lunes, 8 de junio de 2015

JESÚS DE NAZARET (6) LOS EVANGELIOS.



Ni de fuentes romanas ni de fuentes judías procede todo lo que la Iglesia cuenta sobre Jesús, del que saldría el Cristianismo, sino de los 27 escritos que conforman el Nuevo Testamento, escritos después del nacimiento de Jesús y que, unidos al Antiguo Testamento, escritos antes del nacimiento de Jesús y que pertenecen a la religión judía, da lugar a la Biblia.

Estos 27 textos son los siguientes:
.- Los cuatro Evangelios Canónicos u Oficiales, así estipulado por la Iglesia (los de Marco, Mateo, Lucas y Juan, ordenados cronológicamente) pero que, en realidad, se desconoce quiénes los escribieron.
.- 13 Cartas de San Pablo
.- 8 Cartas (UNA dirigida a los hebreos, UNA atribuida erróneamente al Apóstol Santiago, DOS atribuidas a Pedro (también sin fundamento, pues el autor parece no conocer a Jesús), TRES atribuidas al apóstol San Juan (pero que tampoco fueron escritas por él) y UNA atribuida a San Judas Tadeo (pero que también se desconoce su autor)
.- Los Hechos de los Apóstoles, de Lucas (el mismo del tercer evangelio)
.- El Apocalipsis, atribuido al apóstol San Juan, (pero cuyo autor desconocemos), pero que podría ser el mismo que el del cuarto evangelio.
                                   
Estos 27 textos son los únicos reconocidos por la Iglesia como “fidedignos” o “canónicos”

Porque, si esos son los “canónicos” quiere decir que había otros (más de 100) no “canónicos”, ni “fidedignos”, “ni inspirados”, por parecer menos “fiables” que los otros. Son los llamados “evangelios apócrifos” (no necesariamente falsos), algunos de ellos aparecen citados por los primeros Padres de la Iglesia, que muchos de ellos se encuentran desaparecidos o se conservan sólo fragmentos, pero que en ellos se recogen las tradiciones orales de las primeras comunidades cristianas.

Si había más de 100 evangelios ¿por qué sólo esos 4 son los considerados “auténticos” e “inspirados”?
Parece que algunos de los milagros que cuentan los apócrifos eran poco serios o fantasiosos.
Pero hubo otros motivos.

1.- San Ireneo, año 205. Argumentos de por qué son cuatro (entre 60): “porque el mundo tiene 4 regiones… luego tiene que haber 4 evangelios”.

2.- Como existen 4 puntos cardinales…cuatro son los aires o vientos, y como el “Evangelio es el soplo del viento divino…”debe haber 4 evangelios.

3.- Como el Verbo reina sobre los querubines y éstos tienen 4 formas, por eso…debe ser 4 los evangelios.

La decisión fue tomada en el Concilio de Nicea, año 325, debido a un milagro que consistió en que, puestos todos los evangelios en el suelo, sólo 4, los inspirados, se colocaron solitos en el altar, tras haber ido volando hasta allí o, según otros, llevador por un pajarito.

Según otra versión fue, al revés. Estaban todos sobre el altar y los apócrifos fueron cayendo todos al suelo quedando sólo los 4, los “auténticos”

La tercera versión dice que el Espíritu Santo entró en el Concilio de Nicea, en forma de paloma, a través de una ventana (y sin que se rompiera el cristal). Y, estando reunidos todos los obispos, la paloma se fue colocando sobre el hombro de cada obispo y le decía en voz baja al oído cuáles eran los 4 evangelios inspirados, y resultaron ser los de Marco, Mateo, Lucas y Juan.

Por haber sido considerados por la Iglesia como “canónicos” gozaron durante siglos de una credibilidad absoluta, sobre todo los 4 evangelios, que eran considerados documentos históricos, como auténticas biografías.

Sólo desde el XVIII empezaron a ser considerados como “textos literarios” que no pretendían contarnos la vida de Jesús y lo que hizo, sino lo que pensaban y creían las primeras comunidades cristianas.

De los 4, los 3 primeros han sido llamados “sinópticos” (del griego “syn-orao” = “ver conjuntamente”), porque, colocándolos en columnas paralelas, se pueden seguir en los tres una misma narración con una estructura muy parecida.
Aunque, en realidad, a la hora de contar un hecho o referir un mismo discurso, divergen entre ellos (por ejemplo, a la hora de describir el proceso, la muerte y la resurrección de Jesús.
Y es que, cada evangelio tiene en cuenta a quienes iban dirigidos, adaptando los acontecimientos (no que, voluntaria y maliciosamente, los falsearan)
Porque no son iguales una comunidad cristiana judía (con los fariseos pinchándoles) que otras no judías. De ahí lo mal que ponen a los fariseos (cuando Jesús, seguramente, en una etapa de su vida fuera fariseo, aunque no era igual interpretar los textos “literalmente” que “con otra perspectiva universalista”)
Los fariseos no estuvieron implicados en la muerte de Jesús, y muchas veces lo invitaron a comer. Pero es después, cuando los fariseos entablan la lucha contra los cristianos cuando se desata la animosidad cristiana contra los fariseos.
Los primeros cristianos les achacarán a los fariseos que ya en vida de Jesús eran sus enemigos, cuando sólo lo eran contra la secta de los cristianos.

Los evangelistas se consideran narradores de la vida de Jesús, no es que se lo estén inventando, algo de verdad debía de haber.

Pero todos pasan por alto, de la vida de Jesús, desde su pérdida en el tempo hasta el comienzo de su vida pública.

El 4º es totalmente distinto. Es de corte “gnóstico”.

Pero no conocemos las versiones originales de los evangelios, ni siquiera los autores de los mismos.
El de Mateo lo conocemos en griego pero debió de ser escrito en arameo.

“Evangelio” significa “buena nueva”, “buena noticia”, la “gran noticia”: que el Mesías esperado había llegado ya.

Los evangelios Apócrifos vienen a subsanar las lagunas de los evangelios oficiales, contando hasta los detalles más pequeños, sobre todo de la infancia y de la juventud de Jesús, (que algunos serían verdad y otros inventados porque era lo que la gente quería oír) totalmente ausentes en los canónicos, más teológicos.

Ni siquiera el Padrenuestro ni las Bienaventuranzas aparecen igual en los evangelios. Entre ellos aparecen contradicciones y discrepancias.

¿Cuándo fueron escritos? No hay acuerdo entre los especialistas, pero hay un consenso, entre los años 60 y 90 d.C.
El más antiguo es el de MARCOS, entre los años 60 y 70, está centrado en la pasión de Jesús y en el tema del sufrimiento, seguramente porque esté escrito poco después de que Nerón, en el año 64, acusara a los cristianos de haber incendiado Roma y tras el martirio de Pedro y Pablo. Su finalidad es preparar a los entonces cristianos perseguidos, para la segunda venida gloriosa del Mesías.
Se dijo que Marcos había sido el intérprete y secretario de Pedro, pero se ha descartado esa hipótesis porque no conoce bien Palestina y los alrededores de Jerusalén, algo insólito si hubiera convivido con Pedro.
Pudo ser un cristiano anónimo, de origen pagano y que hubiera vivido en Roma o Alejandría.
¿Existió un evangelio de Marcos, secreto, en clave homosexual o erótica, luego censurado (Lázaro resucitado acostándose con Jesús) antes que el Marcos canónico?
Incluso llegaría a haber tres versiones del evangelio de Marcos: el secreto, el canónico y el erótico.

La Iglesia, una vez proclamados los 4 evangelios canónicos, censuró y destruyó los apócrifos, convirtiéndolos en heréticos y que debían ser quemados (lo que ocurrió)

LUCAS debió ser médico, pues se muestra competente con los temas de la salud y debió ser muy sensible pues es el que resalta los rasgos más humanos de Jesús. No derivaba directamente de los apóstoles, judíos, preocupados por conciliar el judaísmo antiguo con la nueva doctrina. Incluso se dudaba si obligar o no a circuncidarse a los paganos que querían entrar a formar parte de la nueva secta.
Jesús, para Lucas, no es presentado como un judío preocupado por revisar el judaísmo, sino como un personaje nuevo.
Temas ausentes en los otros evangelios, como su libertad con las mujeres, la prostituta que le lava y unge los pies con un frasco de alabastro, y cómo la defiende.
Cuenta que había mujeres en la comitiva de Jesús, y que lo seguían, entre ellas cita a la Magdalena, de la que había echado de su cuerpo siete demonios. O la parábola del samaritano. O la necesidad de despojarse de las riquezas y de lo superfluo para seguir a Jesús.

Tanto Lucas como Mateos se sirvieron, para escribir sus evangelios, de la llamada Fuente Q o Evangelio Q (una especie de colección de más de doscientas frases atribuidas a Jesús) y que debió desaparecer tras la escritura de estos dos evangelios.
“Q” de “Quelle” = “fuente”, en alemán, comenzó a escribirse en arameo y se acabó escribiendo en griego, en que están los de Lucas y Mateos.

El de MATEOS, el recaudador de impuestos, (¿fue apóstol?) escrito en el año 80, después del de Marcos y que bebe tanto en éste como en la Fuente Q. Dirigido a un público de ambiente judeocristiano, porque empezaban a disminuir, al tiempo que aumentaba la venida de paganos.
La nueva doctrina, para él, es el perfeccionamiento de la ley de Moisés y de los profetas, resumida en los dos mandamientos fundamentales: el amor a Dios y el amor al prójimo.

Relación entre los tres evangelios sinópticos: Hay muchos pasajes comunes entre sí y otros propios de cada evangelio.

El Evangelio de JUAN, es el último, en los años 90, falsamente atribuido al “discípulo amado” (aunque Cesar Vidal afirma que sí), el único de los 12 que se sabe que no estuviera casado, que no se sabe quién es el autor y que es distinto a los sinópticos. “En el principio era la Palabra”. También se lo llama el “evangelio espiritual” y es el menos histórico de todos. Influencias de la secta de los gnósticos.
Pudo ser escrito por el mismo que escribió el Apocalipsis.

En todos ellos hay un substrato de la tradición oral, que iría pasando de padres a hijos, antes de ser puesta por escrito.
Pero es imposible verificar los hechos y dichos atribuidos a Jesús.

Ya hemos dicho que ni son biografías ni textos históricos, sino textos literarios que reflejan la fe de los primeros cristianos.

Igualmente nada de histórico tienen los otros textos del Nuevo Testamento, cuya función es reflejar la fe misionera de los primeros discípulos y las polémicas que empezaban a surgir entre las primeras comunidades cristianas al tener que presentar su nueva fe a los nuevos pueblos fuera de Israel y del judaísmo.

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