martes, 4 de septiembre de 2018

NIETZSCHE 12. CONCEPTOS NIETZSCHEANOS: EL SUPERHOMBRE (1)



SUPERHOMBRE.

Hombre nuevo que aparece tras la “muerte de Dios”.

Nietzsche lo concibe como el individuo fiel a los valores de la vida, al “sentido de la tierra”.

Nietzsche emplea con frecuencia un tono combativo y un lenguaje retórico que puede dar lugar a interpretaciones que no son fáciles de aceptar después de la terrible experiencia de nuestro siglo: sus exabruptos contra los judíos, la exaltación de “bruto rubio germánico”, y algunos de los calificativos con los que a veces se refiere a lo que parece considerar el ideal de hombre (crueldad, brutalidad, falta de compasión, ...) permiten comprender que su filosofía haya sido utilizada por el nazismo para la defensa de sus tesis racistas.

Pero es posible presentar la idea nietzscheana del superhombre precisamente a partir de una crítica de su lectura nazi.

Las características que Nietzsche atribuye al superhombre y que pudieron dar pie a esta interpretación son las siguientes:

1.- Nietzsche fue contrario al igualitarismo, tanto del igualitarismo implícito en el punto de vista cristiano (para éste todos somos iguales pues somos hermanos, al ser hijos de Dios), como al igualitarismo defendido por el movimiento socialista cada vez más pujante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. 

2.- Hay hombres inferiores y hombres superiores, el superhombre pertenece a este segundo grupo; “los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se los debe ayudar a perecer” (“El anticristo”).

3.- Moral de la violencia: en muchos textos Nietzsche atribuye al superhombre rasgos  para los que los nazis fueron particularmente competentes: la falta de compasión,  la crueldad, la fuerza, el gusto por la acción, el combate y la guerra, el desprecio por los débiles.

“Debéis buscar vuestro enemigo y hacer vuestra guerra. Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras, y la paz de corta duración más que la larga”.
“Decís que es la bondad de la causa la que santifica la guerra; yo digo: es la bondad de la guerra lo que santifica toda causa”.

“¿Quién alcanzará algo grande si no tiene la fuerza y la voluntad de infligir grandes sufrimientos?

Saber sufrir es poco: hay mujeres y esclavos que han destacado como maestros en este arte.
Pero no sucumbir ante los ataques de la angustia íntima y de la duda turbadora cuando se causa un gran dolor y se oye el grito de este dolor, esto sí es grande”. “El hombre superior se distingue del inferior por la intrepidez con que provoca la desgracia”;

Si a estas tesis unimos, como antes se ha indicado, los textos en los que con los calificativos más exagerados critica al judaísmo, al cristianismo y reivindica la ferocidad y empuje de los pueblos germánicos, podemos comprender que los nazis pudieran hacer uso de la filosofía nietzscheana para la defensa de su punto de vista político.

Sin embargo, en la filosofía de Nietzsche encontramos también elementos muy importantes que no parecen favorecer esta interpretación:
manifestó expresamente su hostilidad ante los alemanes y la cultura alemana (incluso llegó a abandonar la ciudadanía alemana y se hizo suizo).

4.- La figura del superhombre no se puede separar de la consideración general nietzscheana relativa al platonismo y la muerte de Dios; implica una concepción filosófica y una teoría de la historia ajena por completo a las ideas nazis.

El hombre al que hay que superar es el que se somete a los valores tradicionales, a la “moral del rebaño”, a la moral basada en la creencia de una realidad trascendente que fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia entre las personas.

El superhombre sólo es posible cuando se prescinda absolutamente de la creencia en Dios, cuando se realice hasta el final la “muerte de Dios”.

El nazismo defiende el culto a la raza y al Estado, predica la superioridad del grupo sobre el individuo, pero es esencial a la filosofía nietzscheana la tesis de que no existe lo universal: Nietzsche no cree en realidades universales, para él no existe la Humanidad, ni la Raza, ni la Nación.

La estética nazi, el gusto por los uniformes, la disciplina militar, las manifestaciones en las que la muchedumbre oculta y anula al individuo, son signos menores pero claros de la importancia que esta ideología da al grupo en menosprecio del individuo.

La noción de Raza, de Destino de un pueblo, de Estado, de Nación, en las que cree el nazismo son diversas máscaras bajo las que se oculta lo Absoluto.

Nietzsche consideró al Estado como una de las mayores perversiones creadas por el hombre.

El Estado representa lo abstracto, la conducta del Estado es conducta despersonalizada, trata a los individuos de un modo indiscriminado, y el individuo, cuando se somete a él y se preocupa por él, pierde su individualidad, creatividad y libertad.

“Allí donde el Estado acaba, comienza el hombre que no es superfluo; allí comienza la canción del necesario, la melodía única e insustituible. Allí donde el Estado acaba, ¡mirad allí, hermanos míos! ¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre?” (“Así habló Zaratustra”).

El superhombre no se puede identificar con una clase social con privilegios que le puedan venir por la tradición o que descansen en su poder social (con la aristocracia, por ejemplo), ni con un grupo definido biológicamente (con una raza) pues los genes no son una garantía de excelencia.

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