domingo, 30 de septiembre de 2018

CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN ( y 5) LOS EPÍGONOS


LOS EPIGONOS

Todo cénit generacional (Unamuno) va precedido de unos precursores y de unos epígonos, como la vertiente de subida y la de bajada en el pico de la montaña.
Ya nos hemos referido a Ganivet, como precursor de la Generación del 98, nos resta escribir sobre los epígonos, la “nómina menor del 98”, los que no están a la altura de los de la “nómina esencial”, ya descrita, los que simplifican el mensaje de los principales del 98.

El más representativo de los epígonos es Eugenio Noel, porque la Generación del 98 no fue sólo una generación literaria sino todo un ambiente de la época, y en esto si contribuyeron los epígonos.

Los impulsos reformistas del regeneracionismo necesitaban un cambio de mentalidad, una nueva conciencia, una transformación de la actitud de los españoles, y ahí estaban los epígonos, entre los que habría que contar con Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero, Wenceslao Fernández Flores, Julio Camba, el pintor Gutiérrez Solana…

El “problema de España” va ser un “nacionalismo ideológico basado en el casticismo, mirando al pasado para buscar allí su esencia, cayendo en una especie de narcisismo, de “nacionalismo pintoresco”.

EUGENIO NOEL (nombre literario de Eugenio Muñoz Díaz, en un madrileño que moriría en Barcelona en 1.936)

Conferenciante que recorre España y articulista y siempre combatiendo el flamenquismo y apostando por los héroes de la ciencia o del progreso.
Azorín lo elogia y Unamuno lo alaba: “reconforta el corazón ver que aún no se ha desvanecido el alma de Dos Quijote”.

Los hombres del 98 ven en él a un abanderado del progresismo y del europeísmo y que será real cuando desaparezca la raíz que los ahoga: el flamenquismo.

Va predicando por medio mundo Europa, África, América) no sólo su antiflamenquismo sino también su pasión antitaurina.
Posee una amplia obra literaria: novelas románticas, su preocupación cientifista frente al mito de la religión y los ensayos o artículos polémicos.

Él no se ve como de la Generación del 98, alaba a Costa y se ve como un médico ante su patria enferma, considerándose su redentor.
Igual que Cervantes, con su libro de caballería, acabó con los libros de caballería él se considera el aniquilador de las corridas de toros (foco de infección del flamenquismo), lo que es una manera de cumplir con el programa de Costa: “echar siete llaves al sepulcro del Cid”.

El programa reformista y regeneracionista le lleva a dar primacía al valor ético y moral de la literatura frente a su componente estético, pero con la preocupación del problema nacional y de investigación científica.

Es tal su actitud crítica ante estos problemas que algunos lo considerarán como un “antipatriota” y la persona que mostraba ser lo que fuertemente criticaba.

Muchos criticaron su ambivalencia: “daba una fiesta de toros, al revés, era el antitorero, pero tan flamenco como un torero” –dice de él Gómez de la Serna.

Su ideología (ya lo hemos indicado antes) es el antiflamenquismo y el tema antitaurino.

Todo empezó con la batalla de Villalar, en 1.521. ¿Por qué la parte de España no castellana no ayudó a Castilla contra la dominación carolina? ¿Por qué abandonaron a Castilla? Así el despotismo venció a muy bajo precio y se perdió el genio entero de la raza. Así se produjo el divorcio entre el Pueblo y el Estado.
¿Dónde quedaron los valores de la ciencia, de la cultura y del progreso?
Todos los males de la sociedad española tienen una cabeza: el flamenquismo, así que si amputamos la cabeza los males desaparecerán como por ensalmo.

Monta una campaña antiflamenca con el proyecto de constituir una Orden de Predicadores Laicos para luchar contra el fanatismo de las órdenes y asociaciones religiosas, predicando el espíritu científico y los valores del progreso, implícitos en un laicismo combativo.

Tenemos que ser capaces de convertir el fanatismo religioso en un fanatismo laico.

Igualmente mordaz es su crítica contra el majismo ibérico (el matón, el bandido, el gitano, el señorito) pero el núcleo mismo de todo este majismo y flamenquismo son las corridas de toros.

A intentar acabar con ellas porque ellas son el foco infeccioso que va a propagar la enfermedad al resto del organismo social.
“La cuestión de los todos –dice –se ha tomado a broma en España por los pensadores y por los historiadores. Unos y otros se molestaron siempre cuando se les hacía notar que la desmedida afición española a sus fiestas taurinas encerraba nada menos que la sustancia del carácter nacional”.

Es triste que hoy día, en el 2.018 todavía se la siga denominando la “Fiesta Nacional”

El espectáculo es inmoral.

Es exquisito su detallismo.

En un país en que se trabaja poco, reina la incultura, se desconoce el valor de la tierra, se despilfarra el dinero y se mantienen improductivas las fuentes de riqueza es inmoral que existan (según sus cálculos) 396 plazas de toros, en las que se dan 872 corridas y a las que asisten 7 millones de espectadores.

“En esas orgías se matan 4.396 toros, cuyo valor es de 5. 318.000 pesetas, y 5.618 caballos que fenecen entre los más espantosos e inmerecidos martirios. De divertir a tal gente y de tal modo se encargan 62 matadores de alternativa y 324 novilleros, con 1.144 cuadrilleros de oficio, que cobran cerca de 4 millones de pesetas”

Este abandono de la conciencia social de un pueblo es grave pero es más grave aún la función psicológica que las corridas representan para el español medio, puesto que se ha convertido en un medio vicario de realizar sus ideales de grandeza.

“Como está en su médula de estirpe ser siempre grande, ideal, aventurero, primero en todo, hasta en las torpezas, nuestro pueblo, derrotado por el estudio progresivo de las demás naciones, acorralado por la ciencia contemporánea, quiere mentirse un valor y una significación equivalente a su poder pasado, a su legendaria historia”

Los grandes toreros resultan ser la expresión de los antiguos héroes de la legendaria historia española (descubridores, conquistadores, capitanes).
Ser un gran torero es su ideal evadiendo cobardemente la triste y mísera realidad que le rodea.

Joselito y Belmonte eran más que toreros, eran “semidioses”.

“El pueblo va a los toros a fingirse que es, aún, un pueblo valiente y digno de su historia, pero nosotros le descubrimos que no son gigantes sino molinos de viento, que los picadores no son los lanceros de Farnesio, ni los banderilleros los tercios de Espínola; nosotros decimos al pueblo que es pobre, muy pobre y que sólo salva de la bancarrota el ahorro; nosotros le confesamos que es un crimen la diversión cuando ha de trabajarse sin cesar en la regeneración de una raza que se pudre roída por la sarna”

El torero se les aparece como encarnación del valor militar corrompido y de aquí el valor simbólico del trajetorero: un traje de luces, “que tiene el poder de despertar nuestros instintos heroicos y destinos históricos”

El valor viene representado por el Traje de Luces, que es el Traje por excelencia, y no por el Traje Flamenco.

El torero es el prototipo de los valores nacionales en su degeneración actual.

Este rechazo a los toros era compartido por los integrantes de la Generación del 98.

Para Unamuno, por ejemplo, “los más exaltados taurófilos se encuentran entre los católicos militantes…y es reaccionario mantener la afición…. mientras la gente discute la última estocada de Pavito…. “Panem et circenses” era una de las máximas de la política de los emperadores romanos y nosotros la hemos traducido por “pan y toros”

Es doloroso. Barbarie del espectáculo de sangre…pidiendo más caballos…el torero moribundo…pero que el espectáculo continúa.
“Y la afición al toreo se da la mano con la flamenquería, la chulería, y aún con otras cosas peores”.

“El toreo es la degradación del concepto de valor en la vida de la sociedad. No es aceptable que los peligros de la vida han de afrontarse como los cuernos del toro, con habilidad, con el engaño” –sentencia Azorín.

El ambiente taurino crea un ámbito de espiritualidad.

Lo que vale es el valor-fuerza, no el valor-inteligencia, no el valor-altruismo, cuando debería ser lo contrario.

Pero lo que pasa con Noel es que sabe tanto de toros, lo explica tan bien, se regodea tanto en los detalles, que parece que está invitándote a lo que quiere que te opongas.

Los miembros de la Generación del 98, que se consideran liberales, progresistas, modernos y abiertos recaen en lo mismo que quieren combatir: una delectación narcisista en lo castizo, lo popular, la tradición.
La renovación literaria, la estética nueva, les hace parecer diferentes pero, en el fondo, no lo son. El casticismo, del que todos participan en alguna manera es la pantalla ideológica que produjo semejante espejismo






CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN ( 4)




¿Cómo ser fieles a la tradición e incorporar los valores de la modernidad?. ¿Cómo poder ser europeo pero sin dejar de ser español?.
Es lo que se propone Unamuno en sus primeros ensayos, posteriormente recogidos en forma de libro: “En torno al casticismo”.

“Castizo” deriva de “casta”, como “casta” deriva de “casto” “puro”.
“Castizo es todo aquello que es fiel y representativo de la “casta” propia, de la pura casta, raza pura, íntegra, sin mezcla alguna de elemento extraño.
Lo “castizo” se estima como una cualidad excelente y ventajosa, de ahí el prejuicio que se enquista, fuente de errores y engaños al creer que las razas puras son superiores a las razas mixtas, cuando está demostrado, en animales y personas, que el cruzamiento de razas diferentes es fuente de nuevo vigor y de progreso.

A Unamuno le preocupa la opinión de muchos de que la invasión de elementos culturales extraños que van extranjerizando nuestra cultura y “zapando nuestra personalidad nacional”.
Hay, pues, un peligro de adulteración para nuestros valores castizos, lo que les lleva a defender un exclusivismo cultural.
Unamuno se opone a esta opinión, porque sólo puede conducir a una endogamia involutiva y les dice: “querer enquistar a la patria y que se haga una cultura lo más exclusiva posible, calafateándose y embreándose a los aires colados de fuera parte del error de creer más perfecto el indio que en su selva caza comida, la prepara, fabrica sus armas, construye su cabaña, que al relojero parisiense que, puesto en la selva, moriría acaso de hambre y de frío”.

Pero la postura de Unamuno no es un simple rechazo del exclusivismo casticista.

Se pronuncia sobre la polémica expresión “ciencia nacional” (polémica entre Menéndez Pelayo y los krausistas) rechazándola de modo tajante: “la ciencia no tiene nacionalidad” pero como cada pueblo o nación es como es, uno da preferencia a una rama de la ciencia mientras que otro pueblo o nación tiene preferencia por otra rama o por otro método científico.
“La ciencia no se da nunca pura” pues siempre lleva en sí algo de pre-científico, sub-científico o intra-científico y “este algo va teñido de materia nacional. Y es en ese algo donde tiene sentido insertar una reflexión sobre el casticismo.

Distingue entre “historia” e “intrahistoria”, siendo la primera los sucesos y acontecimientos del diario vivir, su acontecer superficial y la segunda el fondo misterioso, profundo e inconsciente del que brota lo anterior.

Las olas con su rumor y su espuma, la superficie del mar y, por otro lado, el fondo del mar, silencioso y continuo, éste es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, la vida intra-histórica, frente a la que aparece en los periódicos y en los libros, en los monumentos y en las piedras.

Tradición eterna o intra-histórica versus tradición temporal o histórica.

Es en el fondo del presente donde hay que buscar la tradición eterna, en las entrañas del mar. Y ésta debe ser la misión de los intelectuales y guías de los pueblos.
En el fondo del presente vivo no en el pasado muerto.

La individualidad que se ve frente a la personalidad que se es, su exterior frente a su interior, lo español y diferencial frente a lo humano y general.

“La humanidad es la casta eterna, sustancia de las castas históricas, que se hacen y se deshacen como las olas del mar; sólo lo humano es eternamente castizo”.
Pero para hallar lo humano-eterno hay que romper lo castizo temporal y ver cómo se hacen y se deshacen las castas, cómo se ha hecho la nuestra y qué indicios nos da de un provenir su presente.
Su punto de partida es la lengua, la lengua castellana y, desde aquí a España.
“Castilla es la verdadera forjadora de la unidad y de la monarquía española”.

Una vez más, el mito de Castilla, que sirve de aglutinante a la generación del 98.

Y si lo castellano es lo castizo habrá que ir a buscar en la literatura castellana las posibilidades de la regeneración nacional.
Y ahí está el teatro de Calderón, la filosofía castellana, la mística, el humanismo renacentista.

Y a la presión exterior oponen la voluntad desnuda, la de Schopenhauer.

El determinismo geográfico de Castilla, la tierra como una inmensa plancha seca y todo el amplio cielo azul sobre ella.

“!Ancha es Castilla¡ -dice ¡Y qué hermosa la tristeza reposada de ese mar petrificado y lleno de cielo¡

“Esos hombres castellanos, esa casta tostada por el sol y curtida la piel por el frío, producto de una larga selección por las heladas de crudísimos inviernos y una serie de penurias periódicas, hechos a la inclemencia del cielo y a la pobreza de la vida…esa castiza alma castellana…con su única filosofía: la mística, en que alma y Dios se funden en una unidad indisoluble”.
Esta mística que no es ciencia sino…ansia de sabiduría divina.

Castellanos, “conquistadores, mal avenidos al trabajo”

“No hay idea más satánica que la de la auto-redención; los hombres y los pueblos se redimen unos por otros”.

A España le ocurrió lo que a todos los pueblos, que “en sus encerronas y aislamientos hipertrofian en su espíritu colectivo la conciencia histórica a expensas de la vida difusa intra-histórica que languidece por falta de ventilación….hay pueblos que, de puro mirarse el ombligo nacional caen en sueño hipnótico y contemplan la nada”.

Esto es lo que le ha ocurrido a España. Por lo tanto la solución es: “abrir de par en par las ventanas al campo europeo para que se oree la patria. Tenemos que europeizarnos y chapuzarnos en pueblo. El hondo pueblo, el que vive bajo la historia, es la masa común a todas las castas, es su materia protoplasmática; lo diferenciante y excluyente son las clases e instituciones históricas, y éstas sólo se remozan zambulléndose en aquél… fe en que siempre seremos nosotros, y venga la inundación de fuera, la ducha”.

Todos los pertenecientes a la Generación del 98 están de acuerdo con el casticismo de Unamuno (aunque sólo éste lo ha expuesto expresamente). Todos quieren ser castizos. Todos quieren mantener los valores más valiosos de la tradición española, pero todos son críticos respecto a la decadencia nacional y respecto al pasado que trajo esta decadencia.

No les gusta esta España y desean, quieren cambiarla.

“Amamos a España porque no nos gusta” es una especie de enseña generacional que identifica a todos y viene a resultar una peculiar forma de nacionalismo.

El fenómeno “casticista” es una forma de nacionalismo.

La Generación del 98 ha sido la primera a la que puede considerarse nacionalista de un modo pleno y cabal.

El empujón napoleónico de comienzos del XIX arrumba el aparato de las monarquías europeas tradicionales y pone en marcha el principio de la soberanía nacional sobre el que se construirá el edificio de las nuevas naciones europeas.
España fue una adelantada PERO le faltaba el estrato social apropiado: una burguesía liberal sólida que le permitiera consolidarlo, primaban, todavía, los intereses teocráticos, señoriales y autoritarios del Antiguo Régimen.
Sólo al final del siglo, cuando el crecimiento burgués empieza a ser menos precario en el seno de la sociedad española parecen afirmarse las posibilidades de una España nueva, una España moderna.

El hecho de que el nacionalismo español fuese muy tardío respecto a los demás nacionalismo europeos es lo que le va a dar el carácter casticista con que se peculiariza.

La influencia de Nietzsche, Schopenhauer y demás irracionalistas son lo que llevan a los del 98 a declarar que “la vida es superior e irreductible a  la razón, el sentimiento, superior a la lógica, la sinceridad, más valiosa que la consecuencia”.
En todo ellos se repiten palabras como: pasión, voluntad, sentimiento, sensibilidad inefable, emoción,…aunque sea la que prime sobre las demás.

Pero es una voluntad desnuda, del “porque sí”, “porque me da la real gana”, “porque me sale de los testículos”…

“Amor a España”, pero un amor amargo porque “esa España no les gusta”.
La insatisfacción de esa España que no les gusta los lanza a predicar el aislamiento; hay que concentrar las energías nacionales en el interior para promover el cambio y la renovación.

“Echemos siete llaves al sepulcro del Cid” –dice Costa y “no vayamos fuera en el interior de España está la verdad” –había dicho Ganivet.
Unamuno gritará: “Adentro, adentro”.

Posteriormente Ortega y Gasset empleará la palabra “raza”, en un sentido muy similar al de “casta”

Lo normal –dice Ortega –es que las clases inferiores, los plebeyos, imiten a las clases aristocráticas, pero no fue eso lo que ocurrió en España.
Y ahí están: el chulismo, el flamenquismo, la bravuconería, la exageración, el retruécano, la gitanería, el majismo, los toros,… formas dieciochescas de lo que después va a ser “casticismo”

CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN (3) GANIVET Y EL MITO REVOLUCIONARIO



GANIVET Y EL MITO REVOLUCIONARIO.

No sólo como precursor. Su honda preocupación nacional fue tiñendo al resto de los miembros, que vieron en él una especie de profeta de la Nueva España, sobre todo cuando en 1.925 sus restos mortales fueron traídos desde Riga.

Ganivet fue convirtiéndose en una especie de mito revolucionario, aunque de una revolución pacífica y que representaba la ruptura con la España vieja.

Aunque suyas fueron frases como: “arrojar a un millón de españoles a los lobos, si no queremos arrojarnos todos a los cerdos” o “el progresivo envilecimiento de las razas cultas procede de su ridículo respeto a la vida”

Ésta no podía ser una enseñanza revolucionaria.

Es el mismo sentido reaccionario que en Azorín, en Baroja, en Maeztu o en Unamuno.

¿No será que la Generación del 98, queriendo romper con la tradición vino a continuarla de otro modo?

Ganivet proponía cerrar las fronteras y ensimismarnos en una  meditativa introversión sobre nuestras esencias más puras.
“El punto de arranque no puede ser otro que la concentración de todas nuestras energías dentro de nuestro territorio. Hay que cerrar con cerrojos, llaves y candados todas las puertas por donde el espíritu español se escapó de España para derramarse por los cuatro puntos del horizonte, y por donde hoy espera que ha de venir la salvación. Y en cada una de esas puertas no pondremos un rótulo dantesco que diga “Olvidad toda esperanza” sino este otro, más consolador, más humano, muy profundamente humano, imitado de San Agustín: “Noli foras ire, in interiore Hipaniae habitat veritas”.

Texto que prefigura una política de autarquía y de aislamiento, la que sería llevada a cabo por Franco, y que es la clave del reaccionarismo de los intelectuales pertenecientes a la Generación del 98, “hombres comprometidos a una rigurosa crítica del XIX, con sus manifestaciones de desprecio a la democracia, a la burocracia, al parlamentarismo y al socialismo.
Los hombres del 98 empiezan profesando un anarquismo intelectual clamoroso, pasan luego, algunos, a posiciones aristocratizantes, pero no abandonan nunca, del todo, la arbitrariedad, el individualismo anárquico, la iconoclastia de la juventud.

Odian la democracia (tiranía del número, de la cantidad, sin tener en cuenta, para nada, la calidad del voto y de los votantes (cada persona es un voto), temen el socialismo (el de “estómagos agradecidos”) pero no por odio o temor al pueblo, sino por odio a la representación del pueblo, por la burguesía de los politicastros (compradores y pagadores de los votos) y por el temor a la lenta absorción del pueblo en la burguesía de los funcionarios (cesantes hoy y repuestos mañana, según el gobierno de turno).

Se burlan, pues, de los simulacros electorales, de la garrulería parlamentaria, del socialismo de rebaño.

Solitarios entre y contra la mediocridad, glorificadores de la individualidad enérgica, predicadores, sólo predicadores pues no pueden influir en las masas para una rectificación del voto.

Desde la anarquía sólo algunos están dispuestos a dar el salto al máximo de autoridad concentrada en un hombre (Maeztu y, a veces, Azorín, pero varios de los de la segunda fila de la generación).

Este “reaccionarismo, al que Tierno Galván denomina “pre-fascismo” sólo tiene la explicación de encontrase en un país que atraviesa una profunda crisis de identidad cultural.

El romanticismo (pero la poca eficacia) está servido.

CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN (2) RECHAZO DE LA DEMOCRACIA Y DEL PARLAMENTARISMO: AZRÍN, MACHADO, UNAMUNO, BAROJA


RECHAZO DE LA DEMOCRACIA Y DEL PARLAMENTARISMO.

Las actitudes de crítica a la Restauración los van a llevar insensiblemente al rechazo de toda clase de política, incluida la democrática y la parlamentaria.
El fracaso de los primeros proyectos reformistas –anarquismo y a veces socialismo –habría de llevarles a un antidemocratismo con ribetes nacionalistas, militaristas y, siempre, reaccionarios.
Es la continuidad de actitudes políticas  regeneracionistas muy ligadas al prefascismo de Costa, que se encarna dentro de la ideología nietzscheana.
Esta ideología es la continuación del prefascismo costista.

Alrededor del 1.900 el auténtico nacionalismo español se aproxima al entusiasmo por lo elemental o por la barbarie, por ejemplo sobre el tema de “los toros”, revalorizados por el grupo generacional estetizante como la más clara expresión del nacionalismo o patriotismo.
Los toros se constituyen acontecimiento nacional.
Pero Costa y el grupo intelectual de su tiempo veían los todos como una fiesta bárbara y degradante, o como un espectáculo indigno de un intelectual, sin embargo, el grupo generacional del 98 revalorizó los toros, vinculó estéticamente al intelectual con la fiesta (torear es un “arte” y los toreros “artistas”) como si los valores estéticos tuvieran que ser y sean valores morales.

AZORÍN es el más cáustico en su desprecio por la política:
“No hay cosa más abyecta que un político: un político es un hombre que se mueve mecánicamente, que pronuncia, inconscientemente, discursos, que hace promesas sin saber que las hace, que estrecha manos a personas a quienes no conoce, sonríe, sonríe siempre con una estúpida sonrisa automática. Sonrisa que es el emblema de la “idiotez política”

MACHADO refleja muy bien ese ambiente de frivolidad y de vanidad política:

“Es de noche. Se platica // al fondo de una botica. // Yo no sé // Don José, // cómo son los liberales. // ¡Oh¡, tranquilícese Usté. // Pasados los carnavales // vendrán los conservadores, // buenos administradores // de su casa. // Todo llega y todo pasa. // Nada eterno: // ni gobierno // que perdure, // ni mal que cien años dure. // Tras estos tiempos vendrán // otros tiempos, y otros, y otros // y lo mismo que nosotros, // otros se jorobarán. // Así es la vida, Don Juan.

UNAMUNO muestra una crítica más dura con a la situación:

“Aún persiste el viejo espíritu militante ordenancista, sólo que hoy es la vida de nuestro pueblo vida de guerrero en cuartel o la de Don Quijote retirado con el ama y la sobrina y con la vieja biblioteca tapiada por encantamiento del sabio Frestón. De cuando en cuando nos da un arrechucho e impulsos de hacer otra salida. En coyunturas tales se toca la trompa épica, se habla teatralmente de vengar la afrenta haciendo una que sea sonada, y pasada la calentura, queda todo en agua de borrajas…Sigue rindiéndose tributo a la voluntad desnuda y apreciando a las personas por la voluntad de arranque…así se perpetúa el férreo peso de la ley social externa, del bien parecer y de las mentiras convencionales, a que se doblegan… porque sin ella sienten la falta de tierra en que asentar los pies. Nada tan estúpido (en estas circunstancias) como la disciplina ordenancista de los partidos políticos.
Tienen éstos sus ilustre jefes, sus santones, que tienen que oficiar de pontificial en ocasiones solemnes… que descomulgan y confirman y expiden encíclicas y bulas; hay en ellos cismas de que resultan ortodoxias y heterodoxias, celebran concilios…. En esta sociedad, compuesta de camarillas que se aborrecen sin conocerse….y que, para salir de ese atomismo salvaje tienen que organizarse férreamente con comisiones, comités, subcomités, programas cuadriculados y otras zarandajas. Y como en nuestras viejas edades, acompaña a este atomismo fe en lo de arriba, en la ley externa, en el gobierno, a quien se toma ya por Dios ya por el Diablo, las dos personas de la divinidad en que aquí cree nuestro maniqueísmo intraoficial”.

BAROJA, le dedica a la democracia palabras aún más devastadoras:

“¡Oh, la democracia!, es la palabra más insulsa que se ha inventado. Es como la pirueta del cómico de mi pueblo. La mayoría ni sabemos qué es la democracia, ni lo que significa,…una especie de benevolencia de unos por otros….la otra democracia, de la que tengo el honor de hablar mal, es la política, la que tiende al dominio de la masa, y que es un “absolutismo del número” como el socialismo es un “absolutismo del estómago”…ideas de equidad y de justicia.
“A cada uno según su capacidad, a cada capacidad según sus obras” –ha dicho un socialista, y esta fórmula sería lógica como ninguna si la Naturaleza fuera también equitativa y justa.
Pero la Naturaleza ha hecho sanos y enfermos, fuertes y débiles, talentudos y bobos; como la Sociedad ha hecho ricos y pobres, nobles y plebeyos.
Tan respetable y tan execrable es una como otra.
Desconfío de los demócratas y socialistas pobres; creo que si fueran ricos no serían demócratas. Quisiera ver a muchos amigos socialistas en posiciones elevadas para demostrarles que serían más tiranos, más insoportables, pero mucho más que los de ahora si ocupasen sus puestos.
“Un gobierno popular” sería encantador, Sé, por experiencia, cómo las gastan los demócratas…será útil para los demócratas y socialistas el dominio del pueblo; pero para los demás, si debemos desear algo, es que manden los aristócratas porque, en el Poder, tendrán menos apetencias y formas más corteses.
La democracia lleva envuelta en sí misma un ansia de exclusivismo por el cuarto estado que será, con el tiempo, para los errantes, los pobres y los que no tienen trabajo, una burguesía tan odiosa como la actual”

Al leer todo esto, y así, me parece estar Baroja escribiéndolo describiendo la sociedad de mi tiempo.

Todos estos pensadores, sin ser políticos, influyeron mucho y ayudaron a crear un clima de simpatía por los hechos de fuerza y por las soluciones autoritarias que no podemos ignorar, que era lo que Nietzsche había dejado escrito.

Es verdad que ninguno llegó al fascismo –salvo el caso indiscutible de Maeztu –pero lo cierto es que cuando se hizo presente en España no mostraron hacia el una gran hostilidad.

Es verdad que la Restauración era un ensayo de régimen democrático, una salida posible para acabar con la tendencia autoritaria y fanática de los españoles a pegarles cuatro tiros a quienes no compartiesen las ideas de su mismo bando, para salir del atolladero de las guerras civiles implantando un sistema de convivencia, por muy corrompido y ficticio que fuese en sus comienzos.

Ante este tímido ensayo de adaptación a la convivencia de los españoles, los hombres del 98 se encrespan y lo ridiculizan, todos, sin excepción, lo torpedean. La democracia parlamentaria es su peor enemigo. Una forma vaga de anarquismo ególatra, resultado de una expansión desmesurada del yo que ha roto –o pretende haber roto –amarras con toda forma de presión social, religiosa, política, de costumbres,…que se interpretó como actitud revolucionaria.

“Tenemos que destruir” –decían –ya construirán los que vengan detrás de nosotros…¿y qué construyeron con los materiales de derribo que ellos nos dejaron?

Flaco servicio nos hicieron los miembros del 98 con sus protestas, que parecían tan hondas, tan radicales.



CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN (1)


Al terminar la guerra civil (1.939) la inmensa mayoría de los miembros de la Generación del 98 ya habían muerto.
Aparte del suicidio de Ganivet, en el 98, Unamuno, Maeztu y Valle Inclán morirán, cada uno de manera especial, en el 36, apenas iniciada nuestra “incivil guerra civil”, mientras Antonio Machado lo hará en Febrero del 39, acabando su vida en Colliure, recién iniciado el Exilio.

Al instaurarse la dictadura franquista sólo permanecían vivos Azorín y Baroja, que no se distinguieron, precisamente, por la oposición a la dictadura de Franco.
Azorín llegó, incluso, a manifestar cierta proclividad al mismo al dedicarle “El escritor”, en el 42, a quien entonces era un falangista destacado, a Dionisio Ridruejo, y “…con un abrazo cordial”. Incluso llegó a solicitar favores políticos a Franco, en carta escrita.

Baroja, a pesar de su actitud, solitaria y desdeñosa, y quizá injustamente, llegó a llamársele “precursor del fascismo español”

Al legado político de la Generación del 98 no puede llamársele “progresista”, incluso se le llamó “reaccionario”.

Su inclinación a favor de la vitalidad, de la fuerza, de la voluntad y del autoritarismo, quizá fuera por la influencia de Nietzsche.

Todos ellos se habían enfrentado, críticamente, al Régimen de la Restauración, viendo en él el cénit de la postración y decadencia nacional progresiva.

Azorín dijo: “Mira a España: la revolución de Septiembre es la cosa más estúpida que se ha hecho en muchos años…he ahí por qué odio yo a Campoamor…engañando al pueblo con su estupenda mentira de la democracia, con sus políticos discurseadotes y venales, con sus periodistas vacíos y palabreros, con sus dramaturgos tremebundos, con sus poetas detonantes, con sus pintores teatralescos…él es el símbolo, con su vulgarismo, de toda una época de trivialidad y de chabacanería … y ese diputado frívolo y versátil, como todos los diputados…yo veo a diputados, concejales, subsecretarios, gobernadores, ministros…como un entomólogo que contempla una interesante colección…Sólo que esos insectos están clavados en sus correspondientes alfileres. Y éstos no están clavados”.

Igualmente Pío Baroja afirma : “La Restauración y la Regencia, favorecida en las altas esferas, cantadas por periodistas mediocres pero que se creían geniales, trabajó constantemente en hacer una selección, pero a la inversa….los favores del poder a yernos, a amigos, a tertulianos, a criados de políticos y palaciegos (criados de criados)…y como vivimos en un régimen de no publicidad, no hay informaciones completas (ni veraces). Es de temer que la dictadura militar... nos lleve a la vieja oligarquía política….que vuelva a explotar su granja.
Enfrente de la inmoralidad, de la chabacanería y de la ramplonería de los políticos no había, en la España de la Regencia, nada organizado. El republicanismo nuestro era un amaneramiento, una retórica vieja con la matriz estéril; el socialismo obrerista odiaba a los intelectuales, y hasta a la inteligencia; el anarquismo se manifestaba místico, vagaroso y utópico, y los dos separatismos aparecidos en aquella época, el catalán y el vasco, por su egoísmo y su mezquindad, no tenían atractivo más que para gente un poco baja.
Además, en uno de ellos había una pedantería y un superhombrismo ridículo, mientras en el otro se veía demasiado el solideo del cura.
Un hombre un poco digno no podía ser en este tiempo más que un solitario”

Ramiro de Maeztu, en su artículo “Parálisis progresiva”…

“Parálisis intelectual” (librerías atestadas de libros que no se venden, cátedras ocupadas por interinos ignorantes, periódicos sin ideas y repletos de frases hechas, teatros con estulticias del género chico, incluso en la Biblioteca Nacional sólo había un anciano tomando notas de un libros de cocina.

”Parálisis moral”, con los abonos increíbles para las corridas de toros, hambre en las comarcas andaluzas y doscientos mil mueren de anemia, venta de cajetillas de cigarrillos para que los accionistas de la Trasatlántica y el Banco puedan gastarse sus rentas….

”Parálisis imaginativa”, con la falta de entusiasmo y con una juventud universitaria (que debería ser la salvadora), sin ideas, sin pena ni gloria, adaptada a ese ambiente de depresión, que parece que su alma está en el Limbo, que ni siente ni padece.
España prefiere su carrito de paralítico, llevado atrás y adelante por el vaivén de los sucesos ciegos, al rudo trabajo de rehacer su voluntad y enderezarse”

Unamuno no se queda atrás al hablar del “marasmo actual de España” y en su obra “En torno al casticismo” pretende descubrir las raíces de la postración: “La pobreza de nuestra nación hace duro ganarse la vida y echar raíces; el “primum vivere” ahoga al “deinde philosophare”. Los jóvenes tardan en dejar las faldas maternas, en separarse de la placenta familiar, y cuando lo hacen derrochan sus fuerzas más frescas en buscarse a un padrino que les lleve por esta sábana de hielo. Ponen en juego todas sus facultades camaleónicas hasta tomar el color gris oscuro y mate del fondo ambiente (como el mimetismo animal, difuminarse, pasar desapercibidos camuflados en el paisaje).
No es adaptarse al medio ambiente adaptándoselo a él, activamente, es acomodarse a las circunstancias, pasivamente.
Vivimos en un país pobre y “donde no hay harina todo es mohína”. La pobreza económica  explica nuestra anemia mental. (…) Pocas verdades más hondas que la de que en la jerarquía de los fenómenos sociales los económicos son los primeros principios, los elementos (teoría marxista). Y no es nuestro mal tanto la pobreza cuanto el empeño en aparentar lo que no hay.
La pobreza de la olla de algo más vaca que carnero, el salpicón las más de las noches, los duelos y quebrantos de los sábados y las lentejas de los viernes no pudieron con menos que concurrir con las noches pasadas de claro en la lectura de los libros de caballería a secar el cerebro al pobre Alonso el Bueno.
Y aún corre vigente entre nosotros el aforismo del dómine Cabra de que el hambre es salud recluta prosélitos el doctor Sangredo, y sigue asegurándose en grave que los tumores son la fuerza de la sangre y excesos de salud los ataques epilépticos. Y nos recetan dieta. Y ¡mucha cuenta con decir la verdad¡. Al que la declare virilmente, sin ambages ni rodeos, le acusan de pesimismo los espíritus entecos y escépticos. Se quiere mantener la ridícula comedia de un pueblo que finge engañarse respecto a su estado”

Este descontento de los integrantes de la Generación del 98 frente a la Restauración les lleva a un desprecio sistemático de la política, que ellos identifican, erróneamente, con los vicios de la democracia y del parlamentarismo que tienen ante los ojos.

“Espíritus nacidos alrededor del 68 –el años en que pierde el trono Isabel II –cristalizan la insatisfacción y el desencanto, producidos al darse cuenta de que su país ha fracasado, de que su historia es una lamentable decadencia desde los días mismos de Felipe II. Los hombres del 98 manifiestan una disconformidad radical en todo lo que les rodea, llegan a lamentar ser españoles, y se proponen deliberadamente cambiar la euenos administradores // de su casañññstructura, la manera de ser de su país en todos los órdenes. Quieren renovar a España desde sus cimientos, influir en su política, en su historia, para impartir un rumbo nuevo. Quieren romper con la tradición, innovar, regeneral. En una palabra, “se creen revolucionarios”.


sábado, 29 de septiembre de 2018

EL PENSAMIENTO PERDIDO


EL PENSAMIENTO PERDIDO

Una vez visto el exilio filosófico, sobre todo del 39 (aunque también antes y después) ¿podríamos afirmar que al perder tantos y tan insignes filósofos, tantos y tan insignes pensadores, quedando España como un erial, con un largo paréntesis de pensadores ausentes, existe/existió un “pensamiento perdido”?

¿Se perdió el pensamiento, la filosofía, al tener que exiliarse los pensadores y los filósofos o lo que, realmente ocurrió es que “nuestro pensamiento” dejó de estar aquí entre nosotros y fructificó (¡y en qué manera!) en los países hispanoamericanos, hermanos de lengua, y que los recibieron con los brazos abiertos y facilidades para seguir investigando, enseñando, traduciendo, publicando…?

Una cosa es cierta, la siembra, el abono, el crecimiento y la sazón de la simiente ya estaban dando sus frutos en España y tuvieron que transplantarse los árboles frutales antes de que fueran cortados y quemados.

Pensamiento ausente porque el nuevo régimen, preocupado por la no contaminación intelectual y moral de los “malos” (los republicanos) construyó el muro de la censura.
Pero “ausente” no fue “perdido” ni “irrecuperable”, los árboles seguían dando sus frutos que, años después, pudimos saborearlos y, ahora, aquí están, con nosotros, en nuestras librerías.

Y es que los pensamientos, las ideas, nunca están definitivamente “perdidos”, por más que a muchos les pese, pero antes o después, bajaran y estarán a nuestro alcance para poder saborearlos.

Nadie puede poner en duda la pérdida real de la presencia personal de muchos de los pensadores, algunos de ellos ya de primera fila en el ámbito internacional, pero sus pensamientos y reflexiones van al aire para quien quiera y quien pueda respirarlos y asimilarlos.

En otro lugar ya hemos expuesto las coordenadas espacio-temporales de ese exilio: ya antes y también después del 39, aunque el cénit fue el 39 y España, como “país de origen”, y países hispanoamericanos, hermanos de lengua, como “países de acogida”.

España, históricamente, no sólo ha sido un país de inmigración de todos los pueblos habidos y por haber que llegaron, se quedaron y si se marcharos fue porque otro pueblo inmigrante los obligó a irse, pero ya en la época moderna ha sido un país de emigraciones: Con los Reyes Católicos se produjeron las grandes emigraciones hebreas, de grandes intelectuales y especialistas en finanza y en comercio, por lo que la pérdida fue ingente (todavía en los siglos XVI y XVII nos encontramos con judíos españoles de la talla de un Luis Vives, un León Hebreo, un Francisco Sánchez o un Benito Espinosa).

Pero luego llegarían las emigraciones de erasmistas y protestantes en el Siglo de Oro.
La de los jesuitas y regalistas en el siglo XVIII.
La de los liberales y afrancesados, más las emigraciones menores de carlistas o reaccionarios en el siglo XIX.
Y, ya en el siglo XX, la emigración de la que estamos ocupándonos, la del 36-39 y años anteriores y posteriores a esas fechas, por la guerra civil.

Respecto a los filósofos exiliados, se habla de “destierro real” de los más y de “destierro virtual”, por la marginación social a la que se vieron sometidos los que decidieron quedarse, aunque fueran los menos.
“Destierro real” el de todos los pensadores y filósofos de los que hemos tratado en estos artículos, pero también de muchos anteriores, como Miguel Servet, Pablo de Olavide, Juan de Valdés, Cipriano de Valera, Fernando de los Ríos,…y “destierro virtual” de Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, Julián Marías, Julián Besteiro, o de los muchos antes, como Cervantes, Luis de León, Miguel Sabuco, Cabarrús,…

Todo “desterrado, real o virtual”, si lo son, es por haberse mostrado independientes y haber mantenido incólumes sus principios sin doblegarse a las presiones, amenazas, silencios o marginaciones.
Forman parte, todos, de los denominados “conciencia disidente” del país.
Estos “disidentes” son los que mantienen la crítica y manifiestan una ejemplaridad moral.

Todo exiliado intelectual, real o virtual, al ver la situación un tanto desde fuera dispone de una perspectiva para la objetividad, la imparcialidad, esa es su ventaja, aunque soporta la desventaja de perteneces a un país que es incapaz de hacer vivir en el mismo suelo a personas de distintas ideas, opiniones o creencias.

También muestra ventajas y desventajas los exiliados reales que ponen kilómetros de distancia de por medio y tienen que vivir y convivir, a veces, con otras culturas distintas y lenguas distintas pero con una tradición científica superior, lo que sería beneficioso al producirse influencias, intercambios, fecundaciones, préstamos (por ejemplo, la convivencia de Vives con Erasmo y Thomas Moro)
También fue beneficioso para los que optaron y/o padecieron el “exilio real” al superar los estrechos límites de su “conciencia nacional” y apostar por una “conciencia cosmopolita, universal” pero la contrapartida de la ausencia y lejanía de sus seres queridos y la imposibilidad de su magisterio directo.

Es curioso que, a veces, se les eche en cara a las generaciones que no vivieron la guerra civil que sean ellas, precisamente, las que están escribiendo su historia con la perspectiva de objetividad e imparcialidad que produce la distancia, tanto temporal como espacial, porque ven el bosque desde fuera y los árboles subjetivos y vivenciales no se lo impiden.

Si la coordenada temporal ha sido muy amplia, la coordenada espacial que, tras pasar la cercana frontera francesa y el tiempo preciso para embarcarse, y ante el peligro que se cernía sobre Europa de la segunda guerra mundial, y que estallaría en Septiembre del mismo año, quedó reducida, casi en su totalidad, a varios de los países hispanoamericanos, que se ofrecieron a ser “países de acogida” y con la ventaja lingüística y de estructura investigadora y docente, conscientes ellos de que iban a recibir un fruto excepcional ya maduro y en perspectiva de más y mejor productividad a medida que avanzaba la madurez de los exiliados.

Salvo los que cayeron en los campos de concentración y los que, voluntariamente, se enrolaron en la “resistencia”, los demás se embarcaron hacia  América, donde lograrían rehacer su vida la mayoría de ellos.

Las consecuencias de ese contacto cultural son fácilmente imaginables y beneficiosas para ambas partes.

Ya nos hemos referido al recibimiento impresionante en México, gracias a su Presidente, Lázaro Cárdenas y la fundación de la institución “La Casa de España en México” donde mexicanos y españoles, españoles y mejicanos, trabajaron en pie de igualdad en tareas docentes y académicas.
Trabajaron, en los “países de acogida” como profesores en las Universidades, fundaron revistas, tradujeron libros, los escribieron, investigaron, colaboraron en tareas editoriales con sus nuevos colegas y todo con un sentimiento de solidaridad, de acercamiento, como nunca antes de había producido desde la época colonial.

Bien entendido puede decirse que ha sido el “segundo descubrimiento de América” pero matizando que estos descubridores no han sido colonizadores viendo, en los “países de acogida” como una prolongación de la cultura dejada atrás, en su “país de origen”.

Por ello, en vez de sentirse “desterrados”, Gaos afirma sentirse “transterrado” y Juan Ramón Jiménez “conterrado”.

Estos “transterrados” o “conterrados” veían en sus nuevos países, con sus movimientos independentistas, primero políticos y después culturales, lo que ellos deseaban para su España, anclada en las formas anquilosadas del pasado, cercenado el movimiento cultural que la República había iniciado y el nuevo régimen había cercenado.

La misma reacción del 98 contra España, los países americanos la tuvieron contra Estados Unidos por la cuestión de Panamá en 1.903.

Hoy día el boom de la novela americana está presente anualmente cuando se acerca la concesión de premios culturales (Nóbel, Cervantes, Planeta,..

El acercamiento, pues, no sólo no ha terminado sino que estamos en una nueva etapa enriquecedora para ambos y todo gracias a la desgracia del 39, que lo ha hecho posible.

Entre los triunfalistas y los catastrofistas apostamos por el desarrollo solidario que propicie el beneficio de ambos.

EL EXILIO ESPAÑOL


EL EXILIO ESPAÑOL.

EL TIEMPO Y EL ESPACIO.

Al morir Franco (Noviembre del 75) se cierra el ciclo del exilio filosófico abierto en el 36.

EL TIEMPO (¿CUÁNDO?)

Suele darse la fecha del año 36 como la del inicio de la emigración, pero en realidad había empezado antes de la guerra.

En el 35 la situación se había hecho incómoda, especialmente en Madrid, y muchos intelectuales empezaron, si no a emigrar, sí a vivir en una especie de “exilio virtual”, situación que se consolidó desde el momento en que el Frente Popular ganó las elecciones.

Luego, en el 36, 37, 38 y 39 fueron espectadores de la huida de la mayoría de intelectuales adeptos a la República.

Pero tampoco es verdad que la emigración acabara en el 39, pues en la postguerra y durante muchos años no han dejado de salir intelectuales a consecuencia de una situación política que no favorecía sus actividades.

Igual ocurre con la fecha del año 75, porque muchos intelectuales, filósofos, habían empezado a venir antes o a publicar sus libros entre nosotros, sobre todo filósofos catalanes (Nicol, Recasens Siches, Ferrater Mora,…)

Otros ni siquiera en el 75 habían vuelto, porque ni las condiciones políticas ni las académicas se habían producido para que pudieran hacerlo con todos sus derechos, lo que ya ocurrió en el 77, pero ni entonces han vuelto ni piensan volver muchos de ellos que ya se han aclimatado en sus países de acogida.

Por lo que las fechas 39 y 75 hay que entenderlas con flexibilidad.

EL LUGAR (¿DÓNDE?)

Y aunque la mayoría cruzó la frontera francesa, una parte de ellos salió del puerto de Alicante.

Francia parecía el lugar natural de instalación para una mayoría de la población española.
Pero la sombra de la segunda guerra mundial se cernía sobre Europa.

Muchos españoles no estuvieron en el país galo más que el tiempo preciso para coger un barco hacia América aunque algunos, luchadores empedernidos, se enrolaron en “La Resistencia” contra el fascismo.

Fueron pocos pensadores y filósofos los que se quedaron en Europa. Sólo en Inglaterra, donde recalaron las figuras más próximas a la Institución Libre de Enseñanza, además de Luis Araquistain, Pablo de Azcárate, Salvador de Madariaga y José Antonio Balbontin (aunque poco después, Araquistain y Azcárate se trasladaron a Ginebra).

La mayoría de los filósofos exiliados marcharon a América y, más en concreto a los países de habla española, sobre todo a México cuyo Presidente, Lázaro Cárdenas, puso a su disposición medios para que continuaran con la labor docente e investigadora que habían desarrollado en su país de origen.

Ya en otro lugar hemos dejado señalados a filósofos en México y en Venezuela, pero Argentina también les abrió sus puertas (Ortega, en Buenos Aires y García Morente en Tucumán, aunque pronto regresaran a la península, pero allí quedaron otros, como Jiménez de Asúa, Claudio Sánchez Albornoz, Francisco Ayala y Luis Farré (que había emigrado antes, en el 31).
Ferrater Mora, en Chile, García Bacca, en Ecuador, pero también en Costa Rica, Bolivia, Bogotá, Puerto Rico,…
Pero los dos focos principales son México, con  Gaos, y Caracas (Venezuela), con García Bacca.
Algunos de ellos cambiarían de país, sobre todo a Estados Unidos.

El principal tema filosófico de los exiliados es el “orteguismo” aunque la presencia de Ortega en Argentina era todo menos cómodo, pues se sabía que se había desentendido de la guerra y tampoco había condenado, expresamente, el franquismo, y cuando vuelva lo hará en Lisboa.
No se atrevió a aceptar la invitación de Gaos para ir a México y la causa pudo ser el miedo a la colonia republicana que en México era muy importante.

Orteguismo sí, Ortega no.

Y eran muchos, entre los exiliados, los orteguianos, porque ya antes, en España, sus discípulos habían iniciado el “orteguismo”, enseñándolo, investigándolo y defendiéndolo, aunque también existencialistas e historicistas, por la importancia de las traducciones de Gaos e Imaz, pero también de españoles como Lulio, Vives, Suárez,…

También hemos, antes, señalado cómo Nicol acuñó la denominación de “Escuela de Barcelona” vs “Escuela de Madrid”, cuya división no es muy nítida.

Otros, como Ferrater Mora se introdujo en la Filosofía Analítica que según sus propias palabras, “no sobra, pero tampoco basta”.

Otro, olvidado como filósofo, por ser poeta, es el bilbaíno Juan Larrea, amigo del poeta Cesar Vallejo, y que se introduce en el tema de la cultura y su desarrollo y pronosticando el próximo advenimiento de una Cultura Universal, de un estado de Supercultura, en una interpretación espiritualista de la historia y de la cultura aprovechando elementos del ruso Nicholas Berdyaef (cuyas dos obras, en la colección Austral, me resultaron tan atractivas).

También en la filosofía americana del exilio, a partir del 67, existe un interés por el marxismo (se celebró el Centenario de la primera edición de El Capital (1.867-1.967), pero no por el marxismo ortodoxo y dogmático, sin como una inquietud bastante extendida y que todo empezó por la excelente traducción y difusión del mismo a cargo de Wenceslao Roces que, en España, traduce y publica El Manifiesto Comunista, precedido de una “introducción histórica” utilizando la correspondencia Marx-Engels y siendo una magnífica exposición del pensamiento marxista (en el 35, en España, traduce el primer tomo de El Capital, tarea que continuará en México hasta traducir los otros dos tomos del mismo.

El marxismo llegó a aparecer como un movimiento interesante y simpático, hasta para el mismo Gaos, que siempre se había movido en las coordenadas del personalismo filosófico.

En la Revista Diálogos, numero 19, de 1.968, publica un síntesis del seminario habido, con el título: “El juicio final del capitalismo”, en cuyo párrafo final escribe: “Así como el “Manifiesto luterano” fue el toque de rebato que anunció a la Cristiandad medieval su disolución, el Manifiesto  Comunista fue el que anunció a la moderna sociedad burguesa la suya: porque la sociedad actual, y no se diga la futura, dista de ser la sociedad burguesa cuya disolución anunció El Manifiesto, aunque diste también de ser la concebida por Marx como comunista final; igual que de ser la Cristiandad reformada concebida por Lutero ha distado la cristiana moderna y no se diga la moderna en general”

Señala el impulso que el pensamiento de Marx ha dado al desarrollo de la historia posterior, a diferencia de cómo se desarrolló la historia anterior.

Igualmente en ese movimiento marxista se mueve el algecireño Adolfo Sánchez Vázquez, que se alista con los republicanos en la guerra civil y que luego, ya exiliado en México, funda junto a otros jóvenes, la revista Romance, y enseña en las universidades de Michoacán (Morella) y, después, en la Autónoma de México, especializado en Estética (su libro Ética es uno de los que más me ilusionó, por su contenido y por su exposición).

El estudio de la teoría del trabajo como actividad creadora, como esencia del hombre y el trabajo como resultado, la producción, en manos de los dueños de producción, la “desesencialización humana” la “alienación….

El divorcio entre trabajo y placer, o entre trabajo y belleza, lo que muestra la hostilidad entre capitalismo y arte.

Sus libros “Estética y marxismo” y “Filosofía de la praxis” ocupan lugar destacado en la investigación marxista.

El trabajo humano queda reducido a valor económico en un sistema capitalista cuando, en realidad el trabajo es la fuente de todo valor y riqueza.

Concepción del hombre como un ser activo y creador, y no meramente productivo.

Producción y sociedad, y producción e historia forman una unidad indisoluble.

“La categoría de la praxis pasa a ser en el marxismo la categoría central” encuadrada en la filosofía  de la acción transformadora y revolucionaria, donde la actividad abstracta e idealista ha dejado paso a la actividad práctica y objetiva del hombre como ser histórico-social”.

Concepción revolucionaria del hombre como ser teórico-práctico, transformador de la realidad.

Praxis creadora vs praxis reiterativa, praxis espontánea vs praxis reflexiva por el distinto grado de conciencia que se tiene en unas y en las otras y la importancia que tienen en la actividad revolucionaria que tanto preocupa a los marxistas.
De ahí la necesidad de concienciar a la clase trabajadora de su papel en el cambio de la estructura social capitalista.

Y en esta misma dirección van las últimas obras de García Bacca, sobre todo  “Humanismo teórico, práctico y positivo según Marx”.
También ha dedicado una obra a Antonio Machado: “Invitación a filosofar según espíritu y letra de Antonio Machado” (1.967)

Tanto la ciencia como la filosofía coinciden en cuanto tienden a una humanización positiva del universo, a una universalización positiva del hombre, ambas tienden a hacer del universo la morada propia del hombre.

La influencia del marxismo es patente en las últimas evoluciones de gran parte de los pensadores españoles exiliados en América y la persistente tendencia al socialismo, sea éste marxista o no.

Marxismos heterodoxos, pues.

Ahí están, también, Manuel Sacristán, Castilla del Pino, Gustavo Bueno y Carlos París.

E, igualmente, entre los del exilio. Si al principio el socialismo estaba representado por Luis Araquistain, Pablo de Azcárate y José Antonio Balbontín, posteriormente ha estado representado por Fernández Santos, Manuel Ballesteros, Miguel Sánchez Mazas e Ignacio Sotelo.

Se constata, pues, la superación definitiva de la ruptura intelectual que la última guerra civil produjo entre nosotros.
Se constata una paralela evolución filosófica de una parte importante del exilio y un contingente considerable de nuestros intelectuales.



EL EXILIO FILOSÓFICO DEL 39 (y 5)


La  Editorial Fondo de Cultura Económica, en sus diversas secciones, es una institución de bien público y de servicio cultural, no creo que haya intelectuales que no hayan adquirido uno o varios de los libros publicados, de formato normal o en forma de Breviarios.

No es una empresa privada cuyo móvil sea el lucro, puesto que no pertenece a ningún dueño ni a ningún grupo de capitalistas.
Su patrimonio no consiste en acciones negociables o de propiedad personal, por lo que tampoco reparte dividendos.
Las ganancias que pueda conseguir, ya que opera con los métodos que impone el régimen de mercado, los reinvierte, preceptivamente, en la edición de libros y de instalaciones a este fin destinadas.

El Fondo, tan ligado a las Universidades, es independiente de ellas.
Además, en la selección de obras a publicar no se halla condicionado por éstas o aquellas doctrinas filosóficas o políticas, es decir, elige los títulos que ha de publicar, después de escrupulosas fases de información, asesoramiento y propuestas, por razones exclusivas de validez intelectual y de utilidad académica, en atención a los campos del saber que en el transcurso de su existencia y labores comúnmente precursoras, estiman son de su incumbencia editorial, adscritas a una cultura de alto nivel, pero limpia de prejuicios manifiestos o solapados.

La sección de Filosofía fue dirigida por Imaz y Gaos, prologuistas y traductores infatigables (José Gaos la totalidad de las obras de Dilthey, primera empresa acometida en ninguna lengua, Imaz obras de Dewey y de Cassirer, de Heidegger y de Husserl, Jaeger y Hartmann), también Wenceslao Roces (Hegel y Cassirer, así como la famosa traducción de El Capital, de Marx)

Su objetivo era hacer conocer a los hispano-americanos obras de interés general.
Pero también obras de autores españoles.

También en la Universidad Autónoma de México se creó el Centro de Estudios Filosóficos, fundado por españoles y colaborando, en pie de igualdad, españoles y mexicanos, como en otros campos.

La revista “Filosofía y Letras” fue una obra realizada por el Centro y sustituida en 1.955 por “Dianoia”, Anuario de Filosofía.

La revista “Cuadernos Americanos”, en cuya sección “Aventura del Pensamiento” han colaborados españoles e hispanoamericanos.
Publicación enteramente libre, sin más compromiso que la defensa de la justicia social así como la dignidad y la libertad humanas.
Importante lo que ha significado como estímulo y desarrollo de una conciencia continental americana.

En Venezuela, la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Caracas fue obra de un grupo hispanoamericano en cuya cabeza estaba Domingo Casanovas, impartiendo cursos muchos de los filósofos antes nombrados.

García Bacca fundó, en Venezuela, el Instituto de Filosofía, con cursos, seminarios, conferencias.
También la Escuela de Filosofía, fundada y dirigida por Federico Riu.
Y la Escuela de Psicología, fundada por Pérez Enciso.
El Instituto de Filología Clásica, dirigido por Bartolomé Oliver.
El Instituto de Estudios Políticos, fundado y dirigido por Manuel García Pelayo (que salió después del 39, por lo que no es exiliado político)

En otros países de América la labor colectiva ha sido menor pero allí han estado, también, filósofos y profesores de filosofía.







EL EXILIO FILOSÓFICO DEL 39 (4)



Gaos ha llegado a formular la teoría de las “dos patrias”: 1.- La “Patria de Origen”, que nos viene por azar y no por elección ni decisión personal y 2.- La “Patria de Destino”, libremente elegida por coincidir con el proyecto de vida que voluntariamente se les ha impuesto.
España y México.

Un rasgo común a los exiliados va a ser su postura ideológica del “liberalismo” moderado, como mínimo denominador común, aunque anteriormente se considerasen socialistas.
Con la excepción de García Bacca, en la línea de una original interpretación del marxismo.

Otro rasgo común es la incorporación a la España de los valores culturales, tras haber perdido la “España concreta” que les había visto nacer.
Algunos habrían descubierto en México la “Verdadera España” (la de Vives, Las Casas, Lulio…los humanistas españoles, en general).
Quizá algunos lo interpreten como una compensación psicológica de la pérdida de la España real, pero lo cierto es que actualizaron e incrementaron en la nueva tierra los valores españoles.

Otro rasgo común a todos ellos es la tremenda influencia de Ortega y Gasset, y no sólo en sus antiguos cinco alumnos y ahora discípulos (Gaos, Recasens-Siches, Granel, Ayala y Zambrano), también en los filósofos catalanes (Xirau, Roura-Parella, Nicol y Ferrater Mora).
De nuevo, con la excepción del singular García Bacca.

Otro rasgo característico es la influencia en los exiliados de la Institución Libre de Enseñanza (aunque inferior a la de Ortega), pero existente. Además, la influencia de Ortega en la Institución también provenía a través de la Residencia de Estudiantes, participando en ella, anualmente, con discursos y otras intervenciones públicas.
Incluso Ortega entregó a la Residencia de Estudiantes su primer libro, “Meditaciones del Quijote”.
La Institución Libre de Enseñanza también estaba presente en Venezuela y en México, a través de algunos de los exiliados.
El espíritu de reforma de la enseñanza por parte de la Institución, que ya se había difundido en España, también lo estará en la América Hispana.
María Zambrano tuvo conexión directa con el Instituto-Escuela, siendo profesora en él, así como en la Residencia de Señoritas.
Aunque hay que recordar que los más directos y eminentes representantes de la Institución se quedaron en Europa (José Castillejo, Alberto Jiménez Fraud y Pablo de Azcárate vivieron en Londres gran parte de su exilio.

Otro rasgo, y a pesar de la distancia de por medio, es lo que ya existía en España mucho antes de la guerra, la división de los filósofos españoles en “madrileñistas” y “catalanistas”.

Por una parte la “Escuela de Madrid”, seguidores de Ortega, y que así la denominaron, primero Julián Marías y después Manuel Granell.
A ella pertenecían los exiliados asturianos Gaos y Granell, la malagueña María Zambrano, el granadino Ayala y el manchego Rodríguez Huéscar (aunque ni Granell ni Rodríguez Huéscar sean exiliados del 39).

Por otra parte la “Escuela de Barcelona”, expresión acuñada por Eduardo Nicol y a la que pertenecían: Serra Hunter, Nicol, Ferrater Mora y, en un principio Roura-Parella y Domingo Casanovas.

Aunque filósofos como Gallegos Rocafull, Eugenio Imaz y García Bacca (que, aunque profesor en la Universidad de Barcelona, había nacido en Pamplona, lo que no sería obstáculo para ello, como no lo era el ser asturianos Gaos y Granell y formar parte de la Escuela de Madrid) Pescador, Larrea,… no tendrían cabida en esa división, debiendo ser considerados “pensadores independientes”.

Otros como Claudio Sánchez Albornoz, en Buenos Aires, en la cátedra de Historia de España unió sus tareas al Instituto de Historia de la Cultura Española Medieval y Moderna, de donde salen los Cuadernos de Historia de España.

En Estados Unidos, Federico de Onís (que había marchado a América antes de la guerra civil, incluso antes de la Segunda República) y Ángel del Río, sin ser exiliados, junto a hispanitas americanos y a emigrados y exiliados españoles impulsaron los Departamentos de Estudios Hispánicos

Y no hemos valorado lo suficiente la labor de México ya que el mismo Presidente, Lázaro Cárdenas, ya en el 38, había creado una institución académica con el nombre de “La Casa de España en México”, para que los españoles pudieran continuar, en México, las tareas de investigación y enseñanza a que se dedicaban en su país de origen.

“Casa” que, luego, se convertiría en “Colegio de México”, donde españoles y mexicanos trabajaban en un plano de igualdad, y donde se imparte Historia, Filología, Literatura, Ciencias Sociales, Arte y Másica.
En él la Sección de Filosofía ocupaba un puesto especial, siendo Gaos director del Seminario para el Estudio del Pensamiento Hispano-Americano” y la colección “Clásicos de la Filosofía”.
Las labores editoriales del Colegio están a cargo del Fondo de Cultura Económica, la Institución de más prestigio de toda América y en la que se exalta la labor y la participación de los exiliados españoles, como directores, traductores, correctores y orientadores.