Eso son las iglesias, instituciones que regulan el trato
religioso con lo sagrado y que están presentes en las diversas confesiones
cristianas (católica, anglicana, evangélica, ortodoxa)
Ellas son/se consideran las intermediarias irremplazables en
la relación de los hombres con lo sagrado.
“Extra ecclesia nulla est salus”, monopolizando la
posibilidad de salvación, como si sólo rellenando sus impresos pudiera tenerse
acceso a dicha salvación.
Ellas administran el culto, el perdón de los pecados, los
ritos de transición, la interpretación correcta de los textos sagrados, extraen
de ellos la recta doctrina, los preceptos religiosos,…. Todo eso, si lo hiciera
yo, nada valdría.
El administrador especialista por excelencia es el
“sacer-dote”. Hasta el papa tiene que serlo que, en el catolicismo el
sacer-dote tiene la jornada completa, dedicación exclusiva, por lo que deben
(deberían) vivir de las ofrendas y ayuda de los fieles.
No importa tanto las cualidades personales del sacerdote
como el escrupuloso cumplimiento del ritual.
Este poder eclesiástico, enorme, a veces entra en conflicto
con el poder político, o el económico, o el social.
No ocurre así con los chamanes, brujos, o hechiceros, cuyos
poderes no dependen tanto del rito como de sus dotes personales para una mayor
eficacia de lo sagrado.
¿Otros administradores de lo sagrado?
A lo largo de la historia los ha habido, en todas las
religiones, en las religiones grecorromanas, sobre todo en la romana:
.- Los augures, que adivinaban el porvenir por los signos
atmosféricos o por el vuelo de las aves (incluso en el Poema de Mio Cid
aparece).
.- Los arúspices, que adivinaban mediante la observación de
las entrañas de los animales sacrificados.
.- Las sibilas, que lo hacían por inspiración divina.
.- Las vestales (vírgenes obligadas a abstenerse de todo
acto carnal durante el tiempo dedicado a su labor. La transgresión de la
prohibición sexual era condenada a ser enterrada viva) estaban encargadas de la
vigilancia del fuego sagrado, imprescindible para la seguridad de Roma.
(En nuestro catolicismo estaba/(¿está?) la obligación de
mantener la vela encendida, testigo de la presencia de Dios en el sagrario)
Todos estos administradores de lo sagrado tienen por oficio
transmitir los oráculos, la voluntad e intenciones de los poderes
sobrenaturales,
En otro orden, escribas, exégetas, teólogos,…son los
encargados de descifrar y desvelar la genuina enseñanza.
Predicadores y profetas son los propagadores de la antigua o
nueva fe.
El gurú indio enseña el camino de perfección y salvación qué
él ya ha recorrido.
En cualquier caso, lo sagrado y su administración no se
entrega y se pone en manos de cualquier individuo, sino que siempre está sujeto
a reglas estrictas y encomendada a personas tenidas por competentes.
Incluso la administración del culto (sobre todo en los actos
“duros” (consagración y perdón de los pecados) por un no autorizado será
interpretado como una provocación e insulto.
En el Islam, en cambio, son muy escasos los ritos, razón por
la cual no hay sacerdotes.
La dirección del rezo musulmán está confiada al imán, pero
en la oración privada (no oficial) puede oficiar de imán cualquier persona,
incluso una mujer, en ausencia de varones, en la comunidad de orantes.
Suele ser en el ámbito religioso donde más abundan las
personas carismáticas, por su ejemplo de vida.
Su carisma (don especial por el que alguna persona adquiere
preeminencia) hace que sean muchos sus seguidores.
Como también hay casos de políticos carismáticos, que
levantan adhesiones por motivos que van más allá de la racionalidad (Hitler,
por ejemplo).
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