El conocimiento no es un espejo límpido en el que se
refleje, exactamente, lo que tiene delante.
El espejo humano del conocimiento, el de cada uno, siempre
está tintado, de un color o de otro, más limpio o más sucio, coloreado con
influencias biológicas distintas, y lingüísticas, sociales, individuales,
irracionales, interesadas,…distintas. Más o menos empañados con unos u otros
prejuicios.
Con ese espejo, cada uno de nosotros, nos asomamos y vemos
la realidad, no como ella es, sino como somos nosotros.
La discusión, pues, está servida y es necesaria. La total
unanimidad es imposible.
Podemos sentenciar que no existen dos espejos de conocer
iguales.
Cada uno ve lo que hay según el tipo de espejo que es.
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