La pregunta que hoy se
plantea el estudiante (y también el Estado) –dice Lyotard- no es si lo que dice
la filosofía “es verdad” sino “¿para qué sirve”?
Aunque ya había respondido
esa pregunta hace 2.500 años un tal Aristóteles: “para nada práctico”.
La filosofía es un saber
sabroso, que sabe bien, que se paladea, y en eso consiste, no es un útil que
sirva para otra cosa, porque lo útil vale en cuanto sirve para otra cosa,
mientras la Filosofía
es un saber libre de servidumbre, es una “señora”.
Cuando oigo que la finalidad
de la Filosofía
es “enseñar a pensar” me pregunto: “¿pensar qué, sobre qué?” porque pensar es
“pensar algo, siempre se piensa sobre algo, no sobre nada, no sobre el vacío.
Enseñar la Historia de la Filosofía es decirle al
alumno que piense sobre lo que han pensado, y dicho, los grandes filósofos,
contextualizándolos en su época, en su cultura, en su sociedad, no
desubicándolos de su tiempo y de su espacio social y cultural.
“Nadie avanzará muy lejos en
sus reflexiones filosóficas si antes no ha estudiado la Historia de la Filosofía ” –afirma E.
Gilson.
¿Alguien piensa que los
hombres más creadores y originales de nuestra época desconocían la Historia del Pensamiento?
¿Alguien se imagina a un
físico que no haya estudiado, antes, la Historia de la Física y lo que escribieron los físicos a lo
largo de la historia?
Sobre esto la Postmodernidad es un concepto aplicable a un
mundo decadente, sin presupuestos fuertes, en el que se ha perdido el respeto
por lo anterior y sólo vale lo nuevo.
A pesar de los grandes
progresos en el dominio de la naturaleza, la sociedad ha experimentado notables
retrocesos.
Frente a la euforia de la Ilustración , a pesar
de los proclamados ideales de Libertad, Igualdad, Justicia, Democracia,…el
mundo despierta cada día angustiado por el moderno “terror” de los Estados
Democráticos.
“En Auschwitz se ha intentado
eliminar a un pueblo en nombre de la
Razón ”
“Este es el crimen que abre la Postmodernidad ”
–afirma Lyotard.
Suplantó a la
Edad Media y ya en el siglo XV inventó la
imprenta (y dijo adiós a los amanuenses), se aprovechó de la diáspora
intelectual tras la caída de Constantinopla, agrandó el espacio, mirando hacia
el cielo, con el telescopio, y hacia delante, descubriendo América.
Substituyó el concepto de
Cristiandad por el de Europa.
Europa es la Cristiandad que acepta
las culturas del Mediterráneo, particularmente la de Grecia.
Económica y socialmente la
historia del mundo moderno es europea y los demás continentes tuvieron que
sincronizar con ella, europeizándose.
Esta cultura europea llevó a
cabo: 1.- La emancipación del poder civil frente a la teocracia del poder
religioso-eclesiástico y 2.- Emancipando a la sociedad de las costumbres y
tradiciones recibidas, intentando acabar con la ignorancia.
El Renacimiento no fue la
vuelta a la antigüedad, un re-nacer lo antiguo, sino algo nuevo hasta ahora
desconocido por el hombre, el trabajo.
Y trabaja sin avergonzarse de
ello, no es como en la antigüedad que el trabajo era sólo de y para los
esclavos, y poco más.
Es el nacimiento de un nuevo
“homo faber” que ya no sólo hace cerámica, armas…sino técnica y tecnología que
aplicada a la industria…
“Con Copérnico y Colón
aparece una voluntad de expansión”
Se quiere saber por sí mismo,
sin necesidad de tutores, y menos religiosos, se celebra la mayoría de edad,
“sapere aude” y a través de dos vías: la de la experiencia y la de la razón y,
además combinadas, acelerando el progreso.
Mientras la experiencia se
asienta en las Islas Británicas, tanto con la hormiga de Bacon y el Novum
Organon como método (pero con su utopía tecnológica, la Nueva Atlántida )
en el continente europeo domina la razón de Descartes, la araña de Bacon.
Pero, cuando se combinan
ambas (hormiga empírica y araña racionalista) sale la abeja con su miel (la
ciencia).
Fue tal el culto a la Razón que la divinizaron,
apeando al Dios cristiano del único pedestal, sustituido por la Diosa Razón.
París fue el símbolo
progresista del cambio social, es decir, de la supresión de los destinos
individuales (pequeño mundo burgués) en destino del pueblo o Estado
democrático.
Notre-Dame encarnó los
valores tradicionales, religiosos y Les Halles (los mercados cubiertos, las
naves) y las galerías comerciales el espíritu alegre del progreso.
París dejó de ser corte para
devenir en “La ville des Lumieres”, el paraíso.
Pero la clase trabajadora,
primero tuvo que irse del campo a la ciudad, y después tuvo que irse a vivir a
los arrabales parisienses, ante la subida de los alquileres.
Los barrios de París pierden
su propia fisonomía y surge el “cinturón rojo”.
Así se aliena a los
parisienses de su ciudad
Triunfo de la Razón , en todos los ámbitos.
“Tenemos” más cosas y mejores
cosas pero “Somos” mejores, más felices, más Libres, más Iguales, más Justos o
reina la Injusticia
con el acaparamiento de unos cuantos y la exclusión de los más, con la brecha
cada vez mayor entre una minoría y la mayoría, con la nueva esclavitud a los
nuevos ricos y la dependencia de la propia maquinaria por ellos inventada.
El “ser” y el “tener”.
“Fin de una ilusión” es el
título que encabeza la introducción de Erich Fromm a su libro: “Tener o ser”.
Pero la época industrial no
ha podido cumplir su Gran Promesa”
Pero los mismos problemas,
ahora, deben ser replanteados de distinta manera.
Se culpa a la Ilustración de las
dictaduras modernas.
Por doquier se proclama “el
ocaso de las ideologías”.
Vuelve el liberalismo.
Se proclama el fin de la cultura
racionalista y de los “valores de la modernidad”, encarnados en el pensamiento
alemán y la balanza se decanta a favor del empirismo anglo-americano.
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