Es la asumida y practicada por las capas populares, por los
que no participan del poder, ni del tener, ni del saber de los religiosos de
oficio.
Es la religión de los, más que creyentes, crédulos.
En mi Salamanca es corriente ir a la romería de la Virgen del Castañar, que
debe ser muy milagrera.
No hay pueblo que no tenga devoción a una advocación
mariana, o una romería a una ermita, o a un santuario.
¿Y qué decir de las andaluzas Reina de las Marismas o de la Virgen de la Cabeza , de la Macarena , de nuestra
malagueña Virgen de la
Victoria o las internacionales Virgen de Fátima y Virgen de
Lourdes?
He visitado, de turista, en Fátima, y no el 13 de Mayo, en
su festividad, y he visto personas crédulas, caminando de rodillas, en aquella
enorme explanada, hasta llegar a la ermita o iglesia.
Todo mi respeto y aprecio a quienes creen en el milagro que
quieren y puede producirse, aunque yo no lo crea.
En cualquier iglesia, ante cualquier patrón milagrero,
podemos ver cantidad de exvotos, signos tangibles de la credulidad y
posibilidad de conseguir no sólo la salvación sino cualquier otra gracia, sobre
todo de curación de enfermedades.
Exvotos que son testimonio permanente de gratitud por algún
bien recibido.
¿Quién no ha presenciado, anualmente, en Semana Santa, a los
portadores de cruces hasta llegar al Calvario, enfundados en túnicas
ocultadoras de la identidad, descalzos o calzados, con cadenas asidas a los
pies y arrastrándolas, o sin ellas.
Incluso esta religiosidad popular es fácilmente manipulable
con fines políticos y comerciales.
Escenas multitudinarias en el río Ganges, en Bengasi, en La Meca , dándole vueltas a la Kaaba , en el Rocío con
caballos, carretas, a pie, … o en Andújar.
Era una religión civilizada, no dogmática ni eclesiástica,
pero seguiría siendo una religión vinculada a la organización de la sociedad, a
la convivencia política, a la identidad de la nación, siendo las autoridades
civiles las que presiden las procesiones.
Excepto un año, por accidente automovilístico, no me pierdo
el Viernes Santo de Priego de Córdoba y la siempre accidentada subida al
Calvario de “nuestro Padre Jesús Nazareno”, “el Rey de Priego”, con el manojo
de habas colgado de la mano que ase la cruz y balanceándose, hasta llegar al
montículo más alto del pueblo, desde el cual, tras varias horas, y con un brazo
articulado, suelta la cruz y da la bendición a los miles y miles de fieles
creyentes o curiosos que con el hornazo (generalmente en forma de gallina con
huevo duro dentro, para guardar la abstinencia) en alto esperan, impacientes,
la bendición.
(Yo siempre la he interpretado, también, como una bendición
de los campos, como en mi pueblo sacan la imagen, a las afueras del pueblo y en
los cuatro puntos cardinales).
No conozco persona alguna que, en su primera vez de asistir
a la procesión, no se emocione en ese caos en los varales en que, no cabiendo
más de 10 personas, normalmente, se meten 20, sudorosos, a empujones y, al
grito de “arriba este varal, 1, 2 y 3”
se equilibra el paso que, por milagro, no ha caído al suelo.
Y sin autoridades, ni eclesiásticas ni civiles, sólo el
pueblo, la juventud (casi obligatorio, moralmente, para los que estaban en la
mili), a su aire, como pueden, tres pasitos para delante y dos para atrás, pero
que avanza y llega arriba, lo que no se creen los que, el día anterior,
recorren el recorrido de la procesión.
Ni sacerdotes, ni chamanes, ni maestros, ni garúes, ni
místicos, ni monjes, ni clérigos, ni funcionarios,…
El pueblo, el puro, mero y sólo pueblo es el protagonista.
Esta religión popular, religiosidad viva y vivida era/es el
contrapunto a la religión oficial y ha habido tantas como religiones oficiales,
a las que se oponían.
Pero los administradores de lo sagrado se ven constreñidos a
tener en cuenta las aspiraciones religiosas populares, so pena de perder
multitud de fieles.
Es una forma más sencilla de relacionarse directamente con
Dios, sin intermediarios y de una manera fácil.
El nirvana, predicado por Buda, apareció inaccesible a la
mayoría de la gente.
El budismo, pues, difícilmente pudo popularizarse en su
forma primitiva.
La gran propagación del budismo y su expansión en China y
Japón fue posible, en sus variedades populares, en sectas que se apartaban, y
no poco, de la doctrina original.
En este budismo popular la gran figura venerada es Amida o
Amitabha Buda, pero no ran rígido como el primitivo y que procura la salvación
hasta con la sola condición de ser invocado.
Pero esta salvación del Amidismo no es ya el nirvana, sino
“la tierra feliz”, un paraíso donde habita el misericordioso Amida y donde
pueden ingresar sus fieles.
El culto a Amida consiste sólo en invocarlo una y otra vez,
pero incluso basta haber dicho una sola vez “Alabanza a Amida” en la hora de la
muerte para que todos los pecados anteriores no sean tenidos en cuenta y el
hombre resulte salvo en “la tierra feliz”, liberado de las reencarnaciones del
karma.
Los teólogos cristianos ven un cierto parecido entre la
doctrina amidista y la enseñanza luterana de la salvación, por la fura fe, no
por las obras.
Para asegurarse la salvación, la religión popular multiplica
las prácticas de culto a muchos dioses (¿) o intercesores, sean budas, vírgenes
o santos/as.
Hay que garantizarse la salvación por múltiples caminos.
Es propio de la religión popular alejarse de la ortodoxia y
reunir contenidos heterogéneos, sin tener en cuenta la coherencia o
compatibilidad de los mismos.
María es madre de Jesús (histórico) ¿pero puede ser “madre
de Dios” siendo ella una mortal?.
María es vestida con los mismos ropajes (contenidos) de la
diosa Artemisa, de una religión politeísta.
Es lo que se denomina “sincretismo”, muy presente en la
religión popular, adornar a sus dioses con todos los atributos posibles, aunque
sean ajenos (¿por qué no va a tenerlos el nuestro?)
La religión china es una mezcla de budismo, confucionismo,
jainismo, más Amida, zen…
Igualmente la religión japonesa es sincrética (excepto el
período de 1.870 – 1.945, en que el shintoísmo se convirtió en religión del
estado).
O el “peyotismo” en algunas tribus indicas americanas,
convirtiendo el peyote en un equivalente a la Eucaristía cristiana.
El culto politeísta a deidades locales ¿no es similar a las
devociones a vírgenes y santos varios?
“Yo no creo en la religión pero que no me toquen a mi Virgen
del Rocío” –se pone en boca, no de uno, sino de muchos rocieros.
El maniqueísmo es un sincretismo de zoroastrismo,
cristianismo (en su versión gnóstica) y budismo.
El hinduismo mismo (Vedas, Upanisades, Puranas, Tantras,…
son recopilaciones de fuentes muy diversas.
En otros lugares ya he comentado el sincretismo del Génesis,
en la creación del hombre: ¿”varón y mujer los creó” o “Dios creó a Adán y….
de una de sus costillas, formó (no creó)
a Eva”?.
¿En qué quedamos?
Sincretismo, tradiciones mezcladas aunque incompatibles.
EL doma de la Santísima Trinidad ¿No procede de la distinción
de la filosofía griega entre “naturaleza” y “persona” por lo que puede haber
tres personas (distintas) y una sola naturaleza (divina) o, al revés, en una
sola persona, Jesús de Nazaret, las dos naturalezas, la divina y la humana,
Dios y hombre?
Toda religión se nos muestra sincrética, compuesta de
contenidos de muy diversa procedencia.
No existen religiones puras, originales, en todas,
absolutamente en todas, se da el “sincretismo”.
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