sábado, 28 de septiembre de 2013

6.- EL RENACIMIENTO. LA ARISTOCRACIA.


La alta y la baja aristocracia perseguirán los mismos objetivos, el poder y la riqueza, aunque con métodos y por caminos muy distintos.

Los príncipes y la nobleza, en Europa, que tánto y tan duramente habían luchado para defender su privilegiada posición, política y económica, frente a la monarquía y a la burguesía, tuvieron que inclinarse ante lo que se les venía encima, de manera inevitable.

La monarquía, para acabar con ellos y sus privilegios, se alía y se apoya en la burguesía, cada más enriquecida por su múltiple y variada actividad económica, empresarial y comercial.

La aristocracia, consciente de la jugada de la monarquía, cambia de táctica y se convertirá en su más fiel aliada, excepto en Alemania e Italia, carentes de un poder central eficiente.

Mientras la aristocracia superior, o de primer grado, garantizaba su porvenir a base de matrimonios, alianzas y primogenituras consiguen, además, puestos relevantes, de altura y bien remunerados, en la Administración del Estado.

Las grandes posesiones agrícolas, crecientes además, les hacían dueños de un capital inmobiliario, ajeno a los cambios monetarios o a la subida de precios en los mercados.

En cambio, la aristocracia de segundo orden, los hidalgos, sí que se encuentran en un gran problema, una vez excluidos, por ser segundones en la sangre, en la descendencia.

Éstos sí que notaron y sufrieron los cambios tácticos de la alta aristocracia. De ahí su rebeldía ante el orden establecido.

Una parte de ellos serían los primeros revolucionarios de los tiempos modernos, los cabecillas de las revueltas.

Otra parte optaría por otro camino.

Pero es que al lado de la “aristocracia de la sangre” estaba “la aristocracia de la Iglesia”, con sus enormes rentas, episcopales y abaciales.

Estas rentas eclesiásticas se convertirán en un imán para los segundones de la nobleza,  los que, sin vocación alguna, tomarán los hábitos eclesiásticos y ocuparán altos puestos en su jerarquía.

La no vocación sacerdotal en los altos niveles de la Iglesia hará que los vicios, impropios de eclesiásticos, se instalen hasta en la misma cúpula (papas, cardenales, obispos,…) siendo los escándalos de vida licenciosa e inmoral y la corrupción manifiesta, incluso engañando a los infelices fieles, las causas de un desprestigio creciente que Irán cavando el hoyo y facilitando una ruptura desde dentro.


Se ve venir, de manera indefectible, la Reforma de los que Protestaban por todo eso. Por el alejamiento de la doctrina de Cristo y por querer volver a los inicios del cristianismo.

 

 

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