Sin entrar en detalles ni bajar a exponer teorías políticas
y jurídicas concretas (N. Maquiavelo, Th. Moro, T. Campanella, F. de Vitoria,
Bodino, Althusius, Hugo Grocio,…), en general, las Relaciones Iglesia-Estado,
entre el Poder Eclesiástico y el Poder Civil, desde la aparición del
Cristianismo han pasado por varios y variados momentos: desde un dualismo
inorgánico de coexistencia hasta un dualismo de subordinación al poder
eclesiástico (ante la preponderancia del poder eclesiástico), hasta un dualismo
teocrático, desde una división de poderes en el siglo XIV, con Occam y la
escuela occamista hasta el
yusnaturalismo.
1.- EL MONISMO PRECRISTIANO.
El poder político absorbe todos los poderes, también el
poder religioso.
Roma convive con un politeísmo de todos los dioses de todos
los que residían o vivían en Roma (se dice que pasaban de 30.000). No sólo la
mitología romana. Se ha dicho que “en Roma era más fácil encontrar a un dios
que a un hombre”. Pero convivían con toda normalidad.
Politeísmo muy contrario al monoteísmo practicado por
hebreos y cristianos, por lo que el choque es inevitable,
El Emperador es no sólo el “Pontifex maximus”
(etimológicamente “el mayor constructor de puentes”. Dicho nombre pasará, y aún
sigue aplicándoselo la Iglesia a la máxima autoridad, al Papa, aunque, en este
caso, es un “puente entre el hombre y Dios”, un puente vertical) es que,
además, será divinizado, como un dios más. Y toda divinidad reclama adoración.
Los cristianos, como cualquier ciudadano romano, obedece al
por civil, pero eso solo no era lo que el Emperador reclamaba, exigía
adoración, como dios, algo no reconocido por los monoteístas (hebreos y
cristianos), cosa que no era problema para los paganos
Los cristianos, pues, serán considerados ateos y el
cristianismo como “secta ilícita”, fuera de la ley, a pesar de ser una
comunidad religiosa de las más pacíficas, pero –se dijo- que no adorar al
Emperador era negarse a someterse al Estado, para el que la religión sólo era
un instrumento. Y los cristianos ponían a Cristo por encima del César.
Los cristianos reclaman la puesta en práctica del principio:
“Dar al César lo que es del César (que ellos lo cumplían) y a Dios lo que es de
Dios (que no lo cumplían, según los emperadores, puesto que no admitían la
divinidad imperial), pero como para los romanos el César también era dios, lo
que pedían los cristianos-hebreos era algo contradictorio.
Tertuliano, tan fogoso siempre, fue más lejos, proclamando
que el deber del cristiano era, precisamente, desobedecer tal ley romana.
Comenzarán, pues, las persecuciones, desde la primera, la de
Nerón, hasta la última, la de Diocleciano.
Pero los cristianos aumentaban en número (y me vienen a la
mente “los Hermanos Musulmanes”) y su conducta se hacía notar en la población,
engendrando desconfianza, así que comenzaron los bulos contra el cristianismo
(que si exorcismos y magias, que si bebían sangre romana, que si traían mal de
ojo…) y, naturalmente, cuando ocurría una calamidad (terremotos, epidemias,
sequías,…) se la cargaban a los cristianos, al ser la indignación de los dioses
la causante de las calamidades. Si ellos no los cabreasen…..
El siguiente paso de la comunidad cristiana, cada vez mayor,
y que se sentía más fuerte, fue no sólo calificar a Roma de “Nueva Babilonia”,
propugnando su destrucción, sino que afirmaba que el servicio militar era
incompatible con su fe.
Roma ya no sólo tenía enemigos en el exterior, también en el
interior.
Las persecuciones serían un fracaso porque, entre otras
cosas, Tertuliano afirmaba (lo que sería frontispicio): “la sangre de los mártires
es semilla de cristianos”
El último perseguidor, Diocleciano, un día que estaba
oficiando como Pontífice Máximo, los cristianos que lo rodeaban hicieron la
señal de la cruz.
Azotes, iglesias cristianas arrasadas, sus bienes
confiscados, libros quemados, adeptos muertos,….
Ni esto los arredró sino que, además, difundieron el
convencimiento de que el Señor hacía insensible el sufrimiento de quienes lo
afrontaban en su nombre y que les abría, de par en par, las puertas del cielo
(y me vienen a la mente la actualidad de los suicidas/terroristas musulmanes a
los que les esperan un montón de huríes, esperando ser desfloradas y ellas,
eternamente vírgenes).
El cambio de política, pues, ante el fracaso de las
persecuciones, sería el 311, con el Edicto de Milán y la aprobación de la
tolerancia religiosa.
Y más aún cuando el 380, Teodosio (último Emperador de TODO
el Imperio Romano) declaró al cristianismo como religión oficial del Imperio,
acabando con el apoyo del Estado a la religión romana tradicional y prohibiendo
la adoración pública de los antiguos dioses.
El Cristianismo (que se fue constituyendo como religión
durante los primeros siglos convulsos y que es muy posterior y poco tuvo que
ver con Cristo, a no ser el “nombre”), que surgió en y durante el Imperio
Romano, legítimo detentador del poder político y religioso, con una religión
oficial romana, con base en la Mitología, tras las persecuciones,…. llega a
conseguir el triunfo y, de iglesia perseguida, a única iglesia oficial y, por
tanto, perseguidora.
2.- DUALISMO DE COEXISTENCIA.
Constantino, convencido de la superior moralidad de los
cristianos, de la decencia de sus vidas, en un Imperio que, moralmente, era
inmoral, con la paciencia y la disciplina como virtudes,… ¿por qué no sustituir
a los viejos y corruptos burócratas por los obispos, que demuestran pertenecer
a una clase dirigente mejor?
Constantino comenzó reconociendo a los obispos competencias
de jueces en sus circunscripciones y diócesis (San Agustín ejerció, también de juez
en su diócesis).
Después los eximió de impuestos los bienes de la Iglesia y,
al final, anularía el Edicto de Milán, que garantizaba todas las religiones, en
pie de igualdad, para reconocer la primacía de la católica..
Constantino obraba más como Papa que como Rey, convocando
concilios ecuménicos, entre ellos el de Nicea, con fondos del Estado.
Hizo de mediador entre Arrio y el obispo que lo había
excomulgado y, en general, siempre mediaba entre los contendientes.
Y luego lo de “in hoc signo vinces”, en su bandera. Pero fue
un gran general, un sagaz administrador, un hombre de Estado,…y llevó al
cristianismo, de un secta perseguida a religión “perseguidora”.
Muy bien lo expone San Agustín en su “De civitate Dei”. Las
dos ciudades, la terrena y la celestial, esta vida y preparación para la otra
vida, el Emperador y el Papa, PERO….cuando choquen sus intereses el alma
prevalece sobre el cuerpo, como Dios y el Papa (su vicario en la tierra) sobre
el Emperador. Superioridad del poder espiritual sobre el poder temporal
Toda desviación de la ortodoxia oficial será considerada
“herejía” (desviación) y, por lo tanto, falsa, “prohibenda et condenanda”.
Pero ese Dualismo de Coexistencia (las dos jerarquías, el
“Cesaropapismo”) también implicaba la intervención de los emperadores en
asuntos eclesiásticos (nombrar cargos, convocar Concilios, hasta promulgar
cuestiones dogmáticas).
Fue el Papa Gelasio I, siglo V, con su “Teoría de las dos
espadas”: “Dos son los poderes por los que se rige el mundo: el de los Obispos
y el de los Reyes, PERO….” y fue el que estableció el dualismo cristiano, con
dos poderes diferenciados y mutuo reconocimiento: el poder de la Iglesia sobre
los hombres, en cuanto “creyentes” y el poder del Estado sobre TODOS los
hombres, en cuanto ciudadanos.
Con la invasión de los bárbaros Roma, que ya estaba
descompuesta, se descompuso aún más, y no supo reaccionar, pero quien estaba
perfectamente organizada era la Iglesia, que aprovechó la ocasión.
La Iglesia llenó el vacío de poder y de la cultura durante
la Alta Edad Media.
Sus cometidos y responsabilidades eran las propias de los
señores feudales pero, teóricamente, sometidos al Emperador.
Poco a poco pedirán la independencia y la libertad de tutela
de los emperadores.
Con la coronación de Carlomagno como Emperador de Occidente
(año 900) se revive la idea de “Imperio Romano” (de Occidente. El de Oriente,
con Constantinopla/Bizancio como capital, iba a su aire, independiente de Roma,
con sus Patriarcas y su “religión ortodoxa).
El Papa y el Emperador eran las dos figuras supremas del
orden social, con dos funciones distintas, en ambos órdenes, secular-temporal y
espiritual.
Pero el Papado, ateniéndose al texto de San Pablo de que
“Todo poder proviene de Dios” y que el Papa es su Vicario y la Iglesia la
depositaria, en la tierra, tendría que dar el “visto bueno” a la coronación
como emperador, para poder ser considerado legítimo y siendo, desde ese momento
una de las misiones del Emperador “defender y proteger” a la Iglesia y a la fe
cristiana, incluso persiguiendo a sus enemigos allí donde se encuentren.
Así, del Dualismo de Coexistencia se pasa al
3.- DUALISMO SUBORDINACIONISTA
Toda la Edad Media viene traspasada por este esquema, con la
preeminencia del poder espiritual respecto al poder temporal o civil.
Tanta es la compenetración Cristianismo-Sociedad que tendría
que haber choques (y los hubo) entre ambos.
Por si ello fuera poco la Iglesia esgrimía un documento, el
de “La donación de Constantino”, por el que los pontífices vienen legitimados a
una misión secular y temporal en sus Estados Pontificios.
El conflicto surgirá en el siglo XI, con la querella de “las
Investiduras”, en que se enfrentarán Enrique IV de Alemania y el Papa Gregorio
VII.
El Papa tenía que batallar en los dos frentes: en el
interior, con la corrupción del clero, y en el exterior, con las pretensiones
del Emperador germánico.
(La excomunión, el desconcierto de los fieles, obligados a
no obedecer a un Rey excomulgado, la indefensión del rey ante sus súbditos, la
peregrinación a Canosa para pedir perdón y que se le levantara la
excomunión,…..)
Mientras en Oriente sigue el “cesaropapismo” en Occidente se
impuso el “hierocratismo”, llegando a su plenitud en el XII y XIII.
Supremacía del Pontificado. La Iglesia podía intervenir en
asuntos de Estado por la “Potestad indirecta “ratione peccati”.
Terminará con el Concordato de Worm (1.122), por el que el
Emperador renuncia a nombrar cargos eclesiásticos.
4.- DUALISMO TEOCRÁTICO.
La Iglesia acepta el dualismo de poderes, la independencia
del poder civil PERO…reivindicando la potestad “indirecta” del Papa “in
temporalibus”, lo que fundamentaba el Derecho de Traslación, es decir, poder
transferir el Imperio a otra persona o a otro pueblo cuando los electores no
eligieran un candidato digno, o cuando el Emperador no cumpliera su obligación
de proteger y defender a la Iglesia o en el caso de perseguirla y atacarla.
Llegó aún más lejos ante/con Federico II al proclamar la
teocracia plena reivindicando la “plenitudo potestatis” en todos los dominios.
Era Papa Inocencio III, que se consideraba “Emperador
espiritual de la Cristiandad”.
La soberanía es indivisible, por lo tanto el Pontífice tiene
autoridad absoluta tanto en lo espiritual como en lo temporal.
Tiene, pues, Derecho a examinar y a aprobar a la persona
elegida para ocupar el Imperio.
El Emperador recibe del Pontífice la unción, la consagración
y la corona.
Pero cuando, en la baja Edad Media, empieza a conocerse el
Derecho Romano y, después, La Política de Aristóteles, los partidarios de
Federico II (averroístas) vuelven a la carga con el objetivo de conseguir la
separación de poderes y la secularización completa del poder político.
Posteriormente el conflicto será entre Felipe el Hermoso y
Bonifacio VIII, entre los legistas reales y los canonistas pontificios, y la
teocracia se atenúa.
Y después llegará Luis de Baviera y Juan XXII, acentuándose,
cada vez más, la tendencia laicista.
La crisis llegaría por el desprestigio del Papado y el
reforzamiento del poder de los príncipes, ya en el siglo XIV y XV, donde van
consolidándose las monarquías absolutas o estados modernos.
También la llegada de la Reforma Protestante (Lutero y
Calvino), contra el Papado, fue un apoyo indirecto a los príncipes.
Allí estaría Guillermo de Ockham (Occam) y Marsilio de
Padua, el “defensor pacis”, atacando a la supremacía pontificia y defendiendo
la autonomía del poder civil como un estado organizado, con fines y medios
propios, libre de toda intervención exterior, ajena.
De Marsilio de Padua se derivan las teorías democráticas y
naturalistas del Renacimiento.
La ola sigue con las guerras de religión (católicos vs
protestantes) llegando a la Paz de Westfalia (1.648) con el principio “cuius
regio eius religio”, es decir, cada príncipe puede imponer su religión a sus
propios súbditos, prohibiendo todas las demás, constituyendo “estados
confesionales”, lo que conlleva, muchas veces, “intolerancia religiosa”.
En las Monarquías Absolutas Católicas, teóricamente, se
instala el dualismo de poderes pero, realmente, el poder civil controla la vida
de la Iglesia.
Es el sistema denominado “regalismo”, es decir, Derecho
divino del poder real y de aquí la intervención del monarca en asuntos de la
Iglesia (nombramiento de obispos , el “pase regio” (ningún documento procedente
de la curia romana podría publicarse o ejecutarse en el reino, sin el Visto
Bueno del Rey), poder someter a juicio de los tribunales del Rey las sentencias
de los tribunales eclesiásticos,…)
5.- EL YUSNATURALISMO (IUSNATURALISMO)
(En otro documento)
(Ya en la Ilustración se aprobará la Libertad de Religión,
que quedará recluida en cada individuo, como un asunto privado.
(Luego habrá que esperar al Estado Liberal, en el que la
separación se aplicará en cada país a su manera, según sus tradiciones.)
(Los modelos posteriores serán: confesional,
pluriconfesional, aconfesional, laicos.