Esta política tomó su forma más
radical en 1936 cuando los líderes de las SS crearon el programa “Fuente de
Vida”, dirigido por el gobierno.
Como extensión de la “Orden sobre
el Matrimonio de las SS de 1932-1933” ,
una ordenanza de 1936 prescribía que, absolutamente, cada miembro de las SS
debía dar ejemplo y tener al menos cuatro hijos, dentro o fuera del matrimonio.
Los hogares de dicho programa
ofrecían refugio a los descendientes ilegítimos y a sus madres, les proveían
con todos los documentos y seguridades así como les ofrecían apoyo económico.
También se ocupaban de reclutar
padres adoptivos para los niños que no pudiesen vivir con sus padres biológicos
por cualquier razón.
La política poblacional Nazi,
sin embargo, se concentró más en la familia y el matrimonio.
El
estado instaba al matrimonio a través de los préstamos, suplementos en la paga
para los padres con el nacimiento de cada hijo, el reconocimiento público y
honroso de ser una familia «rica en hijos», e incluso se creó una condecoración
para las mujeres que diesen a luz a cuatro o más hijos, La Cruz de la Maternidad.
Ésta se entregaba el 12 de Agosto por ser la fecha del cumpleaños
de la madre de Hitler.
La cruz “dorada” de la
maternidad se entregaba con honores a las mujeres que hubiesen «producido» una
descendencia de 8 hijos, la cruz “de plata” para aquellas que hubiesen tenido 6
y la “de bronce”, para las madres de cuatro hijos.
Por otro lado, el aborto estaba
penalizado cada vez más duramente para las mujeres alemanas consideradas de
raza aria.
Si ésta llevaba en su vientre
el producto de una relación mixta, sin embargo, sí se practicaba el aborto, a
la par que se castigaba a los responsables de tal deshonrosa unión.
La nueva Alemania, al crecer y
desarrollarse, necesitaría cada vez más soldados y madres, en opinión de
Hitler. Por lo tanto, una población en auge era necesaria, con chicos
preparados para convertirse en soldados amantes de su país y chicas deseosas de
convertirse en madres jóvenes.
Hitler necesitaba que la
población alemana ocupase los territorios de Europa oriental.
Esta actitud de estimular
deliberadamente el crecimiento de la población de las naciones estaba bien
considerada en Europa Occidental en estos momentos también, no solo en
Alemania.
Era una idea popular la de que
una nación muy poblada era una nación grande y poderosa.
Francia, particularmente, temía
que su población estuviese reduciéndose muy rápidamente y empezó a poner
impedimentos y prohibiciones en abortos y anticonceptivos.
“La Unión de Mujeres Nacional
Socialistas” y “La Agencia
de Mujeres Alemanas” usaban la propaganda para incitar a las mujeres a
concentrarse en el papel de esposas y madres.
Además de aumentar la población
el régimen también buscaba conseguir la pureza racial a través de la mejora de
la especie.
No solo se prohibían los
matrimonios o uniones mixtas de todo tipo, también se evitaba que aquellos con
discapacidades y ciertas enfermedades se casasen o tuviesen descendencia en
absoluto.
Las mujeres eran entrenadas
para reconocer quién podía o no ser un compañero apropiado y acorde con la raza
sin problemas de salud que debilitasen a su descendencia.
Para asegurarse de que todas
las chicas aprendiesen los valores y habilidades necesarias, así como el
entrenamiento ideológico, ser miembro de “La Liga Nazi de Mujeres
Alemanas” era obligatoria.
De todos modos, el rearme
seguido del estallido de la guerra acabó obligando a los nazis a abandonar la
publicidad del ideal doméstico femenino.
Al principio no se esperaba que
las mujeres trabajasen fuera del hogar en la Alemania Nazi. Al
fin y al cabo el puesto de ama de casa, de hecho, ya se había reconocido como
profesión como tal y no había labor más importante que realizar en el mundo que
la de ser madre.
Durante la República de Weimar hubo
un número aproximado de 100.000 profesoras y maestras, 3000 doctoras y unas
13000 músicas.
En el transcurso de unos meses,
desde la llegada al poder de Hitler, muchas doctoras y funcionarias fueron
despedidas.
A éstas les siguieron las
docentes y las abogadas.
Al comienzo de la II Guerra Mundial la
cantidad de mujeres que realizaban un empleo a tiempo completo era ridícula.
Como amas de casa y madres las
vidas de las mujeres podían ser controladas.
La mujer nazi ideal no debería
llevar ni maquillaje ni pantalones.
Teñirse el pelo o usar una
permanente era censurado gravemente.
Los zapatos de tacón eran
demasiado sexualizantes.
La delgadez tampoco estaba bien
vista, puesto que se consideraba que podía causar problemas en el embarazo.
Lo mismo ocurría con el consumo
de tabaco.
Sin embargo, la necesidad hizo
que se abriesen brechas en el férreo plan de estilo de vida femenino cuando se
establece un año de servicio obligatorio para todas las mujeres en 1937.
Las mujeres podían trabajar
«patrióticamente» en una fábrica para ayudar al milagro económico nazi.
El préstamo a los matrimonios
fue abolido ese año también.
La necesidad de mano de obra
obligó al estado a integrar a las mujeres en la fuerza de trabajo e incluso en
el cuerpo militar (el número de auxiliares femeninos en las fuerzas armadas
alemanas llegó a acercarse a 500.000 en 1945).
Por otro lado, en la Alemania nazi no se
consideraba un problema social que una mujer soltera tuviese hijos.
De hecho, se favorecía.
El estado construyó edificios a
los que las mujeres solteras que pasasen una selección podían acudir para
quedarse encinta de un agente de las SS racialmente puro.
Estas mujeres recibían ayudas
para hacer cómoda su condición de madres solteras. Eran publicitadas por el
gobierno y visibles para la población.
Una cancioncilla popular en la
época rezaba:
Agarra bien el hervidor, la
escoba y la sartén.
De ese modo seguro encontrarás
un hombre.
Deja la tienda y la oficina,
Tu verdadera labor está en
casa.