miércoles, 30 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (4B), LA YIHAD ISLÁMICA

YIHAD

Y siempre, y todo, en nombre de Dios.

Lo mismo, y aún peor de lo que hizo la Iglesia con el mensaje de Jesús de Nazaret han hechos los musulmanes con el mensaje de su profeta, Mahoma y su Corán.
La yihad islámica va más allá de la violencia ejercida por Jesús contra los mercaderes y cambistas del Templo.
Jesús de Nazaret no ejerció la violencia contra los hombres, sino contra una de sus actividades en el lugar no adecuado.
Porque ya no es lo que el Corán, literalmente, dice sino la forma fanática de interpretar lo escrito o la forma de interpretarlo de los fanáticos.

La palabra “yihad” aparece 38 veces en el Corán y en ninguna de ellas puede interpretarse como “guerra santa”.
“Yihad” significa “esfuerzo”, tanto esfuerzo físico como esfuerzo moral.

Cuando los musulmanes vencieron a sus ofensores cruentos, los paganos cruentos de aquella región, que no le permitían practicar pacíficamente su nueva religión, Mahoma les dice: “Venimos del “yihad menor” para emprender el verdadero “yihad”, el del alma”.
El “yihad” es, pues, el esfuerzo continuo por la paz subjetiva, que es la esencia del Corán.

Es, por tanto, guerra no cruenta contra la pobreza y la explotación de los grupos humanos contra el orgullo prepotente de quien detenta la fuerza.

Esa paz subjetiva, esa serenidad de quien acumula fuerza interior procura desprendidamente y sin desmayo, el “yihad político, económico y educativo a favor de todos, sin privilegios ni discriminaciones”.

“No ataquéis los primeros, porque Dios rechaza a los agresores” y “no hagáis violencia a los hombres a causa de su fe”.
Lo más que permite Mahoma es, “combatid en el camino del Señor a quienes os hagan la guerra, pero no os excedáis”.

Incluso, sobre los derechos y deberes humanos de los cristianos en el Estado Musulmán: “en lo que se refiere a los cristianos, ningún obispo será desplazado de su sede, ni monje alguno de su ministerio. La protección de Dios y la mía la tienen asegurada para siempre. No serán oprimidos, ni tampoco opresores”.

Luego el problema no es Dios, sea de la religión que sea, el problema no son los dioses, sino de sus denominados vicarios, representantes de su Dios en la tierra, intermediarios entre ese Dios y los hombres.

Los que hemos sido educados en el Cristianismo sabemos, más o menos, de la jerarquía cristiana: Papa, Cardenal, Patriarca, Arzobispo, Obispo, Presbítero o Sacerdote, Diácono.

No hay jerarquía religiosa islámica. El musulmán reza, habla, directamente con su Dios, Alá.
Pero los que no estamos dentro de esa religión conocemos ciertos nombres pero de los cuales (al menos yo) no sé cuáles son sus definiciones.

“Ayatolas”, “Mulás”, “Ulemas”, “Imanes”,…

martes, 29 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (4) LA YIHAD ISLÁMICA




El concepto de Yihad es de fundamental relevancia para entender tanto la expansión islámica medieval, que hemos expuesto antes, como para entender las acciones violentas de grupos islámicos radicalizados y fanáticos, en la actualidad.

De nuevo tengo que repetir que Yihad no es sinónimo de “guerra santa” como habitualmente se entiende en Occidente.

Leo que la lengua árabe tiene una palabra específica para denominar a la “guerra” y es la palabra “harb”.

El término Yihad debe comprenderse como “esfuerzo”, sobre todo dirigido a la propagación del Islam.

Este “esfuerzo” puede ser realizado de dos maneras:
.- La Yihad mayor o esfuerzo moral para mejorar uno mismo
.- La Yihad menor o esfuerzo para la expansión del Islam a través de una acción práctica, para mejorar el entorno y facilitar, así, la expansión. Esta acción práctica se interpreta, generalmente, como una acción guerrera/militar/bélica.

Y, dentro de esta 2ª acepción, hay que distinguir entre:
.- La “Yihad defensiva” (cuando el territorio de la comunidad islámica es atacado por infieles y se ve amenazada la propia continuidad de la existencia del Islam). Es obligación de todo musulmán participar en esta Yihad defensiva, en la forma que se crea necesario para colaborar con la defensa del Islam (con armas, con donativos, con oraciones,…) Ésta es la Yihad habitualmente proclamada por los grupos fundamentalistas modernos.
.- La “Yihad ofensiva” (para atacar el territorio de aquellos que no son musulmanes). En este caso la responsabilidad sólo incumbe al que dirige la guerra y a sus hombres, sin que el conjunto de los musulmanes esté obligado a implicarse en ella.
Es lo que en otros lugares he expuesto: que no hay que confundir e identificar a una pequeña parte del Islam (Al-Qaeda) con el todo del Islam (religión musulmana).

Según la ley islámica la Yihad puede ser proclamada contra los infieles o contra los apóstatas.
Infieles son todos los que no han recibido o no han entendido el mensaje de Alá (los que “no han visto la luz”) y, por tanto, no son parte de la Umma (comunidad islámica).
Apóstatas son quienes, siendo musulmanes, han renegado de su fe convirtiéndose, así, en “traidores”.
Para el musulmán el apóstata no tiene perdón humano y es mucho peor que el infiel quien, en definitiva, todavía “no ha visto la luz” pero, todavía, puede llegar a verla.
La acusación de apóstata es una de las más graves dentro de la ley islámica y justifica la muerte de aquel que ha traicionado la religión.
En el siglo XX muchos gobernantes de países musulmanes han sido acusados de apóstatas por grupos islámicos radicalizados (por ejemplo el egipcio e integrante de los Hermanos Musulmanes (los que acaban de ganar las elecciones en Egipto) Sayyid Qotb, que acusó al presidente egipcio Gamal Abdel Nasser de apóstata, como Osama Bin Laden (recientemente asesinado por soldados americanos) a la gran mayoría de los gobernantes árabes.

Si bien la Yihad tiene un componente militar, su alusión a la guerra representa sólo “una” faceta del planteamiento religioso de Mahoma y que no estaba presente en los primeros años de la revelación.
En los primeros tiempos de Mahoma, cuando eran una minoría, denostada por la oligarquía mequí, el Corán menciona la Yihad como “esfuerzo moral”.
El contenido bélico de la Yihad aparecerá cuando Mahoma asuma el papel de jefe militar en Medina y, justificado en la causa religiosa, ataque a sus enemigos mequíes, para expandir la Umma.
E
s, a partir de aquí, cuando la Yihad será mayormente interpretada en su faceta militar.

Durante la Edad Media se utilizará como aliciente psicológico para la expansión y el dominio islámico ya que, según el Corán, quien muere durante la Yihad, cumpliendo todos los requisitos exigidos, es un mártir del Islam y tiene asegurada la entrada directa al Paraíso, “para goce y disfrute de 75 huríes, de grandes ojos, y que permanecerán eternamente vírgenes”.
¡Menudo aliciente¡ y no el del cristianismo “eternamente disfrutando de la presencia de Dios”.

(¡Qué barbaridad¡. ¿y las mujeres tendrán disponibles a 75 efebos, expertos en las artes amatorias,….?).

Es normal, pues, que a medida que las conquistas territoriales se fueron integrando al Imperio y ya no tenía sentido continuar una guerra expansiva, los teóricos islámicos plantearan la noción de “Yihad defensiva”, para cuidar los territorios de las incursiones extranjeras.

La tradición musulmana dividió el mundo en dos: 1.- “La casa del Islam” (dar al-islam), donde gobiernan los musulmanes y 2.- “La casa de la guerra” (dar al-harb), donde dominan los infieles.
En teoría, la ley islámica planteaba un objetivo universal, por el cual todo el mundo debía quedar bajo el dominio islámico, pero, en la práctica, existían acuerdos de paz con reinos infieles vecinos, con quienes se continuaban las relaciones comerciales. Aunque, en casos excepcionales, como cuando las Cruzadas cristianas, la Yihad armada fue utilizada como fuerza movilizadora.
Incluso en territorios fronterizos existían grupos de guerreros permanentes que acudían a luchar allí donde se hubiese proclamado la Yihad. (Esto, por ejemplo, es lo que ha ocurrido ayer mismo, con los muyaidines, que combatieron en Afganistán y luego fueron a otros lugares donde se les necesitaba y/o reclamaban).
Estos guerreros se sentían continuadores del Mahoma según la tradición.

La Yihad se ha mantenido vigente, actuando, en el siglo XIX, frente a las potencias coloniales. Muchos gobernantes, en peligro, los reclamaban.
En la segunda mitad del siglo XX, al calor de la revitalización de los movimientos islamistas, la Yihad será proclamada en varias oportunidades y por diversos motivos, tanto por estados como por ulemas ligados a grupos islamistas.

Siempre se acude a la opinión de los ulemas cualificados para proclamar la Yihad.


lunes, 28 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (3) ¿GUERRAS SANTAS?



¿Cuántas muertes se han producido a lo largo de la historia “en nombre de Dios”?
¿Es que un Dios puede querer y ordenar la muerte de seres humanos por celos, porque no lo adoran a Él y sí lo hacen a otros dioses?

No ha habido religión que no haya propiciado su guerra santa.
No sólo el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo.

Si ha habido un país que se haya distinguido por su “pacifismo” ese ha sido la India, en la que durante 1.000 años no la hubo, pero ahí tenemos a los “”sijs”.

Si ha habido un personaje histórico predicador de la paz, ese ha sido Jesús de Nazaret. Pero en su nombre se han cometido guerras, comenzando con las “Cruzadas” contra los “mahometanos o islamistas”
Aunque suele magnificarse la escena de Jesús en el templo, con un látigo en la mano y derribando las mesas de los cambistas, no lo hizo por ser judíos y no creer en Él, sino porque estaban realizando una actividad en el lugar inadecuado.
“Mi casa es casa de oración y vosotros la habéis convertido/estáis convirtiéndola en cueva de ladrones”.
El ladrón es un negociante que engaña y/o saca ganancia con el trato. Y eso, que podría ser normal, en la calle, no debe realizarse en el templo.

“Rezar” y “negociar-robar” son actividades lícitas (¿) pero incompatibles en el mismo lugar.
Hay “lugares sagrados”, para rezar, como el Templo, y lugares laicos, donde hacer negocios, como las tiendas, las calles o las plazas.

No justifiquemos pues la violencia contra los hombres, las guerras, apoyándose en la violencia ejercida por Jesús contra una actividad en un lugar inadecuado.

Quizá deberíamos distinguir, siempre, entre el “mensaje” de Jesús de Nazaret y lo que han hecho con su mensaje sus “mensajeros”
Quizá deberíamos distinguir entre la “dignidad” del evangelio y la “indignidad” de muchos cristianos, empezando por los Papas.

1.- Obvio la Historia Bíblica o del Pueblo de Israel, que comenzaría con Abraham, para asentarse en Egipto, como pueblo esclavizado y que Moisés, aprovechando la debilidad del Faraón, decide escapar (“liberar al pueblo hebreo”) cruzando el Mar Rojo por un vado que se lo permitía (aunque, para otros, fuera el milagro de la separación de las aguas en el Paso del Mar Rojo), con todos los avatares en el desierto de Sinaí el maná, la varita mágica para sacar agua de las piedras, las Tablas de la Ley y el Arca de la Alianza, con un Dios, extremadamente celoso, incluso vengativo ante el menor atisbo de adorar a otros dioses, abriéndose paso contra todos los pueblos con los que se encontraba, con la ayuda de Dios (en Jericó, por ejemplo)  para llegar a Canaán o Palestina, y asentarse en la Tierra Prometida, la tierra que “manaba leche y miel” y que estaba ocupada y a cuyo pueblo tuvo que desplazar y los avatares de tantos pueblos que fueron invadiéndola Griegos, Romanos contra los que intentó, varias veces liberarse, hasta la destrucción del Templo, por Tito y, tras la invasión de los bárbaros y posterior ocupación de los Santos Lugares, el Cristianismo de Europa, comandado por el Papa de Roma, de turno, se lanzaría a su recuperación.

2.- Las Cruzadas se desarrollaron durante la Edad Media, contra los musulmanes, entre los años 1.095 y 1.291, con el objetivo específico inicial (no final) de restablecer el control cristiano sobre la Tierra Santa.

Fueron 9 las Cruzadas, impulsadas por el Papa de turno y en las que intervino gran parte de la Europa Latina Cristiana.
(Aunque hubo otras Cruzadas contra los Cátaros, Husitas, Valdenses,…)

Recuerdo (de cuando impartí la materia de Historia en el Instituto) la “Cruzada de los niños”, por la convicción de que los fracasos de las anteriores había sido la consecuencia de la falta de inocencia de los cruzados.
Embarcaron  en los puertos franceses hacia tierra santa, con sus vestiduras blancas de la inocencia, con la credulidad de que, al verlos, sus enemigos se rendirían y, además, Dios no podía permitir que la inocencia no triunfase.
Todo fue un desastre. Entre los que naufragaron, los que cayeron en manos de los enemigos, los que fueron vendidos como esclavos…muy pocos fueron los que, tras muchos tiempo, retornaron.
Aunque, hoy, la mayoría de los historiadores creen que es un mito o hay demasiada exageración.
Quizá todo fue un cuento que llegó a ser popular en la Edad Media.

Durante toda la Edad Media, con el esquema de “las dos espadas”, aunque aparentaban ser dos poderes (el civil o político y el religioso) en realidad era sólo uno.

El Catolicismo había llegado a tener más poder que los mismos reyes, controlando las actividades económicas y comerciales.
La corrupción fue instalándose en las altas jerarquías, lo que sería la causa de la Reforma y los distintos Reformadores.

Por si fuera poco se instaló el principio: “cuius regio, eius religio”, es decir que los príncipes podían declarar su religión como la religión oficial de su territorio y todos sus súbditos quedaban obligados a seguirla.

A partir de esto: Las Guerras de Religión son, también y sobre todo, Guerras Políticas.

Lo curioso (y lo triste) de estas guerras de religión es que tanto Católicos como Protestantes adoran al mismo dios. Ambos son partes del Cristianismo.

“París bien vale una misa” –declaró el aspirante protestante al reino de Francia, en 1.598, que optó convertirse al Catolicismo para conseguirlo, mostrando una indiferencia en las convicciones y un obrar por conveniencia que asusta al auténtico creyente.

Estamos en plena Europa del Renacimiento, desde 1.560 hasta 1.610, sobre todo con la cruel persecución de los católicos contra los protestantes franceses, de doctrina calvinista, también llamados “hugonotes”, la noche de San Bartolomé, un 24 de Agosto de 1.572.

Durante el Renacimiento ya decae su potencia y su prepotencia y los absolutismos se imponen, pero a los que no les interesa llevarse mal con la Iglesia, por lo que surge una cohabitación, tanto en el Catolicismo como en las otras ramas del Cristianismo.

Habrá que esperar a la Revolución Francesa para que la Diosa Razón se imponga al Dios de la fe, en la sociedad civil pero la Iglesia, haciendo lo que nunca se atrevió a hacer Jesús de Nazaret, considerarse “infalible”, como dogma, en concilios, serán capaces los Papas, de proponerlo y detentar dicha autoridad.

Desde entonces, a través de Encíclicas, condenará una y otra vez, el progreso al que la Ciencia y Tecnología está llegando al considerarlo un obstáculo para la fe (que un médico o un cirujano, científicos, puedan conseguir curar enfermedades y salvar vidas, sin tener que pedírselo a Dios y que haga los milagros.

La Diosa Razón, tanto la Ciencia como la Tecnología ha seguido, siguen y seguirán avanzando en sus campos respectivos y la Iglesia seguirá poniéndose al progreso, aunque, ni sus mismo fieles, le hagan caso (planificación familiar, actividad sexual sin finalidad procreativa, preservativos, divorcios, abortos,…)

3.- La “guerra santa” o “Yihad Islámica” (que aparecerá en otro post)


Y Siempre, y Todas, “En Nombre de Dios”, llámese como se llame ese  Dios.

domingo, 27 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (2 )LAS RELIGIONES Y LA VIOLENCIA.

LAS RELIGIONES Y LA VIOLENCIA.

Si todas las religiones proclaman, como uno de sus objetivos, la paz, ¿por qué tanta violencia religiosa?
Miras la historia y, sobre todo, se ven guerras y sangre y muchas de ellas, directa o indirectamente, poniéndose en un plato de la balanza y apoyando a una de las partes, están las religiones, como si “religión” y “violencia” estuvieran irremediablemente unidas.

Los animales marcan su terreno y lo defienden con uñas y dientes y esto mismo ocurre con las religiones, al defender, hasta bélicamente, su territorialidad, siguiendo el antiguo precepto de “cuius regio, eius religio”, principio del siglo XVII y que podríamos traducir como “Religión de Estado”, como si en un mismo territorio no hubiera espacio para otras religiones.

Personas y cosas (catedrales, libros, símbolos…) de una religión serán asesinadas o destruidas por el simple hecho de no pertenecer a “mi” religión, que es la única verdadera, siendo, pues, falsas todas las demás y, como la falsedad no tiene derecho alguno a ser proclamada y la verdad sí….

Incluso dentro de una misma religión, el cristianismo, de católicos contra protestantes, o de católicos contra ortodoxos, y, eso sí, todos contra el islamismo y viceversa, el islamismo contra todos y cualquiera de ellos.

El conflicto palestino-israelí es un conflicto de territorialidad, y a la vez religioso.

Ahora mismo, en el momento que escribo, asisto a una diáspora de sirios, de religiones varias, en cuyo país, aunque la religión islámica es la predominante, en la rama suní, también hay chiíes, alawitas, drusos e ismailitas. Pero también está el cristianismo (tanto ortodoxos, como siríacos, maronitas, católicos de rito armenio).
Pero en Siria se respeta (se respetaba) la libertad de cultos, por lo que estaban ausentes enfrentamientos entre islámicos y cristianos, pudiendo transitar libremente, por las calles, mujeres sin velo islámico de ningún tipo.
Y la Navidad, el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección son fiestas nacionales.

Por un error político de las potencias occidentales (EEUU, Alemania, Francia e Inglaterra, sobre todo) en la marea bélica de acabar con los dictadores de los países productores de petróleo (Irak, Libia, Afganistán, Egipto,…) crean, ayudan, arman, subvencionan,… a una oposición al régimen, que ha resultado ser el Estado Islámico o ISIS, integristas y fundamentalistas islámicos que, en su objetivo de derribar al dictador, han desencadenado una guerra cruel en la que es toda la población siria la perjudicada y, en una diáspora masiva, están huyendo a Turquía, a Jordania, a Líbano y, últimamente, han pasado el charco y en avalanchas humanos están inundando Europa Occidental.

Desayunar todos los días con muertos y ahogados, campos de refugiados, familias enteras caminando por donde pueden y esquivando fronteras para llegar a Alemania, la nación rica de la UE,… se le atraganta a uno la tostada con aceite y el café.

Y, si ha sido Occidente quien ha encendido la mecha, quien la mantiene no sólo encendida, sino avivada, es una Religión, la Islámica, en su versión más extremista para implantar en Siria un Estado Islámico, en el que rijan, únicamente, los preceptos coránicos y la Sharia o Ley Islámica como norma fundamental.

Pero ¿y los talibanes, en Afganistán, y sus monstruosidades artísticas?

Contemplo lo que fue y lo que queda de la ciudad jordana de Petra, o el sitio arqueológico asirio de Nimrud en Irak, a manos del grupo yihadista del Estado Islámico y a uno se le cae el alma al suelo, al contemplar el fanatismo de grupos integristas y fundamentalistas, en este caso de una religión (sin olvidar que, en otro tiempo, fueron iguales o parecidas las barbaridades artísticas dedicadas a otros dioses paganos (¿) que no merecían seguir estando en pie).

Pero no es sólo en el plano artístico, ¿qué decir de los desmanes culturales, políticos, educativos, morales,…?

En nombre del dios Yahvé el Antiguo Testamento parece un diario de campaña de guerra constante. Leer el Deuteronomio es leer un diario de guerra de exterminio realizada por el pueblo hebreo, el pueblo elegido (Jericó, por ejemplo, o el dios cananeo-fenicio Baal).

En nombre del Dios cristiano ya nos hemos referido a las cruzadas en su cruel lucha contra el islamismo en su objetivo de recuperar los Santos Lugares, ocupados por la expansión islámica.

¿Y la injusta persecución contra Valdenses y Albigenses?

¿Y las guerras de religión entre cristianos, católicos contra protestantes?

Aunque podíamos remontarnos a San Agustín contra los donatistas africanos.

¿Y qué decir de la Santa (¿) Inquisición, sus persecuciones y sus torturas, por el simple delito de no pensar como los que mandan, pero, eso sí, sin mancharse las manos de sangre, entregando al brazo civil a los por ella condenados para que los ajusticiase? ¿Habrase visto tanta hipocresía?
Pero hoy mismo, continúa esa persecución, anatemizando públicamente a los que quieren y osan pensar de manera distinta a la Iglesia oficial.

El Fundamentalismo, interpretado literal e infantilmente los libros sagrados, se muestra con un fanatismo inusitado.
Y cuando este Fundamentalismo religioso llega a unirse o a sustituir a la política se llega al Integrismo, ejerciendo la violencia física o moral contra quienes no aceptan sus conservadoras y caducas ideas.

Y no tenemos que irnos fuera de nuestras fronteras.
Aquí tuvimos a un Cardenal, el Cardenal Segura bendiciendo las tropas de Franco y considerando la guerra civil como una “cruzada” contra los malos, ateos, comunistas,…republicanos.
Y todos los que “padecimos” las secuelas de esa guerra, el Nacionalcatolicismo, fuimos vigilados, dirigidos y educados en una moral religiosa casquivana y rancia, que nos amenazaba con el “quemadero” o las calderas de Pedro Botero (tonta manera de denominar al diablo), y de la que, con el tiempo, muchos nos hemos liberado, pero no todos.

¿Protestó la Iglesia contra las muertes que cometía el franquismo con sus enemigos republicanos?

Recuerdo mis años de monaguillo, cuando el cura, a diario, en la misa, rezaba y pedía “pro duce nostro Francisco”, además de “pro pontifice nostro…”

Somos buscadores de la verdad, no detentadores, y menos propietarios exclusivos de la misma y de manera absoluta, lo que nos convertiría en intransigentes.

Incluso cuando la Iglesia hablaba de libertad religiosa, no la practicaba.

Entre mi conciencia, que me dijera una cosa, y el papa, que dijera la contraria, no había opción. Y ¡pobre del que optara por la primera¡

Los fundamentalistas temen tanto al cambio como al pluralismo porque esto pone en peligro sus afirmaciones absolutas, por eso reaccionan violentamente.

Lo más triste es que le atribuyen a su Dios sus exageraciones doctrinales, cubriendo así la fuerza moral de sus pseudoverdades.

Y uno lee a Jesús de Nazaret y se pregunta cómo es posible que “de eso, salga esto”

Es triste que alguien tenga que renegar de su religión para poder liberarse de la mordaza.

La guía de la sociedad tiene que ser la Razón y sólo la Razón y no pretendidos mensajes venidos del cielo para gobernarla.

Pero, ni siquiera esta nuestra España es capaz de dar el salto a la “sana y legítima laicidad del Estado”.
Si el mudo está, ya, secularizado ¿por qué no aceptarlo?.

De tejas abajo, Razón y sólo Razón, ni teocracia ni clericalismo alguno.

La Iglesia debe retirarse a sus cuarteles, dejando que sean los hombres los que se preocupen y ocupen de sus problemas en la tierra.

viernes, 25 de septiembre de 2015

TUVE MIEDO Y TENGO MIEDO.

TUVE MIEDO Y TENGO MIEDO.

Tuve miedo de no hallarte
Y te encontré.
Tengo miedo de perderte.

Tuve miedo y tengo miedo.

Tuve miedo de abrazarte y de besarte.
Y te abracé, y te besé.
Tengo miedo retenerte.

Tuve miedo y tengo miedo.

Tuve miedo a enamorarte y
Fui yo quien me enamoré.

Tuve miedo y tengo miedo.

Tuve miedo de olvidarte,
De pedirte que me grapes en el hueco de tu alma.
Tengo miedo hasta de amarte.
Tengo hasta miedo de amarte.

Ya no sé qué más hacer.

Tengo miedo.
Mucho miedo.

Que el amor es un papel
Que el viento lo bambolea.
Que lo sube, que lo baja.
Que lo estampa en la pared.

Tengo miedo.

He cumplido los 70.
Ya no estoy para correr.


Tengo miedo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (1)

VIOLENCIA DE LAS RELIGIONES.

Soy agnóstico, respeto a todas las personas, religiosas o no, de una religión o de otra, aunque no esté de acuerdo ni con ellas ni con sus creencias.
¡Faltaría más!

Pero me nacieron y me educaron en la cultura cristiana y vivo en una cultura que dice ser católica, seguidora del mensaje de Jesús de Nazaret.

He dicho y escrito, de mil maneras, que Jesús de Nazaret, bautizado como “Cristo”, el Ungido, era un creyente judío, que creía y practicaba su religión, que no fundó religión alguna (aunque se denominara, después, “cristiana”), y menos aún, una Iglesia, sino que quiso e intentó reformar desde dentro la religión judía, predicando y difundiendo, con la palabra y la conducta, un “nuevo estilo de vida”.

El cristianismo, algo posterior a Jesús, el Cristo, es una obra humana, hecha por humanos, y que interpretarán el mensaje de Jesús, quizá (o sin quizá) como el propio Jesús no estaría de acuerdo.

No es una filosofía, ni siquiera una política ni un sistema social. Es “una forma de vida” que debe poner en práctica toda persona seguidora de Jesús de Nazaret.
Y el mensaje de Jesús es muy sencillo: “ama al prójimo como te amas a ti mismo”.

Jesús, y todos, tu, yo y el vecino del quinto, nos queremos mucho, cada uno a sí mismo, también mucho a los familiares y amigos, “a los suyos”, y se trata de querer y amar, igualmente e igual, a toda la humanidad, expresada en esa palabra: “el prójimo”, que no sólo incluye a los próximos sino también a los lejanos, a todos los hombres.

No dice Jesús qué hay que hacer, sino cómo se debe obrar.

Filosóficamente, diríamos que es una Ética Formal, al estilo de Kant, un cristiano, “obra de tal manera (no dice qué hacer, sino cómo obrar) que desearías que tu forma de obrar (“tu máxima moral”) se convirtiera en una “ley moral”, es decir que “todos obraran como tú obras o vas a obrar”.

Pero si eso es el cristianismo otra cosa muy distinta son los cristianos.

“La dignidad del Cristianismo y la indignidad de los Cristianos”
Y si es fácil ser seguidor de Jesús de Nazaret, ya no lo es tanto seguir a los pastores de la Iglesia que se denomina cristiana.
La conducta de muchos cristianos no ha sido, ni es, ejemplo a imitar.

Incluso los primeros inicios del cristianismo sí que fueron antiviolentos y ante la obligatoriedad de enrolarse en los ejércitos romanos, muchos cristianos, siguiendo el precepto de “no matarás”, se negaron a ello, lo que les acarrearía, por su “traición” a la patria, el martirio, incluso la muerte.
Apostaron por Jesús y no por el Emperador.

No tardaron mucho los pastores, llamados cristianos, en empuñar la espada, bajo la excusa de defender y propagar la fe.

La historia está llena de sangre vertida por cristianos, por los que se dicen seguidores del pacífico Jesús de Nazaret.

El poder siempre tiraniza.

Es verdad que hubo cristianos que negaron la potestad y la legitimidad de los papas para emprender, predicándolas y bendiciéndolas, “las cruzadas contra el moro”, como Raimundo Lulio o San Francisco de Asís (“donde haya odio, siembre yo amor”

Un filósofo renacentista, Nicolás de Cusa (“El Cusano”), en su obra “La Paz de la Fe”, dice que “las religiones (todas las religiones), bajo sus propios y distintos ritos y liturgias, van dirigidas a lo mismo, a la misma realidad, llamada con diversidad de “nombres divinos” ya que pretenden nombrar un imposible, al “innombrable”, al “desconocido de todos”, al “inefable”.
He ahí su doctrina de “la docta ignorantia”, por lo que es deseable que haya muchas religiones, porque todas tienden a lo mismo.
Caben, pues, todas las religiones presentes y futuras en ese intento de “conocer lo incognoscible”, de “nombrar lo innombrable”

Siendo eso así, no se comprende que las religiones, los fieles religiosos, cultiven y alimenten el odio a los otros fieles de otras religiones.

Lo malo de las religiones, pues, no está en ellas mismas, sino en los fanáticos de las religiones, cuya creencia y conducta son excluyentes.

El fanático (que los ha habido y que los hay) es el que, al considerarse único poseedor y propietario de la verdad, quiere imponer su creencia, que es la única verdadera (por lo que todas las demás tienen que ser falsas) a todos los hombres, bien por convencimiento o por la fuerza, con la voz o con la espada.

El fanático no se considera un “buscador” de la verdad, sino el “poseedor exclusivo” de la misma, por lo que, internamente, se siente obligado, moral y religiosamente, a impedir que se difunda la falsedad (que son todos los demás) e imponer la suya,

Y fanáticos, hoy, son, sobre todo los “islamistas” (no equipararlos ni confundirlos con los “islámicos”, que ni son “fundamentalistas” ni “integristas violentos) como no todos los “cristianos” son del “Opus Dei” o de “Legionarios de Cristo”)

Es curioso que el Islamismo nombre a su Dios de 99 maneras, 99 nombres dados a Alá, porque ninguno lo abarca en su infinitud, por eso se evita el número 100, que sería el de “inefable” (el “indecible” lo que no puede explicarse con palabras), que no es un nombre sino una confesión de que resulta inabarcable con nuestras palabras.

Lo que predica el Corán no es matar a cristianos, judíos,…sino poder practicar su religión y sólo si no se lo permiten lucharán, para ello, con la fuerza, con la “otra yihad”.

Incluso un místico islámico, del siglo XIII, murciano, Ben Arabí, dice: “no te apegues a ninguna religión, de modo que dejes de creer en otras, porque Dios no está encerrado en ningún credo”.

Pero si esas son las religiones, muchas veces ambiguas (y ese es el peligro, que puedas encontrar en todas ellas “eso y lo contrario”, una sentencia y su opuesta), otra cosa muy distinta son los religiosos de esas religiones.

La ambigüedad siempre es un peligro.
El comodín de los dados no es nada en concreto, es un rey cuando se asocia a un rey, una dama cuando va asociado a una dama, o un rojo cuando se asocia a un rojo.

Y todos sabemos que, así, el mismo comodín puntúa de forma distinta.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL BUNDESBANK



Yo, que soy poco papista y menos entusiasta de la Iglesia como Jerarquía, como Poder, tengo que reconocer (y reconozco) la visión de futuro que tuvo el Papa Pío XI en la década de los 30, en el siglo XX, con la Encíclica “Quadragesimo anno”, 1.931, que conmemoraba los 40 años de la “Rerum Novarum”, 1.891, de León XIII.

En los años siguientes, 1.937, en la Encíclica “Divini Redemptoris”, condena el comunismo bolchevique y ateo cuyo éxito lo atribuye, entre otras causas, a la “defectuosa distribución de los bienes de este mundo” y a que “los trabajadores estaban ya preparados por el abandono religioso y moral en que los había dejado la economía liberal”.

“En nuestros tiempos –dice- se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos”
Y esos pocos no son los multimillonarios ni los grandes ricos, en sí mismos, sino “los custodios y administradores de una riqueza en depósito y que ellos manejan a su voluntad y arbitrio” y “se apoderan de las finanzas y señorean sobre el crédito” y “llegan a apoderarse del poder público”.

O sea, que hace ya 80 años, este Papa previó que Europa (el Mundo Occidental) estaría gobernada por un gran Banco, hoy llamado el Bundesbank.

Europa (no seamos ingenuos) está gobernada por el Bundesbank mucho más que por los políticos de la U.E., que son simples marionetas que bailan al son que el Banco toca y llevan el paso que el Banco marca.


El Bundesbank es “el señor de horca y cuchillo” que, tras tenernos cogidos por la garganta y por los huevos amenaza (y hoy sabemos que puede hacerlo) con asesinarnos cívica, social y económicamente.

lunes, 21 de septiembre de 2015

VARONES, MUJERES, AMOR.



Decir de una mujer que “está muy buena” es afirmar que cualquiera no tendría inconveniente en, que desearía “yacer con ella”, pero decir de una mujer que “es interesante” es afirmar que merece ser enamorada/estar enamorado de ella, paso previo al amor, que no es, necesariamente, “sexo”
(Escribo desde mi sexo: “varón”

Todos cometemos el error de querer contar nuestros amores. Porque los amores se viven. Es difícil/es imposible relatarlos fehacientemente. El lenguaje, siempre, será insuficiente. El molde no es el adecuado para el contenido amoroso.

Las palabras nunca llegan a describir fielmente las vivencias. Éstas siempre quedarán desdibujadas, las palabras son trazos gordos y vastos para sentimientos tan delicados.

Es curioso que, en cuestiones de amor, por lo general, quienes no o menos los han tenido (como en mi tiempos jóvenes, los curas,) sean los que más hablan de ello (del amor o del sexo) y quienes los han vivido suelen ser incapaces de analizarlos.

El mito de Don Juan parece ser un ideal del varón (¿cuántos días desde conocerla, enamorarla, conseguirla, dejarla y olvidarla?).

Pero podríamos, al respecto de Don Juan, hacer notar tres tipos de hombres: 1.- Los que creen serlo. 2.- Los que creen haberlo sido; y 3.- Los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron serlo.

¿Han habido Doñas Juanas, como ideales femeninos?

Un Don Juan, en la mente popular, es un mérito, pero una Doña Juana, equivalente, sería una mujer depravada, viciosa, insaciable, devorahombres,…

Si en algo TODOS nos consideramos expertos es en Amor y en Política.
Nos consideramos capaces de hacer feliz a cualquier mujer, si nos lo propusiéramos, y de arreglar todos los problemas, del tipo que sea, de España, de Europa, del mundo mundial y del universo universal en media hora.

Quizá quien menos sepa de amor sea el enamorado, porque para saber de algo hay que estar a distancia de ese algo, para poder convertir el “objeto vivido” en “objeto de conocimiento”, algo de lo que carece el enamorado, la distancia, al estar pegado-apegado-fundido, como en una sola y misma pieza, amante-amado.

“Conocer las cosas” no es “serlas”, como “serlas” no es “conocerlas”.

Del varón “interesante” se enamoran muchas mujeres, del que no lo es no se enamora nadie. Exactamente igual ocurre con las mujeres.
Del “tío bueno”, para un rato….

Pero uno ama a una mujer como esposa, como madre, como hermana, como hija, como nuera,…pero ¿y amar a una mujer, como mujer, sólo como mujer?
¿Es que la mujer tiene que estar “rolizada” (¡perdón, por el palabro¡) para poder ser estimada, valorada, amada?

Una de las diferencias entre el hombre y el animal es que éste puede lograr lo que pretende, por la sencilla razón de que sólo pretende cosas naturales.
El hombre, en cambio, ¿qué se propone?
Se propone, por ejemplo, “ser justo” o “ser sabio” y éstos y otros ideales por el estilo, son proyectos extranaturales.
Sólo logrará realizarlos en una mínima parte, por lo que la frustración está servida, al comprobar la distancia entre lo ideal, pretendido, y lo real, conseguido.
El hombre, pues, está condenado al fracaso.

Ser hombre de verdad es fracasar.

El hombre, a diferencia del mineral, del vegetal y del animal, que son y tienen “naturaleza”, tiene “historia”, es temporal, durante el cual tiene que ir haciéndose.
Todo lo estrictamente humano, desde las ideas al amor, también son temporales.
Si, de verdad, alguien tiene ideas éstas van cambiando en el tiempo e, igualmente, no puede tener las mismas ideas que otros, porque la idea, como la vida, es personal e intransferible.

Ortega y la perspectiva.

Si hay un pensamiento común ya no es idea sino un “tópico”, un lugar común.

Es ilusorio el transporte integral de las ideas de una persona a otra, porque descansan sobre un fondo vital, temporal y distinto, que lo hace único e intransferible.

Incluso el instinto, tan animal, en el hombre viene coloreado por la cultura y las sociedades, por lo que, con sus culturas, lo entenderán y practicarán a su manera.

El amor es indiferente a las diferencias sexuales.

Por ejemplo. Para Platón el amor, primariamente, es de varón a varón. Él no entendía bien lo que pudiera ser un amor de varón a mujer. De ahí que, muchas veces, he dicho que el griego no sentía amor por su esposa pero que le era imprescindible tanto para tener hijos como para que, socialmente, fueran legítimos.

Se tenían esposas, se amaban a los efebos o a las amantes.

No hay, pues, para Platón, un amor natural varón-mujer frente a amores antinaturales varón-varón y mujer-mujer.


Serán las iglesias de las religiones (sobre todo la cristiana) las que, queriendo controlar la natalidad y la legitimidad consideren sólo natural la relación sexual varón-mujer, porque consideran el sexo sólo como reproductivo, no erótico y, si no conllevase placer, mejor. Lo importante son los hijos para incrementar la grey adoradora de Dios.

domingo, 20 de septiembre de 2015

EL SENTIDO DEL TACTO (REFLEXIÓN FILOSÓFICA)


       
Tú bien sabes, amor mío, que de los cinco sentidos que tenemos (hoy dicen que son más de cinco, pero tú y yo nos entendemos), cuatro de ellos los tenemos en lo alto, en la cabeza, esa parte en forma de cacahuete, medio añadido o medio estrangulado por el cuello y unido a una doble trapecio, también estrangulado por la cintura. Nuestro cuerpo parece una salchicha gorda, estrangulada por dos cuerdas y apoyada en dos palillos y con otros dos palillos acabados en dedos.
       
La cabeza, esa “pequeña parcela de siete pozos” (cuéntalos, si no te lo crees), siete agujeros incrustados o encastrados, como rompiendo la figura geométrica. Siete agujeros ( 2 + 2 + 2 + 1 ) siempre al acecho de lo que ocurre en el mundo alrededor para engullirlo y llevarlo a la central de información, desde sus puestos de guardia particulares, haciendo un barrido a todo el horizonte de lo sensible.

        Pero ¿y el tacto?, tú sabes, amor mío, que el tacto es mucho más que un sentido, es un sentido total, está en todas partes. El tacto nos envuelve, nos arropa, él es nuestra frontera, acota nuestra propiedad; más allá de él ya no soy yo.
El y yo coincidimos, nos superponemos.

        Te digo aún más, amor mío, un varón o una mujer podrán ser ciegos o sordos o anósmicos o agénsicos y, sin embargo, seguir siendo personas maravillosas, de personalidad elegante, y, aunque limitadas en algo, de trato exquisito.
Pero al que le falte el tacto (anestesia), sólo vida vegetativa, ¿eso es vida? o al que le falle el tacto necesariamente será un mal educado, por no tocar, por no tocar lo suficiente, por hacerlo demasiado, por no saber tocar o por hacerlo a destiempo, fuera de lugar o de hora.

        Y es que el sentido del tacto ha sido el sentido maldito, el sentido pecaminoso, el sentido de los pecados gordos, el de los pecados mortales.

        Hoy se habla de la “cultura de la imagen” y todo tiene que entrar por los ojos: coches o colchones, perfumes o créditos bancarios, pornografía o teléfonos móviles. Todo lo audible, todo lo sabroso, todo lo oloroso, tiene que ser visible.
Asistimos al desfile de la proliferación, como hongos, de cadenas musicales y de las FM. Hoy cualquier alcalde de pueblo, cuando está aburrido, se monta una emisora municipal o una televisión local para poder ser visto y oído aún por sus opositores (para que se jodan), pero ¡maldita la necesidad que tenemos de saber que a la Srª. Salustiana le ha salido un juanete en el dedo chico del pie izquierdo.
Sabores a granel y gratuitos, programas de cocina en todas las cadenas,”pruebe Ud.”, “degustación gratuita”, “aperitivos variados”, “tabla de quesos o de ahumados”.
¿Y los olores?, colonias, desodorantes, perfumes,….todos ellos con garantía de conquistar a la miss o al mister de turno (hasta trece anuncios seguidos en días prenavideños  y todo para unificar el olor y evitar el olor vital, el olor propio, el olor personal ( no el mal olor, para esto basta y sobra con la higiene).
¡Qué contradicción¡, des-odorante, para que huelas, eso sí,  a lo que ellos quieren que huelas, y en frascos chiquitos y precios caros (¿cómo no va a ser bueno siendo tan poco y tan caro?.

        Pero…Y EL TACTO., ¿dónde, cuándo, una cultura del tacto?.
        Fíjate, cariño mío, ¡qué contradicción¡ “el tocar es intocable”, “el tacto es intocable”.
Yo puedo verte, oírte, incluso olerte,…pero ¿tocarte?

        El acariciar, el rozar, el manosear, el besar, el tocar, el sobar,..Está prohibido, si no es oficial.
Lo tocable se convierte en tabú, en intocable, en prohibido y, por si fuera poco, en pecado.

        Todos los demás sentidos pueden practicarse en público, pero el tacto NO.
Antes era la última fila del cine o aquel rinconcito del parque, pero hasta el acomodador y su linterna o el municipal de turno eran los encargados de interrumpir el acto más osado de la inmoralidad pública. Criticado por señores de bien y multados por la autoridad competente como escándalo público, cuando tú y yo sólo intentábamos conocernos y reconocernos con el tacto. Siempre arrinconados al ámbito de lo privado.

        ¿Por qué?

        Incluso, ¿recuerdas, cariño mío, aquellos primeros viernes de mes, que acudíamos a cumplir con los requisitos de confesión y comunión, para asegurarnos el cielo eterno, y a mí el cura me manoseaba, me tocaba la barbilla casi sin barba o me acariciaba el pelo (a ti no, porque una rejilla o celosía lo impedía) y casi lo único que me preguntaba aquel cura era si había habido contactos con mi propio cuerpo o con el tuyo, y cuántos, y hasta dónde habíamos llegado, y dónde?.

        La ducha caliente era una tentación y el bidé un manifiesto peligro. El aseo personal como prólogo del pecado por el posible placer prohibido que suponía el tocarse los genitales.

        ¡Cuántas veces no te besé, ni te acaricié, ni te estreché o estrujé entre mis brazos porque le tenía miedo a mi ya estrecha y escrupulosa conciencia moral porque podía estrangular o herniar mi alma¡
Era una idea fija.
Aquel señor, ya viejo, y vestido de negro, encerrado en un kiosco, no precisamente de golosinas, con un silencio y una obscuridad alrededor, despachando recetas espirituales y antivirales, con aquel pelo a cepillo y aquella ridícula coronilla de cinco duros de extensión, con voto de castidad, pobreza y obediencia, y yo, allí, indefenso, aún niño, informalmente vestido y despeinado, con la vitalidad a flor de piel, disfrutando en sueños lo que en la realidad, despierto, sería pecado; y una y otra vez  oyendo aquello de que la médula espinal seguiría desgastándose como siguiera yo haciéndome….. y que me quedaría como Lolo, el tonto del pueblo, y que me quedaría delgaducho, y que me moriría tísico ( qué sería eso?, ¿echar sangre por la boca si yo me tocaba los bajos?), y que mis hijos saldrían enanos, feos, deformes porque mi semen estaría cansado, sin fuerzas, debilucho,… y yo sería el responsable no sólo de esos hijos, sino de los hijos de esos hijos….Yo, niño, me acordaba de aquel cuadro de Goya “la imaginación crea monstruos”.

        Siempre pensé que el hombre no era casto por naturaleza sino por mala educación.
No era ahorro, era pobreza.

        Tú y yo, que nos devorábamos con la vista, que nos comíamos con los ojos y con los oídos, que nos regalábamos a diario palabras bonitas, palabras redondas, palabras pintadas, como bolitas de anís en manos de un niño.
        Tú yo, con nuestros ocho sentidos juntos, fuimos castos a la fuerza, no por mérito, sino por miedo.

        ¿Habrá idioma más universal y más natural que el lenguaje del tacto? ¿Habrá un idioma  a la vez tan mudo y tan comunicativo? ¿Pero por que me confundieron identificando sexualidad con genitalidad y ambos con pecado? ¿Por qué obstruyeron mi vitalidad?

        ¡Cuántos besos perdidos¡ ¿dónde irán los besos que no dimos?, porque no fueron besos ahorrados o retrasados.¡Cuántos susurros ya irrecuperables¡. ¡Cuánto fraude cometimos tú y yo a la naturaleza por la mala educación del sentido del tacto¡ ¡cuánta cuenta corriente vital mantuvimos en rojo, al rojo, en negro¡. No sólo no ahorramos, perdimos.

        Tú y yo, exploradores avezados con la imaginación, y atadas nuestras manos. Ni castos fueron nuestros besos, porque apenas hubo besos. Besos furtivos, besos corteses, no besos encendidos. Me saltaba el diferencial de mi conciencia moral. ¡Qué poca potencia moral contrataron en mi conciencia¡ Intentar una exploración corporal superficial, era saltar el fusible y quedarse a oscuras.

¡Dios¡, ¡Dios¡, ¡Dios¡

        Espero y deseo, amor mío, que la naturaleza nunca nos pase la cuenta porque sería grande la factura.

        ¿Recuerdas a tu perro y a mi gatito?. Chuski y Fali. Nuestros padres nos tenían prohibido tocarlos demasiado porque no crecerían, se quedarían canijos y se “amariconarían”.

        Incluso cuando llegábamos corriendo del colegio, contentos porque el maestro estaba con gripe o se le había muerto su padre, y me echaba corriendo, de golpe, encima de mi madre, y me llamaba bruto, salvaje…y me decía tener poca educación, que no me había quitado los zapatos, que lo ponía todo perdido y que, por si fuera poco, la había despeinado (supongo que a ti la tuya te diría lo mismo).
¡Como si el beso espontáneo de un niño no valiera más que mil peinados hechos por un peluquero de barrio¡

        Y luego, a diario,  los niños con los niños y las niñas con las niñas. Ningún sentido en contacto; tú yo separados. Tan sólo la imaginación, la loca de la casa, deformándolo todo.

        ¡Qué tacañería vital la nuestra¡ ¡Cuánto tiempo perdido¡,¡cuántas hojas en blanco en el todavía pequeño libro de la vida¡.

        Nunca nadie nos enseñó que contentarse con satisfacer las necesidades vitales no es vivir. La supervivencia no es auténtica vida. El vivir bien (y todo vivir o es bueno o es un mal-vivir), supone lujo, supone derroche, supone la presencia de lo superfluo pero querido. Vivir bien consiste en verter y verterse más de la medida justa, vivir es pasión y la pasión siempre es desborde, es emanación, es “echar pa que sobre”.

        Nunca nadie nos dijo que  vivir es una actividad, pero que vivir bien es un placer y todo placer supone la presencia de algo extra-ordinario, de lo no necesario, pero conveniente, de superdosis intensivas.
        Siempre nos hablaron de Apolo pero nos ocultaron la manera de vivir dionisíacamente. El orden y la apariencia importaban más que la vida y la esencia. Lo estático y lo fijo más que lo dinámico y vital. Nos cuadricularon, amor mío, nos hicieron laboriosos en vez de convertirnos en lúdicos. El trabajo era sagrado, el juego era superfluo. El trabajo es divino el juego demoníaco. Nos educaron para ser formales, buenecitos,…era un honor para nuestros padres comportarnos como personas  mayores. ¡Qué piropo y qué orgullo cuando alguien les decía “tu hijo es un hombre en pequeño”¡. ¡Qué horror, cariño mío¡ ¡un niño ser un hombre¡.

        Pertenecemos, amor mío, a la generación sándwich. Somos la generación de la disculpa y me temo que seamos cómplices de la generación del desencanto.

        ¿Recuerdas cuando, al entrar o salir, y apenas nos rozábamos y nos pedíamos perdón mutuamente?. ¡Qué barbaridad, Dios, qué barbaridad¡. Nunca nos pedíamos perdón por habernos visto, oído, olido…y eso que  nuestros cuerpos estaban enfundados, empaquetados, arropados, siempre más acá o más allá de la frontera. Tu cuerpo y mi cuerpo nunca fueron tangibles ni chocables.

        ¡Cuántas caricias sofocadas¡ ¡cuánta lumbre apagada¡, ¡cuánta ignorancia táctil¡, ¡cuánta atrofia afectiva¡, ¡ cuánta lejanía estando tan cercanos¡, ¡cuánta biología, anatomía y fisiología¡, ¡cuanta neurona, órganos y sistemas y cuán poca sexualidad y vida¡. Nos enseñaron a saber, pero no nos entrenaron a vivir. ¡Cómo sublimaron nuestros afectos en conocimientos científicos¡ pero ¿por qué subordinar la vida a la razón? pero ¿es que debemos vivir para razonar o razonar para vivir?.

        Así que, ¡cuánta torpeza la nuestra, amor mío, cuando nos encontramos a solas, desnudos, en aquel hotel, pero, eso sí, con el certificado oficial del cura y del juez de que ya podíamos tocarnos…..



                                    

jueves, 17 de septiembre de 2015

¿HACIA UN CRISTIANISMO SEGLAR? (5)



Yo no sé Uds. pero yo oigo los sermones de los curas y me parece estar escuchando a seres de otra galaxia que han venido a visitarnos, una especie de robots, con un lenguaje tan abstruso, tan obsoleto, tan ininteligible,… que me recuerda mi artículo “La interjección asesina” en su último parágrafo, antes de que Ingrid cayera fulminada por una interjección clavada en la frente ante las palabras absurdas debidamente colocadas y sin significado alguno.

Los curas, en sus sermones, hablan sin decir nada, o dicen algo ininteligible hasta para ellos mismos pero que, como tienen que decirlo, lo dicen y ya está.

“El corazón de Jesús sangró por nuestros pecados cuando, voluntariamente, fue llevado al matadero, como cordero fiel…”

Pero ¿qué me están contando?

Jesús no se entregó para redimirnos. Murió porque lo apresaron, lo maljuzgaron, lo condenaron y lo crucificaron.
Hasta Él, en el último momento (y eso sí que es normal) se quejaba a Dios por qué consentía lo que estaba pasando, como una madre se lo echaría en cara a Dios ante el cáncer y la inminente muerte de su bebé: ¿Por qué consientes esto? ¿Por qué me haces esto? ¿De qué es culpable mi bebé?
¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué,….una lluvia de porqués.

Y ante el sermón ininteligible, pero inapelable, del cura nadie, en mis tiempos, podía rechistar, porque el futuro Certificado de Buena Conducta estaba en sus manos y dependía de tu obediencia y cumplimiento fiel, con repercusiones para tu futura vida laboral si querían ejercitarla en la Administración, como era mi caso.

Los sermones de los curas aburren hasta a las ovejas y han espantado de las iglesias a muchos fieles, hasta entonces cumplidores del Mandamiento de la Iglesia: “oirás misa entera todos los domingos y fiestas de guardar”

Así que cuando un Papa, como el Papa Francisco dice cosas tan elementales y ran sensatas, tan obvias, nos parece un cura pero de otra nueva galaxia.

Recuerdo, aún, las polémicas absurdas que montó la Jerarquía eclesiástica cuando un cirujano sudafricano, Christiaan Barnard, realizó el primer transplante de corazón, como si se hubiera injertado una persona a otra.

Hoy  también la tienen montada con temas como el aborto, el tema del preservativo, la homosexualidad, el control de natalidad, la ingeniería genética, las parejas de hecho, los matrimonios homosexuales, las células madre, los embriones sobrantes tras una fecundación in vitro… y ellos pontifican y pontifican al hablar, sin apenas saber algo, porque los que, realmente saben, son más sensatos y se callan.

¿En qué momento de la fecundación puede afirmarse que se trata, ya, de un ser humano (no digo una persona)?. No se sabe, son decisiones que hay que tomar por mayoría pero no porque evidentemente se vea que es así.

Parecen estar empeñados en mantener a los fieles alejados de las respuestas que la ciencia está dando a los problemas, mientras los curas pontifican y califican el aborto como un crimen, o los matrimonios homosexuales como antinaturales ya que de sus uniones no pueden engendrar, como si el primero y único objetivo de las parejas fuera la procreación y no el amor, el cariño, el afecto,…entre ellos.

¿Las familias? Se va a destruir la familia. NO. La familia cambiará, habrá otras formas de familia, lo que no quiere decir que la familia desaparezca.

¿A qué porcentaje de incumplimiento del voto de castidad o celibato, voluntariamente jurado y asumido, nunca obligado, llega el clero?

La Iglesia dice que es minoritario, pero no es eso lo que dicen los sociólogos y las estadísticas.
Cuando la Iglesia reconoce uno tan sólo es porque es tan obvio que es imposible negarlo.

Hace tan sólo unos días, en Córdoba, un cura acusado de pederastia, en vez de ser cesado, sólo lo han cambiado de parroquia.
Es que, si es verdad lo que se le dice el día de su consagración: “tu est sacerdos in aeternum” quiere decir que ni aunque dimita ni aunque lo cesen dejará de ser “sacerdote”.

En Estados Unidos las estadísticas arrojaban, hace unos años, unos porcentajes escandalosos: el 31% vivía en una relación sexual activa y un 47% llevaban el celibato “relativamente bien”. Sólo un 2% lo cumplía fielmente..
Y del 31% que mantenía una relación sexual activa, un tercio (1/3) la mantenía en una relación homosexual.

Los acusados de pederastia muchas veces consiguen que, a cambio de dinero, no denuncien o anulen las denuncias, que sean retiradas.

Habría que volver a los tiempos antiguos, en que los obispos estaban casados, y todavía hoy el clero católico oriental sigue haciéndolo porque, “la fuerza de la pasión sexual en una persona normal es difícil de controlar”.

En el cristianismo oriental, sea católico u ortodoxo, no se exige el celibato.
Éste sólo se le exige a los monjes, que viven alejados del mundo.

Pero he conocido frailes en los que la masturbación era una práctica normal al tiempo que en sus mentes tenían la imagen de una mujer a la que…

Juan XXIII murió con la preocupación de haberlo suprimido para el clero occidental, pues “exigírselo a los jóvenes sacerdotes es una especie de martirio”
Una pesada carga, no sólo inútil, sino perjudicial.
¿Cómo fiarse de quien ha dado, voluntariamente su palabra, y no la cumple?

La doctrina oficial, la de los pecados mortales, la otra vida, el cielo y el infierno…¿Qué porcentaje de la población española que, oficialmente es católica según la Iglesia, cree en esas cosas y en otras parecidas?.

¿Cuántos católicos hacen caso, hoy, a las indicaciones de la Iglesia sobre la regulación de la natalidad y el uso de preservativos o toma de pastillas anticonceptivas? ¿O recurriendo a la cirugía?.
Y ello, a pesar de que la Religión ha sido asignatura obligatoria en la enseñanza.

Pero las Jerarquía eclesiástica sigue predicando y escribiendo más que nunca y sobre temas que desconoce, o no conoce bien, haciéndolo desde unos prejuicios enquistados.

¿Habrá que volver a casi 2.000 años atrás, cuando la Iglesia era una Iglesia de seglares?.


Quizá hay una manera de ser cristiano y ésta sea desclericalizar a la Iglesia.

MI SALAMANCA (El astronauta, el ciprés, Unamuno y yo)



            Acabo de regresar de mi Salamanca. He recorrido y revivido mis muchos paseos por la Plaza Mayor, en el doble sentido, sabiendo que ya no iba a encontrar a mi amigo Jerónimo. He salido por el arco del Corrillo y, tras visitar la Iglesia de San Martín, donde mi antiguo profesor de Literatura Comparada, D. Andrés Fuentes, cura, nos decía que, si alguna vez nos echábamos novia, no fuera de una chica que acudiera mucho a la iglesia, porque carecían de la alegría de vivir.

          He enfilado la Calle de La Rúa y, tras sentarme, contemplando la fachada de Anaya, he visto al “astronauta”. Que no es un buzo, sino un astronauta.
         Escuchar a algún improvisado cicerone y oír de seres extraterrestres, ya en el siglo XVI…
         El “astronauta” está en la Puerta de Ramos de la Catedral Nueva, desde el XVI al XVIII, pero que estaba (la puerta) muy deteriorada.
         Yo estuve, en 1993, viendo “las Edades del Hombre: el contrapunto y su mirada”, cuando Salamanca fue elegida sede de dicha fundación.
         Un cantero, llamado Miguel Romero, fue el autor del “astronauta”, un añadido en la estructuración de la Catedral. Es el símbolo de la modernidad. El “contrapunto” al resto. Es como un guiño secreto, una firma.
         Todos van buscando al astronauta de la Catedral y nadie se fija que hay otros adornos. Debajo del astronauta hay un lince, a su derecha un toro y, debajo del toro hay un dragón con un helado de tres bolas, que está sonriendo.
         Junto a la puerta, a la derecha, podemos ver tres figuras que representan el agua, el cielo y la tierra, son un cangrejo de río, una cigüeña y una liebre.
         Estas cosas, no deben extrañarnos. En la Catedral de Palencia (siglo XIV) hay un Fotógrafo; en la de Calahorra (siglo XVII), un teléfono móvil. Y, lo más de lo más, en Trujillo (siglo XIII) un escudo del Atletic de Bilbao.

         Pero tenía que continuar y,  como cada año,  me encontré sentado en el primer banco, extasiándome ante el Retablo Mayor de la Catedral Vieja.
        
         Siglo XV. 53 tablas ordenadas de abajo a arriba y de izquierda a derecha. Una historia, la Historia de la Salvación, en imágenes, con escenas de la vida de María y de Jesús. Pero sobre todo, el remate final, en lo alto del ábside, con el imponente Juicio Final.
         A la derecha de Cristo, los salvados, vestidos de blanco. A su izquierda, los condenados, desnudos y que parecen caminar hacia “la boca de un monstruo gigante”.
         Entre los condenados, los rostros de algún Obispo y algún Papa (alusión a que nadie está libre del Juicio Final).

          He rodeado la antigua Facultad de Derecho y me he dado de bruces con la Clerecía y la Casa de las Conchas. Cinco años pasando, casi a diario, para ir a mi Universidad Pontificia.
         Me he parado, sin prisa, en la esquina de la Casa de las Conchas. La “Esquina de los tres coños” (¡perdón!). Aunque dicen que el nombre era porque, al dar la vuelta, uno cualquiera exclamaba: “Coño, ¡qué bonito!”, “Coño, ¡qué frío!”. “Coño, ¡qué calle tan larga!”. La verdad era que para nosotros, sólo se mantenía uno de ellos.
         Contemplar la salida de los alumnos de la Universidad Pontificia, los días lectivos, hacía exclamar, a cualquiera: “Coño ¡cuánto cura!”, “Coño ¡cuánta monja!” y “Coño, ¡cuánto frío!”.

         Enfilando la calle Libreros, como siempre. Cantidad de turistas alucinando ante la fachada plateresca (como si la hubiera hecho un platero labrando filigranas sobre una joya) de la Universidad, siglo XVI, y, como siempre, ¡a la búsqueda de la rana perdida!”. Y, como casi siempre, los improvisados y espabilados cicerones, cambiando la historia según sean estudiantes o jubilados, queriéndoles sacar algún que otro euro y ofreciéndose a hacerles ver la rana sobre la calavera para que no le ocurran no sé cuantas desgracias si se fueran sin verla.
         La dichosa rana que, según la tradición, traía la buena suerte a los universitarios y el estudiante que no la viera no aprobaba. Aunque, para otros, la rana es el símbolo de la lujuria, sobre una calavera, y el que la viera tendría una vida sexual exagerada.
         ¡Hay que ver el desborde de imaginación ante una “boutade” de un cantero cachondo!

         Y…. ¡el no va más¡ He franqueado la puerta y me he dado, de narices, con el patio ajardinado y su ciprés.
         Todos sabíamos que Gerardo Diego, en el verano de 1924, visitando el Monasterio de Silos, quedó deslumbrado por el ciprés del claustro del monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos y, esa misma noche, creó el inmortal soneto, desde entonces prendido a su nombre. “El ciprés de Silos”:
        
                   “Enhiesto surtidor de sombra y sueño
                  Que acongojas al cielo con tu lanza.
                  Chorro que a las estrellas casi alcanza
                  ………
                  Flecha de fe. Saeta de esperanza
                  ………
                  Mudo ciprés en el fervor de Silos”.

         Paco, Antonio, Jerónimo y yo, sentados en el banco del claustro ajardinado, mirando el ciprés, veíamos a Gerardo Diego, y lo recitábamos, convencidos de que ese soneto podía haber salido de su imaginación si hubiera descubierto nuestro ciprés antes que el de Silos.

         Soneto espiritual, que invita a mirar a las estrellas y a elevar el alma.

         Y, a veces, en oposición, alguno de nosotros, seguía con:
        
                   “A un olmo seco”

         (Un canto y añoranza a una vida que se va. Un triste lamento)        
        
                   “Al olmo viejo, hendido por el rayo
                   Y en su mitad podrido”

                   (La enfermedad de Leonor, la joven esposa de D. Antonio Machado)

                   “Con las lluvias de Abril y el sol de Mayo
                   Algunas hojas verdes le han salido”

                   (La pequeña, pero pasajera, mejoría primaveral experimentada por Leonor).

         Nuestra mente, funciona así, por oposición. En pleno Agosto nuestra memoria nos trae recuerdos del frío que pasamos aquella tarde en… Y viceversa.

         Y he subido por la majestuosa escalera que lleva a la Biblioteca, donde tantas tardes pasé, estudiando e intentando ligar a aquella muchacha de Derecho, que nunca me hacía caso. Y me he sentado en los sillones, apoyando mis codos en esas mesas gordas y alargadas.

         Luego, sentado en el primer banco, del aula de Fray Luis, he cerrado los ojos y me he imaginado al fraile, preso por la Santa Inquisición y recién liberado de la cárcel, reiniciando la clase interrumpida años atrás: “Como decíamos ayer…”.

         Pero cuando empecé a llorar, de emoción, fue cuando entré en el Aula Magna, donde tantas conferencias escuché, y me imaginaba la escena. Don Miguel de Unamuno, que ejercía de anfitrión, como Rector de la Universidad, Dñª Carmen Polo de Franco, el Obispo de Salamanca, Pla y Daniel y el mutilado, tuerto y manco, general Millán Astray, fundador de la Legión, a imitación de la francesa y que, al momento, apostó por la rebelión de Franco, contra el gobierno legal republicano.

         ¿Lo recuerdan?.

         Era el 12 de Octubre de 1936, era el día de la Raza (ahora llamado día de la Hispanidad). En el paraninfo de la Universidad.
         Las dos Españas, claramente definidas en dos personajes públicos. La fuerza de la Razón y la razón de la Fuerza. Uno defensor de la libertad, de la cultura, del pensamiento,… en una palabra, de la vida; el otro, desde su puesto de Jefe de Radio y Propaganda, había lanzado el “heroico” grito de “Viva la muerte”, secundado y popularizado por miles de fanáticos.

         Unamuno, personaje siempre contradictorio, desilusionado por la República, con la que había colaborado para su implantación, defendía, en esos momentos, la causa de Franco, más que como “apoyo a” Franco como “desafecto con” la desilusionante república, guiada por el sentimiento más que por la razón, por la revancha más que por la sensatez, pero “legal”.

         Abre el acto Millán Astray con un discurso lacerante para la razón. Hablaba de “cortar en carne viva el cáncer de los vascos y de los catalanes y que, de esa forma, se sanaría a España”. Y, ebrio ya en sus discursos, comenzó a dar gritos y vivas, entre los que no faltó su acostumbrado “Viva la muerte!.
         Se sentó, vibrante aún el general, tras su fogoso envite.
         Unamuno, al que le tocaba hablar, con la mano en la frente, parecía meditar, se levantó pausadamente.
         Todos los ojos de los asistentes, que lo conocían, estaban fijos en él. Se hizo un silencio absoluto, y Don Miguel de Unamuno comenzó a hablar:

         “Estáis esperando mis palabras; me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.
         Quiero hacer algunos comentarios al discurso, por llamarle de algún modo, del general Millán Astray.
         Dejaré a un lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. Y el obispo –y Unamuno señaló, con su dedo acusador, al asustado prelado- lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona”.

         Se detuvo Unamuno. La sala, repleta, estaba enmudecida. Algo grave iba a pasar. Lo que iba a decir el Rector nadie lo imaginaba.

         “Acabo de oír el necrófilo e insensato grito de “Viva la muerte” y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente.
         El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto en un tono más bajo. Es un inválido de guerra; también lo fue Cervantes.
         Pero, desgraciadamente, en España hay, actualmente, demasiados mutilados y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más.
         Me atormenta pensar que el general Millán Astray pudiera dictar la norma de la psicología de la masa.
         Un mutilado que carezca de la grandeza moral de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio, viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor”

         En este punto del discurso, Millán Astray no pudo contenerse por más tiempo y, poniéndose de pie, gritó: “!Abajo la inteligencia¡ ¡Viva la muerte!”. Y fue coreado por la totalidad de los asistentes al acto que se celebraba en el paraninfo.
         Colérico ya y, visiblemente nervioso, Unamuno finalizó su discurso de esta forma:

         “Éste es el Templo de la Inteligencia y yo su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto; venceréis, porque tenéis fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir y, para persuadir, necesitaríais algo que os falta: Razón y Derecho en la lucha.
         Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.

         Hubo un conato de intento de agresión en ese momento por parte de los acompañantes de Millán Astray a Unamuno. Lo impidió la esposa del general Franco, que salió con Unamuno del recinto.

         Ésta fue, quizá, la última clase del Profesor, porque el 31 de Diciembre de ese mismo año moría, de pena, confinado en su propia casa, ¿la recuerdan?. “La casa de las muertes”, casi frente al Palacio de Monterrey.

         La disputa con el general Millán Astray le había costado el cese fulminante de todos sus cargos.

         De nuevo las Letras y las Armas. El poeta, el intelectual y el soldado. La fuerza de la Imaginación, de la Razón y la razón de la fuerza. El convencer y el vencer. El alma y el cuerpo.


         El poder. Ejercido por el Capital, ejercido por el Ejército, ejercido por la Iglesia,… ¿Cuándo por la Inteligencia, por la Palabra, por la Razón?.