“En el pasado han coexistido, sobre la tierra, numerosas
culturas diferentes y muchas de ellas todavía perviven en nuestros días,
aunque, en general, como fenómenos residuales, en vías de extinción.
En efecto, a partir del siglo XVII se han desarrollado en
Europa Occidental unos nuevos elementos culturales –la ciencia, la tecnología,
la industria (en el sentido moderno de estas palabras)- que, al mismo tiempo
que han vaciado a la cultura en que surgieron de gran parte de su antiguo
contenido religioso, político y moral, le han proporcionado un dinamismo y una
eficacia incomparables. Por ello hemos asistido en los dos últimos siglos a un
progresivo e imparable proceso de aculturación ecuménica, en que todos los
pueblos del mundo han dado entrada –de mejor o peor gana, según los casos- en
sus propios sistemas socioculturales a crecientes proporciones de esta cultura
“Occidental”.
Occidental de un Occidente que, en cualquier caso, incluye
Rusia, China, Australia y Japón, claro está”
J. Mosterín, “Racionalidad y acción humana”.
Cuando tanto se insiste en “respetar las culturas” ¿se está
apostando por gobiernos no democráticos sino religiosos dictatoriales, asentados
en tabúes, en tradiciones por ser tradiciones, aunque se opongan radicalmente a
los Derechos Humanos, por prácticas morales ancestrales, por chamanes y gurúes,
por magos, por la ínfima consideración de la mujer como objeto de placer y
paridora de hijos, pero sin libertades, con exclusiones del ámbito social,……?
¿Puede/debe estar la sociedad civil engullida por una
religión, la que sea, en detrimento de la Razón y la Tecnología?
¿Y las vacunas, y la alimentación, y el agua potable, y el
control de natalidad, y la cultura laica,…..?
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