La mujer va más a menudo al
médico que el varón (no creo que alguien se atreva a negarlo).
Pero tiene una fácil
explicación, como es la medicalización de algunos de sus procesos naturales por
lo que se consideran anormales, incluso pecaminosos el sexo, la menstruación y
el parto, considerados como castigos divinos por….
Y es que la educación sexual
ha brillado, siempre, por su ausencia, con la creencia de que hablar de ello
era una incitación al pecado.
Como si por no hablarlo no existiera.
En sanidad se ha considerado
como madurez tanto la pasividad (dejarse hacer), como la docilidad
(obediencia), como la ignorancia (no saber),
Y esto es peligroso porque,
precisamente la mujer (más, mucho más que el varón) debe auto-examinarse, auto-explorarse,
aplicar el sentido común en sus procesos fisiológicos y en el embarazo.
Por ejemplo, la mayor parte
de los cánceres de mama son descubiertos por la propia usuaria, y no por su
médico, aunque luego recurra a él para informarle, preguntarle, exigir una
constatación del mismo, escuchar soluciones,…
Hay “operaciones blancas”,
las que no son, realmente, necesarias, que el médico puede aconsejarlas, pero
no tanto por la mujer como por su lucro personal, así como numerosas
operaciones de cirugía estética, a las que todos podemos ponerles nombre.
El médico tiene, siempre, la
última palabra, incluso por encima de su pacienta, donde lo más aconsejable
sería dejarla elegir a ella.
A veces los médicos no dan la
suficiente información porque dan por supuesto que las mujeres no van a
entenderla, por lo que están condicionándola a que deje llevarse por él.
Si hasta los años sesenta y
tantos la mujer no podía abrir una cuenta bancaria sin permiso del varón,
también había que pedir el consentimiento del marido para realizar ciertas
operaciones o tratamientos en una mujer casada.
Operaciones como la ligadura
de trompas, la interrupción voluntaria del embarazo, la asistencia al parto,…
Los medicamentos
administrados en el parto, sus dosis, sus efectos,…no se les explica, todo lo
deja a voluntad del médico.
Hoy ya, y para curarse en
salud, los médicos exigen la autorización firmada, aunque la pacienta no sepa
las posibles consecuencias de la misma.
Igual que hemos delegado en
nuestros políticos las soluciones a los problemas sociales, hemos delegado en
los médicos la curación de nuestro cuerpo.
Como hemos dicho y repetido
las relaciones sexuales han ido siempre de la mano y encaminadas a la
reproducción, y nunca han sido vistas como sólo fuentes de placer, que era la
ideología de la familia burguesa monogámica, en contra de la ideología
progresista actual, primando el placer sobre la posible consecuencia de la
llegada no deseada del hijo.
En la cultura tradicional
estaban prohibidas las relaciones sexuales durante la menstruación (el tabú de
la sangre), durante el embarazo (por poder perjudicar al feto), o en la
menopausia, cuando era, precisamente entonces cuando, sin posible reproducción,
podía sólo disfrutarse del sexo.
Ni la educación sexual ni la
fluorización de las aguas era un complot comunista, sino una defensa de la
sanidad.
Los datos y las teorías de
Masters y Johnson, al principio de los sesenta, hicieron poca mella, tuvieron
poco impacto, en los ginecólogos españoles.
Todo lo que hemos expuesto en
entradas anteriores sobre la frigidez, la maternidad, el trabajo,…y las que no
siguieran esas pautas eran consideradas delincuentes y perversas.
Si la masturbación masculina,
además de pecado, era mala para la salud (como me decía el cura en la confesión),
la masturbación femenina producía todo tipo de enfermedades, desde la
esterilidad hasta la muerte prematura.
Si la píldora ha anulado las
excusas para no mantener relaciones sexuales más o menos libres, lo cierto y
verdad es que también ha producido un aumento de las enfermedades venéreas.
Recuerdo la campaña del sida
achacándosela a las relaciones homosexuales.
Igualmente las enfermedades
venéreas fueron consideradas como el “justo castigo” al “libertinaje sexual”.
¿Qué decir de las violaciones
(rara, rarísima vez, al varón), incluso dentro del matrimonio, forzando una
relación sexual, sin quererlas ni desearlas la mujer?
La violación supone el caso
extremo de subordinación al varón (mientras escribo esto está juzgándose la
múltiple violación, durante los Sanfermines, de una joven por cinco varones,
denominados “la manada”)
Los abusos sexuales a niños
(la pedofilia) ocurre muchas veces en el ámbito familiar, por el mismo padre,
por un amigo de la familia, hasta por los curas.
Tanto la “menstruación”
(regla), como la “menarquía” (primera regla) y la “menopausia” (fin de la
regla”) han sido convertidos, durante toda la historia, como algo vergonzoso,
misterioso, anormal, generador de prohibiciones (la mayonesa que se corta, el
vino que se avinagra,…) y de problemas (por lo que no debe trabajar fuera del
hogar).
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