.- FANÁTICAS
El lado propagandístico del
papel de la mujer en la sociedad nazi lo van a ejercer, como hemos visto, las
esposas y familiares de los jerarcas, empezando por Hitler y acabando por
cualquier oficial SS anhelante de esa familia modelo custodiada por la
mujer-madre.
Como ocurre en muchos órdenes
de la vida, toda posición ideológica tendrá sus extremos y el nazismo no fue
ajeno a ello.
Hablar del extremo del
nazismo puede resultar chocante, pero las Eva Braun, Magda Goebbels o las Emma
Göring eran las caras públicas, bonitas y civilizadas del régimen.
En otro estadio social
estaban las clases medias y bajas, convencidas de mejorar su estatus con la
llegada al poder de Hitler y fanáticamente contrarias a izquierdistas y judíos,
fervientes nacionalistas.
Algunas de las mujeres
pertenecientes a este segmento van a engrosar las filas de las SS –aquí sí
aceptadas…- para realizar el trabajo más sucio posible: el del exterminio de
sus semejantes.
Se calcula que más de 3.000
mujeres fueron guardianas de los campos de Auschwitz, Majdanek y principalmente
Ravensbrück, campo reservado en su mayoría a las mujeres.
Muchas de estas guardianas
desempeñarán su labor con crueldad, sadismo e inquina, rivalizando con sus
homólogos masculinos.
A diferencia de estos, las
guardianas eran en su mayor parte nacionalsocialistas voluntarias reclutadas
mediante anuncios en la prensa.
La enseñanza para desempeñar
tal labor duraba un mes aproximadamente, en cuatro bloques: 1.- Instrucción
física, 2.- Ideario nacionalsocialista y denigración de la historia de Weimar, 3.-
Tratamiento y castigo a prisioneros (lindando el sadismo en ocasiones) y 4.-
Técnicas para prevenir sabotajes y boicots de producción.
Con la derrota alemana muchas
fueron capturadas y juzgadas por los Aliados, pero un porcentaje más alto
consiguió huir y esconder su pasado.
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