sábado, 15 de septiembre de 2018

NIETZSCHE 13 .RAMIRO DE MAEZTU Y LA VOLUNTAD DE PODER. (4A)




La crítica literaria es unánime al afirmar que el alavés Ramiro de Maeztu es el miembro de la Generación del 98 más influido por Nietzsche y que sólo el guipuzcoano Baroja se le puede acercar, porque en éste también esta presente Schopenhauer.

Maeztu es un entusiasta de Nietzsche, de ahí el apelativo que se da a fines del XIX de “El Nietzsche español”.

Ya desde su primer libro “Hacia otra España”, de 1899, se manifiesta como un escritor nietzscheano, agresivo y crítico de la España tradicional.

Periodista, escritor en revistas, corresponsal en Inglaterra, voluntario en el frente aliado en la primera guerra mundial, simpatizante de la dictadura de Primo de Rivera en España, desde 1923, por lo que será nombrado embajador en Argentina, en 1928, y habiendo publicado dos años antes, en 1.926, uno de sus mejores libros de ensayos: “Don Quijote, Don Juan y la Celestina”.

Al proclamarse la República se hace miembro de Acción Española, cuyo primer número sale en 1.931, y de la que será Presidente y en la que van apareciendo capítulos de lo que luego será su libro: “Defensa de la Hispanidad” (1.934).

El 29 de Octubre del 36 sería fusilado por las milicias republicanas, es la otra cara de García Lorca a manos de los falangistas.

Junto con José Antonio Primo de Rivera, Víctor Pradera y José Calvo Sotelo constituyeron la fuerte oposición al régimen republicano.

Su ideología van cambiando muy rápidamente: de defensor del individuo como personalidad poderosa capaz de regenerar a España con el exclusivo esfuerzo de su voluntad a defender un socialismo gremial, desde su corresponsalía en Londres para terminar en una plena conversión al catolicismo afirmando que sólo el valor de la cultura española –universal, humanista y católica –podrá afrontar la gran crisis de la cultura occidental, donde se ha perdido el sentido espiritual de la existencia humana.

“Servicio”, “jerarquía” y “hermandad” son el nervio de una concepción autoritaria, espiritual y fraternal de la convivencia humana.

Si en la primera etapa prima la “voluntad de poder” (influencia de Nietzsche) en la segunda la primacía es para la idea de “función” y los valores ideológicos trascendentes y en la tercera la primacía será para la religión y el sentido espiritual del amor.

Del anarquismo intelectual, pasando por el socialismo gremial hasta desembocar en el sentido de autoridad y la ortodoxia católica.
Aunque también se afirma que si en la primera etapa está patente (“influjo buscado”) la influencia de Nietzsche, en las otras dos Nietzsche sigue estando, aunque latente, la reminiscencia y los efectos del pensamiento nietzscheano.

Durante toda su vida estuvieron presentes categorías como “la necesidad de una nueva tabla de valores”, “el empuje más bien irracionalista”, “la estimación positiva de la guerra”, “la voluntad de poder” y “el ideal de un hombre regenerado” (típicamente nietzscheanas).

¿Cómo se hará esa Nueva España? Y su respuesta nietzscheana: “basta, basta de la moral de los tullidos” y, para añadir una exaltación del capital: “El dinero entraña una fuerza superior, una grandeza más intensa que ninguno de esos otros artefactos. ¡Torpe quien no lo vea! Cantemos al oro. El oro vil transformará la amarillenta y seca faz de nuestro suelo en juvenil semblante. ¡El oro vil irá haciendo la otra España¡”

El catolicismo al que se convierte en su tercera etapa no el catolicismo de la humildad y del sacrificio, sino un catolicismo de voluntad imperial y conquistadora, en el que el afán de poder ocupará lugar primordial.

La tendencia corporativista, el socialismo gremialista, de su segunda etapa, ya en Londres, es cuando el hombre, en vez de ser considerado como “individuo” es considerado y caracterizado como “función en la sociedad”, por el servicio que el hombre presta a los demás, en sociedad, en el que debe sacrificar sus personalidad en pro de valores objetivos, que son cuatro: el Poder, la Verdad, la Justicia y el Amor.

Este cambio religioso fue lo que causa la ruptura de amistad que mantenía con Ortega y Gasset.

El sentido que el catolicismo puede dar a la vida humana y a la sociedad es inseparable de esa “defensa de la Hispanidad

De esos 4 valores antes reseñado quedarán sólo 3, cayendo la Justicia.
Y esos tres valores son atributos divinos pero será el Poder el que ocupe el lugar privilegiado (imitación o correspondencia con la Voluntad de Poder nietzscheana.

El concepto de Hispanidad surge en él con fuerza tras su estancia en Argentina.

Así considerará los tres grandes mitos de la cultura española, que recoge en su libro “Don Quijote, Don Juan y La Celestina”, en 1.936.

Don Quijote es la encarnación del Amor, Don Juan, del Poder y La Celestina, del Saber o de la Verdad.
Es la versión española de tres atributos esenciales de Dios.

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