SUPERHOMBRE.
Hombre nuevo que aparece tras
la “muerte de Dios”.
Nietzsche lo concibe como el
individuo fiel a los valores de la
vida , al “sentido de la tierra ”.
Nietzsche emplea con
frecuencia un tono combativo y un lenguaje retórico que puede dar lugar a
interpretaciones que no son fáciles de aceptar después de la terrible
experiencia de nuestro siglo: sus exabruptos contra los judíos, la exaltación
de “bruto rubio germánico”, y algunos de los calificativos con los que a veces se
refiere a lo que parece considerar el ideal de hombre (crueldad, brutalidad,
falta de compasión, ...) permiten comprender que su filosofía haya sido
utilizada por el nazismo para la defensa de sus tesis racistas.
Pero es posible presentar la
idea nietzscheana del superhombre precisamente a partir de una crítica de su
lectura nazi.
Las características que
Nietzsche atribuye al superhombre y que pudieron dar pie a esta interpretación
son las siguientes:
1.- Nietzsche
fue contrario al igualitarismo, tanto del igualitarismo implícito en el
punto de vista cristiano (para éste todos somos iguales pues somos hermanos, al
ser hijos de Dios), como al igualitarismo defendido por el movimiento
socialista cada vez más pujante a partir de la segunda mitad del siglo
XIX.
2.- Hay hombres inferiores y
hombres superiores, el superhombre pertenece a este segundo grupo; “los débiles
y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los
hombres. Y además se los debe ayudar a perecer” (“El anticristo”).
3.- Moral de la
violencia: en muchos textos Nietzsche atribuye al superhombre rasgos
para los que los nazis fueron particularmente competentes: la falta de
compasión, la crueldad, la fuerza, el gusto por la acción, el combate y
la guerra, el desprecio por los débiles.
“Debéis buscar vuestro
enemigo y hacer vuestra guerra. Debéis amar la paz como medio para nuevas
guerras, y la paz de corta duración más que la larga”.
“Decís que es la bondad de la
causa la que santifica la guerra; yo digo: es la bondad de la guerra lo que
santifica toda causa”.
“¿Quién alcanzará algo grande
si no tiene la fuerza y la voluntad de infligir grandes sufrimientos?
Saber sufrir es poco: hay
mujeres y esclavos que han destacado como maestros en este arte.
Pero no sucumbir ante los
ataques de la angustia íntima y de la duda turbadora cuando se causa un gran
dolor y se oye el grito de este dolor, esto sí es grande”. “El hombre superior
se distingue del inferior por la intrepidez con que provoca la desgracia”;
Si a estas tesis unimos, como
antes se ha indicado, los textos en los que con los calificativos más
exagerados critica al judaísmo, al cristianismo y reivindica la ferocidad
y empuje de los pueblos germánicos, podemos comprender que los nazis pudieran
hacer uso de la filosofía nietzscheana para la defensa de su punto de vista
político.
Sin embargo, en la filosofía
de Nietzsche encontramos también elementos muy importantes que no parecen
favorecer esta interpretación:
manifestó expresamente
su hostilidad ante los alemanes y la cultura alemana (incluso llegó a
abandonar la ciudadanía alemana y se hizo suizo).
4.- La figura del superhombre
no se puede separar de la consideración general nietzscheana relativa al
platonismo y la muerte de Dios; implica una concepción filosófica y una teoría
de la historia ajena por completo a las ideas nazis.
El hombre al que hay que
superar es el que se somete a los valores tradicionales, a la “moral del
rebaño”, a la moral basada en la creencia de una realidad trascendente que
fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia entre las
personas.
El superhombre sólo es
posible cuando se prescinda absolutamente de la creencia en Dios, cuando se
realice hasta el final la “muerte de Dios”.
El nazismo defiende el culto
a la raza y al Estado, predica la superioridad del grupo sobre el individuo,
pero es esencial a la filosofía nietzscheana la tesis de que no existe lo
universal: Nietzsche no cree en realidades universales, para él no existe la Humanidad , ni la Raza , ni la Nación.
La estética nazi, el gusto
por los uniformes, la disciplina militar, las manifestaciones en las que la
muchedumbre oculta y anula al individuo, son signos menores pero claros de la
importancia que esta ideología da al grupo en menosprecio del individuo.
La noción de Raza, de Destino
de un pueblo, de Estado, de Nación, en las que cree el nazismo son diversas
máscaras bajo las que se oculta lo Absoluto.
Nietzsche consideró al Estado
como una de las mayores perversiones creadas por el hombre.
El Estado representa lo
abstracto, la conducta del Estado es conducta despersonalizada, trata a los
individuos de un modo indiscriminado, y el individuo, cuando se somete a él y
se preocupa por él, pierde su individualidad, creatividad y libertad.
“Allí donde el Estado acaba,
comienza el hombre que no es superfluo; allí comienza la canción del necesario,
la melodía única e insustituible. Allí donde el Estado acaba, ¡mirad allí,
hermanos míos! ¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre?” (“Así
habló Zaratustra”).
El superhombre no se puede
identificar con una clase social con privilegios que le puedan venir por la
tradición o que descansen en su poder social (con la aristocracia, por
ejemplo), ni con un grupo definido biológicamente (con una raza) pues los genes
no son una garantía de excelencia.
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