REPRESIÓN
La mujer alemana, por encima
de ancianos y niños, fue la parte de la sociedad que más sufrió con la derrota
del Reich ante los Aliados y especialmente los soviéticos desde el este.
Muy a su pesar, porque la
inmensa mayoría habían vivido en un régimen dictatorial y represivo, degradando
su condición de ser humano.
Los nuevos “liberadores”
soviéticos, llenos de rabia y odio ante las atrocidades cometidas por los
alemanes anteriormente, tuvieron una sistemática política de violaciones y
asesinatos de mujeres como eje de su actuación, la mayor parte de las veces
aceptadas por los superiores, impotentes para impedir semejantes prácticas.
Las riadas de desplazados del
frente, mujeres, ancianos, niños, soldados derrotados contemplaban con pánico
la llegada de los rusos y trataban de pasar al lado controlado por los Aliados.
Con la definitiva
finalización del conflicto, las minorías de población alemana en otros países
como Polonia, Rumania, Ucrania o Checoslovaquia sufrirán el hostigamiento del
resto, con muchas cuentas pendientes de saldar.
De nuevo las mujeres serán
las víctimas preferidas de los exaltados.
Igual ocurrirá en el caso de
las colaboracionistas: ante los ojos de la sociedad las mujeres que congeniaron
con los nazis eran culpables y sufrieron las consecuencias en forma de
ejecución o humillaciones públicas (como las de raparles el pelo al cero y
expulsarlas de sus casas en Francia).
Sin embargo, estas
represalias fueron injustas para aquellas mujeres que habían tenido que
convivir con los alemanes por una mera cuestión de supervivencia.
RECUERDO.
Miles de mujeres supervivientes del horror
nazi quedaron permanentemente traumatizadas ante la experiencia vivida.
Sus relatos nos han llegado
en forma de biografías, memorias, investigaciones o documentales.
Muchas tuvieron que reiniciar
su vida tras haber perdido a toda su familia (padres, maridos, hijos, etc…),
otras sufrieron las secuelas de los maltratos recibidos y jamás se
recuperarían.
Muchas de ellas ya no podrían
ser madres nunca, debido a los experimentos atroces efectuados, políticas de
esterilización o las torturas recibidas.
Se descubren o reeditan
diarios y escritos de víctimas.
El más famoso de ellos el
diario de una joven judía asesinada en Bergen-Belsen: ANA FRANK (1929-1945),
cuya emotividad y recreación de una vida escondida de la persecución ha llegado
a los corazones de medio mundo.
Hubo también mujeres que se
dedicaron a reflexionar sobre aquellos acontecimientos e incluso fueron
autoridad importante a la hora de investigar y comprender la magnitud de lo que
supuso el Holocausto, sus consecuencias y el carácter de víctimas y verdugos.
Tal es el caso especialmente de
Hannah Arendt.
HANNAH ARENDT (1906-1975) fue
una de las principales filósofas del siglo XX, pensadora y divulgadora de los
estudios del Holocausto, del que ella misma se salvó al huir de Alemania en
1933 tras pasar un mes encarcelada por su condición de estudiante judía.
En 1951 se nacionalizó
estadounidense, siendo por lo tanto apátrida durante casi veinte años (la Alemania nazi quitaba la
ciudadanía a los judíos). Sus estudios sobre el totalitarismo y en general la
filosofía existencial son manuales de cabecera hoy día.
Como fundamental también es
su colección de artículos sobre el juicio a Adolf Eichmann en Israel (1961), al
que asistió como reportera, reunidos en el volumen Eichamnn en Jerusalén.
En esta obra defiende lo que
llama “la banalidad del mal”, posición atacada por otros pensadores e
investigadores sobre el Holocausto.
Fue muy crítica también con
el papel jugado por los propios judíos durante el Holocausto, en especial los
consejos judíos de los guetos al servicio de los amos alemanes.
Escribió un gran número de
ensayos filosóficos que giraron en torno al antisemitismo, la violencia o lo
que constituye una democracia en una sociedad de masas. Ensayos todavía muy
actuales.
Una película reciente (“Hannah
Arendt”, dirigida por Margarthe Von Trotta, 2012) indaga en la vida de Arendt
en los años sesenta, cuando asistió y reflexionó sobre el juicio a Eichmann
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