¿Recetas para coronar esa
obra, ese edificio sin terminar que es España?
GANIVET, parafraseando a San
Agustín, pero sin ese tono religioso, exclama: “noli foras ire; in interiore
Hispaniae habitat veritas”, mientras BAROJA exclama: “Yo quisiera que España
fuera el mejor país del mundo, y el País Vasco el mejor rincón de España”
UNAMUNO va más allá: “hay que
quijotizar a España”, mientras MENÉNDEZ PIDAL, en “La España del Cid” lo ve como
el héroe nacional y expresión de lo más característico del alma castellana y
logra restaurar la figura del Cid como símbolo de Castilla.
Don Quijote y en Cid.
“Tenemos lo principal, el
hombre, el tipo; nos falta sólo decidirle a que se ponga manos a la obra”
–exclama GANIVET.
La consecuencia de la corrupción
administrativa que habían observado durante la restauración produce un soberano
desdén hacia la política y los políticos.
Dice AZORÍN: “no hay cosa más
abyecta que un político: un político es un hombre que se mueve mecánicamente,
que pronuncia inconscientemente discursos, que hace promesas sin saber que las
hace, que estrecha manos a personas que no conoce, que sonríe, sonríe siempre,
con una estúpida sonrisa automática”.
Buena descripción.
PÍO BAROJA no se queda atrás:
“En las esferas oficiales de España reinaba por entonces la cuquería más
refinada. Había una oligarquía de políticos, oligarquía de apetitos, de
petulancia y, sobre todo, de vanidad, que miraban al Estado como una finca.
Esta oligarquía, entronizada por la Restauración y la Regencia , (…), cantada
por periodistas mediocres, pero que se creían geniales, trabajó constantemente
en hacer una selección a la inversa.
Ya en Madrid observé cómo
toda la vida española se iba desmoronando por incuria, por torpeza y por
inmoralidad (…) fue una época de verdadera corrupción, de grandes fracasos y de
algunas ilusiones; de muchas cosas malas y algunas buenas.
España, como otros pueblos de
Europa parecía un mujer vieja y febril que se pinta y hace una mueca de
alegría”
MAEZTU lo expresa como “parálisis”,
porque los partidos políticos han hecho de sus programas un entretenido juego
de caciques”
UNAMUNO, con su “En torno al
casticismo” va mucho más allá y merece un tratamiento especial, pues el ensayo
final de la obra lo titula: “sobre el marasmo actual de España”.
Es una crítica a la sociedad
donde se denuncia los males que la aquejan: espíritu ordenancista, el horror al
trabajo, el culto a la voluntad desnuda, el peso de la ley externa, del bien
parecer y de las mentiras convencionales, la sobra de individualismo y la falta
de personalidad, el exceso de formalismo y la mediocridad del ambiente,…”
Arremete contra los que
atacan a la prensa, porque ésta no es sino “espejo verdadero, espejo de nuestro
achatamiento, espejo de nuestra doblez, de nuestra rutina y de nuestra
ramplonería (…)
No es más que nuestro
ambiente espesado y concentrado, de una corrección desesperante.
¡Menos formalidad y
corrección y más fundamentalidad y dirección¡
¡Seriedad y no gravedad¡
Hay un misoneísmo feroz a
todo lo fresco, razonable y vivo…”
La denuncia es social pero se
extiende a la política, como en el resto del grupo y dice: “Sobre esta miseria
espiritual se extiende el pólipo político y en esta anemia se congestiona los
centros más o menos parlamentarios.
En una politiquilla al
menudeo suplanta la ingeniosidad al saber sólido, y se hacen escaramuzas de
guerrillas.
La pequeñez de la política
extiende su virus por todas las demás expansiones del alma nacional.
Y aún el pólipo está en
crisis.
Los viejos partidos, amojamados
en su ordenancismo de corteza, se arrastran desecados y brota, como signo de
los tiempos, el del buen tono escéptico y de la distinción elegante, el
neoconservatorismo diletantesco y aseñoritado con golpes plutocráticos”
Es Nietzsche como caudillo
ideológico.
Ese desdén por la política,
que se extiende al sistema democrático es un rechazo al ambiente de ramplonería
y penuria espiritual que ven a su alrededor.
Traducido frecuentemente en
un “cambio de valores” que nos recuerda la “transmutación” nietzscheana.
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