1.- Quienes ven el Renacimiento como una ruptura con la Edad
Media, con la nueva simiente esparcida, y
2.- Quienes lo ven como la culminación de la Edad Media, en
la que ya estaba la simiente y sólo tuvo que germinar.
Pocos acontecimientos históricos han levantado tantos
pareceres y tan distintos y hasta contradictorios.
Desde los elogios más desorbitados (como el mío), por los
logros conseguidos a pesar de la oposición de la Iglesia, hasta los improperios
excesivos (provenientes, sobre todo, por las órdenes religiosas tomistas, como
los dominicos) que sólo ven en él riqueza virtual, no nueva.
Y es verdad que se corre el peligro de enjuiciar el
Renacimiento desde sólo una de las múltiples facetas que encierra, loándolo o
vituperándolo, y perdiendo de vista y desatendiendo el conjunto, ya que son
muchos los aspectos que se dan, durante estos siglos, tumultuosos y
desbordantes de vitalidad, en que se fragua la orientación cultural de la Edad
Moderna.
El ángulo de visión elegido, el enfoque, condiciona la
mirada y lo visto.
Además de que cada nación tiene su enfoque particular, de
manera que ha llegado afirmarse, no sin cierta razón, que “no hubo un
Renacimiento, sino varios Renacimientos”.
En Italia el Renacimiento aparece como una resurrección de
su propio pasado.
Pasado que nunca fue presente en las demás naciones. En cada
país reviste caracteres distintos.
Incluso el Renacimiento italiano contribuyó, en Italia, a
reforzar el sentimiento nacionalista y la resistencia a nuevas corrientes.
Si bien no puede negarse que hay algunos elementos comunes:
1.- La estima y estudio crítico de la antigüedad clásica,
con la aparición de numerosas obras grecorromanas, bien desconocidas, bien
conocidas pero a través de unas deficientes traducciones, que llegan a Europa
(Italia) con la diáspora de los intelectuales ante la avalancha turca, con la
caída de Constantinopla (1.453) y algo antes, con ocasión del Concilio de
Florencia (1.439)
2.- El aprecio por las formas bellas.
3.- El individualismo. Quien vale, vale. El mérito ya es
propio. Ya no vale pertenecer a una clase, a un grupo, a un gremio, donde, la
pertenencia a la misma suele diluir la valía de alguien concreto
4.- La exaltación de la naturaleza humana y concepto
naturalista de la vida. Pérdida del sentido religioso medieval. Del
teocentrismo se pasa al antropocentrismo o humanismo, con las consiguientes
profundas modificaciones políticas, sociales, económicas,…. El Imperio
cristiano cede ante el avance del nacimiento de los estados modernos. La
escalada de la burguesía, desbancando a la aristocracia, no cesará hasta
triunfar en la Revolución francesa. El capitalismo y los banqueros prestamistas
a los estados desbancan a los Montes de Piedad de la Iglesia.
5.- Humanismo, en el sentido ético del vocablo, no sólo
lingüístico.
6.- Enciclopedismo en la cultura.
7.- Espíritu de libertad, en todos los órdenes. También en
defensores de sistemas filosóficos distintos:
a.- Restauradores del pensamiento antiguo grecorromano
(platónico, aristotélico (cristiano-averroísta-alejandrino) así como el
Epicureísmo, el Estoicismo y el escepticismo.
b.- Renacentistas escolásticos (F de Vitoria y F. Suárez).
c.- Creadores de nuevos sistemas filosóficos (el ecléctico español
Juan Luis Vives y, sobre todo, los grandes creadores Nicolás de Cusa y G.
Bruno.
d.- Teóricos de la sociedad y de la política Thomas Moro y
Maquiavelo).
e- Teósofos Cornelio Agrippa y Paracelso.
8.- Fe en el progreso de la humanidad.
9.- Los descubrimientos geográficos y astronómicos amplían
el panorama visual, en superficie y en vertical, pasando de la sociedad cerrada
medieval a una sociedad abierta. Y no sólo espacialmente, también se descubren
nuevas formas de vida y de conducta.
10.- El poder de los papas sufre notables recortes, no sólo
en el terreno espiritual, con los nuevos movimientos reformistas, sino en el
terreno temporal, cuando Lorenzo Valla, el gran humanista italiano, demuestra
la falsedad de la hasta ahora esgrimida “Donación de Constantino”, según la
cual el poder temporal de los papas se basaría en una regalo, en una donación,
en un testamento, en una escritura de propiedad que nunca existió.
Lorenzo Valla, en 1.440, tras un análisis lingüístico del
texto, concluye que el texto incorpora giros idiomáticos y palabras que no
existían en el latín de los años finales del Emperador Romano Constantino.
El texto incluía, además, la palabra “feudo”, concepto
desconocido en Europa a inicios del siglo IV.
Se suponía que la Donación de Constantino habría sido escrita
alrededor del año 300.
Posiblemente sería escrito hacia el año 750. Cuando el Papa
Esteban II debía negociar con Pipino el Breve, rey de los francos, para que
dicho monarca asegurase al papado un territorio propio, en Italia, dende
ejercer autoridad gubernamental.
El Papa convalida que Pipino usurpe el trono de Francia y derroque a la legítima
dinastía merovingia a cambio de que Pipino le correspondiese con lo exigido por
el Papa.
El Documento será presentado como argumento legal con el que
sostener los Derechos papales a gobernar vastas regiones de Italia.
El Papa Silvestre I habría obtenido, de Constantino, la
ciudad de Roma y sus alrededores.
Es más, Constantino, pondría en sus manos el Imperio Romano
de Occidente así como territorios adicionales (Grecia, Judea, Tracia, Asia
Menor, África,..)
El documento fue mencionado, por primera vez por Adriano I a
Carlomagno (siglo X).
Posteriormente, en el siglo XI, ante Miguel Cerulario,
Patriarca de Bizancio, para que reconociera la sumisión de Bizancio a Roma.
11.- La aparición de la Ciencia Nueva, enfrentada a la
ciencia antigua o aristotélica, sobre todo en los dos campos: a.-el
astronómico, con el heliocentrismo de Copérnico, defendido por Galileo, contra
el geocentrismo aristotélicoptolemaico, tan defendido por la Iglesia, más
acorde con la interpretación del Génesis y b.- el físico, iniciado en la
Escuela Occamista y llevado a la cumbre por Galileo frente a la física
(¿metafísica?) aristotélica, con el uso de dos métodos científicos radicalmente
distintos (como hemos ampliado en otros artículos).
12.- Filosóficamente va en aumento el desprecio por el
pensamiento y la filosofía medievales (lo que no obsta para que siga habiendo
una Escolástica Renacentista).
“Los
humanistas del siglo XV hundieron a la Edad Media en el desprestigio. Prendados
de la antigüedad clásica, tildan de bárbaros a los siglos que los separan de
los griegos y romanos. El término mismo de “Edad Media”, es decir, “tiempo
medio o intermedio” entre la antigüedad y su propio tiempo, es una designación
de pobreza, que entraña un sentido peyorativo. Todos los factores de la
civilización medieval son despreciados: su arquitectura se califica de
“gótica”, lo que para el clasicismo italiano es sinónimo de “bárbara” (goda).
Se repite que la Edad Media ignoró el amor a la naturaleza y el sentimiento de
hermosura. Otros afirman que la Edad Media no conoció ni la libertad de pensar
ni el respeto a la personalidad.
La filosofía
tampoco escapa al sarcasmo de los humanistas. La ridiculizan Erasmo y Vives y
los reformadores del siglo XVI robustecen estos prejuicios y dan al epíteto
“escolástico” un sentido denigrante.
Alguno llegará a decir que era “una filosofía enseñada en
mal latín, que abusa del silogismo y se pierde en sutilezas y frivolidades”.
O, todavía más, “una filosofía esclavizada a Aristóteles,
pero sin entenderlo”.
1.- Los que interpretan el Renacimiento como ruptura con la
Edad Media, como un salto, suelen verlo como una vuelta al ideal pagano del
hombre, anterior al cristianismo (Goethe, Hegel).
El hombre renacentista adquiere conciencia de sí mismo como
valor autónomo, sin referencia ni dependencia de nada trascendente.
Habrá, pues, que estrujar la vida para sacarle todo el jugo
posible. Nada de “muero porque no muero”. El hombre renacentista no quiere
morir, sino vivir, mucho y bien. Está a gusto en esta vida, no añora la que
dicen que hay tras la muerte.
Busca el retorno a la naturaleza, se recrea en el
sentimiento de la belleza, con la exaltación de la fuerza, de su poder, con el
deseo y la alegría de vivir.
Sería renovar el naturalismo pagano (no anticristiano) de
griegos y romanos que triunfaría sobre el sobrenaturalismo del cristianismo
medieval.
Acentúa su individualismo. Se ve y se capta libre, crítico y
laico.
Su ideal de vida es puramente natural, subjetivo,
individual, sin tener en cuenta ni someterse a norma religiosa alguna y menos
si tiene que ver con la Iglesia como Institución, tan predicadora de virtudes y
tan practicante de vicios.
A todo ello contribuye el humanismo, mediante el cultivo de
las letras grecorromanas que, prendidas en sus significantes, presentan sus
significados.
2.- Los que Interpretan el Renacimiento como término y
culminación de la Edad Media y, al mismo tiempo, como principio y pórtico de la
Edad Moderna.
Siendo ambos, Renacimiento y Edad Media, dos cosas
distintas, no son contrapuestas ni antitéticas, sino que el primero es el
resultado de un proceso gradual y no de un salto mortal, de una ruptura brutal.
La semilla ya estaba puesta y lo único que ha pasado es que,
ante la presencia de muchas y variadas circunstancias ha germinado.
Las raíces ya estaban, ahora, con el abono de las novedades,
el proceso histórico desemboca en la aparición de los frutos.
Hay que cosas que permanecen, aunque muchísimas cosas
cambien.
El hombre medieval y el renacentista mirarían las mismas
cosas, pero con ojos y perspectiva distintos.
Cicerón será el mismo para todos pero San Ambrosio y Erasmo
veían cosas distintas.
Pero el Renacimiento no sería una simple transición entre
las dos Edades, Media y Moderna. Dos siglos largos son demasiada transición.
Hay valores propios y extraordinarios en el aspecto
artístico, político y social, abriendo y transitando por nuevos caminos.
Religiosos, sin duda, pero también, y sobre todo, científicos (Física.
Astronomía, Matemáticas, Biología, Derecho, Política,….
El concepto peyorativo de “Edad Media” proviene no sólo de
los humanistas, también de los protestantes, pero sobre todo de los filósofos
ilustrados, llegando, incluso, hasta hoy mismo.
Es la vida, pero es la vida frente a la muerte o al letargo
medieval.
Después de 1.000 años de sopor y “barbarie”, de morir en
vida, “re-vivir la vida”.
Los puyazos de Erasmo, de Nebrija,…siempre son calificados
de “barbarie”.
Pero, cabe preguntarse, ¿la meta a conseguir, por los
renacentistas, es re-vivir la vida que vivieron griegos y romanos? ¿Es que la
vida de ambos pueblos fue una vida en plenitud? ¿Era resucitar una forma
fenecida de cultura o era, sobre todo, por no haber estado contaminada de tanto
cristianismo y, así, sacudirse y rechazar la vida y la cultura medievales?
¿No sería un “sueño”, fruto tan sólo de una mente
calenturienta, ese “ideal pagano” a resucitar?
Se suceden, sobre todo en los siglos XVIII y XIX, y se
insiste en las antítesis razón-fe, civilización-barbarie, libertad-tiranía,
democracia-teocracia, ciencia-superstición, ilustración-ignorancia, tolerancia-inquisición,
laicismo-religiosidad, individualismo-clasismo, antropocentrismo-teocentrismo,
sentido estético-insensibilidad estética, alegría-tristeza, placer-ascetismo,
exuberancia-pobreza, libertad-sumisión (al Estado y a la Iglesia), yo-Dios.
Serían dos mundos distintos, basados en dos principios
distintos: dogma cristiano y obediencia frente a paganismo y libertad.
¿O habrá que “relegar a la leyenda la historia de un
Renacimiento del pensamiento que sucede a siglos de profundo sueño, oscuridad y
error” –como afirma E. Gilson en su “Filosofía de la Edad Media”?
¿Están íntimamente vinculados y sólo precisa un tiempo para
que se desarrolle un proceso cultural que ya prepara y desemboca en el
Renacimiento?
¿Todas las contraposiciones, antítesis, arriba expuestas,
son sólo productos de unos prejuicios a priori?
¿Es el Renacimiento, como estamos insistiendo, sólo término
y culminación de la Edad Media y nada de salto ni fractura y, al mismo tiempo,
preludio y principio de la Edad Moderna?
De que es una “época nueva”, nadie lo discute, pero ¿también
es un “comienzo absoluto”?
¿Procede este fruto de aquellos gérmenes o son nuevos
gérmenes?
En definitiva: ¿Continuismo o rupturismo?
¿Es, “el poverello de Asís” la simiente, como algunos dicen
y Lutero y la Reforma son los frutos?
¿El Renacimiento es una mirada y una vuelta al pasado o es
una mirada hacia el futuro?
¿Es un “regreso” o un “progreso”?
El Protestantismo, enfrentada a la Iglesia de Roma ¿propició
más libertad religiosa?
“Ubicumque regnat lutheranismus, ibi litterarum est
interitus” – afirmaría el gran Erasmo.
¿Habría dos humanismos: uno cristiano (el de los hermanos de
la vida común) y otro de tendencia anticlerical (erasmismo)?
Hubo, como algunos mantienes, tres corrientes: a.- Síntesis
de lo natural y lo sobrenatural (Cusa, Ficino, Suárez…), b.- Predominio de lo
natural (Bruno, Telesio, Leonardo, Galileo), y c.- Predominio de los
sobrenatural (Protestantismo)
¿Tiene que ver el movimiento religioso del Renacimiento con
el movimiento religioso de los franciscanos, los espirituales?
¿Tiene que ver, algo, al menos, el humanismo como una
reacción del sentido cristiano frente a los extravíos heterodoxos del
naturalismo averroísta del siglo XIII?
¿Es el Humanismo una anticipación del Renacimiento?
Resumiendo:
1.- Humanismo y Renacimiento
son dos cosas distintas. El Humanismo es un episodio dentro del
Renacimiento, de carácter predominantemente literario, filológico y erudito,
cuyo interés se centra, sobre todo, en la recuperación e imitación de las
bellas letras de la antigüedad, lo que no debería implicar anticristianismo.
2.-El Renacimiento ocupa un campo muchísimo más vasto que el
Humanismo. Es un largo período de profundas transformaciones, en todo los
ámbitos: en lo social, en lo político, en lo artístico, en lo ideológico,…y en
lo individual.
3.- ¿Debería, pues, insistirse, en la Contraposición o en la
Continuidad, tanto en lo religioso como en lo filosófico?
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