Yo, que soy poco papista y
menos entusiasta de la Iglesia
como Jerarquía, como Poder, tengo que reconocer (y reconozco) la visión de
futuro que tuvo el Papa Pío XI en la década de los 30, en el siglo XX, con la Encíclica “Quadragesimo
anno”, 1.931, que conmemoraba los 40 años de la “Rerum Novarum”, 1.891, de León
XIII.
En los años siguientes,
1.937, en la Encíclica
“Divini Redemptoris”, condena el comunismo bolchevique y ateo cuyo éxito lo
atribuye, entre otras causas, a la “defectuosa distribución de los bienes de
este mundo” y a que “los trabajadores estaban ya preparados por el abandono
religioso y moral en que los había dejado la economía liberal”.
“En nuestros tiempos –dice-
se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos”
Y esos pocos no son los
multimillonarios ni los grandes ricos, en sí mismos, sino “los custodios y
administradores de una riqueza en depósito y que ellos manejan a su voluntad y
arbitrio” y “se apoderan de las finanzas y señorean sobre el crédito” y “llegan
a apoderarse del poder público”.
O sea, que hace ya 80 años,
este Papa previó que Europa (el Mundo Occidental) estaría gobernada por un gran
Banco, hoy llamado el Bundesbank.
Europa (no seamos ingenuos)
está gobernada por el Bundesbank mucho más que por los políticos de la U.E ., que son simples
marionetas que bailan al son que el Banco toca y llevan el paso que el Banco
marca.
El Bundesbank es “el señor de
horca y cuchillo” que, tras tenernos cogidos por la garganta y por los huevos amenaza
(y hoy sabemos que puede hacerlo) con asesinarnos cívica, social y
económicamente.
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