¿Cuál es la línea que separa
el “uso” del “abuso” si es sexo deseado?
Lo que me decía el confesor:
“entre los hombres, la relación sexual frecuente (en mi caso de adolescente
sería la frecuente masturbación) aniquila sus fuerzas corporales y entorpece el
desarrollo normal de la vida” (me quedaría medio enano, corporalmente deformado
por la debilidad…)
Y “en las mujeres, por la
acción psicogenital, se producen alteraciones en el funcionamiento normal de
las glándulas genitales, que se traducen en alteraciones en la regla y cambios
en sus hábitos y en su carácter”.
En resumen: que el sexo es
malo y que debe ser limitado al máximo.
Las enfermas del corazón (las
cardiacas), no pueden/no deben realizar el acto sexual. Como tampoco lo deben
realizar ni las tuberculosas, ni las nefríticas,…Ni tener relaciones sexuales,
ni concebir, porque la relación sexual se convertiría en una enfermedad
peligrosa que, en la mayoría de los casos, exigiría la interrupción del
embarazo.
(Antes que tener que abortar,
evitar quedarse embarazadas y, para
ello, la forma más segura es no practicar el sexo).
Porque el coito mismo les es
sumamente perjudicial ya que les origina congestiones intensas de los órganos
genitales además de trastornos circulatorios.
“Son muchas las enfermas del
aparato circulatorio que han fallecido, como heridas por un rayo, en el momento
de efectuar el coito”
Igualmente, es sumamente
peligrosa la tendencia a realizar histerectomías (léase extirpar el útero,
total o parcialmente) en una mayoría de mujeres que llegan a la menopausia.
“Cuando el útero/matriz ha
llegado al fin de su destino se convierte, no en un órgano pasivo sino
“parásito”, que interviene en el metabolismo de su portadora, en la que la vida
ha perdido su trascendencia generativa y, por tanto, su máximo valor.
La mujer, última y más
perfecta obra del Creador, no escapa del todo a esa ley filogenética.
De su útero, principalmente,
no puede esperar más que motivos de muerte prematura, no del todo evitables con
periódicos y molestos reconocimientos hasta la extrema vejez.
Suponemos que debe ser
experiencia general entre los ginecólogos que las histerectomizadas por
procesos benignos viven más años que las otras”
(Cónil padre y Cónil hijo:
Tratado de ginecología. 5ª edición. Editorial Labor. Barcelona, 1.967)
Aconsejar que toda mujer sea
histerectomizadas tras la menopausia (para vivir más años) no hay más que un
paso y, como el auténtico orgasmo es el uterino, si éste está ausente…
Parece ser que los eunucos
(los castrados) viven más años que los no castrados, pero a nadie se le ha
ocurrido aconsejar la castración de los varones para que vivan más años.
(Aunque no hay que olvidar
que los ginecólogos-cirujanos, con ello, tienen un buen negocio añadido).
La fertilidad en la mujer, la
ovulación, es considerada casi como un artículo de lujo, poco necesario, que
aparece tardíamente en la vida sexual y desaparece también tempranamente.
El organismo femenino prescinde
de ella en cuanto se ve sobrecogido, y éste es un organismo apenas psíquico,
más bien neurológico, ya que los animales salvajes suspenden su celo ante
cualquier estímulo de dolor, temor o rabia.
Manifiesto desprecio por el
sexo.
Es una idea muy generalizada
que el sexo por placer, y no para la reproducción/generación, es algo malo, y
el embarazo, además de ser una bellísima forma de cumplir la ley divina,
también puede ser un justo castigo por el “comercio” sexual.
Las perversiones sexuales, el
erotismo, conllevan un justo castigo, por el mal uso o abuso del sexo.
El miedo al embarazo es un
freno seguro al libertinaje sexual (se sobreentiende que sólo a la mujer, para
que deje de ser “libertina-libre sexualmente), no al varón, que puede seguir
siéndolo porque el embarazo, a él, no le afecta.
El uso habitual de
anticonceptivos y, en general, de métodos antimaltusianos busca, de momento,
una esterilidad temporal, pero que puede conducir, con frecuencia, a una
esterilidad definitiva (1.959) (cuando sabemos, hoy, que es al revés, los
embarazos múltiples).
Y para las excitaciones
sexuales prematrimoniales… “entregados a estas prácticas, a veces durante
largos años, el hombre tiende a renunciar en el futuro a su papel de director
del juego sexual y la mujer puede pagar con la frigidez su capacidad para la
entrega y el abandono amoroso”.
Machismo sexual. El
conductor, activo, y la conducida, pasiva, y que debe dejarse llevar.
Aunque, hoy, sabemos que es
al revés.
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