Bajo el pedir justicia,
reclamar derechos,…está la fuerza.
No sólo la influencia de
Nietzsche, también la de Schopenhauer y su doctrina de la voluntad.
“Nada es eterno; todo es
mudable. Surgen cada momento en el espacio mundos nuevos, y acábanse los que cumplieron ya su hora. La materia
sigue sin cesar su evolución al infinito, cambiando, transformándose, muriendo para
renacer en formas nuevas…El hombre no es una excepción del aniquilamiento
universal…Se apagará el sol; cesará la tierra de ser morada propia del hombre,
y perecerá, lentamente, la raza entera…Y, entonces, desierta la Tierra , rodando desolada y
estéril, entre profundas tinieblas, por el espacio inmenso, ¿para qué habrán
servido nuestros afanes, nuestras luchas, nuestros odios?”
“Todo cambia, todo pasa, todo
perece. Y cuando pase la Tierra ,
y pase el Universo, y pase el Tiempo…¿dónde estarán los aplausos entusiastas,
unánimes, estruendosos que anoche, en la Comedia tributaban a un amigo….?
El eje de toda la estética
será el Mito del Eterno Retorno.
Escribe Azorín: “Federico
Nietzsche, estando allá por 1.881, retirado en una aldea, entregado a sus
fecundas meditaciones, se quedó un día, estupefacto, espantado, aterrorizado!
Había encarnado de pronto, en su cerebro, la Hipótesis de la Vuelta Eterna …que no es más que
la continuación indefinida, repetida, de la danza humana….Los átomos forman
mundos y mundos…sus combinaciones son innumerables, pero puesto que son los
mismos porque “en la naturaleza nada se crea…” ha de llegar –habrá llegado
quizá –el momento en que las combinaciones se repitan, entonces….este mismo
mundo en que vivimos vuelva a surgir de nuevo, y con todos los seres,
idénticos, que al presente lo habitan”
“Todos los estados que este
mundo puede alcanzar los ha alcanzado ya, y no sólo una vez, sino un número
infinito de veces…”
Pero, en oposición a
Nietzsche, dice: “yo no siento la angustia que Nietzsche sentía ante la Vuelta Eterna ”.
En “Las Nubes” lo expresa
así: “Las nubes nos dan una sensación de estabilidad y de eternidad. Las nubes
son –como el mar –siempre varias y siempre las mismas….Ellas, tan fugitivas,
permanecen eternas. A estas nubes que ahora miramos las miraron hace
doscientos, quinientos, mil, tres mil años, otros hombres con las mismas
pasiones y las mismas ansias que nosotros….Las nubes son siempre distintas en
todo momento, todos los días van caminando por el cielo”….”Las nubes nos
ofrecen el espectáculo de la vida. La existencia ¿qué es sino un juego de
nubes? Diríase que las nubes son “ideas que el tiempo ha condensado”….”Vivir es
ver pasar”
“Ver pasar y ver volver en un
retorno perdurable, eterno; ver volver todo –angustias, alegría, esperanzas
–como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas
nubes fugaces e inmutables”
De la angustia nietzscheana Azorín
pasa a una serena contemplación de todas las cosas.
“La imagen es la realidad
única, la única fuente de vida y de sabiduría…y así, este perro, que no ha
leído a Troyano, este perro sin noción del tiempo, sin sospechas de la
inmanencia o trascendencia de la causa primera, es más sabio que Aristóteles,
Spinoza y Kant…los tres juntos”
Y poco después, en una café
toledano, medio borracho, exclamará: “¡Viva la imagen¡”, que no es un grito
caprichoso.
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