EL EXILIO ESPAÑOL.
EL TIEMPO Y EL ESPACIO.
Al morir Franco (Noviembre
del 75) se cierra el ciclo del exilio filosófico abierto en el 36.
EL TIEMPO (¿CUÁNDO?)
Suele darse la fecha del año
36 como la del inicio de la emigración, pero en realidad había empezado antes
de la guerra.
En el 35 la situación se
había hecho incómoda, especialmente en Madrid, y muchos intelectuales
empezaron, si no a emigrar, sí a vivir en una especie de “exilio virtual”,
situación que se consolidó desde el momento en que el Frente Popular ganó las
elecciones.
Luego, en el 36, 37, 38 y 39
fueron espectadores de la huida de la mayoría de intelectuales adeptos a la República.
Pero tampoco es verdad que la
emigración acabara en el 39, pues en la postguerra y durante muchos años no han
dejado de salir intelectuales a consecuencia de una situación política que no
favorecía sus actividades.
Igual ocurre con la fecha del
año 75, porque muchos intelectuales, filósofos, habían empezado a venir antes o
a publicar sus libros entre nosotros, sobre todo filósofos catalanes (Nicol,
Recasens Siches, Ferrater Mora,…)
Otros ni siquiera en el 75
habían vuelto, porque ni las condiciones políticas ni las académicas se habían
producido para que pudieran hacerlo con todos sus derechos, lo que ya ocurrió
en el 77, pero ni entonces han vuelto ni piensan volver muchos de ellos que ya
se han aclimatado en sus países de acogida.
Por lo que las fechas 39 y 75
hay que entenderlas con flexibilidad.
EL LUGAR (¿DÓNDE?)
Y aunque la mayoría cruzó la
frontera francesa, una parte de ellos salió del puerto de Alicante.
Francia parecía el lugar
natural de instalación para una mayoría de la población española.
Pero la sombra de la segunda
guerra mundial se cernía sobre Europa.
Muchos españoles no
estuvieron en el país galo más que el tiempo preciso para coger un barco hacia
América aunque algunos, luchadores empedernidos, se enrolaron en “La Resistencia ” contra el
fascismo.
Fueron pocos pensadores y
filósofos los que se quedaron en Europa. Sólo en Inglaterra, donde recalaron
las figuras más próximas a la Institución
Libre de Enseñanza, además de Luis Araquistain, Pablo de
Azcárate, Salvador de Madariaga y José Antonio Balbontin (aunque poco después,
Araquistain y Azcárate se trasladaron a Ginebra).
La mayoría de los filósofos
exiliados marcharon a América y, más en concreto a los países de habla
española, sobre todo a México cuyo Presidente, Lázaro Cárdenas, puso a su
disposición medios para que continuaran con la labor docente e investigadora
que habían desarrollado en su país de origen.
Ya en otro lugar hemos dejado
señalados a filósofos en México y en Venezuela, pero Argentina también les
abrió sus puertas (Ortega, en Buenos Aires y García Morente en Tucumán, aunque
pronto regresaran a la península, pero allí quedaron otros, como Jiménez de
Asúa, Claudio Sánchez Albornoz, Francisco Ayala y Luis Farré (que había
emigrado antes, en el 31).
Ferrater Mora, en Chile,
García Bacca, en Ecuador, pero también en Costa Rica, Bolivia, Bogotá, Puerto
Rico,…
Pero los dos focos
principales son México, con Gaos, y
Caracas (Venezuela), con García Bacca.
Algunos de ellos cambiarían
de país, sobre todo a Estados Unidos.
El principal tema filosófico
de los exiliados es el “orteguismo” aunque la presencia de Ortega en Argentina
era todo menos cómodo, pues se sabía que se había desentendido de la guerra y
tampoco había condenado, expresamente, el franquismo, y cuando vuelva lo hará
en Lisboa.
No se atrevió a aceptar la
invitación de Gaos para ir a México y la causa pudo ser el miedo a la colonia
republicana que en México era muy importante.
Orteguismo sí, Ortega no.
Y eran muchos, entre los
exiliados, los orteguianos, porque ya antes, en España, sus discípulos habían
iniciado el “orteguismo”, enseñándolo, investigándolo y defendiéndolo, aunque
también existencialistas e historicistas, por la importancia de las
traducciones de Gaos e Imaz, pero también de españoles como Lulio, Vives,
Suárez,…
También hemos, antes,
señalado cómo Nicol acuñó la denominación de “Escuela de Barcelona” vs “Escuela
de Madrid”, cuya división no es muy nítida.
Otros, como Ferrater Mora se
introdujo en la Filosofía Analítica
que según sus propias palabras, “no sobra, pero tampoco basta”.
Otro, olvidado como filósofo,
por ser poeta, es el bilbaíno Juan Larrea, amigo del poeta Cesar Vallejo, y que
se introduce en el tema de la cultura y su desarrollo y pronosticando el
próximo advenimiento de una Cultura Universal, de un estado de Supercultura, en
una interpretación espiritualista de la historia y de la cultura aprovechando
elementos del ruso Nicholas Berdyaef (cuyas dos obras, en la colección Austral,
me resultaron tan atractivas).
También en la filosofía
americana del exilio, a partir del 67, existe un interés por el marxismo (se
celebró el Centenario de la primera edición de El Capital (1.867-1.967), pero
no por el marxismo ortodoxo y dogmático, sin como una inquietud bastante
extendida y que todo empezó por la excelente traducción y difusión del mismo a
cargo de Wenceslao Roces que, en España, traduce y publica El Manifiesto
Comunista, precedido de una “introducción histórica” utilizando la
correspondencia Marx-Engels y siendo una magnífica exposición del pensamiento
marxista (en el 35, en España, traduce el primer tomo de El Capital, tarea que
continuará en México hasta traducir los otros dos tomos del mismo.
El marxismo llegó a aparecer
como un movimiento interesante y simpático, hasta para el mismo Gaos, que
siempre se había movido en las coordenadas del personalismo filosófico.
En la Revista Diálogos , numero 19, de
1.968, publica un síntesis del seminario habido, con el título: “El juicio
final del capitalismo”, en cuyo párrafo final escribe: “Así como el “Manifiesto
luterano” fue el toque de rebato que anunció a la Cristiandad medieval
su disolución, el Manifiesto Comunista
fue el que anunció a la moderna sociedad burguesa la suya: porque la sociedad
actual, y no se diga la futura, dista de ser la sociedad burguesa cuya
disolución anunció El Manifiesto, aunque diste también de ser la concebida por
Marx como comunista final; igual que de ser la Cristiandad reformada
concebida por Lutero ha distado la cristiana moderna y no se diga la moderna en
general”
Señala el impulso que el
pensamiento de Marx ha dado al desarrollo de la historia posterior, a diferencia
de cómo se desarrolló la historia anterior.
Igualmente en ese movimiento
marxista se mueve el algecireño Adolfo Sánchez Vázquez, que se alista con los
republicanos en la guerra civil y que luego, ya exiliado en México, funda junto
a otros jóvenes, la revista Romance, y enseña en las universidades de Michoacán
(Morella) y, después, en la
Autónoma de México, especializado en Estética (su libro Ética
es uno de los que más me ilusionó, por su contenido y por su exposición).
El estudio de la teoría del
trabajo como actividad creadora, como esencia del hombre y el trabajo como
resultado, la producción, en manos de los dueños de producción, la
“desesencialización humana” la “alienación….
El divorcio entre trabajo y
placer, o entre trabajo y belleza, lo que muestra la hostilidad entre
capitalismo y arte.
Sus libros “Estética y
marxismo” y “Filosofía de la praxis” ocupan lugar destacado en la investigación
marxista.
El trabajo humano queda
reducido a valor económico en un sistema capitalista cuando, en realidad el trabajo
es la fuente de todo valor y riqueza.
Concepción del hombre como un
ser activo y creador, y no meramente productivo.
Producción y sociedad, y
producción e historia forman una unidad indisoluble.
“La categoría de la praxis
pasa a ser en el marxismo la categoría central” encuadrada en la filosofía de la acción transformadora y revolucionaria,
donde la actividad abstracta e idealista ha dejado paso a la actividad práctica
y objetiva del hombre como ser histórico-social”.
Concepción revolucionaria del
hombre como ser teórico-práctico, transformador de la realidad.
Praxis creadora vs praxis
reiterativa, praxis espontánea vs praxis reflexiva por el distinto grado de
conciencia que se tiene en unas y en las otras y la importancia que tienen en
la actividad revolucionaria que tanto preocupa a los marxistas.
De ahí la necesidad de
concienciar a la clase trabajadora de su papel en el cambio de la estructura
social capitalista.
Y en esta misma dirección van
las últimas obras de García Bacca, sobre todo
“Humanismo teórico, práctico y positivo según Marx”.
También ha dedicado una obra
a Antonio Machado: “Invitación a filosofar según espíritu y letra de Antonio
Machado” (1.967)
Tanto la ciencia como la
filosofía coinciden en cuanto tienden a una humanización positiva del universo,
a una universalización positiva del hombre, ambas tienden a hacer del universo
la morada propia del hombre.
La influencia del marxismo es
patente en las últimas evoluciones de gran parte de los pensadores españoles
exiliados en América y la persistente tendencia al socialismo, sea éste
marxista o no.
Marxismos heterodoxos, pues.
Ahí están, también, Manuel
Sacristán, Castilla del Pino, Gustavo Bueno y Carlos París.
E, igualmente, entre los del
exilio. Si al principio el socialismo estaba representado por Luis Araquistain,
Pablo de Azcárate y José Antonio Balbontín, posteriormente ha estado
representado por Fernández Santos, Manuel Ballesteros, Miguel Sánchez Mazas e
Ignacio Sotelo.
Se constata, pues, la
superación definitiva de la ruptura intelectual que la última guerra civil
produjo entre nosotros.
Se constata una paralela
evolución filosófica de una parte importante del exilio y un contingente
considerable de nuestros intelectuales.
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