EL GINECÓLOGO.
Es el mejor amigo de la
mujer.
Le pregunto a la RAE por “ginecología” y me
dice que es: “Parte de la medicina que trata de las enfermedades propias de la mujer”.
Y, sencillamente, no es
verdad.
El ginecólogo es el único
especialista que “sólo” ve a mujeres, pero no sólo a las enfermas, también a
las sanas. Ve a personas del sexo femenino, enfermas o sanas.
¿Acaso son enfermedades el
embarazo y su control, la menstruación, la menopausia,…?
Lo que sí es cierto es que,
durante casi toda la historia, la ginecología era practicada sólo, o casi sólo,
por varones, por lo que el machismo contaminaba el trato con las mujeres.
Así que la “ginecología” era,
en realidad, “ginecopatía”.
Para los primeros ginecólogos
“Propter solum uterum, mulier est id
quod est” (“la mujer es lo que es sólo por el útero”)
El “Informe Kinsey”, sobre la
conducta sexual de la mujer, de 1.953 no irrumpe en España hasta, al menos,
1970.
Y es porque en España no
estaba ocurriendo lo que sí ocurría en la sociedad norteamericana: la
emancipación sexual y económica progresiva de la mujer, la influencia de la
teoría y descubrimientos de Freud, y la exposición de los jóvenes a otras
culturas diferentes en el intermedio de las dos guerras mundiales.
En España nada de eso ocurría
y la Iglesia ,
como guardiana de la fe, de la moral y de las costumbres, en consonancia y
connivencia con los poderes del Estado franquista, se encargaba de tener la
cuerda sujeta y atada en corto.
En España teníamos a López
Ibor (no me digáis que no habéis leído alguna de sus obras, como “El Libro de la
Vida Sexual ”) y dogmatizaba: “Kinsey vino a
demostrar que el comportamiento del hombre y de la mujer norteamericanos se
hallaban más cerca de la “perversión”
que de la “normalidad”, donde se
muestra la propia ideología del Psiquiatra español.
La mujer en la casa y en la
cocina, con “sus labores”, sus hijos, en su recinto interior, con el paseo de
los domingos tras la misa de 12, y del brazo de su marido, sin autonomía
económica, sin poder trabajar fuera sin permiso expreso de su marido, sin poder
abrir una Cuenta Corriente, sin… sin…
Siempre heterónoma.
¡Qué bien lo había
manifestado la malagueña Victoria Kent (frente a Clara Campoamor) oponiéndose
al voto femenino mientras estuviera tutelada y sometida al cura, al patrón y al
marido¡
¿Qué podía votar, libremente,
la mujer frente a esos tres poderes?
El cura la condenaba, el
patrón la despedía, el marido la maltrataba si no votaba lo que ellos lo
imponían.
Ahora mismo, tú escribes
“Dexeus” y, automáticamente, lo asocias con una clínica barcelonesa especializada
en el tratamiento de la fertilidad y de la reproducción asistida.
Y es que, sobre todo en
España, la Ginecología
ha sido como un nepotismo, porque abuelos, padres, hijos y nietos han seguido
la tradición de ser todos ellos ginecólogos.
En España, de entre todos los
ginecólogos, sólo una “rara avis”, José M. Dexeus, ya en 1.968, publica una
obra titulada “Frigidez femenina”, en el que escribe sobre temas considerados
escabrosos y tabúes, como la existencia del orgasmo clitorídeo, el coito hasta
un mes antes del parto, las relaciones sexuales después de la
menopausia,…(aunque, a pesar de todo, deja entrever una relativa ideología
conservadora: “la juventud tiende actualmente, a un ejercicio prematuro de la
heterosexualidad. Derriban los tabúes y con ellos arrastran muchos valores
positivos de la moral sexual, porque la entrega corporal sin un positivo
entronque afectivo, cubriendo las etapas tradicionales que separan el primer
encuentro del altar y la noche de bodas, exponen a una vivencia de la entrega
sexual como una sensación emocionante, pero en la que pueden faltar toda la
ternura y el compromiso que debe acompañarla”.
Es decir, los términos
“esposo-esposa”, “cónyuge” (en vez de “varón” y “mujer”) se dan por supuesto y
por supuesto se da el casamiento previo en las relaciones sexuales.
Y ya en 1.968.
Los ginecólogos, en su
opinión sobre la mujer, están en consonancia con la estructura socio-política
de la España
franquista.
¡Cuánto hemos cambiado y qué
rápido hemos ido¡
Si nuestros ginecólogos del
franquismo entrasen, ahora mismo, en la consulta de ginecología de un Centro de
Salud cualquiera…se morirían de un infarto.