“Lo que no es tradición, es
plagio” –había sentenciado Eugenio d´Ors.
Zubiri, por su parte, afirma
(y yo también, siempre) que el hombre no puede comenzar de cero.
El hombre es una realidad
histórica, que no nace ya hecho sino que va haciéndose ante y con las
circunstancias.
El hombre es un ser
circunstanciado.
Cuando nacemos venimos
pertrechados con una mochila vacía que va llenándose, generalmente y en primer
lugar por la familia, luego la escuela, la sociedad,…que nos van entregando
todo, sobre todo las formas de vida, de pensar, de vivir, de convivir,..
Todo hombre está llamado a
hacerse cargo, intelectiva y existencialmente, de todo eso.
En esto consiste la tradición,
en un legado, en una entrega de formas de estar vivientemente en la realidad.
Hay que hacerse cargo, hay
que cargar, con la tradición, para seguirla, para matizarla, para mejorarla, para cambiarla,… pero siempre
partiendo de ella.
Nadie parte de cero.
A partir de ahí, uno apostará
por el individualismo o por el comunitarismo, y dará razones de ello, pero
siempre dentro de la comunidad política.
En gran parte somos lo que
hemos heredado porque, como siempre he recordado, el hombre, al nacer, es el ser
no sólo más inválido e inútil, sino el ser más necesitado.
Cuando uno es de pueblo (como
el que esto escribe) ha visto parir a vacas, cabras, perras, burras, yeguas,
conejas, cerdas…y, cada año, los pollitos.
Y ha visto cómo, desde el
mismo momento de nacer, se ponen de pie y se buscan la vida, agarrando la teta
de la madre o siguiendo a la gallina y
picoteando.
Nosotros no.
“Valemos mucho”, porque somos
“humanos”, pero “no valemos para nada” y tienen que dárnoslo todo hecho.
Miles de veces, en mis clases
(y también en este blog) he sentenciado: “Nos NACEN HOMBRES (nuestros padres
biológicos), nos HACEN HUMANOS (con la educación), nos HACEMOS PERSONAS” (con
la libertad y eligiendo).
No podemos prescindir de los
dos primeros pasos (los padres y los agentes sociales), pero de la persona que
somos los responsables somos cada uno de nosotros.
Bastaba con haber optado por
ese otro camino, por esa otra compañía, por esa otra forma de vida,…para ser
otro tipo de persona (nunca debemos echarle la culpa de todo a la sociedad).
La mochila vacía, por lo
general, nos la han ido llenando los agentes sociales hasta el momento que uno
puede vaciarla e irla llenando de los resultados de las elecciones hechas.
Siempre estará con nosotros
la mochila, y bastante de la carga primera estará presente, pero estamos
obligados (“condenados moralmente” a hacerla “nuestra mochila”, a hacernos a
nosotros mismos, a “ser personas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario