viernes, 26 de febrero de 2016

LA MUJER EN EL RÉGIMEN NAZI (7)


En Mein Kampf se afirma que “en la educación de las muchachas hay que insistir, sobre todo, en el adiestramiento físico, luego en la promoción de los valores espirituales y, en último lugar, de los intelectuales.
La meta de la educación femenina ha de ser, invariablemente, la de futura madre”

Para conseguir este objetivo se empleó la propaganda, las ayudas a las familias que decidían tener más hijos, importantes exenciones de impuestos a las familias numerosas, la prohibición del aborto, la ilegalización de la venta de anticonceptivos destinados a los arios.
Para el régimen nazi tener hijos era el mayor servicio que las mujeres arias podían prestar.
La madre alemana era equiparable al soldado en campaña.
De hecho, ya en 1.938 se estableció “La Cruz de Honor” de la madre alemana para reconocer y recompensar estos servicios.

Pero no sólo la cantidad de hijos, también la pureza de la raza.
Por eso no sólo se prohibieron las relaciones sexuales entre arios y no arios sino que se condenaba la práctica del amor libre al considerarlo una vía para la mezcla, incluso se llegó a la esterilización y aniquilamiento sistemático de las personas de otras razas consideradas inferiores.

La selección racial

Es más las SS no estaban concebidas únicamente para desarrollar funciones policiales. Sino que también constituían un instrumento de selección racial por lo que los miembros de las SS necesitaban una autorización para casarse, autorización en base a consideraciones raciales y de salud.
También las mujeres debían reunir unas determinadas características para obtener dicha autorización.

El estereotipo del aspecto físico de la mujer alemana era el cabello rubio y los ojos azules, signos, ambos, de pureza racial a lo que había que añadir la sencillez, el no uso de barras de labios ni maquillajes, sustitutos artificiales de “la naturalidad genuina de la raza aria”.

Diversas organizaciones se encargaban de controlar a las mujeres, desde las niñas a las amas de casa y demás segmentos de población femenina, aunque se resistieran, sin ser especialmente perseguidas por ello, pero siempre con menos esfuerzo que con los niños, jóvenes, hombres maduros,…

Respecto a la educación, tanto para chicos como para chicas, se huía de la cultura y se insistía en la educación física, como una forma de educar el cuerpo  y, a través de él, la mente.
Se restringió el acceso de las chicas a los Institutos de Enseñanza Media, estudios requeridos para poder acceder a la Universidad, fijándoles un cupo del 10%, cerrándoles el camino no sólo al mundo de la cultura, también al mundo laboral.

“Muchacha estudiante: ¿a qué aspiras en el Tercer Reich? Después de todo tu sitio está en la cocina. El Führer no necesita que tú estudies. El trabajo intelectual es vergonzoso para las mujeres”

Estaban obsesionados por retirar a las mujeres casadas del mundo del trabajo y sólo los avatares de la guerra y las necesidades derivadas de ella devolvieron a la mujer al mercado de trabajo aunque, eso sí, mano de obra poco cualificada.

Por supuesto “ninguna mujer política”, campo exclusivo del varón. El lugar natural de la mujer es la familia y las labores dentro de ella como esposa y como madre.

Nunca fueron movilizadas para la guerra, como ocurría en otros países, lo que significaría una disminución de su dignidad como mujer.
Ella era la camarada del varón y la cooperadora en la fundación de su familia, capaz de traer hijos al mundo, porque esa función es su forma máxima de beneficiar al pueblo alemán.

“Si hoy una mujer jurista lleva a cabo una tarea loable y junto a ella vive una madre de cinco, seis o siete hijos, y todos sanos y bien educados, yo tengo que decir: desde el punto de vista del valor eterno de nuestro pueblo, la mujer que ha parido hijos  los ha educado ha asegurado la permanencia de nuestra raza más y mejor que la mujer jurista”.


Igual que ocurrió en el régimen fascista italiano, y en el franquista, (en eso se parecían) se insistía en la potenciación de una política natalista y en el intento de mantener controlada a la población mediante su encuadramiento en diversas organizaciones dependientes del Estado

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