El
poder masculino era celebrado como fuerza impulsora del ideario nazi.
El partido nazi celebraba los
valores de la fuerza, la juventud, la virilidad, la violencia y la defensa de
la patria.
Su extremo patriotismo tuvo
consecuencias bastante dispares, algunas de las cuales pueden parecer bastante
progresistas a los ojos de hoy: la preservación de los recursos naturales, la
protección de la diversidad natural, la defensa y protección de la naturaleza,
etc. Se convierten en los primeros ecologistas.
Del mismo
modo, en lo que respecta a la mujer, recibe una posición a la par poderosa y
sumisa.
Las
mujeres eran presentadas con una identidad femenina de «portadoras de la
cultura de la nueva generación».
El modelo nazi era encarnado
por Magda Goebbels, la mujer del ministro de Propaganda y madre de seis hijos.
Las mujeres nazis veían la
maternidad proclamada como su más alto deber, y por primera vez, el rol de ama
de casa fue reconocido como una profesión.
Aparentemente puede parecer que
haya algunos avances respecto a la situación anterior, ya que las mujeres
podían también en el seno del partido alcanzar ciertas posiciones de poder y
podían participar en la vida pública, pero su lugar debía estar siempre por
detrás del hombre.
Las mujeres conformaban la espina
dorsal del Tercer Reich al conformar el ideal Nazi y ser responsables de dar a
luz y criar a las nuevas generaciones de la raza aria.
Las mujeres debían aprender
todo lo que había que saber sobre tareas del hogar, cuidado de los niños, la
enseñanza de los valores del partido, etc. Así como debían estudiar higiene,
alimentación para una vida saludable, deporte, eugenesia, y el funcionamiento
del cuerpo femenino.
La “Escuela para las
«novias» del Reich” se ocupaba de formar a las jóvenes en el modelo
femenino nazi.
Las llevaban de campamento,
viajaban para conocer la grandiosa nación alemana, se les enseñaba historia,
ideología nazi y se celebraba un modo de vida saludable.
A menudo se instaba la relación
con los varones, aunque no con cualquier varón.
Desde una edad muy temprana las
niñas aprendían que las buenas alemanas se casaban jóvenes con un buen alemán y
que el deber de la mujer era el de mantener un hogar decente y correcto y criar
tantos niños sanos arios como fuese posible.
Las mujeres jugaban un papel
vital en el plan de Adolf Hitler de crear una comunidad ideal en la nación
alemana...
Hitler creía en una población
más numerosa y racialmente pura que reforzaría a la larga el poder militar
alemán y proveería además de colonos para ocupar el territorio conquistado en
Europa oriental.
La
agresiva política poblacional del Tercer Reich animaba a las mujeres
«racialmente puras» a tener tantos hijos «arios» como fuese posible.
Los matrimonios mixtos con
otros colectivos no arios considerados de una raza inferior no estaban
permitidos y podían ser castigados con penas de prisión y multas.
En consecuencia, las mujeres
estaban a cargo de un trabajo vital, dar a luz a alemanes puros, extender sus
buenos genes puros y educar a sus hijos desde su más tierna edad acorde con los
ideales nacional-socialistas.
Para estimular el incremento
poblacional, una de las primeras leyes aprobadas por Hitler una vez alcanzado el
poder en 1933 fue
la “Ley para el estímulo del matrimonio”, aprobada
el 5 de julio de 1933.
Esta ley establecía que todas
las nuevas parejas casadas podrían recibir un préstamo de 1000 marcos, lo que
representaba alrededor de unas 9 veces el salario medio de la época.
800.000 nuevos matrimonios se
acogieron a esta oferta.
Este préstamo, además, no se
devolvía simplemente.
El nacimiento del primer hijo
suponía una reducción del 25% de la cantidad a devolver, dos hijos suponían el
50%. Si la pareja daba a luz a cuatro hijos el préstamo no debía devolverse en
absoluto.
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