martes, 30 de junio de 2015

JESÚS DE NAZARET (20) FUENTES



“Divulgar”  no es “Investigar”. Y yo soy/me considero un “divulgador”, en este caso sobre el tema “Jesús de Nazaret”.
Mientras el “investigador” busca verdades siguiendo y aplicando un método científico acorde con lo buscado, el “divulgador” sólo esparce, de la mejor manera que sabe, las verdades, los conocimientos encontrados por el investigador o las hipótesis más plausibles.
Mientras uno corre, busca para encontrar, el otro maneja lo ya encontrado.

Isaac Asimov (el “patillas”, de sobrenombre jocoso) sería un buen ejemplo de “divulgador”, de narrador, no sólo de descubrimientos científicos y tecnológicos, sino también históricos (sus varios tomos sobre la historia universal, en uno de los anaqueles de mi despacho y que, en tiempos más jóvenes usé y de ellos disfruté)

Sobre el tema en que me encuentro, “Jesús de Nazaret”, ya para quien quiera “investigar” y profundizar, expongo textos de autores no cristianos o paganos (romanos, judíos y no judíos) en los que, de una manera o de otra, atañen a la existencia histórica de Jesús, tema recurrente constante.

(Otra cosa son las creencias de cada uno, que son subjetivas y que, sin ser falsas, pueden ser objetos de descripción pero no como materiales objetivos que confirmen o nieguen la verdad sobre la existencia o no de Jesús de Nazaret)

1.- TÁCITO. En los “Anales” XV, 44, (hacia el año 116 d.C), para la época de Tiberio y Nerón, donde describe el incendio de Roma y cómo Nerón culpabilizó a los “cristianos” (nombre proveniente de “Cristo” y que en época de Tiberio había sido ejecutado por orden del procurador Poncio Pilato).

2.- SUETONIO. En “Vita Claudii”, (hacia 120 d.C.), para la época de Claudio. Cómo “se expulsó de Roma a los judíos que continuamente se rebelaban, instigados por Cristo….”

3.- PLINIO EL JOVEN. En “Epístola” X, (hacia el 112 d.C.) Carta o consulta al Emperador Trajano… “han maldecido a Cristo, a lo que, según se dice, es imposible obligar a los que son verdaderos cristianos….”. “Cantaban himnos en honor de Cristo, como si éste fuera un dios….

4.- LUCIANO DE SOMÓSATA. En “De la muerte del peregrino” (hacia el 170 d.C.)…”adoran a aquel sofista crucificado…”

5.- MARABAR SERAPIÓN. Filósofo sirio, entre los siglos I y III, en carta a su hijo:
         .- ¿“Qué ganaron los atenienses haciendo morir a Sócrates”?
         .- ¿”Qué ventaja obtuvieron los habitantes de Samos quemando a Pitágoras”?
         .- ¿”Qué `provecho obtuvieron los hebreos ejecutando a su Sabio Rey”? “Tampoco la muerte del Sabio Rey fue inútil, porque vive en las enseñanzas que dejó”.

TEXTOS JUDÍOS.

6.- THALLUS, historiador judío  (hacia el 52 d.C.)

7.- FLAVIO JOSEFO, Al que ya tratamos en entradas anteriores. (hacia el 93 d.C.). Para la época de Tiberio. En dos citas. La más importante en “Antigüedades judaicas” 18. Texto del que ya tratamos las interpolaciones en el mismo..
         .- “Un pariente del que llaman Cristo, por nombre Santiago”…

8.- EL TALMUD HEBREO. En el que aparecen 7 ó 8 menciones a Jesús, siempre calumniándolo.
         .- “Lo crucificaron”…
         .- “Los discípulos robaron su cadáver del sepulcro durante la noche…. Y dicen que resucitó y subió a los cielos…”

9.- 13 CÓDICES DE NAG HAMMADI.


FUENTES EPIGRÁFICAS.

10.- La inscripción de Poncio Pilato. Fuente segura de veracidad, en que se corrobora la existencia del gobernador en esos años.

11.- La Urna de Santiago, el hermano de Jesús, en el año 62/63 d.C.
         .- “Jacobo (Santiago), hijo de José, hermano de Jesús”. Lo normal siempre es la referencia al padre (“hijo de”) pero pocas, raras veces, aparece referencia al hermano (“hermano de”) lo que demuestra que ya era conocido Jesús.

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Nazaret, en tiempos de Jesús, era una aldea, con unas decenas de casas e instalaciones agrícolas. No creo que apareciera en los mapas de entonces. No dice que no existió, luego existió, no es un mito, un invento. Pero una aldea sin importancia (“¿de allí puede salir algo bueno”?)
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Un libro contra la existencia de Jesús es La Fábula de Cristo. Y un cura, en la hoja parroquial lo critica, y el autor que se querella contra él y lo denuncia y el tema que va a juicio y el cura que tendrá que demostrar que sí existió….”si el autor no ve el sol en el cielo a medio día no puede demandarme porque yo sí lo veo y él no” –dice el cura.
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Juan Arias, periodista, en “Jesús. Ese gran desconocido”…. “Ningún intelectual o historiador serio hoy en día pone en duda la existencia de Jesús”, pero “el Jesús que se predica no es el Jesús histórico, sino que está deformado y manipulado, muy lejos del original”
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César Vidal. Varias obras.
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El Censo.
Lucas  (2.4) “José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea…Belén por ser él de la casa y de la familia de David”.

(Yo: En realidad, sería “bajó”. Los del hemisferio norte terrestre se “baja al sur”, como “no se sube” desde Bilbao a Málaga, sino que “se baja”. Porque las tres regiones o parte de Israel o Palestina son: Al Norte Galilea (donde está Nazaret), al Sur Judea, donde están Jerusalén y Belén y en el centro Samaria. De ahí que “subía Jesús de Judea a Galilea…. y al pasar por Samaria, la escena de la samaritana y el pozo de Jacob…)

Isaac Asimov niega el censo, porque siempre se censaba uno en el lugar en que se vivía, no en el lugar de sus antepasados. Además del follón que se armaría en la administración, porque los censos se hacen con un objetivo recaudatorio, en el lugar en que se vive.

Pero como el profeta Miqueas, según narra Mateo, el Mesías debía nacer en Belén, lugar de nacimiento de David… luego José y María serían naturales de Belén y emigrarían a Nazaret no mucho después del nacimiento de Jesús.

Pero en Marcos, el más antiguo de los evangelios y del que beben los otros dos sinópticos, habla de “Jesús Nazareno” porque siempre se ponía de sobrenombre el lugar en el que se nace.


Lucas, en cambio, dice que vivían en Nazaret pero que viajando a Belén, llegó la hora del parto y allí nació, en Belén, por accidente, pero allí nació, cumpliéndose así las Escrituras: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no serás….porque en ti nacerá….”y, después regresaron a Nazaret.

JESÚS DE NAZARET (19) LA VIDA DE JESÚS.



Jesús, personaje del que más se ha escrito en el mundo mundial y del que menos cosas se sabe, realmente.
A pesar de las infinitas biografías sobre Él, no se puede, honradamente, escribir su biografía.
Jesús sigue siendo “ese gran desconocido”
Así que, sobre Él, hay muchos y muy distintos retratos. Igual puede ser visto como un “revolucionario político, un guerrillero que quería salvar a Israel del yugo de los opresores romanos, que como un místico pacifista, como un colérico que como una persona muy serena.

Y hoy conocemos mucho mejor la sociedad en la que nació, creció, vivió.
La sociedad social, religiosa y política.
Conocemos las costumbres y los ritos religiosos de los judíos, así como las facciones y sectas que existían del judaísmo en su época.
Así puede hacerse un mayor y mejor acercamiento a lo que pudo suponer su predicación y los milagros realizados por Él.

Pero, con todo y con eso, no es posible saber con certeza lo que representó en su sociedad, cómo lo veían los judíos de entonces, qué pensaba de él la gente que lo seguía.
No sabemos si se consideraba el Mesías prometido y esperado ni qué pretendía con su predicación ni sabemos, con certeza absoluta por qué lo crucificaron.

En aquel tiempo Palestina, que era la periferia del Imperio Romano, estaba atravesada por numerosas corrientes políticas y religiosas, y que eran muy distintas en Judea que en Galilea o Samaria, aunque naciera y viviera en Nazaret, en Galilea, que era la cuna de todos los movimientos nacionalistas, guerrilleros y revolucionarios.
Pero Él también actuó en Judea y en Samaria.

En su tiempo había muchos profetas como Él, y que, Como Él, hacían milagros, echaban a los demonios, predicaban la llegada de tiempos mejores para Israel, siempre dominado por potencias extranjeras.
Era uno más. ¿Era comprendido? ¿Lo comprendieron los suyos? (parece que no). Así que la versión, en vida, que nos den algunos de alguien al que apenas conocen….cuanto más después de su muerte.
¿Imagen verdadera o mítica, creada por las primeras comunidades religiosas?

El Jesús histórico no es el Jesús de la fe, el que interiorizaron las primeras comunidades cristianas, guiadas por los apóstoles y que era tan fuerte que hasta no les importaba dar su vida.
Pero, no nos engañemos, al que condenaron a muerte fue al Jesús histórico (del que casi nada sabemos) no al Jesús de la fe o Cristo.

Pero ¿por qué se extrañaron los apóstoles de que lo crucificaran si iba, todo el tiempo, provocando al templo y a la autoridad religiosa como al César?
No sabemos, históricamente, casi nada. Aunque a la Iglesia lo que le importa es el Jesús de la fe y le basta y le sobra con que haya existido y no haya sido más que un mito.

Pero, imposible descubrir cómo era, realmente.
Pero el era judío, y estaba orgulloso de serlo.
Vivió en una aldea judía, recibió cultura judía, practicaba ritos judíos y se dirigía a los judíos.
Aunque, eso sí, fue un judío inconformista y crítico, un mago que curaba a todos los enfermos, más por compasión que por alardear de ello, que arrojaba a los demonios de los posesos.

Aunque se han puesto en duda sus milagros es difícil no comprender que si la gente lo seguía no era sólo por sus palabras, por lo que decía, sino por lo que hacía.
Sin duda fue/tuvo que ser un taumaturgo y exorcista.

Su Nuevo Reino anunciado era la nueva situación social, política y religiosa que cambiaría muchas cosas en Israel, sobre todo para los más desafortunados. No era el clásico líder revolucionario nacionalista cuya misión era sublevar a las gentes contra la dominación romana.
Por eso se afirma que fue un gran error judicial, porque esa pena era la aplicada a los revolucionarios políticos.
Claramente lo manifestó: “dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”
Su revolución era una imagen diferente de Dios, más cercana a los pobres y a los humillados que a la alta clase sacerdotal. Un Dios del pueblo y para el pueblo.

Pero los apóstoles, rudos como siempre, se peleaban por ver quien iba a ocupar el puesto más alto en este nuevo reino predicado, por lo que, también lo interpretaban en el orden temporal, social y político, y no sólo religioso y moral.

Nada de extrañar su sorpresa a la hora de detenerlo, procesarlo, torturarlo y crucificarlo, como a un revoltoso político y social.
Porque si la condena hubiera sido por motivos religiosos, por blasfemo o por subversión contra el Templo tendrían que haberlo lapidado, que era la pena prevista por la jurisdicción judía.

Sorprendido por esto, Jesús, y sorprendidos los apóstoles que siempre lo habían visto como un triunfador y no como un perdedor y, luego, quejándose de por qué Dios lo había abandonado.
Ellos habían creído que sería el nuevo Rey de los Judíos, por eso codiciaban puestos altos en esta nueva tesitura, pero, visto lo visto, corrieron a esconderse en casas de familiares y amigos (algo lógico) para no correr la misma suerte, al haber sido sus seguidores.

Y ¿por qué, tras la resurrección, se transformaron, se metamorfosearon, pasando a ser valientes y capaces de “hablar lenguas”?

¿Cómo de un personaje, del que casi lo único que sabemos es que existió, pudieron salir tantos Cristos idealizados?

Nunca ha habido un personaje tan alabado y tan odiado a la vez.

Al revés es lo que le ha ocurrido a Buda, otro personaje histórico, que vivió varios siglos antes que Jesús, pero del que apenas existen divergencias entre sus seguidores.

¿Por qué los demás profetas que fueron sus coetáneos han desaparecido de la historia y de la mente de los hombres, y Jesús (o sobre Jesús) se montó esa catedral de ideas y creencias llamada Cristianismo y que todavía perdura, pero que no mereció noticia alguna en las crónicas de su tiempo?

Quizá porque sobre Él apenas se sabe algo es por lo que ha sido posible montar sobre Él una utopía histórica, que habla de la paz y del amor universales, de la liberación de todos los oprimidos de la tierra, de justicia para los humillados, de solidaridad universal.

Sin embargo, también, el nombre de Jesús ha sido utilizado como comodín, que igual sirve para una cosa que para la contraria.

JESÚS DE NAZARET (18) ¿CONOCEMOS PALABRAS ORIGINALES DE JESÚS?



Todo lo que los evangelios dicen que dijo Jesús ¿lo dijo realmente o lo pusieron en su boca los evangelistas y las primeras comunidades cristianas?
Porque nunca olvidemos el objetivo apologético de los evangelios.
¿Son palabras originales las del Padrenuestro, las condenas a los ricos, las bienaventuranzas,…?
Que están, que aparecen en su boca, sí, pero ¿las pronunció realmente?

Existió la famosa fuente Q que recogía, fundamentalmente, dichos de Jesús.
Mateo y Lucas se sirvieron de dicha fuente para escribir sus evangelios aunque, seguramente, modificarían muchas de esas sentencias al tener que acoplarlas a las comunidades a las que iban dirigidas.

Ya había ocurrido en Filosofía, con Epicuro, recogiendo sus palabras y sus frases.
Pues algo parecido intentaba la fuente Q con las palabras y las frases de Jesús, que habían llegado a las primeras comunidades cristianas por tradición oral, y que también aparecen en los primeros Padres de la Iglesia, en el evangelio apócrifo de Tomás y en los escritos gnósticos.

Fueron escritas en arameo y después traducidas al griego y no se sabe si ya estaban modificadas o manipuladas en la fuente Q y que pertenecerían, más que a Jesús a las primeras comunidades cristianas.
Y es posible que algunas hayan sido originales, sobre todo aquellas que, aunque pudieran haber creado cierto escándalo, no acabaron siendo censuradas. Tan arraigadas debían de estar en la tradición que no habría sido posible manipularlas.
Y podrían ser auténticas las palabras o frases de difícil comprensión y que no sería fácil añadirlas o cambiarlas, por ejemplo, las duras palabras contra el poder y contra la riqueza, la maldición contra los ricos o las bendiciones a los pobres (que, digo yo que, como todos ellos eran pobres…)
Aunque, luego, se añada que los ricos (malditos) pueden ser, sin embargo, “pobres de espíritu”, por lo tanto “salvables”.
¿Y lo del camello por el ojo de una aguja…?. Como eso es humanamente imposible los evangelistas añadirían que “lo que es imposible para el hombre puede ser posible para Dios”, endulzando, así, la dureza de la frase del camello y la aguja.

También puede servir de criterio para la originalidad de las palabras y de las frases el que aparezcan en todos los evangelios y en algún apócrifo.

¿LA PRUEBA O CONSENSO?

Se convocó un encuentro internacional de expertos para intentar reconstruir las palabras originales de Jesús.
Durante cinco años, cada uno de los expertos, en sus respectivas universidades, estuvo estudiándolo.

No lograron ponerse de acuerdo, así que idearon, una votación para cada sentencia de Jesús.
Las bolas para votar eran de cuatro colores: 1.- Rojo = “esto lo dijo Jesús”, 2.- Rosa = “Jesús dijo algo parecido”, 3.- Gris = “esto no lo dijo Jesús pero contiene ideas que le pertenecen y 4.- Negro = Esto no lo dijo Jesús y pertenece a una tradición posterior.

¿Bien, mal, regular el someter a votación la propuesta sobre la originalidad o no de las palabras y las frases atribuidas a Jesús?

Una cosa es cierta, y es que el Nuevo Testamento es ya una reconstrucción porque los textos originales nos han llegado sólo traducidos.

También se ensayó otro método que consistía en calificar con las letras A, B, C, y D el grado de fiabilidad de los textos.

Las de Negro (no pronunciadas) son, entre otras la institución de la eucaristía, lo del pan y el vino y cuerpo y la sangre y también calificadas con la letra C (poca probabilidad de haber sido pronunciadas).
Y el evangelio que tiene más palabras en negro es el de Juan. Solamente aparece como “algo parecido” lo de “ningún profeta es respetado en su propia ciudad”

Una frase en rojo, original, sería la de Marcos: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
En Lucas serían originales las bienaventuranzas a los pobres, a los hambrientos y a los que lloran, así como “el amor a los enemigos” y la “parábola del buen samaritano”.
Y es que esta parábola es tan dura que la tradición la habría conservado sin retoques.
La conducta del samaritano que se compadece del herido mientras había pasado a su lado, sin detenerse, un levita (persona de la institución religiosa judía).
Y eso que existía una gran rivalidad entre los judíos y los samaritanos, considerados como enemigos del judaísmo y ateos, Y Jesús les dice que sigan el ejemplo del ateo samaritano y no del creyente religioso judío.

Muy pocas frases, pues, originales de Jesús.

¿Qué decir, pues, entonces de frases tan importantes como las del Padrenuestro, la plegaria fundamental de los cristianos?
¿Fue o no fue enseñada a los apóstoles, que se las transmitirían a los primeros cristianos, llegando hasta nosotros tal como hoy las recitan millones de cristianos en todo el mundo?

Lo más seguro es que Jesús nunca enseñara esta oración, al menos no en forma de oración.
Lo más seguro es que esta oración fuera construyéndose poco a poco en las primeras comunidades.

Hay hasta tres versiones del Padrenuestro:

1.- La de Lucas (seguramente la de la fuente Q): la invocación al Padre, seguida de 5 peticiones: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día el pan cotidiano y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe y no nos pongas en tentación”.

2.- La de Mateo, que empieza: “Padre nuestro, que estás en los cielos” y siguen 7 peticiones. Las 5 anteriores más las dos nuevas: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra” y “mas líbranos del mal”.

3.- La de la Didaché, en la que aparecen las 7 peticiones, aunque empieza en singular: “Padre nuestro que estás en el cielo”.

Lo curioso es que todas estas peticiones también aparecen/aparecían en las plegarias judías. Con una salvedad (y ésta puede ser la de Jesús), llamar a Dios Padre (“Abba” en arameo), un término totalmente desconocido en la tradición palestina precristiana.

¿Lo del “pan”, se refiere al pan real, el del horno o al “pan espiritual”?
¿Y lo de las “deudas” y los “deudores”?. Pues, quizá, Jesús se refiriese a las “deudas monetarias” que, según la tradición judía, debían ser perdonadas por lo menos cada año santo o de jubileo.

Y es que “el pan y las deudas” eran los problemas más inmediatos a los que tenía que hacer frente el campesino galileo, el jornalero y el habitante de las ciudades que no pertenecía a élite alguna.

El Reino de Dios anunciado por Jesús prometía el alivio de estas dos cargas.

¿Y qué decir de las Bienaventuranzas?

Son sentencias de Jesús que contradicen toda la lógica del mundo, toda la evidencia de cualquier sociedad, de cualquier lugar y tiempo.
Llamar bienaventurados, felices, a los pobres, a los que lloran, a los humillados y perseguidos, a los hambrientos y sedientos, a los encarcelados,..Para luego decir que reirán, que quedarán saciados, que dominarán la tierra,…
Parece una impostura, fuera de lugar, chocante con la realidad.
(Hay que ver, pues, lo fácil que es ser feliz, bienaventurado, está al alcance de cualquiera)

Son tan raras estas sentencias que, seguramente, son verdad que las dijera Jesús.
Seguramente que no fue un discurso pronunciado el mismo día, sino sentencias sueltas que, después, se irían juntando formando un solo sermón: el Sermón de la Montaña” o de “Las bienaventuranzas”.

Estas sentencias sólo tienen sentido si se las ve y se las encuadra, se las entiende en el contexto de “el reino de Dios”, el estado de vida diferente que se vivirá en él cuando llegue, porque entenderlas desde “el reino de los hombres”…

Además, el “reino” no se refiere a los Reyes, sino a los dirigentes, no es el reino sino el poder, no es un lugar sino un estado.

Pero los torpes discípulos entendían el “reino” como algo terrenal, literalmente, como si Jesús fuera a establecer u nuevo régimen social y político para liberar al pueblo de Israel del yugo de los romanos.
Y allí estaban los apóstoles pegándose codazos y empujones para ocupar los primeros puestos en ese futuro reino a instituir,
Incluso la madre de los Zebedeos busca el enchufe para sus hijos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Las palabras más duras seguramente que son las más originales de Jesús.

Frente al dominio de los poderosos sobre los débiles, de los ricos sobre los pobres, de los valores materiales y temporales sobre los espirituales y eternos,… Jesús es tajante. Nunca fue un profeta de medias tintas, tibio, acomodaticio.
No sería un socialdemócrata sino un hombre de extremos: “sed fríos o calientes, porque si sois tibios….” “he venido a separar al padre del hijo”, “dad al César….”, “amad a vuestros enemigos, a los que os hacen el mal. ¿Qué valor tiene amar a los amigos”?

El “nuevo reino” que ha de venir, opuesto al “reino real” existente.

“Si no os hacéis como niños…” Pero un niño, en aquella sociedad, apenas tiene valor alguno. ¿Para qué vale? ¿Qué derechos tiene?
El mayor insulto que se podía lanzar a alguien era decirle: “eres como un niño”, alguien sin valor.

¿Y por qué comparó al reino con el grano de mostaza o con un poco de levadura y no con el cedro del Líbano?

En aquella sociedad los pobres no lo eran “de espíritu” (lo que quizá nunca dijo) sino a los pobres de verdad, a los mendigos, a los que ni tienen casa ni trabajo, a los leprosos, que vivían en las cunetas de los caminos, a los hambrientos de verdad, los que morían de hambre.

¿Y lo de “los perseguidos”?, seguramente tenía que ver con las primeras comunidades cristianas que sufrían persecución por creer en la nueva religión de Jesús. Sería una bienaventuranza añadida posteriormente.
Los perseguidos son, también los ultrajados, los humillados, los rechazados por la sociedad, que eran todos los parias, los don nadie, los que estorbaban en todas partes (hoy diríamos “los que estropean, afean, el paisaje”, “los que huelen mal”)


A todos ellos Jesús les prometía “felicidad”, pero cuando se instaurara el “nuevo reino”, porque en el que existía entonces…

JESÚS DE NAZARET (17): ¿MAGO? ¿PROFETA? ¿EXORCISTA?



Los milagros más fuertes (caminar sobre las aguas, la multiplicación de los panes y los peces, convertir el agua en vino y, sobre todo, resucitar a los muertos siempre estuvieron en contra de la Iglesia, que no sabía cómo responder.
¿Habría sido inventado, en el siglo I, por los evangelistas todo el catálogo de milagros, para demostrar a los paganos el poder de Jesús?

Es lo que se opinaba en la Ilustración. Inventados con fines apologéticos.
Si toda religión, para ser inventada, necesita de una serie de milagros, el cristianismo no iba a ser menos, además, sus milagros superaban a los de otros magos y curadores de su tiempo, que era más que ellos, muy superior a ellos, que poseía poderes divinos.

Bultman, nada sospechoso de heterodoxo, afirma que Marcos, en el primer evangelio, es el que más milagros pone en el haber de Jesús, y Marcos era un helenizado que había seguido los cánones de la mitología al escribir su evangelio.
Y es también curioso –añade Bultman- que la famosa fuente Q, que se considera muy antigua, casi ignore los milagros de Jesús.

Otros consideran a Jesús un mago y un verdadero exorcista que los rabinos judíos consideraban poseído por el demonio, en nombre del cual, realizaba sus prodigios y que sólo más tarde, cuando se escribieron los evangelios, se presentó a Jesús como un personaje divino.

Es probable, o casi seguro, que en los evangelios haya episodios concretos inventados, o retocados en clave apologética pero es evidente que Jesús hacía milagros, es decir, hacía actos o prodigios que los demás mortales no eran capaces de realizar, como curar a un leproso, liberar a un endemoniado de sus fantasmas, resucitar a un muerto o hacer caminar a un paralítico.

Si lo seguían allá donde fuera y los que le seguían eran los parias de la sociedad (los pobres, los marginados,…) es porque hacía prodigios, más que por sus palabras.

Son más de 200 los episodios en los que aparece Jesús, en su breve vida pública, realizando algo prodigioso.

Es más si prescindimos de los milagros poco nos queda de la vida de Jesús, porque como sólo conocemos su vida pública…y en ésta aparece como mago y exorcista…
Los milagros eran como el sello, como la firma que demostraba la autenticidad de sus palabras.
Los milagros hacían creíble su nueva doctrina, rompiendo con todo lo anterior, además de que aliviaba el dolor de los que recibían el milagro.

Hacía prodigios pero ¿era un mago como tantos otros o era un hombre con poderes terapéuticos especiales o un hombre tan poderosamente religioso que era capaz de curar a las personas y de arrojar los demonios?

Es posible que Jesús, en algún momento desde los 12 años hasta su vida pública hubiera estado en Egipto y conocido la magia egipcia.
Pero ocurrió que, cuando la Iglesia se acercó al poder, y viceversa, con Constantino, los obispos recibieron órdenes de Roma de quemar todos los escritos llamados “heréticos”, que no eran sino los que no coincidían con las fuentes oficiales.
Desaparecieron así, para siempre, cientos de escritos sobre Jesús y sus actividades que habrían podido orientarnos sobre la naturaleza de los milagros y las influencias que pudo tener de la cultura de su tiempo en sus artes mágicas.

Porque fueron las curaciones las que hicieron famoso a Jesús, más que sus palabras fueron sus hechos prodigiosos.
Hay quien afirma que esos prodigios fueron los que acabarían con él en la cruz, debido a la cantidad de pobres, enfermos, necesitados,.., que le seguían, convencidos de que era el nuevo Mesías, a causa de los prodigios que realizaba y que eso fue lo que le dio miedo a las autoridades romanas, en un momento en el que había revueltas de tipo nacionalista por todas partes contra la ocupación, por parte de Roma, del territorio de Palestina.

Quienes no aceptan la existencia de milagros los interpretan como curaciones de un gran terapeuta.
Eso habría sido Jesús, no hijo de Dios, sino un gran terapeuta que hacía prodigios.

Desde que se supo que ciertas enfermedades como la parálisis, la sordera, la ceguera, la mudez,…podían ser producidas por la histeria y que podían curarse de repente, desaparecer, al desaparecer la histeria, su causa, los pretendidos milagros se quedaban en curaciones naturales gracias a la fe que él infundía en los enfermos y que, en aquel tiempo, al no conocerse nada sobre la histeria, la gente interpretaba las curaciones como verdaderos milagros.

¿Por qué dice Marcos que Jesús no conseguía hacer milagros en Nazaret, en su pueblo natal, en el que lo conocían y, por eso, no creían en él, sino que lo consideraban un loco o lunático?
¿No sería que, precisamente por eso, porque no creían en él, no conseguía curarles ya que, según la teoría de la histeria para que un enfermo psíquico pueda curarse necesita tener fe en el terapeuta?


¿Qué son las curaciones de Lourdes y/o de Fátima, o de tantos santos y vírgenes de advocación varia sino la fuerza de la fe de los peregrinos, que es la que hace que los paralíticos anden y los ciegos vean?

Sus milagros, en un primer momento sorprendían, suscitaban admiración, y hasta miedo.
Al ser considerado uno de los grandes magos, cuando fue detenido, torturado y crucificado, la gente, decepcionada, lo abandonó pensando que no era capaz de defenderse contra la muerte, precisamente él, que había resucitado a los muertos.
Esperaban que cual Hudini, el escapista, hubiera, también él, podido escaparse de su propia muerte. Pero, al final, dio la impresión de haber perdido todos sus poderes.

Las gentes de entonces sabían y estaban acostumbrados a ver a profetas que habían hecho/hacían milagros y que los magos eran famosos, sobre todo en Samaria, que no profesaba la religión judaica.
Pero ocurría que Jesús, no pertenecía a la clase sacerdotal, ni al linaje de los profetas y, además, sus orígenes eran de gente humilde y no digamos de su lugar de nacimiento (“¿puede salir algo bueno de Nazaret”?)
Si de este hombre nada se sabía hasta que apareció en la vida pública ¿podía ser un elegido de Dios o, más bien un poseso endemoniado o un enfermo lunático?

En los apócrifos se manifiesta que Jesús estuvo en Egipto, como trabajador y que allí pudo aprender las artes mágicas.
Incluso Mateo también lo insinúa.
¿Cómo es posible que nada se supiera de él, durante tantos años?

La verdad es que antes de que los romanos conquistaran Palestina, ésta había estado gobernada, últimamente por los griegos y su cultura, así como la misma romana admitían un universo poblado de criaturas sobrenaturales, como ángeles, demonios, espíritus llegados de ultratumba,…

Una de las prácticas de la magia clásica fueron las maldiciones como conjuros.
Si un padre mal-decía a un hijo se cumplía la mal-dición. La palabra causaba la obra, el efecto.

En el Talmud, a Jesús se le acusa de haber ejercido la hechicería y en el evangelio se le llama “agente del mal”, término que significa “mago” en el Código de Derecho Romano.
Los primeros cristianos eran acusados por sus enemigos y acusadores de ejercer las artes de la magia.
Detengámonos, por un momento, en el “misterio de la eucaristía”: Un sacerdote que, ante un trozo de pan ácimo y un poco de vino puro, dice unas palabras “mágicas” (“éste es mi cuerpo…..ésta es mi sangre….”) y, ¡zas¡ quedan convertidos en el “cuerpo” y en la “sangre” de Cristo. Eso sí manteniendo los mismos “accidentes” aristotélicos (sabe, huele, se ve,…igual antes que después, pero antes era… y después es…..) Como por arte de magia, porque ha cambiado “la sustancia”, lo que realmente es, antes “era pan” ahora “es cuerpo de Cristo”

¿No es eso una magia, además antropofágica, ejercitada por los cristianos en la clandestinidad de la oscuridad de las catacumbas?.

Cuando Jesús cura a la hija de Jairo pronuncia unas palabras raras: “talita koum”, que parece ser una fórmula mágica semejante a las usadas por los egipcios, según consta en los papiros mágicos egipcios.
Esas palabras las traduce Marcos como “muchacha, levántate”, pero durante mucho tiempo esa frase circulaba como una fórmula mágicas que nadie sabía lo que significaba.

¿Qué significa “abracadabra pata de cabra”?

Al igual que los grandes magos y chamanes Jesús se retiró 40 días al desierto, para prepararse para su vida pública de hacedor de prodigios.
Lo que el demonio, entonces, le propone a Jesús no era otra cosa que cosas típicas de los magos, como volar por las nubes (“tírate desde…”) o convertir las piedras en pan.
Dicen los evangelios que Jesús no cayó en las tentaciones del demonio, que le proponía hacer milagros propios de los magos, precisamente para rechazar la idea de que Jesús fuera un mago más, como los de su tiempo.

No existe un solo de los milagros realizados por Jesús que no se atribuyera ya a los magos de entonces, desde calmar una tempestad hasta resucitar a un muerto o predecir el futuro.
Y como siempre, antes y ahora, es necesaria la necesidad de la fe en el mago o la de pedir la gracia a los dioses: “Pedid y se os dará” (así, también aparece en los papiros mágicos griegos).
También, hoy, a los niños el mago de turno hace algo por el estilo.

La escena de poner saliva mezclada con polvo y hacer un poco de barro y untárselo a los ojos al ciego que recupera la vista es típica de los rituales de magia.

También se dice en los evangelios que Jesús “pertenecía a la orden de Melquisedec”, lo que confirmaría que había sido iniciado, pues Melquisedec fue una figura importante de las doctrinas clave de la antigüedad.
Ese “según la orden” demostraría que Jesús pertenecía a un grupo iniciático y que habría sido elegido para perpetuar aquellas enseñanzas.

JESÚS Y LOS MAGOS.

La Iglesia siempre marcó una diferencia entre la actitud de Jesús, al hacer los milagros y la de los magos de la antigüedad.
Jesús los hacía de manera altruista y sólo para el bien de los demás, nunca pidiendo dinero por ello, mientras los magos los hacían por propio interés y para enriquecerse.

Las curaciones y los exorcismos estaban siempre relacionados con el perdón de los pecados, ya que, en aquel tiempo, en la religión judía, las enfermedades o las posesiones diabólicas solían verse como consecuencia de los pecados cometidos, por uno mismo o por sus antecesores.

La magia, sin embargo, muchas veces, y a petición de alguien. Lo que intenta es provocar el mal en otra persona.

Definamos estos conceptos:

1.- “Medicina”, es un método de diagnosis de los males del hombre y una prescripción de los mismos basada en la combinación de una teoría y la observación del cuerpo humano, de sus funciones y sus disfunciones”
(Observemos y describamos qué hace el médico cuando acudimos a él por algo: observa ese algo que hay, lo compara con lo que debería haber, así diagnostica lo que es y, según sus conocimientos, prescribe un tratamiento para normalizar lo anómalo). Esa prescripción puede ser tanto médica como quirúrgica.

2.- “Milagro”: el milagro implica postular  que la curación puede llevarse a cabo apelando a los dioses, mediante su intervención, ya sea directamente o a través de un agente intermediario”
(Pensemos, observemos lo que hacemos cuando vamos a pedirle a Dios, a la Virgen o Santa Rita que nos conceda un favor, desde que nos ocurra algo bueno (que mi hijo encuentre trabajo, que el embarazo vaya bien y el niño también, que no llueva el día de la feria, que llueva porque la cosecha peligra…)

3.- “Magia”, es una técnica, gracias a la cual, por medio de la palabra o del gesto se consigue un determinado fin, que puede suponer la solución de los problemas de la persona que recurre a ella o el daño del enemigo causante del problema”.

Es decir:
Si la técnica es eficaz y consigue superar esa fuerza hostil, “la acción es mágica”
Si se considera, en cambio, que es fruto de la intervención de un dios o una diosa o un santo… “esa acción es milagrosa o un milagro”)
Si se la ve como un medio que facilita las funciones naturales del cuerpo, se llamará “medicina”.

Los antropólogos modernos suelen rechazar la vieja dicotomía entre magia y religión por lo que afirman: “la magia y la religión se hallan tan estrechamente unidas que resulta prácticamente imposible considerarlas dos categorías socio-culturalmente distintas”.

Es verdad que hay aspectos malignos, inhumanos, patológicos y dañinos en la magia, pero también los hay en la religión.

Pero solemos afirmar que lo que nosotros practicamos es la religión y que lo que practican los otros es magia. Y uno no sabe (al menos yo) si es que todo es porque social y culturalmente se considera sancionado como oficial y correcto o como lo que no es oficial y se considera incorrecto. Todo dependería de la confirmación o no política, social, cultural.

No se puede reducir la magia verdadera a una simple trampa o juegos de prestidigitación.
En todos los tiempos la magia, la blanca y la negra, la positiva y la negativa,…fue siempre una cosa muy seria y misteriosa y que probablemente aún no ha sido examinada a fondo, por los prejuicios que existen sobre ella por parte del mundo racionalista.

Y no hay más que ver a las jóvenes, sobre todo negras, obligadas a la prostitución y que están amenazadas por el vudú y que su familia puede morir si no hace lo que el chulo-mago correspondiente le ordena.
Están en el fango social porque creen que ocurriría lo peor.
¿Ocurriría?

Digamos que entre los milagros y la magia la diferencia es más social y política que práctica.
En la antigüedad, si un individuo hacia ciertos prodigios y sus seguidores los consideraban milagros, lo aclamaban como un ser divino.
E inmediatamente, o al mismo tiempo, sus detractores dirían que era un mago poseído por el demonio.
Lo que le ocurría a Jesús.

No sería nada extraño que Jesús fuera un hombre fuertemente sensible con una gran capacidad de seducción y de convicción, dotado de poderes psíquicos excepcionales que él aprovechaba para aliviar el dolor y para convencer a los hombres de que la fe puede hacer milagros.

No sabemos si fue él o se lo atribuyeron a él cuando decía que no era él quien hacía los milagros sino el Padre y que ningún milagro era posible sin la fe en Dios..

Aunque algunos milagros eran benéficos o beneficiosos, otros parecen gratuitos o espectaculares, como el de caminar sobre las aguas, calmar las tempestades, ascender a los cielos.
¿Podían ser éstos, los gratuitos, los milagros inventados por los evangelistas mientras los otros, los verdaderos, los benéficos, habrían sido realizados con su fuerza curativa y de exorcista?.

Jesús, como mago y taumaturgo, tuvo que ser problemático, tanto para sus seguidores como para sus adversarios.

¿Y el milagro de la resurrección de los muertos?. Nadie, nunca, jamás, lo ha hecho (ni santos, ni mártires, ni vírgenes, ni papas…)


Es lo que hace pensar que, quizá, esos milagros fueron introducidos por la Iglesia primitiva para demostrar ante los paganos el carácter divino de Jesús quien, sin embargo, nunca dijo de sí mismo que fuera Dios.

JESÚS DE NAZARET (16), ¿ERA UN POETA?



Aparece, en Jesús, un talante poético, una visión poética de la vida, de las cosas, de los sentimientos, que se ve reflejada en las parábolas, en las alegorías, en las comparaciones, en sus dichos.
Si poeta es quien sabe expresar con palabras el sentido oculto de las cosas y de los sentimientos más escondidos del ser humano, Jesús fue un gran poeta. Poeta más que místico. Una persona tierna.
La poesía está presente en toda la literatura judaica y rabínica. La Biblia misma, gran parte de ella, está escrita en verso.
Poesía tierna en el Cantar de los Cantares o profunda, desgarradora, de denuncia, como en Isaías y Jeremías o de nostalgia y esperanza como en los Salmos.
Toda la historia de Israel, con sus dramas, sus persecuciones,…son como un gran poema escrito sobre las piedras de sus lamentaciones.
Son los quejidos desesperados de petición de ayuda a Dios, con quien han hecho un pacto, en el que confían y  del que se ven abandonados.

Hay quienes aseguran que los lamentos más profundos del flamenco más puro no son otra cosa que las huellas musicales de la angustia de los judíos, dispersos por todo el mundo y humillados por todos los pueblos, siempre excluidos, siempre mal vistos porque la historia, tendenciosamente, habían hecho de ellos los responsables de la muerte de Jesús.

Pero Jesús era judío, profundamente judío, tenía alma judía. Conocía la historia dolorosa de su pueblo.
Ni sus discípulos lo entendían muchas veces y, con ese humor judío, se divertía con ellos, que no lograban entenderlo a fondo y diciéndoles que les hablaba en parábolas “para que no entendieran”, cuando, en realidad, las parábolas, los ejemplos, las alegorías, son para…
Su forma de hablar estaba más cercana al habla del campesino que al del intelectual.
Lo cierto es que nada dejó escrito y lo poco o mucho que de Él sabemos es por lo que otros nos han contado (como Sócrates) y se nos aparece como un creador de imágenes y de metáforas, dos recursos indispensables de o para un poeta.

La anécdota que nos cuenta Lucas, cuando uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo se le echa a sus pies rogándole que vaya con él a su casa porque su única hija de 12 años se estaba muriendo. “Mientras iba hacia allí la gente lo apretujaba. Una mujer, que padecía hemorragias (la hemorroísa) desde hacía doce años y que se había gastado en médicos toda su fortuna sin que ninguno pudiera curarla, se acercó por detrás, tocó la orla de su manto e, inmediatamente, cesó la hemorragia. Jesús preguntó: “quién me ha tocado”. Pedro respondió: “pero si todos están apretujándote”. Jesús le dijo: “no, alguien me ha tocado porque he sentido que de mí salía una fuerza”. La mujer, al verse descubierta se acercó temblando y se postró a sus pies”

Si ya la sangre, de por sí, era un tema tabú (ligada como estaba a la vida, al alma (el muerto ya no tiene sangre, ya no tiene alma), está muerto; si, además el tema denigrante de la consideración de la sangre del período (de la regla) de la mujer, como la firma de un dios, para recordarle que ella había sido la pecadora y culpable, responsable de la expulsión del paraíso, o la sangre del parto, tras el cual debía acudir al templo (iglesia) para purificarse (mi madre, siendo yo monaguillo), pues imagínense la presencia de la sangre procedente del ano (las hemorroides).
Las hemorroides era una enfermedad maldita. Y la mujer que está convencida de que el milagrero Jesús puede curarla, sin que se entere, con sólo tocar su manto (ni siquiera la posterior imposición de las manos.
La finura, la delicadeza, de tratar esta enfermedad maldita y el tacto exquisito con el que trata a la mujer.
(¿Pudo notar esa sensación o fue, más bien, la exquisitez y finura de narrar la escena?).

En este episodio lo que menos importa, quizá, sea el milagro sino la capacidad de Jesús para hacer entender que alguien se le había acercado con sentimientos diferentes a los demás.
Ella no le había pedido nada, como Jairo.
Ella busca algo de manera discreta y para que nadie se enterase de la maldita enfermedad.
Una mujer creyente, que se acerca no para que le dé algo, sino para que le quite o se le retire algo.
(¿Cómo puede saberse que “cesó la hemorragia”?. Es lo de menos).

Jesús no fue el poeta de la cruz, sino de la vida. No soportaba ver a nadie sufriendo: enfermos, ciegos, paralíticos, leprosos, endemoniados,… “curaba a todos”
Nada que ver con la futura “teología de la cruz” que le elaborarían sus sucesores, aunque sus hechos y sus palabras acabaran con Él en la cruz.
No era de los que pensaban que el sufrimiento humano era algo maravilloso, que salva y redime.
¿Considerar el dolor como mérito?. ¿Mérito de qué, por qué, para qué?.
¡Qué dios, que no sea un sádico, puede proponer el dolor como mérito?.
Hace no mucho colgué una reflexión sobre “el dolor y la madre que lo parió”, sobre todo el dolor del parto y el masoquismo de las mujeres que interpretaban la maldición de Dios a Eva, previa a la expulsión del paraíso, una vez descubiertas, por el hombre, las técnicas de evitarlo y los anestésicos.
Él, que tanto había luchado contra los fariseos de piñón fijo y, sobre todo, contra los saduceos por su interpretación literal de las Escrituras, respecto al descanso absoluto del Sábado.

Su talante no era victimista (algo que la Iglesia futura recalcaría, haciendo una apología del dolor, soportándolo, para que fuéramos conscientes del dolor de Jesús para redimirnos.
¡Como si Jesús hubiera ido, voluntariamente a la pasión y a la cruz y no lo hubieran apresado, llevado, procesado, condenado, crucificado y muerto a su pesar, sin pedirlo ni desearlo¡
El grito último en la cruz, reprochándole al Padre el porqué ha permitido esa situación, sin merecerla, siendo Él un Dios de Justicia.
No se sacrificó, por nosotros. Lo sacrificaron.

Era un poeta de la vida. Le cantaba a la vida. Como cuando lo acusaban de no imponer ayunos y sacrificios corporales a sus discípulos, como lo hacía Juan el Bautista (el que bautizaba).
Al revés.
A Él le gustaba disfrutar de las pequeñas cosas y sin correr detrás del dolor, sino al revés, siempre rehuyéndolo, para Él y para los demás.
Ya tendrían tiempo de sufrir, porque la vida, precisamente, no era una fiesta.
Como diciendo que no hay que buscar el dolor (sino evitarlo) pues ya se encarga el dolor de buscarnos a nosotros y, quizá, no podamos evitarlo. Habrá que soportarlo, si no se puede evitar, pero no buscarlo y, menos aún, disfrutarlo, alegrarse,…como si Dios lo aprobase como mérito a tener en cuenta en la otra vida.

¿Alguien sabe de alguna escena del Evangelio en la que aparezca una loa al dolor, al sufrimiento, al sacrificio buscado,…?

Recoger espigas en el campo para no pasar hambre, aunque fuera el Sábado. ¿El hombre para el Sábado o el Sábado para el hombre?

Tan poco se preocupaba de aparecer como asceta y hombre de sacrificios, que llegaron a acusarle de borrachín y comilón, porque no desdeñaba compartir mesa y mantel con sus amigos, algunos de ellos fariseos ricos.
Lo que en otro lugar hemos indicado “la connotación negativa de los fariseos en los evangelios y su porqué.
Lo que no es normal es que te invite a su casa, a comer y a beber, tu más encarnizado enemigo.

A Jesús, como a cualquier persona sensata, le gustaban y disfrutaba de los sencillos placeres de la vida.

Todas sus comparaciones estaban tomadas de los fenómenos de la naturaleza de la que, como cualquier poeta que se precie, era gran observador y amante.
Y exhortaba, a quienes estaban muy preocupados por el futuro, a contemplar la belleza de los lirios del campo, que no tejen y están siempre vestidos de luz, y a los pájaros del cielo, que no siembran ni recogen y que, sin embargo, nunca les falta de comer.
No les exhorta a que se sacrifiquen ni a que sacrifiquen su presente por su futuro.
Podría haber cantado, cual poeta latino: “carpe diem, aprovecha el momento, disfruta del presente, vive la vida,…”

Seguramente no es verdad, no es histórico, el hecho narrado por Juan, el de las bodas de Caná, en las que se acaba el vino (que alegra la vida) y el bochorno de los novios, que serían los causantes de la no posterior diversión de los invitados.
Jesús no rechaza la asistencia a bodas de parientes y amigos, bodas que, aún hoy, entre los judíos son una auténtica fiesta, una explosión de felicidad, donde todo el mundo debe estar y ser feliz, y donde no pueden faltar los cánticos, los bailes, los brindis,… y a todo ello es el vino el mejor combustible.
A nadie le habría extrañado que Jesús hubiera realizado el milagro de convertir el agua en vino, por la felicidad de los invitados y por el bien del novio.

¿Qué es la Eucaristía (que, seguramente, es un invento de Pablo, y no de Jesús) sino comer pan y beber vino, que tras las palabras benditas se convierten, simbólicamente, en cuerpo y sangre de Cristo, pero que siguen manteniendo los accidentes (color, olor, sabor,…) del pan y del vino.
La transubstanciación cambia la substancia (lo que es) no los accidentes sensibles.
La hostia, el pan, sabe igual “antes de” que “después de”. Y lo mismo ocurre con el vino.
El cuerpo de Cristo te quita el hambre, la sangre de Cristo te alegra el espíritu.

Es pura poesía agraria, rural, no urbana.
Y es que la cultura de Jesús es rural y no urbana, aunque hubiera visitado varias veces, a lo largo de su vida, Jerusalén.
Su niñez y su adolescencia (¿también su juventud “los años oscuros”?) los pasó en una aldea rural, Nazaret, y conocía los ciclos de la naturaleza y de las estaciones. Conocería la vida de los animales y el desarrollo del campo.
Nos habla del trigo y la cizaña, de la viña y de los viñadores o trabajadores del campo, nos habla de pastores, de corderos y de ovejas, de terneros asados al fuego ante la llegada del hijo pródigo (parábola que nunca he entendido).
Conocía las tempestades del Lago de Tiberiades, de la pesca y sus atuendos, de la labranza, de las semillas (la de la mostaza, “la más pequeña de las que existen”, entendía de levaduras que hacían crecer el pan (y que habría visto y ayudado a su madre en esa tarea (en otro lugar he escrito sobe el ummiento o levadura natural y por lo que el pan de la eucaristía, la hostia, debía estar hecha sin levadura (pan corrompido o corrupto).

Su humanidad y ternura con los más necesitados (enfermos, prostitutas, paralíticos, leprosos, ciegos, desvalidos como los niños, las mujeres…) los más rechazados y excluidos de la sociedad.

La viuda pobre y el óvolo para el templo, la prostituta que rompe un frasco de perfume, carísimo, y lo derrama sobre sus pies, cansados de andar, como relajante, la rabia contra los mercaderes del Templo (a fin de cuentas de los Sacerdotes y su ambición por el dinero. Hasta María (que no tendría que haber ido a la ofrenda obligatoria, tras dar a luz, porque si fue virgen antes de, en y después del parto, no derramaría sangre. Y tuvo que ofrecer, cual persona humilde y poco pudiente, un par de tórtolas, lo mínimo que se despachaba, pero que había que hacer la ofrenda y gastarse un dinero para Dios, para el Templo, y que sabemos lo que se hacía y cómo se repartía la cantidad de lo ofrecido)

¿Qué son las bienaventuranzas, sino pura poesía, un gran poema, alentando a los perdedores en esta vida no para que sigan perdiendo y sufriendo, sino que ya que la vida está tratándolos así, y si no pueden dejar de pasar hambre, sed,…que sepan que, cuando todo esto acabe, le será sobremanera recompensado.
Pero no los invita a seguir en esa condición, sino consolarlos con lo que les espera por haber soportado su mala suerte en cómo está tratándolos la vida.
No canta a los ricos, a los saciados, a  los que nada les falta,…Es, un poco, el anticanto de la sociedad, ofreciendo el consuelo.

¿No son las bienaventuranzas la poesía que siempre añoraron escribir y declamar todos los parias de la historia?.

¿Y qué es el Padrenuestro sino la consideración de Dios como Padre y ya no como vengador, celoso, juez…y al que se le pide pan diario y se pide perdón por los pecados cometidos (las dichosas y antiguas “deudas y deudores”?)

¿Escribió Jesús una poesía, en el polvo de una baldosa del templo y con ello salvó la vida de la “mujer adúltera?.
Siempre me gustó esta anécdota (que supongo que cualquiera la recuerda y, sobre todo, ese añadido: “y se fueron, uno tras otro, empezando por los más viejos”.

La escena y la pregunta era una trampa. Contestara sí o no, iría contra Él. Ya no sería el Maestro Bueno o sería un pecador que incumplía la Ley de Moisés.
Pregunta trampa como la de si había que pagar o no el tributo al César, diera la respuesta que diera iría contra Él.

¿Solución?. No responder, en un primer momento (garabateando en el suelo) y luego lanzarle a la cara: “el que de vosotros esté libre…”, y, luego, agachándose otra vez, sigue garabateando, hasta que se fueran los acusadores) o responder saliéndose por los cerros de Úbeda (“dad al César lo que es….”)
Es la única escena en que se ve a Jesús escribir (¿o garabatear?. Nunca lo sabremos). Únicamente pudo leerlo (si es que era escritura) o verlo (si eran garabatos) la mujer amedrentada, echada a sus pies, por sus acusadores, como si fuera un saco de inmundicia, de pecado y con la cara pegada al suelo.
Y la respuesta: “Yo tampoco te condeno”

A la mujer la salva de ser lapidada, según la Ley de Moisés, y Él se salva de ser acusado de no pagar y de incitar a que no se paguen los impuestos al Estado.

Una pregunta que surge: ¿Lo que escribió en el suelo (si es que escribió) iba dirigido a la adúltera o a los acusadores?

La escena es un canto, un poema a la compasión y, al mismo tiempo, una condena de la hipocresía.

¿Sería una poesía lo que escribió? Entonces la poesía habría salvado la vida de una mujer a la que, como a todas las mujeres de entonces, ni siquiera se les podía enseñar las Escrituras.

¿Y el último grito, el de la cruz, encarándose con Dios, echándole en cara por qué lo había abandonado, como acusándolo de que, puesto que sabía que era inocente y no culpable, por qué permitía lo que estaba ocurriendo?
Este grito parece ser uno de los pasajes más ciertos de la narración de la pasión.

Es el grito de la humanidad doliente.
¿Quién, ante una desgracia, considerada inmerecida, no le ha echado en cara a Dios un “porqué”?
¿Por qué ha tenido que morir mi hijo en una guerra contra la que estaba en contra?.
¿Por qué esta enfermedad?...
¿No es el grito de los judíos en los campos de exterminio?. ¿Por qué?
¿No es el grito de los condenados sin juicio por tantos dictadores?. ¿Por qué lo permite Dios?
¿No es el grito de los padres ante el tener que ingresar a su hijo en un manicomio (o como ahora se diga (frenopático)?.
¿No es el grito de los que mueren sin saber por qué mueren?

¿Será el grito del miedo del recién nacido, ante el misterio que la vida le deparará en el futuro?

El grito de Jesús, el grito del profeta que se siente abandonado por su Dios.

Quizá ese último grito sirvió para aliviar todos los gritos de la frágil humanidad a la que la vida no la trata bien y que ve a su alrededor tanto dolor inútil, a tanto inocente perseguido, acusado y condenado por un poder despótico e inclemente.

Aunque, hablando de poesía, personalmente me gusta el arte de ligar, el diálogo de cortejo, de camelar a la samaritana en la fuente. Entablar contacto, nada menos que con una samaritana, Él que era galileo, y que nunca, a nivel de pueblo, se llevaron bien.

¿Lo recuerdan?

JESÚS DE NAZARET (15) ¿QUISO FUNDAR UNA IGLESIA?


Ni una Religión, ni una Iglesia. Rotundamente, y desde el principio, NO. No quiso. Eso fue obra de otros, mucho después.
Aunque la Iglesia Oficial siga convencida y predicando que fue fundada por Jesús a través de sus apóstoles.
Lo que no puede negarse es que, hoy día, el cristianismo es una nueva religión, como lo es el judaísmo, el islamismo o el hinduismo.

Muchos modernistas, al negarlo serían perseguidos y condenados porque, para Roma, nunca existió esa duda y sentenciaba que Jesús había fundado la iglesia sobre Pedro, a quien dio el poder de gobernarla y el “don de la infalibilidad” para no errar en su contenido.
Así que, si es “infalible”, quien no admita lo que la iglesia dice será un hereje y lo dicho una herejía.

Y el hecho de que no hubiera sido fundada no merma el hecho de la importancia que dicha institución religiosa y, en general, el cristianismo ha tenido y tiene en la historia, sobre todo en el mundo occidental.
Hoy se admite que ha sido el fruto de las primeras comunidades cristianas y de la concepción religiosa de Pablo, a quien, en general, es considerado “el verdadero fundador del cristianismo, tras haber hecho que el cristianismo primitivo, tan ligado, lógicamente, a la sociedad judía se separara de esas sus raíces judías originales”.
Precisamente, a Pablo se le llama “el apóstol de los gentiles” (de los no judíos).

Jesús nunca tuvo en mente fundar una Religión nueva, distinta de la que él había practicado y vivido en su familia, y menos una Iglesia organizada, como lo es hoy la Iglesia Católica.
Y si lo hubiera querido no sería, ni en la forma ni en el fondo, como está organizada, tan piramidalmente, como una monarquía absoluta, con el voto de obediencia al superior en la escala, gozando el primero de “infalibilidad” y con la sede central, el Vaticano, cuyo estilo está copiado del de los emperadores romanos.

En el siglo XV, Santa Rita de Casia, la abogada de las causas imposibles, de los casos desesperados, criticó duramente los excesos de una Iglesia preocupada más por los ricos y poderosos que por los desheredados, contaminada con/por los poderes mundanos y políticos.
Una Iglesia rica, llena de privilegios otorgados por los poderosos y muchas veces intransigente e inquisitorial.

“Si Cristo volviera” era/es un pequeño libro, de apenas 18 páginas, y que leí en mi adolescencia, y en el que se reflejaba la perplejidad de Jesús al visitar a su representante o Vicario, en el Vaticano, rodeado de lujo y magnificencia, él que había llamado bienaventurados a los pobres, a los hambrientos,…
Si Cristo volviera, decíamos nosotros, no sería cristiano.

Esta dinámica desde las primeras comunidades cristianas (a las que se les ha llamado el “primer comunismo”) hasta el boato y el lujo actual comenzaría ya en sus orígenes, cuando dejó de ser una secta perseguida por los emperadores romanos y pasó a ser la religión del Estado del Imperio Romano, quien la cubrió de privilegios y prebendas (Constantino y Teodosio)

El banquete imperial, pantagruélico, que se celebró tras el primer gran concilio, el Concilio de Nicea, en nada desmerece de los banquetes imperiales de todos los tiempos cuyos invitados por el Emperador son los obispos participantes, todos ellos masculinos, que comen reclinados en lechos, en compañía del propio Emperador y que esperan ser servidos por otros.

De la pobreza a la riqueza, de perseguidos a perseguidores, de siervos de Dios a señor de los hombres, de la catacumba a la catedral, de
 la caridad a la usura,…

¿Qué intentó, realmente, Jesús cuando rodeado de un puñado de varones y mujeres, de gente sencilla, comenzó a meterse con la élite religiosa y a criticar algunos aspectos de la religión judía, anunciando un “nuevo Reino”?.
No era, por supuesto, lo que la Iglesia católica da por supuesto: el anuncio de una nueva Religión y una nueva Iglesia, sino el anuncio de la exigencia de una superación de la vida religiosa que mamó de sus padres y que reinaba en el pueblo judío.

“Superar lo que hay” no es “fundar algo nuevo”.

En este intento de “renovación y superación” intentaba poner en el centro de la misma la dignidad del hombre, el “espíritu de la ley” y no “la letra de la ley”. El “sábado para el hombre y no el hombre para el sábado”.
Además con espíritu universalista y no particularista. Era para el futuro y para todos y no para el presente (arrojar a los romanos de las tierras de sus padres) y para algunos (el pueblo judío).

¿Era ésta una idea nueva, inventada por él o estaba enraizada en las Escrituras?

Pero el proponía a un Dios Padre en contraposición a un Dios Juez del Antiguo Testamento, un Dios de la compasión frente a un Dios de la venganza, un Dios no del “ojo por ojo” sino el Dios que se alegra cuando ve el retorno del hijo pródigo.
Pero este mensaje ya estaba en Isaías, cuando afirma que “Dios es más compasivo que una madre” (prototipo del cuidado y del amor) y que si una madre, alguna vez, puede abandonar a su hijo, Dios nunca lo haría.

En el pasaje del coqueteo con la samaritana que iba a sacar agua del pozo de Jacob (y que hemos comentado en otra parte) y con la animadversión, no sé si odio, entre judíos y samaritanos (considerados por los judíos “paganos al no reconocer la religión de Israel”), cuando va camino de Galilea, ante la provocación de la mujer de que sus antepasados habían adorado a Dios en aquel monte, mientras que los judíos decían que había que adorarlo en el templo de Jerusalén, dos iglesias disputándose el lugar de culto de Dios, Jesús sentencia al momento: “Créeme, mujer, se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre…Llega la hora, y ya estamos en ella en la que los verdaderos adoradores adorarán en espíritu y en verdad”.

Si estas palabras fueran históricas, en la religión que propone no van a tener importancia alguna los lugares físicos de culto y adoración.
En esa nueva religión que propone, ni en iglesias, ni en templos, ni en catedrales, sino dentro de sí mismo, en el corazón, en ese gran templo interior, que es lugar en el que mejor va a encontrase uno con Dios.

Una “religión del corazón” sin necesidad de lugares externos.

Una crítica al Templo de Jerusalén y una mayor crítica, hoy, a esa majestuosidad de iglesias y catedrales, de palacios episcopales.

¿Iba a tener Jesús, ante estas declaraciones, intención de crear una iglesia que le quitaría el oro a los pobres para enriquecer sus templos?

¿La disputa de si la Basílica de San Pedro debe ser la que más extensión tenga y ninguna otra catedral puede superarla? (como me cuentan los sevillanos, que los papas no permitieron que la catedral de Sevilla se construyera según lo proyectado, porque rebasaría en extensión a la de San Pedro

Uno se pregunta qué diría Jesús, si volviera, ante tal aberración.
¿Cogería el látigo otra vez pero ahora para correr a obispos y cardenales, a los pastores espirituales?

Pero si eso es así, respecto al lugar de culto, al dónde, ¿qué decir del qué, de la doctrina?

Bonhoeffer, el teólogo protestante, que murió en un campo de concentración nazi, dejó escrito que “Jesús no llamó a una nueva religión, sino a la vida”
Para Jesús, la verdadera religión era la vida, la forma de vivirla, la forma de comportarse con los demás.

Y, sin salir de nuestra España, nuestro teólogo Juan José Tamayo, afirma que “Jesús fue un creyente judío, sincero, radical, que frecuentaba las sinagogas, donde oraba y predicaba, que participaba en las fiestas religiosas de su tiempo y que no hizo otra cosa que introducir correctivos de fondo en la legislación y en las instituciones religiosas, proponiendo una “concepción alternativa de la vida religiosa, orientada a la liberación integral del ser humano.

Hoy diríamos que Jesús vino a liberar a los hombres del peso de las religiones, empezando por la suya, la judía, que imponía a la gente “pesos que no podían soportar” y que, quienes los imponían, eran los primeros en desentenderse de ellos.
No creo que estuviera en su mente la fundación de una nueva religión, con unas nuevas estructuras, que, como toda religión, haría cargar sobre los hombros de sus fieles pesos que ni ellos mismo podrían soportar.
La religión, toda religión, ahoga la espontaneidad, hay que rezar de rodillas, con la cabeza descubierta (o con velo las mujeres), con ropa no provocativa, siguiendo la orden del oficiante, rezando esta o aquella oración, tales días a tales horas y en tales sitios…
Los cultos y los ritos de toda religión, de cualquier religión, acaban siendo una esclavitud, mientras que la verdadera espiritualidad, la religión del corazón, es liberadora de cadenas.

No hacen falta sacrificar animales ni dar dinero al templo para conquistar la benevolencia de Dios.
Jesús proponía un nuevo tipo de relación personal del hombre con Dios, sin necesidad de sacrificios (no dejaba ayunar a sus discípulos) como si se tratara de un Dios sediento de sangre y de dolor, sino de un Dios del amor en el respeto a todo y a todos, y no sólo a los privilegiados y poderosos.

¿Sufrir por qué, para qué? ¿Desde cuándo el sufrimiento es un mérito ante Dios? ¿Es que Dios es un sádico que disfruta con el dolor de sus fieles y que sirve de mérito para la vida eterna? ¿Es que a Dios le agrada el humo, el fuego y el olor a quemado de animales? ¿Qué tipo de Dios sería ese al que adorar?

“Adorar a Dios en espíritu y en verdad”, ese es el mensaje y, para eso, son innecesarias las religiones.

Quizá la nueva religión que Jesús propone sea la no-religión, la ausencia de toda religión, porque el mensaje es humano y universal. Mensaje en el que los privilegiados tienen que ser los excluidos (los pobres, los parias, los despreciados, los humillados por el poder…) por ser los que ocupan el lugar privilegiado de ese Dios Padre.

¿Qué pasó, entonces, para que este puñado de ideas revolucionarias, sencillas y universalizables, acabaran convirtiéndose en una nueva Iglesia institucionalizada, a la manera, o más, de la sinagoga judía de hace 2.000 años?

Los avatares posteriores de esas revolucionarias ideas, a lo largo de la historia esconden el secreto de por qué se ha llegado donde se ha llegado si se partió de donde se partió.
¿Sería porque las primeras comunidades cristianas no tuvieron pretensiones de orden político y casi ni sociales, sino, más bien, espirituales y místicas y, posteriormente, la querencia al poder, la contaminación política, fueron difuminándolas hasta hacerlas desaparecer, e imitando en todo al poder romano, desde las catedrales y palacios, copias de las residencias imperiales, las vestimentas papales, cardenalicias y episcopales, imitaciones de la clase política romana, la forma de vivir (no de exigir a sus fieles) como vivían los reyes y demás jefes políticos, la exigencia de diezmos y primicias, religiosos, copia e imitación de los impuestos civiles,…

Jesús (y menos Cristo) nunca habría aprobado una iglesia institucional como la que, hasta hoy, se denomina “cristiana”

Aunque haya quien siga considerando a Jesús como un revolucionario político-social, simpatizante con los movimientos de liberación, como los zelotes, los guerrilleros de su tiempo, que creía que Dios iba a liberar a Israel del yugo de los romanos.

Es lo que tiene un personaje como el de Jesús, las muchas lecturas que pueden hacerse de él.

También es verdad (y hoy se sabe) que el judaísmo del tiempo de Jesús no era un bloque uniforme y monolítico, sino que estaba contaminado (¿) con el mundo griego.
En él pululaban movimientos mesiánicos y políticos de todo tipo, por lo que no sería raro que, también, las ideas de Jesús estuvieran entrelazadas con dichos movimientos, que iban desde los más radicales y políticos (los zelotes, nacionalistas y antirromanos)  a los más espiritualistas (como el de los esenios de Qumrán). Algo que se nota en la composición del mismo grupo de Jesús, por lo que, a veces, interpretaban de manera distinta las palabras y las acciones del Maestro.
También, pues, las primeras comunidades cristianas tirarían hacia un lado o hacia otro en la interpretación de la doctrina de Jesús aunque, hay que recordar que, todos dieron su vida en defensa de la fe en Jesús, hasta Judas Iscariote, suicidándose.
Por ejemplo, la disputa entre los mismos apóstoles sobre si los judíos convertidos a Jesús, al que consideraban el nuevo Mesías anunciado a Israel, debían o no circuncidarse, seguir o no seguir los ritos judaicos y frecuentar o no frecuentar la sinagoga.

EL GNOSTICISMO

La doctrina de Jesús fue interpretada de muchas formas, de ahí que alguna de ellas fuera considerada herejía (desviación) de la verdadera doctrina, que era la predicada por Pedro y Pablo, por ejemplo el “Gnosticismo”, que tanta importancia tuvo en el cristianismo primitivo durante el siglo I.
Hubiera quedado relegado al olvido, tras la persecución que sufrieron sus seguidores, de no haberse descubierto al final de los años 40, la famosa biblioteca gnóstica de Nag Hammadi, en Egipto, en la que se hallaron los famosos 5 evangelios gnósticos (el de Tomás, el de los Egipcios, el de la Verdad, el de María y el de Felipe).

El Gnosticismo era una mezcla de filosofía y de religión que intentó injertarse y conciliar su doctrina con la del naciente cristianismo, creando una doctrina ecléctica basada sobre todo en el pensamiento y que sería como la primera elaboración teológica del cristianismo.
Pero esta filosofía era anterior al cristianismo y su importancia radica en que intentó injertarse en la nueva religión, nacida de las raíces del judaísmo, dando lugar a un tipo de religión ecléctica que se había apoderado de la doctrina de Jesús para interpretarla a la luz de sus ideas.
Se veía, pues, venir el duelo entre ambas corrientes, la gnóstica y la apostólica, con el resultado ya sabido.

Los gnósticos eran esotéricos. Veían a Cristo no como hijo del Padre, sino como emanación del Pneuma o Espíritu del Padre.
Tanto el evangelio de Juan, como el Apocalipsis, como las cartas de Pablo, están cuajadas de términos gnósticos: Pléroma (plenitud), Aeon (emanación), Archonte (corona o dignidad), Adonai (imperio), que es el décimo Sephirot de la Cábala o fuego consumidor.

Los Gnósticos también están presentes en muchos de los evangelios apócrifos: El Libro de la Ascensión, de Elías, el Evangelio, de Nicodemus.

Gnóstico fue Valentín, egipcio, siglo II, que vivió en Roma, y hasta se le atribuye un evangelio, fue uno de los primeros doctores de la Iglesia y casi fue elegido Papa y que, si hubiera sido elegido, hoy los evangelios considerados inspirados podrían haber sido otros y no los actuales.

El Cristianismo acabó con la Gnosis siendo emperador Teodosio, siglo IV, que ya era visto con buenos ojos desde Constantino, y que se convirtió en la religión oficial del Imperio. Esto más los privilegios concedidos hizo que se llevara a cabo la persecución de todo tipo de herejía.
Es en ese momento cuando comienza el calvario de los Gnósticos y cuando los Obispos ordenan a los monjes que quemen todas las obras que contengan herejías contrarias al cristianismo oficial.
Pero muchos de los monjes, que ya eran críticos con algunas actitudes de la jerarquía eclesiástica, en vez de quemar aquellos manuscritos gnósticos, los enterraron, lo que hizo posible que hayan llegado hasta nosotros.

Y quizá algunos elementos de la doctrina de Jesús, que no pasaron a los evangelios canónicos, podrían ser gnósticos.

Los Gnósticos, que eran místicos, no creían ni en la resurrección ni en los sacramentos.

Pablo se enfrentó con los gnósticos, que habían influenciado a los cristianos de Corinto, a quienes Pablo considera seguidores de un Jesús diferente del que él predicaba.
El Jesús de estos cristianos, como el de los gnósticos, es un personaje espiritual, más que terrenal, le negaban valor alguno a la muerte en la cruz y, como hemos dicho, no creían en la resurrección, le daban poca importancia a los sacramentos y mucha a las experiencias místicas.
Un Jesús, pues, muy opuesto al de Pablo que fundó su teología en el Jesús crucificado y en su resurrección con el mismo cuerpo que tuvo en vida.
“Si Jesús no resucitó, vana es nuestra fe”.

Enfrentamiento, pues, entre dos teologías, dos visiones de Jesús y de su doctrina, pero que sería la de Pablo la vencedora, siendo la gnóstica condenada y proscrita.
Por ello se ha hecho difícil saber si en dicha teología condenada a la hoguera existían o no elementos incluso más primitivos e históricos  sobre Jesús que en el cristianismo de Pablo, que se impuso como religión oficial.

Con todo esto la pregunta sigue: ¿Quiso Jesús fundar una iglesia o, entre unos y otros, se la fueron fundando, con la pugna entre diferentes pensamientos filosóficos y teológicos que se fueron mezclando, que lucharon entre sí por su hegemonía y que acabarían configurando el actual cristianismo?

Ante este variopinto panorama es difícil imaginarse que Jesús transmitiera a sus apóstoles la base de la iglesia que él quería fundar, porque no había una base, sino varias, y en pugna, en competencia.

Las primeras comunidades cristianas, que estaban conformadas de judíos, con los apóstoles, poco tienen que ver con una nueva religión y una nueva iglesia, sino con un judaísmo renovado, y observaban las leyes judías, los rituales y normas de higiene judíos y todas las prescripciones judías.
Todos estaban circuncidados y todos frecuentaban regularmente los cultos de la sinagoga.
Los primeros cristianos, pues (que serían llamados así bastante tiempo después y que esa palabra sería considerada como un insulto y desprecio por parte de los romanos) comenzarían a cuestionarse, para diferenciarse de los judíos, si prescindir del cumplimiento de alguna de las leyes judaicas, como, por ejemplo, la obligatoriedad de la circuncisión y de los rituales higiénicos.

Más que seguidores de una nueva religión eran seguidores de Jesús de Nazaret que había dicho que su misión no era abolir la ley judaica de Moisés, sino “perfeccionarla”.
Seguir a Jesús no era seguir a un profeta más, sino seguir al Masías que había sido anunciado por las Escrituras.

Los primeros cristianos, judíos, no eran igual que los posteriores cristianos, griegos, y a los que Pedro quería que se circuncidaran antes de entrar en el cristianismo. Lo que muestra que para los primeros cristianos el cristianismo no era más que un judaísmo que se abría a los gentiles.

La verdadera ruptura se produce con el judío fariseo Pablo que, de perseguidor, se convierte en un apóstol más, dando un revolcón al judeo-cristianismo, al que acabaría separando de sus raíces originales judías.
La Iglesia cristiana, pues, tiene y le debe más a Pablo que a Pedro y es más griega y aristotélica que judaica, muy diferente, pues, del pensamiento primitivo de Jesús (aunque lo judaico ha permanecido adherido más o menos fuertemente a lo largo de la historia, para bien o para mal.

El primer cristianismo, pues, compuesto por judíos, no era muy diferente del judaísmo. Era una rama de la religión judía del segundo templo, tan legítima como podía serlo la de los fariseos, los saduceos o los sectarios de Qumrán., de ahí su constante referencia al Antiguo Testamento.

Lo más señalado del cristianismo, entonces, sería que los gentiles podían ser cristianos sin ser primero judíos.
El entusiasmo de los apóstoles en su predicación tras la muerte de Jesús, se lo atribuían a estar imbuidos por el Espíritu que les era enviado por Jesús, ya resucitado. Esto sí era novedad (porque todos los profetas anteriores también decían que el Espíritu había descendido sobre ellos).

En estos primeros momentos, ningún indicio de estar formando o querer formar una nueva Iglesia jerarquizada, cuando ni siquiera existía el mecanismo para la sucesión de los doce apóstoles.
La jerarquía era la posesión de más y mejores dones recibidos del espíritu, que se manifestaría en tener más o menos carisma, ser más o menos santo.

Fue ya en el siglo II cuando el carisma cede ante el poder, que se impone y empieza a residir en los obispos, que se constituyen en sucesores de los apóstoles.
Un poder totalmente masculino y en el que las mujeres, que tanta importancia habían tenido, quedan relegadas.
Un poder copiado del del Emperador romano, pero ahora religioso, jerarquizado y con la obediencia al superior en la jerarquía.

De darle mayor o menor importancia a un apóstol o a otro saldrían los Patriarcados, al principio con idénticos poderes hasta que se hace con la primacía el de Roma, con la sucesión de Pedro (los Papas, que copian a los Emperadores).
Pero la tirantez entre los Patriarcados se acentúa sobre todo tras otorgarle al Papa de Roma la infalibilidad pontificia y, por tanto, un poder real y concreto sobre todos los demás patriarcados (Jerusalén, Alejandría, Antioquía y Constantinopla)

¿Pensó, soñó Jesús en fundar una iglesia como la que estaba surgiendo o todo fue obra de los seguidores posteriores, tanto su aparición como la estructura que está dándosele?

Y, la segunda pregunta: Si Cristo volviera a la tierra, ¿reconocería como suya o como inspirada en lo que el predicó, a la Iglesia y su Vaticano?


La Iglesia, aunque se diga que fue fundada por Jesús, en realidad, es la heredera de una fe que fue construyéndose a lo largo de los siglos sobre los frágiles pilares de una verdad histórica, sobre su mito y sobre los dogmas por ella creados.