¿Se inspiró Hitler, al menos
parcialmente, a la hora de sentar las bases del nacional-socialismo, en el
fascismo italiano?
En 1.920 Hitler fundó el
Partido Obrero Nacional-Socialista Alemán, el 30 de Enero del 1.933 juró su cargo
como canciller, ganando las elecciones en Marzo del mismo año y, tras la muerte
de Hindenburg, en Agosto de 1.934, Hitler asumió la Presidencia de
Alemania, lo que supondría un cambio en la vida de los varones y mujeres
alemanas.
Pensaban los nazis que
estaban persiguiendo los ideales de la raza alemana en los tiempos antiguos,
que estaban volviendo y rescatando los orígenes de su pueblo pero, en realidad,
la moral que el Nacional-Socialismo presentaba como típicamente germana era la
moral propia de la mentalidad burguesa de finales del siglo XIX, es decir, la
consideración de la santidad de la familia y del matrimonio, de la pureza de la
vida sin ostentación dedicada al trabajo.
Es decir, la postura nazi
respecto a la familia es tradicional y conservadora, aunque trate de explicarse
a través de consideraciones raciales.
En cuanto a la mujer (como ya
hemos indicado en otros lugares) el ideal femenino se centra en la exaltación
de la sencilla ama de casa y madre que vive únicamente para su familia y se
comporta dócilmente con su marido, siendo él el dueño y señor, el que determina
el curso de la política, de las leyes, de todo lo público, quedando la mujer
enclaustrada en el ámbito de lo privado, resumido en las llamadas tres “K”
hitlerianas: Kinder (niños), Küche (cocina) y Kirche (iglesia), es decir,
“procreación, servidumbre y rezo” como forma de escape de las dos funciones
anteriores.
Familia (marido e hijos),
cocina (casa) y, si sale de ésta, es sólo para ir a rezar a la iglesia.
Nada, pues, de igualdad de
derechos entre varones y mujeres, nada de emancipación de la mujer, lo que sí
existía en el pasado alemán, tanto en el socialismo como en el liberalismo, a
los que tanto odiaban los nazis.
Incluso se calificaba de
“producto del intelecto judío” lo relativo a los derechos de las mujeres.
Para ella el mundo era su
marido, sus hijos, (su familia) y su hogar.
“La razón domina en el hombre
–decía Hitler en 1.934-, él investiga, analiza,…pero todas las cosas que se
abordan con la razón están sometidas a cambios, sin embargo, el sentimiento es
mucho más sutil que la razón, y la mujer es sentimiento, y por tanto el
elemento estable.
Estoy convencido de que nadie
comprende mejor que la mujer alemana el Movimiento Nacional-Socialista….y sin
la resistencia y la verdadera entrega amorosa de la mujer al Movimiento, yo
nunca podría haber llevado al Partido a la victoria”.
Un año después, en 1.935, en
un discurso al Congreso de Mujeres Nacional-Socialistas, dice Hitler:
“La pretendida garantía de
los derechos de la mujer en un plano de igualdad a los del varón, que proclama
el marxismo, no es, en realidad, sino una desviación y una privación de tales
derechos, por cuanto limita a la mujer a un área en que, necesariamente, tiene
que aparecer inferior. Coloca a la mujer en situaciones que, lejos de reforzar
su posición, tanto ante el varón como ante la sociedad, la debilitan.
Yo me avergonzaría, de ser un
hombre alemán, si en una guerra la mujer tuviera que ir al frente. Ella tiene
su propio campo de batalla, donde libra su lucha con todos y cada uno de los
hijos que ha traído al mundo.
El varón tiene su destino en
el servicio al pueblo y la mujer en la salvaguarda de la familia”.
Una de las grandes
preocupaciones del Régimen Nazi era incrementar la tasa de natalidad para
luchas contra el envejecimiento de la población y asegurar un número suficiente
de alemanes.
También lo sugería Himmler,
que era necesario un fuerte incremento demográfico, porque un escaso número de
descendientes debilitaba al pueblo para hacer frente a la guerra y sus
consecuencias.
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