Acabo de llegar de Salamanca, de estar con mi madre, autónoma y autosuficiente a sus 93 años y, como me ha gustado este dicho judío, como un piropo a ella y a todas las mujeres-madres, lo traigo aquí:
“NO PUDIENDO, DIOS, ATENDER A TODO, INVENTÓ LAS MADRES”
martes, 28 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
PIQUETE INFORMATIVO.
Entro en el Diccionario de la R.A.E. de la Lengua y preguntando por “piquete” me aparecen 10 acepciones.
De cara a la próxima huelga, las acepciones más en consonancia son la 5ª y la 6ª.
5ª: “Pequeño grupo de personas que exhibe pancartas con lemas, consignas políticas, peticiones, etc…”
6ª: “Grupo de personas que, pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga”.
Los piquetes más acordes con la próxima convocatoria de huelga es la 6ª acepción.
Los que se manifiestan cada vez que ocurre una muerte por violencia de “sexo” (no de “género”), en la Plaza de la Constitución están en la 5ª.
Si le pregunto al Diccionario por “informativo”, me da tres acepciones:
1ª: (Adj): “que informa, que da noticia de algo”.
2ª: (Filos): “que in-forma, que da forma a algo”.
3ª: (m): “boletín de noticias”.
Por tradición, y por experiencias pasadas, en huelgas anteriores, “piquetes informativos” son dos términos incompatibles. Como lo son “círculos cuadrados”.
Quiere significar algo así como: “te informo que no vas a poder entrar a tu puesto de trabajo, porque no queremos que entres a trabajar, o que, como entres, atente a las consecuencias” . Luego siguen términos como “esquirol”, “traidor”, “chaquetero” … o insultos como “hijo de puta”, “cabrón”… y demás.
Un “piquete informativo” no informa (porque ya todo el mundo está informado) sino que coacciona.
“Informar” se mueve en el campo lingüístico del “conocimiento”.
“Coaccionar” pertenece al campo de la “acción”, de la “conducta”.
Cuando un dictador da un golpe de estado, de lo primero que se preocupa, y le ocupa, es tomar los medios de comunicación (radio, televisión, prensa,….) para que los ciudadanos no estén “informados” o que sólo reciban la información que al dictador le interesa, que nada tiene que ver con la realidad.
Cuando los sindicatos convocan una huelga, de lo primero que se preocupan, y les ocupa, son los medios de transporte, de los que dependen la gran mayoría de los trabajadores. De esa manera no irán a trabajar, no porque estén en huelga, sino porque no pueden acudir al trabajo (una gran mayoría).
El derecho a ir, a hacer huelga, está recogido en la Constitución y en la legislación, y hay que respetarlo y cumplirlo. Pero el no querer ir a la huelga también es un derecho, que no será respetado por los que se lo impiden.
Imposibilitar o dificultar el ejercicio de un derecho, de hacer huelga o de no hacerla, está/debería estar penado.
El Sindicalismo del siglo XXI, tan jerarquizado, y subvencionado, además, con fondos públicos, y no con las cuotas de sus afiliados, poco en común debería tener con aquellos primeros sindicatos reivindicativos de salarios sociales o de jornadas laborales más racionales, para trabajadores explotados e indocumentados.
Hoy, todo eso está ya legislado y ningún empresario osará incumplir la ley, si no quiere que sobre él caiga todo el peso de la justicia.
Por otra parte, el obrero ya no es aquel trabajador analfabeto, al que había que “informarle”, realmente.
Hoy, los medios de comunicación son “im-parables” (en el sentido que “nadie los puede parar”), “in-controlables”, no pueden ser silenciados. Internet, prensa, blogs, chats,… navegan a sus anchas por las ondas y llegan a cualquiera que se lo proponga.
Pero una de las consecuencias, en esta huelga, es: ¿“Se contabilizarán como huelguistas a “todos” los que no han ido a trabajar, metiendo en el mismo saco a los que “no han querido ir”, porque son huelguistas, con los que “no han podido ir”, sin ser huelguistas, ya que ninguno ha ido a trabajar?”.
Asistiremos al baile cifras; y el fracaso para unos será un éxito para el otro, y viceversa.
Será mi deformación de funcionario pero: “Los servicios mínimos, ¿son mínimos o máximos?, ¿para quién o quiénes?.
Otra pregunta que siempre me hago, ¿serán más huelguistas los parados, para pedir un puesto de trabajo, o los todavía trabajadores, que no quieren perder el que tienen?
Y, para terminar, ¿a qué preclara eminencia sindical se le ha ocurrido la “genial idea” de invitar a los abuelos a la huelga?. ¿Dejamos a los nietos en la casa o en la escuela o en la calle?.
(Post Data).
Confío en la inteligencia de los lectores y no vean, en el símil (dictador-sindicato), ninguna similitud (¡y valga la redundancia¡).
De cara a la próxima huelga, las acepciones más en consonancia son la 5ª y la 6ª.
5ª: “Pequeño grupo de personas que exhibe pancartas con lemas, consignas políticas, peticiones, etc…”
6ª: “Grupo de personas que, pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga”.
Los piquetes más acordes con la próxima convocatoria de huelga es la 6ª acepción.
Los que se manifiestan cada vez que ocurre una muerte por violencia de “sexo” (no de “género”), en la Plaza de la Constitución están en la 5ª.
Si le pregunto al Diccionario por “informativo”, me da tres acepciones:
1ª: (Adj): “que informa, que da noticia de algo”.
2ª: (Filos): “que in-forma, que da forma a algo”.
3ª: (m): “boletín de noticias”.
Por tradición, y por experiencias pasadas, en huelgas anteriores, “piquetes informativos” son dos términos incompatibles. Como lo son “círculos cuadrados”.
Quiere significar algo así como: “te informo que no vas a poder entrar a tu puesto de trabajo, porque no queremos que entres a trabajar, o que, como entres, atente a las consecuencias” . Luego siguen términos como “esquirol”, “traidor”, “chaquetero” … o insultos como “hijo de puta”, “cabrón”… y demás.
Un “piquete informativo” no informa (porque ya todo el mundo está informado) sino que coacciona.
“Informar” se mueve en el campo lingüístico del “conocimiento”.
“Coaccionar” pertenece al campo de la “acción”, de la “conducta”.
Cuando un dictador da un golpe de estado, de lo primero que se preocupa, y le ocupa, es tomar los medios de comunicación (radio, televisión, prensa,….) para que los ciudadanos no estén “informados” o que sólo reciban la información que al dictador le interesa, que nada tiene que ver con la realidad.
Cuando los sindicatos convocan una huelga, de lo primero que se preocupan, y les ocupa, son los medios de transporte, de los que dependen la gran mayoría de los trabajadores. De esa manera no irán a trabajar, no porque estén en huelga, sino porque no pueden acudir al trabajo (una gran mayoría).
El derecho a ir, a hacer huelga, está recogido en la Constitución y en la legislación, y hay que respetarlo y cumplirlo. Pero el no querer ir a la huelga también es un derecho, que no será respetado por los que se lo impiden.
Imposibilitar o dificultar el ejercicio de un derecho, de hacer huelga o de no hacerla, está/debería estar penado.
El Sindicalismo del siglo XXI, tan jerarquizado, y subvencionado, además, con fondos públicos, y no con las cuotas de sus afiliados, poco en común debería tener con aquellos primeros sindicatos reivindicativos de salarios sociales o de jornadas laborales más racionales, para trabajadores explotados e indocumentados.
Hoy, todo eso está ya legislado y ningún empresario osará incumplir la ley, si no quiere que sobre él caiga todo el peso de la justicia.
Por otra parte, el obrero ya no es aquel trabajador analfabeto, al que había que “informarle”, realmente.
Hoy, los medios de comunicación son “im-parables” (en el sentido que “nadie los puede parar”), “in-controlables”, no pueden ser silenciados. Internet, prensa, blogs, chats,… navegan a sus anchas por las ondas y llegan a cualquiera que se lo proponga.
Pero una de las consecuencias, en esta huelga, es: ¿“Se contabilizarán como huelguistas a “todos” los que no han ido a trabajar, metiendo en el mismo saco a los que “no han querido ir”, porque son huelguistas, con los que “no han podido ir”, sin ser huelguistas, ya que ninguno ha ido a trabajar?”.
Asistiremos al baile cifras; y el fracaso para unos será un éxito para el otro, y viceversa.
Será mi deformación de funcionario pero: “Los servicios mínimos, ¿son mínimos o máximos?, ¿para quién o quiénes?.
Otra pregunta que siempre me hago, ¿serán más huelguistas los parados, para pedir un puesto de trabajo, o los todavía trabajadores, que no quieren perder el que tienen?
Y, para terminar, ¿a qué preclara eminencia sindical se le ha ocurrido la “genial idea” de invitar a los abuelos a la huelga?. ¿Dejamos a los nietos en la casa o en la escuela o en la calle?.
(Post Data).
Confío en la inteligencia de los lectores y no vean, en el símil (dictador-sindicato), ninguna similitud (¡y valga la redundancia¡).
miércoles, 22 de septiembre de 2010
NAPOLEÓN.
Dice el Diccionario de la R.A.E. que “granadero” es: 1.- “Soldado de infantería armado con granadas de mano”. 2.- “Soldado de elevada estatura que formaba a la cabeza del regimiento”. 3.- “Persona muy alta”.
A Napoleón sus soldados lo llamaban “el pequeño cabo”.
Napoleón fue, sin duda, uno de los mayores genios militares de la historia.
Pero era más bien “bajo” de estatura, no llegaba a 1,68 metros. De aquí que se hable de “complejo napoleónico” o “síndrome de Napoleón” o “síndrome del hombre bajito”.
Pero, en realidad, no era tan “bajito”. Pero como siempre aparecía en compañía de la Guardia Imperial, a la que no podían acceder personas que no tuviesen una estatura superior a la media, por aquello de que “todo es relativo”, siempre aparecía “bajito” en relación con los que le rodeaban.
Quizás, por aquello de los mecanismos psicológicos de compensación o supercompensación, puesto que no podía sobresalir en estatura física haría lo imposible para compensar su “relativa” baja estatura con una alta cualificación en otras virtudes.
Cuentan que un granadero, cierto día, le espetó: “soy más grande que Ud., Majestad”.
Napoleón, mirándolo fijamente, le respondió: “más alto” sí, pero “más grande” no, porque la altura de un hombre no se mide “de la cabeza a los pies”, sino “de la cabeza al cielo”.
¡¡¡¡Genio de hombre¡¡¡¡.
A Napoleón sus soldados lo llamaban “el pequeño cabo”.
Napoleón fue, sin duda, uno de los mayores genios militares de la historia.
Pero era más bien “bajo” de estatura, no llegaba a 1,68 metros. De aquí que se hable de “complejo napoleónico” o “síndrome de Napoleón” o “síndrome del hombre bajito”.
Pero, en realidad, no era tan “bajito”. Pero como siempre aparecía en compañía de la Guardia Imperial, a la que no podían acceder personas que no tuviesen una estatura superior a la media, por aquello de que “todo es relativo”, siempre aparecía “bajito” en relación con los que le rodeaban.
Quizás, por aquello de los mecanismos psicológicos de compensación o supercompensación, puesto que no podía sobresalir en estatura física haría lo imposible para compensar su “relativa” baja estatura con una alta cualificación en otras virtudes.
Cuentan que un granadero, cierto día, le espetó: “soy más grande que Ud., Majestad”.
Napoleón, mirándolo fijamente, le respondió: “más alto” sí, pero “más grande” no, porque la altura de un hombre no se mide “de la cabeza a los pies”, sino “de la cabeza al cielo”.
¡¡¡¡Genio de hombre¡¡¡¡.
MOTIVACIÓN
Si ya Lamark había lanzado el principio de que, a lo largo de la evolución, “la necesidad crea el órgano”, a nivel social y cultural el principio básico en el que todos (creo yo) estamos de acuerdo es que: “la necesidad engendra conocimiento”.
La diferencia entre enseñanza e investigación es que en aquella ya existen respuestas, soluciones, mientras en ésta aún no las hay y hay que “descubrirlas”.
Pero hay que distinguir dos tipos de necesidades: las naturales y las artificiales. No es igual la necesidad de comer o de beber que la necesidad de comer langostinos de Sanlúcar o de fumar o de esnifar una raya o de tomar Chivas.
Las necesidades artificiales nos las creamos o nos las crean. Las necesidades naturales (como su nombre indica) las tenemos por naturaleza. Pero una vez que somos conscientes de que tenemos una necesidad ésta nos urge a que la satisfagamos.
Es la primera y fundamental tarea tanto del padre con su hijo como la del maestro/profesor con su alumno, la de motivarlo.
Motivarlo es crearle la necesidad, hacerle ver, lo importante que es hacer eso que el padre cree que es lo mejor para él o que la materia que uno va a impartir es tan maravillosa, tan extraordinaria, tan “interesante”, tan…. tan…. que sienta la necesidad de atender, de comprender, de aprender,…
Esto, y no otra cosa, es lo que hace la publicidad, pero también la pedagogía y la didáctica.
Motiva a un niño en la lectura, que descubra el placer de leer, que viaje por mundos imaginarios creados por el hombre… y ¡déjalo sólo¡. Únicamente debes orientarle en el tipo de lectura, en lo que debe leer, no a que lea, él ya está motivado para ello.
He ahí la fundamental tarea tanto de padres como de maestros/profesores.
La diferencia entre enseñanza e investigación es que en aquella ya existen respuestas, soluciones, mientras en ésta aún no las hay y hay que “descubrirlas”.
Pero hay que distinguir dos tipos de necesidades: las naturales y las artificiales. No es igual la necesidad de comer o de beber que la necesidad de comer langostinos de Sanlúcar o de fumar o de esnifar una raya o de tomar Chivas.
Las necesidades artificiales nos las creamos o nos las crean. Las necesidades naturales (como su nombre indica) las tenemos por naturaleza. Pero una vez que somos conscientes de que tenemos una necesidad ésta nos urge a que la satisfagamos.
Es la primera y fundamental tarea tanto del padre con su hijo como la del maestro/profesor con su alumno, la de motivarlo.
Motivarlo es crearle la necesidad, hacerle ver, lo importante que es hacer eso que el padre cree que es lo mejor para él o que la materia que uno va a impartir es tan maravillosa, tan extraordinaria, tan “interesante”, tan…. tan…. que sienta la necesidad de atender, de comprender, de aprender,…
Esto, y no otra cosa, es lo que hace la publicidad, pero también la pedagogía y la didáctica.
Motiva a un niño en la lectura, que descubra el placer de leer, que viaje por mundos imaginarios creados por el hombre… y ¡déjalo sólo¡. Únicamente debes orientarle en el tipo de lectura, en lo que debe leer, no a que lea, él ya está motivado para ello.
He ahí la fundamental tarea tanto de padres como de maestros/profesores.
lunes, 6 de septiembre de 2010
MEDIEVALIZACIÓN DE OCCIDENTE.
Desde mis tiempos de estudiante yo conocía a Nicolás Berdiaeff por dos de sus obras, entonces en boga: “El cristianismo y el problema del comunismo” y “El cristianismo y la lucha de clases” (los tengo llenos de polvo archivados en el cuarto trastero). Pero no conocía “Hacia una nueva edad media”.
Estamos hablando de los años 30, de un ruso, anticomunista, expatriado, marxista en un principio, porque sólo veía en él el aspecto pragmático, la defensa del obrero esclavizado por el capital,…., antizarista, con un espíritu crítico y libre, que le pega puyazos a la iglesia ortodoxa rusa, pero que, después, critica al bolchevismo, (contra el que publica “Filosofía de la desigualdad”), desterrado a Siberia, obligado a errar por Europa y que morirá en París.
Ideológica y filosóficamente queda inscrito en lo que pudiéramos llamar “existencialismo personalista cristiano”
Ya en los años 30 avisa de la medievalización de la sociedad.
Lo mismo que hará Umberto Ecco en los años 70, previniendo a la sociedad de lo que le está viniendo encima, una nueva Edad Media. La nueva embestida de los países islámicos, provenientes de oriente y del sur, religiosos fanáticos, que emprenden una nueva cruzada, pero, en este caso, al revés, contra el Occidente laico, científico y tecnológico.
¿Estamos en trance de asistir a una nueva medievalización del mundo Occidental?. ¿Corremos el peligro de volver a tiempos pasados, de descorrer el camino recorrido desde la Edad Media, tras haber pasado por la fase de ruptura renacentista y haber proclamado el triunfo de la Diosa Razón sobre el Dios de la Creencia y haber desarrollado todo el potencial revolucionario, de todo tipo, que nos ha traído hasta el ahora mismo de nuestra civilización?.
De un tiempo a esta parte se nos están desarmando, tambaleando, los esquemas mentales, racionales, laicos, occidentales, ante la llegada de pueblos con mentalidades muy distintas.
Cuando hablamos de Edad Media estamos hablando de ella, pero desde fuera de ella. Nadie dice “estoy en la Edad media”. Todos afirman estar en la Edad Contemporánea.
Nosotros, los occidentales europeos, miramos hacia atrás, tomamos en nuestras mentes todo el tiempo histórico recorrido y lo compartimentamos en edades. Llamamos Edad Antigua a nuestro pasado fenicio, griego y romano; llamamos Edad Media al período transcurrido entre la invasión de los bárbaros y la consiguiente desmembración del Imperio Romano de Occidente y el siglo XV, en el que se produce una ruptura con la mentalidad religiosa desde dentro con la Reforma, y desde fuera, con la racionalidad científica, como explicación de este mundo y ruptura o superación de la sociedad feudal, con la aparición de las nuevas monarquías. El fruto de todo esto lo llamamos Edad Moderna, hasta desembocar en la Edad Contemporánea.
Cada cultura y/o civilización ha pasado por etapas. Cuando Europa estaba en la Edad Antigua, Egipto, Asiria-Babilonia, China,… estaban en niveles superiores.
Hoy mismo, nosotros estamos donde estamos y vemos culturas africanas que están donde están.
Podemos hacer un estudio comparativo y ver ciertos paralelismos entre lo que ocurrió en la Edad Media y lo que está ocurriendo/acaba de ocurrir en nuestro mundo occidental.
1.- Por ejemplo, la Pax Romana, vigente durante tanto tiempo, se vino abajo cuando la presión de los pueblos bárbaros irrumpieron por la frontera Rhin-Danubio, unos, que ya estaban dentro, decidieron quedarse y otros, que estaban fuera, “saltaron la valla” y la pax romana se difumina y desaparece. Lo que viene después es ya otra cosa.
La llamada “pax americana” o “guerra fría” mantenía el equilibrio, por miedo y temor a una guerra nuclear, entre dos grandes bloques: el mundo occidental y el bloque soviético, con su telón de acero como frontera (para que “no salgan”, decíamos nosotros; para que “no entren”, decían ellos). Dos mundos y dos concepciones políticas, sociales y económicas distintas, el capitalismo occidental, con el lema de la “libertad” (política, económica, social, de expresión, de religión,……) y el capitalismo de estado, todo centralizado y programado, sin espacios para la libertad, con ideología única, mano de hierro,…
La caída del muro de Berlín y la occidentalización de muchos, (si no todos) los países del lado de allá del telón de acero, es como la llegada y la estancia definitiva entre nosotros de los antiguos bárbaros.
Europa es ya mucho más que la Europa antes de la caída del muro, como la Europa medieval es ya otra Europa distinta a la de la pax romana.
Ni que decir tiene la Europa actual, la Comunidad Económica Europea, sin fronteras políticas y económicas de casi todas las naciones.
2.- Invasiones e inmigración. Si el limes romano, para impedir la entrada de los pueblos bárbaros, medía unos 874 kilómetros, como frontera entre dos civilizaciones, el Telón de Acero, entre la Europa Oriental y la Occidental, en el siglo XX, medía 3.600 Kilómetros, del Báltico al Adriático, que también se vendría abajo ante los intentos interiores (Hungría y Checoslovaquia (“la primavera de Praga) y la presión occidental, externa, siendo la caída del muro de Berlín (ciudad, también, dividida) el comienzo del fin del Bloque Oriental.
Todavía hoy se levantan muros físicos entre Israel y Palestina, entre Estados Unidos y México… y muros de papel, con pasaportes, aduanas…
A pesar de ello, tanto entre los romanos como entre nosotros, las inmigraciones, legales o ilegales, no saben de fronteras cuando se les presentan las hambrunas y hay que echar a correr allí donde hay comida.
A los alamanos, suevos, vándalos, godos…. los suceden, hoy, los turcos, los orientales, los iberoamericanos, los chinos, los árabes y africanos,…que se establecen, trabajando (si pueden) para comer y disfrutando de las ventajas de todo tipo (sanitarias, educativas, sociales…) de los países de acogida, como en otro tiempo lo fueron las ciudades romanas.
El hambre y la muerte empujan para saltar los muros o derribarlos, antes y ahora.
3.- La descentralización de la estructura social y la crisis del control central. Fue el surgimiento de las nuevas naciones surgidas por los asentamientos bárbaros y lo son hoy las descentralizaciones del poder central, bien por el federalismo de algunas naciones, bien por el estado de las autonomías.
El antiguo feudalismo y los señores feudales, con sus prerrogativas, se encuentra hoy materializados en los parlamentos federales y autonómicos.
4.- La fragmentación de las ciudades, que daría lugar a los “Burgos”, son los equivalentes a nuestros barrios, con su mayor o menor idiosincrasia, como territorios casi privados, convertidos (muchos de ellos) en lugares peligrosos, sobre todo para los de fuera, donde las mafias locales, la violencia y el salvajismo campan a sus anchas, donde las bandas armadas controlan y permiten o prohíben, con hacinamiento, con problemas de espacio y de comunicación, con una vida diaria tan distinta a la del centro de las ciudades.
Si de aquellos “burgos” saldría la burguesía económica, industrial, financiera,… en estos barrios abunda el dinero negro, los negocios ilegales,…
En las grandes ciudades (Londres, París, Madrid,…) hay barrios chinos, turcos, griegos, rumanos, rusos, marroquíes, subsaharianos,… desgajados, marginados, con vida y funcionamiento propio.
5.- La inseguridad física y económica, sin proyectos de futuro, vida de supervivencia diaria. Ausencia de vigilancia. Reservando el centro de la ciudad, bien vigilado, como lugar de visita y de compras.
6.- Tendencia a traducir el saber y el poder en imágenes, para que, al entrar por los ojos, puedan ser consumidos. La publicidad y la propaganda, atractivas, con colores y sonidos, que puedan ser captadas al momento y atraigan a compradores.
Como en otros tiempos, con un analfabetismo generalizado, el pueblo necesitaba ver y oír los mensajes religiosos. Las catedrales, con sus vidrieras, su imaginería, su púlpito, sus cánticos, su olor a incienso, su boato y parafernalia… eran la publicidad del mensaje religioso que entraba por la vista, el olfato y el oído (ya que no podía entrar por la mente).
Hoy también se intenta que no se piense, pero que se consuma. La propaganda subliminal, inconsciente, como estrategia de la compra/venta.
7.- Gusto por la recopilación y el inventario. El coleccionismo. Acumulación de objetos, lo que conlleva su conservación. La Iglesia y el poder económico se lanzan a la recopilación de elementos culturales que instalan, conservan y copian libros, miniaturas, imaginería religiosa, arquitectura religiosa y civil,….
En los antiguos monasterios se busca todo y se guarda todo. La importancia de un monasterio está en relación a sus archivos e inventarios.
Igualmente hoy con la dosificación cultural en volúmenes, separatas, fascículos, entregas varias,… a veces para rellenar espacios de estanterías. El placer de poder decirlo y que pueda ser visto, contemplado, envidiado por los demás.
8.- Cultura de transición permanente. En este mundo todo es confuso. Se busca a Dios y éste se encuentra en el otro mundo. Hay que llegar allí y, aunque la iglesia marque los caminos por los que llegar, siempre queda la conciencia y sus remordimientos para la intranquilidad. Deseo, por una parte, pero confusión.
9.- El deterioro de las calzadas romanas, que te obliga a permanecer en el mismo lugar, por no haber caminos o, si los hubiera, su peligrosidad.
Hoy, demasiados caminos.
10.- Escasez de alimentos para las masas, sólo unos cuantos no carecen de ellos.
Hoy son países y casi continentes enteros: países superpoblados del tercer mundo. Muchas bocas y poco alimento que llevarse a la boca. Al tiempo que sobra y se desperdician alimentos en el primer mundo.
11.- Peregrinaciones y viajes, los más por motivos religiosos, los menos por objetivos políticos y económicos.
Hoy: el turismo de masas, por motivos lúdicos y vacacionales. Jerusalén, Tierra Santa, Santiago de Compostela,…. Son sustituidos por El Caribe, la costa mediterránea, países exóticos,…
12.- Misticismo y las órdenes mendicantes, que prometen el cielo eterno…
Hoy: sectas religiosas que te prometen el oro y el moro, que te captan y se quedan con tu conciencia y con tu cartera,…
13.- Epidemias y muertes en masa, negocio con las misas, oraciones,…
Hoy: epidemias o pandemias (vacas locas, aviar, porcina,…) negocio con los medicamentos.
14.- Pobreza oficial individual (hasta voto de pobreza) pero riqueza colectiva.
Hoy: pobreza real colectiva pero riqueza individual de sociedades anónimas (pero con nombre y apellidos). Paraísos fiscales.
15.- Lengua común (el latín) necesario tanto para la iglesia como para el comercio.
Hoy: lengua común y necesaria, en la “aldea global”, del inglés, convertido en la lengua de entendimiento universal, para la tecnología (hasta las instrucciones de uso o montaje de un instrumento “made in China o Tailandia o Japón o….), para la ciencia, para el turismo, para viajar,…
16.- La amenaza del Islam (antes y ahora) pero este tema merece un estudio aparte, sobre todo la facción más peligrosa del mismo (el integrismo radical islámico), en poder de armamento avanzado, de fabricación occidental, gracias a su petróleo.
Occidente montó toda su industria sobre una fuente de energía barata, de países atrasados, y ahora nos tienen cogidos por los huevos. Dependemos de ellos, al tiempo que ellos quieren destruirnos, fanatizados por ideas religiosas medievales.
17.- Las justas y los torneos, por motivos amorosos, políticos, bélicos, lúdicos,…
Hoy: acontecimientos deportivos en todo tiempo y lugar. Uno se alinea con un bando, se enamora de unos colores (como antes se enamoraba de una dama de la alta sociedad) y es capaz hasta de morir y matar por ellos. Odio entre bandos rivales, que, a veces, se politizan. Los centralistas contra los periféricos (o al revés). Identificarse con ellos.
18.- Descenso de la población (por hambre y epidemias).
Hoy: es contradictorio, los más ricos ni pasan hambre ni mueren por epidemias, pero tienen muy bajos sus índices de natalidad, al tiempo que los más pobres, pasando hambre y sufriendo enfermedades, se multiplican, reproduciendo el modelo antiguo de que dos manos más son más trabajo, son más riqueza, es más seguridad de futuro para los progenitores,…
Crecimiento demográfico donde no debería haberlo (en los países no desarrollados), por motivos religiosos, de ignorancia, por tradición,….
19.- Saturación de las ciudades romanas (al haber más servicios, hay más trabajo, existen más oportunidades, hacen falta más manos,…)
Hoy: emigración desde el campo a la ciudad, tanto por la mecanización del campo y la poca mano de obra necesaria, como por la cantidad de servicios que la ciudad necesita y oferta.
Estas ciudades, con tanta aglomeración, quedan convertidas en trampas, con problemas de todo tipo (de movilidad, circulatorios, de contaminación, psicológicos, escasez de servicios,…).
20.- Las dificultades de la comunicación, la tardanza en la llegada de información….
Hoy. Exceso de comunicación, saturación, agobio en la aldea global, todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo es en vivo y en directo, y te afecta al momento, lo bueno y lo malo.
Es tanta la información que no da tiempo a digerirla, se va amontonando
21.- La artesanía y la poca especialización. Uno podía hacer casi todo.
Hoy: todo tiene que estar especializado para que sea avanzado. Exceso de especialización. Cada uno a lo suyo, “zapatero, a tus zapatos”.
22.- Pocos problemas, el de la supervivencia, individual y familiar, el de la comida, el de la enfermedad.
Hoy: los problemas son múltiples y tan variados que no existe UNA solución, ni económica, ni cultural, ni religiosa. Hay MUCHAS soluciones, pero para salir del paso, soluciones muy concretas, válidas sólo para ciertos problemas.
Acostumbrarse a vivir con los problemas, nunca totalmente resueltos.
Intentar detectar, desarrollar e incrementar las coincidencias, al tiempo que habrá que aparcar o pasar por encima de las diferencias, respetándolas, aunque no sean aceptadas. Tolerancia de todo lo que pueda ser tolerable, aunque respeto a la persona, siempre.
23.- Cada civilización ha tenido su Edad Media. La nuestra ha sido sólo nuestra. Mientras estábamos en ella, otras civilizaciones estaban mucho más avanzadas. Hoy, muchas se encuentran en su Edad Media.
Aunque toda Edad Media está preñada de Modernidad, que tardará más o menos en llegar. Hoy, culturas pretecnológicas acceden fácilmente a las tecnologías más avanzadas sin estar, a veces, preparadas para ello.
Mayor velocidad en la llegada de la modernidad, aprovechándose de los que ya están allí.
24.-
25.-
26.-
Puedes seguir. Te invito a que sigas.
Estamos hablando de los años 30, de un ruso, anticomunista, expatriado, marxista en un principio, porque sólo veía en él el aspecto pragmático, la defensa del obrero esclavizado por el capital,…., antizarista, con un espíritu crítico y libre, que le pega puyazos a la iglesia ortodoxa rusa, pero que, después, critica al bolchevismo, (contra el que publica “Filosofía de la desigualdad”), desterrado a Siberia, obligado a errar por Europa y que morirá en París.
Ideológica y filosóficamente queda inscrito en lo que pudiéramos llamar “existencialismo personalista cristiano”
Ya en los años 30 avisa de la medievalización de la sociedad.
Lo mismo que hará Umberto Ecco en los años 70, previniendo a la sociedad de lo que le está viniendo encima, una nueva Edad Media. La nueva embestida de los países islámicos, provenientes de oriente y del sur, religiosos fanáticos, que emprenden una nueva cruzada, pero, en este caso, al revés, contra el Occidente laico, científico y tecnológico.
¿Estamos en trance de asistir a una nueva medievalización del mundo Occidental?. ¿Corremos el peligro de volver a tiempos pasados, de descorrer el camino recorrido desde la Edad Media, tras haber pasado por la fase de ruptura renacentista y haber proclamado el triunfo de la Diosa Razón sobre el Dios de la Creencia y haber desarrollado todo el potencial revolucionario, de todo tipo, que nos ha traído hasta el ahora mismo de nuestra civilización?.
De un tiempo a esta parte se nos están desarmando, tambaleando, los esquemas mentales, racionales, laicos, occidentales, ante la llegada de pueblos con mentalidades muy distintas.
Cuando hablamos de Edad Media estamos hablando de ella, pero desde fuera de ella. Nadie dice “estoy en la Edad media”. Todos afirman estar en la Edad Contemporánea.
Nosotros, los occidentales europeos, miramos hacia atrás, tomamos en nuestras mentes todo el tiempo histórico recorrido y lo compartimentamos en edades. Llamamos Edad Antigua a nuestro pasado fenicio, griego y romano; llamamos Edad Media al período transcurrido entre la invasión de los bárbaros y la consiguiente desmembración del Imperio Romano de Occidente y el siglo XV, en el que se produce una ruptura con la mentalidad religiosa desde dentro con la Reforma, y desde fuera, con la racionalidad científica, como explicación de este mundo y ruptura o superación de la sociedad feudal, con la aparición de las nuevas monarquías. El fruto de todo esto lo llamamos Edad Moderna, hasta desembocar en la Edad Contemporánea.
Cada cultura y/o civilización ha pasado por etapas. Cuando Europa estaba en la Edad Antigua, Egipto, Asiria-Babilonia, China,… estaban en niveles superiores.
Hoy mismo, nosotros estamos donde estamos y vemos culturas africanas que están donde están.
Podemos hacer un estudio comparativo y ver ciertos paralelismos entre lo que ocurrió en la Edad Media y lo que está ocurriendo/acaba de ocurrir en nuestro mundo occidental.
1.- Por ejemplo, la Pax Romana, vigente durante tanto tiempo, se vino abajo cuando la presión de los pueblos bárbaros irrumpieron por la frontera Rhin-Danubio, unos, que ya estaban dentro, decidieron quedarse y otros, que estaban fuera, “saltaron la valla” y la pax romana se difumina y desaparece. Lo que viene después es ya otra cosa.
La llamada “pax americana” o “guerra fría” mantenía el equilibrio, por miedo y temor a una guerra nuclear, entre dos grandes bloques: el mundo occidental y el bloque soviético, con su telón de acero como frontera (para que “no salgan”, decíamos nosotros; para que “no entren”, decían ellos). Dos mundos y dos concepciones políticas, sociales y económicas distintas, el capitalismo occidental, con el lema de la “libertad” (política, económica, social, de expresión, de religión,……) y el capitalismo de estado, todo centralizado y programado, sin espacios para la libertad, con ideología única, mano de hierro,…
La caída del muro de Berlín y la occidentalización de muchos, (si no todos) los países del lado de allá del telón de acero, es como la llegada y la estancia definitiva entre nosotros de los antiguos bárbaros.
Europa es ya mucho más que la Europa antes de la caída del muro, como la Europa medieval es ya otra Europa distinta a la de la pax romana.
Ni que decir tiene la Europa actual, la Comunidad Económica Europea, sin fronteras políticas y económicas de casi todas las naciones.
2.- Invasiones e inmigración. Si el limes romano, para impedir la entrada de los pueblos bárbaros, medía unos 874 kilómetros, como frontera entre dos civilizaciones, el Telón de Acero, entre la Europa Oriental y la Occidental, en el siglo XX, medía 3.600 Kilómetros, del Báltico al Adriático, que también se vendría abajo ante los intentos interiores (Hungría y Checoslovaquia (“la primavera de Praga) y la presión occidental, externa, siendo la caída del muro de Berlín (ciudad, también, dividida) el comienzo del fin del Bloque Oriental.
Todavía hoy se levantan muros físicos entre Israel y Palestina, entre Estados Unidos y México… y muros de papel, con pasaportes, aduanas…
A pesar de ello, tanto entre los romanos como entre nosotros, las inmigraciones, legales o ilegales, no saben de fronteras cuando se les presentan las hambrunas y hay que echar a correr allí donde hay comida.
A los alamanos, suevos, vándalos, godos…. los suceden, hoy, los turcos, los orientales, los iberoamericanos, los chinos, los árabes y africanos,…que se establecen, trabajando (si pueden) para comer y disfrutando de las ventajas de todo tipo (sanitarias, educativas, sociales…) de los países de acogida, como en otro tiempo lo fueron las ciudades romanas.
El hambre y la muerte empujan para saltar los muros o derribarlos, antes y ahora.
3.- La descentralización de la estructura social y la crisis del control central. Fue el surgimiento de las nuevas naciones surgidas por los asentamientos bárbaros y lo son hoy las descentralizaciones del poder central, bien por el federalismo de algunas naciones, bien por el estado de las autonomías.
El antiguo feudalismo y los señores feudales, con sus prerrogativas, se encuentra hoy materializados en los parlamentos federales y autonómicos.
4.- La fragmentación de las ciudades, que daría lugar a los “Burgos”, son los equivalentes a nuestros barrios, con su mayor o menor idiosincrasia, como territorios casi privados, convertidos (muchos de ellos) en lugares peligrosos, sobre todo para los de fuera, donde las mafias locales, la violencia y el salvajismo campan a sus anchas, donde las bandas armadas controlan y permiten o prohíben, con hacinamiento, con problemas de espacio y de comunicación, con una vida diaria tan distinta a la del centro de las ciudades.
Si de aquellos “burgos” saldría la burguesía económica, industrial, financiera,… en estos barrios abunda el dinero negro, los negocios ilegales,…
En las grandes ciudades (Londres, París, Madrid,…) hay barrios chinos, turcos, griegos, rumanos, rusos, marroquíes, subsaharianos,… desgajados, marginados, con vida y funcionamiento propio.
5.- La inseguridad física y económica, sin proyectos de futuro, vida de supervivencia diaria. Ausencia de vigilancia. Reservando el centro de la ciudad, bien vigilado, como lugar de visita y de compras.
6.- Tendencia a traducir el saber y el poder en imágenes, para que, al entrar por los ojos, puedan ser consumidos. La publicidad y la propaganda, atractivas, con colores y sonidos, que puedan ser captadas al momento y atraigan a compradores.
Como en otros tiempos, con un analfabetismo generalizado, el pueblo necesitaba ver y oír los mensajes religiosos. Las catedrales, con sus vidrieras, su imaginería, su púlpito, sus cánticos, su olor a incienso, su boato y parafernalia… eran la publicidad del mensaje religioso que entraba por la vista, el olfato y el oído (ya que no podía entrar por la mente).
Hoy también se intenta que no se piense, pero que se consuma. La propaganda subliminal, inconsciente, como estrategia de la compra/venta.
7.- Gusto por la recopilación y el inventario. El coleccionismo. Acumulación de objetos, lo que conlleva su conservación. La Iglesia y el poder económico se lanzan a la recopilación de elementos culturales que instalan, conservan y copian libros, miniaturas, imaginería religiosa, arquitectura religiosa y civil,….
En los antiguos monasterios se busca todo y se guarda todo. La importancia de un monasterio está en relación a sus archivos e inventarios.
Igualmente hoy con la dosificación cultural en volúmenes, separatas, fascículos, entregas varias,… a veces para rellenar espacios de estanterías. El placer de poder decirlo y que pueda ser visto, contemplado, envidiado por los demás.
8.- Cultura de transición permanente. En este mundo todo es confuso. Se busca a Dios y éste se encuentra en el otro mundo. Hay que llegar allí y, aunque la iglesia marque los caminos por los que llegar, siempre queda la conciencia y sus remordimientos para la intranquilidad. Deseo, por una parte, pero confusión.
9.- El deterioro de las calzadas romanas, que te obliga a permanecer en el mismo lugar, por no haber caminos o, si los hubiera, su peligrosidad.
Hoy, demasiados caminos.
10.- Escasez de alimentos para las masas, sólo unos cuantos no carecen de ellos.
Hoy son países y casi continentes enteros: países superpoblados del tercer mundo. Muchas bocas y poco alimento que llevarse a la boca. Al tiempo que sobra y se desperdician alimentos en el primer mundo.
11.- Peregrinaciones y viajes, los más por motivos religiosos, los menos por objetivos políticos y económicos.
Hoy: el turismo de masas, por motivos lúdicos y vacacionales. Jerusalén, Tierra Santa, Santiago de Compostela,…. Son sustituidos por El Caribe, la costa mediterránea, países exóticos,…
12.- Misticismo y las órdenes mendicantes, que prometen el cielo eterno…
Hoy: sectas religiosas que te prometen el oro y el moro, que te captan y se quedan con tu conciencia y con tu cartera,…
13.- Epidemias y muertes en masa, negocio con las misas, oraciones,…
Hoy: epidemias o pandemias (vacas locas, aviar, porcina,…) negocio con los medicamentos.
14.- Pobreza oficial individual (hasta voto de pobreza) pero riqueza colectiva.
Hoy: pobreza real colectiva pero riqueza individual de sociedades anónimas (pero con nombre y apellidos). Paraísos fiscales.
15.- Lengua común (el latín) necesario tanto para la iglesia como para el comercio.
Hoy: lengua común y necesaria, en la “aldea global”, del inglés, convertido en la lengua de entendimiento universal, para la tecnología (hasta las instrucciones de uso o montaje de un instrumento “made in China o Tailandia o Japón o….), para la ciencia, para el turismo, para viajar,…
16.- La amenaza del Islam (antes y ahora) pero este tema merece un estudio aparte, sobre todo la facción más peligrosa del mismo (el integrismo radical islámico), en poder de armamento avanzado, de fabricación occidental, gracias a su petróleo.
Occidente montó toda su industria sobre una fuente de energía barata, de países atrasados, y ahora nos tienen cogidos por los huevos. Dependemos de ellos, al tiempo que ellos quieren destruirnos, fanatizados por ideas religiosas medievales.
17.- Las justas y los torneos, por motivos amorosos, políticos, bélicos, lúdicos,…
Hoy: acontecimientos deportivos en todo tiempo y lugar. Uno se alinea con un bando, se enamora de unos colores (como antes se enamoraba de una dama de la alta sociedad) y es capaz hasta de morir y matar por ellos. Odio entre bandos rivales, que, a veces, se politizan. Los centralistas contra los periféricos (o al revés). Identificarse con ellos.
18.- Descenso de la población (por hambre y epidemias).
Hoy: es contradictorio, los más ricos ni pasan hambre ni mueren por epidemias, pero tienen muy bajos sus índices de natalidad, al tiempo que los más pobres, pasando hambre y sufriendo enfermedades, se multiplican, reproduciendo el modelo antiguo de que dos manos más son más trabajo, son más riqueza, es más seguridad de futuro para los progenitores,…
Crecimiento demográfico donde no debería haberlo (en los países no desarrollados), por motivos religiosos, de ignorancia, por tradición,….
19.- Saturación de las ciudades romanas (al haber más servicios, hay más trabajo, existen más oportunidades, hacen falta más manos,…)
Hoy: emigración desde el campo a la ciudad, tanto por la mecanización del campo y la poca mano de obra necesaria, como por la cantidad de servicios que la ciudad necesita y oferta.
Estas ciudades, con tanta aglomeración, quedan convertidas en trampas, con problemas de todo tipo (de movilidad, circulatorios, de contaminación, psicológicos, escasez de servicios,…).
20.- Las dificultades de la comunicación, la tardanza en la llegada de información….
Hoy. Exceso de comunicación, saturación, agobio en la aldea global, todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo es en vivo y en directo, y te afecta al momento, lo bueno y lo malo.
Es tanta la información que no da tiempo a digerirla, se va amontonando
21.- La artesanía y la poca especialización. Uno podía hacer casi todo.
Hoy: todo tiene que estar especializado para que sea avanzado. Exceso de especialización. Cada uno a lo suyo, “zapatero, a tus zapatos”.
22.- Pocos problemas, el de la supervivencia, individual y familiar, el de la comida, el de la enfermedad.
Hoy: los problemas son múltiples y tan variados que no existe UNA solución, ni económica, ni cultural, ni religiosa. Hay MUCHAS soluciones, pero para salir del paso, soluciones muy concretas, válidas sólo para ciertos problemas.
Acostumbrarse a vivir con los problemas, nunca totalmente resueltos.
Intentar detectar, desarrollar e incrementar las coincidencias, al tiempo que habrá que aparcar o pasar por encima de las diferencias, respetándolas, aunque no sean aceptadas. Tolerancia de todo lo que pueda ser tolerable, aunque respeto a la persona, siempre.
23.- Cada civilización ha tenido su Edad Media. La nuestra ha sido sólo nuestra. Mientras estábamos en ella, otras civilizaciones estaban mucho más avanzadas. Hoy, muchas se encuentran en su Edad Media.
Aunque toda Edad Media está preñada de Modernidad, que tardará más o menos en llegar. Hoy, culturas pretecnológicas acceden fácilmente a las tecnologías más avanzadas sin estar, a veces, preparadas para ello.
Mayor velocidad en la llegada de la modernidad, aprovechándose de los que ya están allí.
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Puedes seguir. Te invito a que sigas.
domingo, 5 de septiembre de 2010
EL ORIGEN DE TODO Y DE TODOS.
¡La cosa no es como para tirar cohetes¡
No es estimulante saber que todo empezó con un incesto, siguió con la antropofagia, continuó con un vómito y acabó instaurándose la guerra.
Urano se acuesta con su madre Gea, la Madre Tierra, y de esta unión carnal nacieron los Cíclopes y los Titanes.
Como los Cíclopes, desde el primer momento, se mostraron díscolos, rebeldes, el educador, su padre, le aplicó el método pedagógico del castigo ejemplar, y los mandó al Tártaro, que no era un lugar de sufrimiento, sino confortable, pero, al menos, se los quitaba de encima y dejaban de dar el coñazo.
La madre, Gea, puso una hoz en manos del hijo menor, Cronos, y éste, de un certero tajo, le cortó los huevos a su padre, lanzándolos al mar, y, de la roja espuma que salió, nació Afrodita, la “diosa del amor, nacida de la espuma”.
Cronos se casó con su hermana Rea, pero como a su padre, Cronos, le predijeron que sus hijos lo destronarían, se los fue zampando, devorando, uno a uno, a medida que iban naciendo.
Cuando la madre contempló el espectáculo antropófago (¿filiófago?) de su marido, escondió a su hijo menor, Zeus, y se lo llevó a Creta, donde lo educaron.
Zeus, disfrazado de camarero, se coló en un banquete que daba su padre y, sin éste saberlo, se tragó el vomitivo que Zeus, previamente, había preparado.
El padre empezó a vomitar y, arcada tras arcada, fue echando fuera, no la pota o la peseta, sino a los hijos previamente devorados.
Inmediatamente, como puede suponerse, comenzó la guerra entre el padre y los hijos regurgitados.
Posteriormente, los tres dioses hermanos se repartieron el mundo.
Hades escogió el mundo subterráneo, Poseidón se decidió por el mar, mientras que Zeus se quedó con la tierra.
Y aquí estamos nosotros, peleándonos por tierra, mar y aire, para acaparar el petróleo del subsuelo, para invadir países y apoderarse de los océanos.
Aunque también podemos discutir de política, de filosofía o de fútbol, sin matarnos, pasear por calle Larios o por el paseo marítimo, sin acaparar espacios, tumbarte en la playa contemplando las olas y la esbeltez o la ruina de cuerpos que se interponen, y bajar a una bodega a tomar un buen Rioja fresquito (y sin cortarle, ni tocarle los…. a nadie).
Los esquemas mentales de cada cual son los que, interviniendo, interpretan.
¡Allá cada cual con su interpretación¡.
No es estimulante saber que todo empezó con un incesto, siguió con la antropofagia, continuó con un vómito y acabó instaurándose la guerra.
Urano se acuesta con su madre Gea, la Madre Tierra, y de esta unión carnal nacieron los Cíclopes y los Titanes.
Como los Cíclopes, desde el primer momento, se mostraron díscolos, rebeldes, el educador, su padre, le aplicó el método pedagógico del castigo ejemplar, y los mandó al Tártaro, que no era un lugar de sufrimiento, sino confortable, pero, al menos, se los quitaba de encima y dejaban de dar el coñazo.
La madre, Gea, puso una hoz en manos del hijo menor, Cronos, y éste, de un certero tajo, le cortó los huevos a su padre, lanzándolos al mar, y, de la roja espuma que salió, nació Afrodita, la “diosa del amor, nacida de la espuma”.
Cronos se casó con su hermana Rea, pero como a su padre, Cronos, le predijeron que sus hijos lo destronarían, se los fue zampando, devorando, uno a uno, a medida que iban naciendo.
Cuando la madre contempló el espectáculo antropófago (¿filiófago?) de su marido, escondió a su hijo menor, Zeus, y se lo llevó a Creta, donde lo educaron.
Zeus, disfrazado de camarero, se coló en un banquete que daba su padre y, sin éste saberlo, se tragó el vomitivo que Zeus, previamente, había preparado.
El padre empezó a vomitar y, arcada tras arcada, fue echando fuera, no la pota o la peseta, sino a los hijos previamente devorados.
Inmediatamente, como puede suponerse, comenzó la guerra entre el padre y los hijos regurgitados.
Posteriormente, los tres dioses hermanos se repartieron el mundo.
Hades escogió el mundo subterráneo, Poseidón se decidió por el mar, mientras que Zeus se quedó con la tierra.
Y aquí estamos nosotros, peleándonos por tierra, mar y aire, para acaparar el petróleo del subsuelo, para invadir países y apoderarse de los océanos.
Aunque también podemos discutir de política, de filosofía o de fútbol, sin matarnos, pasear por calle Larios o por el paseo marítimo, sin acaparar espacios, tumbarte en la playa contemplando las olas y la esbeltez o la ruina de cuerpos que se interponen, y bajar a una bodega a tomar un buen Rioja fresquito (y sin cortarle, ni tocarle los…. a nadie).
Los esquemas mentales de cada cual son los que, interviniendo, interpretan.
¡Allá cada cual con su interpretación¡.
DESCARTES Y LA REINA CRISTINA
Nunca he sido monárquico convencido, a lo más, de conveniencias. Nunca he creído que ser rey, como destino y/o realidad, sea un mérito que se herede y venga inscrito en los genes.
Porque ¡hay que ver los reyes malos, requetemalos y peores que la historia ha tenido que soportar sin merecer ese castigo, (entre otros, los españoles)¡
Ha habido una reina, Cristina de Suecia, allá por el siglo XVII, a la que le he tenido, siempre, una inquina especial, porque la he hecho responsable de la muerte de Descartes.
¿Una mujer (en el XVII), sin ser monja, ni teóloga, pero relacionada con la filosofía y con buenas relaciones con el Vaticano?
¡¡¡Raro, raro, raro¡¡¡.
Pero, cuando he leído extractos de su biografía, se me ha caído el sombrajo y se me han desestructurado los esquemas mentales.
Descartes dice de sí mismo: “yo heredé de mi madre una tos seca y un color pálido, que conservé hasta los 20 años, por lo cual me condenaban a morir joven todos los médicos que me vieron en ese tiempo”.
Su salud era tan endeble que su padre, hasta los ocho años, no le permitió ocuparse en otra cosa que no fueran juegos infantiles.
Hacía tantas preguntas que, hasta su padre, llegó a llamarle “mi pequeño filósofo”, revelando un talento precoz.
Ya lo había afirmado Aristóteles 2.000 años antes, “la extrañeza, la curiosidad, (y, por lo tanto, las preguntas, los porqués) constituyen el origen de la filosofía”.
Tuvo la desgracia (o la suerte (en estas cosas nunca se sabe)) de quedar huérfano siendo todavía un niño y su tutor lo envió, con 10 años, al colegio jesuita de La Fleche, “una de las más célebres escuelas de Europa”.
Fue un buen estudiante y recibió una educación esmerada, cursando, entre otras materias, griego, historia, moral, matemáticas y filosofía.
6 años estuvo en La Fleche y salió decepcionado con lo que le habían enseñado y él había aprendido. Sólo se salvaban las Matemáticas, por aquello de la precisión.
Ya lo diría, después, Leibniz, “¿habrá cosa más ridícula que dos matemáticos discutiendo?. Papel y pluma. La razón la tendrá uno, el otro o ninguno, pero nunca los dos”.
En Matemáticas la verdad es una, y el que la tiene la tiene.
La desilusión en sus estudios hace que se “apunte a un bombardeo” y decide “conocer el mundo”. Viajando, alistándose, voluntario, en la guerra más a mano, recorriendo Europa, “huyendo de”, más que “buscando”.
En pleno invierno de 1.619, el ejército se refugia en sus cuarteles y, a la luz y a la lumbre de una estufa, tuvo tres sueños consecutivos, extrañas alucinaciones, en que creyó descubrir el fundamento de una “ciencia admirable”.
Ese “invento admirable” consistía en reducir todas las ciencias de la cantidad a una ciencia general del orden.
Es decir, comenzar desde cero, prescindir de todo lo anteriormente edificado y emprender la reconstrucción total del edificio científico.
No en vano se le denomina “el Galileo de la Filosofía”. Si Galileo es considerado el padre de la ciencia moderna, por la aplicación de su método, el Hipotético-Deductivo (experiencia como punto de partida, tratamiento racional y comprobación experimental), Descartes es “el padre de la Filosofía Moderna”, porque rompe con toda la filosofía anterior e inaugura la filosofía “sólo” racional.
Deja los ejércitos, vuelve a su pueblo, vende cuanto tiene y, libre de problemas económicos, “a hacer filosofía”.
Como el monopolio de la filosofía lo tenía la Iglesia, con su Filosofía Escolástica, y siendo la Teología la disciplina fundamental, admitiendo también, y sobre todo, como fuente de conocimiento, la Revelación y sólo como “ancilla” (esclava) a la Razón, su Filosofía chocó, de frente, con la Iglesia (y eso que él se consideraba un “buen cristiano”).
Como le hacen, en Francia, la vida imposible se marchó a Holanda, “el paraíso de la tolerancia”, buscando tranquilidad y libertad, y allí permaneció 20 años. Pero, al final, hasta en Holanda se le hizo incómoda la estancia.
Fue entonces, en 1.649, cuando a través de un cuñado, cartesiano convencido, del embajador de Francia en Suecia, recibió la invitación de la Reina Cristina de Suecia, así que, al poco tiempo lo tenemos instalado en Estocolmo.
Su estado de ánimo era muy bueno pero él, que tenía por costumbre no madrugar, tenía que dar clases a la Reina ¡¡¡a las cinco de la mañana¡¡¡ (en Estocolmo, un país (como todos Uds, saben) tropical, de inviernos suaves,…) Así que contrajo una pulmonía y R.I.P.
Aquí entra la Reina Cristina de Suecia.
Sus padres (sobre todo su padre) querían un niño, varón, machote,…. para sucederle en el trono como Rey de Suecia. Pero parece que el X pudo al Y, y nació una niña.
Pero el padre, con su frustración a cuestas, la educó como si fuera un niño.
Toda la ciencia de la época daba por descartado que el cerebro de una mujer no podía albergar los conocimientos y las destrezas que sí cabían en la cabeza de un niño.
Pero esta niña, que llegó sin ser buscada ni deseada, vivaracha, como ella sola, pizpireta, mafaldera, más lista que el hambre en tiempo de sequía, a los 13 años hablaba 7 idiomas, era una consumada amazona, sabía de estrategia militar, manejaba la espada como nadie y, por si todo ello no fuera bastante, leía a los clásicos. Así que quiso estar a la última en Filosofía, y llegó Descartes.
Una reina bien preparada para reinar, tan lista, tan lista que….. a los 28 años abdicó en su primo, dijo adiós al trono y a Suecia y marchó, por esos mundo de Dios, a vivir la vida, que, como todos sabemos, es bella y sólo dura hasta que uno se muere.
Se dedicó a hacer lo que le daba la gana sin tener que dar explicaciones a nadie, aunque la acusaran hasta de sus gustos sexuales.
¡Sí, señor¡. ¡Una mujer con dos ovarios bien puestos”.
Así que, igual ligaba con quien le daba la gana, que defendía las bellas artes, o le daba por recibir clases de Filosofía y charlar con los filósofos.
Una mujer rara, rara, rara. Tan rara que se metió en el bolsillo nada menos que a tres papas.
Ella sabía jugar sus cartas y sabía cuáles eran las cartas de sus contrincantes. Y si no, ¿cómo se explica que una joven sueca, en Suecia, que en el siglo XVII era la cuna del protestantismo, decidió, por su cuenta y riesgo, convertirse a la fe católica?.
¿Pueden imaginarse el escándalo y odio que despertó dicha conversión en Suecia y las alegrías y simpatías que despertó en Roma?
¿Se convirtió por convicción?. No lo creo. A ella le daba igual Juana que su hermana.
Su conducta sexual podía haber sido reprendida por el Vaticano, pero no hay mejor cosa que mirar para otro lado para no ver nada, sobre todo si está en juego el prestigio propio y el desprestigio ajeno.
Ni santa, ni beata, ni fiel practicante, ni “na de na” pero…¡qué curiosidad¡, es una de las cuatro mujeres que está enterrada en el Vaticano, con los papas y entre papas.
Otra mujer que hubiera dicho lo que ella decía: “no tener que obedecer a nadie es dicha mayor que mandar en toda la tierra” (la libertad de la que Don Quijote le hablaba a Sancho), habría sido declarada hereje, bruja, endemoniada,… y, por mucho menos, la gente terminaba en la hoguera.
Pero, como he dicho, ¡qué lista¡, y ¡vaya dos ovarios bien puestos¡. Sí, señor.
Porque ¡hay que ver los reyes malos, requetemalos y peores que la historia ha tenido que soportar sin merecer ese castigo, (entre otros, los españoles)¡
Ha habido una reina, Cristina de Suecia, allá por el siglo XVII, a la que le he tenido, siempre, una inquina especial, porque la he hecho responsable de la muerte de Descartes.
¿Una mujer (en el XVII), sin ser monja, ni teóloga, pero relacionada con la filosofía y con buenas relaciones con el Vaticano?
¡¡¡Raro, raro, raro¡¡¡.
Pero, cuando he leído extractos de su biografía, se me ha caído el sombrajo y se me han desestructurado los esquemas mentales.
Descartes dice de sí mismo: “yo heredé de mi madre una tos seca y un color pálido, que conservé hasta los 20 años, por lo cual me condenaban a morir joven todos los médicos que me vieron en ese tiempo”.
Su salud era tan endeble que su padre, hasta los ocho años, no le permitió ocuparse en otra cosa que no fueran juegos infantiles.
Hacía tantas preguntas que, hasta su padre, llegó a llamarle “mi pequeño filósofo”, revelando un talento precoz.
Ya lo había afirmado Aristóteles 2.000 años antes, “la extrañeza, la curiosidad, (y, por lo tanto, las preguntas, los porqués) constituyen el origen de la filosofía”.
Tuvo la desgracia (o la suerte (en estas cosas nunca se sabe)) de quedar huérfano siendo todavía un niño y su tutor lo envió, con 10 años, al colegio jesuita de La Fleche, “una de las más célebres escuelas de Europa”.
Fue un buen estudiante y recibió una educación esmerada, cursando, entre otras materias, griego, historia, moral, matemáticas y filosofía.
6 años estuvo en La Fleche y salió decepcionado con lo que le habían enseñado y él había aprendido. Sólo se salvaban las Matemáticas, por aquello de la precisión.
Ya lo diría, después, Leibniz, “¿habrá cosa más ridícula que dos matemáticos discutiendo?. Papel y pluma. La razón la tendrá uno, el otro o ninguno, pero nunca los dos”.
En Matemáticas la verdad es una, y el que la tiene la tiene.
La desilusión en sus estudios hace que se “apunte a un bombardeo” y decide “conocer el mundo”. Viajando, alistándose, voluntario, en la guerra más a mano, recorriendo Europa, “huyendo de”, más que “buscando”.
En pleno invierno de 1.619, el ejército se refugia en sus cuarteles y, a la luz y a la lumbre de una estufa, tuvo tres sueños consecutivos, extrañas alucinaciones, en que creyó descubrir el fundamento de una “ciencia admirable”.
Ese “invento admirable” consistía en reducir todas las ciencias de la cantidad a una ciencia general del orden.
Es decir, comenzar desde cero, prescindir de todo lo anteriormente edificado y emprender la reconstrucción total del edificio científico.
No en vano se le denomina “el Galileo de la Filosofía”. Si Galileo es considerado el padre de la ciencia moderna, por la aplicación de su método, el Hipotético-Deductivo (experiencia como punto de partida, tratamiento racional y comprobación experimental), Descartes es “el padre de la Filosofía Moderna”, porque rompe con toda la filosofía anterior e inaugura la filosofía “sólo” racional.
Deja los ejércitos, vuelve a su pueblo, vende cuanto tiene y, libre de problemas económicos, “a hacer filosofía”.
Como el monopolio de la filosofía lo tenía la Iglesia, con su Filosofía Escolástica, y siendo la Teología la disciplina fundamental, admitiendo también, y sobre todo, como fuente de conocimiento, la Revelación y sólo como “ancilla” (esclava) a la Razón, su Filosofía chocó, de frente, con la Iglesia (y eso que él se consideraba un “buen cristiano”).
Como le hacen, en Francia, la vida imposible se marchó a Holanda, “el paraíso de la tolerancia”, buscando tranquilidad y libertad, y allí permaneció 20 años. Pero, al final, hasta en Holanda se le hizo incómoda la estancia.
Fue entonces, en 1.649, cuando a través de un cuñado, cartesiano convencido, del embajador de Francia en Suecia, recibió la invitación de la Reina Cristina de Suecia, así que, al poco tiempo lo tenemos instalado en Estocolmo.
Su estado de ánimo era muy bueno pero él, que tenía por costumbre no madrugar, tenía que dar clases a la Reina ¡¡¡a las cinco de la mañana¡¡¡ (en Estocolmo, un país (como todos Uds, saben) tropical, de inviernos suaves,…) Así que contrajo una pulmonía y R.I.P.
Aquí entra la Reina Cristina de Suecia.
Sus padres (sobre todo su padre) querían un niño, varón, machote,…. para sucederle en el trono como Rey de Suecia. Pero parece que el X pudo al Y, y nació una niña.
Pero el padre, con su frustración a cuestas, la educó como si fuera un niño.
Toda la ciencia de la época daba por descartado que el cerebro de una mujer no podía albergar los conocimientos y las destrezas que sí cabían en la cabeza de un niño.
Pero esta niña, que llegó sin ser buscada ni deseada, vivaracha, como ella sola, pizpireta, mafaldera, más lista que el hambre en tiempo de sequía, a los 13 años hablaba 7 idiomas, era una consumada amazona, sabía de estrategia militar, manejaba la espada como nadie y, por si todo ello no fuera bastante, leía a los clásicos. Así que quiso estar a la última en Filosofía, y llegó Descartes.
Una reina bien preparada para reinar, tan lista, tan lista que….. a los 28 años abdicó en su primo, dijo adiós al trono y a Suecia y marchó, por esos mundo de Dios, a vivir la vida, que, como todos sabemos, es bella y sólo dura hasta que uno se muere.
Se dedicó a hacer lo que le daba la gana sin tener que dar explicaciones a nadie, aunque la acusaran hasta de sus gustos sexuales.
¡Sí, señor¡. ¡Una mujer con dos ovarios bien puestos”.
Así que, igual ligaba con quien le daba la gana, que defendía las bellas artes, o le daba por recibir clases de Filosofía y charlar con los filósofos.
Una mujer rara, rara, rara. Tan rara que se metió en el bolsillo nada menos que a tres papas.
Ella sabía jugar sus cartas y sabía cuáles eran las cartas de sus contrincantes. Y si no, ¿cómo se explica que una joven sueca, en Suecia, que en el siglo XVII era la cuna del protestantismo, decidió, por su cuenta y riesgo, convertirse a la fe católica?.
¿Pueden imaginarse el escándalo y odio que despertó dicha conversión en Suecia y las alegrías y simpatías que despertó en Roma?
¿Se convirtió por convicción?. No lo creo. A ella le daba igual Juana que su hermana.
Su conducta sexual podía haber sido reprendida por el Vaticano, pero no hay mejor cosa que mirar para otro lado para no ver nada, sobre todo si está en juego el prestigio propio y el desprestigio ajeno.
Ni santa, ni beata, ni fiel practicante, ni “na de na” pero…¡qué curiosidad¡, es una de las cuatro mujeres que está enterrada en el Vaticano, con los papas y entre papas.
Otra mujer que hubiera dicho lo que ella decía: “no tener que obedecer a nadie es dicha mayor que mandar en toda la tierra” (la libertad de la que Don Quijote le hablaba a Sancho), habría sido declarada hereje, bruja, endemoniada,… y, por mucho menos, la gente terminaba en la hoguera.
Pero, como he dicho, ¡qué lista¡, y ¡vaya dos ovarios bien puestos¡. Sí, señor.
J. STUART MILL Y FLORENCE NIGHTINGALE
Como he expuesto en “El hombre más inteligente del mundo”, J. S. Mill inició un movimiento que defendió el sufragio femenino conduciendo a la fundación de los Women`s Colleges en Oxford y en Cambridge.
De esta forma las mujeres pudieron acceder a la enseñanza superior y hacerse con títulos universitarios.
En el libro, antes mencionado, “El sometimiento de las mujeres”, Mill había expresado sus dudas sobre los fundamentos naturales de los roles y de la sexualidad de las mujeres.
Transformó el “sexo” en “género” y afirmó que las normas sexuales, supuestamente naturales, no eran sino pura convención.
Contrapuso, pues, al cliché de la mujer pasiva, la imagen de una mujer independiente y responsable.
Afirmó que la mujer era dueña de su sexualidad, con lo que hacía referencia al uso de métodos anticonceptivos y a una actividad sexual orientada a conseguir placer en el coito y a la autorrealización y, si lo deseaba y quería, también a la concepción, pero no por obligación.
Era lo más opuesto a lo que los hombres habían reducido a las mujeres: objetos sexuales, amas de casa y madres.
Esta posición supuso un bombazo en la sociedad machista de su tiempo pero se convirtió en breviario en manos de los/las propagandistas de la emancipación de la mujer, posteriormente llamada “mujer moderna”.
Coincidía esta toma de posición con la guerra de Crimea, en 1.855, en la que Florence Nightingale asumió la responsabilidad de la organización sanitaria en el campo de batalla, tarea anteriormente en manos de los mandos militares (varones, naturalmente).
Buscó enfermeras cualificadas, garantizó la asistencia médica y, así, redujo la mortalidad de los soldados heridos, nada menos que, de un 42 % al 1%.
El éxito fue espectacular, aunque fuera necesaria una guerra para mostrar la capacidad y la profesionalidad de la mujer.
Después de la guerra fue la encargada de reformar el sistema sanitario del ejército y colaboró en la consolidación de la Cruz Roja, que ya había sido fundada por Henri Dunant.
Todos recordamos a la francesa Olimpe de Gougues, declarando Los Derechos de la Mujer, paralelos a los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en tiempos de la Revolución Francesa, exigiendo el derecho al voto y el acceso a los cargos públicos. Reivindicación teórica y utópica, más acorde con el deseo que con la posibilidad de ser real, y que quedó en grito de protesta y papel mojado y que tendría que seguir siendo reivindicada durante muchos años.
Igualmente la inglesa Mary Wollstonecraft recordaría a los revolucionarios que en su Declaración habían olvidado los Derechos de las Mujeres, como el derecho a una formación adecuada, base para todos los demás derechos sociales, políticos….
Fueron las pioneras que abrieron huecos en la muralla de lo, entonces, absurdo, que costó mucho concienciar a los varones y concienciarse la población femenina, y que de la consideración de “posible” pasó a ser “probable” y que, poco a poco ha ido tomando “realidad” y que, actualmente, disfrutamos todos su implantación real, todos, y las mujeres las primeras y las que más.
De esta forma las mujeres pudieron acceder a la enseñanza superior y hacerse con títulos universitarios.
En el libro, antes mencionado, “El sometimiento de las mujeres”, Mill había expresado sus dudas sobre los fundamentos naturales de los roles y de la sexualidad de las mujeres.
Transformó el “sexo” en “género” y afirmó que las normas sexuales, supuestamente naturales, no eran sino pura convención.
Contrapuso, pues, al cliché de la mujer pasiva, la imagen de una mujer independiente y responsable.
Afirmó que la mujer era dueña de su sexualidad, con lo que hacía referencia al uso de métodos anticonceptivos y a una actividad sexual orientada a conseguir placer en el coito y a la autorrealización y, si lo deseaba y quería, también a la concepción, pero no por obligación.
Era lo más opuesto a lo que los hombres habían reducido a las mujeres: objetos sexuales, amas de casa y madres.
Esta posición supuso un bombazo en la sociedad machista de su tiempo pero se convirtió en breviario en manos de los/las propagandistas de la emancipación de la mujer, posteriormente llamada “mujer moderna”.
Coincidía esta toma de posición con la guerra de Crimea, en 1.855, en la que Florence Nightingale asumió la responsabilidad de la organización sanitaria en el campo de batalla, tarea anteriormente en manos de los mandos militares (varones, naturalmente).
Buscó enfermeras cualificadas, garantizó la asistencia médica y, así, redujo la mortalidad de los soldados heridos, nada menos que, de un 42 % al 1%.
El éxito fue espectacular, aunque fuera necesaria una guerra para mostrar la capacidad y la profesionalidad de la mujer.
Después de la guerra fue la encargada de reformar el sistema sanitario del ejército y colaboró en la consolidación de la Cruz Roja, que ya había sido fundada por Henri Dunant.
Todos recordamos a la francesa Olimpe de Gougues, declarando Los Derechos de la Mujer, paralelos a los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en tiempos de la Revolución Francesa, exigiendo el derecho al voto y el acceso a los cargos públicos. Reivindicación teórica y utópica, más acorde con el deseo que con la posibilidad de ser real, y que quedó en grito de protesta y papel mojado y que tendría que seguir siendo reivindicada durante muchos años.
Igualmente la inglesa Mary Wollstonecraft recordaría a los revolucionarios que en su Declaración habían olvidado los Derechos de las Mujeres, como el derecho a una formación adecuada, base para todos los demás derechos sociales, políticos….
Fueron las pioneras que abrieron huecos en la muralla de lo, entonces, absurdo, que costó mucho concienciar a los varones y concienciarse la población femenina, y que de la consideración de “posible” pasó a ser “probable” y que, poco a poco ha ido tomando “realidad” y que, actualmente, disfrutamos todos su implantación real, todos, y las mujeres las primeras y las que más.
EL MÁS INTELIGENTE DEL MUNDO
Siempre había tenido como la persona más inteligente que había existido (y así se lo enseñaba a mis alumnos) a Goethe. Era el primero de la lista que aparecía en La Mente humana, del profesor Pinillos que, en mis tiempos, era el psicólogo considerado imprescindible y más de fiar.
Sus Fundamentos de Psicología (y la tan socorrida “La mente humana”) eran dos de los textos que no podían faltar en la biblioteca de filósofos y psicólogos.
Y después de Goethe (con un C. I. (Cociente Intelectual, y NO Coeficiente Intelectual, como uno ve y oye por ahí) de 210, aparecían Vinci ( Voltaire (190), Newton (190), Galileo (185), Descartes (180), Leonardo da Vinci (180), Kant (175), Mozart, Franklin, Rembrandt, Napoleón,…)
Pero acabo de leer, en un libro nada sospechoso, de un alemán, que la persona más genial de la historia ha sido un inglés, John Stuart Mill.
En una lista de 10 no aparecen ni Descartes, ni Kant, ni Napoleón, ni Einstein, ni Hawking, ni Fleming…
La lista es: J. Stuart Mill, Goethe, Leibniz, Grocio, Macaulay, Bentham, Pascal, Schelling, Haller y Coleridge.
Y es que, leyendo la autobiografía que el propio Stuart Mill nos ha dejado (si es verdadera, y no tenemos motivos para dudar) es impresionante.
A los 3 años leyó las Fábulas de Esopo, en su versión original. Luego siguió con la Anábasis, de Jenofonte, con Herodoto, Diógenes Laercio, Luciano e Isócrates.
A los 7 años leyó los Diálogos de Platón y, con la ayuda de su padre, se introdujo en la Aritmética. Para descansar leía en inglés a Plutarco y la Historia de Inglaterra, de Hume.
A los 8 años comenzó a enseñar latín a sus hermanos pequeños y, así, leyó a Virgilio, Tito Livio, Ovidio, Terencio, Cicerón, Horacio, Salustio y Ático. Mientras proseguía sus estudios de los clásicos griegos Aristófanes, Tucídides, Demóstenes, Esquines, Lisias, Teócrito, Anacreonte, Dionisio, Polibio y Aristóteles.
Pero como el ámbito que más le interesaba era la historia, como “entretenimiento provechoso” escribió una Historia de Holanda y y una Historia de la constitución romana.
Aunque también leyó a Shakespeare. Milton, Goldsmith y Gray, sin ser la literatura su centro de atención (de sus contemporáneos sólo menciona a Walter Scott), porque, según nos cuenta él mismo su mayor diversión infantil era la ciencia experimental.
Con 12 años se introdujo en la Lógica y en la Filosofía.
A los 13 hizo un curso de economía política (su padre era amigo de los economistas Adam Smith y David Ricardo).
Pero antes de acceder a leer a estos autores su padre le obligaba a redactar, de forma precisa y clara, la lección que le daba durante sus paseos diarios.
Ahora ya sí pudo leer los trabajos de Smith y Ricardo, y a refutar, con éste, a Smith, a quien no consideraba bastante profundo.
A los 14 años viajo a Montpellier, donde estudió Química, Zoología, Matemática, Lógica y Metafísica.
Tras regresar de Montpellier siguió a Jeremy Bentham y fundó, con su padre, The Westminster Review, cuya influencia lo convirtió en el intelectual más importante de Inglaterra.
Mill, además, escribió uno de los primeros libros sobre el movimiento feminista “El sometimiento de las mujeres”, en 1.869, lo que constituye otra prueba de la superioridad de su inteligencia.
¿Se imaginan Uds. tener un hijo así, en casa, en los tiempos actuales?.
No para encerrarlo, para encerrarse uno en un manicomio o autodesterrarse a Japón o empadronarse en Sierra Leona.
Sus Fundamentos de Psicología (y la tan socorrida “La mente humana”) eran dos de los textos que no podían faltar en la biblioteca de filósofos y psicólogos.
Y después de Goethe (con un C. I. (Cociente Intelectual, y NO Coeficiente Intelectual, como uno ve y oye por ahí) de 210, aparecían Vinci ( Voltaire (190), Newton (190), Galileo (185), Descartes (180), Leonardo da Vinci (180), Kant (175), Mozart, Franklin, Rembrandt, Napoleón,…)
Pero acabo de leer, en un libro nada sospechoso, de un alemán, que la persona más genial de la historia ha sido un inglés, John Stuart Mill.
En una lista de 10 no aparecen ni Descartes, ni Kant, ni Napoleón, ni Einstein, ni Hawking, ni Fleming…
La lista es: J. Stuart Mill, Goethe, Leibniz, Grocio, Macaulay, Bentham, Pascal, Schelling, Haller y Coleridge.
Y es que, leyendo la autobiografía que el propio Stuart Mill nos ha dejado (si es verdadera, y no tenemos motivos para dudar) es impresionante.
A los 3 años leyó las Fábulas de Esopo, en su versión original. Luego siguió con la Anábasis, de Jenofonte, con Herodoto, Diógenes Laercio, Luciano e Isócrates.
A los 7 años leyó los Diálogos de Platón y, con la ayuda de su padre, se introdujo en la Aritmética. Para descansar leía en inglés a Plutarco y la Historia de Inglaterra, de Hume.
A los 8 años comenzó a enseñar latín a sus hermanos pequeños y, así, leyó a Virgilio, Tito Livio, Ovidio, Terencio, Cicerón, Horacio, Salustio y Ático. Mientras proseguía sus estudios de los clásicos griegos Aristófanes, Tucídides, Demóstenes, Esquines, Lisias, Teócrito, Anacreonte, Dionisio, Polibio y Aristóteles.
Pero como el ámbito que más le interesaba era la historia, como “entretenimiento provechoso” escribió una Historia de Holanda y y una Historia de la constitución romana.
Aunque también leyó a Shakespeare. Milton, Goldsmith y Gray, sin ser la literatura su centro de atención (de sus contemporáneos sólo menciona a Walter Scott), porque, según nos cuenta él mismo su mayor diversión infantil era la ciencia experimental.
Con 12 años se introdujo en la Lógica y en la Filosofía.
A los 13 hizo un curso de economía política (su padre era amigo de los economistas Adam Smith y David Ricardo).
Pero antes de acceder a leer a estos autores su padre le obligaba a redactar, de forma precisa y clara, la lección que le daba durante sus paseos diarios.
Ahora ya sí pudo leer los trabajos de Smith y Ricardo, y a refutar, con éste, a Smith, a quien no consideraba bastante profundo.
A los 14 años viajo a Montpellier, donde estudió Química, Zoología, Matemática, Lógica y Metafísica.
Tras regresar de Montpellier siguió a Jeremy Bentham y fundó, con su padre, The Westminster Review, cuya influencia lo convirtió en el intelectual más importante de Inglaterra.
Mill, además, escribió uno de los primeros libros sobre el movimiento feminista “El sometimiento de las mujeres”, en 1.869, lo que constituye otra prueba de la superioridad de su inteligencia.
¿Se imaginan Uds. tener un hijo así, en casa, en los tiempos actuales?.
No para encerrarlo, para encerrarse uno en un manicomio o autodesterrarse a Japón o empadronarse en Sierra Leona.
BUENO-MALO, VARÓN-MUJER
Es un lugar común la afirmación de que Oriente y Occidente (división dicotómica o binaria, derecha-izquierda geográfica) son muy distintos en muchos sentidos.
La mentalidad y el concepto de vida son distintos.
La espiritualidad, más ritual en Occidente y más intimista y vital en Oriente.
Pero también el lenguaje es distinto.
En Occidente somos más propensos a incidir en los substantivos, en los sujetos, en lo que permanece, mientras en Oriente tienen más peso, inciden más en los verbos, en la acción.
En Occidente nos movemos entre conceptos y categorías bipolares, en una especie de lógica binaria: verdadero-falso, 1-0.
Virtud-vicio, bueno-malo, justo-injusto, razón-pasión, fecundo-estéril, activo-pasivo, frío-caliente, legal-ilegal, moral-inmoral, dormido-despierto, naturaleza-cultura, abierto-cerrado, espíritu-materia, cuerpo-alma, razón-sentimiento, alegría-tristeza, bello-feo, varón-mujer, tornillo-tuerca, suelo-techo, alto-bajo, caro-barato, fuerte-débil, cielo-tierra, eterno-temporal, ser-nada, matriarcado-patriarcado, dentro-fuera, si-no, culto-lego, integrado-marginado…..(ya me he cansado, pero puedes seguir poniendo conceptos bipolares).
De estos dos polos, uno es positivo, está más y mejor valorado, mientras el otro es negativo.
A lo largo de la historia el macho (sexo biológico) ha hecho suyos los conceptos positivos, los valores y le ha atribuido a la hembra (sexo biológico) los negativos, los disvalores.
Uno, si era macho, debía tener y practicar esos roles (ser frío, activo, racional, fuerte…) y si era hembra debía tener y practicar los otros (ser pasiva, era el sexo débil, sentimental….)
Y esto venía sancionado socialmente, de tal manera que no seguir la norma, no ser como la sociedad había determinado que debía ser, era sancionado negativamente, con las consecuencias anejas a salirse del carril marcado, tanto para él como para ella.
Así han surgido los géneros, el género masculino (varón) y el género femenino (mujer).
Los géneros, pues, no son naturales, (lo natural son los sexos), sino convencionales, temporales, históricos, sociales.
Esto está cambiando, sobre todo últimamente, y la mujer se ha desprendido de ciertos roles, ha roto moldes, hasta ahora asignados a ella, y está desarrollando otros roles hasta ahora exclusivos de los varones.
Todo lo que hace, socialmente, un varón puede ser desarrollado, con la misma perfección, por una mujer.
Ser ministra, catedrática, médica, conductora, camarera, …. no desmerece en nada respecto al ministro, catedrático, médico, conductor, camarero...
Sólo una función (de momento) puede ser desarrollada, exclusivamente, por la mujer y que no puede ser desarrollada por el varón: quedarse embarazada y parir.
¿Quién iba a pensar, hace unos años, que una mujer podía ser madre, sin concurso de varón, por fecundación in Vitro?.
Esto sí que es ser “virgen y madre”, y no la de toda la vida.
¿Quién iba a pensar, hace tan sólo unos años, que un varón, o una mujer, podía alquilar un útero de otra mujer, durante nueve meses, como quien alquila un apartamento, para que en él se desarrolle un embrión y sin que ella ponga, por su parte, nada que no sea la cavidad en que se desarrolle óvulos y espermatozoides ajenos.
Hasta hace muy poco tiempo era ciencia ficción que una persona, huérfana de padre y madre, pueda tener un hermano con sólo recurrir a un banco de semen en el que se encuentran congelados espermatozoides paternos y óvulos maternos, llevar a cabo una fecundación in vitro, conseguir un vientre de alquiler y….
Incluso (teniendo en cuenta problemas genéticos) la propia mujer podría ser madre de su hermano/a.
Todo esto ya es realidad, simple realidad.
Luego, posteriormente, la crianza y cuidados infantiles, pueden ser desarrollados y ejercidos, por igual tanto, por el varón como por la mujer.
De hecho la cada vez mayor implicación de los varones en los roles hasta ahora exclusivamente femeninos es evidente (no tenemos más que mirar a nuestro alrededor).
Se va difuminando esa barrera de separación, hasta ahora tan nítida, entre varón y mujer. Ni él es más marujón, por meterse en la cocina, poner la lavadora, barrer y planchar, ni ella es más machota o machuna, porque trabaje fuera de casa (esto todavía no lo aceptan nuestros abuelos)
Las mujeres seguirán teniendo, en exclusiva, sus órganos genitales característicos, internos y externos; y los varones los suyos, en exclusiva. Pero esto es hablar de sexo, de biología, de naturaleza, no de género, de sociedad, de cultura.
La mentalidad y el concepto de vida son distintos.
La espiritualidad, más ritual en Occidente y más intimista y vital en Oriente.
Pero también el lenguaje es distinto.
En Occidente somos más propensos a incidir en los substantivos, en los sujetos, en lo que permanece, mientras en Oriente tienen más peso, inciden más en los verbos, en la acción.
En Occidente nos movemos entre conceptos y categorías bipolares, en una especie de lógica binaria: verdadero-falso, 1-0.
Virtud-vicio, bueno-malo, justo-injusto, razón-pasión, fecundo-estéril, activo-pasivo, frío-caliente, legal-ilegal, moral-inmoral, dormido-despierto, naturaleza-cultura, abierto-cerrado, espíritu-materia, cuerpo-alma, razón-sentimiento, alegría-tristeza, bello-feo, varón-mujer, tornillo-tuerca, suelo-techo, alto-bajo, caro-barato, fuerte-débil, cielo-tierra, eterno-temporal, ser-nada, matriarcado-patriarcado, dentro-fuera, si-no, culto-lego, integrado-marginado…..(ya me he cansado, pero puedes seguir poniendo conceptos bipolares).
De estos dos polos, uno es positivo, está más y mejor valorado, mientras el otro es negativo.
A lo largo de la historia el macho (sexo biológico) ha hecho suyos los conceptos positivos, los valores y le ha atribuido a la hembra (sexo biológico) los negativos, los disvalores.
Uno, si era macho, debía tener y practicar esos roles (ser frío, activo, racional, fuerte…) y si era hembra debía tener y practicar los otros (ser pasiva, era el sexo débil, sentimental….)
Y esto venía sancionado socialmente, de tal manera que no seguir la norma, no ser como la sociedad había determinado que debía ser, era sancionado negativamente, con las consecuencias anejas a salirse del carril marcado, tanto para él como para ella.
Así han surgido los géneros, el género masculino (varón) y el género femenino (mujer).
Los géneros, pues, no son naturales, (lo natural son los sexos), sino convencionales, temporales, históricos, sociales.
Esto está cambiando, sobre todo últimamente, y la mujer se ha desprendido de ciertos roles, ha roto moldes, hasta ahora asignados a ella, y está desarrollando otros roles hasta ahora exclusivos de los varones.
Todo lo que hace, socialmente, un varón puede ser desarrollado, con la misma perfección, por una mujer.
Ser ministra, catedrática, médica, conductora, camarera, …. no desmerece en nada respecto al ministro, catedrático, médico, conductor, camarero...
Sólo una función (de momento) puede ser desarrollada, exclusivamente, por la mujer y que no puede ser desarrollada por el varón: quedarse embarazada y parir.
¿Quién iba a pensar, hace unos años, que una mujer podía ser madre, sin concurso de varón, por fecundación in Vitro?.
Esto sí que es ser “virgen y madre”, y no la de toda la vida.
¿Quién iba a pensar, hace tan sólo unos años, que un varón, o una mujer, podía alquilar un útero de otra mujer, durante nueve meses, como quien alquila un apartamento, para que en él se desarrolle un embrión y sin que ella ponga, por su parte, nada que no sea la cavidad en que se desarrolle óvulos y espermatozoides ajenos.
Hasta hace muy poco tiempo era ciencia ficción que una persona, huérfana de padre y madre, pueda tener un hermano con sólo recurrir a un banco de semen en el que se encuentran congelados espermatozoides paternos y óvulos maternos, llevar a cabo una fecundación in vitro, conseguir un vientre de alquiler y….
Incluso (teniendo en cuenta problemas genéticos) la propia mujer podría ser madre de su hermano/a.
Todo esto ya es realidad, simple realidad.
Luego, posteriormente, la crianza y cuidados infantiles, pueden ser desarrollados y ejercidos, por igual tanto, por el varón como por la mujer.
De hecho la cada vez mayor implicación de los varones en los roles hasta ahora exclusivamente femeninos es evidente (no tenemos más que mirar a nuestro alrededor).
Se va difuminando esa barrera de separación, hasta ahora tan nítida, entre varón y mujer. Ni él es más marujón, por meterse en la cocina, poner la lavadora, barrer y planchar, ni ella es más machota o machuna, porque trabaje fuera de casa (esto todavía no lo aceptan nuestros abuelos)
Las mujeres seguirán teniendo, en exclusiva, sus órganos genitales característicos, internos y externos; y los varones los suyos, en exclusiva. Pero esto es hablar de sexo, de biología, de naturaleza, no de género, de sociedad, de cultura.
sábado, 4 de septiembre de 2010
BORJA Y EL COMETA HALLEY.
A mí, el nombre de Borja me recuerda a Torrente y su Borja Mari. El nombre de un niño pijo de padres ídem.
Pero lo que no muchos saben es que el primer papa español, Calixto III, se llamaba Alonso de Borja, cuando todavía era cardenal, allá por 1.455.
Una fecha que, yo al menos, la relaciono con la caída de Constantinopla, en 1.453, en poder de los turcos y el adiós definitivo al Imperio Romano de Oriente, que había durado 1.000 años más que nuestro Imperio Romano de Occidente y su caída con la invasión de los bárbaros.
Este nuestro paisano, Alonso de Borja, ya de papa como Calixto III, dio muestras de ser un buen español pues practicó el enchufismo tanto que dejó bien colocados a todos sus familiares, sobre todo a su sobrino, el futuro papa Borgia, Alejandro VI y a todos sus hijos, sobre todo a sus dos más famosos, César Borgia y Lucrecia Borgia.
¿Quién no ha visto la película y/o la serie de los Borgia y la tan disipada y entretenida vida borgiana?
En aquel tiempo el clero hacía más caso al primer precepto divino de “creced y multiplicaos” que al voto personal de castidad.
Ustedes saben que el cometa Halley es muy cumplidor y cada setenta y tantos años nos hace una visita familiar, para no empalagar.
Fue coincidencia (pero coincidencia desgraciada) que le tocase su visita a la tierra durante el primer año de papado de nuestro Calixto III.
Cuando los astrónomos corrieron a advertirle que en la bóveda celeste había un cometa grande y terrible, con una cola de color amarillo, que parecía una llama ondulante, nuestro excepcional papa pensó, buscó y dio con la explicación adecuada al porqué de la visita cometaria.
Si el fenómeno natural astronómico del arco iris había sido para Noé la firma de Dios de que ya no volvería a haber más diluvios, la visita del cometa Halley era un signo de la ira de Dios porque los turcos acababan de tomar Constantinopla. Así que decretó:
1.- La excomunión del cometa Halley.
2.- Que todos los príncipes cristianos se unieran contra la invasión musulmana.
3.- Que todos los católicos rezaran el ángelus a mediodía, para hacer desaparecer el cometa o que, al menos, cayera sobre Constantinopla, para acabar con los puñeteros turcos musulmanes.
El cometa debió tomarse en serio lo de la excomunión, porque desapareció, a su hora, y nadie volvió a verlo hasta setenta y tantos años después.
¿Lo de la unión de los príncipes cristianos?. Demasiados problemas tenían en casa como para ir a buscarlos fuera. (A su debido tiempo, y por intereses nacionales, no religiosos, los reyes españoles tendrían que afrontarlos. ¿Recuerdan?. Ganamos Lepanto pero dejamos por allí olvidada la mano del padre del Quijote.
Pero lo del ángelus sigue todavía. Alguna emisora nos lo recuerda a diario. Pero ya no habla de Halley sino de un ángel que anuncia a una virgen que, sin catarlo, va a ser madre.
En mi infancia, en mi pueblo, las campanas tocaban, todos los días (además de para misas, rosarios, muertes, entierros, nacimientos, bautizos, bodas, fuego, reunión de labradores…) tres veces. Al amanecer, a medio día, y al atardecer. Era “el toque de oraciones” y rezábamos las tres avemarías, sobre todo el del mediodía, que, muchas veces, nos pillaba en el campo, segando, y parábamos y rezábamos.
Si llego yo a saber que era por lo del cometa, con lo que a mí me gustan los cometas….
Pero lo que no muchos saben es que el primer papa español, Calixto III, se llamaba Alonso de Borja, cuando todavía era cardenal, allá por 1.455.
Una fecha que, yo al menos, la relaciono con la caída de Constantinopla, en 1.453, en poder de los turcos y el adiós definitivo al Imperio Romano de Oriente, que había durado 1.000 años más que nuestro Imperio Romano de Occidente y su caída con la invasión de los bárbaros.
Este nuestro paisano, Alonso de Borja, ya de papa como Calixto III, dio muestras de ser un buen español pues practicó el enchufismo tanto que dejó bien colocados a todos sus familiares, sobre todo a su sobrino, el futuro papa Borgia, Alejandro VI y a todos sus hijos, sobre todo a sus dos más famosos, César Borgia y Lucrecia Borgia.
¿Quién no ha visto la película y/o la serie de los Borgia y la tan disipada y entretenida vida borgiana?
En aquel tiempo el clero hacía más caso al primer precepto divino de “creced y multiplicaos” que al voto personal de castidad.
Ustedes saben que el cometa Halley es muy cumplidor y cada setenta y tantos años nos hace una visita familiar, para no empalagar.
Fue coincidencia (pero coincidencia desgraciada) que le tocase su visita a la tierra durante el primer año de papado de nuestro Calixto III.
Cuando los astrónomos corrieron a advertirle que en la bóveda celeste había un cometa grande y terrible, con una cola de color amarillo, que parecía una llama ondulante, nuestro excepcional papa pensó, buscó y dio con la explicación adecuada al porqué de la visita cometaria.
Si el fenómeno natural astronómico del arco iris había sido para Noé la firma de Dios de que ya no volvería a haber más diluvios, la visita del cometa Halley era un signo de la ira de Dios porque los turcos acababan de tomar Constantinopla. Así que decretó:
1.- La excomunión del cometa Halley.
2.- Que todos los príncipes cristianos se unieran contra la invasión musulmana.
3.- Que todos los católicos rezaran el ángelus a mediodía, para hacer desaparecer el cometa o que, al menos, cayera sobre Constantinopla, para acabar con los puñeteros turcos musulmanes.
El cometa debió tomarse en serio lo de la excomunión, porque desapareció, a su hora, y nadie volvió a verlo hasta setenta y tantos años después.
¿Lo de la unión de los príncipes cristianos?. Demasiados problemas tenían en casa como para ir a buscarlos fuera. (A su debido tiempo, y por intereses nacionales, no religiosos, los reyes españoles tendrían que afrontarlos. ¿Recuerdan?. Ganamos Lepanto pero dejamos por allí olvidada la mano del padre del Quijote.
Pero lo del ángelus sigue todavía. Alguna emisora nos lo recuerda a diario. Pero ya no habla de Halley sino de un ángel que anuncia a una virgen que, sin catarlo, va a ser madre.
En mi infancia, en mi pueblo, las campanas tocaban, todos los días (además de para misas, rosarios, muertes, entierros, nacimientos, bautizos, bodas, fuego, reunión de labradores…) tres veces. Al amanecer, a medio día, y al atardecer. Era “el toque de oraciones” y rezábamos las tres avemarías, sobre todo el del mediodía, que, muchas veces, nos pillaba en el campo, segando, y parábamos y rezábamos.
Si llego yo a saber que era por lo del cometa, con lo que a mí me gustan los cometas….
SER INCULTO
Dicen que el saber no ocupa lugar, como si el cerebro y la estructura cerebral fuera un pozo sin fondo en el que cabe todo lo que se le eche. Y, sencillamente, no es verdad.
Las conexiones neuronales utilizadas para ciertos tipos de saberes ya quedan ocupadas por ellos.
El saber si ocupa lugar y, además, lleva mucho tiempo.
Son muchas las cosas que no habría que saber para ser y seguir siendo culto.
Hay muchos saberes superfluos que son lastre para la cultura.
Empeñarse en conocer la guía telefónica, de memoria, es algo tan absurdo que, además de ser imposible, ocuparía todo el tiempo, sin poder conseguirlo, además.
Tiempo perdido, esfuerzo inútil y nula utilidad.
¿Números de teléfonos? los habituales e imprescindibles. Y ya, ni eso, con las listas de contactos de los fijos y los móviles, es superfluo.
¿Os imagináis a alguien alardeando de que ya se sabe de memoria todos los apellidos que empiezan por P, de Cuenca, por ejemplo?.
Igualmente, ¿qué decir del que presume de saber las alineaciones del Real Madrid durante la temporada 60-61 y cuáles fueron las sustituciones que introdujo el entrenador en el partido contra el Milán, el año 86, cuántos goles se marcaron, quiénes lo hicieron,…?.
Tiempo perdido, saber superfluo, redes neuronales ocupadas,…
¿Y qué decir del que fanfarronea de saber todas las dinastías reales europeas, las uniones matrimoniales entre ellas, los títulos que ostentan cada uno de ellos,…?
¿Desconocer esto es un signo de incultura?.
¿Y el que se vanagloria de saber cuántos kilómetros hay de Cartagena a Santillana de Mar o de Calatayud a Olula del Río?.
No se puede/no se debe tener ocupada la mente con saberes de este tipo. Basta con saber manejar, leer e interpretar un mapa de carreteras.
Desconocer gran parte de los programas de televisión, esto sí que es un signo de cultura. Programas del corazón, de islas de famosos, de supervivientes, de grandes hermanos, novelas de desamores, realitys shows, …. donde los “catedráticos” de mundología, llámense Belén Esteban o cualquier otro tonto de los cojones dicen que alguien le ha dicho que fulanito dijo que lo vieron con…
Dedicarle un minuto a estas cosas es como arrojar monedas por las cloacas.
En televisión, más allá de los debates de personalidades, expertos en alguna materia, programas culturales de libros, tertulias culturales y/o científicas, presentación de novedades editoriales, Redes del sin par Punset, Rodríguez de la Fuente y similares, los de la 2 de T.V…. y algunos por el estilo y pare Ud. de contar.
¿Pagar dinero por revistas que sólo deben ojearse en la peluquería o mientras esperas en la consulta del médico, por saber qué vestido llevaba la no sé quien en no se qué fiesta o el primer baño de la inimitable, sin par, supercreída bióloga (¿), Anita Obregón….
Todo esto debería estar gravado por la S.G.A.E. y no el disquete que yo compro para gravar escritos como éste.
La cultura se tiene y se disfruta pero no se ostenta. Ahí está, como ejemplo, Punset, siempre haciendo de Sócrates preguntón para que nos instruyan los que saben de estas cosas.
El esnobismo cultural, la fanfarronería, buscar el aplauso al tiempo que se busca la descalificación y/o la inferioridad del interlocutor, son signos de incultura.
Porque la cultura es amiga de la humildad y se disfruta al compartirla no al tirársela a la cara al otro.
Como tampoco es un signo de cultura alardear de saberlo todo sobre las últimas novedades de automóviles, y si el Porche es superior al Ferrari en 10 de los 15 puntos básicos, o alardear de saberlo todo sobre móviles de la 25ª generación, sobre cámaras fotográficas último-último-ultimísimo modelo,…
Todo este tipo de conocimientos, que no son necesarios, excepto para algunos expertos que deben usarlos para su profesión, son esnobismos.
O qué decir del que habla ex cátedra sobre las diferencias entre los componentes del bote de tomate de la marca Orlando o Hacendado, y si el ácido ascórbico, comparado con el citrato trisódico o con el cloruro de benzalconio…
Si hubo un tiempo en que las humanidades eran el signo exponente de cultura, en detrimento de los conocimientos científicos y tecnológicos, hoy se le ha dado la vuelta a la tortilla, sin ser conscientes de que se anda mejor con dos muletas que con una y que la disyuntiva exclusiva, o de letras o de ciencias, es nefasta para la persona.
Las conexiones neuronales utilizadas para ciertos tipos de saberes ya quedan ocupadas por ellos.
El saber si ocupa lugar y, además, lleva mucho tiempo.
Son muchas las cosas que no habría que saber para ser y seguir siendo culto.
Hay muchos saberes superfluos que son lastre para la cultura.
Empeñarse en conocer la guía telefónica, de memoria, es algo tan absurdo que, además de ser imposible, ocuparía todo el tiempo, sin poder conseguirlo, además.
Tiempo perdido, esfuerzo inútil y nula utilidad.
¿Números de teléfonos? los habituales e imprescindibles. Y ya, ni eso, con las listas de contactos de los fijos y los móviles, es superfluo.
¿Os imagináis a alguien alardeando de que ya se sabe de memoria todos los apellidos que empiezan por P, de Cuenca, por ejemplo?.
Igualmente, ¿qué decir del que presume de saber las alineaciones del Real Madrid durante la temporada 60-61 y cuáles fueron las sustituciones que introdujo el entrenador en el partido contra el Milán, el año 86, cuántos goles se marcaron, quiénes lo hicieron,…?.
Tiempo perdido, saber superfluo, redes neuronales ocupadas,…
¿Y qué decir del que fanfarronea de saber todas las dinastías reales europeas, las uniones matrimoniales entre ellas, los títulos que ostentan cada uno de ellos,…?
¿Desconocer esto es un signo de incultura?.
¿Y el que se vanagloria de saber cuántos kilómetros hay de Cartagena a Santillana de Mar o de Calatayud a Olula del Río?.
No se puede/no se debe tener ocupada la mente con saberes de este tipo. Basta con saber manejar, leer e interpretar un mapa de carreteras.
Desconocer gran parte de los programas de televisión, esto sí que es un signo de cultura. Programas del corazón, de islas de famosos, de supervivientes, de grandes hermanos, novelas de desamores, realitys shows, …. donde los “catedráticos” de mundología, llámense Belén Esteban o cualquier otro tonto de los cojones dicen que alguien le ha dicho que fulanito dijo que lo vieron con…
Dedicarle un minuto a estas cosas es como arrojar monedas por las cloacas.
En televisión, más allá de los debates de personalidades, expertos en alguna materia, programas culturales de libros, tertulias culturales y/o científicas, presentación de novedades editoriales, Redes del sin par Punset, Rodríguez de la Fuente y similares, los de la 2 de T.V…. y algunos por el estilo y pare Ud. de contar.
¿Pagar dinero por revistas que sólo deben ojearse en la peluquería o mientras esperas en la consulta del médico, por saber qué vestido llevaba la no sé quien en no se qué fiesta o el primer baño de la inimitable, sin par, supercreída bióloga (¿), Anita Obregón….
Todo esto debería estar gravado por la S.G.A.E. y no el disquete que yo compro para gravar escritos como éste.
La cultura se tiene y se disfruta pero no se ostenta. Ahí está, como ejemplo, Punset, siempre haciendo de Sócrates preguntón para que nos instruyan los que saben de estas cosas.
El esnobismo cultural, la fanfarronería, buscar el aplauso al tiempo que se busca la descalificación y/o la inferioridad del interlocutor, son signos de incultura.
Porque la cultura es amiga de la humildad y se disfruta al compartirla no al tirársela a la cara al otro.
Como tampoco es un signo de cultura alardear de saberlo todo sobre las últimas novedades de automóviles, y si el Porche es superior al Ferrari en 10 de los 15 puntos básicos, o alardear de saberlo todo sobre móviles de la 25ª generación, sobre cámaras fotográficas último-último-ultimísimo modelo,…
Todo este tipo de conocimientos, que no son necesarios, excepto para algunos expertos que deben usarlos para su profesión, son esnobismos.
O qué decir del que habla ex cátedra sobre las diferencias entre los componentes del bote de tomate de la marca Orlando o Hacendado, y si el ácido ascórbico, comparado con el citrato trisódico o con el cloruro de benzalconio…
Si hubo un tiempo en que las humanidades eran el signo exponente de cultura, en detrimento de los conocimientos científicos y tecnológicos, hoy se le ha dado la vuelta a la tortilla, sin ser conscientes de que se anda mejor con dos muletas que con una y que la disyuntiva exclusiva, o de letras o de ciencias, es nefasta para la persona.
SER CULTO
Si en otro espacio he afirmado que autoproclamarse “poeta” es una osadía, ahora afirmo que autoproclamarse “culto” es una temeridad.
Ser culto supone tener familiaridad con:
1.- Los rasgos fundamentales de la Historia (y en Europa y en España tenemos tanta historia que…..)
2.- Las grandes teorías científicas y filosóficas (y al ritmo galopante que avanza la ciencia…. y con tantas modas minoritarias filosóficas….)
3.- Las obras de Arte, de la Música y de la Literatura (¿qué decir de este apartado?. Uno se acerca con los esquemas clásicos a estas obras modernas e …imposible comprender el arte abstracto, la música moderna o la novela social o psicológica de hoy).
Yo, al menos, me asusto o me maravillo de lo inculto que soy. No sé tú. No es que tenga lagunas, ni mares interiores, ni Mediterráneos, Océanos ilimitados me rodean por doquier.
Pero con la cultura ocurre como con la comida.
“Olvido la mayor parte de lo que he leído, así como he olvidado lo que, últimamente, he comido. Pero sé que estas dos cosas contribuyen, por igual, al sustento de mi espíritu y de mi cuerpo”.
No sé de quién es esta cita pero la hago mía al cien por cien.
La cultura no es algo que se tiene y, cuando se tiene, uno ya se considera culto, como quien adquiere una casa y ya es propietario.
La cultura es un ideal nunca actualizado, es un proceso, un camino sin meta, pero por el que se camina. Uno puede/debe considerarse caminante, senderista, escalador,… pero siendo consciente de que nunca va a llegarse a la meta, porque ésta no existe.
Es la sentencia de Galeano sobre el paisaje.
La cultura, además, es un terreno movedizo que siempre, y a todos, causa inseguridad, por su inabarcabilidad.
¿Puedo ser considerado inculto por no saber cuándo se inició y finalizó la catedral de Burgos y cuántos arquitectos intervinieron a lo largo de su construcción?.
¿Puede ser considerado culto quien sí lo sepa?.
Conocer a Don Quijote o a Don Juan o a Otelo o a Hércules o…no es conocer a personas, sino a personajes.
Los personajes son informaciones condensadas. Puedes llamar Don Juan al vecino del quinto si es un ligón empedernido, cuyo ideal es usar y tirar (“un día para conocerla, otro para….”), u Otelo al vecino del sexto si es un celoso obsesionado de que su mujer lo engaña con…
Lo maravilloso de leer una novela, no es tanto el contenido, el argumento, como la manera que tiene el/la autor/a de ver el mundo. Es una puerta abierta a otra perspectiva de ver las cosas. Y esto, siempre, es enriquecedor.
Las nuevas fuentes de información están contribuyendo a la disminución del esfuerzo que la lectura supone.
Es más cómodo ver y oír la película que ponen en la tele o se proyecta en las pantallas panorámicas, mientras comes palomitas, tomas una cerveza o estás abrazado por la butaca y con los pies en alto.
La literatura es como el amor no puede ni debe ser obligatorio/a, tiene que salir de uno mismo.
Obligar a leer es como hacer el amor como un débito conyugal, habrá eyaculación pero no orgasmo auténtico.
Entras en un museo o en una biblioteca y lo esencial es el silencio, interior (sin preocupaciones ajenas al arte) y exterior (sin molestias exteriores, que te distraigan).
Las palabras ausentan la emoción, el ruido estorba al sentimiento, la prisa es enemiga de la emoción.
Solo mirar, con una mirada meditativa y acompañada de resistencia física. El cansancio es enemigo de la vivencia estética.
¿Qué decir de quien entra en el museo y a la media hora va buscando el cartel de la cafetería?
¿Qué decir de quien abre un libro y como no tiene ilustraciones…?
¿Qué decir de quien admira, como máximos exponentes de la música, a Camela o a los Chichos?
¡Dios¡ ¡Qué tribus¡
Ser culto supone tener familiaridad con:
1.- Los rasgos fundamentales de la Historia (y en Europa y en España tenemos tanta historia que…..)
2.- Las grandes teorías científicas y filosóficas (y al ritmo galopante que avanza la ciencia…. y con tantas modas minoritarias filosóficas….)
3.- Las obras de Arte, de la Música y de la Literatura (¿qué decir de este apartado?. Uno se acerca con los esquemas clásicos a estas obras modernas e …imposible comprender el arte abstracto, la música moderna o la novela social o psicológica de hoy).
Yo, al menos, me asusto o me maravillo de lo inculto que soy. No sé tú. No es que tenga lagunas, ni mares interiores, ni Mediterráneos, Océanos ilimitados me rodean por doquier.
Pero con la cultura ocurre como con la comida.
“Olvido la mayor parte de lo que he leído, así como he olvidado lo que, últimamente, he comido. Pero sé que estas dos cosas contribuyen, por igual, al sustento de mi espíritu y de mi cuerpo”.
No sé de quién es esta cita pero la hago mía al cien por cien.
La cultura no es algo que se tiene y, cuando se tiene, uno ya se considera culto, como quien adquiere una casa y ya es propietario.
La cultura es un ideal nunca actualizado, es un proceso, un camino sin meta, pero por el que se camina. Uno puede/debe considerarse caminante, senderista, escalador,… pero siendo consciente de que nunca va a llegarse a la meta, porque ésta no existe.
Es la sentencia de Galeano sobre el paisaje.
La cultura, además, es un terreno movedizo que siempre, y a todos, causa inseguridad, por su inabarcabilidad.
¿Puedo ser considerado inculto por no saber cuándo se inició y finalizó la catedral de Burgos y cuántos arquitectos intervinieron a lo largo de su construcción?.
¿Puede ser considerado culto quien sí lo sepa?.
Conocer a Don Quijote o a Don Juan o a Otelo o a Hércules o…no es conocer a personas, sino a personajes.
Los personajes son informaciones condensadas. Puedes llamar Don Juan al vecino del quinto si es un ligón empedernido, cuyo ideal es usar y tirar (“un día para conocerla, otro para….”), u Otelo al vecino del sexto si es un celoso obsesionado de que su mujer lo engaña con…
Lo maravilloso de leer una novela, no es tanto el contenido, el argumento, como la manera que tiene el/la autor/a de ver el mundo. Es una puerta abierta a otra perspectiva de ver las cosas. Y esto, siempre, es enriquecedor.
Las nuevas fuentes de información están contribuyendo a la disminución del esfuerzo que la lectura supone.
Es más cómodo ver y oír la película que ponen en la tele o se proyecta en las pantallas panorámicas, mientras comes palomitas, tomas una cerveza o estás abrazado por la butaca y con los pies en alto.
La literatura es como el amor no puede ni debe ser obligatorio/a, tiene que salir de uno mismo.
Obligar a leer es como hacer el amor como un débito conyugal, habrá eyaculación pero no orgasmo auténtico.
Entras en un museo o en una biblioteca y lo esencial es el silencio, interior (sin preocupaciones ajenas al arte) y exterior (sin molestias exteriores, que te distraigan).
Las palabras ausentan la emoción, el ruido estorba al sentimiento, la prisa es enemiga de la emoción.
Solo mirar, con una mirada meditativa y acompañada de resistencia física. El cansancio es enemigo de la vivencia estética.
¿Qué decir de quien entra en el museo y a la media hora va buscando el cartel de la cafetería?
¿Qué decir de quien abre un libro y como no tiene ilustraciones…?
¿Qué decir de quien admira, como máximos exponentes de la música, a Camela o a los Chichos?
¡Dios¡ ¡Qué tribus¡
EL FILÓSOFO
Cuando un pensador, un filósofo, expone su pensamiento sobre un tema cualquiera, dando las razones que lo llevan a afirmar lo que afirma, no está haciendo otra cosa que desnudarse, que poner sobre la mesa sus argumentos para que quien los lea o los oiga le demuestre que está equivocado, o que sus razones son débiles, o que he aquí mis razones, más fuertes que las tuyas, que refutan tus argumentos o matizan lo afirmado por ti.
El filósofo, una vez sopesadas las razones, se reafirmará en lo dicho o se bajará del burro, sumamente agradecido de que alguien le haya sacado del error.
Exponer un pensamiento, una reflexión, es un desafío, es un reto y una invitación a lectores u oyentes, no para que asientan, sino para que, tomándolo en consideración, se metan con él y con sus reflexiones.
Si lo expuesto se hace invulnerable y sale ileso del envite, el filósofo se mantendrá en sus trece.
Pero si un filósofo pontificara o dijera hablar “ex catedra” habría merecido ser condenado al infierno del olvido.
Un “filósofo dogmático” es una “contraditio in terminis”.
Ser “filósofo” y “vaticanista” no casa bien.
Cuatro ojos ven siempre más que dos, aunque no por eso lo más es lo mejor.
El otro puede exponer su perspectiva del problema y cómo, desde esa perspectiva, lo ve de otra manera, que puede ser preferible o no a la expresada por el filósofo.
Fernando Savater proclama su derecho a desdecirse de lo dicho anteriormente en cuanto se le muestre su error. Lo cual siempre es un acierto, el reconocer un error o las razones mas potentes del otro.
En la Introducción a “El arte de vivir”, su entrevistador, Juan Arias (otro pensador por el que siento simpatía y estoy en sintonía) dice de Savater que es un “filósofo atípico”, un filósofo que navega entre dos aguas: el escepticismo y el sentido común, un filósofo que siente pasión y defiende la tolerancia, que aborrece el autoritarismo y el fanatismo, un “filósofo de la obviedad”, el “filósofo del sentido común”, cuya filosofía es autorizada para todos los públicos.
Cualquiera que haya leído sus obras o sus artículos en El País o en revistas varias estará de acuerdo con lo expresado por Juan Arias.
Savater trata los temas de la calle y a nivel de calle, su verbo es fluido y cristalino (lo que –según él- no es visto bien por muchos, que creen que el filósofo tiene que ser obscuro, y expresarse en un lenguaje críptico y para expertos, puesto que los temas de la filosofía son temas profundos; y lo profundo no puede ser claro).
En este sentido es un fiel cumplidor de lo expresado por otro filósofo, Ortega y Gasset, que afirmaba que “la claridad es la cortesía del filósofo”, que lo que puede ser dicho, puede ser dicho de manera clara e inteligible para todos.
Savater se considera un filósofo atípico porque renuncia a los tecnicismos y a meterse en los entresijos de las discusiones metafísicas, pues lo suyo son los problemas de la calle y la gente de la calle. De ahí la cantidad de lectores que lo siguen (lo que tampoco es bien visto por los filósofos académicos).
Ser un Sócrates, en los tiempos actuales, no cuenta con la aprobación de las élites catedralicias.
Su defensa de la libertad y su oposición al dogmatismo y la intolerancia lo lleva a oponerse, muchas veces, a la jerarquía eclesiástica, a la Iglesia oficial, cuyo ideal es que volvamos a refugiarnos en su seno; más bien que volvamos a la placenta protectora de la Iglesia, al paraíso original en la tierra.
Si durante nueve meses nuestra madre nos mantuvo, sumamente felices, en el paraíso de su vientre, una vez nacidos la otra madre, la Santa Madre Iglesia quiere que volvamos a su seno para alimentarnos por el cordón umbilical de la fe, aunque éste no sea, muchas veces, racional.
Aunque ser creyente no sea óbice para ser persona auténtica, renunciar a la libertad de pensar autónomamente es un canon que nunca, nadie, debe pagar.
Savater es un optimista impenitente y siempre ve la otra cara, la buena, de los problemas, todas las potencialidades que cualquier problema encierra.
De aquí mi predilección por su pensamiento
El filósofo, una vez sopesadas las razones, se reafirmará en lo dicho o se bajará del burro, sumamente agradecido de que alguien le haya sacado del error.
Exponer un pensamiento, una reflexión, es un desafío, es un reto y una invitación a lectores u oyentes, no para que asientan, sino para que, tomándolo en consideración, se metan con él y con sus reflexiones.
Si lo expuesto se hace invulnerable y sale ileso del envite, el filósofo se mantendrá en sus trece.
Pero si un filósofo pontificara o dijera hablar “ex catedra” habría merecido ser condenado al infierno del olvido.
Un “filósofo dogmático” es una “contraditio in terminis”.
Ser “filósofo” y “vaticanista” no casa bien.
Cuatro ojos ven siempre más que dos, aunque no por eso lo más es lo mejor.
El otro puede exponer su perspectiva del problema y cómo, desde esa perspectiva, lo ve de otra manera, que puede ser preferible o no a la expresada por el filósofo.
Fernando Savater proclama su derecho a desdecirse de lo dicho anteriormente en cuanto se le muestre su error. Lo cual siempre es un acierto, el reconocer un error o las razones mas potentes del otro.
En la Introducción a “El arte de vivir”, su entrevistador, Juan Arias (otro pensador por el que siento simpatía y estoy en sintonía) dice de Savater que es un “filósofo atípico”, un filósofo que navega entre dos aguas: el escepticismo y el sentido común, un filósofo que siente pasión y defiende la tolerancia, que aborrece el autoritarismo y el fanatismo, un “filósofo de la obviedad”, el “filósofo del sentido común”, cuya filosofía es autorizada para todos los públicos.
Cualquiera que haya leído sus obras o sus artículos en El País o en revistas varias estará de acuerdo con lo expresado por Juan Arias.
Savater trata los temas de la calle y a nivel de calle, su verbo es fluido y cristalino (lo que –según él- no es visto bien por muchos, que creen que el filósofo tiene que ser obscuro, y expresarse en un lenguaje críptico y para expertos, puesto que los temas de la filosofía son temas profundos; y lo profundo no puede ser claro).
En este sentido es un fiel cumplidor de lo expresado por otro filósofo, Ortega y Gasset, que afirmaba que “la claridad es la cortesía del filósofo”, que lo que puede ser dicho, puede ser dicho de manera clara e inteligible para todos.
Savater se considera un filósofo atípico porque renuncia a los tecnicismos y a meterse en los entresijos de las discusiones metafísicas, pues lo suyo son los problemas de la calle y la gente de la calle. De ahí la cantidad de lectores que lo siguen (lo que tampoco es bien visto por los filósofos académicos).
Ser un Sócrates, en los tiempos actuales, no cuenta con la aprobación de las élites catedralicias.
Su defensa de la libertad y su oposición al dogmatismo y la intolerancia lo lleva a oponerse, muchas veces, a la jerarquía eclesiástica, a la Iglesia oficial, cuyo ideal es que volvamos a refugiarnos en su seno; más bien que volvamos a la placenta protectora de la Iglesia, al paraíso original en la tierra.
Si durante nueve meses nuestra madre nos mantuvo, sumamente felices, en el paraíso de su vientre, una vez nacidos la otra madre, la Santa Madre Iglesia quiere que volvamos a su seno para alimentarnos por el cordón umbilical de la fe, aunque éste no sea, muchas veces, racional.
Aunque ser creyente no sea óbice para ser persona auténtica, renunciar a la libertad de pensar autónomamente es un canon que nunca, nadie, debe pagar.
Savater es un optimista impenitente y siempre ve la otra cara, la buena, de los problemas, todas las potencialidades que cualquier problema encierra.
De aquí mi predilección por su pensamiento
viernes, 3 de septiembre de 2010
NATURALEZA Y CULTURA.
Viendo, contemplando, analizando un hormiguero, puede comprenderse a una hormiga; pero del estudio de una hormiga no puede concluirse cómo es un hormiguero.
Además viendo una hormiga están vistas todas las hormigas.
“Visto un león, están vistos todos” – dice el profesor Marina.
Desde el individuo animal puede llegarse a la especie.
¿Y del hombre?. ¿Podemos decir lo mismo?.
Analizando la sociedad uno puede concluir cómo son/tienen/deben de ser sus individuos.
Pero ¿del análisis de un individuo puede concluirse cómo es la sociedad?.
Y, conocida una persona ¿se conoce ya a toda la especie humana?.
Evidentemente, NO.
¿Por qué?. Porque en el hombre cuenta, y mucho, el elemento “cultura”, que no es algo genético, sino adquirido, y una persona puede estar alimentada o no de cultura, o de distinta cultura, o en intensidad distinta.
Los valores, los comportamientos, el concepto de la vida y de la muerte, la consideración de los sexos, el valor de la persona, el concepto de familia, los roles paternos y filiales …todo eso lo va transmitiendo la sociedad, a través de la educación, y unos pueden hacerlo suyo o no, y con una intensidad u otra.
Ni siquiera conociendo a una persona podemos deducir cómo son sus hermanos.
Todos sabemos lo del “garbanzo negro” de la familia (aunque los garbanzos, generalmente, no son negros, pero “haberlos, haylos”).
De un “garbanzo negro” no puede llegarse a la conclusión de que la familia sea igual, precisamente por eso es “negro”, por ser la excepción, que, como sabemos, confirma la regla.
La mala interpretación es constante y bastante general, nos equivocamos muchas veces y llegamos a falsas conclusiones.
La contrastación con los otros es necesaria para reafirmarnos o para salir del error.
En esto el lenguaje nos es imprescindible, el diálogo es necesario.
Porque en el lenguaje, todos somos comunistas, pues el lenguaje es propiedad de todos, por eso deberíamos conocerlo mejor, incluso amarlo y aquilatarlo, porque a través de él es como mejor nos entendemos y habitamos en la casa de la verdad.
Y sin embargo muchas veces malinterpretamos el mensaje del otro, o nos malinterpretan, o no sabemos expresarnos adecuadamente.
Una sociedad sin lenguaje sería inimaginable, un lenguaje no social sería absurdo.
Mutua implicación entre ellos. La pregunta de cuál de los dos es anterior es una pseudopregunta.
Analizando la sociedad se comprende que tenga que haber médicos, maestros, taxistas, cajeros/as de supermercados, policías, bomberos,…porque las distintas funciones necesarias para su desarrollo deben estar cubiertas.
Los antiguos decían: “del “esse” al “posse” valet ilatio. Del “posse” al “esse” non valet ilatio”.
(En cristiano) de lo que es, puede concluirse que, si es, es porque puede ser; pero de que algo pueda ser no puede concluirse que sea.
Igualmente, si “todo” es así, éste “individuo” de ese todo también es/tiene que ser así.
“Si todos los triángulos tienen tres lados y tres ángulos, éste triángulo también los tiene, los tiene que tener”.
Pero cuando hablamos del hombre, todo esto hay que ponerlo entre paréntesis, no es así, por la intervención del elemento “cultura”.
No nos referimos a la parte natural, que tendrá, como todos, genes, células, esqueleto,… sino a la persona “total”.
NATURALEZA Y CULTURA. Eso es lo que somos, el resultado final, la suma total de dos sumandos, de los cuales uno de ellos es totalmente variable.
De aquí la igualdad de derechos humanos, en cuanto naturaleza, pero también la desigualdad de derechos personales, porque, en la realidad, “ca uno é ca uno”.
Nadie es fotocopia de nadie. Todos somos originales. “Iguales”, en cuanto personas, pero “distintos” en cuanto “tales personas”.
Además viendo una hormiga están vistas todas las hormigas.
“Visto un león, están vistos todos” – dice el profesor Marina.
Desde el individuo animal puede llegarse a la especie.
¿Y del hombre?. ¿Podemos decir lo mismo?.
Analizando la sociedad uno puede concluir cómo son/tienen/deben de ser sus individuos.
Pero ¿del análisis de un individuo puede concluirse cómo es la sociedad?.
Y, conocida una persona ¿se conoce ya a toda la especie humana?.
Evidentemente, NO.
¿Por qué?. Porque en el hombre cuenta, y mucho, el elemento “cultura”, que no es algo genético, sino adquirido, y una persona puede estar alimentada o no de cultura, o de distinta cultura, o en intensidad distinta.
Los valores, los comportamientos, el concepto de la vida y de la muerte, la consideración de los sexos, el valor de la persona, el concepto de familia, los roles paternos y filiales …todo eso lo va transmitiendo la sociedad, a través de la educación, y unos pueden hacerlo suyo o no, y con una intensidad u otra.
Ni siquiera conociendo a una persona podemos deducir cómo son sus hermanos.
Todos sabemos lo del “garbanzo negro” de la familia (aunque los garbanzos, generalmente, no son negros, pero “haberlos, haylos”).
De un “garbanzo negro” no puede llegarse a la conclusión de que la familia sea igual, precisamente por eso es “negro”, por ser la excepción, que, como sabemos, confirma la regla.
La mala interpretación es constante y bastante general, nos equivocamos muchas veces y llegamos a falsas conclusiones.
La contrastación con los otros es necesaria para reafirmarnos o para salir del error.
En esto el lenguaje nos es imprescindible, el diálogo es necesario.
Porque en el lenguaje, todos somos comunistas, pues el lenguaje es propiedad de todos, por eso deberíamos conocerlo mejor, incluso amarlo y aquilatarlo, porque a través de él es como mejor nos entendemos y habitamos en la casa de la verdad.
Y sin embargo muchas veces malinterpretamos el mensaje del otro, o nos malinterpretan, o no sabemos expresarnos adecuadamente.
Una sociedad sin lenguaje sería inimaginable, un lenguaje no social sería absurdo.
Mutua implicación entre ellos. La pregunta de cuál de los dos es anterior es una pseudopregunta.
Analizando la sociedad se comprende que tenga que haber médicos, maestros, taxistas, cajeros/as de supermercados, policías, bomberos,…porque las distintas funciones necesarias para su desarrollo deben estar cubiertas.
Los antiguos decían: “del “esse” al “posse” valet ilatio. Del “posse” al “esse” non valet ilatio”.
(En cristiano) de lo que es, puede concluirse que, si es, es porque puede ser; pero de que algo pueda ser no puede concluirse que sea.
Igualmente, si “todo” es así, éste “individuo” de ese todo también es/tiene que ser así.
“Si todos los triángulos tienen tres lados y tres ángulos, éste triángulo también los tiene, los tiene que tener”.
Pero cuando hablamos del hombre, todo esto hay que ponerlo entre paréntesis, no es así, por la intervención del elemento “cultura”.
No nos referimos a la parte natural, que tendrá, como todos, genes, células, esqueleto,… sino a la persona “total”.
NATURALEZA Y CULTURA. Eso es lo que somos, el resultado final, la suma total de dos sumandos, de los cuales uno de ellos es totalmente variable.
De aquí la igualdad de derechos humanos, en cuanto naturaleza, pero también la desigualdad de derechos personales, porque, en la realidad, “ca uno é ca uno”.
Nadie es fotocopia de nadie. Todos somos originales. “Iguales”, en cuanto personas, pero “distintos” en cuanto “tales personas”.
CRISIS
Hablar de “crisis” es, hoy, un lugar común. La actividad económica se ha venido abajo, el paro se ha ido por las nubes, las familias lo están pasando fatal, la presencia de los emigrantes, en tiempo de crisis, agrava el problema, el pesimismo se ha empadronado en la opinión general, el futuro no lo divisamos o lo vemos obscuro,…
Pensado fríamente, sin ser de los más afectados, de las crisis siempre se sale reforzado: bien porque ha hecho falta más esfuerzo para superarla, bien porque, al esforzarse, también nosotros nos hemos hecho más fuertes.
Pero hay otros tipos de crisis: crisis de identidad, crisis de valores, crisis en la enseñanza, crisis de la juventud,…
Una de las crisis que se nos está viniendo encima es la crisis vital ante el cada vez más tiempo de ocio del que disponemos, por el alargamiento de la vida.
“Mi mujer me ha dicho que me vaya y que no vuelva hasta la hora de comer, porque dice que le estorbo en casa y que soy un pelmazo, así que, como el autobús me sale gratis, voy a ver obras por toda Málaga”.
Conversación real y textual de un jubilado, en el autobús, dirigiéndose a una joven estudiante.
Toda su vida ocupada con el trabajo y ahora, que no tiene que trabajar, no sabe qué hacer con todo su tiempo libre, con el tiempo de ocio. Tiene que irse al espacio exterior a “matar el tiempo”
Seguramente que quien haya sido un buen lector, durante su vida, no se aburrirá, ni tendrá necesidad de salir al exterior porque tiene un espacio interior hambriento de cultura, y ahora es el momento de mejor alimentarlo.
La persona culta puede montarse sus propias fiestas, a otros niveles.
Leer, escribir, pintar, oír música, practicar hobbys, pasear, charlar (hablar por hablar con los amigos, en compañía), visitar y disfrutar en museos, exposiciones y bibliotecas,… Hay todo un mundo de símbolos en el que la persona culta puede beber y saciarse.
No así la persona no culta, que seguirá trabajando, para tener más dinero y así poder comer más, beber más y dormir más, para comprar cosas que rellenen su espacio exterior, ya que el interior o no existe o está con telarañas.
Un nuevo coche, una nueva casa, más viajes, más comidas con los amigos, más ropa,…
Cuanto más culto se es, menos dinero se necesita para pasar el día felizmente.
¿Cuánto cuesta contemplar la salida y la puesta de sol?. ¿Cuánto cuesta sentarse en un banquillo respirando el olor de la dama de noche y del jazmín?. ¿Cuánto cuesta pasear descalzo por la arena de la playa, sin prisa y descansar cuando le apetezca?. ¿Cuánto cuesta leerse los editoriales de los periódicos en la biblioteca pública del barrio, con el silencio reinante y el aire acondicionado?. ¿Cuánto cuesta hacer un crucigrama o un sudoku, superando las dificultades que entrañan?.
El ocio, que es el espacio simbólico maravilloso para los cultos, que poseen un mundo interior que siempre desea alimento, es insoportable para los que sólo necesitan cosas, muchas cosas, más cosas, sentirse rodeado de cosas para no ser conscientes de que no tiene muebles interiores, porque su espacio interior es muy reducido.
El televisor (y ya con tantos y tan variados canales) y la lectura suelen ser incompatibles, formando una disyuntiva exclusiva.
Pero cuando se habla de “los jóvenes”, “la tercera edad”, “las mujeres”, “los niños”,…. ¿a quiénes se refieren?, ¿al joven parado o al que tiene trabajo?, ¿al estudiante?, ¿al que tiene piso o al que no?, ¿al casado o al soltero?, “¿al ennoviado o al no ennoviado?, ¿al tipo alto, atlético, ligón,… o al enclenque, más bien feo, que nunca se come una rosca?, ¿al drogadicto?, ¿al que está en una secta?, ¿al que todavía es virgen?, ¿al del campo o al de la ciudad?, ¿al ingeniero o al que no tiene el graduado escolar?
Porque “los jóvenes” no existen, “la juventud” no existe. Lo que existen son individuos y unos tendrán sus crisis y otros no, o tienen otras, porque, siendo jóvenes, son distintos.
Como “las mujeres”, o como “la tercera edad”.
Yo soy un jubilado, de la tercera edad, y que no me parezco en nada al vecino del autobús, antes mencionado. O él no se parece a mí.
Las clasificaciones sólo sirven para ubicar a las personas, no para definir sus características.
Pensado fríamente, sin ser de los más afectados, de las crisis siempre se sale reforzado: bien porque ha hecho falta más esfuerzo para superarla, bien porque, al esforzarse, también nosotros nos hemos hecho más fuertes.
Pero hay otros tipos de crisis: crisis de identidad, crisis de valores, crisis en la enseñanza, crisis de la juventud,…
Una de las crisis que se nos está viniendo encima es la crisis vital ante el cada vez más tiempo de ocio del que disponemos, por el alargamiento de la vida.
“Mi mujer me ha dicho que me vaya y que no vuelva hasta la hora de comer, porque dice que le estorbo en casa y que soy un pelmazo, así que, como el autobús me sale gratis, voy a ver obras por toda Málaga”.
Conversación real y textual de un jubilado, en el autobús, dirigiéndose a una joven estudiante.
Toda su vida ocupada con el trabajo y ahora, que no tiene que trabajar, no sabe qué hacer con todo su tiempo libre, con el tiempo de ocio. Tiene que irse al espacio exterior a “matar el tiempo”
Seguramente que quien haya sido un buen lector, durante su vida, no se aburrirá, ni tendrá necesidad de salir al exterior porque tiene un espacio interior hambriento de cultura, y ahora es el momento de mejor alimentarlo.
La persona culta puede montarse sus propias fiestas, a otros niveles.
Leer, escribir, pintar, oír música, practicar hobbys, pasear, charlar (hablar por hablar con los amigos, en compañía), visitar y disfrutar en museos, exposiciones y bibliotecas,… Hay todo un mundo de símbolos en el que la persona culta puede beber y saciarse.
No así la persona no culta, que seguirá trabajando, para tener más dinero y así poder comer más, beber más y dormir más, para comprar cosas que rellenen su espacio exterior, ya que el interior o no existe o está con telarañas.
Un nuevo coche, una nueva casa, más viajes, más comidas con los amigos, más ropa,…
Cuanto más culto se es, menos dinero se necesita para pasar el día felizmente.
¿Cuánto cuesta contemplar la salida y la puesta de sol?. ¿Cuánto cuesta sentarse en un banquillo respirando el olor de la dama de noche y del jazmín?. ¿Cuánto cuesta pasear descalzo por la arena de la playa, sin prisa y descansar cuando le apetezca?. ¿Cuánto cuesta leerse los editoriales de los periódicos en la biblioteca pública del barrio, con el silencio reinante y el aire acondicionado?. ¿Cuánto cuesta hacer un crucigrama o un sudoku, superando las dificultades que entrañan?.
El ocio, que es el espacio simbólico maravilloso para los cultos, que poseen un mundo interior que siempre desea alimento, es insoportable para los que sólo necesitan cosas, muchas cosas, más cosas, sentirse rodeado de cosas para no ser conscientes de que no tiene muebles interiores, porque su espacio interior es muy reducido.
El televisor (y ya con tantos y tan variados canales) y la lectura suelen ser incompatibles, formando una disyuntiva exclusiva.
Pero cuando se habla de “los jóvenes”, “la tercera edad”, “las mujeres”, “los niños”,…. ¿a quiénes se refieren?, ¿al joven parado o al que tiene trabajo?, ¿al estudiante?, ¿al que tiene piso o al que no?, ¿al casado o al soltero?, “¿al ennoviado o al no ennoviado?, ¿al tipo alto, atlético, ligón,… o al enclenque, más bien feo, que nunca se come una rosca?, ¿al drogadicto?, ¿al que está en una secta?, ¿al que todavía es virgen?, ¿al del campo o al de la ciudad?, ¿al ingeniero o al que no tiene el graduado escolar?
Porque “los jóvenes” no existen, “la juventud” no existe. Lo que existen son individuos y unos tendrán sus crisis y otros no, o tienen otras, porque, siendo jóvenes, son distintos.
Como “las mujeres”, o como “la tercera edad”.
Yo soy un jubilado, de la tercera edad, y que no me parezco en nada al vecino del autobús, antes mencionado. O él no se parece a mí.
Las clasificaciones sólo sirven para ubicar a las personas, no para definir sus características.
CASA Y HOGAR.
Uno de los anuncios de El Corte Inglés dice (algo así como): “compre una casa, nosotros le amueblamos su hogar”.
Eso es falso, no se si está mintiendo, lo que sí sé es que es que no es verdad y que, si se lo cree y lo dice sinceramente, está en un error.
Se amueblan las casas, que son las que se compran y se venden, que ya están construidas o en construcción, que las hacen los constructores, usando materiales,…. los hogares NO, ni se compran ni se venden (como “el cariño verdadero”) porque no existen ya hechos, porque somos cada uno de nosotros, en compañía, los que tenemos que ir levantándolo, cada día, con cariño, con sacrificio, con comprensión, con renuncias, con esfuerzos,… y nunca está “perfectamente” construido, siempre le faltarán detalles, porque un hogar es, siempre, “manifiestamente mejorable”
Una cosa es la conformación de un hogar y otra muy distinta los muebles de la casa.
Ni El Corte Inglés ni nadie puede vender ni amueblar hogares.
Un hogar no es una casa. Mientras la casa es un espacio físico, de tantos metros cuadrados, en el campo o en la ciudad, chalet, casa mata o piso en la quinta planta,…el hogar es un espacio humano, es una atmósfera que se respira, es como la red de los trapecistas en el circo, siempre está ahí, aunque muchas veces no haga falta, pero siempre preparada para que nada grave ocurra, porque entre todos la sujetan.
El hogar, dice F. Savater, es “la tienda que no cierra en toda la noche”, además, “en la que se regala amor humano, gratis y con asistencia personalizada” –añado yo.
No me opongo a las familias monoparentales voluntarias, ni a las adopciones por homosexuales y lesbianas. Estoy seguro que lo hacen con la mejor intención del mundo y que las necesidades básicas, físicas y emocionales, van a estar convenientemente satisfechas, mientras el niño permanezca en la casa.
Pero el niño, además de ser un ser familiar, también es un ser social y cuando ese niño salga a la calle, entre en la escuela y se mueva por la sociedad, será señalado por los demás como un niño “especial”, en el sentido de “excepción” a la regla (aunque sea “excepcional”) pero captará que los demás verán su situación como “anómala”, al ser minoritaria, aún, el tipo de familia del que forma parte.
Psicológicamente su situación familiar puede afectarle, aunque socialmente cada vez sea más aceptada.
No valoro, moralmente, este tipo de familias, pero creo que puesto que es una realidad que somos varones y mujeres en un 50%, la forma normal de familia debe estar compuesta por los dos sexos y los dos géneros, y el niño debe saber moverse, desenvolverse, vivir con ambos presentes y distintos.
Las familias monoparentales voluntarias, las formadas por homosexuales y lesbianas, al ser “excepciones a la regla”, pueden tener efectos no deseados para los niños.
En otros lugares he dejado escrito que no se trata del Derecho de los homosexuales y lesbianas a adoptar, que los tienen, exactamente iguales a los derechos que tienen los heterosexuales, porque son “igual de personas”.
Los derechos se tienen por ser personas, no por la opción sexual elegida y seguida.
Se trata de los Derechos del niño a ser a ser bien adoptado.
Una cosa son las relaciones íntimas, incluidas las relaciones sexuales, entre dos personas adultas, que ejercitan el derecho a elegir, a optar, por la relación que deseen, y otra muy distinta es cuando viene implicada otra persona, ajena a su opción sexual, que, además, es un niño que viene obligado, sin poder decir si quiere o no quiere o le da igual.
¿El derecho de dos personas, mayores de edad, conscientes de lo que hacen, al adoptar, implica el deber de otra, inconsciente aún, a ser adoptado?.
En la adopción quien prima es el Derecho del adoptado, del niño, a ser “bien adoptado”, no el Derecho de los adoptantes a sentirse bien, adoptando.
Y estoy seguro que muchos niños estarían mejor con familias de este tipo que con la tradicional que, muchas veces puede ser un infierno, porque sólo con vivir juntos en el mismo espacio no es suficiente para ser un hogar.
Igualmente he dejado escrito que la “fecundación in vitro”, monoparental, porque una mujer sola quiere ser madre, sin intervención ni compañía de varón, es algo así como “programar huérfanos”.
Y una cosa es que la vida te obligue, por desgracia, a ser huérfano y otra muy distinta es que sea igual ser huérfano que no serlo.
No todo lo que técnicamente puede ser hecho debe, moralmente, ser hecho.
Eso es falso, no se si está mintiendo, lo que sí sé es que es que no es verdad y que, si se lo cree y lo dice sinceramente, está en un error.
Se amueblan las casas, que son las que se compran y se venden, que ya están construidas o en construcción, que las hacen los constructores, usando materiales,…. los hogares NO, ni se compran ni se venden (como “el cariño verdadero”) porque no existen ya hechos, porque somos cada uno de nosotros, en compañía, los que tenemos que ir levantándolo, cada día, con cariño, con sacrificio, con comprensión, con renuncias, con esfuerzos,… y nunca está “perfectamente” construido, siempre le faltarán detalles, porque un hogar es, siempre, “manifiestamente mejorable”
Una cosa es la conformación de un hogar y otra muy distinta los muebles de la casa.
Ni El Corte Inglés ni nadie puede vender ni amueblar hogares.
Un hogar no es una casa. Mientras la casa es un espacio físico, de tantos metros cuadrados, en el campo o en la ciudad, chalet, casa mata o piso en la quinta planta,…el hogar es un espacio humano, es una atmósfera que se respira, es como la red de los trapecistas en el circo, siempre está ahí, aunque muchas veces no haga falta, pero siempre preparada para que nada grave ocurra, porque entre todos la sujetan.
El hogar, dice F. Savater, es “la tienda que no cierra en toda la noche”, además, “en la que se regala amor humano, gratis y con asistencia personalizada” –añado yo.
No me opongo a las familias monoparentales voluntarias, ni a las adopciones por homosexuales y lesbianas. Estoy seguro que lo hacen con la mejor intención del mundo y que las necesidades básicas, físicas y emocionales, van a estar convenientemente satisfechas, mientras el niño permanezca en la casa.
Pero el niño, además de ser un ser familiar, también es un ser social y cuando ese niño salga a la calle, entre en la escuela y se mueva por la sociedad, será señalado por los demás como un niño “especial”, en el sentido de “excepción” a la regla (aunque sea “excepcional”) pero captará que los demás verán su situación como “anómala”, al ser minoritaria, aún, el tipo de familia del que forma parte.
Psicológicamente su situación familiar puede afectarle, aunque socialmente cada vez sea más aceptada.
No valoro, moralmente, este tipo de familias, pero creo que puesto que es una realidad que somos varones y mujeres en un 50%, la forma normal de familia debe estar compuesta por los dos sexos y los dos géneros, y el niño debe saber moverse, desenvolverse, vivir con ambos presentes y distintos.
Las familias monoparentales voluntarias, las formadas por homosexuales y lesbianas, al ser “excepciones a la regla”, pueden tener efectos no deseados para los niños.
En otros lugares he dejado escrito que no se trata del Derecho de los homosexuales y lesbianas a adoptar, que los tienen, exactamente iguales a los derechos que tienen los heterosexuales, porque son “igual de personas”.
Los derechos se tienen por ser personas, no por la opción sexual elegida y seguida.
Se trata de los Derechos del niño a ser a ser bien adoptado.
Una cosa son las relaciones íntimas, incluidas las relaciones sexuales, entre dos personas adultas, que ejercitan el derecho a elegir, a optar, por la relación que deseen, y otra muy distinta es cuando viene implicada otra persona, ajena a su opción sexual, que, además, es un niño que viene obligado, sin poder decir si quiere o no quiere o le da igual.
¿El derecho de dos personas, mayores de edad, conscientes de lo que hacen, al adoptar, implica el deber de otra, inconsciente aún, a ser adoptado?.
En la adopción quien prima es el Derecho del adoptado, del niño, a ser “bien adoptado”, no el Derecho de los adoptantes a sentirse bien, adoptando.
Y estoy seguro que muchos niños estarían mejor con familias de este tipo que con la tradicional que, muchas veces puede ser un infierno, porque sólo con vivir juntos en el mismo espacio no es suficiente para ser un hogar.
Igualmente he dejado escrito que la “fecundación in vitro”, monoparental, porque una mujer sola quiere ser madre, sin intervención ni compañía de varón, es algo así como “programar huérfanos”.
Y una cosa es que la vida te obligue, por desgracia, a ser huérfano y otra muy distinta es que sea igual ser huérfano que no serlo.
No todo lo que técnicamente puede ser hecho debe, moralmente, ser hecho.
REALIDAD Y DESEO.
El sol es el sol y la piedra es la piedra. El sol no es una fuente de luz o de energía sin los seres vivos, como la piedra no es una cabeza de Afrodita si no es por el hombre.
Las cosas son lo que son.
La piedra no desea ser estatua, ni el sol desea ser fuente de calor, ni el león desea otra cosa que no sea ser y seguir siendo león.
Los minerales, vegetales y animales nacen ya siendo lo que son o programados para serlo, sin tener que poner ellos por su parte otra cosa que el transcurso del tiempo o actuar instintivamente.
Vienen sin libro de instrucciones o las instrucciones ya vienen impresas en sus genes.
El hombre, por el contrario, no es así.
El niño nace sin libro de instrucciones pera éstas son necesarias para pasar de “hombre” a “humano” y, posteriormente, de “humano” a “persona”.
Mientras los demás seres nacen ya acabados o en proceso de acabamiento, el hombre nace, vive y muere intentando completar su inacabamiento esencial, sabiendo, además, que morirá intentando “completarse”.
El puzzle humano comienzan a completarlo los padres, sigue la escuela, los amigos, la sociedad,…
Además, es un puzzle indeterminado, las piezas tienen que ser inventadas y acopladas y, según sean éstas o las otras, así saldrá tal “tipo humano” y “tal persona”.
El hombre es un ser “desestructurado” y la estructura que vaya saliendo y consiguiendo, puede ser una calamidad de persona o una persona valiosa.
Porque el hombre “es lo que no es y no es lo que es” –como dice un filósofo.
El hombre, mientras existe, nunca es lo que en ese momento es, realmente, porque en él siempre hay otro elemento a añadir, que es el deseo.
El hombre siempre es, además de ser, lo que quiere ser, lo que puede ser, lo que sueña y ambiciona ser.
Somos realidad, pero no “realidad bruta”, “realidad hecha” como la piedra, sino “realidad soñada”.
Somos realidad y deseo, por eso no vamos por la vida reptando, sino luchando, buscando, consiguiendo, perdiendo, soñando, aspirando, ambicionando….
El hombre no sólo es realidad, no sólo es espera, también es esperanza.
Aquel que dijo que el mejor momento, al estar en el puticlub, es cuando estás subiendo la escalera, viendo y tocando el… y soñando, pensando, imaginando, fantaseando… sabía bien lo que decía. Era un “ser deseoso”.
Lo otro, lo que viene después, es un “puf”, un escape, un estallido momentáneo, “es una descarga fisiológica”, pero él se llevó de calle el deseo. Lo mejor es bajar, de nuevo, la escalera y volver a soñar.
Las cosas son lo que son.
La piedra no desea ser estatua, ni el sol desea ser fuente de calor, ni el león desea otra cosa que no sea ser y seguir siendo león.
Los minerales, vegetales y animales nacen ya siendo lo que son o programados para serlo, sin tener que poner ellos por su parte otra cosa que el transcurso del tiempo o actuar instintivamente.
Vienen sin libro de instrucciones o las instrucciones ya vienen impresas en sus genes.
El hombre, por el contrario, no es así.
El niño nace sin libro de instrucciones pera éstas son necesarias para pasar de “hombre” a “humano” y, posteriormente, de “humano” a “persona”.
Mientras los demás seres nacen ya acabados o en proceso de acabamiento, el hombre nace, vive y muere intentando completar su inacabamiento esencial, sabiendo, además, que morirá intentando “completarse”.
El puzzle humano comienzan a completarlo los padres, sigue la escuela, los amigos, la sociedad,…
Además, es un puzzle indeterminado, las piezas tienen que ser inventadas y acopladas y, según sean éstas o las otras, así saldrá tal “tipo humano” y “tal persona”.
El hombre es un ser “desestructurado” y la estructura que vaya saliendo y consiguiendo, puede ser una calamidad de persona o una persona valiosa.
Porque el hombre “es lo que no es y no es lo que es” –como dice un filósofo.
El hombre, mientras existe, nunca es lo que en ese momento es, realmente, porque en él siempre hay otro elemento a añadir, que es el deseo.
El hombre siempre es, además de ser, lo que quiere ser, lo que puede ser, lo que sueña y ambiciona ser.
Somos realidad, pero no “realidad bruta”, “realidad hecha” como la piedra, sino “realidad soñada”.
Somos realidad y deseo, por eso no vamos por la vida reptando, sino luchando, buscando, consiguiendo, perdiendo, soñando, aspirando, ambicionando….
El hombre no sólo es realidad, no sólo es espera, también es esperanza.
Aquel que dijo que el mejor momento, al estar en el puticlub, es cuando estás subiendo la escalera, viendo y tocando el… y soñando, pensando, imaginando, fantaseando… sabía bien lo que decía. Era un “ser deseoso”.
Lo otro, lo que viene después, es un “puf”, un escape, un estallido momentáneo, “es una descarga fisiológica”, pero él se llevó de calle el deseo. Lo mejor es bajar, de nuevo, la escalera y volver a soñar.
VARÓN Y MUJER
Si uno de los mecanismos de la evolución fue la adaptación al medio y ser inadaptado era ser eliminado, una de las consecuencias de la razón científica y tecnológica ha sido la adaptación del medio al hombre.
Ya no es, simplemente, que si hace calor pongo el frío y si hace frío pongo el calor, ahora ponemos el climatizador y ponemos el ambiente a la temperatura ideal y nos olvidamos del estado del tiempo ahí fuera.
Pero todavía no hemos inventado el climatizador humano, para la convivencia ideal, entre naciones, entre autonomías, en el interior de la familia.
Así surgen las crisis. Demasiado calor o demasiado frío, humano.
Si en matemáticas 2 + 2 = 4, en la convivencia 2 disgustos + 2 disgustos no son 4 disgustos, sino lo que puede llevarte a que te tires por el balcón o que mates al otro.
Históricamente, los varones han copado todo el campo laboral, político, deportivo, militar y religioso. Existía la competitividad masculina.
Pero, de un tiempo a esta parte, la mujer ha salido del arresto y confinamiento domiciliario, ha cambiado la aguja por el lápiz, el taller de costura por la universidad, el papel de ama de casa por un doctorado universitario y se ha puesto a competir con los varones, invadiendo su terreno, hasta ahora en exclusiva.
Hasta en el poder militar está, poco a poco, metiendo la cabeza.
¿No es una mujer nuestra ministra de las fuerzas armadas?.
Pero en lo religioso NO. ¡Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho¡. Las monjas, esas mujeres maravillosas y esforzadas, son las limpiadoras de los despachos de los jerarcas eclesiásticos.
El varón ha entrado en crisis. Su propia mujer compite. Y competir tiene como meta ganar. Y está ganando.
El espacio vacante de la casa, hasta ahora terreno acotado de la mujer, ha quedado libre, pero necesita ser ocupado.
El varón ha tenido que, no sólo ayudar, sino compartir y repartir tareas.
E históricamente el varón no ha estado preparado para ello.
El varón ha entrado en crisis.
Si en el deporte sigue mandando y no compitiendo con las mujeres, en lo laboral y en lo político, en el hospital y en la universidad, la mujer está demostrando que nada tiene que envidiar al varón.
Si, históricamente, la única competitividad femenina era en lo sentimental y amoroso, y su meta era conquistar al varón deseado por otras muchas (y cuantas más, mejor), y conseguir el trofeo, hoy las cosas están cambiando.
El objeto de deseo ya no es el semental atlético, sino la persona valiosa. Como ya no es objeto de deseo la “barby” espectacular pero hueca, vacía, sino la mujer valiosa.
El aspecto físico ha dado paso al valor de la persona.
La actividad sexual y el acceso al sexo se han democratizado y son voluntarios.
Con quién va a compartirse la vida, también.
La infidelidad es una traición, porque el compromiso ha sido libre.
La ruptura no es una desgracia sino, muchas veces, una “gracia”, una solución.
El desnudo femenino ha estado aprobado socialmente, desde siempre, no tanto el masculino.
Hoy, junto a coches o colonias, se muestran ambos ejemplares, esbeltos, pero como si fueran accesorios del coche o de la colonia.
Todavía queda un tabú.
Si la mujer puede fingir, desnuda, un orgasmo, el varón no puede hacerlo sin erección.
Todavía queda el tabú del varón en erección.
La mujer ha renunciado al monopolio sentimental femenino, socialmente atribuido históricamente y obligado y, sin dejar de ser sentimental, se ha empadronado en el campo intelectual y el varón no ha tenido más remedio que dejar sitio y hacerse, también, sentimental. En esto también se ha impuesto la democracia.
Si el varón representaba la fuerza y la actividad y la mujer la debilidad, la fragilidad y la pasividad, y esos eran los roles sociales, la mujer ha roto la baraja marcada y quiere jugar, sin ventajas, pero con cartas nuevas.
Si era signo de virilidad la “cana al aire” y la querida y/o la mantenida y la mujer era condescendiente con la conducta del varón, porque eso mismo, para ella, socialmente, era la calificación de “viciosa” y/o puta, hoy los valores morales no dependen ni de la iglesia ni de la sociedad, sino que son las propias personas quienes los aprueban o desaprueban, quienes los marcan.
Si antes “los chicos no lloran” y “en cojera de perro y lágrima de mujer no has de creer”, hoy o todos lloran o aquí no llora ni Dios.
Si antes la mujer era “señora de…”, “madre de…”, “hija de…”… Hoy es Dñª…………, sin relación obligatoria a varón alguno, es autónoma, libre, independiente, capaz.
Todavía hoy podemos ver, en las iglesias, la presencia masiva de mujeres mayores, en los oficios de la tarde, cuyo rol femenino no ha cambiado, pero habrá pocas mujeres jóvenes.
Quedan pocas “beatas” y algún que otro “beato” que…
El varón, que aprendió en la mili a “marcar el paso”, ahora se encuentra con el paso cambiado.
Ha entrado en crisis.
Nadie “lleva ya los pantalones” porque todos (ellos y ellas) los llevan, ya que los pantalones, (¡hasta los pantalones¡) también, se han democratizado y han dejado de ser símbolo de poder.
Ya no es, simplemente, que si hace calor pongo el frío y si hace frío pongo el calor, ahora ponemos el climatizador y ponemos el ambiente a la temperatura ideal y nos olvidamos del estado del tiempo ahí fuera.
Pero todavía no hemos inventado el climatizador humano, para la convivencia ideal, entre naciones, entre autonomías, en el interior de la familia.
Así surgen las crisis. Demasiado calor o demasiado frío, humano.
Si en matemáticas 2 + 2 = 4, en la convivencia 2 disgustos + 2 disgustos no son 4 disgustos, sino lo que puede llevarte a que te tires por el balcón o que mates al otro.
Históricamente, los varones han copado todo el campo laboral, político, deportivo, militar y religioso. Existía la competitividad masculina.
Pero, de un tiempo a esta parte, la mujer ha salido del arresto y confinamiento domiciliario, ha cambiado la aguja por el lápiz, el taller de costura por la universidad, el papel de ama de casa por un doctorado universitario y se ha puesto a competir con los varones, invadiendo su terreno, hasta ahora en exclusiva.
Hasta en el poder militar está, poco a poco, metiendo la cabeza.
¿No es una mujer nuestra ministra de las fuerzas armadas?.
Pero en lo religioso NO. ¡Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho¡. Las monjas, esas mujeres maravillosas y esforzadas, son las limpiadoras de los despachos de los jerarcas eclesiásticos.
El varón ha entrado en crisis. Su propia mujer compite. Y competir tiene como meta ganar. Y está ganando.
El espacio vacante de la casa, hasta ahora terreno acotado de la mujer, ha quedado libre, pero necesita ser ocupado.
El varón ha tenido que, no sólo ayudar, sino compartir y repartir tareas.
E históricamente el varón no ha estado preparado para ello.
El varón ha entrado en crisis.
Si en el deporte sigue mandando y no compitiendo con las mujeres, en lo laboral y en lo político, en el hospital y en la universidad, la mujer está demostrando que nada tiene que envidiar al varón.
Si, históricamente, la única competitividad femenina era en lo sentimental y amoroso, y su meta era conquistar al varón deseado por otras muchas (y cuantas más, mejor), y conseguir el trofeo, hoy las cosas están cambiando.
El objeto de deseo ya no es el semental atlético, sino la persona valiosa. Como ya no es objeto de deseo la “barby” espectacular pero hueca, vacía, sino la mujer valiosa.
El aspecto físico ha dado paso al valor de la persona.
La actividad sexual y el acceso al sexo se han democratizado y son voluntarios.
Con quién va a compartirse la vida, también.
La infidelidad es una traición, porque el compromiso ha sido libre.
La ruptura no es una desgracia sino, muchas veces, una “gracia”, una solución.
El desnudo femenino ha estado aprobado socialmente, desde siempre, no tanto el masculino.
Hoy, junto a coches o colonias, se muestran ambos ejemplares, esbeltos, pero como si fueran accesorios del coche o de la colonia.
Todavía queda un tabú.
Si la mujer puede fingir, desnuda, un orgasmo, el varón no puede hacerlo sin erección.
Todavía queda el tabú del varón en erección.
La mujer ha renunciado al monopolio sentimental femenino, socialmente atribuido históricamente y obligado y, sin dejar de ser sentimental, se ha empadronado en el campo intelectual y el varón no ha tenido más remedio que dejar sitio y hacerse, también, sentimental. En esto también se ha impuesto la democracia.
Si el varón representaba la fuerza y la actividad y la mujer la debilidad, la fragilidad y la pasividad, y esos eran los roles sociales, la mujer ha roto la baraja marcada y quiere jugar, sin ventajas, pero con cartas nuevas.
Si era signo de virilidad la “cana al aire” y la querida y/o la mantenida y la mujer era condescendiente con la conducta del varón, porque eso mismo, para ella, socialmente, era la calificación de “viciosa” y/o puta, hoy los valores morales no dependen ni de la iglesia ni de la sociedad, sino que son las propias personas quienes los aprueban o desaprueban, quienes los marcan.
Si antes “los chicos no lloran” y “en cojera de perro y lágrima de mujer no has de creer”, hoy o todos lloran o aquí no llora ni Dios.
Si antes la mujer era “señora de…”, “madre de…”, “hija de…”… Hoy es Dñª…………, sin relación obligatoria a varón alguno, es autónoma, libre, independiente, capaz.
Todavía hoy podemos ver, en las iglesias, la presencia masiva de mujeres mayores, en los oficios de la tarde, cuyo rol femenino no ha cambiado, pero habrá pocas mujeres jóvenes.
Quedan pocas “beatas” y algún que otro “beato” que…
El varón, que aprendió en la mili a “marcar el paso”, ahora se encuentra con el paso cambiado.
Ha entrado en crisis.
Nadie “lleva ya los pantalones” porque todos (ellos y ellas) los llevan, ya que los pantalones, (¡hasta los pantalones¡) también, se han democratizado y han dejado de ser símbolo de poder.
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