Dicen que el saber no ocupa lugar, como si el cerebro y la estructura cerebral fuera un pozo sin fondo en el que cabe todo lo que se le eche. Y, sencillamente, no es verdad.
Las conexiones neuronales utilizadas para ciertos tipos de saberes ya quedan ocupadas por ellos.
El saber si ocupa lugar y, además, lleva mucho tiempo.
Son muchas las cosas que no habría que saber para ser y seguir siendo culto.
Hay muchos saberes superfluos que son lastre para la cultura.
Empeñarse en conocer la guía telefónica, de memoria, es algo tan absurdo que, además de ser imposible, ocuparía todo el tiempo, sin poder conseguirlo, además.
Tiempo perdido, esfuerzo inútil y nula utilidad.
¿Números de teléfonos? los habituales e imprescindibles. Y ya, ni eso, con las listas de contactos de los fijos y los móviles, es superfluo.
¿Os imagináis a alguien alardeando de que ya se sabe de memoria todos los apellidos que empiezan por P, de Cuenca, por ejemplo?.
Igualmente, ¿qué decir del que presume de saber las alineaciones del Real Madrid durante la temporada 60-61 y cuáles fueron las sustituciones que introdujo el entrenador en el partido contra el Milán, el año 86, cuántos goles se marcaron, quiénes lo hicieron,…?.
Tiempo perdido, saber superfluo, redes neuronales ocupadas,…
¿Y qué decir del que fanfarronea de saber todas las dinastías reales europeas, las uniones matrimoniales entre ellas, los títulos que ostentan cada uno de ellos,…?
¿Desconocer esto es un signo de incultura?.
¿Y el que se vanagloria de saber cuántos kilómetros hay de Cartagena a Santillana de Mar o de Calatayud a Olula del Río?.
No se puede/no se debe tener ocupada la mente con saberes de este tipo. Basta con saber manejar, leer e interpretar un mapa de carreteras.
Desconocer gran parte de los programas de televisión, esto sí que es un signo de cultura. Programas del corazón, de islas de famosos, de supervivientes, de grandes hermanos, novelas de desamores, realitys shows, …. donde los “catedráticos” de mundología, llámense Belén Esteban o cualquier otro tonto de los cojones dicen que alguien le ha dicho que fulanito dijo que lo vieron con…
Dedicarle un minuto a estas cosas es como arrojar monedas por las cloacas.
En televisión, más allá de los debates de personalidades, expertos en alguna materia, programas culturales de libros, tertulias culturales y/o científicas, presentación de novedades editoriales, Redes del sin par Punset, Rodríguez de la Fuente y similares, los de la 2 de T.V…. y algunos por el estilo y pare Ud. de contar.
¿Pagar dinero por revistas que sólo deben ojearse en la peluquería o mientras esperas en la consulta del médico, por saber qué vestido llevaba la no sé quien en no se qué fiesta o el primer baño de la inimitable, sin par, supercreída bióloga (¿), Anita Obregón….
Todo esto debería estar gravado por la S.G.A.E. y no el disquete que yo compro para gravar escritos como éste.
La cultura se tiene y se disfruta pero no se ostenta. Ahí está, como ejemplo, Punset, siempre haciendo de Sócrates preguntón para que nos instruyan los que saben de estas cosas.
El esnobismo cultural, la fanfarronería, buscar el aplauso al tiempo que se busca la descalificación y/o la inferioridad del interlocutor, son signos de incultura.
Porque la cultura es amiga de la humildad y se disfruta al compartirla no al tirársela a la cara al otro.
Como tampoco es un signo de cultura alardear de saberlo todo sobre las últimas novedades de automóviles, y si el Porche es superior al Ferrari en 10 de los 15 puntos básicos, o alardear de saberlo todo sobre móviles de la 25ª generación, sobre cámaras fotográficas último-último-ultimísimo modelo,…
Todo este tipo de conocimientos, que no son necesarios, excepto para algunos expertos que deben usarlos para su profesión, son esnobismos.
O qué decir del que habla ex cátedra sobre las diferencias entre los componentes del bote de tomate de la marca Orlando o Hacendado, y si el ácido ascórbico, comparado con el citrato trisódico o con el cloruro de benzalconio…
Si hubo un tiempo en que las humanidades eran el signo exponente de cultura, en detrimento de los conocimientos científicos y tecnológicos, hoy se le ha dado la vuelta a la tortilla, sin ser conscientes de que se anda mejor con dos muletas que con una y que la disyuntiva exclusiva, o de letras o de ciencias, es nefasta para la persona.
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