“Ortodoxia” y “heterodoxia” son dos conceptos que se
autoimplican pero siendo, siempre, considerado despectivo el de “heterodoxia”
(“otra opinión”).
Definir uno es codefinir el otro
Si un grupo se considera “ortodoxo” (“opinión recta”) el
otro grupo, si no opina lo mismo tendrá una opinión distinta a la mía, por lo
tanto tendrá y sostendrá una “falsa/equivocada/incorrecta opinión”, será un
“heterodoxo”.
Pero si, por el contrario, el heterodoxo, para uno, él se
considera ortodoxo entonces el heterodoxo es el otro.
En todas las religiones surgen/han surgido cismas o
separaciones por motivos de doctrina, de ortodoxia.
La enorme expansión del cristianismo y del budismo ha sido
posible, en parte, por los heterodoxos.
¿Qué son el “zen” japonés o el “lamaísmo” tibetano sino
heterodoxia budista?
¿Y la
Reforma Protestante y todas sus ramificaciones respecto a la
ortodoxia católica?
¿Qué fueron, en Occidente, las Guerras de Religión (1.559 –
1.598) entre católicos y protestantes sino guerras de ortodoxia, disputas de
dos diferentes concepciones ideológico-políticas, en las que las motivaciones
económicas, políticas, sociales parecen quedar enmascaradas como
enfrentamientos religiosos?
Todos recordamos la Historia.
El Imperio romano se divide en dos: el de Occidente, con
capital en Roma y el de Oriente con capital en Constantinopla (posteriormente
Bizancio).
Cada uno es el contrapunto del otro.
Pero hay que recordar que mientras el de Occidente
desapareció como tal, invadido por las distintas oleadas de bárbaros (año 476),
el de Oriente seguiría 1.000 años más, hasta la caída de Constantinopla en
poder de los musulmanes en 1.453.
Y mientras el de Occidente se haría añicos invadido por
grupos distintos, y envuelto/invadido en un marasmo, y en el que surgirían las
variadas naciones europeas, el de Oriente, con el nombre de Impero Bizantino
mostraría gran esplendor durante varios siglos de la Edad Media.
Oriente/Constantinopla era la continuación del Impero
Romano, el de Occidente no.
Religiosamente hablando para Constantinopla ellos eran los
“ortodoxos” y Roma la “heterodoxa”.
Distintos ritos (el persignarse, por ejemplo) distintos cultos.
El comportamiento en la vida profana diaria, al ser la Ética
racional será, para un creyente, una moral religiosa.
El problema surge cuando la Razón llega a conclusiones contrarias, opuestas o
divergentes con algunos mandatos divinos revelados.
Mientras los creyentes se quedan con lo divino, los no
creyentes, reinterpretando lo divino, se quedarán con lo racional.
¿Puede haber una armonía fe-razón?
Ya Santo Tomás sentenció que el ámbito de la verdad se
dividía en tres apartados: 1.- Lo sólo creíble (la verdad de los dogmas), 2.-
Lo sólo cognoscible (la verdad científica) y 3.- Los, por él llamados, “Preambula
fidei”, verdades a las que se puede acceder por la razón o, también, por la fe
(como la existencia de Dios, su esencia, la simplicidad e inmortalidad del
alma,…:verdades creíbles y, a la vez, cognoscibles.
Pero como “muy pocos hombres, tras mucho tiempo, tras mucho
esfuerzo, tras muchos errores,… pueden llegar a saberlas y como la salvación es
universal, para todos, y estar en posesión de esas verdades es algo necesario
para la salvación, quienes no puedan acceder a ellas con su Razón, que lo hagan
con su Fe.
Pero, en caso de contradicción entre lo revelado/creído y lo
descubierto sabido, la Razón
debe subordinarse a la Fe ,
como el hombre (creatura) está subordinado a Dios (creador).
Siempre debe tenerse en cuenta que en los textos sagrados
revelados las verdades que contienen son las relativas al tiempo en que fueros
escritos, por lo que no deberían ser consideradas verdades eternas, sino
temporales, ni universales, sino particulares, ni necesarias, sino
contingentes, ni objetivas, sino subjetivas,…
Los maestros, doctores, sacerdotes, gurús,… serán los
encargados de interpretar los textos sagrados y, sistematizados en una
doctrina, intentarán educar a las generaciones posteriores.
En los Concilios cristianos son los que fijarán la doctrina,
y a menudo bajo la forma de “dogma”, lo que supone “ortodoxia” y “anatemas” a
quienes se separan de ellos.
Estas enseñanzas o doctrinas cristianas contienen una
cosmovisión o concepción general acerca del mundo y del hombre, cuya existencia
es valiosa por la relación que mantiene con lo trascendente.
Así el creyente se siente a salvo, resguardado y consolado,
a pesar de que los nuevos descubrimientos científicos nieguen, tanto la
creación del hombre como del mundo, sacados de la nada por el Creador en el
primer momento, y frente a este creacionismo, las teorías científicas del Evolucionismo y el
Big Bang.
Lo que sí consigue la religión es el consuelo de que los
males de este mundo no durarán para siempre.
Algo en lo que también están de acuerdo los no creyentes,
pero mientras para éstos es un sanseacabó para los otros es un tránsito a una
vida eterna perfecta.
¿Y qué decir del poder? ¿Proviene de Dios o de los hombres?
¿Por la gracia de Dios o por el permiso de los hombres? ¿Es revocable o no? ¿Es
hereditario o electivo?
La religión ha desempeñado una función ideológica, de
discurso legitimador de un determinado orden social (clases sociales, castas
(grupos sociales cerrados y fuertemente jerarquizados, en los que se nace, se
vive, se contrae matrimonio, y de los que es difícil si no imposible salir y
ascender, típicos de la India ),…y
jerarquía entre ellas) y de la actuación de la autoridad, religiosa y civil.
Los “sacer-dotes” son los (“dadores, donantes de
sacralizad”)
He dicho y repetido que el concepto de “religiosidad” no es
igual al concepto de “religión”.
Mientras la religiosidad es una vivencia individual más o
menos intensa, la religión es un fenómeno social e institucionalizado, con una
doctrina que creer (los dogmas), unas normas morales que cumplir (la moral) y
una autoridad jerárquica y subordinada cuyo principio de obediencia es
obligatorio para no ser excomulgado, apartado y reprobado.
También he dicho, y repetido, que no deben identificarse
conceptos como “Jesús de Nazaret”, “el Cristo”, “Cristianismo” e “Iglesia”.
Jesús de Nazaret es un personaje histórico, aunque no haya
demasiados documentos fiables y de alta veracidad.
Cristo es el Jesús de la fe, que es Dios y hombre, nacido de
una virgen, que resucitó al tercer día y está a la derecha del Padre, que
vendrá, en su segunda venida, al final de los tiempos,….
El Cristianismo es una doctrina religiosa, creada no por
Jesús ni por Cristo, sino durante los siglos posteriores por sus seguidores.
La religión como mística es un concepto romántico
individual, nada que ver con la religión como doctrina ni, por lo general, con la Iglesia como institución.
En el origen de la religión suele haber una persona,
iniciador o reformador, dotado de carisma, de sensibilidad especial hacia lo
sagrado que, seguida por grupos, inicia un recorrido original o reformador y
que, de religión viva individual, se produce una religión social.
He dicho, y repetido, que Jesús de Nazaret era un judío
convencido, que quería reformar el judaísmo y que no fue el iniciador de la
doctrina denominada Cristianismo, sino que éste fue un producto de la Iglesia como jerarquía,
que va conformando la doctrina cristiana con escritos y, sobre todo, con
concilios.
“Si Cristo volviera” es el título de un libro leído en mi
adolescencia y que, según dice, hoy entraría en el Vaticano, residencia de las
máximas autoridades religiosas, y haría lo que Jesús hizo cuando entró en el
Templo de Jerusalén.
Los elementos básicos de una religión establecida (porque la
religión viva no los tiene) son los mitos, los ritos, las fiestas, los libros
sagrados, la doctrina moral…todos ellos institucionales.
También esta iglesia establecida considera peligrosa la
religiosidad individual, no sometida a las reglas institucionales.
Cree la
Iglesia que es tanto y
tan grande el poder benéfico y maléfico de lo sagrado, que no puede ser dejada
su administración al arbitrio de los individuos corrientes, sino que debe ser
administrado por la administración eclesiástica.
GNOSTICISMOS.
“Gnosticismo” o “conocimiento” es un sistema religioso que
cree en el conocimiento como vía única de salvación.
Los gnosticismos son doctrinas religiosas muy elitistas por lo que la salvación queda reservada a los
pocos hombres perfectos que alcancen la sabiduría o la ilustración del supremo
conocimiento el cual se adquiere, no tanto por la meditación mística cuanto por
el estudio y el desciframiento de las Escrituras que, en clave alegórica,
encierran.
Su época dorada fue en el período helenístico.
Incluso abundantes herejías cristianas eran de orientación
gnóstica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario