A un no experto en Literatura
(como yo) se le haría imposible imaginar que un “filósofo maldito”, uno de los
“tres filósofos de la sospecha”, hubiera podido ejercer influencia en
pensadores españoles cuando la Iglesia
Católica , Apostólica y Romana tenía en monopolio la moral y
las costumbres, la ideología,…durante tantos siglos y hasta ayer mismo.
Y he quedado ampliamente
satisfecho (no en vano Nietzsche ha sido y es uno de mis filósofos preferidos)
al introducirme en los intríngulis de la Generación del 98.
A la generación del 98
también se la llama la “generación del desastre” pues, a pesar de las grandes
diferencias personales e ideológicas, el
grupo recibe su unidad por la reacción a la pérdida de España de las
últimas colonias ultramarinas –Cuba, Puerto Rico y Filipinas –en guerra contra
Estados Unidos.
El 10 de Diciembre de 1.898
se firma entre ambos países el Tratado de París, considerados por los de la Generación del 98 como
el final del ciclo histórico imperial de España iniciado el 12 de Octubre de
1.492 con el primer viaje de Colón que abriría el descubrimiento y la
colonización de aquellas tierras por parte de España.
En realidad, esa fecha es
considerada el momento más bajo de una decadencia histórica que se prolongaba
desde tres siglos atrás.
La creencia en dicha
decadencia va a provocar una literatura sobre el tema que alcanzará el cénit
con estos escritores.
La preocupación por España y
su esencia, las causas de sus males, las posibles soluciones, el pasado y el
destino histórico de nuestro pueblo… llenan las páginas de todos los escritores
de esta época.
En este ambiente y movidos
por estas inquietudes se produce la obra de estos escritores del 98.
Es de esa afinidad de
ideología y actitudes de donde surge el “espíritu del 98” .
Son más de 20 los
intelectuales del 98 pero no todos los escritores sobre la generación del 98
los consideran de la misma forma, pero los tres nombres indiscutibles son: Azorín,
Baroja y Maeztu, más los cuatro siguientes: Ganivet, Unamuno, Machado y Valle
Inclán, que formarían la “nómina esencial”
Aunque ahí están los
incluidos en un “noventayocho menor”, en el que están muchos más, entre ellos,
y los más conocidos, como Benavente, Blasco Ibáñez, Arniches, los Álvarez
Quintero, Gabriel y Galán, Asín Palacios, Menéndez Pidal (representante del “98
científico”) y muchos más.
Todos ellos sentían la
necesidad de hacer una España nueva mejor que la circundante.
Todos ellos eran nativos de distintas
regiones o provincias españolas: Azorín, de Levante; Machado, de Sevilla; Baroja,
de Guipúzcoa; Unamuno y Maeztu, de Vizcaya; Valle Inclán, de Galicia,…pero
todos viajaron a Madrid al encuentro de la gloria literaria y, desde Madrid,
descubrieron a Castilla.
El “mito de Castilla y su
héroe castellano por excelencia, el Cid, mito que está estrechamente unido al
“mito de Don Quijote” y al “mito de la España
Ideal ”
Don Quijote, para Ganivet, es
el Ulises español, mientras Azorín lo convierte en contemporáneo en “La ruta de
Don Quijote” y para Maeztu es “El Caballero de la Hispanidad ”, pero la
exaltación máxima de Alonso Quijano la encontramos en Unamuno, que lo convierte
en un “cruzado de la cultura española” contrario al racionalismo europeo.
Don Quijote es, pues, el
caballero andante, en busca de la inmortalidad personal, frente al elemento
disolvente de una cultura científica e irreligiosa, representada por Fausto.
Ven a España como un edificio
sin terminar por lo que surge la necesidad de dar un remate bello y hermoso a
nuestra historia y a nuestra tradición.
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