domingo, 30 de septiembre de 2018

CRÍTICA A LA RESTAURACIÓN ( 4)




¿Cómo ser fieles a la tradición e incorporar los valores de la modernidad?. ¿Cómo poder ser europeo pero sin dejar de ser español?.
Es lo que se propone Unamuno en sus primeros ensayos, posteriormente recogidos en forma de libro: “En torno al casticismo”.

“Castizo” deriva de “casta”, como “casta” deriva de “casto” “puro”.
“Castizo es todo aquello que es fiel y representativo de la “casta” propia, de la pura casta, raza pura, íntegra, sin mezcla alguna de elemento extraño.
Lo “castizo” se estima como una cualidad excelente y ventajosa, de ahí el prejuicio que se enquista, fuente de errores y engaños al creer que las razas puras son superiores a las razas mixtas, cuando está demostrado, en animales y personas, que el cruzamiento de razas diferentes es fuente de nuevo vigor y de progreso.

A Unamuno le preocupa la opinión de muchos de que la invasión de elementos culturales extraños que van extranjerizando nuestra cultura y “zapando nuestra personalidad nacional”.
Hay, pues, un peligro de adulteración para nuestros valores castizos, lo que les lleva a defender un exclusivismo cultural.
Unamuno se opone a esta opinión, porque sólo puede conducir a una endogamia involutiva y les dice: “querer enquistar a la patria y que se haga una cultura lo más exclusiva posible, calafateándose y embreándose a los aires colados de fuera parte del error de creer más perfecto el indio que en su selva caza comida, la prepara, fabrica sus armas, construye su cabaña, que al relojero parisiense que, puesto en la selva, moriría acaso de hambre y de frío”.

Pero la postura de Unamuno no es un simple rechazo del exclusivismo casticista.

Se pronuncia sobre la polémica expresión “ciencia nacional” (polémica entre Menéndez Pelayo y los krausistas) rechazándola de modo tajante: “la ciencia no tiene nacionalidad” pero como cada pueblo o nación es como es, uno da preferencia a una rama de la ciencia mientras que otro pueblo o nación tiene preferencia por otra rama o por otro método científico.
“La ciencia no se da nunca pura” pues siempre lleva en sí algo de pre-científico, sub-científico o intra-científico y “este algo va teñido de materia nacional. Y es en ese algo donde tiene sentido insertar una reflexión sobre el casticismo.

Distingue entre “historia” e “intrahistoria”, siendo la primera los sucesos y acontecimientos del diario vivir, su acontecer superficial y la segunda el fondo misterioso, profundo e inconsciente del que brota lo anterior.

Las olas con su rumor y su espuma, la superficie del mar y, por otro lado, el fondo del mar, silencioso y continuo, éste es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, la vida intra-histórica, frente a la que aparece en los periódicos y en los libros, en los monumentos y en las piedras.

Tradición eterna o intra-histórica versus tradición temporal o histórica.

Es en el fondo del presente donde hay que buscar la tradición eterna, en las entrañas del mar. Y ésta debe ser la misión de los intelectuales y guías de los pueblos.
En el fondo del presente vivo no en el pasado muerto.

La individualidad que se ve frente a la personalidad que se es, su exterior frente a su interior, lo español y diferencial frente a lo humano y general.

“La humanidad es la casta eterna, sustancia de las castas históricas, que se hacen y se deshacen como las olas del mar; sólo lo humano es eternamente castizo”.
Pero para hallar lo humano-eterno hay que romper lo castizo temporal y ver cómo se hacen y se deshacen las castas, cómo se ha hecho la nuestra y qué indicios nos da de un provenir su presente.
Su punto de partida es la lengua, la lengua castellana y, desde aquí a España.
“Castilla es la verdadera forjadora de la unidad y de la monarquía española”.

Una vez más, el mito de Castilla, que sirve de aglutinante a la generación del 98.

Y si lo castellano es lo castizo habrá que ir a buscar en la literatura castellana las posibilidades de la regeneración nacional.
Y ahí está el teatro de Calderón, la filosofía castellana, la mística, el humanismo renacentista.

Y a la presión exterior oponen la voluntad desnuda, la de Schopenhauer.

El determinismo geográfico de Castilla, la tierra como una inmensa plancha seca y todo el amplio cielo azul sobre ella.

“!Ancha es Castilla¡ -dice ¡Y qué hermosa la tristeza reposada de ese mar petrificado y lleno de cielo¡

“Esos hombres castellanos, esa casta tostada por el sol y curtida la piel por el frío, producto de una larga selección por las heladas de crudísimos inviernos y una serie de penurias periódicas, hechos a la inclemencia del cielo y a la pobreza de la vida…esa castiza alma castellana…con su única filosofía: la mística, en que alma y Dios se funden en una unidad indisoluble”.
Esta mística que no es ciencia sino…ansia de sabiduría divina.

Castellanos, “conquistadores, mal avenidos al trabajo”

“No hay idea más satánica que la de la auto-redención; los hombres y los pueblos se redimen unos por otros”.

A España le ocurrió lo que a todos los pueblos, que “en sus encerronas y aislamientos hipertrofian en su espíritu colectivo la conciencia histórica a expensas de la vida difusa intra-histórica que languidece por falta de ventilación….hay pueblos que, de puro mirarse el ombligo nacional caen en sueño hipnótico y contemplan la nada”.

Esto es lo que le ha ocurrido a España. Por lo tanto la solución es: “abrir de par en par las ventanas al campo europeo para que se oree la patria. Tenemos que europeizarnos y chapuzarnos en pueblo. El hondo pueblo, el que vive bajo la historia, es la masa común a todas las castas, es su materia protoplasmática; lo diferenciante y excluyente son las clases e instituciones históricas, y éstas sólo se remozan zambulléndose en aquél… fe en que siempre seremos nosotros, y venga la inundación de fuera, la ducha”.

Todos los pertenecientes a la Generación del 98 están de acuerdo con el casticismo de Unamuno (aunque sólo éste lo ha expuesto expresamente). Todos quieren ser castizos. Todos quieren mantener los valores más valiosos de la tradición española, pero todos son críticos respecto a la decadencia nacional y respecto al pasado que trajo esta decadencia.

No les gusta esta España y desean, quieren cambiarla.

“Amamos a España porque no nos gusta” es una especie de enseña generacional que identifica a todos y viene a resultar una peculiar forma de nacionalismo.

El fenómeno “casticista” es una forma de nacionalismo.

La Generación del 98 ha sido la primera a la que puede considerarse nacionalista de un modo pleno y cabal.

El empujón napoleónico de comienzos del XIX arrumba el aparato de las monarquías europeas tradicionales y pone en marcha el principio de la soberanía nacional sobre el que se construirá el edificio de las nuevas naciones europeas.
España fue una adelantada PERO le faltaba el estrato social apropiado: una burguesía liberal sólida que le permitiera consolidarlo, primaban, todavía, los intereses teocráticos, señoriales y autoritarios del Antiguo Régimen.
Sólo al final del siglo, cuando el crecimiento burgués empieza a ser menos precario en el seno de la sociedad española parecen afirmarse las posibilidades de una España nueva, una España moderna.

El hecho de que el nacionalismo español fuese muy tardío respecto a los demás nacionalismo europeos es lo que le va a dar el carácter casticista con que se peculiariza.

La influencia de Nietzsche, Schopenhauer y demás irracionalistas son lo que llevan a los del 98 a declarar que “la vida es superior e irreductible a  la razón, el sentimiento, superior a la lógica, la sinceridad, más valiosa que la consecuencia”.
En todo ellos se repiten palabras como: pasión, voluntad, sentimiento, sensibilidad inefable, emoción,…aunque sea la que prime sobre las demás.

Pero es una voluntad desnuda, del “porque sí”, “porque me da la real gana”, “porque me sale de los testículos”…

“Amor a España”, pero un amor amargo porque “esa España no les gusta”.
La insatisfacción de esa España que no les gusta los lanza a predicar el aislamiento; hay que concentrar las energías nacionales en el interior para promover el cambio y la renovación.

“Echemos siete llaves al sepulcro del Cid” –dice Costa y “no vayamos fuera en el interior de España está la verdad” –había dicho Ganivet.
Unamuno gritará: “Adentro, adentro”.

Posteriormente Ortega y Gasset empleará la palabra “raza”, en un sentido muy similar al de “casta”

Lo normal –dice Ortega –es que las clases inferiores, los plebeyos, imiten a las clases aristocráticas, pero no fue eso lo que ocurrió en España.
Y ahí están: el chulismo, el flamenquismo, la bravuconería, la exageración, el retruécano, la gitanería, el majismo, los toros,… formas dieciochescas de lo que después va a ser “casticismo”

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