martes, 29 de julio de 2014

8.- 37 DIOS HA MUERTO.

        "Dios ha muerto" significa tantas cosas….

- Significa que tenemos que ser conscientes de que los grandes Relatos que nos han contado son eso, cuentos y sólo cuentos, y que no se ajustan en nada a la realidad, que hemos tomado, como realidades, ficciones, invenciones interesadas.

- Significa que la Seguridad se ha esfumado y que tenemos que vivir a la intemperie y que debemos construir marquesinas provisionales en las que cobijarnos y resguardarnos de las inclemencias del tiempo, de las inclemencias de la vida.

-"Dios ha muerto" significa que la tabla salvación, en que siempre habíamos creído, no existe. Qué sólo hay por ahí, flotando y a la deriva, troncos a los que nos tendremos que agarrar y nos agarramos, para no hundirnos, pero de los que no sabemos si nos conducirán al abismo o a alguna tierra más o menos firme, o a una isla que tan sólo existe en nuestra imaginación.

- "Dios ha muerto" significa que la certeza no existe, que tenemos que conformarnos y convivir con tanteos científicos y probabilidades éticas. Con acercamientos, aproximaciones, convencidos de que nunca daremos en la diana, porque no hay diana.

- Que los valores absolutos se nos han derretido en las manos y que sólo podemos proclamar valores relativos. Relativos a las culturas, a los tiempos, a las edades. Se nos ha mostrado que la Teoría de la Relatividad también se nos ha colado en nuestras vidas y se nos ha instalado en nuestro corazón.

- "Dios ha muerto" significa que el paraíso no es un lugar externo, allá arriba, al que ir, sino que el paraíso es un lugar interno en el que estar. Que el paraíso no se localiza más allá de esta vida y más allá de nuestro tiempo de vida. Que el paraíso es lo que tenemos que construir entre todos, en esta vida y mientras vivimos.

- "Dios ha muerto" significa que la tradición no es verdad por ser tradición. Que el error es error aunque lleve dos mil años disfrazado de verdad. Que la verdad no se alimenta de tiempo, sino de vida.

- "Dios ha muerto" significa que tenemos que desenmascarar a los taxidermistas y embalsamadores que nos han hecho creer durante tantos siglos que los cadáveres eran seres vivientes, que teníamos que morir para resucitar, que teníamos que desvivirnos para vivir, que teníamos que hipotecar nuestra pequeña y acogedora vivienda en la tierra por acciones de capital especulativo en un supuesto cielo.

-"Dios ha muerto" significa que el pecado más gordo que podemos cometer en esta vida es dejarla escapar viva. Que hay que usarla hasta agotarla.

-Significa que los valores hasta ahora considerados sagrados se nos han vuelto "humanos, demasiado humanos" como dice este "filósofo de la sospecha". Que el hombre es la medida de todas las cosas. Que el mejor teocentrismo es un antropocentrismo. Que lo divino es el hombre.

-"Dios ha muerto" significa que lo que hasta hoy habían sido sólo faros de orientación, muchos de ellos son sólo trampas de piratas, que lo que intentan es que nos acerquemos a la costa para robarnos, no nuestra cartera, sino nuestro corazón.

-"Dios ha muerto" significa que "el hombre", "la humanidad", son sólo palabras abstractas, y que lo que realmente existe son las personas concretas.

-Que los hombres crean dioses a su imagen y semejanza y que, una vez creados, creen en ellos, imaginan vida real donde sólo hay vida mental, olvidándose de que creer en sus propias creaciones es olvidarse y menospreciarse como creadores.

-"Dios ha muerto" significa que tenemos que apechugar con lo que tenemos en el más acá y no con lo que imaginamos que tendremos en el más allá. Refugiarse en lo ficticio es propio de los resentidos y de los disconformes con el presente.

-"Dios ha muerto" significa que debes estar de pie y dar la mano a aquellos que tienes a mano; que la mano de Dios son las manos de los hombres.

-Significa que la cruz no debe seguir siendo un signo de triunfo, que el sacrificio no puede ser una meta, que la mortificación no debe ser un ideal, que la muerte no puede ser considerada una victoria.

-"Dios ha muerto" significa que la vida, esta vida, tu vida, reivindica el derecho a ser vivida intensamente, que la vida es un juego en el que siempre se gana al jugar, y mientras se juega. Que hay que jugarse la vida jugando porque tú eres el único jugador de tu vida, que siempre ganarás si juegas sin querer hacerte trampas a ti mismo. Uno no puede/no debe entramparse consigo mismo. ¿Habrá algo más absurdo? Es como ser el único atleta que compite y llegar el segundo.

-"Dios ha muerto" significa que debemos dejar de considerar la vida como un "medio para" y empezar a tomarla como una diversión, tomarla en serio, tomarla a risa, vivirla, jugar con ella y en ella. Ser como niños. ¿Qué es lo que quiere un niño?, jugar. "Y si no os hacéis como niños…." Que dijo el Maestro.

-Significa que debemos considerar la vida como una noria, gozando al subir y al bajar y mientras estamos en ella, al estar arriba y al estar abajo, disfrutando de estar y mientras se está, sin estar todo el tiempo preguntándote quién te habrá pagado el viaje. La vida es gratis y gratuita.

-"Dios ha muerto" significa que es preferible ser rey de tu hogar, que súbdito de palacio.

-Significa que hay que cambiar las bienaventuranzas y los pecados capitales.

"Dios ha muerto" significa que tenemos que cambiar de mentalidad y transformarnos en la práctica.

       

                "DIOS HA MUERTO" – significa tantas cosas….


 

lunes, 28 de julio de 2014

8.- 36 DIOS Y EL CÉSAR


La Religión y la Política.
Dios y el César.
Los máximos representantes personales de lo religioso y de lo profano.
Cada uno de ellos exigirá, bien a sus fieles creyentes bien a sus ciudadanos/súbditos/esclavos, obediencia y sumisión así como reconocimiento y aportación económica para la administración, bien de los sagrado (la Iglesia) bien de los profano (los servicios públicos).
Uno impondrá sus órdenes bajo amenaza de castigo eterno, tras la muerte, el otro en esta vida con la pena capital, la privación de libertad o la confiscación de propiedades.

Cuando a Jesús, para algunos el Cristo (Dios), le lanzan la pregunta envenenada de si hay que pagarle el tributo al César (los que preguntan no lo hacen si hay que pagar tributos al Templo)…
“Envenenado” porque, respondiera lo que respondiera, afirmativa o negativamente, iba contra Él.
Si hubiera dicho que NO se le habría echado encima el poder político y si dice que SÍ se le habría echado encima el Sanedrín intentando hacerles ver a sus seguidores que no es Dios al someterse al César.
La respuesta es antológica: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, saliéndose por los cerros de Úbeda y no respondiendo a la pregunta envenenada lanzada, no diciendo ni Sí ni No.
Y comprendo el orden de la respuesta, más segura que la contraria.

Lo normal es que el Estado/César lleve su camino y la Religión/Iglesia el suyo.
Pero la oposición es mala y/o peligrosa para ambos, así que  la norma ha sido: “vamos a llevarnos bien”, que es lo mejor para los dos. Tú me apoyas y yo te apoyo.

De mis tiempos de monaguillo, en los años 50, recuerdo la misa, en latín y de espaldas al pueblo, la súplica diaria de aquellos sacerdotes era: “Pro duce nostro Francisco” (Franco) y Francisco (Franco), a su vez, además de entrar en la iglesia bajo palio, devolvía privilegios varios y eximía de obligaciones que tenía el pueblo llano (el servicio militar, no poder ser juzgado por un tribunal civil, sino eclesiástico, entre ellos, estar presente (curas castrenses) en el ejército, formar para de la Cortes, exención de tributos, ayudas económicas,…

Así, la Autoridad civil, con la fuerza pública, controlaba y castigaba la conducta exterior de los súbditos y, mientras, la Iglesia controlaba las conciencias, desde la catequesis infantil, cuando más y mejor se gravan las enseñanzas, de manera que la mala acción, por lo general, era delito a la par que pecado, peligro de muerte o de cárcel o peligro de castigo eterno.

Cuando “se llevan bien”, por lo general, una religión se convierte en Religión Oficial del Estado, es decir, el subsistema religioso forma parte fundamental del sistema general del Estado, porque la religión se convierte en “un” vínculo (si no “el” vínculo) principal de la sociedad.

Es, entonces, cuando la práctica pública de la religión se constituye en un deber de ciudadanía.
A esta imbricación se la denomina “religión política” o “religión civil”.

El día 18 de Julio fue, hasta mis treinta y tantos años un día festivo total, en el que se multaba por trabajar en las labores del campo, al ser fiesta civil y religiosa.
La mejor ilustración histórica de Religión Civil es, sin duda, la romana.
Ningún estado ha sido tan piadoso, tan religioso como el romano, aunque, también, existía un culto privado, doméstico, pero fue, sobre todo, Religión del Estado, asunto público.
Cuando los emperadores romanos asumían, prácticamente, todos los poderes, antes dispersos en distintas magistraturas de la República, obtendrán también las funciones de “sumos pontífices” de la religión imperial romana.
Literalmente, “pontí-fice” (pontus facere) es el constructor, el que hace/ordena hacer los puentes entre una orilla y otra de un río.
(Cuando, tiempo después, sea el Papa el “sumo pontífice” el puente será entre la tierra y el cielo)

Incluso el propio Augusto y algunos de sus sucesores, después de su muerte, serán elevados al rango de dioses (hoy son canonizados, como ayer mismo, los fallecidos Juan XXIII y Juan Pablo II, santos, intercesores, intermediarios), siendo objetos de un culto oficial que era, al menos en sus inicios, sinceramente religioso.

El romano Terencio Varrón distingue entre Teología Mística (mitos e historia de dioses), apta para el teatro y la poesía, Teología Racional (la de los filósofos) y una Teología Política o de los dioses del Estado.

¿Qué de extrañar que, en los primeros siglos, la profesión de fe cristiana fuera contemplada como delito público en el contexto de la religión oficial romana y padeciera persecuciones por parte de ciertos emperadores?
Pero, posteriormente, con y tras Constantino y el Edicto de Milán y con Teodosio y Justiniano, el cristianismo vendría a substituir a la religión romana en el papel de Religión del Estado, y así seguiría durante muchos siglos y siendo perseguidores de…. ellos que habían sido perseguidos por…

En España, incluso, con el Nacional-Catolicismo, y desde el mismo año 1.936, bendiciendo a los ejércitos golpistas el Cardenal Segura, y dándole al golpe de estado contra el régimen republicano votado por el pueblo, con el nombre de “Cruzada” (rememorando tiempos medievales y contra los musulmanes).
Y así, hasta el 1.976, y ¡ay de aquel al que, públicamente, se manifestase en contra!

Otro ejemplo de Religión del Estado es Japón y el shintoísmo, originariamente practicado por la casa imperial japonesa y que, posteriormente, sería arrinconado por el budismo y el confucionismo, importados de China a partir del siglo VI.
En el siglo XVIII, un grupo de intelectuales japoneses se propuso un renacimiento nacionalista cultural y religioso, que significaban la emancipación respecto a la tutela e influjo de la cultura china.
Como parte de la recuperación de la identidad japonesa propugnan el retorno del shintoísmo primitivo, que se produce con la revolución de 1.868 y, de nuevo, los emperadores japoneses, que durante 250 años habían abdicado de sus responsabilidades de gobierno en los regentes o shoguns, que la ejercerían tres familias desde el siglo XII hasta el XIX, el “shogunado”.
Con la restauración del poder imperial, el shintoismo pasó a ser la religión oficial de Japón y la práctica de su culto fue un deber patriótico, por lo que las otras religiones fueron perseguidas.
Tras la segunda guerra mundial se restablecería la libertad de cultos.
En las exequias del primer nuevo emperador, etapa Meijí (en que el Japón se moderniza), en 1.912, uno de sus generales se suicidó ritualmente junto con su mujer, en un harakiri que, en pleno siglo XX, reanudaba la vieja costumbre shintoísta de que el emperador fuera a la tumba acompañado de sus inmediatos familiares y sirvientes.
El harakiri consiste en un suicidio ritual japonés por motivos de honor o duelo y que consta de dos partes: el suicidio mediante una incisión de espada en el vientre y la decapitación del suicida.


(P.D. Como, en otro lugar, hemos expuesto, las guerras de religión no fueron, precisamente, sólo ni sobre todo, por motivos religiosos).

domingo, 27 de julio de 2014

8.- 35 IDEAS Y CREENCIAS


No es tan fácil como se cree luchar contra un mito y, menos, acabar con él.
Al mito no puede matársele sustituyéndolo por otro, tendríamos, ya, dos mitos presentes.
Los mitos sólo mueren, desaparecen, cuando se gastan, de ya no hacer falta usarlos y/o de haberlos usado tanto y haberlos desgastado.
Porque un mito no es una “idea”, que pueda ser falsada o verificada, el mito es una “creencia”, y no necesariamente con matiz religioso.
¿”Creemos” tantas cosas, que no “sabemos”? Creemos que la tierra es redonda, porque somos (casi todos) incapaces de verificarlo. Creemos que existe Alaska, y nunca la hemos visto. Creemos que nuestro padre era, realmente, nuestro padre, sin poder demostrarlo. Creemos que las estrellas que vemos están a no sé cuántos millones de años luz.  Creemos…. Creemos…. Creemos a los biólogos, a los genetistas, a los astrónomos, a los físicos y a los químicos,…. Somos, más que una fuente de saberes, un almacén de creencias.

Decía Ortega que “las ideas se tienen, en las creencias se está”. Por eso no es difícil cambiar de ideas, pero no es tan fácil cambiar de creencias, porque se te va el suelo donde pisas, en el que estás.

Solemos adjetivar las creencias con el “religiosas” pero vivimos en un mundo de creencias humanas, tanto científicas, como filosóficas, como vitales.

Así como las ideas son pensamientos explícitos, las creencias no se formulan expresamente, ellas operan desde el fondo de nuestra mente, las damos por supuestas, contamos con ellas.

Interpretando un dicho religioso, “en las creencias vivimos, nos movemos y somos”.

Cuando caminamos por la calle o subimos o bajamos de la acera actuamos “creyendo” que el suelo es rígido y no va a hundirse cuando pongamos el pie en él, “creemos” que podremos caminar normalmente y “creemos” que la escalera que me conduce al piso de arriba, en mi pareado, sigue allí, aún cuando yo no la vea ahora.
Contamos con ello.

Las creencias se instalan en nuestra mente por herencia cultural, por la presión de la tradición, por las circunstancias que nos han envuelto y en las que nos hemos desarrollado.

Las creencias no pueden eliminarse con argumentos.

¿Cómo es que, durante el año, se suceden las estaciones, siempre igual, en el mismo orden y con los mismos fenómenos, el sol, las flores, los frutos, la vida,…. O el frío, la nieve, las nubes,…? Pero la naturaleza “no sabe” actuar, sin embargo, actúa. ¿Por qué? ¿Y por qué siempre igual?.

Cuando nada se sabía sobre rotación y traslación y de la inclinación del eje de la tierra, había que darle respuestas a las preguntas de los porqués. Y llega el mito, los mitos, que son respuestas fantasiosas que acallan la urgente necesidad de responder.
Perséfone, hija de Zeus y de Deméter, es raptada por Hades. Llegan a casarse y a habitar en el reino de la oscuridad.
Zeus interviene y logra un acuerdo con Hades, pero éste le ha dado a tomar, a Perséfone, seis semillas de una granada, por lo que Perséfone quedaría condenada a permanecer…

Ya tengo respuestas. Ya he calmado mi inquietud. He saciado mi sed de respuestas. Ya puedo dedicar toda mi energía a vivir o sobrevivir.

El hombre necesita saber de este mundo para poder situarse, para orientarse en él, para acomodarlo y someterlo a sus necesidades.
De la antigua “adaptación al medio”, en la evolución natural, se ha pasado a la moderna” adaptación del medio” al hombre, gracias a la evolución cultural. Nos da igual que haga frío o calor, lo adaptamos a nosotros.

No se puede vivir sin interpretaciones del mundo, pero si lo interpretas mal no sólo no te sirve, es que puedes salir muy perjudicado.

Ideas son los pensamientos que tenemos sobre el mundo. Son el resultado de nuestro pensar el mundo, tanto si son pensamientos vulgares, como si son científicos.
Los pensamientos son ideas, y las ideas las tenemos.
Pero también son pensamientos las creencias, aunque son de otro tipo distinto.

Que un pensamiento sea idea o creencia depende del papel que tenga en la vida del sujeto, depende del arraigo que tienen en la mente.
El mismo pensamiento puede ser idea o creencia.

No hay que limitar las creencias a la esfera de la religión.
Hay creencias religiosas, pero también las hay no religiosas.
Ocurre, (como he indicado más arriba) que las ideas se formulan expresamente, son pensamientos explícitos.
Las creencias, en cambio, actúan en la sombra, desde el fondo mismo de nuestra mente. Las damos por supuestas, contamos con ellas, las damos por descontado.
Contamos con la transparencia del cristal y contamos que si voy a asomarme a la ventana veré, a su través, el bloque de enfrente, como siempre. Contamos con ello.
Contamos con las creencias tanto cuando pensamos como cuando actuamos.
Ni todo pensamiento es consciente, ni toda nuestra conducta lo es. Debajo o delante están las creencias.
No somos conscientes de nuestras creencias, pero las tenemos, y actúan en nosotros.

Como antes hemos afirmado, con Ortega, “en las creencias vivimos, nos movemos y somos”.
Normalmente no llegamos a ellas como consecuencia de una actividad intelectual, racional.
Se instalan en nuestra mente como se instalan ciertas costumbres, ciertos comportamientos, por “herencia cultural”, por la “presión de la tradición”, por “las circunstancias” de haber vivido así y no de otra manera, en este lugar y no en otro, en este tiempo y no en otro, en esta cultura y no en otra,….

Las creencias son las ideas que están en el ambiente, que pertenecen a la época, a la generación que nos ha tocado vivir.
Contra las creencias nada pueden los argumentos, sólo se eliminan con otras creencias, que vienen a ocupar el lugar dejado por las anteriores.

Identificamos la realidad con lo que nos ofrecen nuestras creencias.
La nuda/desnuda realidad siempre nos es ajena, porque a ella vamos, siempre, vestidos. Los “noumenos” siempre están más allá de nosotros, nos son incognoscibles, sólo conocemos “fenómenos” – Kant dixit –
Igualmente, no vemos hechos puros, sino interpretados por nosotros, que como somos así, los interpretamos así, si fuéramos de otra manera…
Estas nuestras interpretaciones de los hechos, de la realidad, son las ideas que nos hemos ido fabricando, pero poniendo nosotros, en el producto final, un sumando.
Lo que llamamos “realidad” es la “realidad interpretada con el bagaje que llevamos a cuestas”, es la suma de dos sumandos, uno objetivo, que nos viene de fuera, y el otro subjetivo, que aportamos nosotros.

Esta misma realidad interpretada por otro hombre, en otro tiempo, en otra cultura,… sería distinta.
Esta misma realidad, interpretada por un elefante o por un microbio, es distinta a la nuestra.

La idea, arraigada, es la creencia.
Cuando decimos “yo creo que…” en realidad estamos diciendo “yo sé y digo que…”.
Lo que para nosotros es “real” y es así, depende de nuestras creencias.

El mismo objeto, la tierra, es distinta para un astrónomo, científico, que para un agricultor presocrático, mientras uno ve un planeta, el otro ve a la diosa madre fecunda.
Una persona sedienta, un hortelano, un ecologista, un meteorólogo,…. “mirando” la misma agua, “ven” cosas distintas.
Cada cual se acerca a los objetos desde lo que cada uno es y tiene.


Estamos asentados sobre las creencias y, además, tenemos ideas.

jueves, 24 de julio de 2014

8.- 34 EL “SENTIDO” DE LA “VIDA”


¿Es que tiene/debe tener “sentido” la “vida”? ¿Cuál es/debe ser su “sentido”?.
Y tenemos, para dicha pregunta, respuestas preparadas. Respuestas religiosas, respuestas morales, respuestas políticas,…
Aunque hay quienes se cuestionan si la pregunta misma es pertinente porque ¿acaso no es la vida un sinsentido, un contrasentido, puesto que acaba, indefectiblemente, con la muerte?
¿Es la muerte el sentido de la vida  puesto que cada momento que pasa está acercándose más a desaparecer como vida?
¿Habrá, pues, que vivir cara a la muerte (el hombre como “ser para la muerte”, de Heidegger) o más bien como Epicuro “¿por qué ocuparse y preocuparse por la muerte si mientras yo estoy ella no está conmigo y cuando ella esté yo ya no estoy, porque ella y yo somos incompatibles?”)

También hay, para dicha pregunta, respuestas filosóficas, muchas, tantas como filosofías y al ser éstas tantas, tan variadas y tan distintas…

¿Qué es esa cosa llamada “sentido”?

Porque “sentido” nada tiene que ver con los sentidos externos (sentido de la vista, sentido del olfato,..) ni con los sentidos internos (sentido de la imaginación, sentido de la memoria,..).
Ni nada que ver con el “sentido común” (aunque se diga que muchas veces es el menos común de los sentidos).

¿Y cuando preguntamos por el “sentido de un texto”?.
Lanzamos al aire, y al azar, un conjunto de letras y, al caer, del resultado solemos decir que “no tiene sentido”, que nada dice, que carece de significado (como “rtraause” no tiene sentido, aunque sí lo tiene “restaura”)

¿Y cuál es “el sentido de una acción”?. ¿Por qué ha hecho eso y no aquello o por qué no se ha abstenido de hacerlo?. ¿Cuál es el sentido, el porqué de esa acción, y no sólo de la acción sino, también, la intención, la finalidad del ejecutante de la misma? (lo que hemos visto en otras ocasiones como “finis operis” y “finis operantis”).

¿Y cuál es el “sentido del mimetismo o camuflaje de los camaleones”, variable según el ambiente que lo rodea?
Es “para” no ser percibido, “para” pasar desapercibido y no ser presa del enemigo?

¿Y cuál es “sentido de un vector o de una flecha”?¿cuál es la “dirección” que indica?, ¿a derecha, a izquierda, arriba, abajo?

¿Qué “sentido” tiene llevar en la muñeca un reloj? ¿Cuál es su función?. ¿Para qué sirve?

Y si, como acabamos de ver, el término/concepto “sentido” tiene varias acepciones que, muchas veces, nada tienen que ver unas con otras, ¿qué decir del término/concepto “vida”?.

De inmediato surgen dos acepciones distintas:

a.- “Vida” como vida biológica, fisiológica o vida orgánica (vegetal y animal, que es lo que estudian las Ciencias Biológicas)
Así lo entendió uno de los inventores de la palabra “biología”, Lamarck, que bajo ella englobaba la Botánica y la Zoología como Ciencias de los seres vivientes orgánicos.
La “vida humana” también es orgánica, pero no se reduce a ser sólo orgánica.

b.- “Vida” como vida espiritual, divina, eterna,… y también la vida humana, moral, social, cultural,…
La “vida humana” no es reducible a “vida biológica”, como la “biografía o vida particular de un individuo” no es reducible a la “biología o vida general de una especie”.

Muchas veces les hacía, a mis alumnos, la pregunta: “el pájaro tiene alas PARA volar o vuela PORQUE tiene alas?.

En Aristóteles, tanto la materia muerta como la materia viva, está impregnada de “teleología o finalidad”.
La piedra cae verticalmente PARA llegar a su lugar natural, que es el centro de la tierra como la bellota se desarrolla/se desenrolla para llegar a su lugar natural, que es ser encina.
Tanto la Física como la Biología Aristotélicas son finalistas, teleológica, tienden a.. (Su teoría de los “lugares naturales”)

En los seres vivos, que nacen, crecen, se alimentan, se reproducen,… “se desarrollan o se desenrollan”.
El desarrollo no es sino el proceso de la finalidad hasta conseguir desenrollarse y llegar  ser en acto lo que, hasta ese momento, sólo se era en potencia (su teoría del movimiento o cambio como “paso de la potencia de ser al acto de ser”
La bellota es “encina en potencia” y sólo será “encina en acto” al final del desarrollo, cuando llegue a su fin.
Una bellota “absoluta”, ab-suelta, suelta de la relación a la encina, como el huevo en relación a la gallina, son “sin-sentidos”
Como “sin-sentido” es que una higuera dé melones y “sentido” es que dé higos.

El “para” de la caída en vertical de los cuerpos pesados, de Aristóteles, será sustituido, ya en la Edad Moderna, por el “porque” de Galileo.
“El lugar natural” deja paso a la “gravedad” en el mundo material.

El “sentido” de realizar un ejercicio gimnástico, y no otro, dice referencia al fin al que va dirigido, el saltador de altura y el lanzador de martillo deberán entrenar de manera distinta. Lo contrario sería un “sin-sentido”.
¿Cuál es el “sentido” de la cooperación en equipo, de fútbol o de baloncesto, por ejemplo?

¿Cuál es el “sentido” de saludarse dándose la mano o descubriéndose la cabeza o poniéndose un velo?
¿Qué “sentido” tiene rezar y/o sacrificarse?

Los comportamientos “humanos” (no me refiero, ahora, a los “del hombre”, como la respiración o la digestión) tienen, normalmente, un “sentido”, una “razón de ser”, un “para qué”, una “finalidad”.

¿No es un “sin-sentido” querer ocultarle a Dios, omnisciente, la mala conducta que uno ha realizado?

¿Es la utopía un “sin-sentido” o tiene “sentido”?

Saber/conocer el sentido de un acto humano muchas veces se oculta, no se manifiesta, ni al mismo que lo realiza cuanto más a los demás, y hará falta una interpretación, una hermenéutica.
Porque ¿cuál es el sentido de un “lapsus linguae”?.

Preguntarse por el “Sentido de la Vida” no es fijarse en el sentido de cada uno de los actos de la cadena vital, sino de la “Vida Global”, como un TODO.
No el “para qué” de un eslabón, sino de la cadena.

Pero es que, además, cuando se habla de Vida puede entenderse como: 1.-  “Vida Privada” de un individuo, como vida individual, o 2.- Como “Vida Social, Grupal o Colectiva” o 3.- Como “Vida de la Humanidad” de todo ser humano en cuanto hombre.

¿Cuál es el “sentido” de “la” vida del hombre, de la especie humana (no de la tuya ni de la mía, no la de mi sociedad), sino de “La Vida como Totalidad”?.

¿Pudiera ser que los eslabones, los segmentos vitales SÍ, tuvieran sentido y NO la tuviera la cadena, la Vida Global, la Vida Humana en cuanto Vida Humana?

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¿SENTIDO INMANENTE O SENTIDO TRASCENDENTE?

EL PROBLEMA RELIGIOSO

Religión -  Religioso – “Ligación” – “Religación”.
Como si el hombre hubiera estado “ligado” ab inicio, se hubiera “desligado” y ahora tuviera que volver a “ligarse”, a “religarse” para que tenga sentido su vida.

¿Sin “religión-religación” no tiene sentido la vida?

Hablamos no del sentido de UN acto humano sino del sentido GLOBAL de la VIDA.
Y no de la “vida privada”, ni siquiera de la “vida social o del grupo”, sino de “la Vida de la Humanidad”.

La “religación-religión” va ligada a la Vida Global, ni a la individual ni a la grupal y dice relación al “sentido”.

¿Es la “vida religiosa-religada” la única vida con sentido y fuera de ella todo es un sin-sentido como lo era la “vida desligada”?

El hombre “absoluto”, totalmente solitario, es imposible, porque, ya, incluso para nacer, necesita de otros, los padres.
Incluso una vez nacido, solitario, no llegaría a la categoría de “humano”.

Igual que hablamos de “hombres inhumanos”, el totalmente solitario, desde el nacimiento, sin contacto con otros hombres, no sería “humano”.
Cada individuo necesita estar ligado a otros hombres para que se socialice y se humanice.

“Todo hombre está religado, al inicio, a los demás hombres”
“No hay “yo” sin “tú” “- es el Principio de Fichte

La “religación” del hombre es necesaria y sólo así tiene “sentido”.

Pero ¿Religación INMANENTE o Religación TRASCENDENTE?

¿Si la vida humana tiene sentido es sólo por la Religación Trascendente, por ser una realidad religada trascendentalmente, en relación a Dios? –esa es la posición de Zubiri.

Pero ¿de que la religión sea religación se infiere que la única religación posible es la religiosa, la del hombre religado a Dios?

Porque hay, al menos CUATRO tipos de “Religación”.

1.- Religación de la vida humana con los contenidos culturales (empezando por el lenguaje) configurados por los hombres que nos han precedido y a lo largo de la historia.
La vida humana sólo lo puede ser si está religada a la cultura.
Los agentes culturales realizan la misma función que los sacerdotes en la religión.

Sin cultura habría “vida biológica” pero no “vida humana”.
¿Cuántas veces habré escrito y repetido que: “Nos Nacen Hombres (nuestros padres), nos Hacen Humanos (los agentes culturales) y nos Hacemos Personas (cada uno, su biografía)”?

¡Cuidado con la sentencia de “primum vivere, deinde philosophare”, porque no se podría vivir sin “philosophia”, sin cultura previa.
Porque el vivir humano supone la cultura, el lenguaje, el conocimiento, el saber,…

Es verdad que sin vida (un muerto) no hay/ni puede haber cultura, pero no es menos cierto que sin cultura la vida no puede ser humana.

2.- Religación a los otros hombres.
Sin ellos ni existiríamos, pero nada más abandonar el claustro materno nos instalan en el claustro social (primero el familiar, luego…).
Sin “ellos” no seríamos “nosotros”.
Son “los otros” los que, culturizándonos, nos hacen humanos.
No sólo estamos religados a la cultura, también a la sociedad, a los demás hombres, comenzando por los padres.

3.- Religación con el cosmos, con el todo que nos rodea, con el medio ambiente. Sin el universo que nos envuelve no viviríamos.
La vida tiene sentido si cuidamos el cosmos que nos facilita vivir, debemos estar ocupados y preocupados por nuestra religación con él, con todos los seres.
Heidegger lo expresa con una sentencia: “el hombre es el pastor del ser”, que podría interpretarse desde esta religación.

4.- Religación con el Ser o los Seres Trascendentes.
Ésta es la propiamente “religación religiosa”.
Es la dimensión trascendental del hombre con Entidades no humanas, pero Personales, a las que se las denomina “númenes”.
A  estos “númenes” se les puede hablar (la oración) y se les puede oír (revelación”).
Se habla con ellos y ellos se comunican con nosotros.

Una religión en la que no haya ni oración (hablar, orar) ni revelación (oír) no es una religión positiva, sino una ficción de religión, como lo era la religión natural de los deístas (el relojero), idea límite de religión (como un lenguaje universal, artificial, perfecto, pero no hablado por nadie no es un lenguaje positivo.

La religación religiosa puede extenderse y ampliarse al poder considerar a Dios como la Humanidad (“lo que no hagáis a cada uno de los hombres no me lo hacéis a Mí”, “amar a Dios es amar a los Hombres”, “Dios se realiza cuando se libera al hombre de todo tipo de esclavitud”, “Dios es la humanidad liberada”…. Es el contenido de la Teología de la Liberación.
Dedicar la vida a Dios es dedicársela a los hombres para sacarlos de la miseria, de la ignorancia,…
Lo divino son los hombres.

También son divinizados los artistas, los creadores de cultura.
Los creadores en el oír (música), en el hablar/decir/escribir (los poetas), en el ver (los pintores y escultores).
El divino Beethoven, el divino Dante, el divino Miguel Ángel.

Igualmente se ha divinizado a la naturaleza, “la madre naturaleza”, considerada como manifestación divina (el panteísmo) y como regalo divino.
La divinización de los astros (nuestros planetas) sobre todo el Sol y la Luna, los grandes dioses y a los que se les ha rendido culto, como dioses, hasta que la Astronomía nos los ha secularizado, como objetos materiales.

Serían “religiones imperfectas”, amando las obras culturales (fetichismo de objetos culturales, una estatua, una sinfonía, una poesía), amando a los hombres como una religión humanista (religión como moral, o ética, o política), amando, respetando y cuidando del cosmos, como lo sublime (panteísmo).

Claro que también han sido adulteradas.
Afirmar que la “religión (producto cultural) es el opio del pueblo”, una droga que el explotador suministra a los explotados a fin de evitar la rebelión engañándolos con esperanzas ultraterrenas.
O considerar la religión como consuelo que el pueblo oprimido se administra con objeto de poder soportar, con un mínimo de dignidad, la explotación,….

Aunque también religaciones religiosas impropias se corresponderían con los tres géneros de vida que nos transmitieron los antiguos:

a.- La “vida placentera”. Vida que sólo tiene sentido cuando está orientada al placer, tanto al placer del cuerpo (hedoné) como al placer del alma (jará), tanto al vino como a las bellas artes.
Es la religación del hombre a los bienes que ellos mismos han creado y que felicitan tanto al cuerpo como al alma.
El sentido de la vida está y se da sólo en el Placer, en el Disfrute.

b.- La “vida virtuosa”, orientada a los hombres, como una religión humana que se manifiesta tanto en el comportamiento ético como en el político.
Está orientada y dirigida por la virtud, tiene como objeto la solidaridad, la justicia, el buen gobierno de la polis, la felicidad de los otros, que repercutirá en la felicidad de cada uno.
Lo que antes hemos denominado “religión humanista”.

c.- La “vida teorética” (divina) o contemplativa, orientada al conocimiento, al saber, a la sabiduría.
Esto es la felicidad.
“Sólo el sabio es feliz”.



SENTIDO INMANENTE-ANTROPOCÉNTRICO DE LA VIDA.

La religación del hombre con la cultura es evidente, es innegable, como antes hemos expuesto.
Sin embargo nunca podemos obviar que, en el fondo, todos los conflictos humanos son conflictos culturales porque hay muchas, muy variadas, incluso opuestas culturas, donde la compatibilidad es mínima.

El sexo es cultural, la voluntad de poder y de dominio es cultural, el alimento es cultural.
No sólo queremos comer y dormir, queremos comer pan blando y bueno y no dormir en el suelo sino en un colchón confortable, y todo esto es cultural.
Luchar por/para comer es luchar por la harina, por el abono, por el horno, por las panaderías,…y todo eso con armas, que también son cultura.
Los conflictos humanos giran en torno no de los bienes elementales sino de los bienes culturales.
¿Qué es el petróleo sin la cultura?.

Dice Engels que “no fue el hombre quien inventó el fuego sino el fuego el que hizo al hombre”, porque antes del fuego sólo había homínidos, no todavía hombres.

Sin embargo todos (muchos) conocemos la doctrina de los filósofos CÍNICOS y de su equivalente cristiano, el ASCETISMO, incluso del mismo ROUSSEAU, que consideran a las culturas como corruptoras de la pureza natural del hombre y predicando la “vuelta a la naturaleza”.
“El hombre es bueno por “naturaleza” y la sociedad (la cultura) es la causa de su corrupción, la que malea al hombre”.
Sin embargo Diógenes arrojó la escudilla (cultura) y beber con las manos (naturaleza) pero no iba a beber al río o esperar a que lloviera, sino que bebía el agua de la fuente, en el ágora (cultura).
Y vivía medio desnudo o medio vestido (y esto es cultura).
Y vivía en un tonel (cultura) y no al raso (naturaleza).
Y sabía hablar (cultura)….

Y los ascetas cristianos se apartan del mundo para unirse, espiritualmente, con Dios. Pero el concepto que tienen de Dios es un concepto cultural (eterno, omnisciente, omnipotente,… productos culturales).
Y rezan y meditan… pero eso saben hacerlo porque lo han aprendido (cultura).

Y Rousseau, en su Emilio, dice y pretende, para la educación de Emilio, prescindir de la cultura, y propone la ausencia de maestros pero la presencia de un tutor (y esto es cultural).

Si el cristianismo había afirmado que “gratia naturam non tollit, sed perficit”, ¿por qué la cultura no puede hacer lo que la “gracia”, perfeccionar la naturaleza y no suprimirla?.

Aunque no asimilemos, ni aceptemos, al 100% toda la cultura, todos los objetos culturales, sí que somos culturales, aunque afirmamos que la cultura nunca es pacífica, tranquila.

Casarse, besar, nacer, la poligamia, la homosexualidad,… son naturales, pero también son culturales. El beso de amigo no es el beso del enamorado, la monogamia/poligamia (poliginia o poliandría) son culturales. Y la homosexualidad es tabú, con pena de muerte asociada, en algunas culturas (por no ir directamente dirigida a la reproducción) y considerada como otra forma legítima de vivir la sexualidad.
¿Qué es el sexo para el cristianismo y qué ha sido la mujer para él?.

Sin cultura no puede vivirse, de lo que no puede inferirse que sea la cultura el valor único y supremo que dé sentido a la vida humana.

Estar, vivir y morir “en gracia de Dios” era el objetivo y confería sentido a la vida del cristiano.
Pero en una cultura laica lo que da sentido a la vida de muchos hombres es participar de la cultura del espíritu. Esos son los artistas (los poetas, músicos, escultores, pintores,…).
Pero no todos los hombres son/somos artistas sino que, por el contrario, son muy pocos los que dan sentido a su vida realizándose como artistas creadores.
No todos somos cardiólogos, pero son muchos los que crean nuevas técnicas cardiológicas e incrementan el conocimiento del corazón.

EPICURO Y LA ESCUELA EPICUREA (la mayor resistencia pagana al cristianismo) sin embargo, cree ver el sentido de la vida de otra manera.

De los tres tipos de deseos: 1.- Deseos naturales y necesarios, 2.- Deseos naturales pero no necesarios y 3.- Deseos ni naturales ni necesarios, sólo los primeros son la base de la felicidad. Los otros dos tipos lo que procuran al hombre es intranquilidad, nerviosismo, preocupación,…

La filosofía debe tener un papel soteriológico, debe “salvar” al hombre, salvarlo del dolor, de la desgracia, de la miseria en que vive.
Una filosofía que no cure las heridas del alma no tiene sentido alguno (para los dolores del cuerpo, ahí está la medicina).
El fin último de la actividad filosófica debe ser la “felicidad”, es la que da sentido a la vida, su búsqueda y su disfrute.
“No hay que reprochar a nadie porque no sepa si Héctor era griego o troyano” ¿Puede ser el conocimiento el objetivo, la meta de la vida?

Cuatro son las causas de la infelicidad y proponen cuatro remedios (el tetrafarmacon)
1.- Temor al destino. Remedio: no existe el destino.
2.- Temor a los dioses. Remedio: aunque existen, no se preocupan de los hombres.
3.- Temor a la muerte. Remedio: ella y yo somos incompatibles; cuando ella esté yo ya no estaré y mientras yo esté ella no está. ¿Por qué preocuparse de lo que nunca puede estar junto a nosotros?.
4.- Temor al dolor: Remedio: aunque éste sí que existe y está con nosotros, tenemos cuatro remedios contra él (el tetrafarmacon):
         a.- Hay que aceptar el placer presente.
         b.- Hay que rechazar el placer presente si la razón prevé que de él se derivará un dolor nuevo superior.
         c.- Hay que rehuir el dolor presente.
         d.- Hay que aceptar el dolor presente si la razón prevé que de él se derivará un placer futuro superior.

Hay que eliminar o, al menos limitar, ausentar el dolor sensible (la “aponía”) con esos fármacos

Epicuro y la Escuela del Jardín defienden que lo único que puede hacer feliz al hombre es el placer.
Es una persona y una escuela HEDONISTA, pero es un hedonismo extraño, porque distingue dos tipos de placeres: los somáticos o corporales y los anímicos o espirituales (el gozo o “jará”).
Sólo éste puede darnos la felicidad, porque sólo éste puede darnos la tranquilidad de nuestro ánimo (la “ataraxía), que es la esencia de la felicidad.
Es la paz interior, no el placer de las riquezas, lo que el hombre debe buscar, sólo así será feliz.
“Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus riquezas, disminuye sus deseos”

El hombre que ha llegado a este estado de “ataraxía” (de paz interior), que rehúye el dolor sensible (que no sé por qué tiene que ser un mérito para nada ni que alguien quiera desearlo si no está enfermo (masoquista) pero que lo acepta resignadamente si le sobreviene y no puede, ya, ausentarlo, que limita sus necesidades materiales, que aspira al gozo (“jará”) del alma, derivado del saber y del cultivo de la amistad (la gran virtud para ellos), ese hombre tal será un sabio, el “sabio epicúreo”, y ya no tendrá temor al dolor (y lo dice él, aquejado de una cruel enfermedad (que hoy llamaríamos cáncer de estómago) y que su máximo placer corpóreo era tomar un poco de queso y beber un poco de leche de las cabras que pastaban en el monte Olimpo).

“Ataraxia” que no es un nirvana sino la imperturbabilidad del alma, un dominio de sí, sin altibajos

Un jardín, por donde pasear.
Unos amigos (conveniencia mutua) con quienes dialogar y que llenan, colman la vida, dando y recibiendo.
Un alejamiento de la política (una de las mayores causas de la intranquilidad)
Un volver a la vida privada, subjetiva (yo, y mi alrededor, en mi espacio (aquí), en mi tiempo (ahora) con estas personas (mis amigos). Una célula feliz.
Unas necesidades materiales y unos deseos mínimos.

Ese es lo que da sentido a la vida, a esa vida limitada por el tiempo, por el espacio y por las personas. Eso es lo que procura la felicidad.
Que no es un cálculo aritmético en el que la suma de placeres supere a la suma de dolores.
Es el placer cualitativo, no la cantidad de placeres.
El placer epicúreo es desde el nacimiento (no antes) y hasta la muerte (no después).

Ese extraño hedonismo es lo que da sentido a la vida.


SENTIDO TRASCENDENTE DE LA VIDA.

Obvio la religación trascendente con el cosmos, con una visión panteísta y ya presente en autores y movimientos antiguos y a lo largo de la historia y que, en cierta medida, está presente en los movimientos ecologistas de nuestros días y cuyo sentido de la vida lo encuentran en cuidar, gozar y contemplar el mundo natural.
Habría que decir, sin embargo, que en vez de ser protegida, la naturaleza “para” el hombre, en los tiempos que corren debe ser protegida “del” y “contra” el hombre.
Es el derecho del medio ambiente sobre el hombre, y no al revés.

Al hablar de “trascendencia” nos referimos a la religión estricta, como relación del hombre con Dios, con los dioses, con los “númenes”, personales y vivientes, pero no humanos sino sobrehumanos.

“Sentido religioso de la vida”, superior a todas las anteriores religaciones, siempre subordinadas a aquella, última y definitiva religación con seres trascendentes vivos.

Tanto el sentido estético de la vida, como el sentido moral de la misma serían sólo estadios previos al sentido auténtico de la vida, el sentido religioso.

Pero esto es abrir la puerta al fanatismo, porque es el sentido religioso de “mi” religión, la verdadera, por lo que las demás son falsas.

La historia ha sido testigo de que las luchas más sangrientas han sido las guerras de religión.
El judaísmo del pueblo elegido por Yahvé contra todos los idólatras que estaban asentados en la tierra prometida.
El cristianismo, con sus Santas Cruzadas, contra el islamismo y las guerras de religión en Europa entre los cristianos entre sí, católicos contra protestantes.
El islamismo y su guerra santa desde el mismo momento de aparecer hasta ahora, y seguirá.

Y todas, y siempre, “por mandato de Dios”.

Las religiones denominadas “superiores” (judaísmo, cristianismo, islamismo) son las que conciben la religión como la relación trascendental del hombre con (su respectivo) dios, que sería en la escala de los númenes, el “Gran Numen”.

Pero siempre, al tratar esta relación hombre-dios, debemos tener en cuenta que “el dios de los filósofos” (como el motor inmóvil de Aristóteles) no es “el dios de los teólogos”
El motor inmóvil no conoce al hombre, no puede ser conocido por el hombre, no puede ser amado por el hombre, se limita a mover el universo.

Los teístas y, sobre todo, los teólogos, al intentar racionalizar lo religioso son los auténticos enemigos de la religión, no los ateos, ni los agnósticos.

Hay que distinguir, pues, entre “religión” y “teología”.

Todas las religiones positivas se definen, pues, por esa relación de culto, de oración, del hombre con seres sobrenaturales.
Pero ¡cuidado¡ porque en muchas culturas esos seres trascendentes pueden ser animales fuertes y misteriosos (como el oso, o el búfalo) y que serían númenes finitos, incluso zoomórficos.

Atención a este texto de Celso:
“Cuando uno entra en los templos egipcios contempla espléndidos recintos sagrados, bellos pórticos, santuarios maravillosos, soberbios peristilos, incluso ceremonias un religioso temor y misterio. Pero, una vez dentro, se encuentra que es un mono, un gato, un perro, un cocodrilo, un macho cabrío,.. lo que allí es sagrado”
¿Y alguien duda de que fuera la egipcia una auténtica religión?

¿Quién no ha leído y conoce el discurso del “gran jefe indio Seattel” dirigiéndose al “gran jefe de Washington”, en 1.854 y su defensa de “los hermanos animales de la pradera”, sobre todo del búfalo, sólo sacrificado para calmar el hambre y no las matanzas, a tiros y desde un tren en marcha, y que hemos visto en tantas películas de indios?

¿Y qué decir, hoy mismo, de tantas personas que mantienen una relación casi filial, de cuidado y de amor, con un perro de una raza determinada?
Y ya no es el perro como vigilante y protector sino como compañía y afecto, ejemplo de fidelidad, “el mejor amigo del hombre”

¡Cuántos, hoy, prefieren la compañía de un animal a la de una persona¡…

Cuando oigo decir a un creyente (más bien crédulo) “verlo todo clarísimo” me da pánico o pena, porque no puede ser claro, sino oscuro, el objeto de la creencia en que se apoya y fundamenta la vida religiosa.

¿Qué sentido tiene la vida? Ninguno. No existe EL sentido.
La vida humana tiene el sentido que podamos encontrarle y que queramos darle pero no es previo ni viene dado de antemano, sino que cada uno, en su medio, irá dándole “su sentido”.
El sentido va resultando de la acción, de los propios actos por los que el hombre opta.

Es posible, incluso, la posibilidad de situaciones en las que los sentidos se neutralicen y la resultante se haga nula.
Entonces la vida perderá su sentido o será un contrasentido, no ya por faltas de sentidos, sino por superabundancia de sentidos incompatibles.



viernes, 18 de julio de 2014

8.- 33 CUANDO HABLAMOS DE DIOS…. ¿de qué Dios estamos hablando?



“La verdad os hará libres. La mentira os convertirá en creyentes”
No sé de quién es este aforismo pero, como me gusta, me lo apropio. Tú, lector, también puedes hacerlo.

-¿De qué Dios estamos hablando?
-¿Del Dios sádico, dictador, absurdo o contradictorio que le ordena a Abraham, ya muy viejo, que le sacrifique a su propio y único hijo, que debía ser el padre de más gente que estrellas hay en el cielo y que está dispuesto a cometer el asesinato?
-¿Del Dios que ordena arrasar a Sodoma y Gomorra porque practicaban una sexualidad diferente, sólo placentera y no reproductiva?
-¿Del Dios que manda un diluvio universal y arrasa a toda la humanidad menos a una familia, porque TODO el mundo está y vive empecatado?
-¿Del Dios de Moisés que, tras hacerle robar a los egipcios, al cruzar el Mar Rojo, salva a su pueblo pero deja que se ahogue el ejército perseguidor del faraón, con todos sus caballos?
-¿Del Dios celoso y egoísta que trae al pueblo elegido “acojonado” porque adore a otros dioses, porque quiere que todos los elogios sean para Él?
-¿Del Dios violento, pasional, guerrero que, prometiendo llevar a su pueblo a la “tierra prometida”, en la que corren “ríos de leche y miel” (¡vaya arenga decirle eso a un pueblo hambriento y sediento¡) y que se pone al mando de los ejércitos para arrasar a pueblos ya  asentados pero cuyas tierras se las quiere quitar para dárselas a su pueblo elegido que sólo lo adora a Él y a Él solo reconoce como Dios?. “Y salió el ángel de Dios, Nuestro Señor (Yahvé) y mató a 185.000 en el campamento de los asirios, y, cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo eran cuerpos muertos”?. ¿Esto no es propio de un loco, de un megalómano, de un paranoico, de un esquizofrénico?
-¿Del Dios colérico, cuando baja del Monte Sinaí y su pueblo está adorando al becerro de oro?. ¿El que amenaza para que no se inflame el furor de Yahvé y te destruya de sobre la tierra?, ¿el que ordena: “destruirás a todos los pueblos que…?
-¿El Dios misógino que ordena que cuando la mujer dé a luz un niño será impura durante 7 días, pero que si es niña será impura 15?
-¿El Dios críptico que responde “dile que te lo ha dicho “El que es”, a la pregunta de ¿quién les diré que me lo ha dicho cuando me lo pregunten?
-¿Del Dios que maldice a tierras y pueblos?
-¿Del Dios que odia y manda matar a todos los primogénitos de Egipto?.
-¿Del Dios que disfruta del humo y del olor a quemado de animales, en los sacrificios?.
-¿Del Dios celoso y resentido que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la 3ª y 4ª generación? (“¿quién pecó, éste o su padre?” –le preguntaron los discípulos a Jesús)
-¿Del Dios vengativo que expulsa a Adán y a Eva del Paraíso, por una simple desobediencia y que, posteriormente, amenaza a toda la humanidad, con el fuego “eterno” del infierno, por un pecado temporal y puntual, de dos personas, en el día del Juicio Final?
-¿Del Dios selectivo que, entre todos los pueblos de la tierra, siente preferencia y se encariña de uno, el “pueblo elegido”, abandonando a su suerte a todos los demás, mucho más cultos que él, usándolos como medios para…?.
-¿Del Dios sádico que somete a Job a pruebas casi insuperables, sólo para probar su fe, atacándole en sus propiedades, posteriormente en sus hijos, y terminando con las enfermedades del “paciente” Job? ¿O el que le dice a Moisés (contra los madianitas): “matarlos a todos, primero a los varones, después a todas las mujeres, a los jóvenes y a los niños, “menos a las niñas y vírgenes”? ¿Por qué esta excepción, además de niñas y de vírgenes?.
-¿Del Dios Servicio Social, que atiende a sus necesidades, con el maná en el desierto de Sinaí y que hace brotar fuentes de agua de las rocas, en pleno desierto?.
-¿Del Dios que es capaz hasta de oponerse a las mismas leyes de la naturaleza, que Él mismo ha ordenado y hacer parar el sol para que su “pueblo elegido” venza a sus enemigos?
-¿Del Dios, explorador, Hermano Mayor de una cofradía, guía y conductor de un pueblo, y que va al frente del mismo, en peregrinación hacia la tierra prometida?
-¿Del Dios extremadamente celoso, que exige ser exclusivo y excluyente, “monoteísta” y que se enfurece cuando aparecen otros dioses, los “ídolos”
-¿Del Dios político y religioso que, a través de la Iglesia, detenta los dos poderes, el civil y el espiritual?.
-¿Del Dios que, de los diez mandamientos, los tres primeros tienen que ver con Él .(“Amarás a Dios sobre todas las cosas”, “no tomarás el nombre de Dios en vano” y “santificarás las fiestas” (para dedicarse sólo a Él)?
-¿Del Dios dogmático e intolerante?. ¿Del Dios destructor?.
-¿De un Dios trascendente, ahí, fuera de mí y de la conciencia de los hombres, que está ahí, como ese bolígrafo, ese árbol o esa montaña?. Y, conociendo como vamos conociendo, cada vez más, el universo, ¿DÓNDE está o existe?.
-¿De un Dios premiador de los buenos y castigador de los malos, que nos llevará al cielo o al infierno?. ¿Y dónde están esos lugares?. ¿O no son lugares?.
-¿De un Dios que se manifiesta en la humanidad, un Dios fundido y confundido con los hombres, y amar a los hombres es amar ese Dios y amar a Dios es, sólo, amar a los hombres?. Porque, en este caso TODOS somos ateos del Dios de toda la vida y, al mismo tiempo, todos somos creyentes en Dios?. Porque si Dios son los pobres, los hambrientos, los desahuciados, los enfermos, los moribundos, los sidosos, los leprosos, los solitarios, los… todos somos creyentes en Dios.
-¿De un Dios confundido con la naturaleza?, ¿El “Deus sive natura” spinosiano?. Porque, en  ese caso TODOS somos ecologistas, menos los ecologistas ecólatras que no creen en Dios.


Ha variado tanto el concepto de Dios a lo largo del tiempo, según los avatares y las circunstancias, según los tiempos y las culturas, según las sociedades, que…


¿Qué tendrá que ver un “Dios amor” con un “Dios Guerrero, Señor Dios de los ejércitos”, un “Dios celoso y egoísta” con un “Dios compasivo y misericordioso”?

martes, 15 de julio de 2014

8.- 32 PERO…¿ES QUE EXISTE DIOS?

       
                                                       
         Si yo les digo que hay un mundo virtual, un mundo real y un mundo experimental, y que, además, son mundos distintos, supongo que a ninguno de Uds. le resultaría extraño y podrían poner ejemplos de cada uno de ellos.
         Si yo les hablo de que, entre otros, hay tres tipos de conocimiento: un conocimiento sensible, un conocimiento racional y un conocimiento inteligente, y que son conocimientos distintos, estoy seguro de que nadie sentiría extrañeza alguna y podría poner ejemplos de cada uno de ellos.
         Si, además, les digo que hay un saber vulgar y un saber científico, entre otros muchos tipos de saber, todos estarían de acuerdo conmigo. Porque no es igual saber que va a llover o está lloviendo que saber por qué llueve o por qué va a llover. No es igual saber que uno está enfermo que saber qué tipo de enfermedad es la que tiene y cuál es la causa de esa enfermedad y, más aún, el remedio para acabar con ella.
         Si les digo que también existe un conocimiento divino, un conocimiento de la divinidad, ya habrá muchos que hayan pegado un salto de sus asientos y diga que él no cree en Dios. ¿Es la creencia en algo o Alguien garantía de la existencia de ese algo o ese Alguien? Y ¿cómo va a haber conocimiento de algo que no puede saberse si existe o no? ¿Puede conocerse o estudiarse la estructura de los gorimoletos?

Creo que era D. José María González Ruiz el que afirmaba que “creer en algo (alguien o Alguien) es exponerte a que aquello en lo que crees no exista”.
Porque la creencia es sólo eso, creencia, no demostración.
Que sea verdad que alguien cree y que tiene una creencia verdadera no garantiza que sea verdal el objeto de esa creencia.
Es verdad que cree, no que sea verdad lo que cree.

Afirmar, tajantemente, que existe Dios, con una existencia real, (como la tuya o la mía), pero “trascendente”, eterno, infinito, omnipotente,.. es mostrar una “creencia”, no un “conocimiento”.
Afirmar, tajantemente, que existe algo (los gorimoletos) o Alguien (Dios) de los que no tenemos prueba alguna, es una contradicción.

         Vamos a ver si nos aclaramos.

         Hay personas que creen que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Que Dios es el creador y él es una criatura, un ser creado. Para ellos Dios existe. Dios es el objeto de su creencia y el sujeto de su existencia.
         Al mismo tiempo, hay personas (entre las que me encuentro) que creen que Dios es una creación humana. Que los hombres han inventado, han creado a los dioses a su imagen y semejanza. Habrá, pues, dioses cazadores, dioses agricultores, dioses de la guerra y de los ejércitos, dioses justos, dioses amorosos, dioses castigadores, temibles, vengativos,…. Todo depende de cuáles eran las circunstancias económicas, sociales, culturales, reales  en las que se desarrollaba la vida de esos hombres. Dioses a imagen y semejanza de los hombres.
         El concepto de Dios ha cambiado mucho a lo largo de la historia, al ritmo del cambio de la historia humana. Y eso es normal.
         Dios es una creación del hombre. El hombre es el creador y Dios la criatura, el ser creado.

         Seas creyente o no lo seas, estés en el primer supuesto, en el de los creyentes, o en el segundo, en el de los no creyentes, afirmarás conmigo en que “Dios existe”, bien como ser creador bien como ser creado, bien como un ser real, bien como un ser imaginado, pero, Dios.
         Sí, ya sé que es distinto pero, a fin de cuentas, el “ser llamado Dios existe”.
         Es decir, admitir la existencia del hombre es admitir la existencia de Dios. Y que el hombre existe, que tú y yo existimos, nadie lo duda. Y desde Descartes, con su “duda metódica” y su última consecuencia “cogito, ergo sum”, es indudable la existencia.

         Claro que si el creyente admite la “existencia real” de Dios y que, además, este Dios real se ha comunicado directamente con el hombre a través de la revelación, los libros sagrados, la “palabra de Dios”, eso es muy distinto a lo que sobre esos dos pilares puede opinar y opina un no creyente.
         Mientras para el creyente, sobre todo para el de una religión monoteísta, la revelación es esencial (“las religiones del libro”), la revelación misma, para un no creyente, es un sarcasmo, una impostura.
         Porque, claro, luego, toda revelación necesita ser interpretada y, aquí, ya surgen muchos problemas. Porque sobre la misma letra escrita surgen diversas interpretaciones, por los diversos intérpretes, en diversos contextos y en diversas épocas de la historia. Y, claro, si siempre es interpretable, y la interpretación va cambiando, la palabra revelada aparece, efectivamente, como un sarcasmo; vale igual para un roto que para un descosido. Y, como dicen los científicos, una hipótesis que sirve para explicarlo todo no sirve para nada. Una hipótesis omniexplicativa no explica nada; y si además es una omni-explicación itinerante… ¿Por qué la interpretación actual que de ella se hace va a ser LA interpretación, sabiendo que no puede ser la definitiva?
         Claro que si la revelación necesita ser constantemente interpretada es porque no se ajusta correctamente a la realidad, porque hay un desajuste entre lo que la letra dice o parece decir y lo que en la realidad vemos y de lo que de la realidad sabemos.
        
         Que la mujer haya salido de “la costilla de Adán”, así, a bote pronto, parece un chiste, una broma, una impostura, más que magia. Por lo tanto habrá que interpretarlo.
         Pero el conocimiento divino “interpretado” ¿es un conocimiento semejante al conocimiento científico?
         Lo que el intérprete dice que dice Dios ¿es lo que realmente dice o quiere decir Dios (si es que ha dicho o dijo algo)?
         ¿Cómo podemos salvar este salto?
         ¿Hasta qué punto el intérprete ha secuestrado, ha usurpado, la palabra de Dios haciéndole decir lo que nunca puede estar seguro de que lo sea?
         De muchos intérpretes han surgido fanatismos y fanáticos, fundamentalismos y fundamentalista, pero también han surgido los misioneros desprendidos y los teólogos de la liberación.
         La revelación y sus diversas interpretaciones son un objeto que quema al tocarlo.

         Ya en la prehistoria el hombre creía en los dioses pero, al mismo tiempo, también investigaba por su cuenta.
         Cuando creía que todo lo que ocurría ocurría cuando Dios quería, como Dios quería y donde Dios quería, lo lógico, lo normal, era rezar, pedir que ocurriera lo que deseaba y que alejara lo no deseado y temido.
         Pero comenzó a fijarse en la “regularidad” de la naturaleza y, poniéndose manos a la obra, comenzó  estudiarla, comenzó a aprender, soltándose de la mano de los dioses. Comenzó a fiarse de sí mismo más que de Dios, sin renunciar a Él. Como último recurso siempre estaba ahí. Cuando no supiera y no pudiera, creería y Se lo pediría.
         El hombre fue sustituyendo la “revelación” por la “investigación”; eso es el método científico. Los filósofos solemos llamar a este salto el “paso del mito al logos” como origen del saber.

         Los científicos ni afirman ni niegan la existencia de Dios. Dios es un objeto que no cae en su campo de investigación, que no se somete a su metodología, Dios, sencillamente, no es objeto de ciencia, por lo tanto, ni refutable (falsable) ni verificable (comprobable, constatable).
         Lo único que dicen los científicos, en cuanto científicos, es que para poder explicar muchos fenómenos naturales y humanos no les hace falta la hipótesis Dios.
         Si una mujer, quiere ser madre pero, por un defecto fisiológico, no puede quedarse embarazada, debe acudir a pedir ayuda a los científicos, no a los curas. Y si ya no quiere tener más hijos debe acudir a los centros de salud más que a las iglesias.
         Pero ¿por qué han metido a Dios en estos líos? ¿Por qué no dejarlo tranquilo? Mucha culpa del descrédito de las religiones ha sido y es, precisamente, por todo esto.
         Dios es “prescindible” en muchísimos de los problemas que nos afectan.
         Y digo yo que ¿por qué no podemos interpretar la ciencia como un regalo de la divinidad? Es decir, algo así como si Dios dijese: “ya sois mayorcitos de edad, ya  podéis defenderos por vosotros mismos, pensad, investigad,…. A Mí dejadme tranquilo, averiguadlo por vuestra cuenta”.

         Claro que en Ciencia también hay cosas sagradas y una de ellas es: “todo conocimiento que quiera adjetivarse como “científico” debe ser compatible con el mundo experimental”. La experiencia es la piedra de toque, el juez al que obligatoriamente hay que recurrir para que dictamine.
         Pero las verdades científicas (y los científicos lo saben) deben ir, siempre, escritas en minúsculas, porque mañana mismo otro científico descubre algo incompatible y superior a lo que hasta ahora era tenido como verdadero, y deja de ser tenido en cuenta y es sustituida, formando ya parte de la historia de la verdad.
         Las verdades científicas vienen con fecha de caducidad incluida, y esa fecha es  “en cualquier momento”.
         Lo que era verdadero deja de serlo y no hay problema. Así es el avance de ciencia, ésta es su maquinaria impulsiva, apoyarse sobre lo anterior para afirmarlo, reafirmarlo, ampliarlo o para refutarlo.

         Claro que los científicos no son “el 007 con licencia para matar”. Lo que puede ser investigado es mucho más amplio de lo que debe ser investigado.
         La ciencia debe tener unos márgenes fuera de los cuales no puede moralmente, no debe, poner sus manos. Lo llamaremos “limitación ética de la ciencia”.

         Pero cuando un científico, con el prestigio ganado a pulso, comienza a pisar el campo religioso, debería hacerlo como hombre creyente, y no como hombre científico. Porque el hombre (en esto todos estamos de acuerdo) es mucho más que científico, pero nunca estaría demás ponerlo de manifiesto, aunque él sea consciente de su doble vertiente. Pero muchos, no científicos y más heterónomos, cometen la falacia al razonar: “si este hombre, tan sabio, dice lo que dice y cree lo que cree sobre Dios, tiene que ser verdad”.

         ¡El conocimiento¡

         El conocimiento no es otra cosa que la simplificación del mundo real y no todo lo real se somete a ser tratado científicamente. ¿Cuánto de la materia viva y de la materia inteligente y, más aún, cuánto del alma humana queda fuera de las redes del conocimiento, porque se le escurre como el agua en una cesta?.
         Meto la cesta en el agua, en la realidad, y ¿qué es lo que “pesco” de ella?. Algo, quizá bastante, pero nunca todo. La cesta debería ser cazuela, o sea, el conocimiento debería no ser conocimiento.

         Pero, además, no practicamos la actividad de conocer por el simple y mero placer de saber.
         Es verdad que el saber sabe bien, que el saber es sabroso. “Oh, ¡qué sabor tiene el saber¡, ¡qué gozada el saberlo”¡. Pero es como cuando comemos, nos guste o no el sabor de la comida, ésta tiene consecuencias para nuestra salud desde disparar el colesterol, la glucemia o la adiposidad hasta, por el contrario, regularlo todo con esa dieta equilibrada.
         Igualmente, el conocimiento nunca es sólo y totalmente teórico. El saber, trae, en su kit, consecuencias, sirve para algo. Puede ser para mejorar nuestras vidas individuales o para mejorar la convivencia entre los hombres. Puede servir para acaparar, en solitario, ventajas o para distribuirlas.

         Pero ¿y cuando el conocimiento científico se aplica, ya no a la producción de cosas para vivir más y mejor, sino para regular, de manera científica, la convivencia humana?.
         Estoy refiriéndome a la “democracia”, a la aplicación del método científico a la política, que es, hasta el momento presente, no sólo “la peor forma de gobierno, excluidas todas las demás”, no sólo es “la menos mala”, sino la más sensata. La “res publica” debe estar en manos de “el público”, de la sociedad toda”. “El poder reside en el pueblo”, aunque, durante cierto tiempo le demos permiso, lo depositemos en alguien. Lo que de todos es, que todos puedan manejarlo. Por esta forma de convivencia, por esta forma de gobierno es por la que ha apostado Occidente.
         El mundo occidental, que desarrolló y sigue desarrollando la Razón científica y la Razón tecnológica, que está poniendo en práctica la Razón Política y que, cada vez más, deberá ir desarrollando la Razón Ética, una razón laica (no anti-nada), una Ética sin flecos religiosos ni divinos.
         Los problemas humanos, que nos hemos creado los hombres, los hombres debemos solucionarlos. Y cuando veamos que estamos errando, corrijámonos, afinemos, nunca nos movamos con el lema de “mantenello y no enmendallo”. Hay que enmendar todo lo enmendable y mantener lo mantenible. Pero siempre desde la práctica, desde la experiencia, desde abajo, con los pies en el suelo.

         El otro método de conocimiento, el método divino, aplicado a la realidad, se ha mostrado inútil y aplicado a la política está mostrándose dañino, catastrófico, sobre todo por aquello de las interpretaciones de que antes hablamos y de la “credulidad” (no me atrevo a llamarla “fe”) de tanta gente que aparcan su conciencia y le entregan las llaves del vehículo y de la casa al “escribidor o al telepredicador de turno”.

         Cuando geográfica y socialmente se acercan ambos métodos de gobierno chocan, se repelen, como los polos de un imán. Pero con una gran diferencia: mientras unos son capaces de exigir mártires propios y víctimas ajenas, los otros tienen como norma el respeto a TODAS las personas, por el hecho de ser personas, aunque sean intolerables las ideas que proponen y exigen poner en práctica.

         Cuando algo va mal en una sociedad que se rige por el método científico, porque lo previsto anticipado no concuerda con lo presente real, se corrigen, se cambian las premisas, los presupuestos de que se partía y a ensayar de nuevo, hasta que se dé con la tecla.
         Cuando algo va mal en una sociedad que se rige por el método divino y la realidad se deteriora, no por eso habrá que cambiar ni el método ni los presupuestos, sino que la deteriorada realidad será interpretada, no como un error, sino como una prueba divina para superar el test de la vida terrena y poder, así, hacerse merecedores de la vida eterna feliz.
         Para los que usan el método divino en la forma de gobernarse la realidad nunca refuta sus presupuestos, que, por otra parte, son los presupuestos de Dios. ¡Y Dios no va a estar equivocado¡.

         Pero cuando hablamos de “democracia” mucha gente lo toma como si hablásemos, por ejemplo, de una silla, como un objeto terminado, completo, que puede ser vendido, comprado, transportado… Y nada más ajeno a la realidad.
         La democracia es un producto humano en construcción, siempre en proceso, nunca terminado, nunca completo, nunca perfecto. La democracia nunca está dada ya. La democracia siempre es “manifiestamente mejorable”.
         Por eso, cuando chirría alguno de sus mecanismos, hay personas, notables, que quieren cambiar de máquina. Como si una pieza defectuosa invalidase la maquinaria total. Y esa pieza defectuosa puede llamarse “justicia”, “ley D`Hont (¿)”, “corrupción”, “enseñanza”, “economía sumergida”, “fraude”…..

         Hay quien estaría dispuesto a tirar la palangana porque el agua no esté totalmente transparente, aunque el niño vaya dentro.