyarnos (la postmodernidad reina por doquier), por lo que ya no sabemos qué tenemos que hacer en el camino que no sabemos dónde va porque no hay meta concreta.

Ya no podemos, pues, esperar.

Si no sabemos lo que somos no podemos ni tan siquiera hablar.

Nos hemos quedado sin habla.

Vivimos en el laberinto y en él moriremos porque no hemos puesto hilo alguno de Ariadna.

FLORILEGIO 12 ( 4 ) LOS FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA: EL HOMBRE COMO ANIMAL ENFERMO



Pero tenemos que acostumbrarnos a vivir a la intemperie de seguridades, evidencias y certezas porque todo cada vez nos es más inseguro, menos evidente y menos cierto,
Y tendremos que aprender a vivir en la cuerda floja, en el filo, siempre en la duda, en la ambigüedad.

Actualmente sentimos, cada vez más, cierta alergia a todo tipo de soberanías absolutas (ni verdades, ni bienes, ni conocimientos, ni comportamientos, ni…ni….

En el REALISMO se tenía la convicción de que el mundo y las cosas que hay en el mundo eran seguros y fuentes de verdad y de certeza, lo que fue problematizado por Descartes y su escuela que desplazaron la certeza realista a la certeza y evidencia de la conciencia.
Sólo estoy seguro de que Dudo por lo que también estoy seguro de que Existo porque ¿cómo podría dudar si no existiera?
Pero esa es mi única certeza: Dudo Existiendo o Existo dudando.
Y como dudar es pensar: “Cogito, ergo sum”
¿Y después qué?
Pienso pensamientos.
¿Qué tipo de pensamientos?
Ideas adventicias, ficticias e innatas.
¿Y?
Puedo estar seguro de que pienso, pero ¿y de lo pensado en esos pensamientos?
Si pienso en una mesa, es verdad que pienso en una mesa pero ¿es verdad que es real la mesa pensada en ese pensamiento?

Al final será Dios quien garantice que…
Para hacer ese viaje ¿hacían falta tantas alforjas?

La certeza es subjetiva pero la verdad tiene que ser objetiva, a lo que no puedo llegar a no ser por el aval de Dios.

De la duda del mundo que nos rodea pasamos a la duda de la conciencia misma, a la que se le acusa de “mala conciencia”

Marx, Nietzsche y Freud  son los desenmascaradotes de esa mala conciencia o conciencia falsa.
Los “filósofos o maestros de la sospecha”

Pretenden demostrar que la conciencia no es una categoría inmediata y primaria sino un producto de otros elementos previos y determinantes. De tal modo que la conciencia hay que verla, analizarla e interpretarla según el binomio relacional ausencia-presencia, oculto-mostrado, simulado-manifiesto.

Es “reflejo de las relaciones sociales de producción” o “es interpretada a la luz de la voluntad de poder y que implica un trastrueque de todos los valores vigentes” o es “un producto derivado de una arqueología anterior, como son los niveles inconsciente y preconsciente que determinan lo consciente.

La conciencia deja de ser lo evidente y lo cierto, para convertirse en problemático.
Lo inconsciente es prioritario frente a lo consciente, no sólo en el orden lógico, sino también en el orden ontológico y axiológico.

Los tres, cada uno a su manera, interpretan al hombre en términos de enfermedad y en una referencia, más o menos implícita, a la nostalgia de un paraíso perdido y revestido de la esperanza de un paraíso futuro.

Enfermedad, para uno, en el orden político-económico, y su nombre se llama “alienación”, individual o colectiva y cuya Jerusalén celeste, en la que ya no haya alienaciones será “la sociedad sin clases”.

“Enfermedad llamada “hombre” –escribe Nietzsche en La Genealogía de la Moral.
Su estado normal es el “estado mórbido”, tal vez porque el hombre está cansado de sí mismo.
La santidad “paradisíaca” se realiza en el “superhombre” y en la superación de todos los valores, la “transvaloración axiológica”,

“Animal neurótico” lo denomina Freud, que vive en un conflicto permanente entre “deseo” y “realidad”
Sólo a través de la liberación del eros reprimido alcanzará el “paraíso perdido”, que es el de la “infancia”

Los tres “filósofos de la sospecha” coinciden en que el hombre es un “enfermo”, un “enfermo ontológico” para uno, un “enfermo socio-económico” para otro o un “enfermo como ser-en-el-mundo” para el tercero.

El hombre se presenta como la “enfermedad del ser, del tener y del hacer”
Pero esta enfermedad se nos presenta como la pérdida de una santidad original y la pre-convalecencia de un estado nuevo.

El hombre aparece, siempre, como una decadencia y referido, siempre, hacia un ideal y a un paraíso perdido y ahora anhelado.

Este animal enfermo puede curarse, pero sólo podrá salvarlo la esperanza.
Así el hombre necesita ir más allá del yo actual para lograr un yo posible que sea la salvación y superación de ese yo decadente.

Pero la tarea destructiva de estos tres pensadores está en función de un empeño constructivo, porque creen en el hombre y esperan en él.

La persona humana no para de replantearse su identidad y siempre queda insatisfecha de las respuestas que se le ofrecen, que se da o se las dan.

Tanto el dualismo como el monismo, sea materialista o espiritualista, se suceden históricamente como respuestas al problema permanente de la cuestión humana y nunca se ve totalmente representado en ninguna de esas respuestas, soluciones parciales y convencionales.

El yo humano es una realidad estructurada de materia y espíritu, de cuerpo y alma, pero es, también, historia, misión y proyecto.
Una realidad singular inacabada que puede hacerse o deshacerse.

Nunca podrá entenderse sólo desde sí mismo sino en la relación a todo aquello sobre lo que se vuelca, de ahí que toda vida verdadera sea un “encuentro”.

Una antropología individualista que no se ocupe más que de la relación del yo consigo mismo y se limite al análisis de los elementos que lo componen nunca podrá ofrecernos un conocimiento completo de lo que es el hombre, un “yo” y un “nosotros”, un yo concreto y sus relaciones.
El yo no es un yo “desnudo”, sino un yo “relacionado” con las otras realidades que le reclaman y le configuran.

El hombre, pues, necesita superar la soledad yoísta sin caer en las redes del peligro contrario y despersonalizador, como es el colectivismo, donde el hombre no tiene rostro humano y se transforma en un ser anónimo.

El individualismo es inhóspito, pero el colectivismo es masificador, por eso necesita habérselas con ambos.

El hombre vive siempre en una circunstancia, de la que jamás puede prescindir (es el “yo circunstanciado” de Ortega)

Y la circunstancia no es una cosa o un conjunto de cosas sino un escenario, un contexto, un horizonte en donde acontece la vida personal, que es también comunitaria.

El yo humano no es reducible a cosa, pues es subjetividad, pero tampoco puede reducirse a subjetividad, porque también es apertura a un mundo con el que está implicado y complicado.

“La vida humana es una realidad extraña –afirma Ortega- de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás, ya que las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que aparecer en ella”

El yo concreto tiene una condición vectorial y de gravitación que le vuelca fuera de sí y le vincula a otras realidades extrañas, pero necesarias para su ser y su hacer, tanto en el orden ontológico, como en el psicológico y ético.

El hombre necesita asentarse en la circunstancia, instalarse en ella pero, al mismo tiempo, ha de trascenderla y rebasarla.

El hombre es un centro emisor y receptor de relaciones, de experiencias, de vivencias y de convivencias.

Se presenta a nivel ontológico, biológico y psicológico como foco de relación intencional que se relaciona, se vincula y se comunica con diversos polos referenciales de interés, de simpatía, de valor y de vida.

jueves, 28 de mayo de 2020

FLORILEGIO 12 ( 3 ) EL HOMBRE ( 3 )




¿La libertad?

La cosmología newtoniana ha acuñado una Antropología y una Psicología basadas en las leyes del determinismo absoluto y derivando en un materialismo declarado.

Voltaire, artículo “Destino” en su Diccionario Filosófico: “Todo está gobernado por leyes inmutables…todo está predispuesto…todo es un efecto necesario. Hay alguno que, asustado por esta verdad, lo admite sólo a medias, como deudores que ofrecen a sus acreedores pagar la mitad de su deuda y pidiendo más tiempo para pagar el resto. Hay, dicen, sucesos que son necesarios y otros que no lo son. Sería divertido si una parte de lo que Suede tuviera que suceder y otra parte de lo que sucede no tuviera que suceder…Yo, necesariamente, debo tener la pasión de escribir esto y tú la pasión de condenarme: amos somos igualmente tontos, ambos somos juguetes en manos del destino. Tu naturaleza es hacer el mal, la mía amar la verdad y escribirla a pesar tuyo”

Es la tesis de Voltaire, totalmente newtoniana, aplicando las leyes del determinismo físico al hombre, un elemento más del universo.

Igual, o más contundente todavía es Lamettrie y su obra “El hombre máquina” en el que hasta la psiqué depende totalmente de los procesos corporales, del mecanicismo del sistema nervioso.
Hombre = pequeña máquina :: universo = gran máquina.
Así ya sabemos qué es el hombre.

El Origen de las Especies, de Darwin comenzó desmitificando el origen bíblico del hombre y que lo llevó hasta sus últimas consecuencias Haeckel en su obra “Enigma del Universo” en la que se defiende una filosofía monista basada en la unidad de la naturaleza orgánica e inorgánica.
La causa última del movimiento vital reside en las propiedades químicas del carbono.
Incluso la actividad psíquica.
Incluso las  facultades más elevadas del hombre se formaron por evolución de la simple célula de los protozoos unicelulares y no son más que la suma total de las funciones psíquicas de las células cerebrales.

La ciencia ha desplazado a la metafísica y ya no se cuestionan los grandes interrogantes antropológicos pues el hombre ha quedado perfectamente involucrado en el gran todo y explicado por las leyes que rigen ese todo.

El evolucionismo se torna en ciencia como ley absoluta y un biologismo alargado intenta explicar a TODO el ser personal.
Es, por ejemplo, el caso de Jean Rostand que así comienza su obra “El Hombre”: “La Biología ha llegado a ser una ciencia indispensable en la discusión de todos los problemas humanos….Para el biólogo el hombre es un animal como otro cualquiera. Su especie no es más que una de las ochocientas o novecientas mil especies animales que pueblan actualmente el planeta”

El hombre debe encontrar su puesto en medio de las distintas categorías que han ido demarcándose en el reino animal.

“El hombre es un “metazoario”, puesto que está formado por numerosas células diferenciadas.
Es un “artizoario”, puesto que su cuerpo puede ser dividido por un plano medio en dos mitades simétricas.
Es un “cordado” porque tiene un sistema nervioso organizado en la parte dorsal del cuerpo.
Es un “vertebrado”, dado que tiene una columna vertebral.
Es un “mamífero”, puesto que tiene mamas.

Todo el prodigio humano está hacia abajo, en vincular al hombre y en emparentarle con otras especies animales más cercanas y hermanas, en describir su parentesco y observar las diferencias biológicas debidas al proceso evolutivo, aunque la evolución biológica de la especie humana parece casi parada, pues no se observa síntoma alguno de transformación orgánica o psíquica que pueda dar motivo a lo contrario.
Y es que, biológicamente, serían necesarios miles y miles de años para que eso, lentamente, ocurriera.

Otra cosa es la Evolución CULTURAL

“El hombre es un átomo irrisorio, perdido en el cosmos inerte y desmesurado, que sabe que su febril actividad no es más que un pequeño fenómeno local, efímero, sin significación y sin sentido.
Sabe que sus valores no le sirven más que a él y que, desde el punto de vista sideral, la caída de un imperio, o incluso la ruina de un ideal, no cuenta más que el hundimiento de un hormiguero bajo el pie de un paseante distraído.
De esta forma, no tendrá otro recurso más que en aplicarse en olvidar la inmensidad bruta, que le aplasta e ignora.
Repudiando el vértigo estéril de lo infinito, sordo al aterrador silencio de los espacios, tratará de volverse tan incósmico como inhumano es el  universo.
Bravamente replegado sobre sí mismo, se consagrará humildemente, terrestremente, humanamente, a la realización de sus mezquinos designios, en los que fingirá poner la misma seriedad que si apuntasen a fines eternos”

La ciencia ha ido desenmascarando muchas ilusiones que el hombre, a lo largo de la historia, ha ido formándose de sí.

Freud describe las grandes etapas del progreso científico como una progresiva destrucción de las ilusiones humanas.

En otro lugar he escrito sobre las grandes desilusiones del hombre: COPÉRNICO sacó a la tierra del centro del universo y la puso a girar, en dos movimientos, alrededor del sol (heliocentrismo) (y que luego sería sacado de su centro esférico y colocado en un de los dos ejes de su órbita en su recorrido, anual, alrededor del sol, con Kepler). DARWIN sacó al hombre de la superioridad como criatura especialmente creada por Dios y emparentándola con especies animales (evolucionismo), FREUD descubrió que, como en el iceberg, lo que sobresale es sólo un 10%, quedando el otro 90% bajo el agua, mostrando que la Conciencia es muy pequeña comparada con el Inconsciente.

Ilusiones destrozadas: ni en el Centro del Universo, ni Creado, de manera especial, por Dios, ni somos totalmente Conscientes, más bien poco.

Las ciencias, sea la Astronomía, sea la Biología, sea la Psicología, nos han bajado los humos y hemos tenido que echar pie a tierra.

Quitar, acabar con ilusiones, no es muy grato, pero es la realidad que tenemos que aceptar y vivir según ello.

La verdadera sabiduría consiste en distinguir entre lo que es una Ilusión y lo que es una Posibilidad.

Toda la historia ha sido el intento de buscar seguridades, evidencias y certezas en las que/con las que poder vivir sin zozobras y felizmente, y hemos llegado a la conclusión que todas ellas son frágiles, débiles, y que fácilmente vibran, azotadas por los saberes, y se nos caen, teniendo que empezar otra vez a asegurar el edificio de la Vda.

miércoles, 27 de mayo de 2020

FLORILEGIO 12 ( 2 ) EL HOMBRE ( 2 )


Producir – consumir – destruirse.

Para huir de la comprensión del hombre concreto, quizá porque le da miedo verse reflejado en esos trágicos fenómenos del siglo XX,  se escuda en conceptos abstractos totalizantes como idealismo, materialismo, historicismo, marxismo, personalismo, existencialismo,…y se recurre a su propio concepto de razón explicativa: razón filosófica, razón científica, razón histórica, razón vital, razón biológica, razón analítica, razón instrumental,…
Pero que no convencen, totalmente, al hombre concreto.

No por verse refugiado en un movimiento colectivo encuentra descanso el hombre concreto.

Ni Sócrates con su método y su ironía fue capaz de definir al hombre, ni siquiera a la virtud, aunque consideraba, en un principio, virtuosos a muchos hombres que se creían serlo, pero que cuando les preguntaba qué era esa virtud, los llevaba a que se considerasen ignorantes, primer paso para querer saber.
La condición imprescindible para encender una vela era ser consciente de que estaba apagada. Pero no se cuestiona qué era la vela,…

Si para Platón el hombre era un ser desplazado, un forastero en este mundo, al estar su mansión en el otro mundo, en el más allá. Si “venimos de” debemos “ir a”, debemos “volver”,  enseñándote el camino, para su discípulo Aristóteles la posada del hombre está en este mundo.
El hombre aristotélico se encuentra aclimatado en el mundo como en su propio aposento.

Si para Platón esta vida es “una mala noche, en una mala posada”, como para los místicos, y está deseando que amanezca es para volver, para Aristóteles esta vida es la vivienda que no se quiere abandonar porque está aclimatado ya.

En Aristóteles “el hombre ha dejado de ser problema”, acepta su sitio en el universo y vive cómodamente en él.
El hombre es un ser natural, pertenece a la naturaleza, y es/debe ser feliz en ella, no irse de ella.
No sólo es un caso, en la naturaleza, sino que es consciente de ello y quiere/debe saber cómo es esa relación con ella.

Ya sabemos los conceptos de “género”, “diferencia específica” y “especie”, por lo que el hombre es un “animal” (viviente sensible) “racional” (diferencia) y “hombre” (especie, la especie humana).

Y las tres almas (“psijés” “animas” = Vida, principio de vida, presente en todos los vegetales (seres vivos) que nacen, se alimentan, crecen, se reproducen y mueren (caracteres del “alma vegetativa “).
El alma animal que, además de todas las características del alma vegetativa, tiene sentidos externos e internos, imaginación, estimativa o instinto y memoria.
El alma racional que tiene todo lo de los vegetales, todo lo de los animales y, además, lo típico suyo: razón-inteligencia, voluntad y libertad.

De Kant, de las cuatro preguntas, cuyas respuestas son el Conocimiento, la Moral o Ética, la Religión y la cuatro: “¿qué es el hombre”?
Tres Críticas: Razón Pura, Razón Práctica, Razón Estética o del Juicio.

Su filosofía es la respuesta a las tres primeras preguntas pero la cuarta: “Qué es el hombre”, que dice que es la fundamental pero que, sin embargo, obvia responder.
Como ya lo habían hecho Sócrates y Aristóteles.

Del Cristianismo ya sabemos su respuesta, hasta hoy mismo: “creado por Dios a su Imagen y semejanza”. De Él venimos y a Él debemos volver tras el paso por la tierra.

La Antropología Filosófica, para tratar de explicar al hombre, no es un sistema cerrado por el que podamos definir perfectamente al hombre (sea materialista, espiritualista, mecanicista, vitalista, empirista, trascendente o inmanente) sino un sistema abierto que ha de tener en cuenta que existe lo abstracto y lo concreto, la naturaleza y la historia, la esencia y la existencia, la humanidad y los muchos y variados pueblos que la conforman, cada uno con sus caracteres, su cultura, sus gestos, sus ritos, varones y mujeres, blancos, negros y amarillos, genios y mentecatos, buenos y malos, artistas y filisteos, burgueses y proletarios, bellos y feos, ricos y pobres, libres y esclavos,…

Todos ellos son hombres, todos ellos pertenecen y conforman la especie humana.

¿Cómo definirlos exactamente si, aunque sean todos hombres, son todos tan distintos?

A partir de la Revolución Científica (XVI-XVII-XVIII) se han hecho nuevas preguntas sobre el hombre y se han dado nuevas respuestas desde las distintas ciencias: Matemática, Física, Química.

Los grandes genios científicos (Copérnico, Kepler, Galileo, Descartes, Newton,…) han aportado una nueva mentalidad científica y, con ella, una nueva visualización del hombre provocando lo que se ha denominado: “crisis de la conciencia europea”.

Triunfa la interpretación newtoniana del universo, con sus leyes fijas y su determinismo científico que iba unido a la Filosofía Mecanicista.

El éxito de la tesis newtoniana sobre el mecanismo celeste se aprovechó para extenderlo a un mecanismo universal como razón última de todo el universo.

“Creyeron los enciclopedistas franceses del XVIII que se encontraban en el umbral de ofrecer la explicación definida del mundo a través de principios físico-químicos. Incluso Laplace se imaginó que una inteligencia competente podría predecir el progreso de la naturaleza para siempre, con tal que le dieran las masas y las velocidades” – afirma E. March.

La Razón Determinista se hizo pronto triunfalista hasta pretender explicar todo a través de pesas y medidas.

La conclusión era fácil: si el universo era así y se comportaba así, como el hombre es parte de ese universo, también deberá ser y comportarse como él.
El todo y la parte.

Los Ilustrados franceses sostenían que el sistema de Newton describía el mundo como una ingente, gigantesca, máquina cuyo mecanismo esencial ya se conocía y dentro de ella se encontraba el hombre, corporal y espiritualmente, como una pieza del engranaje cósmico que acontecía forzosa y necesariamente.

¡Qué bien lo expresó Voltaire en el Filósofo Ignorante,  en el que encontramos una descripción maestra de esta mentalidad: “Sería sorprendente que, cuando la naturaleza entera, y todos los planetas, están sometidos a las leyes eternas, existiese un pequeño animal, de 1,65 de altura, que pudiera zafarse de esas leyes obrando a su antojo y sin más límite que su propio capricho”¡

lunes, 25 de mayo de 2020

FLORILEGIO 12 ( 1 ) EL HOMBRE ( 1 )




No puede jugarse al ajedrez, ni al fútbol, ni al tenis, ni a….ni a…ningún juego si, antes, los jugadores no aceptan las reglas.
Pero, una vez aceptadas las reglas, no puede obligarse a nadie a que juegue si no quiere.

“Obligación de” y “libertad”.

Jugar es opcional, voluntario.
Aceptar las reglas del juego es previo y obligatorio.

LO PEOR.

“Lo peor que puede sucederle a una persona, o a una nación, es la desgana, el aburrimiento y el cansancio” –decía Husserl.
Bajas la guardia un momento y el más espabilado te roba la cartera.
Te distraes y se te cuelan en tu casa.
“El peligro mayor que amenaza a Europa es el cansancio. Luchemos contra este “peligro de los peligros”, como buenos europeos.

Veo a Europa como árbol que va secándose y lánguidamente continúa arrastrándose. Sobrevive pero la savia está solidificándose. Ninguna rama sana acude en ayuda de las ramas resquebrajadas por una desgracia sobrevenida.
Coexistencia de naciones, pero sin convivencia.
Hermanos que se desentienden de la desgracia de hermanos que, sin haber hecho nada para merecerlo, sin jugar en este juego siniestro, ha caído en su casilla la bola negra de la desgracia y, además, se niegan a echarles una mano.

Simulacro de “Unión” que hace crecer la desesperanza.
Algunos más preocupados por las tiritas para sus rozaduras que por las mesas de operaciones de los, teóricamente, hermanos en la Unión.

EL HOMBRE.

“El hombre no quiere sino ser hombre” –decía Nicolás de Cusa (el Cusano).
“El hombre es un ser extravagante y complicado” –nos había dicho Erasmo.
“El héroe de nuestros contemporáneos no son ni Lucifer ni Prometeo, sino el hombre” –afirma Merleau-Ponty.

La vida humana se desarrolla paradójicamente entre el “drama” y la “comedia”, entre el “llanto” y la “carcajada”, entre el “pudor” y el “descoco”, entre la “diversión” y el “aburrimiento”, entre la “exigencia” y el “capricho”, entre la “innovación” y la “repetición”, entre lo “finito” y lo “infinito”, entre el “todo” y la “nada”.

Ni “ángel” ni “bestia”, ni “pura razón” ni “pura pasión”, ni “cuerpo” ni “alma” sino “cuerpo animado” o “alma corporeizada”.

El hombre es interpretado, de forma antitética, como “estructura” y como “coyuntura”, como “naturaleza” y como “historia”, como “necesidad” y como “libertad”, como “productor” y como “producto”, como “problema” y como “misterio”, como “sistema” y como “dispersión”, como “absurdo” y como “dador de sentido”, como “cosa seria” y como “carnavalada”, como “imagen de Dios” y como “desafortunada prolongación del mono”.

El hombre siempre ha dado que pensar, que decir y que callar.

“Se trata de que el hombre se ha perdido, una vez más, en el mundo –dice Ortega- . Porque no es una casualidad que el hombre se ha perdido ya muchas veces, Más, aún, es esencial al hombre perderse, perderse en la selva del existir. Es su trágico destino, y es su ilustre privilegio”

El hombre se ha perdido en muchos campos: en el filosófico y en el científico, en el histórico y en el político, en el social, en el…en el…

Perdido, pero es el único ser que puede encontrarse, ya que tiene el privilegio de poder crear, transformar e inventar nuevas situaciones.
Y, precisamente, allí donde se pierde puede encontrase y recrearse.

Hay momentos en que el hombre no tiene donde apoyar los pies ni donde agarrarse con las manos y cree estar viviendo en el vacío, en la ausencia total de asideros existenciales.

El hombre es un sistema, pero no un sistema cerrado y acabado sino siempre abierto a otros hombres y a los objetos y siempre sin acabar, siempre incompleto.
Y en estas circunstancias lo peor que puede ocurrirle al hombre es la desgana, el cansancio, el aburrimiento.

Muchos siglos han pasado desde que aquel filósofo dijo: “conócete a ti mismo” y sin embargo el hombre todavía no se ha aclarado porque preguntarse qué es el hombre puede responderse que se trata de una cuestión teológica, filosófica, científica, una cuestión apasionante, banal, enigmática, fantástica, insoluble,…

Depende de quien conteste y del campo del saber en que esté para que se den respuestas distintas.

El hombre sigue sin saber, de manera segura, qué es, pero es consciente de que no lo sabe, y éste es su privilegio, saber que no lo sabe.

En palabras de Heidegger: “ninguna época ha sabido conquistar tantos y tan variados conocimientos sobre el hombre como la nuestra…sin embargo ninguna época ha conocido al hombre tan poco como nosotros. En ninguna época el hombre se ha hecho tan problemático como en la nuestra”.

“De esta suerte –afirma Zubiri – el hombre del siglo XX se encuentra más solo aún: esta vez sin mundo, sin Dios y sin sí mismo. Singular condición histórica”.

Y si el movimiento existencialista fue una exaltación narcisista de la subjetividad y de la libertad creadora del hombre, el movimiento estructuralista posterior se puso en el otro extremo y apostó por “la supresión del sentido de la vida y de la disolución del hombre”

Si en el XIX aquel loco-cuerdo proclamó la “muerte de Dios”, que implicaba toda una cosmovisión y trastrueque de valores, algo parecido ocurrirá con la proclama de “la muerte del hombre”, lo que implica que, “antes de pensar en la muerte del hombre nuestra época la vivió”

Ahí están, como prueba, las dos guerras mundiales, los campos de concentración, las checas, los genocidios, los etnocidios, los gulags, y todas las formas de terrorismo descarado o encubierto,… ¿todo eso representa un “progreso” o un “retroceso”?

FLORILEGIO 11 ( y 9 ) FILOSOFÍA AGUSTINIANA.



¿Puede hacerse filosofía desde una situación personal creyente o cristiana?
La pregunta eterna: ¿puede haber una “filosofía” (razón) desde la “creencia” (revelación)? O ¿no son dos términos contradictorios “filosofía” y “cristiana”?

Durante toda mi vida he defendido la posibilidad de “filósofos cristianos” o “cristianos filósofos” siempre que dejen en la puerta, antes de entrar en la filosofía, su creencia en la revelación.

Apenas convertido escribe San Agustín el “Contra Académicos” (una de las primeras seis obras en que predomina el tema filosófico y en las que intervienen la Razón y la Fe).
Y no es que las confundiera y las considerara caminos de acceso a la verdad, pero no le preocupaba el problema de establecer fronteras.

Los tres pasos de: 1.- “Intellige ut credas” (razones para creer), 2.- “Crede ut intelligas” (creer para entender), y 3.- Intellige ut credas” (entender lo creído para asentar la creencia).

Con el “Contra Academicos”, una vez superado el materialismo maniqueo, el escepticismo y el neoplatonismo, aviva aún más su inquietud investigadora y “busca para encontrar y encuentra para seguir buscando”.

En realidad, todas sus obras (y son, no muchas, muchísimas) constituyen una invitación a la búsqueda: “El que lea mis libros, que avance conmigo cuando vea que estamos de acuerdo; investigue conmigo si tiene dudas; pase a mi campo si reconoce su error, y corríjame si advierte el mío”

La fe cristiana, para él, no supone una cortapisa, sino un impulso, una ampliación de su campo de investigación.
No temía que la razón rectamente dirigida le condujera al error.

En 410, en una carta a un joven, le dice que no debemos amar la verdad porque la conocieron otros filósofos, sino “porque es la verdad, aunque ninguno de ellos la hubiera conocido”
Lo que considero una verdadera actitud filosófica, no aceptar el argumento de autoridad, lo que supone un abrirse, sin condiciones, a la verdad en toda su amplitud, porque la filosofía habita en el reino de la verdad.

En nuestro mundo, transido de escepticismo y de utilitarismo, podría avivar las brasas de las inquietudes humanas hasta despertar la valentía o coraje de la verdad y la fe en el poder del espíritu humano, de nuestra inteligencia, para abordarla y encontrarla.

En el fondo de su conversión anida un sentimiento dichoso de haber encontrado la Verdad, con mayúsculas.

Su pensamiento intuitivo y afectivo, síntesis de inteligencia y corazón, de interioridad y objetivismo, de humanismo y teocentrismo, irradia un mensaje, siempre actual, para la perenne búsqueda del hombre.

“Fecisti nos, Domine ad Te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te” (“Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”)

“Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé”

El espíritu del hombre, atenazado por la angustia y desconcertado, pero hambriento de felicidad, sólo se aquieta en Dios (ecos de Platón y Plotino)

La filosofía agustiniana es “antropocéntrica”  siendo, a la vez “teocéntrica”, pues Dios habita en el hombre interior.

Su preocupación por el hombre concreto, tan intensa como la de Sartre o Unamuno, le lleva a ver en la felicidad la única causa humana del filosofar (“nulla est homini causa philosophandi nisi ut beatus sit”) – que ya l había afirmado Aristóteles - lo que no le impide situar en Dios el centro de su filosofía.

En Dios está la causa de todas las naturalezas, la luz de la verdad, y la fuente de la felicidad.

Muchos contemporáneos han filosofado, y filosofan, desde una situación personal atea o agnóstica.

¿Por qué desde una situación personal cristiana no se puede hacer filosofía y desde la otra situación sí? – se preguntan los cristianos.

Y como he expuesto en otro lugar, siempre que se deje en la puerta, antes de entrar, la creencia en la verdad revelada para no tener que echar mano de ella en ningún momento

VALORAR.

Es difícil y raro “Valorar”, fría y neutralmente, un libro, un artículo, un autor,…

En general “Supravaloramos”, lo que sea, poniéndolo por las nubes, o lo “Desvaloramos o Infravaloramos”, poniéndolo a los pies de los caballos.

Nos pasó con Ortega y Gasset, al que se “supravaloró” su originalidad, sobre todo su discípulo, Julián Marías, hasta que, en primer lugar, Ciriaco Morón Arroyo, en “El sistema de Ortega y Gasset”, obra amplia y profunda y que planteó la cuestión de las fuentes en que Ortega bebió, y  después, Nelson Orringer, en “Ortega y sus fuentes germánicas” por lo que al descubrir las fuentes (que Ortega había silenciado) decayó la “originalidad” de Ortega, pero no su sistema filosófico.

Desde entonces se “valora” a Ortega, ni “supra”, ni “Infra”.

viernes, 22 de mayo de 2020

GIORDANO BRUNO ( y 5 ) EL UNIVERSO. LA MORAL.


EL UNIVERSO

Es la “natura naturata”.
Dios es la “complicación de todas las cosas en la unidad simplicísima infinita (“Natura naturans”)
Pero la creación es necesaria.
Sin Dios no existiría la naturaleza pero sin la naturaleza tampoco podría “explicarse” Dios.
Dios crea el universo pata “explicarse” a Sí mismo.

El universo es una “teofanía”, una manifestación de Dios.
El universo es la sombra, el reflejo, la imagen, el simulacro corpóreo de Dios, el cual se refleja como en un espejo en el universo sensible, como Apolo (el sol) se refleja en Diana (la luna).

El universo es infinito por la misma razón de que es efecto de Dios.
A una Causa infinita le corresponde un efecto también infinito y siendo Infinito Dios también debe serlo el Universo.
Si el Universo no fuera infinito, no representaría la esencia divina tal como es en sí.

El Universo es “el templo de Dios”.
De aquí el Optimismo de Bruno.

El universo, como obra necesaria de Dios es divino, óptimo y el mejor de los posibles.
Dios, presente e inmanente en el Universo, es la causa de la unidad, del orden, de la belleza y de la armonía, y no hay que acudir a nada exterior para explicarlas.

De ahí, también, el “amor a la naturaleza”, en cuanto que es obra perfecta, reflejo y manifestación de Dios.

De la Unidad de Dios, principio único, se deriva la multiplicidad de las cosas.

“De la Mónada Divina se derivan las mónadas del universo visible”.

La Mónada es el principio de la Unidad.
La Díada es el principio de la oposición, y de la pluralidad.
La Triada reduce la “oposición” a “armonía”
La Tétrada es el símbolo de la perfección exterior (1+2+3+4 = 10)
La Péntada simboliza los sentidos exteriores (los 5 sentidos)
La Héxada (2x3 = 6) representa el principio masculino y femenino en la generación.
La Héptada es el reposo y la tranquilidad, y no engendra nada.
La Octada (4 + 4) es la imagen de la Justicia.
La Ennéada (3x3 = 9) es la imagen de la felicidad.
La Década comprende todos los números reales (1+9=10), (8+2=10), (6+4=10), (5+5=10)

El 1 (el punto) se representa por un círculo cerrado.
Del punto en movimiento resulta la línea (entre 2 puntos)
De 3 líneas, la superficie.
De 4 líneas lo sólidos.

(A qué os suena todo esto)
¡Hola Pitágoras y su escuela)

De la Bondad resulta el bien, como de la Verdad resulta lo verdadero, de la esencia resulta el ser compuesto.

De los tres principios de la Unidad, la Bondad y la Verdad nacen la esencia, el entendimiento y la vida.

De la Tétrada resultan los 4 elementos de la Geometría (punto, línea, superficie y volumen) así como los cuatro elementos de las cosas (aire, agua, tierra y fuego)

LA MORAL.

El hombre es como un Dios creado, el Dios de la naturaleza.

La vida y el fin propio de nuestro espíritu es llegar a la Verdad por la Razón y practicar el sumo Bien por la Voluntad.

Nuestra alma es una partícula desprendida del Alma del mundo, y su anhelo más profundo es retornar a la unidad dentro del Todo, en lo cual consiste su felicidad.

La Virtud se basa, ante todo, en el conocimiento y el amor a las leyes de la naturaleza.
La Virtud es conocimiento y amor al mismo tiempo.

Hay TRES grados paralelos de conocimiento y de amor

a.- Al Conocimiento sensible le corresponde el Amor sensual o “ferino”.
b.- A la Razón le corresponde el Amor activo humano.
c.- A la Mente le corresponde el Amor intelectual o la contemplación divina que llega, en cuanto es posible, a la asimilación a Dios.

De las Virtudes, la primera de todas es la Verdad.

CONCLUSIÓN.

Para Bruno no es concebible ni aceptable la trascendencia de Dios a la manera de Aristóteles.
Dios es distinto del Universo y de los mundos pero no está “fuera” ni “sobre” el mundo sino íntimamente presente en todo el Universo y en todos y cada uno de los seres.

Así que Interpretaciones de su doctrina las hay para todos los gustos: panteísta, teísta o semiteísta, evolucionista que se anticipa a Darwin y a Haeckel, monista heraclitiano, agnóstico, idealista, materialista,…






GIORDANO BRUNO ( 4 )


“Ciencia versus fe”

Giordano Bruno forma parte de la lista negra de hombres de ciencia o filosofía que, a lo largo de la historia, han sido juzgados o sus escritos han sido prohibidos por criticar los dogmas de alguna confesión.

Éstos son algunos de los más significativos: Galileo, Servet, los Enciclopedistas, Darwin,…

Tras su muerte le fueron levantados varios monumentos por librepensadores considerándolo “mártir de la libertad de pensamiento y de los nuevos ideales.

SU FILOSOFÍA

Si se juntan una muy extensa cultura con una memoria fuera de lo común (mnemotecnia) podemos conocerlo mejor.

Conoce la filosofía griega y la romana, al místico dominico Eckhardt y a los filósofos musulmanes y judíos (Avicena, Averroes, Ibn Gabirol,…) a los renacentistas Ficino, Pico de la Mirándola, Copérnico, Paracelso, Telesio y, sobe todo a Raimundo Lulio y al “Cusano” (“el divino cusano”).

Su crisis de juventud le llega provocada por la lectura de Aristóteles y su concepto de Dios como “Motor Inmóvil” y su concepción del universo, por lo que, contra él, rompe la limitación del universo y proclama su infinitud, como efecto y manifestación de la potencia infinita de Dios.

El espacio es infinito (y no limitado por la esfera de las estrellas fijas) y debe llenarse con un universo infinito y con infinitos mundos.

Adopta la teoría heliocéntrica de Copérnico, pero sólo en cuanto que el sol es el centro del sistema solar, planetario, pero no centro del mundo, porque, en el mundo, el centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.

El mundo no es el producto de la materia prima (como quiere Aristóteles) sino una obra divina, un producto del Espíritu Divino.

Dios y el universo son entre sí como la Causa y el efecto, como el Principio y el principado, el ejemplar y la imagen, el Creador y la creatura.

En su intención, Bruno no es panteísta.

Contrapone la Filosofía a la Fe.
El campo de la Filosofía está confinado al “universo sensible”.

La Fe religiosa muestra a Dios fuera de este mundo y esa es su misión, mientras la Filosofía debe mostrar a Dios en las formas y en las existencias del universo, en el que Él se refleja en todas sus manifestaciones.

Dios cae fuera del campo de la Filosofía y sólo entra en el de la Teología.

Otras veces tiene expresiones de menosprecio hacia la fe: “La fe es necesaria para la instrucción de los rústicos, que no saben discurrir por sí mismos.

Como son tres los grados de los seres, la Filosofía tiene tres partes: Ciencia de Dios, Ciencia del universo y Ciencia del hombre.

DIOS.

Dios es la causa del universo, pero no podemos conocerlo como Él es en sí sino tan sólo en su manifestación en el mundo, lo mismo que podemos conocer a Apeles en sus obras.

Dios está  presente en todas las cosas y todas están en Él. La naturaleza es Dios en nosotros, no hay que buscar fuera la causa y el principio del mundo, sino dentro del mismo mundo.
“El verdadero filósofo no busca la divinidad fuera del mundo infinito y de las infinitas cosas, sino dentro de aquél y de éstas”

El Ser existe en todos los seres, la Bondad en todas las cosas buenas, la Naturaleza en todas las cosas naturales y Dios en todos los seres.

La “creación” no es para él más que el despliegue o la manifestación de Dios.
Dios es Infinito y como fuera del Infinito no puede haber nada, la operación divina sería puramente inmanente (“ad intra”) y su efecto, el universo, no se distinguiría de Dios más que como la “explicación” de la “complicación”.

Los elementos de la creación son:

1.- El Espacio o éter, receptáculo único e infinito en que están contenidas todas las realidades “creadas” por Dios.
No tiene límites.
No hay una esfera cristalina que envuelva y cierre el universo, como quería Aristóteles, ni un octavo cielo, como opinaba Copérnico.
Así como Campanella era entusiasta de Telesio y de Galileo, Bruno lo es de Copérnico, cuya teoría heliocéntrica admite, pero ampliándola hasta el infinito.
Fuera del espacio sólo habría el vacío, el cual es imposible, no hay nada vacío, todo está lleno.

Dentro del espacio infinito existe un universo infinito, y dentro de éste, infinitos mundos, soles y sistemas planetarios habitados por seres vivientes semejantes a los de nuestro mundo terrestre.
No hay, pues, lugares absolutos, sino relativos.

“El centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna”.

2.- El Alma universal, que es la potencia divina activa presente en todas las cosas (“Natura Naturans”).

Las almas particulares  son modos, aspectos, circunstancias, operaciones del Alma Universal.

La Divinidad es el alma de nuestra alma, lo mismo que ella es el alma de toda la naturaleza”.

El universo no necesita de ningún motor extrínseco (Aristóteles) porque el Alma Universal basta para explicar todos los movimientos.
Pero ella no es visible en sí misma sino en sus efectos.

3.- La Materia.
Es la realidad más opuesta al Principio, es pura potencialidad pasiva, indeterminada, informe, indiferenciada.
Su realidad es “casi nada” (“prope nihil”)


miércoles, 20 de mayo de 2020

GIORDANO BRUNO ( 3 )



En mayo de 1592 el filósofo decidió volver a Fráncfort para supervisar la impresión de sus obras.
Mocénigo insistió en que se quedara y, tras una larga discusión, Bruno accedió a posponer su viaje hasta el día siguiente.

Mocénigo quería que le enseñara la “magia memorística” pero cuando Bruno le dijo que no había tal magia sino que era una técnica del pensamiento organizado, no se lo creyó, por lo que la decepción lo llevó al paso siguiente.

(Quien esto escribe, yo, recuerdo unas charlas sobre la memoria de un señor que lo que quería era hacer publicidad de su libro pero que nos demostraba su memoria.
Si asistimos unas 25 personas nos ordenó que, en la pizarra, escribiéremos cada uno una palabra mientras él estaba de espaldas a la pizarra. Escribimos 25 palabras que nada tenían que ver entre sí.
Cuando le dijimos que ya estaban escritas, se volvió, las miró, las leyó y, de espaldas otra vez a la pizarra, y frente a nosotros, fue diciendo las 25  palabras en orden y, a continuación, de atrás a adelante.
Le preguntamos por el truco o si era un genio de la memoria, a lo que nos respondió que ni había truco ni él era un genio y que eso lo podríamos hacer cualquiera de nosotros porque sólo era la técnica memorística, la que aparece en su libro)

Fueron sus últimos momentos en libertad.

El 23 de mayo, al amanecer, Mocénigo entró en la habitación de Bruno con algunos gondoleros, que sacaron al filósofo de la cama y lo encerraron en un sótano oscuro. 

Al día siguiente llegó un capitán con un grupo de soldados y una orden de la Inquisición Veneciana para arrestar a Bruno y confiscar todos sus bienes y libros.

Mocénigo estaba asustado por sus atrevidas doctrinas y lo denunció por herejía ante la Inquisición de Venecia.

Tres días más tarde dio comienzo el juicio. 

El primero en hablar fue el acusador, Mocénigo, que trabajaba desde hacía algunos años para la Inquisición.

Tras declarar que, efectivamente, había tendido una trampa a Bruno, proporcionó una larga lista de ideas heréticas que había oído del acusado, muchas distorsionadas y algunas de su propia invención.

Entre otras cosas, dijo que el acusado se burlaba de los sacerdotes y que sostenía que los frailes eran unos asnos y que Cristo utilizaba la magia.

Cuando fue interrogado, Bruno explicó que sus obras eran filosóficas y en ellas sólo sostenía que "el pensamiento debería ser libre de investigar con tal de que no dispute la autoridad divina".

Bruno fue trasladado a una cárcel romana e interrogado constantemente.

Giordano Bruno pasó siete años en la cárcel de la Inquisición en Roma, junto al palacio del Vaticano.
Sus mazmorras eran famosas y temidas.
Se encerraba a los prisioneros en celdas oscuras y húmedas, desde las cuales se podían oír los gritos de los prisioneros torturados y donde el olor a cloaca era insoportable.

Cuando compareció ante el tribunal, en enero de 1599, era un hombre delgado y demacrado, pero que no había perdido un ápice de su determinación: se negó a retractarse y los inquisidores le ofrecieron cuarenta días para reflexionar.
Estos cuarenta días se convirtieron en nueve meses más de encarcelamiento.

El 21 de diciembre de 1599 fue llamado otra vez ante la Inquisición, pero él se mantuvo firme en su negativa a retractarse.

El 4 de febrero de 1600 se leyó la sentencia. Giordano Bruno fue declarado hereje y se ordenó que sus libros fueran quemados en la plaza de San Pedro e incluidos en el Índice de Libros Prohibidos.

Pudo haber negado todo aquello en lo que creía y salvar su vida, pero no lo hizo: prefirió ser fiel a sus principios y esperar una sentencia favorable.

Después de pasar ocho años encarcelado, el papa Clemente VIII le condenó a perecer en la hoguera el 17 de febrero de 1600.

Al mismo tiempo, la Inquisición transfirió al reo al tribunal secular de Roma para que castigara su delito de herejía "sin derramamiento de sangre".
Esto significaba que debía ser quemado vivo.

Tras oír la sentencia Bruno dijo: "El miedo que sentís al imponerme esta sentencia tal vez sea mayor que el que siento yo al aceptarla".

El 19 de febrero, a las cinco y media de la mañana, Bruno fue llevado al lugar de la ejecución, el Campo dei Fiore.

Los prisioneros eran conducidos en mula, pues muchos no podían mantenerse en pie a causa de las torturas por lo que algunos eran previamente ejecutados para evitarles el sufrimiento de las llamas, pero Bruno no gozó de este privilegio. 

Para que no hablara a los espectadores le paralizaron la lengua con una brida de cuero, o quizá con un clavo.

Cuando ya estaba atado al poste, un monje se inclinó y le mostró un crucifijo, pero Bruno lo rechazó volviendo la cabeza.

Las llamas consumieron su cuerpo y sus cenizas fueron arrojadas al Tíber

Pero antes de morir, sin embargo, tuvo tiempo de desafiar al tribunal inquisidor que lo condenaba: “Tal vez dictáis contra mí una sentencia con mayor temor del que tengo yo al recibirla”.